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El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

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Notas del capitulo:

Odio ser una adulta. Me impide actualizar cuando quiero D:
Pero bueno, de recompensa un capitulo muy largo y con muchas emociones ^^U

Disfrutenlo mucho~

Dedicado a Alice, dulce mujer que tiene paciencia infinita ;-;
Y a "Elly". Te extraño, amiga *^*

Capítulo 29: “Creo que después de todo lo que sucedió hoy, ya puedo tratar con calma la dichosa fiesta…”

 

El día especial había llegado por fin. Todo el mundo estaba en ello y un aire de expectación y emoción era casi palpable por todo el Aquelarre Principal.

Sakurai por sus constantes viajes fuera de Azelleb no tenia la fecha exacta, pero era bastante de la última vez que se hacía una fiesta tan grande en el Palacio. De que tantos variados líderes aceptaban la invitación con agrado.

Inoue era bien conocido ahora como el más notable Consorte en siglos. Su corta estadía en Azelleb le basto para ganarse el favor, respeto y amistad de varios seres, líderes y demás personas. Sus acciones lo hacían famoso desde poner en su lugar a un vampiro de alto rango militar, hasta su reciente hazaña con un Rey.

Toda la sociedad paranormal quería conocer al célebre nuevo Príncipe Consorte.

Él estaba orgulloso y feliz por lo que Inoue sin esfuerzo consiguió. Y aunque en realidad era el primer no vampiro en entrar a la familia, toda la preciada raza de Sakurai ya amaba y respetaba a Inoue. Eso lo tranquilizaba y hacia feliz.

Tanto si ese baile en realidad era en su mayoría burocracia para presentar formalmente a Inoue, muchos veían la ocasión como una simple fiesta para honrarlo y mimarlo, hacer que fuera la estrella y luciera como el magnífico ser que era. Que todos fueran testigos de la buena suerte que los vampiros tuvieron de adoptarlo.

Claro que también estaban los pormenores que hacían de ese día frustrante y molesto.

Todo debía salir perfecto, lindo y adecuado. Muchos líderes de razas importantes y en términos tensos con ellos acudirían, añadidos otros tantos que siempre buscaban excusas para criticar. A todos debían callar y mostrarse pulcros, sin cometer errores.

Toda la mañana mientras a Inoue le hacían prueba de atuendo y le enseñaban el ritual y protocolo a seguir, él estuvo de un lado para otro arreglando cosas, acudiendo a pláticas e involucrándose con los arreglos que no eran pocos. Él en determinado momento tuvo que pararlos drásticamente o nunca llegaría a ver a Inoue hasta el baile… e incluso entonces tampoco, pues ambos estarían relacionándose con los invitados.

Puso de excusa el futuro arribo de la familia de su pareja y se alejó. Ellos no vendrían de Celes hasta dentro de un poco de horas más, pero Sakurai corrió a su compañero como si fuera lo contrario.

Al encontrarlo, Inoue parecía también luchar su batalla con las doncellas, que insistían en que las acompañara.

-¡Haru se ofreció a terminarlo por mí! ¡Vayan con él, por favor!- pedía casi desesperado. A Sakurai le llamo la atención que trajera consigo una cesta para llevar alimentos.

-¡Pero Príncipe, por favor!- exclamo una de las mujeres tan alterada como Inoue.

-¡No! Ya hice todo lo que ustedes me pidieron, chicas. ¡Dijeron que me dejarían ir después!- Inoue se apartó el poco cabello que cayó en sus ojos al expresarse y con la acción vio a Sakurai. -¡Miren, ya está aquí mi pareja! Nos vemos…

-¡Espere, Príncipe!- pidieron ellas, pero Inoue ya había tomado a Sakurai y ambos se fueron antes de ser detenidos.

-¿Tienes problemas para que te dejen solo?- rio Sakurai cuando ambos se detuvieron en uno de los pasillos, lejos de todos para no ser molestados.

-¡No me lo recuerdes! No me han dejado en paz por horas, haciéndome preguntas que ni siquiera entiendo. ¡¿Qué voy a saber yo de fiestas sobrenaturales?! ¡Yo solo quiero ver a mi familia!- replico con un tierno puchero que Sakurai se tentó a besar para calmarlo y calmarse él mismo.

