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El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

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Notas del capitulo:

Wua, ya todo un año desde que este fic comenzo *0*

Y otro año que ya se va, chicos, chicas...

 

He aqui un capitulo muuuuuy largo, en recompenza por no poder al final poner el capitulo que queria, pero me basta con esto xD

 

Recordarles que:

La relacion que tienen Inoue y Sakurai no es precisamente SM, ¿vale? Ellos utilizan ciertas cosas de ello en el sexo, pero no es su forma de vida diaria.

Y no, no me guie en la trilogia de "50 sombras de Grey", libros que solo a la mitad de este año lei, y aunque me gusto algo, solo me guie en una cosa adaptandola a mi estilo xDD

Y dicho esto... ¡Disfruten del especial lemon! 1313

Capítulo 28: “Nada impedirá que siga amándote…”

 

Inoue sentía su furia por la superficie, a punto de hacer presencia solo detenido por el gentil y poderoso brazo que rodeaba sus hombros y lo mantenía en control. Pero aun así seguía colérico y humillado.

Sintió una mano totalmente distinta hacer contacto con él, e inesperadamente la cercanía con el Rey Christian se sentía incómodo, malo, lo inquietaba.

No era que estuviera haciendo nada impropio, el Rey solo lo sostenía manteniéndolo en línea para que no hiciera una escena en el Concilio del Consejo, sin embargo cuando Sakurai lo sujeto de la mano deseo zafarse inmediatamente del Rey. Agraciadamente el líder vampiro solo sonrió y sin verlo lo soltó, dándole un gran respiro.

Suspirando y sintiéndose realmente cansado, Inoue tomo el brazo completo de Sakurai y se apoyó en él. Su cuerpo estaba débil por las barreras del Consejo, su aturdimiento mental y la barrera que él mismo impuso en Selenita para que no descontrolara su poder en la Audiencia.

Tan cansado, triste y arrepentido. ¿Cómo las cosas habían terminado así?

Su enojo disminuyo y él empezó a ver borroso. En su mente recordaba con dolorosa nitidez las diversas reacciones, palabras y opiniones de todos los integrantes del Consejo. Como algunos no soportaron a Inoue por el simple hecho de que tuviera un poder superior a ellos, y como otros celebraron sus acciones en el Bosque Mágico.

Hipócritas hijos de perra. En el último par de horas de lo que menos se preocuparon fueron de los soldados asesinados por Inoue, de los abusos por parte del Rey Elfo, su círculo interno y seguidores, o del trato hacia Selenita. Lo único importante fue lo que desde el principio fue un problema. Inoue era muy poderoso, con conocimientos y habilidades desconocidas, y por consiguiente, estando bajo la protección y casa del Rey Christian, un hombre de por si poderoso y con influencias… Bueno, al final fue difícil para el Consejo dejar pasar tal magia.

Ese día no fue un Concilio por las acciones de Inoue en la tribu de los Elfos de Luz, eso solo fue una cubierta. Inoue solo salió libre y sin ser acusado de nada porque juro no atentar contra el Consejo, y la promesa de que por el momento solo viviría en Celes.

Que atacara a todo jodido Azelleb no le importaba al Consejo, mientras Inoue no los venciera y aplastara como las despreciables y patéticas cucarachas que eran.

Inoue por primera vez en su vida se vio asaltado por la sensación de suciedad a causa de su Poder de Hielo.

Él estaba orgulloso de su destreza y maestría con su elemento. Se esforzó mucho por ser el mejor para proteger a Miyagi ante cualquier eventualidad, y siendo el banal idiota que era, también se vanagloriaba de ser tan poderoso y lograr hacer cualquier cosa sin pensarlo siquiera. Nunca le dio mucha importancia, y ahora por esos bastardos se lo cuestionaba. No era justo…

-¿Chéri?- llamo lentamente y con cuidado Sakurai.

-Quiero irme a casa, Daisuke… -gimió Inoue y se detuvo. Su cuerpo temblaba y sus ojos ardían por el llanto que inesperadamente quería salir.

-Tranquilo. En cuanto salgamos de las protecciones del Consejo nos apareceremos en Palacio y…

-No… -le interrumpió débilmente Inoue tambaleándose. –Quiero regresar a mi verdadero hogar… Pero es divertido, porque este ya fue destruido hace mucho tiempo… El Rey Charles lo dejo morir… y ahora solo me queda regresar a Celes… Deseo… ir ahí… Con ellos…

Inoue brevemente pensó en su familia antes de perder equilibrio. Sakurai asustado lo sostuvo, sus ojos ahogados en miedo y tristeza, lo único que Inoue podía ofrecer a alguien por el que se preocupaba.

-Perdóname por existir, mi amor…

 

 

Christian solo pudo apretar sus puños fuertemente para no atacar al Consejo en pleno que los veía desde las puertas del Tribunal. Todos juntos, cuchicheando y robando miradas a la escena que protagonizaban su tercer hijo y yerno desmayado por los conjuros del lugar.

-Vamos, hermano. Llevemos a Kazuhiko-chan a casa. Necesita purificarse de esta atmosfera… -susurro su Heredero acercándose a ambos hombres en el suelo.

-¿Casa?- repitió Sakurai y pudo notar claramente su amargura y desesperación. -¿No lo escuchaste? Palacio no es su casa. Pero él esta obligado por mi culpa a permanecer lejos por varios días…

-Sakurai… -quiso intervenir Christian, pero él solo se levantó dignamente, tan fuerte y digno que acobardo a los que los rodeaban. A Christian solo le hirió verlo tan lastimado y perdido.

-Príncipe Heredero, por favor lleve a mi compañero al castillo. Confió en que lo mantendrá a salvo…

-¿Y tú a dónde demonios vas?- jadeo Muldor tomando con cuidado entre sus brazos al profesor.

-A realizar los deseos de mi pareja. Tengo que recoger a la Princesa Selenita y a la kitsune A.B… -sonrió tensamente y miro por largo e intensos minutos a su pareja dormido e indefenso. Después solo se alejó caminando.

Solían decir que el Destino, los Dioses y las Fuerzas Superiores eran incuestionables. Supremas, perfectas, sabias. Sabían lo que hacían y siempre veían por la felicidad y la adecuada resolución de los problemas sin mucha complicación.

Christian no lo creía así en realidad. No cuando el mismo Destino alejo a su compañera, hacia sufrir a su hijo mayor y a su Protegido, lastimaba en cada oportunidad a su segundo hijo, torturaba a su tercer hijo y su compañero, mantenía en soledad a su cuarto hijo, mantenía alejada a su quinta hija, llenaba de inseguridades a su sexta hija, no permitía la fertilidad en su séptima hija, y constantemente ponía pruebas dolorosas a su octavo hijo.

Si alguien, en algún lado, con el poder y sabiduría necesaria para trazar sus rumbos no podía ser misericordioso, ¿entonces qué tipo de esperanza y experiencias le quedaban a los demás seres en el universo?

No había necesidad de solicitar tanto dolor para balancear un destino y hacerlo felices… Christian no lo creía así.

Y si él con las habilidades, posición y voz no podía hacer nada… Realmente no había mucho consuelo a como él lo veía desde un tiempo atrás en adelante.

Tan cansado de ser el Rey y no poder ser padre por completo. No poder proteger y velar por los valiosos seres que amaba. No tener la fuerza para pensar en su amor sin llenar su recuerdo de dolor y anhelo. No podía cuidar de la última promesa que hizo, ni de él mismo y encontrar algo de felicidad.

Todos los días era cada vez más pesado. Podía sentirlo en su cuerpo, su corazón, su determinación. Sin embargo, no renunciaría y dejaría abandonados a su suerte a sus queridas criaturas.

Si el Destino, los Dioses o cualquier Fuerza Superior querían jugar de esa manera, entonces que así fuera.

Christian mucho tiempo atrás, más del que quería contar, fue elegido para cuidar, guiar y ver por la raza de vampiros y renunciar a muchas cosas por la felicidad de la mayoría. No lo pensó en ese momento y no lo haría ahora, por sus seres queridos. Por su felicidad incluso si él negaba la propia…

-Vaya, vaya, Christian… ¡Semejante escenita! ¿Tu hijo no pudo encontrar algo mejor? Vaya destino el suyo.

-Déjeme decirle algo, Consejero… ¿Ese hombre? Kazuhiko Inoue es un ser extraordinario. Él no es consiente, y a ustedes no les conviene se entere. ¿Vio el daño que ejerció en el Rey Elfo? Poco sirve ahora el veredicto del Consejo, pues su castigo fue impartido por sus propias manos. Y a la joven solo recién la conoció… Ruego y no llegue el día. Las profecías son claras, y daría cualquier cosa porque no se refieran a nuestro Inoue… No presionen los límites, por favor. Usted, el Consejo, cualquier ser. Inoue es maravillo, puro, único. Y me mataría incluso a mí, si se llega el momento, ténganlo en cuenta. Les conviene dejarlo en paz, con nosotros y no intervenir… O será el fin de todo.

Christian endureció su mirada y se retiró, sin ver en absoluto a nadie. Sabiendo que la próxima vez en acompañar a su yerno en esas instalaciones, las cosas serían diferentes.

Ahora, y más importante… ¿Cuánto tiempo les tomaría a sus hijos dejar por un momento sus deberes para acudir a una pequeña fiesta para consentir y tranquilizar al querido Tercer Príncipe Consorte?

Antes muerto que permitir que alguien de su familia sufriera innecesariamente si él podía hacer algo al respecto.

 

 

-Me encargare en adelante. Puede liberarlas… -ordeno serenamente Sakurai, pero por dentro no se encontraba tan calmado.

