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El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

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Notas del capitulo:

Una "pequeña" cosa es el detonante para que muchas mas cosas importantes y retenidas se digan en este capitulo, asi que quiero recordarles algo: En el lugar donde Sakurai e Inoue se encuentran esta tambien una Omega, un ser poderoso que aumenta las emociones, incluso las mas escondidas. Cualquiera, hace que sea imposible manejarla y puedes enloquecer. De ese modo, espero entiendan porque nuestros personajes principales hacen lo que hacen.

Y como termina todo...

 

¡Espero les guste, porque a mi me costo mucho! ;-;

 

Por cierto, en la parte del baile, si gustan, pueden acompañarlo con estas dos canciones. Cualquiera es perfecta para este capitulo~ 

https://www.youtube.com/watch?v=Gqf3ZyYo9ZU

https://www.youtube.com/watch?v=AERauR_h4rk

Capítulo 27: “Desde hoy y por el resto de la eternidad…”

 

Todos se miraron sorprendidos y temerosos. Inoue solo a mitad escuchando al Rey, pues su mirada estaba en la pálida y temblorosa chica elfo, ahora rodeada de varios fuertes y prepotentes guardias reales.

Una punzada en su pecho comenzó fuertemente, diciéndole que ella ya no estaba segura después de que se acercaran mutuamente. Y siendo sinceros, toda la culpa era de Inoue. No quería que ella pagara por relacionarse con él, menos siendo reprendida como sospechaba lo seria.

-…Un largo viaje, ¿sabe? Realmente no es de mala fe. Simplemente nos gustaría regresar a casa…

-Por favor, insisto. Mi karma no estaría equilibrado sabiendo que no otorgue nada para compensar este horrible malentendido. Añadido… ¿por mejorar nuestros lazos de amistad?

-No guardamos rencor alguno a su gente, Rey… -intervino Rio con una sonrisa aparente de amabilidad, pero Inoue conociéndolo podía decir que solo era diplomático. Algo para lo que el Príncipe era perfecto.

-¡Demostrémoslo entonces a nuestros pueblos! ¡Compartan tiempo con nosotros! Una fiesta para celebrar las relaciones actuales y venideras… -sonrió uno de los elfos al lado del Rey. Su sonrisa amplia, su rostro muy joven y atractivo, sus ojos grises y fríos, tan oscuros como una tormenta anunciándose.

Inoue miro de reojo que Muldor lo consultaba. Él solo negó y volteo su cabeza, rodeando con su brazo su vientre donde sentía un feo vacío por lo último ocurrido con quien se supone era su familia.

>>Kazuhiko-chan… Lo siento. ¡De verdad que lo siento!<< Susurro rogando la voz del Heredero en su cabeza. Inoue no lo vio en físico y solo permaneció indiferente, lejanamente procesando que el Rey continuaba hablando, pero en realidad no escuchaba con claridad lo que decían.

>>Ahora no. Solo… Haz lo que sea necesario y correcto. Quiero irme de aquí<< Musito Inoue sin verlo.

Evitando ver a alguien, soportando las ganas de llorar, Inoue se alejó unos pasos de la reunión, cerca de su campamento pero lo suficientemente cerca para no considerarse que huía. Claramente sentía en su espalda la mirada de reojo de muchos de los presentes.

-…Partiremos a primera hora. Nos espera un largo viaje, espero lo entienda.

-¡Por supuesto! Daré el anuncio a mis soldados. Nadie los molestara en su partida. Mi escolta personal los guiara en la mañana hasta el lugar exacto del encuentro. Uno puede tener ciertos… contratiempos al salir de aquí.

Eso fue una indirecta, y por el escalofrió que le dio a Inoue, era para él.

Tal alterado como estaba, Inoue dejo de lado su lógica. Volteo y rio en voz alta con un tono que en su vida había empleado. Su postura muy aliviada y altanera, sonriendo al descontento Rey.

-Agraciadamente fuimos bendecidos por los Dioses y sabemos defendernos. No traeremos más problemas a usted, su Majestad. Si encontramos algún contratiempo, cuidaremos a quienes apreciamos solos, sin ayuda…

-Que así sea, entonces… -susurro el Rey mirándolo en reto. Él se dio la vuelta y su círculo interno lo siguió.

Inoue se sintió más inquieto al momento en que el Rey hizo su camino y su manto verde fue claramente visible, añadiéndose a su incomodidad y presentimiento de que en ese baile algo sucedería. La última mirada aterrada que le dio la Princesa lo aseguro.

Sin protección alguna, con todo dicho y hecho, y la Omega de vuelta haciendo inconscientemente a todos miserables, el hechizo maravilloso que los mantuvo unidos y protegiéndose se fue entre los vampiros e Inoue.

Ellos no tenían culpa alguna, lo sabía, pero simplemente no podía superar aquellas miradas, ese veneno desconocido, ese sentimiento que experimento él y otros tantos que le fueron impuestos, añadiéndose a todo lo demás.

Comenzó a llorar en silencio sin poderlo evitar. Inmediatamente sintió a Keigo abrazarlo y comenzar a disculparse, rogándole que entendiera lo alterados y preocupados que habían estado. Porque lo querían y no soportarían que algo le pasara y ellos no estuvieran ahí para ayudarlo.

E Inoue lo sabía, por eso cuando los otros Príncipes fueron hacia él no los rechazo y los perdono.

No supo cuánto estuvo rodeado por todos que al final terminaron llorando en diferentes niveles de discreción. Solo supo que al recuperarse noto que Sakurai no estaba ahí, nunca lo estuvo.

Escaneo el área y lo encontró apoyándose en un árbol cercano, mirándolo anhelante. Parecía querer ir hacia él y también abrazarlo, pero algo había cambiado y podía sentirlo en el cerrado enlace mental.

Sakurai se estaba distanciando de él en más de una manera.

Lo vio irse con el rostro sin expresión, alejando a Inoue incluso en su mente para dejarlo solo. O él irse lejos de Inoue. De cualquier manera solo se fue sin palabra y lo dejo ahí.

Por su cabeza paso la mejor opción, dejarlo tomarse un tiempo después de lo que sucedió. Lo necesitaban los dos, pero… Inoue maldita sea ya estaba atrás de él corriendo para alcanzarlo.

No le importo que no supiera que decir o sentir, solo sabía que tenía que ir con él… o lo perdería.

Sakurai simplemente se dejó alcanzar en un diminuto claro. No había nada ahí, estaba lejos, y lo único que hicieron fue estar de pie sin decirse nada, Sakurai aun dándole la espalda a Inoue mientras él trataba de encontrar palabras.

-Lo siento… Debí… decir algo… No lo pensé en su momento…

-Está bien. Yo lamento gritarte. Me deje llevar… No volverá a pasar…

Inoue asintió sin darse cuenta. En la punta de su lengua estaban muchas otras palabras, pero todo murió sin ser pronunciado porqué Sakurai no lo volteo a ver. No restablecía su enlace de pareja, no lo tocaba. Estaba tan lejos que Inoue temía no volver a estar con él.

-¿Inoue?- llamo Sakurai encima de su hombro.

-¿S-si?

-Ten cuidado, por favor. Permaneceremos lo que resta del día aquí… No somos bienvenidos. Ellos no dudaran en dañarte, así que… ten cuidado… -Sakurai bajo la cabeza y soltó una risita impropia de él, llena de amargura. –Quiero decir, sé que eres poderoso y sabes cuidarte. Sé que no necesitas un par de soldados cualquiera. Tal vez ellos, o cualquiera te estorben… pero… Por favor…

-No volveré a alejarme… -Inoue apretó los puños y los dientes, sin saber que decir para que su compañero entendiera. -¡Lo siento, ¿sí?! La vi correr llorando. Se lo que es tener una crisis y no tener con quien acudir. ¡No tiene a nadie y su infierno continua!… No podía dejarla sola… No pensé. Lo siento…

-¡No tienes que disculparte, demonios!- exclamo desesperado Sakurai, aun dándole la espalda. –Lo se… lo se… ¡Lo sé! Acepte que así es tu personalidad. Lo supe… casi desde el principio, Inoue. Sabía que tendría un infierno tratando de protegerte… porque, demonios, no necesitas que nadie te proteja…

Él gimió y se apoyó en el árbol más cercano, sus emociones tan fuertes que Inoue a dos metros de él pudo sentirlo.