-Lamento que aun falte para eso, chéri…

-Ya lo sé… -Inoue suspiro y abrazo más la cesta que aun traía con él, volviendo a llamarle la atención. –Para matar el tiempo pensé que podríamos tener un picnic… Aunque tendrás que poner tú el lugar ya que conoces mejor…

-¿Un picnic?- pregunto curiosos y divertido Sakurai levantando una ceja hacia él.

-Sí… Dado que hoy es el baile y eso, y que después tendremos que regresar al ajetreo en Celes, pensé que sería bueno tomarnos un pequeño respiro, sobre todo luego de lo reciente… -balbuceo Inoue nervioso, evitándolo.

El vampiro no dijo nada y le tomo su mano, guiándolo con suavidad por los pasillos extrañamente vacíos hasta salir del Castillo a uno de los jardines traseros. Sakurai sin prisa ni palabra lo llevo a través del bosque por varios minutos, despertando la curiosidad de Inoue por cuanto se alejaban e internaban entre arboles cada vez más cerca entre sí.

Después de la larga caminata, Sakurai paro e Inoue gimió, muy cerca de dejar caer la canasta de picnic.

Ante ambos se extendía un enorme claro rodeado celosamente de cientos de árboles sin casi espacio entre ellos. El suelo por completo era de pasto, abundantemente salpicado de aquella flor brillante que siempre fascino a Inoue, e iluminaba todo el lugar con su dulce luz, casi como si el sitio propio brillara con resplandor sobrenatural y etéreo.

Un único e imponente árbol en flor se alzaba en el espacio con alfombra brillante. Estaba justo en medio del claro, su copa era extensa y completamente plana, similares a los árboles de los elfos que Inoue vio días atrás. Sus brotes de suave color rojo caían en tiras bordeando la circunferencia, provocando que alrededor cayeran sus pequeñas flores, añadiéndose a las diversas ramitas en el pasto que crecían con lentitud a los pies del árbol.

Sakurai parecía satisfecho de su reacción y sin soltar su agarre elevo su mano y beso los nudillos de Inoue, viéndolo entre sus pestañas.

-Mi padre de pequeños nos recomendó buscar un lugar privado y especial para ir cuando los deberes y problemas fueran demasiados. Fue hasta la adolescencia, después de un día muy pesado, que salí de casa y camine sin rumbo hasta este lugar. Me alegro compartírtelo y mostrártelo antes de partir, mi amor…

Inoue sin palabras se aferró a Sakurai y lo abrazo, simplemente tan aturdido para hablar o mostrar su llanto por el inmenso honor que le otorgaba Sakurai al llevarlo a su lugar especial.

Inoue se sentía impotente por no poder mostrarle algo similar. Su espacio privado fue destruido junto con todo Imi-nashi, y en Celes no contaba con un sitio similar.

A su cabeza acudieron su oficina en la universidad, su departamento o los sitios donde frecuentaba a su familia y amigos. Inoue quiso consolarse con el conocimiento de que Sakurai sabía de esos sitios, pero estaban muy lejos de tan importante detalle en ese momento.

El vampiro no dijo nada mientras sostenía a Inoue hasta que se calmó. Inoue ignoro la voz interior que lo regañaba por comportarse como una chica y levanto la cabeza, viendo a detalle al hombre que el destino le dio. Un ser hermoso, de gentiles sentimientos y mente prodigiosa.

Él era un bastardo con suerte…

Sakurai rio, tal vez alcanzando a percibir sus pensamientos, y se inclinó. Acabando con los centímetros lo beso, suave, lento y completamente erótico, derritiendo en su sitio a Inoue.

Sin que diera en eso, él fue acostado y desnudado, solo logrando un efímero pensamiento sobre como Sakurai lograba seducirlo de esa exquisita manera, y también, como demonios conseguía siempre quitarle tan fácil y rápidamente la estorbosa y reglamentaria túnica.

Y ahí, en el silencioso y apacible lugar secreto, debajo del inmenso árbol, los dos hicieron el amor.

Sakurai besando todo su cuerpo, iniciando un abrumador fuego que permanecía conforme avanzaba, volviéndolo loco. Lentamente moviéndose, tomándose su tiempo en besar y probar cada parte de su cuerpo.