El guardia del Consejo dudo un segundo antes de que Sakurai siseara mostrando sus colmillos. No estaba de humor para soportar estupideces, menos viendo a las dos jóvenes chicas temerosas y sumisas con malditos collares mágicos rodeando fuertemente sus cuellos.

En serio… ¿Qué eran, jodidas mascotas? A.B podía ser una kitsune, pero maldita sea si merecía ese trato de cualquiera. ¡Demonios, ningún ser merecía eso!

Inmediatamente fueron liberadas las atrajo a su cercanía donde podía protegerlas. Era irónico, de hecho, teniendo en cuenta que ambas contaban con un Poder considerable y en realidad no lo necesitaban si algún contratiempo se presentaba. ¿Eso de donde le era familiar?

Por supuesto tenía que ser. Inoue atraía a ese tipo de seres. Sakurai solo podía encontrarlo amargamente divertido.

Con una fuerte y amenazadora mirada alejo al guardia que arrastraba su lujuriosa vista en el cuerpo desnudo de la kitsune. Ella mantenía su forma humana por reglas del Tribunal, pero ahora a salvo ella estaba siendo deshonrada y Sakurai no lo permitiría.

Se desprendió de su capa y cubrió a la joven, pero ella solo sonrió con ese sentimiento que aun ahora le producía cierto desasosiego.

-Volveré a mi forma de descanso, amo. No preocupe más por mí. Solo pediría, si lo considera adecuado… ¿Mi señor Kazuhiko?- pregunto la kitsune sin voz, utilizando su alrededor. Sakurai evito su escalofrió y decepción.

-Termino siendo afectado por la influencia del lugar. Ahora duerme y esta de camino a Palacio…

La kitsune mostro preocupación, temblando y juntando sus manos entrelazadas debajo de su mentón. La Omega a su lado lucia devastada, alejada mentalmente, constantemente pasando su mano por la marca mágica que el Rey e Inoue crearon en su pecho para someter su Poder.

-Debo regresar a su lado… Mi señor me necesita… -A.B gimió y agito todas sus colas, brillando cada vez más fuerte. –Él no me permite influir en su fortuna, pero no puedo, no debo, no quiero mantenerme al margen ahora. Porque mi único deseo es que aquel que me acogió y protegió sea feliz… ¡No permitiré que sufra de nuevo! Aceptare cualquier castigo de su parte, amo. Dejare el lado de mi señor si él lo considera adecuado como castigo… Pero, por hoy y por este momento, por esa emoción… ¡No dejare que mi señor sea lastimado!

Sakurai solo dio un paso atrás cuando ella se trasformó en su verdadera forma, un hermoso kitsune animal glorioso y digno. Dio un sonido fuerte característico, reverencio con su cabeza a Sakurai, se rozó con la sorprendida Princesa Elfo y corrió a la salida, ignorando exclamaciones sorprendidas de personas ajenas aun en los pasillos.

-¿A… adónde va?- gimió Selenita preocupada.

-Con su señor… -susurro Sakurai sin emoción.

La chica le miro aturdida. Sin aviso cayo todo su peso de rodillas al suelo, atormentada y deshecha. Sus manos cubrieron su rostro y su llanto fue profundo, intenso y desgarrador. Todo su cuerpo mostraba el grande dolor que ya no podía mantener más en su interior.

-¡Lo lamento tanto!- grito ella agudamente. –Todo, mi señor vampiro… ¡Todo!… Yo… yo… yo… ¿Por qué simplemente e-esto no acaba?… Estoy… harta de… causar dolor… Ver… a quienes más amo… sufrir por mí… Tan, tan… cansada… Quiero que pare e-el dolor… Ya no puedo… No quiero… ¡Basta!

Ella estaba ahí sufriendo, pero Sakurai solo se apoyó sin fuerza en la pared atrás de él.

 

“Una Omega que solo tú entiendes, porque yo no lo hago. No pase por lo que tú…”

 

Lo debió haber visto antes, pero tan sumido en su propio dolor se cerró a otras observaciones que le dieran alguna pista de por qué Inoue sacrifico, lucho y se esforzó tanto por esa chica.

Ella era tan parecida a él, y sin embargo podía decir que saldría adelante con solo un poco más de cuidado y atención. De clases sobre control y conocer un poco de lo que la vida libre le podía ofrecer.

Pero Inoue era tan diferente. Salvando a aquellos que lo necesitaban, dejando algo de él. Continuamente sacrificándose. Su mente recordándole el pasado y las crueles palabras que le decían que no merecía ni podía alcanzar el perdón, quizá entonces proponiéndose que ningún ser a su alcance sufriera el mismo destino.

>>¿Qué idiota puedes llegar a ser, Inoue?<<

Tan idiota, ciego, necio, melancólico, e incluso incrédulo… Pero era su complemento, el guardián de su alma, el ser que más amaba y el único por el que valía la pena vivir con el dolor continuo en su pecho.

¿Cómo hacerle entender que la guerra había terminado y que debía bajar el arma? ¿Siquiera Inoue podía hacer eso?

Y Sakurai era su pareja, su alma gemela, su compañero para el resto de su vida. Alguien pensó que eso era lo correcto y así hizo lo necesario para que se desarrollara. Sin embargo eso ya no importaba.

Amar significaba sacrificar, ver por el otro y hacerlo feliz, porque la paz del ser amado era la propia, sin importar cuánto daño en el proceso se provocara. Al final, todo era recompensado por los robados momentos de felicidad a su lado. Eso creía fervientemente Sakurai.

Conocer a Inoue daba razón a sus creencias y le daba fuerza para continuar por su bienestar.

Estaba bien para él renunciar un poco a su personalidad, ser el dominante para él y mantenerlo a salvo. Seria su pilar, su cadena, su amante y su amigo. Seria lo que fuera necesario para verlo florecer en todo su esplendor que muy brevemente se le dio una pequeña muestra en ese tiempo en su mundo.

Basta de dejar que su compañero hiciera estupideces, de causarle dolor y causárselo él mismo. Basta…

-Detente, *shemani… -pidió Sakurai completamente exhausto, decidido y aturdido. –Si mi compañero te escucha decir eso, entonces no valdrá nada todo lo que ha hecho por ti. Solo cállate y acepta lo que ahora tienes. Esfuérzate por ser mejor, por vivir y disfrutarlo, por ser feliz y hacerte tu propio camino. Ya basta de permitir que otros te pisoteen. Mi Kypher od mi Sjol te dio una nueva oportunidad, no la desperdicies.

 

 

-Tengo hambre…

-Justo ahora las doncellas y el querido Sakurai fueron a encargarse de eso…

-¿Sakurai?- Inoue sonrió y se enrollo más en las sábanas, aun medio dormido. –Él se molestó tanto cuando al comienzo le llame así… ¿Es tonto? ¿No se supone que su segundo nombre aquí es ese, pero en Celes y otros mundos lo utiliza como apellido?

-Porque todos lo utilizan como apellido y forma de respeto, él no desea que usted se comporte igual, Kazuhiko-sama.

-Sip, él es un tonto… Mi tonto Destinado… -Inoue suspiro abriendo los ojos. Inmediatamente enfrente se encontraba el Rey riendo y notándose solo un poco sorprendido. -¿Qué fue lo que me sucedió?

-Fue influido por las protecciones del Consejo. Ellas afectan a los juzgados de diferentes maneras, y los encargados al parecer no tomaron en cuenta que sucedería entonces con una persona que fuera absuelta y aun continuara en sus perímetros… -gruño el Rey y miro un poco a la lejanía.

-Sí… ellos no ven o toman muy en cuenta su alrededor…

Inoue se reincorporo lentamente, sin saber que esperar de su cuerpo o energía, sin embargo todo estaba bien, e incluso sentía mayor fuerza, capacidad y su mente aclarada, cosa que desde que volviera del Bosque Mágico no sentía en plenitud.

-¿Cuánto he dormido?

-No se podría decir que durmió, Consorte; no obstante si en tiempo quiere una respuesta, usted ha estado en este estado por todo un ciclo completo lunar…

-Todo un día… -jadeo Inoue sorprendido. Recordando que básicamente un día en Azelleb podría medirse como dos en Celes, y su persona se había acostumbrado eso por más de una década… Vaya…

-No preocupe. Fue en mucho beneficio para usted, de hecho, Kazuhiko-sama. El agua por fin esta cristalina…

Curioso por semejante comentario, Inoue levanto la vista para ver al Rey observando la cabecera de la cama que Inoue compartía con Sakurai. Ahí en la cima, increíblemente equilibrado, un recipiente parecido a una palangana contenía agua clara y tranquila.

-La cambiamos varias veces, para al final purificarlo, Consorte. Todo sentimiento, pensamiento y acción que fue obligada en usted ha desaparecido. De usted y todos sus acompañantes, incluida la Princesa Arne.

-Ella… ¿Cómo se encuentra?- cuestiono Inoue preocupado, apartando el desordenado cabello en sus ojos.

-Mejor. Su futuro tutor aun no ha arribado, y temo no lo hará hasta dentro de unas horas, así que ella aun mantiene consigo el sello. También ha estado muy al pendiente de su estado, al igual que su sirviente… -El Rey señalo al lado de Inoue, y siguiendo el gentil gesto descubrió en la cama a la dormida kitsune en su estado de reposo, aquella larga cosa semejante a una serpiente peluda.

-Fue ella, ¿cierto? Quien me purifico…

-Es su servidora; es su placer cuidar de su bienestar, Consorte- sonrió el Rey.

