Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

[Reviews - 92]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

De mis capitulos favoritos~

Espero les guste :3

 

Capítulo 26: “Yo no quiero esto…”

 

El viento era gélido, dañaba con diminutas e invisibles dagas de hielo. Todo era un infierno de confusión, viento, lamentos. Y aun así a Inoue no le afectaba el frio por un inusual calor reconfortante.

La lucha enfrente de él empeoraba, y sus sentimientos desesperados casi podían matarlo. Sin embargo Inoue no soltó al ser que lloraba y temblaba en sus brazos, sin importar nada. Debía cuidar con su alma a ese ser, a cualquier costo y sobre cualquier situación.

Inoue solo pudo jadear cuando su madre golpeo con su lanza a aquella desconocida. Ella podía ser muy diestra, pero la ex Protectora del Rey Oscuro lo era mucha más, demostrándolo en sus agiles y precisos golpes.

La desconocida se defendió muy bien, alejando la batalla de Inoue y su protegido, pero aun así de alguna manera ella nunca se defendió de los golpes y los regreso. Lucia arrepentida y confusa, sin saber porque recibía ese trato de la furiosa Hechicera que hacia todo en su poder para eliminarla.

Viendo que la chica perdía sus dos espadas y se encontraba indefensa, débil y agitada, Inoue no pudo más. Levanto una mano en compañía del joven que abrazaba, en conjunto lanzando un hechizo desconocido de hermoso color dorado que hizo que Bellatrix retrocediera y los fulminara con la mirada. Inoue acostumbrado no dudo, pero sintió como su compañero se estremecía y se lamentaba.

-¿Por qué? ¿Por qué? ¡¡¿Por qué?!!- gritaba la desconocida de rodillas, suplicando una respuesta a la fría mujer.

-Ninguno de ustedes debieron nacer. ¡Es un pecado su existencia! Y no importa las circunstancias, me asegurare de matarlos a todos y cada uno de ustedes.

-¡¡Nadie los tocara mientras viva!! –replico Inoue con ímpetu, apretando más cerca al joven a su lado, atrayendo también a la desconocida que se acercó necesitada a ellos. -¡¿Me escucho, señora?! ¡¡Nadie tocara a mis hermanos!!

-Ya veremos, maldito ingrato. ¡Tú existencia fue lo suficientemente sucia, y tenía que venir ese estorbo! ¡Y no te quedas atrás, Aelian! ¡Indeseada!

-¡¡Calle!!- grito el chico que antes lloraba protegido con Inoue. -¡Usted tuvo mucho que ver, así que no nos involucre! ¡Protegeremos a Aelian con nuestra vida! ¡¡No importa que, la cuidaremos por sobre todas las cosas!!

¿Pero por qué? Inoue se vio asaltado por la duda al ver el amor y entrega de la dulce joven con ojos idénticos a los suyos, cabello igual al del joven que vociferaba. Su boca pronunciaba algo, y su ropa rasgada por la lucha mostraba una marca en su pecho que Inoue de alguna manera asociaba a una maldición.

¿Por qué esa joven, ese chico…? ¿Por qué Inoue tenía la certeza de protegerlos incluso al coste de su vida y felicidad? Sin importar a quien sacrificara con tal de que ellos dos sobrevivieran…

Inoue cerró los ojos y al siguiente estaba ahí, solo, en un cuarto en profundo oscuro y lo único iluminado era aquel ornamentado espejo de cuerpo completo.

Acercándose con precaución vio su reflejo de rostro triste y lloroso, envuelto en una túnica blanca. Su cabello por alguna razón era blanco pero sus ojos continuaban azules. Y al levantar una mano y tocar la fría superficie, la imagen comenzó a cambiar, sin embargo él no se asustó y espero con calma hasta ver a aquella chica.

Y su reflejo era ella. Esa mujer, que ya conocía y su destino estaba entrelazado. Una parte de su alma. Ella era…

 

Inoue abrió los ojos agitado, sus sentidos sobre estimulados. Un suspiro desesperado salió de sus labios y cubrió con uno de sus brazos sus ojos, cansado, frustrado… asustado.

-¿De nuevo ella?- pregunto Sakurai a su lado, abrazándolo fuertemente.

-Estaba mi madre… ¿Por qué? Suficiente tuve con ella en vida para que me siga en sueños…

-Tranquilo, chéri. Ella ya no te puede tocar… ni a ninguno de ellos dos.

-Tal vez, pero aun no sé quiénes son. Cualquiera podría… -Inoue se quedó sin fuerza, estremeciéndose ante la idea de aquellos dos desconocidos siendo lastimados.

-Eso no sucederá, Inoue. Te lo dije, ¿cierto? Si la ves es porque estas destinado a conocerla, claramente con vida. De ser el caso contrario no te afectaría tanto como en este momento, y no experimentarías esos sentimientos… Lo que pasa es que la magia de este lugar te afecta más y por eso son más seguidos esos sueños…

-Lo detesto… Quiero que paren… -susurro Inoue, escondiéndose en el cálido pecho desnudo de su amante acostado a su lado en la cama improvisada.

-¿Quieres que vayamos con Naya? Ella puede hacer que paren…

Inoue se lo pensó antes de recordar los crudos sentimientos en aquella mirada azul profundo.

-No… Por algo les veo. Lo soportare. Tal vez y tengas razón sobre el lugar y por eso son tan recurrentes…

Sakurai exhalo también frustrado, evidentemente queriendo hacer algo para quitarle la angustia con esos sueños. Él solo se reconforto abrazándolo fuertemente, besando su sien y haciendo todo en su poder por darle tranquilidad.

La pesadilla, pensamientos y desesperación se fueron rápidamente. Ellos pasaron mucho tiempo abrazados y besándose en la comodidad de su carpa antes de salir a enfrentar a los Príncipes, todos acostumbrados a que ellos se tomaran su tiempo como pareja y los dejaran esperando.

Haruka le cerró en complicidad un ojo a Inoue y le paso su plato con comida. Sakurai habiendo alimentándose la noche anterior solo los acompaño, haciendo planes para el día junto con Muldor.

-Mientras dormían nos llegó el anuncio del Palacio. Estamos a un día completo de los carruajes. Ya ahí seria medio día en regresar. Nuestro padre ha arreglado todo para encontrarnos en un par de días y brindarnos protección mientras… pasamos por aquí…

Inoue levanto la mirada cuando el Heredero dudo en sus palabras. Los ojos de todos estaban fijos en el imponente y bello bosque al lado de ellos. Sus árboles inmensos y diversos, de cortezas, frutos y vida diferente, creciendo muy cerca uno de otros. Y la magia que irradiaban hacían sentir muy inquietos a todos.

-Aun no entiendo del todo porque no cruzamos el Bosque Mágico en vez de evitarlo… -se lamentó Inoue moviendo de un lado a otro su verdura en el plato. Haruka se estremeció dramáticamente.

-¡No somos suicidas, Kazu-san! En esta parte del Bosque conviven muchas razas… no tan amigables…

-Tenemos tratos de paz con ellos, pero no queremos presionar los límites. Será mejor rodear aunque tardemos un poco más… -agrego Sakurai un poco nervioso.

Inoue solo se alzó de hombros y continuo comiendo, viendo de reojo el Bosque que desde días atrás le parecía atrayente, misterioso. Algún extraño sentimiento hacia que quisiera internarse en él y llegar al fondo de todo.

Los Príncipes continuaron la conversación, pero Inoue paro por completo sus acciones, levantándose al creer ver moverse algo entre los árboles.

-¿Mon ame? ¿Estás bien?- Sakurai también se levantó y tomo su mejilla, haciendo que la cabeza de Inoue lo encarara. -¿Puedes soportar un poco más? Sé que te inquieta este lugar, pero ya mañana a estas horas estaremos lejos…

-No… no es eso… -dudo Inoue, volviendo a ver hacia el Bosque donde evidentemente no había nada.

-No estás haciendo berrinche, ¿cierto? Hasta ahora habías sido el favorito de todos a los que visitamos, Kazu-san. ¿Ahora estas triste porque no veremos a nadie más hasta nuestro regreso?

Muldor aburrido se echó para atrás evitando la bola de nieve que cayo directo en el burlón Haruka. No era la primera vez que Inoue hacia eso y se sorprendió de que el Heredero se acostumbrara pero el Segundo Príncipe no.

Aunque en realidad su relación con Haruka se había estrechado tanto que no le importaba que lo molestara.

Sakurai también indiferente comenzó a levantar su pequeño campamento en compañía de los demás pocos soldados que desde el principio los acompañaron en su incursión por todo el territorio de Azelleb.