La intimidad, cuidado y amor lo abrumaban e Inoue solo podía abrazarlo fuertemente, jadeando. Tan diferente a la vez pasada, pero de alguna manera se sentía igual porque Sakurai estaba ahí con él, entregándole sin medida todos los puros y honestos sentimientos que solo sentía por él.

Vanidad y vergüenza se adueñaron de su mente antes de que su compañero lo tomara por completo. El recordatorio inesperado de que ese hombre permanecería a su lado por toda la eternidad amándolo.

De alguna manera Inoue se encontró ahogado en placer y dicha, entregándose plenamente sin pensamiento. Siendo honesto con sus sentimientos y anhelos se acercó más a su pareja, lo beso y acaricio, diciendo y saboreando todas las veces que su nombre salió de sus labios jadeantes.

Sakurai era suyo y ya nunca estaría solo. Él no lo abandonaría sin importar que hiciera, se lo dijo así.

Los dulces besos repartidos por su rostro lo llevaron a llorar lo injusto del Destino por mandarle tal maldición al vampiro, pero Inoue lo había llegado a querer tanto, así que dependía de él convertir eso en algo dichoso, algo de lo que Sakurai siempre estuviera orgulloso, feliz y pleno. No arrepentirse de enamorarse de él, que no sufriera más.

Porque si a Inoue Sakurai lo hacía tan feliz, lo mínimo creía era devolverle un poco de eso. Él lucharía por lograrlo. No desperdiciar tan grande y hermoso amor, sin importar nada.

Lo volvió a abrazar como aquella noche que confeso su amor. Inconscientemente quería que escuchara como su corazón se aceleraba solo con tenerlo cerca y pensar en él, como lo afectaba y su cuerpo reaccionaba a su tacto, a su presencia. Mostrarle que solo a él permitía acercarse tanto y darle esa oportunidad.

-Te amo, Inoue… -le escucho decir inseguramente apoyado en su pecho. Inoue no dijo nada y solo suspiro, besando la cima de su cabeza abrazándolo aún más.

Ellos pasaron todo el tiempo que pudieron juntos, dejando detrás de la metafórica puerta todos los problemas y preocupaciones, antiguas y futuras. En ese momento no importaba nada, solo ellos dos juntos.

 

 

Sin saberlo, ese fue su último tiempo compartido tranquilo en un muy largo tiempo. De lleno después de pasar un par de horas en paz, ellos fueron involucrados una vez más en solucionar todo lo que podían antes del glamuroso baile.

Los sirvientes y empleados en general corrían de un lado a otro, y teniendo en cuenta que eran vampiros con rapidez superior, la vista mareaba mucho más. La inquietud, nervios y emoción también eran contagiados y aumentados, aunque eso Inoue no podía saber si era por la raza.

Faltaba poco para que Muldor y Rio escoltaran a su familia de Celes, e Inoue no se encontraba quieto.

Ellos estaban en el Aquelarre Principal, tratando con algunos de los Elfos de Luz, que francamente irritante, decidían que ese justo día debían regresar a sus tierras ya teniendo todo resuelto por el Consejo y el Rey Christian. Solo una docena no volvería al Bosque Mágico, un par de esos elfos porque maravillosamente habían encontrado a su alma gemela con integrantes del aquelarre.

-El destino así lo quiso… -sonrió Sakurai a Inoue cuando se enteraron.

Mínimo de algo había servido lo que Inoue hizo. Y ahora añadido, esa tribu y la raza de vampiros era más estrecha y armoniosa, los elfos por alguna razón sintiéndose en deuda con todos los vampiros. ¿Quién lo diría?

Cuando terminaron y les dieron el anuncio de que su familia ya lo esperaba en Palacio, Inoue solo respondió sonriendo plenamente y montando ágilmente en Miel, llevándolo a galope hasta ir al esperado encuentro.

Sintió más que ver a su escolta y pareja seguirlo inmediatamente, por respeto al momento todos estaban levemente atrás de él, solo cuidándolo, pero dándole espacio para que fuera y saludara a sus seres queridos.

Al instante en que llego y los vio, Inoue por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz, tranquilo, extasiado, con la certeza de que todo estaba bien y lo estaría de ahora en adelante. Con ellos apoyándolo en cualquiera fuera su decisión. La confianza de que ellos lo amaban sin importar lo que hiciera o pensara incluso.