-Siempre estoy desesperado por estar a tu lado, cuidarte… de peligros francamente imaginarios. ¡Padre dice que incluso puede que seas más fuerte que él!… Entonces, ¿de qué… mierda te salvo? Corro, me preocupo, pero de nada, porque tu simplemente eres tan maravilloso que te deshaces de cualquiera que sea el reto con facilidad…

>>Soy yo el que te necesita. Necesito tu sangre para vivir, tu presencia para estar tranquilo. Corro y me desespero porque se… que no me necesitas, y temo que te alejes… más de lo que ya lo haces…

-¿D-de que hablas? ¡Estoy contigo!- lloro Inoue y dio un paso adelante, sin fuerza para avanzar más. -¡Solo contigo! ¿Qué más necesitas? Eres el único que ha soportado estar conmigo de esta manera… Todos se fueron, nadie trato por lo menos de intentarlo. Ellos solo querían mi cuerpo, el privilegio de decir que se acostaron con el Protector Real. ¡Y en realidad a mí no me importo, porque yo también los use! ¡Nunca ocurrió nada, y siempre hui! ¡¡PERO TÚ ERES DIFERENTE, DEMONIOS!!

Inoue cayó de rodillas sin fuerza, cubriendo su rostro con sus manos. Su cuerpo temblaba y sentía que en cualquier momento se rompería en millones de pedazos su corazón. Y Sakurai no estaría a su lado.

-Dime que más necesitas… -imploro a sus manos en su rostro. –Tengo mucho miedo, Daisuke. Nunca me acerque a nadie así, porque sabía que nadie lo merecería. Solo estoy demasiado sucio… te lo dije. ¡Carajo, te dije que te haría daño y tu imbécil continuaste! ¡¿Y ahora me dices esto, Daisuke?!… ¿No…? ¿No entiendes que hacerte daño es a lo que más temo?… ¿Qué tengo que hacer para volver atrás? Dime…

>>Esto… Daisuke, esto no funcionara… -Inoue bajo sus manos y miro el suelo. Su cuerpo ya estaba adormecido.

-¿Qué es lo que quieres decir?- jadeo Sakurai y lo escucho caminar hacia él. -¿Quieres dejarlo? ¿Terminar con esto? ¡Déjame decirte que es imposible! ¡Nos guste o no, vamos a permanecer así por un largo rato! Incluso si no tenemos algún sentimiento mutuo, si somos tan diferentes… si el destino se equivocó. No importa ya. Estamos enlazados…

-… ¿Permitirás que te siga haciendo daño? ¡¿Por qué eres tan idiota?!

-Me pregunto lo mismo… -rio complicadamente él, su voz entrecortada por el llanto no derramado. –Quizá solo es mi necesidad estúpida. Mi necesidad de saber que estas bien, a mi lado, a salvo. Que solo me necesitas a mí y que solo eres mío… Sí… tal vez es solo eso. Que soy un vampiro…

-¡Por favor, no sigas con esa mierda!- grito Inoue desesperado, mirándole por fin. -¡Esto no se trata de que tú seas un jodido vampiro y yo un Caballero Negro! ¡Tú un Príncipe Heredero y yo un Protector Real! ¡Se trata de tú y yo, juntos, pasando toda la maldita eternidad enlazados! ¡De que vamos a hacer al regresar a Celes sin tus estúpidas reglas y protocolos reales para guiarnos!… De que vamos a hacer cuando en realidad somos tan diferentes y ni siquiera podemos ponernos de acuerdo en un pequeño desacuerdo…

-¿Desacuerdo, dices? ¡Me importa una mierda esto, Inoue! ¡Entiendo que harás siempre esto! Eres un jodido Protector. ¡La misma palabra lo dice! Sé que pasa por tu mente desde que llegamos aquí. Porque estas tan incómodo, irritable, frustrado. ¡Lo entiendo! No puedes estar tranquilo sabiendo lo que pasa aquí, ¡y no me importa, demonios! ¡Eres realmente valioso por pensar así y dar tu vida por otros! Pero demonios… ¡Demonios!

-¡¿Qué?!- exigió Inoue viéndolo darse la vuelta pasando desesperado una mano por su cabello, moviendo por completo su corona de Príncipe.

Él le volvió a dar la espalda y sus hombros se movieron al compás de su respiración profunda complicada.

-…Nunca piensas en ti. Nunca lo haces, Inoue. Estoy simplemente harto de que nunca lo hagas. Y si lo haces, no es por mí, es por tu familia en Celes. TÚ familia- recalco, haciéndole más daño a Inoue. –Siempre es por ellos. Tal vez ahora sea un poco por mí y nuestra familia aquí… no lo sé. Pero tú mayor felicidad no está a mi lado, lo sé. Porque nunca llegare a amarte y protegerte como ellos lo hacen… y no sé qué más hacer…

Sakurai se volteo y le mostro su rostro sonriendo a través de lágrimas de sangre rojas, congelando a Inoue.

-Solo te pedí una oportunidad. Una… de amarte, enseñarte que iba en serio. De que valoraría lo que los dioses, el destino, quien fuera, nos dio… Pero tú nunca me entregaste esa oportunidad por completo, ¿cierto? Puedo sentirlo cada vez que estamos juntos, que te toco… incluso cuando te miro. Temes entregarte, y lo sé. ¡Lo entiendo, por estúpido que suene! Y eso solo me hace sentir como un imbécil por forzarte, por tratar de ocupar el espacio que fácilmente otros tienen ganados y son aptos para eso.

>>No sé qué es. ¿Ellos estuvieron más tiempo contigo? ¿Estuvieron en los peores momentos, cuando tú tenías una crisis y solo estuvieron ellos? ¿Fueron las circunstancias? ¿Qué nunca te presionaron? ¿Qué solo son tus amigos y no tratan de imponerte algo más íntimo?… ¡Demonios, ni siquiera debería tener estos pensamientos! ¡Ellos son tus amigos, tu familia, pero les envidio! ¡Soy tu Destinado, Inoue! ¡Se supone nos complementemos, seamos lo más valioso para él otro! ¡Pero yo no soy nada de eso para ti! ¡Y por eso no puedo con la idea de que ellos te tengan y yo no! ¡Yo ni siquiera tengo una maldita oportunidad entera!

>>No sé ni siquiera que soy para ti. ¿Estás a mi lado solo porque no te queda otra opción? Todo se dio, ¿y ya? ¿Qué se supone haga entonces? Sé que tienes miedo, que esto es nuevo para ti. Sé que pensé que encontrar a mi Elegido seria lindo, perfecto, fácil. ¡Se todo eso y no me sirve de nada, porque francamente es mierda! Joder, te quiero solo para mí, pero no te obligare, Inoue. ¡No quiero obligarte, pero ya estamos juntos! ¡¿Entiendes mi dilema?!

>>Eres un ser libre, hermoso, perfecto sin importar tu pasado o lo que pienses. ¡Es estúpido pienses eso! Y no necesitas de mí, tienes todo el amor y protección que incluso podrías necesitar o pedir en tu familia. Quiero más, pero no te obligare. ¡Y solo estoy diciendo esto por la estúpida Omega esa! Una Omega que solo tú entiendes, porque yo no lo hago. No pase por lo que tú. No sé cómo ayudarte y conseguir mi oportunidad. Creí que sí, que porque eres mi Elegido los dioses me darían algo para ayudarte, pero no es así… Y yo… simplemente ya me canse, Inoue. Ya tuve suficiente. Llegue a mi límite este día. Se acabó… Ya.

-¿Ya? ¿Así de fácil? ¿Piensas… terminar? Dijiste que no se podía… Estamos juntos… ¿recuerdas? ¿Hasta la eternidad?… ¡Daisuke!- jadeo en pánico total Inoue.

-Te amo, Inoue- soltó inesperadamente Sakurai, deteniéndolo en el acto de cualquier cosa que pudiera decir o pensar. –No puedo luchar con eso, porque he estado haciéndolo desde que te conocí. Tratando de darte tiempo, de que te hicieras a la idea de que lo nuestro era más especial, intenso, único. De que me dieras la oportunidad a que sintieras lo mismo. Te amo, y no puedo ni quiero cambiarlo, francamente. Ya me tienes a tus pies, simple. Unido a ti aunque no lo quieras, no me ames, no quieras hacerlo, lo que sea.

>>Yo hoy llegue a mi límite y tenía que decírtelo. Lo siento… Nosotros… Nosotros en realidad no funcionamos como pareja. No sé qué pensaban los dioses. Eres demasiado valioso para mí, no soy el correcto. Mi amor no es lo suficiente para conseguir algo en ti, y si eso no dice algo, no sé qué lo hará. Pero con un demonio si no estamos ya juntos. Y dado que no se puede deshacer, tendremos que soportarlo. Lo siento… Ya… es demasiado tarde, mi amor. Todo se fue al demonio al enterarnos de la verdad… en el momento de enamorarme. ¡Lo siento!

-Yo lo siento… por hacerte este daño… -sollozo Inoue sin poder aguantar más, sin poder decir una maldita palabra más. Sin poder corresponderle.

Inoue se levantó y camino alejándose. No sabía a donde, por qué o lo que haría, solo que debía alejarse para no hacerle más daño.

Sin saber cómo, llego de nuevo al campamento y camino sin vida al interior de su carpa sin ver a nadie. Recordó prometer no volver a alejarse, así que permaneció ahí, envuelto en la sabana aun con el olor de él, llorando y maldiciéndose por lograr, por fin, lo que desde el principio supo y temió.