Haruka y él hicieron un tratado de paz para ayudar a recoger todo. En un par de minutos continuarían su viaje para regresar al Palacio después de meses afuera conociendo a las diferentes razas que los acogieron a su manera.

Ellos ya estaban subiendo todo a los caballos cuando Inoue de nuevo volteo hacia el Bosque, jurando ver a alguien. Apenas abrió la boca para avisar, Sakurai ya estaba enfrente de él protegiéndolo con su cuerpo, todos los vampiros rodeándolos desenvainando sus espadas, quietos, vigilantes, feroces.

-No te separes de mi… -susurro Sakurai, invocando su espada.

-Nunca… -respondió Inoue, para alivio de Sakurai permaneciendo en su vista y protección.

Rápidos y eficaces, cientos de hombres en armaduras de cuerpo completo los rodearon, apuntándoles con arcos y flechas. Lo único que parecía diferenciarlos era el color de cabello en todos oscuro, sin embargo de diferentes tonos. Eso, su uniforme, peinados y orejas puntiagudas le dijeron exactamente quienes eran, los únicos que Inoue había estado esperando nunca conocer.

Muldor y uno de los hombre, levemente adelantados a todos, comenzaron a gritarse, los dos siendo apoyados por sus soldados que los respaldaban.

Inoue no podía entender del todo lo que decían. El Traductor Universal que le dieron en las Oficinas de Celes hacia lo que podía con el complejo y rápido lenguaje, pero añadido a la discusión y las muchas voces de los Príncipes y el aparente Jefe de la Guardia, él solo podía descifrar cosas sueltas, y ninguna era buena.

-¡Basta he dicho!- gruño con poder Muldor, sometiendo solo un poco al prepotente hombre enfrente de él. –No hemos pasado sus fronteras en ningún momento. No veo motivo alguno para esta impertinencia.

-No tenemos la misma información… Príncipe- soltó con desprecio el título el soldado. –Tendrán que acompañarnos…

Sus analizadores ojos malignos se fijaron solamente en Inoue, o lo que se alcanzó a ver de él cuando todos actuaron al mismo tiempo y lo protegieron de la vista.

Los elfos que seguían apuntando las flechas las dejaron ir al ver la acción. Inoue furioso convoco una protección de hielo sobre todos, viendo de reojo que muchos de los vampiros fueron tomados por sorpresa, seguro siendo heridos si él no hubiese hecho algo al respecto.

-¡¿Se puede saber qué demonios significa esto?!- gruño Inoue en su idioma original, sabiendo que en lo básico se parecía al idioma de la realeza vampírica y seria plenamente entendida por los elfos.

Los soldados quedaron sorprendidos por las habilidades de Inoue. Ninguno hablo y solo se miraron de reojo sin moverse, excepto el líder que avanzo más y sonrió macabramente a su dirección.

-Dicen ser Príncipes Vampiros. No podemos estar completamente seguros… Nuestro Rey Elmoth lo sabrá.

-¡Llévenos con la Princesa y Omega!- salto Keigo furioso, colocándose enfrente de Sakurai e Inoue. -¡Ella me conoce y dará fe de nuestra identidad!

-Ya que nuestras coronas y poder no lo hacen… -susurro Muldor sin dejar de ver a los soldados elfos.

-Exijo ver a la Fye Omega de los Elfos de Luz. ¡Llévenos con ella en este momento!- vocifero con autoridad Keigo, elevándose toda su altura mostrando a plenitud sus colmillos.

Los soldados vieron a su líder, pero el elfo mayor solo miraba a Inoue. Tras parecer darse por vencido en llegar a él, se dio bruscamente la vuelta, agitando su largo cabello sujeto en media cola. Avanzando hacia el Bosque, dio una señal con su mano en el arco, ordenando que los soldados los escoltaran a sus tierras. 

Sakurai tomo con propiedad la mano de Inoue al momento en que todos comenzaron a internarse en el basto bosque.

Ninguno de sus acompañantes se separaron de ellos, rodeándolos y nunca bajando la guardia, al igual que los soldados elfos que tenían preparados sus arcos y cruzaban miradas con Inoue temerosos.

Él no dijo nada y solo permaneció cerca de Sakurai, tratando de asimilar su nueva situación de prisioneros.

No era la primera vez que un mal entendido así se producía. Inoue aprendió a lo largo de ese viaje que muchas razas no soportaban a extraños cerca de su frontera y siempre patrullaban, atacando a cualquiera que se acercara lo suficiente a sus tierras.

Siempre ellos salieron del paso con su presencia notoriamente de Príncipes, siendo esa la primera excepción.

Inoue perdido en esos pensamientos se sobresaltó al sentir a alguien acercarse que no era su compañero vampiro. En un segundo invoco su habitual espada de hielo, solo para relajarse en una exhalación cuando vio de reojo a Muldor. Aunque le llamo la atención que el Heredero comenzara a peinar su cabello colocándose atrás de él.

-Lo lamento, Kazuhiko-chan. Sé que no te gusta que alguien aparte de Dai o tus doncellas te toquen el cabello, pero debemos dejar las cosas claras antes de que empeoren dramáticamente... -susurro el vampiro amarrando en una coleta muy alta todo el cabello de Inoue.

-¿De qué hablas?- pregunto Inoue incomodo, tratando de no moverse mucho aun continuando caminando.

-Ellos sienten tu magia, chéri- musito Sakurai mirando de reojo a los fye. -Tu apariencia y Poder es muy similar a ellos, así que debemos mostrarles que no eres elfo y no te mantenemos con nosotros a la fuerza, como ellos creen en este momento... -gruño molesto. Inoue no pudo evitar sonreír divertido por el enojo de él.

-Amarrando así tu cabello muestras tus orejas y no les das la razón. También servirá si te abstuvieras un poco, Kazuhiko-chan. Aunque sé que pedirte eso es ya demasiado- molesto el vampiro, terminando de peinar a Inoue. Él distraídamente se preguntó de dónde Muldor sabía peinar el cabello largo.

-¡Oye! Incluso yo en esta situación puedo abstenerme. Sé muy bien que tipo de relación llevan con esta raza. Kei-chan me lo dijo, y no quiero más problemas. Pero si ellos vuelven a amenazarnos, entonces...

-Vale, vale- acepto Muldor mostrando ambas palmas de las manos. -Incluso ahí no podemos discutir. Solo danos un poco de confianza y déjanos a nosotros manejar esto...

Inoue suspiro frustrado y asintió a regañadientes, mirando más a su pareja.

Mínimo tenía ese acuerdo. Él no se abstendría de llegar el momento, y algo profundo le dijo que esa situación llegaría. Lo podía sentir fuertemente como un presentimiento en el aire al llegar a donde la raza habitaba.

Y el lugar era hermoso. Un enorme y abundante bosque de árboles gigantes aproximadamente de cinco metros, todos muy cerca de otros. Sus troncos gruesos y de cortezas en su mayoría iluminados con esos brillos que tiempo atrás averiguo que era vegetación como musgo. La variedad de especies era sorprendente y hermosa.

El Bosque Mágico daba hogar a cientos de razas. Un bosque sin fin que podía jurar cubría casi la mitad del jodido mundo. Y solo en esa parte del lugar la magia era abrumadora e insoportable.

Los arboles comenzaron a ser menos imponentes pero igual de grandes. La luz comenzó a escasear mientras más se internaban, y el color verde oscuro, café y rojo comenzó a predominar en el suelo y los troncos. En el suelo discretamente un camino apenas visible les indicaba por donde ir hasta ver claramente muchas luces adelante.

Evitando una fila de árboles ellos entraron en un inmenso claro. Literalmente un cerco completo de árboles gigantes de tronco hueco, con copas de hojas verdes, rojas y amarillas. El cielo no era apreciable por lo abundante de las copas. Y en los diversos arboles rodeando ese pedazo de bosque, las casas estaban escondidas y adaptadas.

Los troncos hacían la función de puerta principal. Podía imaginar una escalera en su interior que llevaba a las elevadas casitas que estaban a la mitad de los troncos y se extendían a los lados, o en las copas de los arboles más pequeños pero fuertes y capaces de soportar el peso de la construcción y sus habitantes.

Todas las casas eran de madera y mucha vegetación cubriéndolos, conviviendo con la naturaleza. Todas de solo un piso, con puertas al frente que llevaban a un balcón con cercas, seguramente para ver el centro de la tribu por donde Inoue y todos los vampiros avanzaban hacia la más imponente construcción.

Uno de los arboles más gruesos, poderosos y antiguo que Inoue había visto en Azelleb. Fácil el solo tronco tenía la anchura para rodear una casa modesta en el suelo, pero en los aires, más elevada que las demás, una mansión de ensueño daba la cara inmediatamente a los visitantes desde afuera del claro.