-¡Chicos!- llamo Inoue a pesar de estar a varios metros lejos aun. Él atrajo la atención de todos los reunidos, pero los únicos sorprendidos y aliviados eran los foráneos.

El más sorprendido de todos sin duda fue Miyagi.

Ellos veían con la boca abierta a Inoue montar majestuosamente hacia ellos a toda prisa, en un enorme y lindo caballo con alas inmensas. Atrás de ellos varios otros jinetes, aunque estaban un poco apartados, pudieron notar que eran soldados con expresiones de alegría por el Consorte.

Y el título y apariencia de Inoue descoloco a todos por igual.

Al acercarse más pudieron ver a plenitud a Inoue unos segundos antes de que desmontara con rapidez. Él llevaba una túnica larga, ligera, hermosa, de color blanco puro con partes verde claro. De mangas largas y amplias, también llevaba guantes de lino negro, que combinaban perfectos con la pesada y grande capa ondeante mientras cabalgaba.

Quizá lo que más los sorprendió fue lo hermoso que se veía al sonreír, y la imagen que representaba. Su largo cabello sorpresivamente levantado en un curioso peinado que era parecido a una cola de caballo más compleja y con varios mechones de suave y largo cabello platino suelto. Y justo rodeando su frente y descansando en ese peinado, una coqueta corona sencilla que brillaba con la pálida luz de luna.

Su grande y tonta sonrisa, el caballo poderoso y ágil, su cabello y capa moviéndose por el movimiento. Su amado, dulce y preocupado Inoue siendo tan feliz, de completo y llamativo blanco en un paisaje por completo oscuro…

Miyagi jadeo en voz baja y solamente se quedó observándolo, viéndolo correr y atraparlo en un fuerte abrazo dejando libres risitas alegres y nerviosas.

Su Protector y mejor amigo olía a vegetación salvaje, como si se hubiese acostado en pasto, o quizá en un bosque completo. Tal vez por la capa, el ambiente o sus sentimientos, pero Inoue al abrazarlo era cálido, desprendiendo un suave calorcillo que nunca percibió de él, un Maestro de Hielo.

Él quedo abrumado sin palabras cuando fue asaltado a plenitud por todas las emociones de su amigo y cómplice; alegría, emoción, nervios, inseguridad, miedo, alivio enorme… amor.

-Los extrañe tanto… -gimió Inoue en su oído, estrechándolo aún más. Miyagi solo pudo exhalar y sonreír.

-Nosotros más… -le respondió también rodeándolo, con un poco de complicación por su vestimenta.

Ellos se quedaron así por largos segundos, disfrutando del conocimiento de que por fin estaban juntos y el otro estaba a salvo, el mayor miedo que tuvieron al ser tan cercanos y queridos.

Cuando Inoue se separó lo miro directamente a los ojos. Lloraba un poco, pero no de tristeza. Su sonrisa seguía siendo grande y bella, ya tranquila y conmovida. Era contagiosa y Miyagi se vio sonriendo de la misma manera.

-Me alegro tanto de que estés a salvo… -susurro Miyagi tan aliviado como él.

-Me las arregle… -rio agudamente su amigo y se separó de Miyagi, limpiándose el llanto antes de ver a los otros. -¡Shinobu-chan!- exclamo y lo abrazo ahora a él.

Miyagi sonrió cuando vio a su esposo quedar tan atónito y paralizado como él. Su Chaton también poco después reacciono y abrazo más fuerte al profesor. Miyagi podía ver claramente un suspiro aliviado dejarlo al rodearlo tan fuerte que Inoue se quejó y rio poco después.

-¡Yo igual te extrañe, Shinobu-chan!- bromeo, y sorpresivamente beso su frente, mimando las orejas caídas en la cima de su cabeza rubia. –Los extrañe… -susurro viéndolo a los ojos.

Risako y Johnny no pudieron mantenerse más al margen y corrieron hacia el hombre, entre los dos abrazándolo fuertemente, provocando más risa y llanto a Inoue que se dejó querer devolviendo el gesto como pudo.

-¡Chicos! Oh, dioses… ¡Cuánto los extrañe! ¿Cómo han estado? ¡¿Y ese bulto enorme, *carine?!