El sueño por fin se rompió y la realidad que mostro no le gusto a Inoue. Prefería mil veces la ilusión que se construyó en Azelleb, en ese tiempo donde no se habló de sentimientos y solo se sintieron.

¿De verdad en el fondo ellos siempre sintieron lo dicho ese día? ¿Cómo? ¿Por qué?

¿Por qué su madre le dio vida y los demás permitieron que hiciera tal grande daño a sus seres queridos?

 

 

Los Elfos de Luz eran elfos después de todo, y la raza entera era conocida por su belleza, intelecto y elegancia. No dejaban una oportunidad sin lucirse, así que la fiesta con baile que se preparó al anochecer fue majestuosa.

Con magia y uno que otro truco celosamente guardado, el centro del claro donde vivían todos fue trasformado. El pasto cambiado por un piso de plata brillante, perfecto para danzar toda la noche. Decoraciones brillante y etéreas en los arboles resaltaban la magia que ya tenían estos, todo en color blanco. Mesas largas con aperitivos y bebidas, sus manteles blancos impecables; bellas doncellas en túnicas delgadas tocando instrumentos de color blanco. Y del cielo tapizado de hojas, hermosa nieve en copos caía sin nunca tocar ninguna superficie.

Todo el evento fue una burla humillante para el Príncipe Consorte que había retado al Rey.

Solo los elfos más influyentes y sus acompañantes acudieron esa noche. En su mayoría hombres autoritarios y fríos, altos y serios, en hermosos y elaborados trajes de gala que probablemente costaban más de lo que cualquier miembro de la tribu normal ganaría en su vida.

Las mujeres solo eran adornos. Eran tratadas con inferioridad, siendo calladas y reprendidas cuando abrían la boca o mostraban expresión. Todas miraban al suelo y sus vestidos de seda eran tan delicados como sus rostros preciosos.

Claramente mostrado y aceptado, las clases sociales eran respetadas y reafirmadas a los descuidados. El Rey siendo el primero en recordarles a todos sus lugares, su superioridad por sobre todos, su obediencia y lealtad, dando privilegios y sonrisas maliciosas a quienes cumplían sus caprichos al pie de la letra.

O al menos no a todos. Su Consorte era puesta a un lado, sin siquiera permitírsele acompañar al Rey por ser “inferior”, solo una Omega que su poder no servía para nada.

Ella esa noche fue obligada y orillada por el Rey para acercarse al Príncipe Consorte. No específico con palabras porqué o que más debía hacer, pero el tono, mirada y sonrisa que acompañaron la orden, decía claramente que esperaba de su participación.

Pero de nada sirvió. El Príncipe Consorte bailo todo el tiempo con su pareja en el centro de la pista, ajenos a todo.

Selenita los miraba y podía sentir su llanto queriendo salir por la triste imagen que representaban. Ambos tranquilos, abrazados y deslizándose perfectamente con el ritmo lento, animado, profundo de las tonadas especiales. Sin embargo sus ojos nunca se encontraron y sus corazones no estaban unidos.

Podían estar bailando juntos, mostrándose como una pareja unida y feliz, pero no era así. Era casi claro la barrera que los separaba, la tristeza que ocultaban, el grito agónico que expresaba su alma.

Nadie podía entenderlo. Desde que llegaron dieron la imagen de lo que un par de seres destinados a estar juntos lograrían a ser. Felices, tranquilos, apoyándose mutuamente y amándose. Excepto esa noche que bailaban como dos completos extraños incomodos y tristes.

No era visible a simple vista, en realidad. Muy pocos de los elfos se dieron cuenta y solo expresaron su fastidio porque ellos estuvieran siempre ahí. Solo los que quisieron verlo lo hicieron.

Los vampiros de la realeza se aglomeraban en un rincón alejado preocupados viéndolos. Ellos parecían no saber nada, alarmados. Y el hecho de que siendo ellos, los más cercanos a la pareja, no supieran algo, inquietaba a Selenita hasta el punto del pánico.

Si era su culpa… pero no podía hacer nada, salvo ver el sufrimiento no expresado.

Una canción en especial inundo el claro. Era muy especial, de las pocas cantadas verdaderamente por su gente. Siendo tachada de banal por los más estrictos ancianos que veían con mal el hablar sobre sentimientos, sobre todo en una canción en su principio compuesta para una Reina.

Ella sabía que decía la canción, y eso hizo de la imagen en la pista algo dramático que llamo la atención incluso del actual cruel Rey.

La pareja destinada danzo, giro, se separó y por fin se vieron. Solo parecían decir una simple cosa con sus miradas que ya no se separaron.

Desliz, desliz, desliz. El cabello largo muy delicadamente sujeto del Príncipe Consorte se movía, su capa le seguía y chocaba con la de su compañero. Ambos tan llamativos y perfectamente en sincronía que brillaban para todos.

El vampiro le rodeo con todo su brazo en su cintura, al igual que lo hizo el consorte en su cuello. Sus manos contrarias se entrelazaron, se acercaron sus cuerpos y siguieron bailando. Lenta, apasionadamente, expresando lo que parecía no podían decir.

Giro, giro, giro. El ser de color blanco brillante como todo lo demás fue levantado y sostenido en el aire mientras el vampiro, en color negro y rojo giraba en su eje. Ahora el consorte era el más observado, y él lloraba.

Al bajarlo ya no se preocuparon por la canción, el protocolo o los observadores. Ambos solo se miraron en silencio, sin expresión en sus rostros. Permanecieron gran rato así, hasta que el Príncipe Vampiro levanto una mano y la puso en la mejilla húmeda de su pareja. Él sollozo y se dio la vuelta, alejándose a paso rápido de la fiesta.

Acorde la música termino y el silencio se extendió. Solo le tomo un par de segundos al vampiro tomar su decisión y corrió atrás de su compañero, permitiendo que los susurros y especulaciones tomaran libertad en los presentes.

Uno de los Príncipes Vampiros dio señal de ir a donde la pareja, pero el Heredero le detuvo, negando.

¿Era eso lo correcto? ¿Dejarlos solos y por su cuenta ayudaría? Selenita sabía que cuando se trataba de sentimientos, hablar sintiéndose abrumado no era lo correcto. Pero…

-Buen trabajo, consorte mío… -hablo el Rey en un susurro atrás de ella. –Tus patéticas habilidades pueden ser útiles alguna vez. Así ese pequeño idiota entenderá que no se me puede contradecir. Veamos que valiente desafío puede poner ante su amante afligido por los sentimientos impuestos…

-¿Por qué?- gimió ella, viendo el lejano lugar donde fueron reubicados los visitantes y la pareja se fue.

-Si deseo algo y no lo puedo tener, entonces que sufra. Es fácil. Ya debes saberlo… -El Rey acaricio su brazo desnudo y toco con su aliento su oído en punta. –Lo has hecho bien, Arne. Al estar esta noche solos, te recompensare…

Curiosamente el trasfondo de eso no le preocupo tanto como saber que el dolor del amable Príncipe Consorte era su culpa. Solo suya, y que nada podía hacer.

Quizá todos tenían razón y ella solo podía producir dolor en aquellos que se preocupaban por su bien.

 

 

-¡Inoue!- llamo Sakurai preocupado, siguiendo el rastro de escarcha que el hombre iba dejando en su carrera apresurada. Tan alterado que no estaba controlando su Poder de Hielo.

-¡Solo dame unos minutos! ¡Unos minutos, puedo hacerlo! ¡Solo unos minutos y volveré!- exclamo desesperado y con prisa, caminando en círculos y luciendo en pánico.

-Está bien. Tranquilo. No tenemos que volver. Ya hicimos aparición y está bien.

-¡No! ¡Solo unos minutos, maldición! ¡Solo…!- El hombre llego a su límite y cayó en el suelo, toda la especial y cara túnica desparramada a su alrededor. –Solo un poco y me controlare… -susurro ausente, cansado, sin más fuerza.

Sakurai permaneció ahí, mirando lo que provoco por dejarse llevar en la mañana. El sufrimiento que inicio a la persona que más amaba y juro protegería de todo mal, incluso él mismo, al parecer.

Sin decir nada lo acompaño en el suelo, abrazándolo con cuidado y cariño, sosteniéndolo mientras se derrumbaba.

-¿Por qué llegarías a amarme? No lo entiendo…

-Inoue, no… Por favor…

-¡Quiero entenderlo! ¡Quiero darle un maldito sentido a esto! ¡Quiero saber cómo es que todo termino así!

-Bueno, para comenzar, ambos somos unos idiotas y cometemos errores. Desde ahí todo tomo su camino hasta terminar de esta manera, creo…

-¿Hablas en serio?- gimió él aun entre sus brazos.