Las diversas ramas con hojas también eran lo suficientemente fuertes y gruesas, entrelazadas entre ellas para soportar otras casitas, o habitaciones suponía Inoue. Todas conectadas con la mansión y nunca eclipsándola. Aunque algo de semejante grotesco tamaño solo un ciego ignoraría.

Del tronco también hueco caían elegantemente unas escaleras al frente, de la misma madera gris oscuro con algunas manchitas de blanco. Y el número de escalones era exuberante, ni siquiera tantas llegando a tocar la casa. Llevaba al interior del tronco, donde seguro había compartimientos para seguir subiendo, aunque ellos nunca lo supieron pues se detuvieron al pie de esas escaleras.

-¿Estas consiente de las altas horas que son, Oronossë?- llamo un elfo alto, fuerte, musculoso y atractivo. Su espada era gigantesca, en su espalda un arco más modesto con flechas. Atrás un fye menos imponente, más débil en estructura pero igual de bello en forma etérea. Ambos de cabellos oscuros, largos y sujetos en media cola.

El prepotente que los arresto comenzó a platicar rápidamente en aquel idioma complejo con el extraño. El pequeño elfo solo lucia nervioso, discretamente escondiéndose detrás del que entendió Inoue, era el Director de la Guardia.

La mansión era llamada “Casa Principal” y en ella vivía el Rey y su círculo interno, donde se enteró el soldado idiota que nadie estaba en ese momento porque el Rey había salido con su Comitiva y no eran conscientes de cuando regresaría. Los únicos que quedaban eran el Jefe y su Protegido, el lindo elfo escondido atrás de él.

Pero eso fue una mentira que fácil se descubrió. Solo Keigo había visto hacia la mansión, así que fue el primero en exclamar sorprendido cuando una chica comenzó a bajar por las escaleras.

Una hermosa y asustada elfina bajaba lentamente, con precaución, su mirada angustiada fija inmediatamente en Inoue al cruzar vistas. Sus ojos de un hermoso y claro verde, parecido a la más cara gema preciosa, eran honestos. Su largo cabello sujeto en media cola como toda su raza era dorado, delgado, hermoso, contraria a su gente de cabello oscuro. Ella también llevaba un fleco que con un poco de movimiento hacia abajo cubría sus ojos, sin embargo su hermoso cabello no escondía en ningún momento sus puntiagudas y largas orejas que delataban su raza.

Su belleza abrumaba, casi siendo luz, pureza, perfección. Su ropa consistía en diversas capas de velos ligeros que se movían conforme ella, de color blanco deslumbrante, casi con luz propia. O tal vez era ese magnífico ser etéreo.

Inoue nunca había visto una mujer más hermosa, tan delicada… y poderosa.

Solo se acercó lo suficiente e Inoue salió de su estupor, él noto por fin la abrumadora y dañina aura de ella. En un momento su presencia influía calma y tranquilidad instantánea, tan drástica y efectiva como un sedante inmediato, pero al siguiente aumentaba todo el nerviosismo, la tensión, la incomodidad y el anhelo de Inoue a proteger a todos sus acompañantes. Y la mezcla constante lo estaba lastimando a él y todos, incluso los otros elfos.

Ella debía ser la Omega, que evidentemente no estaba haciendo su trabajo correctamente.

Quejándose un poco, el antes llamado soldado Oronossë dejo de masajear su pecho y se acercó pretendiendo ser prepotente y fuerte, pero claramente afectado por la atmosfera que la chica imponía sin apartar su vista de Inoue.

-*Aranel Selenita… Demando una audiencia con nuestro Rey… -se dirigió bruscamente a la jovencita que seguía bajando las escaleras con cuidado.

-Nuestro Rey no esta dispuesto en este momento… -susurro ella, su voz demasiado baja y delicada.

-¿Qué quiere decir con eso? ¡Usted no tiene ningún derecho a negar nada, Aranel!- vocifero insultado el soldado. El Director de la Guardia desenvaino su espada y corrió sorprendentemente rápido el espacio que los separaba. Tomando con una brusca mano al soldado y con otra apuntando su enorme espada a su cuello.

-Mucho cuidado a como os dirigís a la Consorte y Princesa… Debéis respeto aunque no merecéis siquiera estar en su presencia… -amenazo con fiereza, sus negros ojos luciendo aterradores.

Pero la ofendida no dio reconocimiento. Llego al suelo y comenzó a caminar casi deslizándose. No parecía poner los pies en el pasto, solo flotar. Sus movimientos elegantes, lentos, agiles, ligeros. En un segundo sin en realidad ser tan poco, ella ya estaba enfrente de Inoue sin que ninguno de los vampiros hicieran algo para evitarlo por su confusión.

-Habéis aparecido en mis sueños, mi señor… Nuestros lazos se están uniendo ante vuestros ojos… -susurro ella apresuradamente, con suavidad y rapidez tomando una de las manos de Inoue y dirigiéndola a su pecho.

Él no sintió temperatura o el pulso de su corazón, solo el rápido movimiento que hacia al respirar. Más importante, una descarga eléctrica que lo recorrió y le brindo en el interior de su mente una serie de imágenes confusas, demasiadas para distinguir una sola. Aunque la desolación y rencor se quedó como un sentimiento ajeno a ambos.

-¡¿Qué significa esto, Aranel Arne Selenita?!- exigió una voz poderosa y cruel, sobresaltándolos a los dos.

La elfina cerró los ojos con fuerza y se separó rápidamente de Inoue, reverenciando hacia las escaleras al recién llegado, al igual que los demás elfos. Todos evitando verlo a los ojos y solo inclinándose profundamente.

Sakurai recuperándose atrajo a Inoue, abrazándolo por su cintura mientras Muldor se adelantaba, reverenciaba tensamente con su cabeza al Rey recién llegado, y comenzaba a discutir con él, pero el regente no ponía atención en lo absoluto a lo dicho por el Príncipe Heredero. Su atención como era ya lo habitual, estaba en Inoue.

El hombre ciertamente era merecedor del título. Alto, fuerte y dominante. Facciones duras y ojos verde oscuro analizadores, fríos, crueles. Su cabello a medio brazo también era dorado, pero sin siquiera acercarse al de su Consorte. Lo que si resaltaba con creces era la pesada, compleja y llamativa corona de flores, ramas y hojas que de alguna manera encajaba a la perfección con el personaje. Respetando su cabello y sus orejas puntiagudas.

Su túnica era larga y lisa, de color gris brilloso. Y lo que más llamo la atención de Inoue hasta hacerle gemir en silencio fue el manto delgado como un velo, con flores y ramas bordadas. De un verde hermoso y delicado, cubriendo sus fuertes hombros, su ancha espalda y cayendo todo el camino hasta el suelo, aun arrastrándose casi un metro atrás del prepotente y altanero Rey.

Inoue podía jurar por su vida y la de sus seres queridos que conocía ese manto de algún maldito lugar.

Parando a media escalera, el Rey tomo una despreocupada posición y miro impresionado a Inoue, sonriendo muy discretamente. Una mano descansando en su barbilla parecía querer jugar con sus labios viéndolo, algo bastante incómodo para Sakurai y él mismo.

-Exijo saber quiénes son los foráneos, Kalyalar… -susurro el Rey sin molestarse en ver a su jefe de guardia.

-Dicen ser Príncipes Vampiros, mi Rey… -se adelantó el soldado que en primer lugar los detuvo. El Rey hizo una mueca desagradable y fulmino al que hablo.

-¿He pedido tu despreciable respuesta? ¿O es que en mi breve ausencia mi Director es otro más insensato? ¡¡Retírate de mí vista inmediatamente!!- demando, reincorporándose toda su imponente altura en las escaleras. El soldado empalideció, reverencio y se retiró con todos los otros soldados que continuaban por allí.

Inoue miro de reojo que el Director susurraba algo a su Protegido y este asentía, su mirada satisfecha al dirigirse a uno de esos soldados que desenvainaba conforme se retiraban del claro y escuchaba lo que le decía. Algo evidente el destino que le deparaba al otro sujeto por orden implícita del Rey.

Sakurai solo tranquilizo a Inoue cuando él se incomodó. En su enlace le recordaba que cada raza y líder tenían sus propias reglas y nada se podía hacer, sin embargo eso no quitaba lo cruel de matar a alguien solo porque molesto a su Rey. Y las reacciones placenteras de otros que no se inmutaban en lo mínimo.

El movimiento se hizo e Inoue no se dejó derrumbarse ante la aun atenta mirada del regente. Codicia y planes malvados eran casi evidentes mientras miraba a Inoue de cuerpo completo.