-Servidora, ¿eh?…

Perdido en pensamientos paso la punta de su dedo índice por el suave y estilizado cuerpo de ella. Verdaderamente podía sentirse de nuevo dueño de sus pensamientos y emociones, sin ningún tipo de presión desagradable en su pecho que le impidiera respirar y le hiciera tomar decisiones precipitadas y drásticas. El monstruo en su interior, muy escondido y fuera de su alcance, como debía estar siempre.

El Rey Christian permaneció en silencio, respetando su momento de reflexión. Él se encontraba ahí, sentado en una de las butacas, tranquilo y con una de sus piernas sobre la otra. De alguna manera no lucia como el Rey imponente y dominante que mostro en la presencia del Consejo.

Inoue suspiro y abrazo sus rodillas, apoyando su barbilla y mirando la tranquila y callada habitación.

-Lo siento… por todo los problemas que le he causado, mi Rey… -por fin logro decir sin verlo. Alcanzo a escuchar un suspiro cansado y un susurro cuando se acomodó mejor en su asiento.

-No diga semejante tontería, Kazuhiko-sama. Por supuesto que fue una gran sorpresa enterarme de lo que haría, y más aun, un pesado momento tener que acompañarlo al Consejo y soportar su inconciencia y altanería, pero… francamente… No creo en culparlo cuando yo mismo habría reaccionado de similar forma. No idéntica, le doy todo el crédito de la impresionante batalla, pero cercano. ¿Por qué entonces juzgarlo?

-Usted es un Rey, yo solo un Consorte. Al menos ese fue el argumento del Consejo… -rio amargamente Inoue.

-Tonterías de quien no sabe en realidad todas las razones… Lo conozco, Príncipe Consorte, al igual que a mis demás hijos, y muchos de mis súbditos y demás seres. Ciertamente soy Rey, sin embargo también soy solo un vampiro más. Padre, amigo, consejero si así se me solicita… Familia.

-Mierda… -gimió Inoue en voz baja recordando lo último que le había dicho a Sakurai abordado por toda esa bruma mental que termino por llevarlo a la inconciencia.

-Yo esperaría una respuesta más favorable a mis palabras, Consorte. Pero si ese es su pensamiento… -bromeo el Rey ocultando con su mano su sonrisa divertida.

-¡Eso no!- exclamo Inoue un momento antes de darse cuenta como hablaba al líder. –Discúlpeme. Yo solo recordé que cometí más estupideces aun… Debo varias disculpas, y quizá regalos…

-Si se refiere a su compañero, mi hijo… conociéndolo, sabrá perfectamente la causa de su desplante y actuara sensatamente acerca de ello. No tiene por qué preocuparse sobre algo de lo cual no tuvo control en lo absoluto, Consorte, mucho menos cuando se trata sobre su Pareja Destinada.

-Un compañero de vida no debería soportar todas las tonterías que una persona pueda cometer… Menos Dai…

-Y una persona no debería torturarse innecesariamente… Depende de puntos de vista, Consorte. Le pido y tenga en cuenta que para nosotros, un Kypher od mi Sjol es un valioso tesoro invaluable que pasamos toda nuestra existencia buscando y esperando. Nos complementa, es nuestro todo, nos hace terriblemente felices, y su solo dolor es el nuestro. Perderlo es perdernos a nosotros mismos. Así fuimos criados, y así es nuestra naturaleza…

-No lo entiendo… -susurro Inoue escondiéndose entre sus piernas, uniendo en un fuerte agarre sus manos juntas.

-Es complejo explicar algo a una persona que no siente lo mismo… No necesita entenderlo completamente, Kazuhiko-sama. Ni complicarse en buscar razones, rutas y lógica. Ser una Alma Gemela y enlazarse se trata sobre todo de sentimientos, y el mayor responsable de ello es el corazón, no el cerebro.

-¿Cómo puedo entonces relajarme y aceptar todo sin antes pedirle aunque sea un consejo a mi cerebro? Se, con toda la certeza, que terminare lastimándolo si no lo hago.

-Y ahí radica todo el problema, Consorte. Por muy duro que suene en mis labios, la fuente de todo no es Sakurai, sus destinos enlazados, su raza o deberes ahora adjudicados a usted… Al final, lo que pone tantas barreras, es simplemente usted. Se trata sobre usted por completo. Lo que piensa sobre usted, lo que cree merecer, la realidad sobre los seres que le rodean, sus seres queridos, y un ser que lo desea y quiere permanecer a su lado. Es usted…

-Doble mierda…

Christian rio y miro con cariño a Inoue, inclinándose hasta apoyar un codo en su rodilla y a la vez apoyar una de sus mejillas en su mano, un gesto bastante particular en un hombre tan apuesto y poderoso.

-¿Me permite confesarle lo que sentí y pensé la primera vez en enterarme de usted en sueños?- solicito muy suavemente, con calma, gentileza, dulzura. Inoue solo parpadeo viéndolo.

-¿Por qué no?- gimió débilmente. El Rey perdió la mirada más allá de Inoue y su expresión recordó el pasado.

-Supe desde una edad muy temprana que nací para ser Rey. Lo acepte y me entrene. Una de las características visibles es el don de la clarividencia, y mientras me preparaban para el puesto, esa habilidad fue mejorando y aumentando. Vi guerras, personas y encuentros, cosas que podían cambiar el mundo, como interferir en una pequeña decisión casi sin importancia. Es de mi conocimiento mucho, pero en realidad no todo detalladamente. Es de este don, lo más frustrante, sobre todo cuando se dirige a algo que te perjudica directamente y a los tuyos.

>>En sueños observe a mi hijo siendo feliz y triunfando fuera de nuestro hogar, y eso no influyo en lo mínimo sobre mi bendición para él, porque lo que de verdad me importo fue ver su determinación y deseo. Saber, que su destino llevaba esa ruta para él, como para mi hijo más joven.

>>Una noche de sueño vi su encuentro en una oficina, y usted estaba ahí, de pie, analizándolo, sintiéndose perdido y notoriamente sorprendido. Observe… un ser puro, sensible y entregado, con miedo e inseguridades. Note… que mi hijo se encontraba tan confundido y alterado como usted. Ante ambos sin que dieran en cuenta ustedes o aquellos dos hombres y la joven que los acompañaban, sus lazos se encontraron por fin y comenzaron a enlazarse.

>>Llame al despertar a mi hijo y le pedí fuera a la Universidad Central por un encargo que fácilmente pude encargarme yo. Supe después del breve encuentro y sospeche sus planes aunque yo en mi predicción no lo sabía completamente. Deje que lo escrito tomara forma…

>>Años completos pasaron hasta que él me pidió consejo francamente desesperado. Todo había comenzado y sin saberlo ambos ya habían trazado claramente el desenlace. Semanas en Azelleb y yo volví a soñar con ambos, esta vez con usted desesperado y mi hijo preocupado. Tuve miedo, temí lo peor mientras notaba a mis otros tres hijos enfrentarlos fuera de mi alcance…

>>Los sueños solo son imágenes que se me presentan. Los vampiros normalmente no sueñan, y añadido a ello, yo en esa ocasión sentí… El nerviosismo de mis hijos, la desesperación de Sakurai por calmarlo… La determinación de usted y su decisión, que mientras observaba me fue fácilmente aclarada. Vi su mirada, tan pura y transparente aunque usted no lo note. Si sus destinos no habían sido marcados de esa manera, no quedo de otra por su causa, una acción que usted tomo plenamente consciente, feliz y seguro.

>>Advertí sobre ello a Sakurai sabiendo que ambos estaban juntos, y quede en calma cuando sentí a través de mi enlace con él que una promesa fue dicha por ambos.

>>Lamento tanto no volver a percibirlo como en aquellas dos ocasiones. Al conocerlo en persona y convivir todo este tiempo, fue la experiencia, sabiduría y contacto lo que me dicen mucho sobre usted. Aquellos sueños fueron especiales, claros y puros, sin máscaras, dudas ni temor. Ruego y una última vez ocurra el mismo evento…

El silencio se extendió cuando termino e Inoue se encontró sin palabras, pensamientos o emociones. Solo podía mirar en completo shock la sonrisa serena y cariñosa del Rey devolviéndole la mirada.

-Se pregunta, se tortura y lastima… todo en vano, temo decirlo. Su corazón ya ha decidido, solo es cuestión de que se tranquilice y encuentre la respuesta con el tiempo. El Palacio Original no puede llegar a ser su hogar aun, quizá, pero pretendemos transformarlo en el futuro, Kazuhiko-sama, créame. Le falta por ver mucha de la determinación de los vampiros. Y nosotros queremos que usted se sienta cómodo, seguro y feliz aquí y en cualquier lado. Velaremos por eso incluso contra su voluntad, lo lamento…

El Rey Christian miro la puerta cuando tocaron suavemente. Sin prestar atención a Inoue dio el permiso para que entraran, dejando que las doncellas de Inoue y Sakurai le sirvieran la mesa en la pequeña sala del cuarto. Las seis mujeres siendo muy profesionales y educadas sin mencionar el ambiente extraño que Inoue sin querer creo.

¿Pero simplemente que decir de semejante confesión?

Una parte de él continuaba comparando cualquier Rey con el único que conoció y convivio para su desgracia, aquel que uso su poder a beneficio y dejo de lado a su pueblo. El Rey que creo un asesino despiadado en su interior e irónicamente también ayudo a facilitarle su salvación a través de Miyagi.