-¡Estoy embarazada, ¿recuerdas?!- grito Risako entre el llanto y risa, escondida en uno de los hombros de Inoue.

-No lo he olvidado ni un segundo- sonrió Inoue y los separo a los dos de su cuerpo. Abrazo fuertemente a Johnny y también beso su frente. Hizo lo mismo con Risako, solo que añadido se puso en cuclillas y beso su vientre claramente redondeado por su embarazo avanzado. -¿Cómo va mi sobrino? ¿Estas acudiendo a tus citas con el doctor? ¿Y los malestares? ¿Algo grave ocurrió?

-¡Tranquilo! Ya te pareces a mi esposo… -rio Risako y se secó los ojos con las mangas de su blusa. –Todo va de maravilla. Justo ayer fui con el doctor, que dijo que no había nada de que preocuparse. Los síntomas son los típicos, nada que no pueda tratar. Y sé que me hubieses matado si te ocultaba algo grave, así que no lo he hecho…

-Mas te vale… -guiño Inoue levantándose, otorgando una delicada caricia al vientre con vida de ella. -¿Y el orgulloso padre donde se esconde?- pregunto buscando a Stravros. El hombre levanto una mano burlón haciéndose ver.

-No me ocultaba, Kazuhiko- rio el hombre acercándose.

-¡Tonto, al igual que Sumi!- exclamo y sin darles tiempo a los dos restantes, los abrazo a ambos, riendo. –Los extrañe también. Me alegro tanto de reunirnos de nuevo… -suspiro y rio cuando ellos avergonzados asintieron.

-No puedes huir de nosotros, Kazuhiko- molesto Sumi, devolviendo el abrazo individual que Inoue le dio. -¿No besaras mi frente?- bromeo cuando se separaron.

-¡No empieces!- rio Inoue y se volteo hacia Stravros para abrazarlo. Al separarse se veía aturdido por algo que el futuro padre le susurro pero nadie alcanzo a escuchar. –Lo sé, William-kun. Lo sé… -le respondió a lo que fuera que le dijo. Su sonrisa dulce y cariñosa.

-No lo olvides, por favor. Me alegro de que estés bien… Todos estuvimos preocupados por ti, pero… -Stravros se interrumpió y vio alrededor a los vampiros reunidos. Su mirada verde se quedó en el nuevo esposo de Inoue. –Pero… veo que nos preocupamos por nada- término sonriendo y asintiendo hacia el vampiro.

Inoue sonrió inseguro y miro a su compañero que le devolvió la sonrisa más grande y burlona. Lo alentaba a no reprimir sus emociones en ese momento tan importante.

-Veo que hay alguien que sí se oculta… -susurro sarcástico Sumi cruzándose de brazos, mirando a Sakurai.

-Y hace bien, después de alejar a nuestro Inoue… -respondió Shinobu con expresión neutral.

-¿“Nuestro Inoue”?- se burló Inoue y rio, caminando hasta tomar la mano de su inseguro amante. -¿Desde cuándo soy solo de ustedes, malvados tiranos que solo pelean por mí cuando alguien me quiere solo para él?

-¡¿Eh?! ¡Eso no es cierto!- exclamo Johnny siguiendo el juego antes de reír a carcajadas felices agitando su larga colita rubia. Inoue también rio y poco después todos estaban haciendo lo mismo sin darse cuenta.

Miyagi noto que los vampiros se relajaban. A él no le pasó desapercibido que los claramente Príncipes, con coronas y capas similares a Inoue, eran los más preocupados y cuidadosos, aliviados y sonriendo cuando vieron a Inoue tranquilo y feliz.

No podía negar Miyagi que se sentía un poco celoso de que alguien fuera de su familia cuidara así a Inoue.

-¿Ya puedo recibir mimos, o todavía debo esperar?- se quejó una voz infantil cuando el silencio se hizo presente. Inoue grito como mujer y miro a todos lados hasta posar su mirada en el invitado sorpresa que trajeron de Celes.

-¡¡Mitsu!!- chillo Inoue y corrió hacia el brujo que abrió sus brazos esperándolo. -¡Dioses, dioses, dioses! ¡¿Qué…?! ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Qué…?