Su magia era única en Azelleb. Desde su arribo él lo supo, pero por primera vez fue testigo de a dónde podía llegar un líder por tenerlo a su merced y hacerse de su Poder. De la maldad en los ojos de alguien que lo veía como simple objeto dispuesto a rebajarse solo por la posición y título levemente adelantada.

Con rebeldía y enojo, Inoue se recordó con orgullo su posición nueva y su habitual dignidad. Siendo casi descarado al acercarse más a Sakurai cuando el Rey lo llamo con sus manos.

La desobediencia era claramente pagada, pero en Inoue el Rey no podía hacer nada. Las etiquetas, diplomacia y su posición parecieron frustrarlo más, casi luciendo como un niño aguantando una rabieta. Claro que la imagen era francamente lastimosa en un elfo rey tan poderoso y grande.

La pequeña guardia que custodiaba los alrededores de la Casa Principal elevaron sus arcos y apuntaron a Inoue para que acudiera al llamado, pero él ni los vampiros se inmutaron. Todos tranquilos apoyando a Inoue y cuidándolo.

Con una diplomacia hipócrita Muldor comenzó a explicar lo sucedido. Su viaje, sus encuentros y enlaces para presentar a Inoue con todas las razas posibles y que los invitaron. Que ellos ya habían llegado al final de ese viaje y por un mal entendido fueron detenidos a las fronteras del Bosque Mágico.

Sus palabras eran suaves, educadas e inteligentes, pero conforme recalcaba la posición de todos y recordaba el tratado de paz, Muldor parecía presionar para que el Rey no hiciera nada estúpido. Después de todo, solo era cuestión de que alguno se comunicara mentalmente con el Rey Christian y este aparecería en plena tierra de los Elfos de Luz, y el Príncipe Heredero se aseguró de que todos los presentes lo tuvieran en cuenta.

Ellos solo obedecían a su respectivo Rey Vampiro, pero aun iban en paz, aunque no dudarían en defenderse. Eso por supuesto incluía a Inoue.

El Rey lucio estoico y dejo hablar todo lo que quiso a Muldor, por fin alejando su penetrante mirada de Inoue. Él bajo todas las escaleras cuando el Heredero termino y sonrió dulcemente, claramente fingiendo mientras se dirigía al Príncipe y a todos en general.

-Ruego acepten mis disculpas, vampiros. No ha sido mi intensión ser tan brusco. Comprenderán que en mis tierras es muy poco común las pisen extraños. Menos aun, seres tan poderosos… -y miro a Inoue de reojo con deseo. –Solo pedía saber quiénes eran…

Ya habiendo hecho las presentaciones solo faltaba Inoue. Muldor nunca lo menciono porque era “el más valioso y a quien debían proteger”. Las leyes tachaban de irremplazables a las Almas Gemelas, y el daño a una era motivo de guerra, muerte, tragedias. Así que en el viaje Inoue fue el más cuidado, no siendo la excepción en esa ocasión, aunque de nada les serviría para deshacerse de esa situación.

Siguiendo el nuevo juego de la diplomacia tensa, Inoue se reincorporo al lado de su compañero y reverencio de cabeza al Rey, sin acercarse a él en ningún momento.

-Kazuhiko Inoue Maximilien de Béthune, Tercer Príncipe Consorte. Al servicio del Rey Christian Segundo… -se presentó Inoue descaradamente, recordándole que no le obedecería en lo absoluto.

Muldor se tensó, Sakurai solo le advirtió en un suave apretón en su mano. Haruka, Rio y Keigo solo ocultaron su sonrisa. El Rey agrio su mirada y asintió elegantemente, reconociendo sus palabras.

-Temo no puedo hacer mucho por ustedes, foráneos… -susurro el Rey, mirando a su Director de Guardia. –No tengo certeza de sus títulos que alegan. Y mientras estén aquí… no podrán hacer nada. –El Rey miro directamente a Inoue y sonrió perversamente. –A menos que entreguen una compensación, en cuyo caso los dejare irse.

-Compensación… -repitió con sorna Inoue, fulminándolo con su mirada.

-Por los actos cometidos, por supuesto. ¡Aquí se hace lo que yo ordeno!- exclamo con cólera.

Los soldados casi tomados por sorpresa dejaron libres de nueva cuenta sus flechas. Inoue gruño, se separó de su pareja y comenzó a caminar, en el mismo recorrido volviendo a poner su protección de hielo solido sin desaparecerlo.

Llegando al límite de su burbuja, al lado del enojado Muldor, Inoue se dirigió con fiereza al asustado Rey.

No se atreva a tratarnos como a cualquier escoria! ¡Puede y trate como se le dé la maldita gana a su gente, pero a la mía la respeta quiera o no! ¡No le debemos nada a usted! ¡¡Contrario, ustedes me deben mucho a mí!!

-¡¿Qué…?! ¡¿Qué es lo que usted…?!- trato de decir con ofensa el Rey, pero Inoue al límite lo detuvo con su cambio completo de apariencia, convirtiendo sus ojos y cabello a blanco, su Poder en la superficie.

-¿Lo sabrá si le comunico que tuve, tengo y tendré derecho a pedir retribución por los actos causados por uno de los suyos?- susurro amenazadoramente Inoue, dando un paso. Muldor puso una mano en su hombro deteniéndolo de seguir caminando, pero solo eso.

-Usted no… -comenzó el Rey e Inoue sonrió amargamente.

-Kenyon Less… -susurro lentamente. El Rey se mostró aterrorizado, a punto de colapsar mientras su gente se veía confundida. –Oh, lo recuerda, ¿no es así, mi señor?- pronuncio con sarcasmo, asegurándose de que su tono fuera desagradable. –Usted debe ser de la misma generación que él. No me sorprendería que incluso estén unidos por sangre. Y conoció a la perfección su alma y planes…

El Rey trato de desestimarlo con una risa de desprecio, pero tan asustado solo sonó como un quejido patético.

-No conozco en absoluto el nombre que pronuncia, Consorte… -susurro afectado el Rey como última salida.

-No, por supuesto. Después de su destierro ese fue su nombre, pero usted es muy consiente de a quién me refiero. ¿Quiere que lo diga frente a toda su gente? ¡¡¿Quiere que ellos se enteren como usted y los suyos permitieron que ese bastardo hiciera lo que deseara sin que ustedes intervinieran?!!- grito fuera de si Inoue, levantando una mano con su lanza de hielo más amenazadora.

>>¡No quiera jugar conmigo, Rey! No presione los límites… Dos grandes chatones, indefensos, débiles, inocentes fueron víctimas de las acciones de ese hombre. ¡¡Y ellos dos son mis amigos!! Juro tomar venganza en sus nombres si usted me obliga a ello… Por otorgarles algo de justicia a Usami Gabriel y Kanou Ayase, a las miles de personas que ese monstruo asesino cruelmente, y a otras tantas que daño permanentemente…

Inoue perdió su furia siendo detenido de atacar por Muldor y Sakurai. Su impotencia solo estaba revuelta en su interior, queriendo hacer algo a aquellos que vieron lo que ese hombre haría y no hicieron nada por evitarlo.

Su amante lo abrazo fuertemente y tomo la mano de Inoue armada, bajándola y desarmándolo. En uno de los movimientos alcanzo a ver a la Princesa fye que había sido alejada y rodeada por varios soldados. En su rostro un llanto silencioso, pero en sus ojos la petición a que parara.

Lejanamente recordó la boda de Gaby y Usami. Su sonrisa y la paz en sus ojos después del juicio. Su hijo y el amor con el que ahora vivía. Una vida similar en el más afectado, Ayase, que ahora era amado, cuidado y respetado.

Dejándose caer en el abrazo de su compañero, su físico volvió a la normalidad, la barrera también se fue al igual que su rencor. Al menos por el momento.

-Yo no quiero esto- dijo con certeza Inoue sin ver a nadie. –Nuestra gente ha luchado mucho por la paz entre nuestros pueblos. Sé muy bien que hasta hace poco los vampiros y los elfos de luz no coincidían. No quiero despreciar su esfuerzo… -Inoue miro directamente al confundido Rey y asintió ceremoniosamente. –Solo quiero regresar a mi hogar en el Castillo Inicial. Acabar con este mal entendido.

El elfo lo desprecio con la mirada, una repleta de odio y rencor, pero cuidadoso ahora sabiendo de lo que era capaz.

El hombre elevo su rosto y se dio despreocupadamente la vuelta, volviendo a subir los escalones a su mansión. Así, el manto que tanto inquietaba a Inoue era lo único que veía de él.