-No del todo. En realidad lo único que quiero hacer es olvidar todo lo que ha pasado desde que llegamos a este maldito lugar…

-No hagas eso… -susurro Inoue volviendo a estremecerse, tomando con fuerza su ropa entre sus puños. –Decir eso es como decir que no tiene importancia, pero la tiene…

-Tal vez, pero no lo vale- negó Sakurai completamente convencido.

-Fue necesario, Dai. Sabes que lo fue… Tarde o temprano…

-Hubiese preferido tarde, así no te haría el daño que ahora te hago…

-¡Olvídame a mí, demonios!- replico Inoue angustiado. -¡Deja de pensar en mí! ¡Piensa un poco en ti y tu bienestar! ¡Para variar, concentrémonos en alguien aparte de mí! Dime porqué nunca me dijiste como te sentías…

-Inoue…

-¡Dime, Daisuke! ¡¿Por qué?!- exigió con lágrimas en sus ojos, implorante.

¿Que por qué no le había dicho sus sentimientos antes a Inoue? Carajo, eso era tan frustrante.

Sakurai lo amaba, quizás desde el principio. Él en ningún momento le mintió a Inoue al decirle que lo esperaría, pero su corazón y los sentimientos que sentía por él no lo hicieron, simplemente avanzaron. El punto era que Daisuke no pudo confesarse por completo porque temía ser rechazado. Seguro lo habría matado. Inoue era su primer amor, después de todo. Su primer amor confundido y con muchos problemas que Sakurai quería ayudar a superar sin ser herido él mismo en el proceso.

Lo miro sin poder expresar todos sus pensamientos y sentimientos en palabras, contrario a su explosión horas antes.

No sabía que había ocurrido en ese momento. Fue tan fácil solo derramar toda la presa contenida por meses. En solo un momento se hallaba diciendo todo eso que callo, y ahora más tranquilo y con su compañero pidiendo más información, Sakurai no sabía que decir.

Vio en sus ojos la duda, el miedo, las ganas de huir y la determinación para quedarse aun así. Y fue eso precisamente lo que hizo que se sincerara por completo.

-Te amo. Por supuesto que te amo, Inoue- replico desesperado y jadeante. -Te amo, pero nunca te lo dije porque... -Él suspiro y le miro derrotado, triste, anhelante y culpable. -Decírtelo también traería el deseo desesperado a que me correspondas, chéri. No quiero confundirte y obligarte a algo de lo cual aún no estás listo. Este tiempo aquí, en Azelleb, era mi oportunidad para enamorarte. Sin presiones, sin remordimientos de tu parte por no poder corresponder. Solo quería que te relajaras, por eso no te lo dije. Y ahora mírate... Te culpas y reprochas porque no puedes responderme, cuando eso es algo que no puedes controlar... No quiero eso, Inoue. Quiero que el día en que me digas que me amas no te sientas presionado por decírmelo, solo para hacerme sentir bien. Quiero que ese día tu estés seguro y feliz de amarme, deseoso de decírmelo. Puedo esperar. Sé que lograre enamorarte. Te lo dije, solo por ti puedo esperar eternamente... Pero quería que lo supieras.

-No… No lo entiendo… -gimió Inoue derrotado, bajando la cabeza confundido, sonrojado, desesperado. Sakurai suspiro y le volvió a abrazar gentilmente.

-Lo sé, chéri, y lo siento. Nunca fue mi intensión poner esta carga en ti. Si me dieran la oportunidad de volver al pasado y cambiar algo, me temo que no sería el enamorarme de ti, lo siento. Porque a pesar de todo, conocerte es lo mejor que me ha pasado en la vida…

-¿Aun haciéndote daño? ¿Eres masoquista acaso?- sollozo él sin verlo, hundido en su pecho.

-Tal vez. Solo contigo… Una cosa más que solo se aplica a ti, Inoue. Felicidades…

Sakurai creyó escucharle reír, pero tan cerca y abrumados como estaban, no era fácil decirlo. Él no presiono por una respuesta o reacción, solo lo sostuvo cerca.

Sus complejos y revueltos sentimientos de alguna manera se calmaron en cierto grado al tenerle entre sus brazos. Podía sentir su temblor, su cuerpo helado, sus dudas y pensamientos… Maldita sea, podía sentir con solo tocarlo como se rompía la cabeza tratando de llegar a una solución en solo un momento.

Inoue era así. Quería una razón para todo, si era lógica mejor. Pero en esa ocasión estaban hablando sincera y abiertamente de los sentimientos de Sakurai, así que le termino debiendo eso.

A través de la ropa sintió su corazón acelerado, su respiración alterándose, su cuerpo curiosamente calentándose. Sakurai de alguna manera sospecho que Inoue había llegado algún lado, aunque fuera temporal, y su mente estaba indecisa sobre querer saber o no. Cualquier que fuera tenía la fuerza para matarlo o no.

El guardián de su alma le miró fijamente por un largo tiempo. Sus ojos azul profundo expresaban y decían tantas cosas que era imposible leer todo. Entender o querer entenderlo.

Entre toda la bola de emociones que Inoue en ese momento sentía, Sakurai se quedó con la esperanzadora mayor emoción que le dio un respiro a su preocupación.

-¿Me quieres?- pregunto Inoue inseguro, tímido, anhelante. Sakurai sonrió tristemente.

-Te amo... -respondió con voz suave. Inoue asintió en una seca cabezada antes de inclinarse y besarlo, rodeándolo fuertemente por el cuello. Sakurai simplemente lo abrazo por su cintura y devolvió el beso con toda la intensidad de sus sentimientos por fin dichos.

No importaba si al final lo estaban ignorando y después volvía con toda la intensidad posible. “Por este momento” parecía ser su lema, y en esa noche ambos llegaron a esa conclusión en silencio.

Lo abrazo y beso tan profundamente que sospecho pronto lo dejaría sin respiración, pero simplemente no se podía detener por completo. Lo deseaba, quería que no sufriera… Lo amaba.

Pasando sus pulgares por el labio inferior húmedo de Inoue escucho su agitación. Por fin reestableció el enlace mental que había callado.

-Hablo en serio, Inoue. No necesitas pensar mucho en esto. Está bien, y lo estará por mucho tiempo mientras te encuentres a mi lado. No debes presionar nada. Tenemos mucho tiempo por delante para que esto nos detenga ahora. –Beso su sien y acaricio su espalda al abrazarlo fuertemente, escuchándolo suspirar.

-No quiero que sufras por mí…

-Hacerlo por ti es lo que lo hace manejable, chéri. Pero está bien…

-¡No, no está bien! ¡Porque tú mereces algo mejor! ¡Tu…!

-Soy tu Destinado, Inoue. Simple. No importa lo que creas o sientas, así es. Estamos enlazados, y en ningún momento en el contrato se dijo que sería fácil. Entiendo que será difícil, que me duele… ¡Pero está bien, porque estás conmigo! No me importa cuanto tenga que esperar, lo hare, porque sé que el resultado será maravilloso. Solo… Solo te pido que no te tortures con esto, por favor. Desde hoy y por el resto de la eternidad… Deja que las cosas solo ocurran.

Inoue se separó y lo volvió a ver, pero Sakurai ya había dicho todo lo que quería y simplemente no dejaría que él se volviera loco dándole vueltas al asunto.

Porque fue ese el primer motivo para no decirlo…

Beso su boca con el mayor cuidado y entrega. Sujeto ambos lados de su rostro con sus manos, acariciando sus labios, provocando su lengua. Su aliento se mezcló y pudo sentir en el beso cuando Inoue gimió y se derritió en su contra, apoyando sus manos en su pecho y solo correspondiendo como pudo.

Sakurai ahogo un suspiro y rodeo con su brazo su cintura, acercándolo más a su cuerpo. Pensó en su carpa al momento de dejarse caer, ambos recostándose en la cama cuando aparecieron ahí.

-Por este momento, Inoue… Solo por este momento…

Una pequeña duda y lamentación apareció en los hermosos ojos azules antes de que los cerrara y asintiera con rapidez, abrazándolo tan fuerte como momentos antes Sakurai lo hizo.

-Mi alma gemela… Mi Único… Daisuke… Mon amour…

Un hechizo completamente distinto al que habían alguna vez experimentado cayó sobre ellos.

Abrazándose y besándose, acariciándose y suspirando al mismo tiempo. Diferente a todas las anteriores veces, en esa ocasión fue más especial e íntimo, explorando las reacciones y sentimientos que producía el juntar sus cuerpos juntos, su piel rozarse, sus manos acariciar, sus bocas besar. Lentamente y sin prisa, mirándose incluso si eso les producía vergüenza y la sensación de perderse en la locura.

Los brazos de Inoue permanecían en la cama, a cada lado de su cabeza. Sakurai entrelazaba sus dedos juntos entrando gentilmente en su interior, robando sus gemidos en besos lentos. Besando sus papados, sus mejillas, todo su rostro, cuello y hombros.