Todos los pensamientos y emociones que sentía, y entonces aparecía alguien como el Rey Christian…

>>¡Los Dioses me ayuden!<<

-El Tercer Príncipe a la Corona me pidió le diese un mensaje si su Alteza se encontraba despierto… -pronuncio lenta y cuidadosamente una de las doncellas para Inoue. –Él me pidió le comunicara que una eventualidad de urgencia moderada ha surgido y le tomara un tiempo, aunque espera terminar pronto. Le pide, su Alteza, se alimente y relaje en su ausencia. En cuanto se encuentre sin obligación regresara a su lado…

Las seis mujeres reverenciaron al mismo tiempo y tranquilamente se retiraron sin esperar respuesta, cosa que en realidad Inoue no iba a dar. Él muy distraídamente de hecho la escucho.

-Bueno, yo también me retiro para dejarle descansar, Consorte. Espero que cualquier cosa que necesite no dude en pedirlo. Por favor recuerde que su felicidad y bienestar también radica en el nuestro propio. No porque sea el Príncipe Consorte y pareja de nuestro Sakurai, solo porque es Kazuhiko Inoue, un preciado y valioso hombre que amamos y queremos proteger…

El hombre se levantó y asintió lentamente con su cabeza, sonriendo luciendo casi satisfecho de tener mudo y en blanco a Inoue. Sus pasos ligeros, tranquilos y pausados dudaron en la puerta.

Colocando una mano en el marco, Christian hablo muy levemente por encima de su hombro.

-Ah, y lamento tener que ordenarle algo así, Consorte, pero no vuelva a pedirme perdón por realizar algo que su corazón le demando. Mientras merezca la pena ser realizado, y su determinación este en ello, yo siempre le apoyare. No soy su Rey en lo absoluto, soy su familia. Padre, si usted me hace el honor y desea aceptarlo.

El Rey se fue, la comida se enfrió y la noche cayó en plenitud, llenando de oscuridad la absurdamente amplia habitación… e Inoue no supo en todo ese tiempo como demonios reaccionar ante lo dicho por el Rey.

En su muy aturdida y desesperada cabeza, lejanamente y con la bruma volviendo, recordó a la persona que mejor le conocía, prácticamente sabía todo de él, y aun así lo amaba y cuidaba, aceptándolo con todos sus errores y mañas, jurando no separarse de él y siempre ser su amigo.

Se levantó tambaleante y en la mano que se apoyó en el colchón su kitsune preocupada se enredó de nuevo en su muñeca, dejando que Inoue inmenso en sus dudas llegara al apartado que Sakurai tenía en la estancia y manejara con torpeza el pizarrón electrónico, comunicándose con el único que podía darle un buen golpe y mostrarle la verdad sin tanta amabilidad.

-Hey, Inoue. Me estaba preguntando cuando llamarías…

-Miyagi… necesito con urgencia tu ayuda.

 

 

-Así que él por fin te declaro sus sentimientos y tú solo eres un idiota indeciso…

-Cállate, Miyagi. ¡No ayudas!

Inoue abrazo más sus rodillas, acercando sus piernas a su pecho. Había pasado horas hablando con Miyagi, por petición de él se alimentó mientras lo ponía al corriente, y ahora era el momento de que dijera su opinión. Inoue se quedó pensando si no era mejor solo desahogarse y ya.

-Vamos, vamos. No es el fin del universo. Solo estaba comprobando que en resumen ese es el problema…

-¡Sí!- gimió Inoue apagado por esconderse en sus piernas. -¡Soy yo él del jodido problema! ¡¡Todo es un problema por mi culpa!!

-Inoue… no te tomes así las palabras del Rey Christian. Dudo que él quisiera decir…

-Se lo que quiso decir, Miyagi… -lo interrumpió cansado y triste Inoue. -¡Pero tiene razón! Él fue honesto porque yo lo necesito, y no me culpa en lo absoluto. Soy yo el que me culpo, hago una mierda de todo… ¡Solo ayúdame!- suplico Inoue desesperado, levantando su rostro para verlo en la pantalla holográfica.

-¡Ya basta, Inoue! Solo te estas confundiendo más entrando en pánico. ¿Qué demonios te sucede? ¿Desde cuándo dejas que semejante estupidez te afecte de esa manera? ¡Deja de actuar tan imbécil y tranquilízate!

Inoue reacciono inconscientemente al tono autoritario de su amigo y colega. Esa voz que siempre fue una cadena cuando Inoue sentía su límite cerca y nunca le dejo caer en la locura. La misma que uso mucho tiempo atrás y le ordeno secamente que nunca atentara contra su vida.

Él tembló y se abrazó más cerca y con más fuerza, deseando desesperadamente que su mejor amigo estuviera a su lado para sostenerlo y guiarlo, físicamente, no a varios millones de años luz de distancia.

-¿Mejor?- pregunto gentilmente Miyagi después de un rato. Inoue solo asintió volviendo a esconderse. –Inoue… ¿Qué vamos a hacer contigo? Quiero decir, siempre fuiste necio y complicado, pero ahora… Estamos hablando de ligas mayores. Un compromiso extenso e íntimo. Lo lamento, no sé si tú o él estén preparados para eso…

-Eso ya no importa… Ya esta, irrompible, de por vida. Separarnos ahora es doloroso tanto física, como emocionalmente… Sin contar que él con el tiempo moriría…

-Sí, se sobre eso… -Miyagi vago pensativo la mirada y soltó un suspiro. –Así que… ustedes tuvieron, ¿qué? ¿Un par de meses de frecuentarse? ¿Un par de semanas de verse? ¡Y después sin reparo se casan! Llámame loco, pero el orden esta un poco apresurado, más para ti… No digo que para ese sujeto no, pero él creció escuchando sobre las Almas Gemelas y todo eso…

-Sakurai… su nombre es Sakurai Daisuke… -gruño Inoue irritado.

-Sí, sí. Sé cómo se llama… -Miyagi rio e Inoue giro los ojos.

-¿Me ayudaras o solo quieres molestarme, Miyagi?

-Ayudarte, dices… ¿En que, Inoue? ¡El Rey tiene razón! La respuesta la encontraras absurdamente fácil si te tranquilizas y sinceras contigo mismo.

-Yo esperaría una respuesta diferente y más amigable del hombre que mejor me conoce… -mascullo Inoue contrariado, apoyando su frente en sus rodillas. A sus palabras, escucho a Miyagi suspirar exasperado.

-Bien, vamos a ver… Te pondré en camino, ¿qué te parece eso?- El profesor se reincorporo en su silla, cruzo los brazos y exhalo. –Sakurai Daisuke, Tercer Príncipe a la Corona Vampírica, multimillonario, empresario, vampiro y hombre. ¿Cómo es él detrás de todos esos títulos?

La respuesta no le tomo mucho a Inoue y fluyo libre y sin complicación por su boca que embozaba una sonrisa.

-Dulce… Serio, tranquilo, sonriente. Preocupado, entregado… fiel. Siempre parece querer ponerme por encima de todo. Desesperado, frustrante, compasivo y decidido. Completa y desesperadamente comprensivo… Me gustaría que dejara de ponerme en tal alto altar y preocuparse por mi… -confeso débilmente al final.

-Bueno, comprende al pobre hombre- se bufo Miyagi con amargura. –Creció con la firme convicción de que en el universo, había alguien exclusivamente para él. Su complemento, su amado, su todo. Perderte es perderse en la locura y morir… No es tan animal y necesitado mi deseo, pero siento lo mismo por Shinobu, Inoue. Todo ese tiempo antes y después del juicio… fue una completa tortura el lidiar diariamente con la amenaza a mi más valioso tesoro…

-Lo suyo es diferente… -negó Inoue convencido. –Shinobu-chan es distinto. Yo no…

-“Merezco tal trato”…- termino fríamente Miyagi por él. –No te atrevas a pronunciar eso enfrente de mí, Inoue, porque es absoluta mierda. Viviste, luchaste y soportaste cosas muy distintas a Shinobu, pero eso no desmerita todo lo que hiciste. Por supuesto no mereces lo mismo que él, como yo o cualquiera en el universo. Son diferentes, pero para con las tonterías. Quieras o no, esta ahí, en ese maldito mundo de fantasía, tú recompensa por todo lo que hiciste. Y ahí esta el problema también de que quieras aceptarlo o no…

-¡¿Cómo me pueden decir tú y los demás lo mismo?!- grito Inoue ya completamente desesperado. -¡¡Él no lo merece!!

-Mira, cree lo que quieras, ¿correcto? Es ya asunto tuyo, Inoue. Pero tú lo dijiste, ahora son uno solo. Lo que tú hagas, decidas o pienses… él lo siente y experimentara, será afectado por eso. Rechazarlo ya no es como con todos los pasados hombres. Lo conoces, estas enlazado a él. El supuesto merecido sufrimiento, ese que crees fervientemente por una estúpida razón merecer y te infliges, ahora también lo impones a él.

>>No entiendo tu punto, Inoue- suspiro Miyagi cansado. –Estoy tan harto de que digas que debes sufrir y ser castigado. Francamente no entiendo por qué si todo lo que hiciste tuvo una razón, la mayoría de peso, y la otra parte ni siquiera fue tu culpa. Y ahora que Imi-nashi y todo lo demás se fue, ¡sigues con eso! ¿Por qué? ¿No has llegado a pensar que todo ya termino y ya pagaste? Con todos esos años atrás en que sufriste en silencio y soledad…

>>No te hagas esto, Inoue. Si se te dio una oportunidad así, no la desperdicies… Sonríes al hablar de él, y eso solo significa que te hace feliz. ¿No puedes detener tu auto desprecio por él y lo que tienen ahora? Ya no por ti, sino porque es él el que no merece sufrir porque la persona que más ama lo cree así.

-¿Me pides renuncie a lo creo durante toda una vida por él?

-Comprometerse con alguien tan profundamente como ustedes quieren, siempre trae un poco de eso, Protector.