-No podemos asegurar ninguno de los presentes su identidad. Ninguno de mi pueblo ha abandonado alguna vez los límites cercanos a nuestras tierras. No conocemos el exterior y su gente. Esta prohibido… -El Rey volteo la mitad de su cuerpo y vio exclusivamente a Muldor. –Sin embargo yo también quiero acabar con esto. Permanecerán aquí, en calidad de visitantes especiales. Elijan a uno de los suyos para ir a pie con el Rey Vampiro. Nosotros haremos lo mismo, y a su vuelta y respuesta, pueden marcharse…

Así que aún continuaba en duda y seguían siendo básicamente prisioneros…

Inoue concluyo que ya había hecho demasiados corajes y solo se dejó guiar por su pareja para alejarse y relajarse. De reojo vio como el Rey lo fulminaba una vez más, resentido de no tenerlo y su sumisión.

-¡Princesa Arne, acuda y permanezca en sus habitaciones hasta mi regreso!- ordeno como último el Rey a la temerosa elfina, la cual miro de un lado a otro entre el Rey e Inoue, al final reverenciándolo y corriendo para irse.

De todos los lugares maravillosos que Inoue tuvo el privilegio de ver, tenía que terminar de esa jodida manera…

 

 

Para afirmar la mal educación y que no recibirían trato preferente, a todos los vampiros les fue prohibido visitaran las casas de los diversos habitantes y solo permanecer al lado de la Casa Principal. Su excusa fue que cualquier ser que no fuera elfo no podría entrar.

Tensos, molestos y francamente ofendidos por poner en duda su identidad, ninguno dijo nada y solo extendieron su campamento como lo habían estado haciendo en su viaje.

La duda de quienes eran para el pueblo no fue un misterio rápidamente. A voces se esparció el rumor y todos los evitaron, en especial a Inoue, llegando al límite de agitarse y perder color cuando sus miradas se cruzaban.

En otro momento eso pudo ser divertido y de alguna manera habría contagiado a sus compañeros de viaje, pero conforme pasaban las horas y los habitantes reanudaban sus vidas, Inoue y los demás vampiros empezaron a entender que en realidad la espera no sería tan tranquila, ni siquiera molesta. Sería imposible.

Un Omega era un ser poderoso, capas de sentir las emociones y “aumentarlas”. En si ellos no podían saber que sentía una persona con certeza, pero su sola presencia lograba que las emociones fueran de vital importancia.

En los términos adecuados, ellos tomaban las emociones conflictivas, abrumadoras o malas, y las transformaban, tranquilizando y alegrando. Sin embargo fue fácil para Inoue darse cuenta que la Omega elfina de esos fye era abusada psicológicamente, si no también físicamente, haciendo que su “aura” tomara las ya malas sensaciones del pueblo y las aumentara drásticamente. Así el rencor, odio, tristeza, desesperación y resignación eran impuestos a los otros que no sentían eso en absoluto pero la Omega sin poder evitarlo lograba eso.

La ya tensa situación entre los vampiros y los Elfos de Luz, las emociones conflictivas de cada individuo y el poder de varios de ellos que era considerable, hacían del tiempo ahí algo insoportable.

Inoue se vio asaltado por sentimientos extremos y fuertes, los cuales normalmente sentía y podía controlar con facilidad, pero en esa atmosfera impuesta era imposible.

A su mente constantemente acudían pensamientos equivocados y malos. Su inconformidad por no poder hacer nada por el estado deplorable en el que vivían esos fye, el odio por las reglas estúpidas de Azelleb, incluso resentimiento hacia sus cuñados y pareja por no permitirle hacer nada. Y luego llegaba el arrepentimiento y odio a si mismo.

Para poner la cereza en el pastel, Inoue más que nunca sintió claramente los sentimientos de su amante. Su frustración, enojo, incomodidad. Era como si Inoue hiciera suyo esos sentimientos, y no ayudaba a su ya confusa mente que en cualquier momento sentía explotar.

Al llegar la oscuridad y las luces prendiéndose en todo el claro, los vampiros se evitaban y casi no hablaban. Era sorprendente que nadie discutiera por tonterías, pero eso era solo porque los Príncipes confiaban en los otros y entendían la situación. Pero para asegurar, ellos no tocaron temas delicados y solo hicieron conversaciones banales.

Los que no soportaban la presión extra de su Omega sobre sus sentimientos, eran los elfos. Varias peleas se escuchaban en las casas de los árboles, y fueron dos veces que los soldados desenvainaron sus espadas amenazando con actuar si no se calmaban.

Pero Muldor se aseguró de que eso no los afectara a ellos y mando a que mientras estuvieran ahí durmieran lo más que pudieran. Incluso amenazo con amarrar a Haruka, Inoue y uno de los soldados, que eran usualmente los que solían discutir por estupideces, aunque siempre era a modo de juego, y sabiéndolo todos eso logro que reirán y se relajaran en la cena que prepararon exclusivamente para Inoue.

Él estaba realmente orgulloso de la actitud que tomaron los Príncipes y su Guardia. Orgullosos, sin dejarse influenciar y nunca olvidando sus obligaciones de cuidarse entre ellos.

Ojala los Dioses interviniera e hicieran que todo pasara más rápido.

En media noche sin poder dormir, Inoue salió de la carpa que compartía con su cansado vampiro y salió a la fogata, sorprendiéndose de que todo estuviera en parcial oscuridad y el único que estuviera haciendo guardia fuera Keigo y tres soldados que patrullaban tensamente alrededor.

-Los Elfos de Luz necesitan dormir un poco más que tú, Onii-sama… -aclaro Keigo sin levantar la vista del fuego. Inoue no se sorprendió de que el Príncipe supiera quien era y cuál era su inquietud. Él era así de talentoso.

-¿Cuánto permaneceremos aquí?- pregunto Inoue incomodo, sentándose a su lado en los asientos improvisados de rocas. Keigo levanto la mirada y sus ojos tomaron un brillo misterioso reflejando las flamas danzantes de rojo.

-Nuestro soldado se fue inmediatamente. Calculo que en dos días el Rey mandara por nosotros carruajes…

-¿Y?- presiono Inoue viendo que el pequeño vampiro se guardaba algo.

-Nada. Solo lamento poner semejante peso en mi soldado. Espero salga bien de esta misión…

-¿Crees que el soldado de los elfos le haga algo?- se preocupó Inoue viéndolo, pero Keigo solo sonrió y negó.

-Todo lo contrario… -rio amargamente y aventó otro tronco a la fogata. Inoue decidió dejarlo ir mientras inevitablemente su mirada era atraída por la Casa Principal.

Keigo suspiro cansado y se echó para atrás mirando lo poco que se apreciaba del cielo a través de las hojas.

-Ella será mancillada… -susurro de improvisto, su tono tan triste que hizo que Inoue lo viera alarmado.

-¿Qué quieres decir?

-Conocí hace tiempo a la Princesa en una reunión del Consejo, al límite de sus tierras, como una embajadora de paz. Ella es como la luz solar. Cálida, poderosa, pura… Me hace mucho daño. Su sola presencia es abrumadora. Casi te hace sentir sucio el solo mirarla porque la contaminaras. Saca lo peor de ti y lo muestra magnificado. Todos esos sentimientos que ocultas con desesperación, ella los exhibe… Eso es lo que pensé la primera vez que la vi.

-¿Y ahora?- susurro amablemente Inoue.

-Sigo pensando en parte eso aun, pero… la conocí realmente antes. Es casi inocente como un pequeño niño. Dulce, gentil, infantil, amante de la naturaleza. Todo eso que la sociedad en general te prohíbe porque a la larga te hará daño. Y ella es así… Y comprometida con el Rey, ella perderá todo eso. Será mancillada…

Inoue bajo la mirada y se abrazó solo, por primera vez en mucho tiempo, el frio del exterior afectándolo a él. O solo era el abrumador sentimiento de tristeza de no poder hacer nada por ella.

-Ellos son padre e hija… -susurro Keigo mirándolo seriamente. –Cuando el Rey Elmoth descubrió sobre una Omega naciendo en sus tierras, él fue obligado por las leyes a notificarlo al Consejo. Ellos lo dicen a las otras razas, que un Rey posee un Omega. Se supone los hacen más fuertes. Deben notificarlo a su líder en el Consejo, y sucedió que yo estaba por ese tiempo en un viaje de estudios con el Señor Elfo del Consejo. Él me confió que gracias a sus habilidades noto los lazos de ambos, incluso si ignora si ellos lo saben…

-¿Es su hija y esposa?- gimió Inoue en conflicto.

-En realidad no importa. Debes saber a estas alturas que muchos de esos tabúes en otros mundos en Azelleb no importan mientras sean Destinados…

-¡No me importa eso, estoy acostumbrado por Celes! ¡El punto es que ella no es su Destinada, ¿cierto?!- exclamo alarmado Inoue. –No deberían forzarla a esto si ella no lo desea.