Inoue solo podía estremecerse y repetir cientos de veces su nombre con voz débil y entrecortada. Sus ojos entrecerrados no podían dejar de ver al hombre que lo aceptaba por toda su vida. Quien había elegido permanecer con él incluso si le seguía haciendo daño.

En ese momento en que sus cuerpos estaban unidos y sus corazones descubiertos, Inoue no se molestó por una razón, un pretexto o una réplica. Solo lo acepto de igual manera.

Esa noche Inoue no se escondió. Él se entregó por completo y no pensó más. Dejo que hiciera con su cuerpo lo que deseara, que se adueñara de su mente y se metiera profundamente en su alma.

Intoxicado y abrumado, a punto de ahogarse en el amor y placer. Lo sentía moverse acompasadamente, adorando cada parte de su cuerpo y demostrando con sus acciones lo que pensaba acerca de él.

Cuido de todas sus necesidades y la satisfacción mejor de lo que Inoue pudo aceptar. Lo hizo alcanzar el orgasmo varias veces, y solo una vez bebió de su sangre, en algo más simbólico que necesario. Vio como siempre primero por Inoue y al final él tomo su placer que le otorgo.

Inoue se vio asaltado por el deseo desesperado de que la noche no terminara, de poder estar eternamente en esa burbuja que se creó en donde no importo nada, solo la unión de sus cuerpos y el cuidado a su enlace.

Lo abrazo tanto que le produjo dolorosas marcas en su espalda que Sakurai consintió con gusto. En ningún momento dio gesto alguno para separarse y dejarlo solo. Él simplemente le sonrió con cariño y beso, tocando con el mismo cuidado su rostro, recostándose en su pecho mientras Inoue lo rodeaba con sus brazos, acercándolo lo mejor que pudo en su necesidad.

Ambos fueron conscientes del momento en que los Príncipes vampiros regresaron y la fiesta termino. Ninguno dijo nada y Sakurai solo cerró sus ojos, produciéndose sueño. Inoue permaneció largo rato en tranquilidad, sin permitirse pensar absolutamente nada hasta que su cuerpo pidió descanso y él durmió.

Hubiese sido maravilloso permanecer así, sin preocupaciones. Aceptando sin cuestionarse. ¿Incluso porque lo hacía, era idiota? ¿Por qué tanto problema en dejarse llevar por su compañero que nunca le haría daño?

Sus sueños le cuestionaron e Inoue solo se alzó de hombros, sin una respuesta clara y honesta. No podía encontrar una razón o la suficiente determinación para buscarla.

Solo por ese momento…

Inoue despertó agitado y alerta, inesperadamente despejado y consiente de su alrededor. Por un segundo creyó que fue de nuevo una pesadilla que lo había despertado, pero al mirar a su lado, pudo notar a su compañero en uno de los lados de la puerta, atento y letal, poniendo un dedo en sus labios advirtiéndole que guardara silencio.

>>Alguien está afuera… << Solo dijo tensamente, mirándolo un momento antes de volver a la puerta.

>>¿Los chicos?<< Pregunto Inoue refiriéndose a los Príncipes y soldados vampiros.

>>Somos la primera carpa. El ruido debería venir de atrás, pero es de la entrada<<

>>¿Crees que… sean los elfos?<< Dudo Inoue nervioso, poniéndose su túnica sin atarla demasiado, solo utilizándola para cubrir su cuerpo desnudo.

>>No me sorprendería. Este par de días han sido un infierno de hostilidades… Y soy muy consiente que el Rey tiene un tipo de obsesión contigo<< Gruño evidentemente molesto.

>>Obsesión no correspondida<< Se apresuró a decir, callando lo demás al escuchar de nuevo ruido, esta vez más cerca. >>No creo que sea un soldado. Es muy ruidoso…<<

>>Los demás ya deben estar en posición. ¿Te quedaras a mi lado?<<

Inoue le miro, y antes de prometer no separarse, escucho con claridad un llanto. Profundo, íntimo, intenso. Lo conocía de recién y la imagen de una lastimada chica le vino a la cabeza.

-¡Selenita!- gimió Inoue en voz baja antes de salir apresuradamente de la carpa.

-¡Inoue!- llamo Sakurai predeciblemente, corriendo atrás de él.

No le importo en realidad a Inoue, pues sabía claramente que aquello no era una trampa. Podía sentirlo en sus huesos, que ella le necesitaba. Y lo comprobó al encontrarla.

-¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Os suplico, Príncipe! ¡Ayúdeme por lo que más quiera! ¡Hare lo que desee, pero ayúdeme!

Ella lloro, grito y se lamentó tan alto que volvió a perder su voz, susurrando apagado en el pecho de Inoue, quien por instinto la abrazo y dejo que continuara llorando.

Su bella ropa del baile estaba rasgada, un feo moretón en su blanca piel por todo su ojo. Su cabello por todas partes despeinado. Ella no traía un zapato y estaba sangrando de las diferentes partes donde su vestido estaba roto.

Su pánico, llanto y temblor era lo que tenía a Inoue ahí de pie estático. El saber que sus pechos estaban descubiertos y heridos, sangre manchaba su entrepierna y ella olía diferente… eso lo tenía completamente desquiciado.

-¿Quién?- gruño lo mejor que pudo entre sus fuertemente apretados dientes, controlándose. –Dime quien, Selenita…

-…El Rey…

Por supuesto. Era evidente, pero quería escucharlo. No podía explicarlo, nada. Solo lo único que importaba era su cólera y su Poder acudiendo a la superficie con todo su potencial.

-Mi pareja te cuidara… -solo le dijo y la soltó, corriendo enloquecido al claro que pensó ya nunca volver a visitar.

Escucho su nombre siendo gritado, otros tantos gritos desesperados, pero lo único en su maldita mente era el conocimiento de que ella había sido violada.

Llego y vio una multitud rodeando al bastardo. Se notaba nervioso y alterado, gritando que encontraran a su fugitiva consorte. Él no decía detalles a su pueblo reunido ni a los soldados que sospechaban. Él solo vociferaba que la encontraran sin importar el coste.

-¡Inoue, no!- grito alguien atrás de él pero no puso atención. Su mirada se centró en el hombre que debía sufrir un millón de veces peor de lo que provoco en ese dulce ser.

Sintió como todo alrededor desapareció y el monstruo tomo el control por primera vez en años.

El ambiente que asemejaba un invierno en el baile fue patético comparado con el Poder desatado de Inoue. El piso de hielo compacto y reseco, de ahí donde él estaba parado comenzó todo, esparciéndose rápidamente sin control sobrepasando incluso el claro y trasformando los árboles en pedazos de hielos.

Rodeándolo una tormenta de nieve violenta, con ráfagas que golpearon con fuerza a todo el que alcanzo en cuanto Inoue comenzó a caminar.

En sus dos manos suavemente con peligro sostenía espadas de hielo largas idénticas. Con ellas ataco sin ver a todo el que permaneció de pie y estuvo a su alcance. Rápidamente la mayoría entendió y corrió, pero no iba a ser tan fácil.

Su control fue cosa del pasado, al igual que la piedad y humanidad.

Los presentes que corrieron fueron detenidos en burbujas solidas de hielo, con sus propias tormentas de nieve que los debilitaron y noquearon, y en cuanto tocaban suelo el Poder se retiraba.

Así, al llegar ante el congelado y alarmado Rey, todos yacían tirados, muertos o desmayados, no importaba. Morirían y sufrirían al igual que ese hombre.

Sin preámbulo incrusto la espada en su hombro, con cuidado de producir daño pero no matarlo. Aun. Igual a todas las estocadas que dio y efectivamente lo debilitó lo suficiente para dejar de paralizarlo con su Elemento y dejarlo tener un poco de control para disfrutarlo más.

-¡Sol-soldados!- grito él con complicación, tocando su herida más apremiante en su vientre.

Inoue sonrió divertido y ladeo su cabeza examinándolo, poniendo a su alrededor una simple protección que evito que la pequeña multitud se acercara y quedara afuera, mirando sorprendidos y asustados.

Elevando sus dos brazos por encima de su cabeza, el cuerpo del Rey subió al mismo tiempo levantado del suelo, a un metro de todos, suspendido un par de segundos antes de ser atravesado por enormes y extraordinarios pilares de hielo solido terminando en punta, cuyo extremo se incrusto en su vientre y otro en uno de sus hombros. Otras dos lanzas se encargaron de incrustarse en las palmas de su mano, extendiendo sus dos brazos a los lados.

-Se lo advertí anteriormente, Rey… Cuidaría de los míos solo, sin ayuda extra… Le recomiendo lo mismo… -susurro Inoue con voz gruesa, distorsionada… con locura y maldad.

La elegante y poderosa imagen del Rey se vio patéticamente deteriorada. Su corona había caído al suelo, todo su claro cabello manchado de su propia sangre, desordenado e incluso cortado bruscamente. Su expresión se convirtió en la más profunda muestra de agonía, desangrándose ante los ojos horrorizados de todos.