Inoue soltó su respiración en una suave exhalación al escuchar las dulces palabras. Ahora, de eso estaba hablando cuando contacto tan angustiado a su amigo.

-¿A que temes, Inoue? ¿De verdad crees que no merece la pena, o que ese sujeto te haría daño?- intervino Miyagi lentamente, examinando a profundidad su reacción.

-¡Todo lo contrario!- gimió Inoue y rio agudamente. –Daisuke es… el mejor compañero que cualquier persona podría pedir. No solo es rico, apuesto y con poder, es… amable, gentil, amoroso… Es demasiado…

-Es gracioso escucharte decir eso, porque en esencia eres igual, Inoue- rio Miyagi, aunque un tinte amargo se escuchaba apenas perceptible. –Entregado, amable, necio, tranquilo. Haces siempre lo necesario por el bien de los demás y muy pocas veces piensas en tu propia seguridad, estando siempre para otros y dándoles confort. Creo que ese sujeto te dio una buena prueba de lo que nosotros siempre sentimos…

-Él también lo dijo… ¿De verdad soy tan imprudente?- cuestiono triste y preocupado.

-¡Demasiado! Lamentablemente me termine acostumbrando porque viví contigo siendo por completo Protector, sin embargo después, en esos diez años aquí en Celes… Inoue, creo que nunca te lo mencione, pero te admiro cuando entras en papel de profesor. Guías y proteges tan fervientemente a los alumnos, te ganas su confianza, ves por ellos. Tiempo después me di cuenta que eso redujo bastante la necesidad de imponerte como soldado. No fue hasta que encontramos a Shinobu y todo lo demás que necesitamos protección. Velas por todos nosotros de tal manera tan entregada, y es genial, pero nos gustaría que también vieras por ti y dejaras que te cuidáramos…

>>Al empezar aquí se redujo esa parte de ti que se ponía frente a las espadas y demás situaciones peligrosas. Fue gracias a Shinobu, Johnny-kun, Risako, Stravros, ¡demonios, Sumi! Ellos se quejaban tanto de que fueras tan impulsivo. Pensé en todas esas situaciones frustrantes y les di toda la razón. Tenías tu merito por todo lo que sucedió antes, pero… ahora no, Inoue. Tienes una familia, una pareja, toda una raza para pensar por tu bienestar.

-Tan difícil… -susurro Inoue pasando su mano por su largo y suelto cabello. –Siempre supe cual era mi propósito en la vida, y secretamente siempre quise morir protegiéndote, Miyagi… tal vez a otro ser. Y ahora esto…

-Las cosas cambian, incluso si no lo queremos. Naciste siendo un Protector, Inoue, y nadie te puede quitar eso. Solo… ¿Por qué no lo combinas? Ahora también puedes velar por la raza de los vampiros y todas esas criaturas que conociste. Ve también por tu nueva familia, por ese sujeto. No veo nada de malo mientras dejes que ellos igual te cuiden. Lo necesitas, después de todo lo que me has contado…

-Ya quiero que todos vengan para acá, así no te burlaras tanto de mí… -gruño Inoue.

-¡Para eso todavía faltan quince días!- se vanaglorio Miyagi feliz a expensas de Inoue, pero él solo frunció el ceño y lo miro sorprendido.

-Dormí todo un ciclo lunar… Aquí solo faltan unas horas… -jadeo sorprendido. Su colega solo se alzó de hombros.

-Diferencia de tiempo. Mejor para ti. Yo aún tengo que aguantar las quejas de Risako y Shinobu…

-¡Oye, te escuche desde aquí, viejo!- se oyó la réplica enojada de Shinobu. Miyagi volteo a donde seguro estaba el Chaton, su mirada enfadada mientras Inoue reía, feliz de que molestaran al profesor y escuchar a su otro amigo.

-¡Ne, Shinobu-chan! ¡Dale un golpe de mi parte ya que no estoy ahí!- grito Inoue para que su voz alcanzara al chico que no aparecía en los límites de la pantalla.

-¡Lo hare, pero también guardo uno para ti! ¡No hagas nada que provoque la cancelación del dichoso baile! ¡Ya preparamos todo para que al final no vayamos!

-Sí, sí. Lo prometo… -Inoue rio a carcajadas y sin darse cuenta toco el tatuaje en su dedo meñique, donde mantenía aun visible la marca que lo unía de manera especial con el chico.

-¿No ibas a reunirte con Misaki-kun? ¡No te metas en las conversaciones de los adultos!- gruño en juego Miyagi y después evito algo parecido a un libro flotando en el aire.

Inoue no dijo nada y solo rio, viendo y oyendo la discusión de la pareja. Había echado tanto de menos semejantes tonterías…

Al final se escuchó la despedida risueña del Chaton y el sonido de la puerta cerrarse. Inoue sonrió tranquilamente viendo aquel singular brillo permanente que Miyagi tenía en sus ojos siempre que se trataba de Shinobu. Conociéndolo tan íntimamente como solo Inoue, él sabía que eso era amor y felicidad.

Miyagi lo miro y se aclaró la garganta, tratando de borrar su expresión dichosa, solo logrando que Inoue riera más.

-Bueno, si ya terminaste tu crisis existencial, me gustaría me hables más de esa Omega tuya. Su raza es muy escasa, y honestamente me gustaría conocerla…

-Lo que yo quiera y decida es diferente a lo que ella quiera, pueda y deba, Miyagi. Justo ahora es muy inestable.

-Pero el Rey le consiguió un tutor, ¿no? Me sorprenda tú no la ayudes. Eres bueno en eso, o al menos lo fuiste enseñando a Shinobu y Johnny-kun…

-Les ayude con Poder, en el cual soy bastante bueno. No se casi nada de los Omegas… Además, ¿crees que mis adorados cuñados y pareja me permitirían afrontar una crisis de ella en una de las clases?- sonrió Inoue divertido.

-Me encantaría verlos tan desesperados por mantenerte fuera de peligro, algo que yo nunca logre- rio Miyagi. Inoue entrecerró los ojos antes de encontrarle gracia y acompañarlo en su risa, sintiendo claramente como un gran peso lo dejaba libre. Las últimas influencias que residían en él.

Miyagi lo miro reír con una dulce sonrisa. Él también lucia tranquilo de que Inoue ya estuviera en calma.

-Créeme, Inoue… Si solo dejaras de pensar tanto y te dejaras llevar por ese sujeto, las cosas serían más fáciles y tú encontrarías la paz necesaria para acabar con todo.

-Sakurai. ¡Su jodido nombre es Sakurai!- gruño Inoue temblorosamente, aguantando su risa.

-¡Sí, lo sé!- replico Miyagi y entonces ambos volvieron a reír por un buen tiempo.

 

 

Sakurai estaba más molesto de lo que quería. Casi toda la oscuridad de Azelleb la paso discutiendo con sus socios y empleados que sin importarles que él fuera el jefe, discutieron su decisión de poner a su hermano menor a cargo de la oficina principal en Claridad.

¡Demonios, él podía poner un mono en el puesto si quería, era su maldita empresa!

Llego a su habitación y dejo escapar un gran suspiro, tratando de tranquilizarse antes de pasar a ver a su compañero, que sabía, llevaba rato consiente y esperaba ver después de tanto tiempo.

Divertido, al entrar, Inoue se había quedado dormido de nuevo, ahora en el sillón enfrente del pizarrón electrónico.

-Lo lamento, chéri, pero tengo planes para ti despierto… -susurro Sakurai para sí y sonrió, dándose unos minutos en observarlo atentamente. Su dulce boca entre abierta, dejando salir casi sin sonido su respiración, su expresión relajada, su mejilla apoyada en uno de sus brazos apoyado en el brazo del sillón, su cabello ocultando parte de su rostro, sus ojos cerrados y luciendo en general encantador.

Inoue lucia tan impresionante, seguro y poderoso incluso mientras dormía, pero… ¿Quién diría que debajo de esa imagen casi perfecta e inocente había tantas inseguridades, experiencias y un asesino a sangre fría?

-Mon ame… si quieres dormir ve a la cama… -le susurro cariñosamente, inclinándose hacia él y depositando un suave beso en su frente, sonriendo cuando Inoue comenzó a despertarse.

-Dai… ¿Dónde estabas? ¿Qué hora es?- pregunto adormilado, tapando un bostezo mirándolo.

-Es temprano. Lamento venir hasta ahora, surgió algo en el trabajo… -Sakurai le sonrió, tratando de restar importancia al molesto contratiempo. -¿Quieres comer algo? El chef encargado de tu dieta ya debe estar en las cocinas…

-Incluso si Greg no estuviera, siempre hay alguien ahí… -susurro Inoue distraído, levantándose y estirándose, viéndose algo aturdido aun. -¿Me das unos minutos? No sé cuándo fue la última vez que me bañe, y no quiero saber la respuesta…

Sakurai rio e hizo una seña al baño. Inoue asintió y camino lentamente. Sakurai aprovecho el tiempo para él mismo cambiar su atuendo y tomar lo necesario para la sorpresa que le había preparado a Inoue.

Los minutos se hicieron largos mientras jugueteaba con el pizarrón electrónico. Escucho a las doncellas entrar respetuosamente tratando de no molestarlo al preparar la vestimenta de Inoue. Ellas habían perdido la batalla contra Inoue y solo lo ayudaban en su ropa y cabello, pero él se había negado desde el principio a que le ayudaran más.

Negando sonrió y adelanto en su trabajo, realmente luchando con la tentación de espiar a su compañero cuando entre abrió la puerta y las chicas le pasaron el conjunto.

-¿Pueden amarrar alto el cabello de mi pareja?- pidió Sakurai viendo por fin a las dos chicas encargadas de eso. –Fuerte, que no le moleste de ningún modo en el rostro… -dijo más explícitamente, sin entrar en detalles del por qué. Ellas dudaron un segundo antes de reverenciar y aceptar.