-Lamentablemente las tradiciones son claras. El pueblo o el Rey eligen a alguien para ser el Consorte del Rey. Por sus habilidades, físico, linaje… y ella tiene todo eso. Es una Omega hermosa, hija del Rey. No hay nada que podamos hacer para ayudarla… Ella se convertirá en su esposa en el próximo festival donde los Reyes se enlazan con sus Destinados o con el que desean pasar toda su eternidad.

-¿Y la puede tocar? Sabes a que me refiero… -dudo Inoue viendo de reojo la mansión.

-Por ley esta prohibido que cualquiera toque a la Princesa. Por eso el Rey se enojó tanto antes…

-¿Y cuánto falta para ese festival? Son Elfos de Luz, así que hacen sus festividades en las noches que las lunas están bajas, eso lo sé. ¿Pero cuánto…?- Inoue dejo en el aire su pregunta cuando el Príncipe solo negó tristemente.

-No podemos hacer nada, Onii-sama. Lo siento… El consejo podría auxiliarla, pero eso la desterraría inmediatamente. Y al ser Omega, no muchos líderes la aceptarían. Ya ves como es la atmosfera en este momento.

-Siempre hay algo que se pueda hacer… -gruño molesto Inoue antes de levantarse e irse.

Keigo no tenia culpa alguna de la frustración de Inoue, pero él simplemente en esos momentos no se podía abstener. Y pensándolo bien, el único que mediadamente podía entenderlo y aguantarlo era su compañero.

Él se dirigió de nuevo a su carpa, viendo que Sakurai estaba sentado y despierto, mirándolo atentamente.

-No deberías salir sin escolta, chéri. Estamos en tierra hostil… -le recordó amablemente. Inoue bufo y se acercó a él. Como costumbre desarrollada inconscientemente por ambos, Inoue se acercó para ser abrazado y Sakurai inmediatamente lo hizo sin pensar.

-No estaba solo… -suspiro ya a salvo en los fuertes brazos. –Por cierto, harías bien en recordarme disculparme con Kei-chan…

Sakurai solo asintió sin presionarlo por una aclaración y los acostó sin soltarlo. Una de sus manos jugaba con el ya suelto cabello de Inoue y sus labios de vez en cuando lo besaban, tranquilizándolo como nada podía en esa situación tensa y desesperada.

Una lástima que solo ellos dos se tuvieran de esa manera de todos los vampiros.

Sin palabras en determinado momento Sakurai ya estaba besándolo con pasión, decidido a hacerlo olvidar y dejar de pensar demasiado. Sus manos también sometiéndolo para que no se moviera.

La pasión creció en su burbuja personal para dos. Besándose y acercando sus cuerpos desesperados por convertirse en uno solo. Reafirmando su enlace especial y único.

Su amante lo desnudo con esa habilidad que solo él tenia. Con una de las cintas de su túnica lo amordazo para que no hiciera mucho ruido y llamaran la atención. En solo minutos teniéndolo excitado y desesperado, retorciéndose un poco por atención que afortunadamente tuvo.

Sin poder besarlo, Sakurai se ensaño con sus pezones. Besándolos y mordiéndolos sin tomar de su sangre, solo provocándolos hasta convertirlos en un fuerte tono de rojo, otorgándole a Inoue deliciosas sensaciones de electricidad y placer. Sus gemidos ahogados por la cinta en su boca.

-No te muevas… -le advirtió en susurros Sakurai, viéndolo estremecerse mientras lo tocaba. Inoue trato de mirarlo enojado, recordándole que era inevitable si derretía su cuerpo, pero al parecer el vampiro lo previo, deteniéndolo de hacer cualquier cosa al empezar a prepararlo para el siguiente paso.

Inoue agradeció tener la boca tapada. Podía escuchar su respiración alterada y alta, y los sonidos obscenos solo lo provocaban más. Su único alivio fue sujetar la almohada unos centímetros arriba de su cabeza, también ayudándolo para no moverse como le fue ordenado.

Sakurai presiono más sus límites probándolo con su diestra boca. Inoue lejanamente recordando que era en realidad la primera relación con un hombre de Sakurai, y preguntándose entonces como era tan bueno en eso.

Su amante lo castigo sin venirse por distraerse. Sus ojos brillando de malicia cuando Inoue se quejó bajo.

Él solo se reincorporo y con toda la calma del mundo lo penetro, mirándolo en todo momento con esos ojos que lo hacían sentir especial, querido, valioso. Haciéndolo sonrojar y otorgándole algo extra cada vez.

Tal vez era esa chica ampliadora de sentimientos, pero Inoue sintió en esa ocasión el sexo mucho más intenso.

Quizá era porque ambos necesitaban de ello, recordarse que no importaba lo que sucediera, se tenían ambos. O tal vez porque desesperados y angustiados, buscándose y amándose en la cama, los sentimientos crecían.

Cual fuera la situación, rápidamente Inoue se vio abrumado y comenzó a llorar. Sakurai viéndolo solo le sonrió con cariño, entrelazando sus manos juntas, cubriéndolo de todo y amándolo con pasión y entrega, casi quemándolo con todos los fuertes sentimientos que solo en esos especiales momentos le mostraba.

Inoue ya era adicto. Rodeándolo con sus piernas lo acerco más a su cuerpo. Encogiéndose para tener más cercanía, quejándose y escondiéndose en su cuello mientras él se empujaba y le otorgaba más excitantes sensaciones.

Las manos de Sakurai se tensaron en las suyas y él supo que pronto terminaría. Le miro algo borroso por las lágrimas, agitado y sudoroso, pero le encantaba observarlo tomar el placer que su cuerpo le entregaba.

Su compañero beso su frente, parando y también viéndolo. Inoue solo le devolvió la vista confundido, entendiendo cuando le desato la cinta y se mordió su muñeca, ofreciéndosela y continuando con los movimientos, en esa ocasión mucho más intensos, salvajes y profundos.

El beber la sangre ahora callaba a Inoue. Con una de sus manos ya sueltas lo abrazo, enterrando sin ser consiente sus uñas en su espalda, solo escuchando muy lejanamente su siseo por las bruscas maneras.

Contrario a lo anterior, Inoue se vio más inundado en placer y fue el primero en llegar. Jadeando con complicación en la muñeca lastimada, estremeciéndose y aferrándose al cuerpo amado encima de él. Apretando fuertemente la mano que aun tomaba la suya como garantía.

Su alma gemela permitió que disfrutara a plenitud antes de alcanzarlo ahí. Recuperando su brazo cerro con prisa su herida y tomo con su mano la cintura de Inoue, apretándola y acercándolo abrumadoramente a él. Jadeando su nombre en su oído, moviéndose con energía en su interior, al final abrazándolo por completo, besándolo justo al final, ahogándolo en tantos sentimientos y amor.

Aturdido, Inoue no lo dejo ir. Lo abrazo con sus dos brazos y dejo que descansara todo su peso en él. Sintiendo sus cuerpos mojados, estremeciéndose y calientes. Su enlace más fuerte, casi volviéndolo loco por la intimidad.

Callo las palabras de su amado con su cuerpo, y cuando se levantó y quiso hablar, lo callo con su boca.

Aun no… No quería escucharlo porque su vampiro se dejara llevar por esa situación, por esa tensión, por su abrumo.

Simplemente Inoue aun no estaba listo para escuchar la verdad que Sakurai sentía por él…

 

 

Todo un día paso en la tribu de los Elfos de la Luz, y tanto Inoue como los demás Príncipes y soldados estaban listos para marcharse en el preciso momento en que regresara su mensajero.

Ellos casi gritaron vítores cuando el preocupado Rey Christian se comunicó telepáticamente con todos, ignorando que era la primera vez con Inoue y le dio un buen susto.

Todos quedaron más tranquilos al saber que las carrozas llegarían al día siguiente y ellos podían por fin irse.

El ambiente era toxico, casi literalmente, pues al cumplir el día ahí, tanto Inoue como Keigo ya no podían respirar adecuadamente. Inoue de hecho paso mucho tiempo adentro de su carpa, pues al salir sentía que en cualquier momento se desmayaría asaltado de tan poderosas y ajenas emociones.

Fue gracias a la intervención de Stravros en su cabeza que Inoue recordó que como Protector podía poner protecciones con su Elemento, controlar el ambiente, y añadido de sus enseñanzas al lado de Miyagi, él podía medianamente controlar las emociones de todos dentro de esa protección.

No fue un cambio radical contrario, pero fue mínima la intervención de la Omega dentro de su burbuja delgada de hielo. Todos acaramelados y agradecidos cuando Inoue lo logro, nadie sin dejar el perímetro.