Solo un par de soldados parecían dispuestos a luchar, pero con la visible barrera de hielo solo permanecieron quietos, asombrados y temerosos.

Por primera vez Sakurai vio aquel monstro que Inoue le comento. Aquel sin alma, sediento de sangre, sin control.

Todos sabían cuan poderoso era en realidad el profesor. Su sola presencia era abrumadora para muchos seres, pues su magia y conocimiento especial lo hacía un contrincante formidable. Todo y con conciencia, era difícil de vencer, perdido en la locura de saber que alguien que apreciaba había sido lastimada, Inoue no tenía control.

Sakurai vio que sus hermanos por completo querían hacer algo, pero no podían. Como miembros directos de la realeza, contaban con la habilidad de incrementar los poderes de cualquier ser con solo tocarlos. Ninguno podía hacer eso con Inoue, pues solo lo empeorarían.

Los Príncipes sin saber que más hacer, comenzaron un cerco alrededor de los civiles que sin pensar acudieron a ellos por protección.

Tres grupos muy bien definidos se formaron después de eso. Varias personas acercándose a ellos, cada vez con más personas, otro muy pequeño de quizá diez alrededor de la barrera de hielo, con soldados y miembros del circulo interno del Rey que sobrevivían. Otras tantas personas solo se mantenían alejadas e inquietas.

Con sorpresa, Sakurai noto que ahora toda la tribu de Elfos de Luz estaban ahí, viendo a su líder ser vencido sin dificultad por un ser que no podía ser controlado por ningún medio… Y con una mierda si eso no era peligroso.

Él no supo que hacer aparte de proteger a la asustada y débil Princesa elfo. Ella temblaba y respiraba muy difícilmente, algo diciéndole que era solo suerte que permaneciera consiente. Sus frías y pequeñas manos estaban encima de las de Sakurai que apoyaba en sus hombros, cubiertos ahora por su capa de Príncipe vampiro.

Era por esa jovencita que su compañero estaba tan enloquecido, pero ella no tenía culpa alguna. Había sido abusada por ese hombre sometido en el aire, sin embargo…

>>Basta, chéri. ¡No lo mates, Inoue! ¿Lo recuerdas? ¡Recuérdalo, amor mío! Tú no eres el monstruo que aquel Rey creo, ¡recuérdalo!<<

Sus palabras trajeron un poco de razón al hombre. Su cruel y dominante presencia pareció disminuir un poco mientras miraba por encima de su hombro hacia él. Sus ojos blancos brillantes cambiaron un segundo a un azul pálido que en ciertas ocasiones el hielo tomaba, y era el mismo efecto en Inoue. Frio, solitario, fuerte. De no conocerlo, de no sentirlo, de no ser su alma gemela, Sakurai habría temido ser atacado por esa mirada que le dio.

Inoue simplemente lo vio estoicamente, desapareciendo sin ser consiente las barreras que lo protegían.

Mientras ellos se miraban, Sakurai comenzó a sentir una punzada fuerte en su corazón, haciendo que se quejara, sabiendo que ese dolor era una interpretación compartida de la lucha interior de su amante, que aunque perdido, trataba desesperadamente de hacerse de nuevo con su cordura.

Su Poder y dolor eran tan grandes, junto su deseo de venganza que a Inoue le lastimaba luchar consigo mismo.

“¿Cómo huir de algo que está dentro de tu cabeza?” Recordó la pregunta de Inoue tiempo atrás. Tan conveniente en esa ocasión que veía como su amado en realidad era tan débil y podía perderse con facilidad.

-¡¡Bastardo!!- gruño alguien sacando del trance a los dos.

-¡¡NO!!- grito Sakurai alterado, viendo como la mano derecha del Rey elfo sacaba una espada e iba hacia Inoue, con clara intensión de lastimarlo. Tras unos segundos de duda, los demás soldados que estaban cerca lo siguieron.

Sakurai vio como el poco control que Inoue había logrado recuperar se fue. Sus ojos volvieron a ser crueles y despiadados, duros y fuertes, su expresión estoica con un gramo de locura.

Él volteo todo su cuerpo y enfrento a los elfos. Solo el Beta del Rey tenía espada, los demás a prudente distancia le apuntaban con arco y especiales flechas. Los diez soldados dudaron un poco viendo a Inoue sonreír misteriosamente, su cabello y túnica agitándose por ventiscas suaves de nieve.

Inoue levanto su mano y sin complicación desarmo de su espada al estúpido hombre enfrente de él. Los otros aterrorizados soltaron sus flechas ante el indefenso Inoue, pero antes de que cualquiera lo protegiera, o Inoue mismo hiciera algo más que sonreír divertido, un extraño sonido paranormal sacudió todo el claro, aturdiendo incluso a Sakurai.

Las flechas de los elfos se quemaron en el aire; enfrente del tranquilo Inoue apareció un kitsune grande, magnifico y poderoso, de hermoso color dorado. Entre un zorro y lobo, el increíble ser movía colérico sus siete colas abundantes. Gruñendo, en su hocico se veía el comienzo de un fuego azul especial.

Todos los elfos gimieron viendo al poderoso kitsune, de los seres más poderosos e invencibles. Todos por igual cayeron de rodillas sin energía cuando Inoue sin expresión se adelantó y acaricio la cabeza del kitsune que se inclinó a su dirección, pero no dejo de amenazar y ver a los soldados que antes amenazaran al hombre.

Con la fidelidad de tal ser, nadie podía vencer a Inoue ahora. Todos lo admitieron en ese momento.

A.B continuo en guardia, quieta y enojada mientras Inoue sin preocupación se volteaba hacia el Director de la Guardia, quien empuñaba su espada sin expresión. Al encontrarse visualmente el elfo sonrió y negó, enfundando su espada y reverenciando de cabeza.

-Mi lealtad y protección solo la tiene un ser… -susurro él mirando a Inoue intensamente. Él asintió fríamente.

Su atención se fue a los demás. Los civiles evitaron su mirada, levantándose varios, luciendo molestos por humillarse; los que continuaban de rodillas solo temblaban. Los soldados que sobrevivieron y no atacaron a Inoue tiraron sus arcos y se alejaron bajando su cabeza, pero lo que quedaba del círculo interno no se dio por vencido tan fácil.

-Hazlo, A.B… -susurro Inoue y la kitsune abrió su hocico, dejando que su fuego quemara los arcos de los soldados. Estos, asustados, soltaron sus armas y corrieron, pero la kitsune sin moverse controlo su fuego, y ante el horror de los presentes, los quemo vivos.

Los alaridos y suplicas alteraron a todos excepto a Inoue, quien sonreía con satisfacción. Los soldados en su terror corrían y gritaban, propagando el fuego y alcanzando los árboles que sorprendentemente ardieron en llamas.

Un fuego inmenso comenzó, y el pánico domino a todos que comenzaron a huir.

-¡¡ALTO!!- grito poderosamente Inoue, encerrando a todos en una burbuja fría de hielo. -¡¿QUIÉN LES DIJO QUE ESTO HABIA ACABADO?! 

-¡Onii-sama!- grito Keigo, pero Inoue solo le callo alzando un dedo en su dirección, sin verlo.

-Todos y cada uno de ustedes fueron testigos, victimas y participantes. ¡Todos y ninguno hizo nada!- exclamo colérico, más amenazante en su expresión. -Ahora yo hablare…- susurro con disfrute y crueldad.

Borrando su sonrisa avanzo. Los elfos se retiraron de donde él pasaba, bajando la cabeza temerosos. Inoue solo los miraba atentamente, considerándolos sin decir ni expresar nada. A Sakurai le daba la impresión de ver al antiguo Protector mezclarse con el monstruo, haciendo de Inoue un soldado dispuesto a asesinar y torturar para proteger.

Esperaba que ningún elfo más quisiera provocar a ese complejo ser.

Llegando al extremo donde estaban los vampiros, Inoue evito a Sakurai y se inclinó ante la débil y ausente elfina. Y fue entonces, al levantarle con cuidado el rostro, que Sakurai por fin reconoció al hombre que amaba.

-Dame conocimiento, Selenita. Poder para hacerte justicia, a ti y todo aquel que lo merezca…

Algo paso entre ellos. Sakurai soltó con una expresión de dolor los hombros de ella, pues comenzó a brillar y el solo tacto con ella lo lastimo.

Inoue cerró los ojos y también comenzó a brillar. Su expresión fue de tranquilidad, y su Poder desapareció. Su cabello volvió a ser rubio platino, y al abrir sus ojos eran de nuevo azules, intensos, hermosos… heridos.

De la Princesa en ondas se desprendió paz, calma y amor. Todos comenzaron a tranquilizarse y dejar de temer, incluso si el piso estaba manchado de sangre, cadáveres, y retenido en el aire aún estaba el Rey que entraba y salía de la inconciencia.