-Cariño, juro que responderé tus preguntas si las terminas… -rio el escritor y abrazo a Inoue con cariño, sonriendo tan amplio y feliz que fue evidente para cualquiera que viera lo unidos que eran.

-Perdón… es solo… que… ¡No te esperaba! ¡Y Kaoru-san! ¡Dioses, no te vi, lo siento!- rio Inoue y abrazo rápido al sorprendido y divertido editor.

-No me sorprende, Kazuhiko-san. Es bueno verlo de nuevo. Todo era una sorpresa… -sonrió, rodeando los hombros de su sonrojado y risueño esposo.

-¡Sorpresa, dices!- exclamo Inoue algo insultado. -¿Pero por qué…?

-Padre… -intervino uno de los Príncipes Vampiros. Inoue frunció su cejo viéndolo.

-¿El Rey? ¿Por qué, Rio-kun?

-Me dijeron que tienes una linda y poderosa Omega que necesita un tutor que sepa que hace… -dijo melodiosamente el mago tratando de ocultar su diversión, pero fracasando con su amplia sonrisa.

-¡¿Tú?!- jadeo Inoue sorprendido. –Joder, claro. Ya me sorprendía… -dijo después, pasando sus manos por su rostro. -¡¿Lo sabias?!- cuestiono a su sonriente pareja que asintió con cuidado.

-Era una sorpresa, chéri. Prometí no decir nada… -se defendió levantando sus manos enseñando sus palmas en defensa. Inoue le gruño, pero luego sonrió feliz y volvió a abrazar a Mitsu.

-Vaya, sí que son parecidos… -susurro una voz ajena, atrayendo la atención de todos. Miyagi noto que era el hombre que se presentó como el Heredero, y que toda la altanera y poderosa apariencia desapareció tras su sorpresa.

-Como gemelos… Incluso su magia… -musito otro de los Príncipes mirando a los amigos.

-¡No ustedes también!- replico Inoue soltando al escritor sonriente. -¡No somos gemelos!

-Solo muy parecidos… -cedió divertido el brujo. –Aunque yo soy más poderoso en magia que Kazu-chan… -bromeo, mirando de reojo a Inoue, quien rodo los ojos sonriendo.

Inoue ahora podía ver que el Heredero y Mitsu terminarían siendo un infierno de buenos amigos molestándose, como él mismo y Muldor.

-Pero no se ve muy poderoso, sin ofender- canto Muldor juguetonamente. Mitsu rio divertido tapando su sonrisa.

-Eso es porqué oculto mí poder- dijo entre risitas, casi como si tuviera que ser evidente para todos.

-¿En serio?- cuestiono el vampiro escéptico. Inoue volvió a rodar los ojos viendo a su amigo poner los brazos en jarra.

-No me provoque, Príncipe Heredero… -dijo con un pequeño puchero.

Muldor abrió la boca para replicar, pero todos callaron cuando el Rey mismo hizo aparición reteniendo su risa.

-Yo no presionaría, Heredero. Kazuhiko-sama y Kazamiya-san pueden fácil tener más edad que yo mismo. No es sencillo saberlo por las diferencias de mundos, pero ciertamente ambos son mayores que tú, hijo.

Todos guardaron silencio. Nadie sabía si el Rey estaba solo jugando o decía la verdad y era divertido para él, pero ambos chicos solo sonrieron apaciblemente sin aclarar nada ante los pasmados Príncipes y Princesas. Toda la familia reinante en el jardín trasero del Palacio para conocer a sus nuevos integrantes.

El Rey sonrió hacia Mitsu que se tensó un poco antes de devolver el gesto y retomar su tranquila actitud.

-Bienvenidos a mi bello reino y familia… -dijo el Rey con amabilidad y soltura, viendo a su familia de Celes. –Bienvenidos también a ustedes, matrimonio Kazamiya. Es un honor y gusto que aceptaran mi invitación. Me encontraba un poco dubitativo, pero ahora puedo ver que efectivamente, ya nos conocíamos, Kazamiya-san… -dijo y ladeo un poco su cabeza mirando a Mitsu intensamente.

-¿Ya se conocían?- cuestiono Inoue sorprendido, como todos los demás.