Inoue no menciono ni se sorprendió con el complejo y lindo amarre en forma de corona en la parte de atrás de su cabeza. Él lucia francamente aburrido viéndolas trabajar y colocar al final su corona a la que pronto dejaría de usar.

-¿Tienes planes para hoy?- pregunto Inoue al levantarse y dejar que una de las doncellas le pusiera la capa.

-Tengo planes para ti, ¿te sirve?- se burló Sakurai mirándolo de reojo. Inoue rio y agradeció a las mujeres su trabajo. –Vamos, primero come algo y después te guio…

-¿Mmm? ¿A dónde me llevara, Tercer Príncipe?- susurro provocativamente Inoue. Si solo supiera…

-Es una sorpresa…

Inoue pareció querer presionar más por una respuesta. Él también lucia más juguetón, libre y tranquilo de lo que Sakurai le había visto en semanas. Eso era un gran alivio para la preocupación de Sakurai.

Últimamente todo fue tristeza, reproches y daño. Ahora en Palacio, él esperaba las cosas volviera a la normalidad.

-Buenos días, Andrés… -saludo amablemente Inoue al guardia al final del pasillo y que custodiaba la entrada que llevaba a la zona de comedores.

-Buena mañana tenga usted, Príncipe Consorte, Príncipe Heredero- reverencio amablemente y con respeto el hombre.

-¿Y Josh?- se retrasó Inoue dejando que Sakurai sorprendido diera un par de pasos antes de notarlo aun enfrente del profesional soldado.

-El Jefe de Guardia le mando llamar. No tardara… -respondió lentamente con cuidado. Inoue sonrió.

-¿Eso quiere decir que todo resulto bien en su viaje?- cuestiono Inoue, provocando un curioso brillo en el guardia.

-De maravillosa manera, Príncipe Consorte. Agradecemos infinitamente sus deseos e intervención… -reverencio oficialmente el hombre, pero su sonrisa y sentimiento eran por completo genuinos y personales.

-¡Oh, vaya, para nada! Yo solo dije unas palabras sueltas a Brand-san. Pero me alegro de escuchar eso. Dale mis saludos a Josh a su regreso, por favor…

-Con gusto, mi señor- inmediatamente dijo él y volvió a reverenciarlo. Inoue sonrió y negó, volviendo a caminar hasta alcanzar a Sakurai.

-Perdón por hacerte esperar… -sonrió Inoue y tomo su mano. Sakurai asintió confundido y volvieron a su camino, él aun dándole vueltas a la extraña platica y trato de ambos.

El único en el comedor era Sebastián, enfrente de él un modesto plato de fruta. El Consorte se mostró tan aliviado y feliz de ver a Inoue que paso de alto su burla sobre estar solo ahí solo para comer tan poca cosa.

Sakurai solo los acompaño. No había comido ni alimentos ni sangre en días, pero no tenía ganas de ello, así que solo tomo vino y los escucho muy lejanamente, perdido en pensamientos. Su atención solo atraída cuando Inoue rio junto con la mujer mayor y el chico que estaban atendiendo a ambos Consortes.

-¡Como me habría gustado ver su expresión!- decía Inoue haciendo reír más a los sirvientes. –Dino-san se vanagloria en su habilidad. ¿Y viene Mary-san a gustar más en ese platillo?

-No fue esa mi razón principal, Príncipe… -rio la mujer dulcemente, tapando su sonrisa con una mano y con la otra sosteniendo la jarra que tenia el jugo que Inoue estaba bebiendo. –Lo hice solo para ayudar. Yo no esperaba que los visitantes a quienes fue llevado el platillo fueran de mi propia raza…

-Entre razas se entienden. Solo un cambia-formas ave como usted podría apreciar sus formas, Mary-san… -rio el otro chico de servicio, esta vez incluso haciendo reír a Sebastián.

-No solo ellos… -intervino Inoue con risitas. –Yo fui el primero en dar visto bueno, así que espero mi parte del crédito… -jugó con un puchero y los sirvientes se apresuraron a asentir sonriendo.

-Para agradecerle permítame cocinarle la entrada en la cena, Príncipe… -pidió amablemente la mujer, mirando con tal dulzura a Inoue que lo extraño.

-¡Yo también ayudare!- exclamo el otro chico y tomo el plato vacío de Inoue.

-Entonces solo me queda aceptar. Lo estaré esperando con ansias. Gracias, chicos…

-No tiene nada que agradecer, Alteza. Por favor, disfrute del resto de sus alimentos… -reverenciaron ambos y se fueron a las cocinas.

-¿Eh? ¿Y a mí nadie me cocinara?- se quejó Sebastián con una sonrisa. Inoue rio y Sakurai solo los miro sorprendidos.

¿Desde cuándo Inoue se había acercado tanto y tan gentilmente con los empleados?

Sakurai se sintió culpable. Él había nacido y vivido mucho tiempo en el Castillo, pero no podía recordar los nombres de todos los empleados con los que directamente mantenía contacto, pero Inoue…

¿Por qué de hecho le sorprendía? Él era así de amable y accesible. No había nacido en la realeza y podía convivir con los sirvientes sin problema, y su presencia siempre tranquila y atenta seguro los hacía sentirse cómodos y a salvo, ganándose su confianza fácilmente.

En ese momento se sintió más atraído hacia su pareja de vida.

-Listo, termine. ¡Gracias por la comida!… ¿Ahora me llevaras a mi sorpresa?- susurro lo último el profesor, sacándolo de pensamientos. Sakurai suspiro interiormente.

-Vamos, es un recorrido algo largo…

Inoue se levantó y ambos se despidieron de Sebastián que continuaba acaramelado con una taza de café.

De la mano salieron y recorrieron varios pasillos y secciones, Inoue de vez en cuando saludando de pasada a un guardia, sirviente o doncella. Había personas que Sakurai ni siquiera recordaba haber visto nunca.

Algo que le llamo también la atención fue que, aunque la noticia de lo sucedido en el Bosque Mágico se extendió rápidamente por todo Azelleb mismo, ninguno de los empleados miró diferente a su compañero. Todos lo trataban amablemente, con respeto y admiración.

Aunque Inoue se preocupó demasiado por sus actos, en realidad solo obtuvo el apoyo de todo el personal y habitantes del Palacio, tanto como de los Aquelarres mismos.

Inoue veía la situación por lo que fue y era lo preocupante, una momento donde él perdió el control, se mostró cruel, despiadado y frio. Dejo salir al monstruo, dañando a muchos inocentes en su desplante. Sin embargo, cualquiera que no conociera a plenitud la historia y pasado de Inoue, solo estaban admirados y le tenían más respeto por su intervención a tiempo. Ellos lo veían como un ser puro y piadoso, que solo vio por los elfos y los ayudo.

Lo que los vampiros y fye pensaban no se alejaba demasiado de la realidad, pero en plenitud, Inoue solo había ofrecido su ayuda a aquel pueblo simplemente porque Selenita se lo había pedido, diciendo que ellos no eran los culpables. De ser plena decisión de Inoue, toda la gente hubiese muerto porque vieron el maltrato hacia la Princesa y no intervinieron en lo absoluto. Claro que todo eso se mantenía en secreto de personas ajenas.

Sakurai no sabía si sentirse preocupado de que Inoue se llegara a enterar de la opinión pública y su remordimiento posterior, o el hecho de que él parecía ignorar a propósito la cuestión.

Esperaba tan desesperadamente que Inoue no se hiciera más problema con eso.

Sakurai mismo ignoro todo cuando su cuerpo ajeno a su confusión siguió el camino correcto, llevándolos a una parte alejada y silenciosa del Palacio. Apenas había alguien por ahí, haciendo del lugar un poco descuidado e inquietante, algo que Inoue noto y se movió inquieto mirando a todos lados.

-¿A dónde me llevas, Dai?- pregunto dudando cuando Sakurai lo guío a unas escaleras que bajaban y bajaban.

-Adivina… -susurro Sakurai pretendiendo jugar para tranquilizarlo. Le sorprendió que Inoue le respondiera y acertara, además.

-A las mazmorras… ¿T-tienen mazmorras por aquí?- jadeo. Él paro y dio una vuelta completo mirando el oscuro sitio al que llegaron, muchos pasillos de desnuda piedra lisa negra, atenuando la negrura infinita con antorchas en las paredes cada pocos metros.

-Tenemos- sonrió Sakurai y lo volvió a tomar de la mano, guiándolo. No existían muchas señales para ubicarse en tal deprimente lugar, pero él había hecho bien su tarea e investigo con antelación. También hizo otros arreglos.

-¿Y porque me traes aquí?- pregunto Inoue nervioso, pero extrañamente continuando a su lado. –Este lugar parece una prisión, y… No me traerás para enseñarme un prisionero peligroso, ¿o sí?- gimió Inoue. Tanto si estaba un poco asustado, su voz sonó interesada.

-No, chéri. Nosotros no solemos mantener prisioneros en este lugar salvo en casos muy especiales. Entenderás que con toda la realeza viviendo aquí eso no es aconsejable…

-Vale, ¿entonces…?- Inoue dejo en el aire su pregunta cuando cruzaron un pasillo y al dar vuelta se encontraron con un soldado armado, vestido más reglamentariamente, con expresión dura, pero al verlos solo los reverencio y se retiró sin palabra. –Oficialmente estoy integrado y un tanto preocupado, Dai…

-¿Confías en mí?- pregunto Sakurai deteniéndolos, tomando su mentón para hacer que Inoue le viera. Él solo sonrió y acorto la distancia, besándolo.