La atormentada elfa tranquilizo a su gente, convenciéndolos de que Inoue no les haría daño si no lo obligaban. Ella hizo todo lo que pudo y al final se desmayó sin dejar de ver a Inoue.

Sakurai e Inoue se apresuraron a tomarla. Sus manos se rozaron y sus ojos se encontraron. Inoue rápidamente desvió la mirada, atormentado, avergonzado, sintiéndose impuro. Sakurai no podía permitir eso, no cuando conocía perfectamente el motivo por lo que las cosas llegaron a ese punto.

Cargando a la chica se acercó a Inoue y beso su frente. Sintió su sobresalto, su alegría y miedo. Sintió de nuevo a su compañero siendo él mismo.

-Te ayudare… -le susurro honestamente.

Sin esperar respuesta se volteo y cuestiono a sus hermanos, que influenciados por el poder de la Princesa, ya estaban tranquilos y asintieron apoyándolo.

Keigo se adelantó y tomo en brazos a Selenita, protegiéndola y siendo rodeado por los soldados, que también recuperándose volvieron a sus actitudes fuertes y estrictas, mirando a todos, protegiendo a los Príncipes y a quienes ellos quisieran proteger.

Inoue no entendió como fue que, aun mostrando lo más indigno de él, los vampiros continuaban apoyándolo y lo cuidaban con sus vidas. Sin embargo en ese momento no se lo cuestiono más. Tenía cosas que hacer.

Llamo a la kitsune, su protectora irónicamente. Ella troto y permaneció a su lado cuando Inoue volvió a pasearse entre los confundidos elfos influenciados por el resto del poder de la Princesa. Y eso precisamente ayudaría a Inoue con sus propósitos.

-Juzgar a justos por pecadores siempre me pareció una excusa para la discriminación. Francamente me gustaría terminar con la vida de todos ustedes… pero ella no quiere eso. –Inoue paro y miro a los elfos, dejando que su seriedad y determinación fuera evidente. –Pudieron dañarla, maltratarla e ignorarla, pero ella nunca hizo eso. Se, tanto como ella, que tampoco estuvo sola en su dolor… Y me dirijo a esas personas en específico…

Inoue asintió y los Príncipes y soldados vampiro avanzaron por los pequeños espacios que los elfos hicieron entre ellos al evitar a Inoue cuando camino por ciertos lugares. Sin darse cuenta, los elfos se distribuyeron en pequeños grupos, cada uno con un vampiro dispuesto a todo siguiendo las órdenes de Inoue.

-¡Ninguno es estúpido e inconsciente!- grito Inoue cruel, dirigiéndose a todos caminando entre ellos. –Ustedes sabían que estaba pasando, y dejaron que sucediera. ¡No me importa una mierda ahora!… Sin embargo, no puedo dañar aquel que no puede defenderse, ni lo hizo en el pasado. ¡Soy un Protector, y sería una deshonra para mí ignorar a aquel que ocupe mi Poder!

>>Justo ahora, son varios los que necesitan protección. Fueron lastimados, humillados, usados… Contrario a muchos, fueron testigos y quisieron ayudar, pero no fueron capaces. Otros ni siquiera pudieron mirar más allá de su propio dolor para poder hacer algo. ¡Y la gran mayoría simplemente lo aceptaron!

>>Patéticos, conformistas… Mientras no los tocara la crueldad directa, no importaba. Y otros… participaron… -murmuro Inoue, llegando a un grupo especial donde esos malditos estaban custodiados por el ahora enterado Muldor.

>>¡Hagan lo que deseen, elfos! No me importa ya… Esta noche tomo el derecho a venganza, y todo aquel que se interponga, pagara… -Inoue regreso a su lugar original, debajo del detenido Rey. Sin palabra, recordándoles que no eran rival para él y sus planes. -¡Esta noche fue abusada, violada la Princesa Selenita, mi amiga! Y tomo el derecho por ella a venganza… Y su única retribución, la cual es proteger a aquel que lo necesita.

Inoue suavizo su expresión y miro a los cinco grupos de civiles, en su mayoría mujeres y niños, apartados de los otros tres grupos. Todos lo evitaban, muchos lloraban y temblaban. Su piedad estaba solo con ellos.

-Les otorgo protección, techo y comida, elfos. A todos ustedes. Tomare su cuidado a mi nombre. Luchare por ustedes, veré por su bien, físico, mental y espiritual. Los escoltare con mi Rey, y de adelante serán dueños de sus destinos. Personalmente me asegurare que sus deseos, los que sean, se cumplan al pie de la letra.

>>¡Venga conmigo y acepten mi protección, y todos ustedes prosperaran con mi bendición y la de mi familia!

-¿Seremos aceptados por el Rey Vampiro?- pregunto una elfina, abrazando con valentía a su bebé y su hijo que se aferraba a sus rodillas. -¡¿Puede asegurarlo, Príncipe Consorte?!

-Con mi vida y la de mis seres queridos… -susurro Inoue sin dudar, sabiéndolo en su corazón.

-¡¡Tú no iras a ningún maldito lugar, estúpida!!- bramo uno de los elfos del grupo de Muldor. Seguro el esposo violento de la mujer que retrocedió con miedo.

Inoue en un parpadeo apareció frente de él. Los demás alrededor se alejaron lo más que pudieron, y Muldor les permitió. El elfo que antes grito también quiso retroceder, pero Inoue lo tomo del cuello con fuerza y le sonrió, llevándoselo con él sin complicación.

-Gracias por ser el primero en proponerse para ser juzgado… -susurro Inoue y lo aventó a los pies del Rey. Dándole la espalda y encarando de nuevo a los demás, Inoue rodeo con hielo solido al bastardo y lo ignoro después. -¿Alguien más que quiera imponer su voluntad a otro?- pregunto a la multitud sarcásticamente con crueldad.

Miradas de miedo y curiosidad aparecieron en todos. Inquietos se movieron y hablaron entre ellos, pero Inoue tranquilamente los dejo tomar su decisión, viendo claramente los que ya estaban dispuestos a aceptarlo.

-¿Y quiénes no queramos eso?- llamo un elfo alto y pretencioso, tomando con fuerza uno de los brazos de la mujer a su lado, que francamente lucia aterrorizada, pidiendo ayuda. Inoue la miro un segundo y luego al hombre.

-Una escolta mandada por el Rey Christian está viniendo. Muchos soldados le acompañan junto con un representante del Consejo. En un principio vendría para asegurarse que el tratado de paz se mantuvo, y ahora tomara nota de lo sucedido aquí…

-¡Pero si el tratado de paz se rompió por usted!- escupió el elfo con odio. En un segundo, Haruka, el encargado de ese grupo en particular, estaba apuntando con su espada de nacimiento el cuello del elfo.

-Cuidado con tus palabras, elfo… -amenazo Haruka con fiereza. –El tratado nunca se ha roto. Se consideraría si cualquiera de las partes atacara sin razón al otro, y esta noche eso no ha ocurrido. ¡Las leyes del Consejo son claras! Hoy fue atacada la Princesa Consorte Elfo, y eso por si solo es un crimen que le costara mucho al Rey. Mi hermano Kazuhiko solo ha ejercido su derecho como amigo íntimo de la Princesa, y en representación de ella, está tomando medidas hasta que el Consejo elija un castigo propio para el Rey… ¿Quieres entonces interponerte en ello?

El elfo convirtió su expresión en piedra, humillado e impotente aun siendo amenazado. En su estado no ejerció más fuerza en la chica a su lado y esta aprovecho, llorando y corriendo hacia Haruka por protección.

-¡No me importa lo que suceda, pero por favor, llévenme con ustedes!- imploro ella desesperada. -¡En la tribu desde que el Rey tomo posición, los demás hemos sido abusados! ¡Solo los Altos Señores se salvaron! El Rey les dio privilegios, y eso solo hizo que nosotros fuéramos basura bajo sus pies… ¡Ya no quiero vivir así, mi señor vampiro!

-Tranquila, no lo harás… Nos encargaremos de que el Consejo sea informado de todo y tome medidas. Mientras, acepta la propuesta de mi hermano y te protegeremos… -susurro Haruka sonriéndole.

-¡Lo acepto, lo acepto! ¡Cualquier cosa por alejarme de aquí!

-Quienes deseen lo mismo, por favor, acudan con el Octavo Príncipe Vampiro… -señalo Inoue cuidadosamente a Keigo, quien aún cargaba a la Princesa elfo. –En el instante en que den un paso adelante, contaran con mi protección…

Varios de ellos corrieron desesperados y aliviados hacia el vampiro. Los soldados formaron un círculo alrededor y dejaron entrar a todos, cerrando de nuevo la formación protegiéndolos. Con la acción visible de seguridad, otros tantos fueron con ellos, menos apurados, pero con la misma tranquilidad.