-Al parecer… -rio nerviosamente Mitsu. –Vuestro Rey me confió conocerme cuando yo era aun muy joven, en entrenamiento con mi padre, estando en Nibiru… Aunque lamentablemente no lo recuerdo… -termino muy bajo, casi temeroso. Inoue sabía que sus recuerdos de infancia en su mundo de procedencia no eran lindos ni bienvenidos.

Su esposo atento lo abrazo y beso su cabello en una trenza muy elaborada. Mitsu rio un poco y se elevó para besarlo suavemente antes de dirigirse al amable Christian.

-Muchas gracias por su atenta invitación, honorable Rey. Desde este momento en adelante me pongo a sus servicios y cuidado… -reverencio con educación junto con su pareja. El Rey desestimo con un gesto lento de su mano.

-Por favor, no necesitan ser tan estrictos. Son invitados de mi Príncipe Consorte. Son bienvenidos en cualquier momento. Añadido, me hace un gran favor que espero regresar, Kazamiya-san… -sonrió el Rey asintiendo hacia él.

-Oh, puede llamarme solo Mitsu, mi señor… -rio él viendo a su esposo. El regente entendió y asintió alegre.

-Bien, bien, a mí solo me preocupa una cosa. ¿Quién de ustedes es Johnny?- pregunto Muldor adelantándose y dirigiéndose a los Chaton. Su mirada se demoró un poco más en el nombrado, pero Inoue sabía claramente que no era porque adivino.

-Wow, espera… -intervino Inoue poniéndose enfrente de los dos curiosos chicos, distanciándolos del vampiro. –Johnny no esta en la lista libre de nadie. Solo un hombre lo tiene, y tú no quieres ir y amenazarlo…

-¡¿Ah?!- exclamo Muldor repentinamente insultado y alterado. -¡Yo solo quería ver si es tan bueno con la espada como dijiste, Príncipe Consorte!

-¿En serio?… -gruño Sumi caminado y tomando a su amante incomodo.

-Dice la verdad… -tranquilizo Inoue, viendo con disculpa a Muldor. –Sus gustos van más hacia pequeños vampiros cercanos… ¿no?- molesto para aligerar el ambiente. Funciono y el Heredero desvió la mirada avergonzado.

-De verdad, Kazuhiko-chan. Empiezo a planear no hacer caso a nada de lo que me digas de ahora en adelante…

-¡Decía la verdad sobre Johnny-chan!- protesto Inoue. Volteándose ante el Chaton, exclamo expresándose con las manos. -¿Verdad, Johnny-chan? ¡Dile a este hombre de poca fe lo bueno que eres con la katana!

-Casi cinco meses convertidos en Celes, ¿y eso fue lo único que dijiste de mí, Nii-san?- bromeo el Chaton agitando emocionado su larga colita.

-¡Lo sabía!- salto Muldor fingiendo indignación. Inoue puso los ojos en blanco.

-Aunque es verdad, Príncipe… -intervino tímidamente Johnny, sonriendo amable y abochornadamente.

-¿Esta dispuesto a demostrarlo, Johnny-san?- cuestiono juguetonamente el vampiro, ignorando la mirada fulminante de Sumi, que acercaba más a su amante.

-¡Por supuesto! Solo con Nii-san, claro… -se apresuró a decir al sentir al editor ponerse más tenso.

-¡Genial! Kazuhiko-chan aun me debe una de hace tiempo. ¡Por favor, traigan cuatro katanas de mi arsenal!- pidió a unos de los soldados cercanos. Inoue entro en pánico.

-Espera, espera, espera. ¡¿Quieres por lo menos pedir mi consentimiento, Principito?!

-¿Qué? ¿Temes perder, Kazuhiko-chan?- provoco el hombre mirándolo traviesamente.

-Traigan las malditas katanas y dennos espacio… -gruño Inoue insultado sin dejar de ver al satisfecho Príncipe.

Todos se vieron sorprendidos por el rumbo de las cosas pero igual les dieron espacio y apoyo. Inoue sin decirlo agradecía por la idea a Muldor, pues de esa manera todos se relajarían y quizá conocerían a los demás.

Inoue esperaba que toda su familia se sintiera cómoda junta, haciéndose feliz como lo hacían a él.