-Con todo mi corazón… -susurro sin separarse completamente. Sakurai olvido el exterior y lo acerco más, tomándolo por su nuca y devorando sus suaves y dulces labios tentadores.

-Te tengo una sorpresa… -exhalo Sakurai al dejarlo libre, aturdido tanto como su pareja.

-Me gustan las sorpresas… -musito Inoue débilmente, provocándolo con su rubor, sus labios brillosos e hinchados y sus ojos llenos de lujuria. Tuvo que gritarse interiormente varias veces que tenían que seguir avanzando.

-Ven… -gimió controlándose a medias, jalándolo con prisa.

En solo unos minutos llegaron ante el último guardia, el que estaba detrás de un escritorio modesto y viejo, luciendo muerto de aburrimiento y casi cabeceando. Él se reincorporo muy bruscamente al verlos y los reverencio, con educación retirándose a un desconocido lugar.

La mirada de Inoue siguió curioso al hombre, sin mirar a donde Sakurai lo llevo. Cuando fue consiente fue muy tarde, pues Sakurai ya había cerrado la puerta principal y lo llevaba a una de las últimas celdas al final del pasillo.

-Confió en ti, mon amour, pero si pretendes encerrarme para siempre en una prisión, tendremos problemas… -susurro Inoue nerviosamente. ¡E increíblemente siguió avanzando hasta entrar a la celda! Gracias a los Dioses sabía con certeza que Inoue solo lo seguía tan ciegamente a él.

-Hace tiempo cuando nos conocimos, la primera vez que fui a tu departamento a cenar, recuerdo muy bien que te pusiste muy nervioso cuando me topé con cierta habitación cerrada… -Sakurai sonrió al ver el sonrojo de Inoue, tanto por lo que decía, lo que miraba en la estancia y porque le estaba lentamente despojando de su capa.

-Dai… esto… -susurro Inoue, su respiración comenzando a alterarse, su cuerpo vibrando de anticipación.

-Y luego todos esos sueños que he alcanzado a ver… No fue que espiara, pero ya sabes, por nuestro enlace… -aclaro inocentemente, aunque sus palabras eran verdad. –Yo empecé a sospechar, y con el tiempo me diste la razón, así que pensé que no debíamos desaprovechar esta oportunidad antes de irnos…

-¡E-estas loco!- rio Inoue con complicación. Sakurai le sonrió divertido y lo rodeo por su cintura, colocándose atrás de él y haciendo que viera todo el lugar.

-¿Lo estoy? Parare y nos iremos en cuanto lo digas, Kypher od mi Sjol… -susurro roncamente en su oído. Inoue solo gimió largamente, estremeciéndose.

-¿Y si nos descubren?- pregunto, al mismo tiempo apoyándose en su cuerpo sin fuerzas. Podía sentir su aceptación aparecer poco a poco.

-Lo sospechas, ¿no? No hay ningún guardia en varios metros. Hice todos los arreglos correspondientes… -confeso, terminando por besar su cuello, a solo tortuosos centímetros de donde siempre bebía de él. -¿Y bien, chéri?

Su compañero se removió indeciso y nervioso, derritiéndose con sus sutiles provocaciones.

-Estas loco… -volvió a decir, solo que esta vez se volteo, rodeando con sus brazos su cuello comenzando un erótico y húmedo beso que los hizo entrar en calor.

Antes de olvidar sus planes y poseerlo simple y normalmente, Sakurai lo separo de él y tomo su muñeca, guiándolo firmemente a la pared del fondo, donde iluminado por dos pequeñas antorchas de velas, se encontraban un par de cadenas unidas a la piedra, terminando las dos en grilletes grandes y fuertes.

-Las ataduras fueron creadas para prisioneros paranormales, así que contienen sortilegios y materiales especiales. Si quieres que te libere, dímelo mentalmente. No luches o solo te harás daño… -advirtió gentilmente.

Inoue no lo miro, el solo mantenía su rostro agachado, ocultando su sonrojo. Lucia nervioso y emocionado en partes iguales, pero dejo todo el control a Sakurai, algo que él agradeció infinitamente.

No solo era algo para complacer los deseos de su compañero, también era una prueba para Sakurai, cerciorarse de que se sentía cómodo en ese tipo de circunstancias y si continuarían en el futuro.

Y con ansias esperaba que sí. Todo esos preparativos y expectativas, anhelos y reacciones lo estaban afectando.

Con un poco de brusquedad tomo a Inoue por su cintura y un brazo, besándolo desesperadamente hasta robarle el aliento. Hizo todo en su poder por hacerlo perderse en el deseo y no olvidarse él mismo. Se trataba solo de tranquilizar a Inoue, no de perder la paciencia.

Logrando su propósito al mismo tiempo llevo al perdido hombre hasta la pared. Lo apoyo largo rato ahí, besándolo y acariciándolo, desnudándolo sin ver, agradeciendo que ese día en especial Inoue llevara una túnica bastante simple de botones fáciles de abrir.

Tomo la parte trasera de su cuello e hizo que Inoue le diera el espacio suficiente para besarlo y lamerlo, torturándose él mismo al sentir tan claramente su sangre fluir sin poder probar aun.

Se desquito tomando sus dos brazos, recorriéndolos suavemente hasta elevarlos por encima de su cabeza, solo apoyándolos suavemente en la pared por sus propias manos. Inoue soltando pequeños quejidos y moviéndose inconscientemente para acercarse más a él, no lo noto plenamente.

Tomo ambas de sus muñecas con una mano y la otra dejo que vagabundeara por su cuerpo ya desnudo. La ropa estaba en el suelo, de alguna manera la túnica evitando que Inoue separara sus pies.

Acallo sus sensuales gemidos en un beso cuando rodeo con firmeza su erección. Solo la sostuvo, para queja de Inoue, pero podía sentir claramente su excitación al borde con solo unas pocas acciones.  

-¡Dai!- jadeo su profesor al separarse del beso, perdido y disfrutando. Él se movió en contra de su mano, pero Sakurai le dio un apretón fuerte a sus muñecas y pene, advirtiéndole.

-Mantente quieto y serás recompensado… -susurro y le sonrió misteriosamente. Las gemas azules de sus ojos brillaron de emoción y asintió lentamente, casi hipnotizado sin poder apartar la vista después.

Sakurai se permitió unos segundos para admirarlo de esa manera tan intensa. Había lujuria, desesperación y sumisión, pero incluso en su estado y en la situación, Inoue continuaba mirándole con cariño, confianza y alegría. Eso fue lo que le dio ánimo a seguir.

Hizo ruido a propósito con las cadenas para llamar su atención y hacerle constancia. Inoue jadeo sin aliento, estremeciéndose cerrando los ojos, su cara llenándose de calor y placer.

Con cuidado lo sujeto a las cadenas al nivel exacto para mantener en alto sus brazos y que no pudiera moverlos mucho. La pared y el material de las ataduras eran fríos, pero Sakurai sabía con perfección que ese tipo de cosas nunca molestaban al Maestro de Hielo.

Lo único que Sakurai vio con satisfacción fue el éxtasis de Inoue al ser sometido.

-Yo solo te inmovilice y ya estas así… -se burló, volviendo a tomar con cuidado su excitación dura y goteando. –Me pregunto cuan perverso eres en realidad, Inoue…

Su amante solo gimió, dejando caer su cabeza a la pared atrás de él. Sus ojos seguían cerrados, disfrutando de cada cosa que Sakurai le ofrecía, por muy corta, breve o sutil que fuera. Dejándose a completa merced suya.

Recompensando su buena conducta, Sakurai se dejó caer de rodillas y lo tomo en su boca. Muy lentamente, dejándole sentir con exactitud cada movimiento con su lengua y labios, tomándose su tiempo en recorrerlo por completo, saborearlo y complacerlo, siempre deteniéndose a tiempo cuando lo sentía en el abismo mismo.

Sus gemidos y gritos resonaron perfectamente en toda la sala. Inoue se movía inquieto, perdido en su placer. Él tomo con sus manos las cadenas y apretó con fuerza, luciendo completamente seductor en la manera tan provocativa con la que se meneaba asaltado por deliciosas sensaciones, mas nunca empujándose, solo aceptando con deleite.

Espero hasta que Inoue lo miro jadeando y abrumado para sonreírle complacido. Beso y lamio su pierna, raspando con sus colmillos. La amenaza de morderlo lo prendieron más, pero Sakurai solo lo provoco, separándose después y reincorporándose, dejándolo confundido y anhelante.

Sin prisa tomo la ropa descartada y se la llevo con él, dejándola en el único banquillo que había. Al lado estaba un armario viejo y grande que en siglos no se usaba, desde que el Consejo aprobó una ley en contra de la tortura en interrogatorios de prisioneros. Pero ahora Inoue no era torturado ni era prisionero.

Abrió el mueble de doble puerta y tapo con una de ellas la vista de su pareja insatisfecha. Podía escuchar su desasosiego y movimiento incomodo por su estado inconcluso, sin embargo él se tomó su tiempo en escoger.

Mirando de reojo a Inoue tomo uno de los látigos más largos y simples, de varias colas. Su profesor no lo veía, su cabeza estaba caída y sus ojos perdidos en el suelo, aun sujeto a la pared y aparentemente indefenso. Ayudo que estuviera así para que no viera que tomo del armario.

Busco en sus bolsillos y saco una cinta que normalmente Inoue usaba en su atuendo, pero que había tomado con anterioridad. El movimiento añadido a que comenzó a caminar atrajo la mirada de Inoue. Demasiado tarde, ya cuando estaba justo delante de él, Inoue vio el látigo y sus ojos se abrieron con sorpresa.