Inoue dejo el cuidado de ellos a los vampiros, concentrado ahora en la minoría en los otros tres grupos que quedaban. En su mayoría elfos que encontraron algún poder bajo el dominio del Rey, y por consiguiente aceptaban sus reglas, sin embargo también retenían a otros elfos y elfinas que no estaban tan felices ahí.

El Director de la Guardia se adelantó e inmediatamente los Príncipes levantaron la guardia, incluso A.B, pero Inoue se apresuró a detenerlos, mirando y asintiendo en dirección al elfo. Después de todo sabía lo que haría con seguridad.

El elfo suspiro aliviado con la aceptación de Inoue y camino hacia uno de los grupos, llegando ante un furioso elfo sonrojado y alterado, que retenía a un inquieto elfo que todos ya conocían, el Protegido del Director.

-Suelta a mi pareja ahora mismo… -susurro su amenaza el soldado.

-¡No es tu pareja, solo tu perra! ¡Y no permitiré que mi hijo se rebaje ante…!- la charla desesperada y cretina del hombre fue detenida por Rio, que levanto su espada y lo miro con dureza.

-Dejad que el joven elfo hable y exprese sus deseos… -exigió sin dejar de mirar al elfo de clase alta.

-¡Mi señor Kalyalar es mi pareja destinada, y mi único deseo es permanecer a su lado!- se apuró a decir el joven, soltándose de su insultado padre que lo retenía para reunirse con su compañero, quien inmediatamente lo abrazo con cariño. Su mirada luciendo aliviada.

-Si los señores vampiros lo permiten, me gustaría aceptar su protección para mi pareja y mi persona… -susurro con educación el soldado, mirando con honestidad a Rio e Inoue.

-Cualquiera que lo acepte es bienvenido, joven… -recordó Inoue dándole una cabezada que fue recibida con alivio por la pareja. Ambos reverenciándolo y sin separarse caminando hacia Keigo.

-No tomaremos represarías con aquellos que decidan quedarse… -se hizo escuchar Muldor, hablando por primera vez. –Les pido tomen en cuenta que nuestra propuesta es abierta. Si después desean regresar, podrán hacerlo. No estamos eliminando la tribu de Elfos de Luz, ni mucho menos. Solo pedimos justicia por los crímenes cometidos, cosa que sucederá con la llegada del Representante. Y las victimas podrán contar con nuestro apoyo si lo aceptan…

-Sin embargo… -intervino Inoue con cuidado y suavidad- odiaría que fueran juzgados más personas por evitar que otros tantos elfos acepten nuestra proposición. Así les recomiendo entonces, no interfieran. Gracias…

Terminando con burla, Inoue vio de reojo que un puñado de los elfos ya bajo su protección alejarse del grupo y dirigirse a los otros, llamando a seres queridos que querían salvar y llevarse con ellos. Algunos de los que los retenían pusieron resistencia, pero tras mirar a Inoue invocar nuevamente su espada de hielo, no hicieron más, viendo impotentes como sus víctimas eran alejados.

Con el conocimiento de Selenita en su mente, Inoue avanzo y separo de los demás a otros elfos que querían ser libres, fueron usados, o que aún seguían en duda y solo necesitaban un empujón. Los llamo y ninguno dudo, jalando incluso a otros más de los que Inoue no tenía conocimiento.

Al final, mucha de la mayoría de la tribu estaba del lado de Keigo y Rio. Sakurai se encargaba de vigilar a los neutrales que bien les importaba poco lo que sucediera mientras no les afectara, y Muldor junto con Haruka custodiaban a los plenamente señalados culpables. Inoue miro a sus cuñados y los ayudo a someter a todos ellos en la prisión improvista de hielo.

Solo Muldor y Sakurai permanecieron a su lado, los otros escoltaron a los demás afuera de los terrenos, guiándolos fuera del Bosque Mágico y donde la escolta que mandaran por ellos ahora tendría que ser usada.

Mirando al Rey, Inoue se quedó en blanco, pero fue simplemente porque se obligó. Mejor eso que desatar su furia y perder el control de nuevo. Esta vez no tenía a la Princesa Selenita para controlar a la bestia en su interior que aun rugía por venganza y sangre.

-Te lo dejo a tu criterio, A.B… -susurro sin voz Inoue a su kitsune y desapareció los pilares de hielo, aun reteniendo en el aire al Rey por sus manos heridas.

Con el movimiento, Inoue vio caer el manto verde al piso, y entonces un recuerdo quiso regresar a él, pero bendito si lo permitió estando tan enojado y tomando tanto de si para no enloquecer.

Se recordó que la Princesa no guardaba rencor en realidad y así se lo hizo saber. Solo por eso…

Inoue cerró los ojos y exhalo cansado, triste, vencido. Se rodeó con un brazo y le dio la espalda a las consecuencias de sus actos, alejándose, pero en ningún momento retractándose.

Vio en su camino que el fuego fatuo aún continuaba en los árboles, pero por protección de los elfos el fuego no se esparcía. O al menos ese era el pensamiento de ellos, el cual esperaba Inoue estuviera en lo cierto antes de que llegara alguien para detener el desastre.

Su compañero y hermano lo escoltaron en silencio, sin emociones, sin tocarlo. Siguieron el rastro que dejaron los otros a su partida, tomándole varios minutos en la parcial oscuridad.

Al llegar al final del Bosque, Inoue no logro sorprenderse por más que quiso, de que varias decenas de carrozas estuvieran dispuestas y guiando a los elfos aliviados.

Entonces el Rey Christian sabía que eso ocurriría… Después lo averiguaría.

Subió a su caballo y encabezo el camino, sin mirar a otro lado que no fuera al frente. Se alejaron y el silencio era penetrante, ni un ruido de la naturaleza, de los elfos que eran llevados a lo desconocido, o de los Príncipes asombrados y asustados.

Lo único que evito que Inoue lo diera todo por perdido fue saber con toda la certeza que su compañero siempre estuvo a su lado y sonreía. Que el amor que confeso seguía ahí, sin ser ya oculto.

Sakurai era un gran misterio estúpido para Inoue…

Llegaron a una colina a varias millas en solo unos minutos. Un soldado elfo que cambio de lealtad los alcanzo, gritando en su lengua original tan rápido que Inoue no pudo entenderle, pero no fue necesario cuando los otros de su pueblo gritaron y exclamaron asustados desde sus vehículos, viendo el que antes fuera su hogar. Esa parte en específico del Bosque Mágico se estaba incendiando sin control.

Inoue sonrió pensando que uno de los elfos menosprecio a su kitsune y la provoco. Imagino a todos esos bastardos arder en llamas, gritando, lamentándose. Al Rey sufriendo sin que su posición lo ayudara en lo mínimo.

Quizá el fuego fatuo desapareciera su poder de hielo y ellos podrían escapar, pero el Rey estaba mal herido y ninguno de esos egoístas idiotas lo ayudaría viéndolo acabado. O quizá todos morirían en agonía sin poder hacer nada por primera vez en sus miserables vidas.

Sonrió, rio, pero no pudo evitar sentir náuseas y ser asaltado por un llanto cruel y amargo.

 

>>Pero Inoue se encontraba ahí, mirando simplemente una capa brillosa verde esmeralda, pisada por los seres desesperados que huían del fuego. Él se sentía satisfecho de ver la capa y no hacía nada más, hasta muy tarde, demasiado… Entonces todo era consumido por las llamas, ramas cayendo encima de los pocos sobrevivientes que morían inmediatamente enfrente de él. E Inoue no hacia absolutamente nada al simplemente desaparecer…<<

>>¡Tú no eres un asesino!<<

 

Maldita sea los seres que cambiaron su corazón y no permitieron que fuera influenciado por el hielo de su poder…

Inoue suspiro y alzo sus brazos, cerro sus ojos y mando todo su Poder hacia aquella dirección del infierno. Costo mucho, casi se desmayó, pero logro apagar el fuego. Después simplemente cambio de caballo hasta montar con su compañero y ahí durmió, jurándose olvidar lo que había pasado esa noche.

 

Continuara…

Notas finales:

Y asi...

Lo que le espera a Inoue al llegar a Palacio :'c

Pero bueno~

 

Como se habran dado cuenta algunos, al final no pude poner mi sorpresa en navidad sobre estos dos, asi que tratare de ponerlo en fin de año. Espero... ;-;

Aun asi tendran capitulo el miercoles, por si gustan ;)

 

¡Y muchas gracias por continuar leyendo y apoyando esta historia!

Saludos especiales a: Alice, "Elly" y la cumpleañera "Johnny Rayflo" c:

 

Y ya para terminar... ¡El proximo año me casare!

Se que no tiene relacion con el fic... aun (?)... pero queria decirlo porque ustedes son muy importantes para mi ./////.

 

Eso es todo. Cuidense y nos leemos pronto .w./

Chris.


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