Sin embargo el hechizo tuvo sus efectos y requirió mucho del Poder de Inoue. Con miedo en esas horas advirtió que quizá la Princesa tenía un poder inconsciente comparable al suyo, algo que según el Rey Christian, no era muy común fuera de la Realeza reinante.

Saber que había afuera alguien que podía vencerlo en su misión de proteger no le ayudo a manejar sus emociones aumentadas. Y al final, el que estaba más desesperado por irse, sintiéndose muy delicado emocionalmente e irritable, era él.

Ignoro las peticiones de los Príncipes y su pareja sobre siempre estar acompañado y salió de su carpa esa noche.

Todos dormían obligadamente para no ser influidos. Incluso esa ocasión, Inoue noto que solo un soldado seguía despierto, nervioso y alterado, su marcha en el perímetro de la burbuja siendo inquieta.

Inoue solo quería un momento a solas, sin la constante presencia de su compañero y los sentimientos fácilmente descifrados por la cercanía y el enlace. Unos minutos tratando de tranquilizarse y recordarse que no podía dejarse influenciar mientras hacia el trabajo por el cual nació. Proteger.

¿Cuánto tiempo paso que no tenia una prueba tan dura tratando de cuidar? ¿Quizá desde ese fatídico día en Imi?

Recordó ese día y todo lo que sucedió. Recordó a su madre y la batalla que tuvo con ella, su decisión abrupta pero de algún modo planeada en lo que respectaba con Katy. La mirada de Shinobu cuando por primera vez les dijo que lo dejaran solo para luchar. Las reacciones de los soldados obligados por moral a permanecer en el Palacio hasta el final. Los sentimientos de Miyagi al ver morir a su hermano y su liberación cuando se despidió de su padre derrotado.

Todo parecía tan lejano, pero en realidad solo fue tres años atrás. Y mucho cambio inesperadamente después.

Cerró los ojos y se centró en el enlace que tenia con su familia. Sonrió cuando sintió a sus chatones favoritos reír y bromear, a Miyagi y Stravros suspirar cansados, Risako y Sumi al parecer discutiendo en broma.

Quería desesperadamente verlos. Faltaba solo aproximadamente una semana para que volvieran a Celes. El dichoso baile de presentación a días, y con él toda su familia vendría a Azelleb, reuniéndose con él más pronto.

¡Cuánto deseaba por fin estar con ellos! Adoraba Azelleb y su familia vampiro, pero extrañaba a su otra familia.

Inoue rio solo cuando se preguntó que cara pondría Shinobu cuando le presentara a todos los vampiros como su familia. Y solo podía esperar con impaciencia las reacciones de los Príncipes ante esa futura reunión.

La sonrisa de Inoue desapareció al ver algo blanco y llamativo moverse a unos metros de su campamento. Se levantó de su asiento enfrente de la fogata y entrecerró los ojos, teniendo solo unos segundos para distinguir a la Princesa elfina antes de que ella se alejara corriendo.

Él no lo pensó. Cuidando de no ser visto por el soldado al lado contrario, Inoue corrió levantando su túnica para no tropezar, esforzándose por alcanzar a la joven que se movía rápidamente.

Por su cabeza no paso que fuera una trampa o algo parecido. Algo le orillo a seguirla y hablar con ella, y desde niño Inoue aprendió a seguir su instinto sin cuestionárselo.

Su presentimiento siendo correcto cuando en su carrera noto que ella corría llorando desesperadamente, huyendo.

La persiguió por bastante tiempo. Él casi no puso atención al camino, más concentrado en no perderla de vista, preocupado por ella, pero no le paso de largo que tomaban caminos escondidos, subían montones de escaleras y que se alejaban cada vez más de la Casa Principal.

Un lejano pensamiento le recordó las dimensiones de la tribu, y cuando empezaron a internarse en un tronco similar al de la mansión del Rey, Inoue de alguna manera supo que habían llegado al límite y fronteras.

Subieron, giraron y corrieron, pero en ningún momento se toparon. Inoue sentía cerca el final de su resistencia cuando la fye no se notaba en lo mínimo agitada. Pero de algún modo afortunadamente llegaron por fin a detenerse.

El poco aliento que conservaba lo abandono con la vista.

Al parecer había perseguido a la Princesa hasta un imponente y hermoso mirador en las alturas. Debían estar fácil a unos siete metros del suelo, aunque no era muy cierto decirlo porque lo único que se veía debajo eran las copas de los árboles, que desde el suelo ya eran lo suficientemente enormes.

Dentro del tronco del árbol gigante era de madera elegante y clara, lisa y con varios sillones acolchonados. Unos pocos cuadros y un escritorio atestado de documentos esparcidos. Pero la vista del balcón era lo importante.

Este salía y protegido por un barandal de madera también, otorgaba la más hermosa vista del Bosque Mágico, sus límites a varios kilómetros, el cielo claro, parecido a la madrugada en Celes, unas cuantas horas antes de la salida del sol. Y las grandes, brillantes y llenas lunas de Azelleb parecían tan cercanas que con levantar una mano podía  tocarlas, incluso si eso era imposible.

Las copas planas de los arboles cercanas eran de colores diferentes por regiones. El café, dorado, rojo y verde mezclándose como manchitas en ciertos lugares, dominando más el verde. Tenuemente iluminado por el pequeño espacio que ofrecían entre si las hojas, de la corteza llena de musgo brillante.

A solo quizá un metro, las hojas y ramas lucían como una enorme y extensa alfombra brillante de vegetación.

Todo en silencio, lejanamente roto por un sutil sonido de animales. Un ave o dos como puntitos manchando el firmamento azul oscuro salpicado de millones de estrellas.

El viento gentil acariciaba y perfumaba del aroma a naturaleza. La vista tan preciosa que conmovía hasta el llanto.

Inoue tuvo un momento para apreciar y amar su alrededor antes de que la Princesa, razón principal de que estuviera ahí, se agarrara al barandal y gritara al exterior con voz estremecedora, repleta de impotencia, tristeza, desesperación. Tan fuerte y desgarrador hasta quedarse sin voz.

Jadeando, aferrando sin fuerza la madera. Ella jadeo y después se dejó caer sollozando, asaltado todo su cuerpo por estremecimientos y lamentos. Sus manos cubriendo su rostro llorando.

Un pequeño sentimiento de miedo lo paro. La vio unos segundos indeciso, su aura casi parecía de rencor y venganza, pero solo fue un momento, en un parpadeo podía verla como la frágil chica que sufría y no podía manejar sus sentimientos. Alguien que necesitaba consuelo.

Dejo de lado ese pequeño desasosiego y se arrodillo a su lado, también desestimando las leyes de los elfos y abrazándola con fuerza y cuidado.

-Llora, grita. Yo estoy aquí y te sostendré… -le dijo, acariciando su suave cabello consolándola.

La hermosa chica hizo eso y su llanto fue desesperado, doloroso, sin control. Ella más de una vez se ahogó y su voz se lastimo desde el principio, haciendo que el sonido que hacia fuera más lastimoso.

Era de alguna manera increíble que en ese momento tan vulnerable y sensible ella no impusiera su dolor a Inoue. Sabía o tenía sospecha cual grande era su lamento, pero los sentimientos no fueron impuestos a él. Algo extraño pero a lo cual no puso mucha atención.

Sus piernas y cuerpo se incomodaron y adormecieron, pero nunca la soltó. Ella se escondió en su pecho y sujeto con propiedad su capa rojo sangre. Su llanto nunca paro y solo fue disminuyendo a sollozos pequeños y silenciosos.

-Puedo sentirlo… -ella dijo en un momento que pudo encontrar su voz. –Me hace daño. Mi alma gemela está sufriendo. Ella está tratando de ser fuerte y ocultarlo, pero mi alma no puede ocultar eso de mí, y me hace cada vez más daño… Quiero que pare su dolor… ¿Qué puedo hacer para ayudarla?…

Inoue solo pudo estrecharla entre sus brazos a falta de respuesta.

Eso era lo que más había temido. Que ella de alguna manera supiera que su vida esta enlazada con otra persona, y atada sin escapatoria a ese maldito Rey, ella solo pudiera darse por vencida en encontrar su felicidad.

Y esa persona al parecer sufría, compartiendo sus sentimientos a esa inestable Omega…

Apoyándose en el barandal Inoue la consoló y le canto, la misma tonada que aprendió de Gaby y Ayase. Ninguno de los dos con algún poder mágico poderoso, pero esa canción y tono noto que siempre calmaba y reconfortaba.

No le costó poco, pero al final ella por fin dejo de llorar.

Sin saber cómo demonios llego a eso, Inoue al poco tiempo comenzó a hablarle a la chica, como si de un pequeño niño asustado se tratase.