-¡Daisuke!- jadeo, lamiendo sus labios, su voz combinada con una queja suplicante y una exclamación de sorpresa.

-Te lo diré de nuevo, cuando quieras podemos parar… -le recordó, solo que acompañando su susurro paso las delgadas tiras de piel por el cuerpo claro y suave de Inoue, cubierto de sudor y reaccionando a la acción. -¿Quieres continuar, chéri?

Inoue solo atino a asentir rápidamente. Sakurai sonrió mentalmente por su reacción, encontrándolo encantador.

-Recuérdalo, cuando sea demasiado, dímelo a través de nuestro enlace… -Sakurai se acercó y con seguros movimientos amordazo la boca de Inoue con la cinta, que justo en medio realizo un nudo complejo para formar una bola que Inoue sin oposición rodeo con sus labios. –Estaré revisando tus sentimientos también, Inoue… -aviso por ultimo antes de besar su mejilla y guiarlo a darse la vuelta.

Inoue se estremecía por completo. Sakurai se encargó de tranquilizarlo pasando sus manos y labios por sus hombros y cuello, bajando progresivamente en su espalda y trasero, tocando e incitando, solo molestándolo y nunca ofreciéndole exactamente lo que evidentemente ansiaba.

Teniéndolo de nuevo perdido en deseo, Sakurai se separó y volvió a pasar el látigo tranquilamente por su cuerpo, solo que ahora centrándose en su espalda y parte baja, acariciándolo con lentitud. Le dejo sentir la textura y como se sentía en su piel, haciéndolo encogerse en ocasiones.

E inesperadamente sin aviso dejo caer con fuerza el primer golpe.

El látigo silbo en el aire antes de golpear su espalda, Inoue grito amortiguado por la mordaza y su cuerpo predeciblemente se inclinó hacia adelante, sin mucho espacio para ello impedido por la pared. Rojas líneas se marcaron sin complicación donde las tiras hicieron contacto.

Sakurai miro ausente al tembloroso hombre antes de pasar la punta de sus dedos por las mismas marcas. Inoue se removió inquieto, soltando ahogadas quejas. Sus piernas se movieron en su incomodidad y él apoyo brevemente su frente en la fresca pared, jadeando y reaccionando a cada movimiento.

Le tomo unos segundos descifrar los sentimientos de Inoue, tranquilizándose cuando el dolor no fue insoportable y las señales del látigo comenzaron a desaparecer después de un breve tiempo, ayudadas por el poder de curación que Inoue poseía y fue precisamente por ello que Sakurai accedió a todo.

Volvió a pasar las tiras por la carne maltratada, solo que esta vez en lugar de tomarse su tiempo así, volvió a blandir el látigo, dos veces seguidas en diferentes lugares.

Sakurai se detuvo y jadeo cuando olio la sangre de Inoue. Los gemidos de Inoue, como se retorcía, el aroma de su sangre y excitación, todo lo estimularon. Deseo terminar con todo y tomarlo ahí mismo, pero paro a tiempo sus pensamientos y concentro toda su atención en continuar, siguiendo un similar asalto, alternándolo para que él no adivinara lo próximo en venir.

Convino sesiones fuertes y seguidas, con golpes más suaves y caricias. Sakurai esperaba pacientemente a que una o dos heridas se cerraran antes de volver a ejercer un impulso mayor. De vez en cuando pasaba las yemas de sus dedos y recogía un poco de sangre, lamiéndola, calmando su hambre y ansiedad.

Inoue ya estaba enloquecido. Quizá por los agarres, por la experiencia o porque simplemente estaba demasiado aturdido, él continuaba quieto, gritando, retrasando su culminación incluso si cada vez era más difícil para él.

Tan impaciente por obtener su propia satisfacción Sakurai dejo de controlar su fuerza. Una y otra vez golpeo con brusquedad y rapidez, cubriendo toda su espalda y pintándola del negro de su sangre.

Muy lejanamente lo escucho terminar con un callado grito, sin embargo no paro ni dudo un segundo hasta cansarse, cuando su respiración era dificultosa, jadeante e innecesaria. Fue entonces que dejo caer el látigo y lo tomo por su cadera, inclinándose y lamiendo la sangre que caía libremente seductora.

Tomo con gula, extendiendo su lengua recolectando el dulce néctar. En su recorrido las heridas se curaban al instante sin dejar cicatriz, y también provocaban en Inoue perdición y éxtasis insoportable de tolerar.

No era el morder de un vampiro lo que provocaba un orgasmo o placer extraordinario, en realidad era el contacto de la saliva de un vampiro en la herida abierta, las hormonas que el vampiro producía al hacerlo, y si todo ocurría correctamente, el deleite era mayor si su pareja misma se encontraba en excitación en ese momento.

Sakurai tuvo muy en cuenta todo eso en el instante de disfrutar de su sangre.  

Perdió la cuenta de cuánto tiempo estuvo en esa posición o en que nivel de perdición estaba Inoue, solo sabía que al reincorporarse su compañero apenas podía respirar, su cuerpo flojo se dejaba caer y solo era detenido por sus ataduras. Temió por un segundo que se hubiese desmayado, pero sonrió cuando cuidadosamente él lo miro por encima de su hombro, su mirada tan brillosa y satisfecha como nunca la había visto.

Sus ojos estaban anegados en llanto de placer y entrecerrados, saliva escurría de su mordaza, su rostro entero lucía un rubor evidente. Su cuerpo era asaltado aun por temblores de éxtasis, relajado y cansado.

En ese preciso momento toda fantasía erótica que hubiese tenido en su vida tomo forma real en una sola imagen.

-Tan hermoso… -susurro sin aliento Sakurai, desviando su mano hasta rodear la estrecha cintura, acercándolo a su cuerpo. Dado que Inoue estaba un poco inclinado por la fatiga, su cuerpo encajo en perfectamente de la manera que deseaba con locura. –Ahora viene esa recompensa de la que te hable al principio… -rio en su oído. Inoue pareció también reír, pero por la cinta en su boca no se distinguió muy bien.

Utilizo a su favor que mantenía de espaldas a Inoue y busco de nuevo en sus bolsillos. No le dijo nada y solo se dedicó a depositar suaves y tiernos besos en su cuello y el inicio de su espalda.

De donde encontró paciencia para tomar todo tan lento no lo supo, pero más tarde se felicitó por eso.

Derramo en el guante especial traído de Celes el lubricante que ya desde años atrás tenia, y nunca uso. Se alegró de comprarlo entonces, más aun que fuera Inoue quien lo hiciera utilizarlo.

Él gimió y se agito cuando Sakurai separo sus nalgas y vertió el frio líquido. Este hizo su trabajo rápidamente ayudado por el ánimo que ya tenía Inoue, quien se inclinó más y gimió necesitado. Sakurai solo le dio una pequeña advertencia antes de comenzar a empujarse muy lentamente en su interior, inseguro.

Inoue lo acepto sin complicación. Rodeado por el delicioso calor, humedad y estreches, el control de Sakurai desapareció y comenzó su asalto sin control, buscando su propia liberación tan fuertemente retenida por mucho tiempo.

No olvido a su amante y rodeo su miembro de nuevo interesado. El guante facilitando las cosas con el lubricante aun en él, facilitando las cosas, añadido vibrando otorgándole sensaciones por completo diferentes.

Conforme sus empujes perdieron coordinación dejo de impedir su culminación. Inmediatamente él grito y se curvo, dejando a su vista aun hambrienta su cuello. Sakurai dejándose tentar lo mordió una vez más, dejándose ir.

Les tomo bastante tiempo calmarse a ambos. Mientras Sakurai agitado se encargaba de soltarlo se sorprendió de escucharlo reír. En su cabeza pasaban una serie de diversos pensamientos que lo aturdieron.

Inoue al final se decidió por uno que inquietaba a Sakurai.

-Lamento tanto que estés obligado a permanecer a mi lado toda la eternidad, pero… yo lo agradezco… Todos terminaron diciéndomelo. Que debía ser feliz, aceptar esto. No pensar de más y solo agradecer. Creo... que debo hacer caso por fin.

-¿Chéri?- gimió Sakurai sorprendido.

-Me pediste una oportunidad, y ahora te pido lo mismo. Dame... solo un poco más de tiempo... No podre soportar nada si tú no estás a mi lado... Hicimos un acuerdo, una promesa, tomamos una decisión de estar juntos hasta nuestra muerte... ¡Y no quiero faltar a eso!... Así que solo dame un poco más de paciencia, por favor... Te prometo ser fiel a mi corazón y decírtelo en el momento en que me decida.

-Inoue… -exhalo su risa Sakurai, cansado, exasperado, divertido. -No importa que hagas, cuan sucio estés, yo siempre te amare. Nada impedirá que siga amándote. Y sé que eso no es lógico, pero lo que siento por ti tampoco lo es, así que esta bien. Nunca me cansare de decirte que solo por ti esperare eternamente… Así que no te preocupes… Toma el tiempo que desees. Esperare pacientemente por ti, porque mientras, yo ya te tengo solo para mí…

 

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

*Shemani: Lei en un libro que significaba "joven", asi que lo adopte y sera parte del lenguaje elfico :3
Claro que el termino no es mio, total credito a Amylea Lyn~

 

Y asi acaba el ultimo capitulo de este año...

 

¡Millones de gracias por pasar este año leyendome y comentandome!

No puedo llegar a decirles cuan felices me hacen que continuen conmigo. Espero y siga asi por un tiempo muy largo :3

Muchos buenos deseos para ustedes y todos sus seres queridos <3

Cuidense mucho. Nos leemos el proximo año ;)

 

Christal.


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