Le hablo de su vida en Imi-nashi y todo lo que sucedió ahí, su aprendizaje, sus enseñanzas, experiencias y sufrimiento. Los que conoció y con los que aun tenia contacto. Lo que paso al tener una nueva vida en Celes. El conocer a Shinobu y como cambio todo. El juicio, las personas que conoció y amaba.

Y después abordo lo que conocía de otros mundos por experiencia propia y lo que otros le dijeron, o él mismo investigo. Sus costumbres, pensamientos, vidas. El contacto con Celes o la independencia al mismo.

Dejo para el final lo que vivió en Azelleb. Lo mucho que le impresionaba el cariño que desarrollo por el mundo y sus habitantes, incluyéndola. Las experiencias buenas y amargas, los amigos que conoció y los favores que distraídamente se ganó.

Le conto sobre lo hermoso que eran las tierras de las Ninfas, Cambiaformas Lobo y Duendes de la Montaña. El aprecio que consiguió fácilmente de casi todos los líderes de la Primera Luna, y el respeto que gano de otros tantos de la Tercera Luna. Las batallas en donde se vio envuelto y el apoyo incondicional que le brindaron en todo el viaje sus hermanos y pareja.

Y sobre su amante le dijo cuan temeroso estaba de perderlo o dañarlo, lo inseguro que lo hacía sentir. Que no sabía cómo manejar todo el cariño y protección abrumadora que Sakurai le ofrecía. Que se sentía ahogado a veces, y otras tantas deseando más, algo que nunca pensó querer de un amante. Lo mucho que se esforzaba por hacerlo feliz y que no viera lo feo en él, pero que Sakurai ya conocía y amaba. Su duda sobre como él lo aceptaba sin más.

Las ansias, miedo y pánico a regresar a Celes y que la verdad cayera en ellos sin piedad.

Ella solo lo escucho con atención y no dijo nada. Rio, se estremeció de miedo y preocupación, sonrió con cariño y suspiro, pero nunca pronuncio palabra. Lo único que dijo antes de que ambos se separaran lo hizo sentirse enfermo.

-Yo nunca he experimentado todo eso, pero quiero…

El cielo de Azelleb ya era por completo de “día”, diciéndoles las muchas horas que habían pasado ahí. Inoue sabiendo la reprimenda que obtendría le pidió a la ya tranquila chica que lo acompañara de regreso.

Ella le sonrió dulcemente e hizo exactamente eso, regresándole la plática en su pacifico paseo.

Con alegría ella le conto sobre sus anhelos, nunca su vida en la tribu. Algo evidente de que no quería mencionar el sufrimiento y abuso que vivía todo el tiempo a manos del Rey y su círculo interno.

Su mayor sueño al parecer era ver algún mar. Toda una vida en un bosque, sin poder abandonar sus límites por ley, era algo como un sueño imposible. Al igual que montar a caballo alado o un automóvil de Celes, algo que sin querer hizo reír a Inoue, pues para él esas dos cosas eran… obvias.

La pequeña chica sonaba emocionada sobre conocer los mundos conocidos en el universo. Azelleb parecía haber perdido interés para ella, quizá por el trato que recibiría de un pueblo mágico o sobrenatural. Más ilusionada por aprender a manejar un brazalete electrónico, ver aparecer cosas sin magia o viajar sin problema por el espacio. Olvidarse que era una Omega y tenía un poder complicado y complejo, inestable e inconsciente.

Pero aunque dijo todo eso con ilusión, no pudo ocultar su rencor y amargura para si al dejar el bosque. Era una amante entregada de la naturaleza, toda su vida solo conociendo eso sin saber cómo se desarrollaría en otro ambiente. Si podía volver y no odiarse por sus decisiones egoístas.

Inoue recordó que al llegar a Celes también pensó así, seguro de no encajar con lo utópico y tecnológico del mundo, pero que ahora esa era su vida que amaba y era tranquila.

Al final, ambos llegaron a la conclusión silenciosa de que el Destino se encargaría de marcarles sus caminos.

-Si algún día visitas Celes, yo te recibiré… -le sonrió Inoue regresando al claro de la tribu. –Te guiare por ahí, te llevare a comer cosas deliciosas y podrás visitar mi universidad. Te prometo que será todo y más de lo que esperas.

-De alguna manera sospecho que mi vida cambiara en ese momento- rio dulcemente ella, tapando con su mano su sonrisa, sus ojos brillando de alegría.

Inoue no pudo evitar también reír, preguntándose realmente que sucedería en ese momento.

-¡¡Inoue!!

Ambos dieron un bote en su lugar. Selenita gimió de terror y se escondió detrás de él, su aura inmediatamente convirtiendo todo en miedo, pánico y rencor propio. Tan fuerte y profundo, semejante a una ola de calor asaltando al entrar a una habitación nueva.

Inoue quiso calmarla, pero no pudo afectado por la atmosfera impuesta y sus propios sentimientos. Sakurai y los demás Príncipes viéndolos con una mezcla perfecta de alivio, preocupación y enojo.

-¡¡¿Dónde demonios estabas?!! ¡¡Creí haberte dicho que no te fueras sin escolta, demonios!!- exploto Sakurai enfrente de él, jadeando y fulminando a la temerosa Princesa.

Las sensaciones cerca de la chica eran más fuertes, encajándose en su pecho casi como dagas, impidiéndole decir algo o defenderse.

Culpa, miedo, ofensa… Sus propios sentimientos acallados por el miedo a ser golpeado, algo que solo ella sentía.

-Basta, Tercer Príncipe. No hay necesidad de gritar- intervino débilmente Muldor. Él también afectado miro a Inoue con rencor y decepción, lastimando el corazón de Inoue porque nunca lo había mirado así. –Nos preocupaste, Consorte. No avisaste, solo te fuiste…

-¡¿Tienes alguna idea de lo preocupados que estábamos?! ¡Casi atacamos a los malditos elfos!- salto Haruka paranoico, mirándolo prácticamente igual.

-¡¡Basta todos!!- gimió Keigo tembloroso. –Ustedes no se sienten así. Paren antes de decir algo que lamenten…

-Todo es culpa de esa mujer… -desprecio con odio y asco Rio, viendo a la llorosa Princesa. Ese fue el límite de Inoue que la cubrió con su cuerpo, dando la cara ante los enojados vampiros.

-¡Ella es mi amiga! No permitiré que le pongan un jodido dedo encima… -amenazo fuertemente a todos.

-Inoue, aléjate de una maldita vez de ella… -gruño igual de fuerte Sakurai, pero Inoue solo desato su Poder, viendo por primera vez como una posible amenaza a su compañero de vida.

-¡No! ¡Que seas mi pareja no quiere decir que me puedas manejar como se te de la maldita gana, Daisuke!

-Lamento interrumpir su agradable charla…

Inoue perdió drásticamente su voluntad de pelear con su compañero, asaltado por el remordimiento que duro muy poco, angustiado al darse vuelta y ver a la temerosa Princesa con la cabeza agachada, atrás del Rey elfo.

Nadie lo había sentido llegar en lo absoluto, y como despertando de un trance todos se sobresaltaron, mirando alrededor confundidos, temerosos, arrepentidos.

El Rey siendo inmune a los poderes de su Omega, también servía en sus cercanías a evitar ser influenciado.

El hombre satisfecho y disfrutando de la pelea solo sonreía petulantemente, sus ojos delatando un plan tan siniestro para ser oculto por completo.

-Rey Elmoth… -saludo tensamente Muldor, evidentemente queriendo deshacerse de él. -¿Podemos saber la razón de su visita? ¿Ha surgido algo apremiante?

-Todo lo contrario, Príncipe Heredero… -dijo y reverencio pausadamente con su cabeza, indicándoles que ya los reconocía por sus posiciones. –Nuestros guerreros han vuelto con bien y buenas noticias, me alegro. Y pido acepten mis disculpas y las de mi gente. Fue un penoso malentendido que espero sea atenuado por una invitación. ¿Les molestaría con su presencia en un baile a su honor antes de que marchen?

 

 

Continuara…

 

 

Notas finales:

*Aranel: Tengo entendido, significa "Princesa" en elfico :3 

 

Y asi :3

¿Que les parecio? Espero me comenten si tienen un tiempecillo ;D

 

Y pues si todo sale bien les tengo una sorpresa en Navidad, Año nuevo y la primera semana de enero. Asi que denme mucha suerte para que el trabajo no me mate y pueda actualizar hasta esas importantes fechas~

Mientras los dejo.

Nos leemos pronto. Y no preocupen, el fic de Ayase seguira, pero ahorita estoy preparando un regalillo para una lectora y mi tiempo se fue ;-;

Cuidense mucho >w

 

Chris.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).