Johnny lucia divertido a más no poder. Inoue se vio influido también al ver la emoción y expectativas de los Príncipes y otros vampiros, comparados con la curiosidad y francamente aburrimiento de su familia. Ellos habían visto cientos de veces enfrentarse a Johnny y él, sabían de lo que eran capaces, los demás chicos no y solo tenían el conocimiento “adornado” que Inoue les había dicho.

>>Démosle un buen espectáculo, Johnny-chan…<< Rio Inoue en privado con el Chaton, que sonrió cómplice.

Ellos hicieron precisamente eso. Ambos entrando en modo batalla dejaron todo a un lado y se enfrentaron profesionalmente, sin esa desesperación y angustia que Johnny algunas veces aun tenia por los recuerdos de su pasado. Ahora era solo una forma de convivir y compartir algo especial con Inoue.

El Chaton sin expresión logro desarmarlo de una de las katanas modificadas. Guardando su sonrisa y escuchando lejanamente la burla de Muldor, se puso más serio e hizo una serie de complicados movimientos a los que Johnny ya estaba acostumbrado y aprendió a defenderse. Fuerte, eficaz, rápido, sin tregua. Johnny e Inoue se enfrentaron hasta quedarse sin aliento, aun con la fuerza suficiente para continuar por un largo rato.

Con Johnny peligrosamente acercándose a su túnica favorita de Azelleb, Inoue termino el juego desarmándolo de ambas armas, sin querer en su arrebato incluso tirándolo.

-¡Dioses, lo siento, Johnny-chan! Me deje llevar… -se disculpó rápidamente Inoue, inclinándose para ayudarlo a levantarse. El chico solo riendo avergonzado.

-Yo sospeche estabas alargando las cosas, Nii-san. Quería provocarte un poco, pero no conté con perder algo de equilibrio y acercarme más de lo debido. Discúlpame a mi… -dijo y movió lentamente su esbelta colita, sonriendo.

-¡Esperen! ¿Se están disculpando mutuamente? ¡¿Qué demonios?!- exclamo divertido y confundido Muldor.

-¿Cómo esperas que en algún momento me enoje o me enfrente seriamente con mi lindo amigo?- molesto Inoue abrazando posesivamente al risueño Chaton que solo exclamaba cosas sin sentido.

Muldor lo vio un momento antes de sonreír pacíficamente, con ese cariño y cuidado que desarrollo por Inoue.

-Tengo que admitirlo, no me gustaría tenerlos a ambos de rivales. Muy buena pelea, Kazuhiko-chan, Johnny-san…

Inoue sonrió orgulloso y acepto todos los cumplidos, viendo con algo de bochorno como Miyagi le levantaba una ceja cuestionándolo divertido, viendo también al feliz Johnny brillar casi igual que él.

¡Vamos, ¿quién no se ponía contento al ser halagado por algo que sabía hacer bien?!

-¡Cierto, cierto! Risako-chan, tú me debes un enfrentamiento hace años. Deberíamos aprovechar que en Azelleb no hay barreras y podemos usar nuestras habilidades sin cuidado. La atmosfera favorecerá tu Poder, querida- exclamo emocionado Mitsu, dando saltitos viendo la lenta sonrisa aparecer en Risako.

-Oh, no, no, no… -se apresuró a negar Stravros, mirando ceñudo a su inconforme esposa. –Nena, aun no sabemos si es recomendable que utilices tus habilidades estando embarazada. ¡No podemos arriesgarnos!

-¡Pero…!- replico Risako con un pequeño mohín. –Mitsu-san y yo hemos tenido la duda durante mucho tiempo sobre un enfrentamiento con la mente… -dijo e hizo una expresión tan dulce que incluso Inoue se vio tentado a apoyarla, pero Stravros tenía razón. No podían arriesgarse.

-Lo siento, carine… -negó Inoue y después vio al derrotado Mitsu. –En otra ocasión ambos pueden jugar…

-Aun Mitsu-san puede hacer una demostración, ¿no?- intervino Muldor descaradamente interesado. –No hay necesidad de que se enfrenten. Por el momento pueden comparar de ese modo…

Inoue y el Rey soltaron una risita idéntica, sorprendiendo a todos. Inoue no sabía que encontraba gracioso el Rey, pero si sabía lo que a él le daba risa, y eso era la mirada traviesa y peligrosa que Mitsu tenía al ofrecérsele una oportunidad como aquella.

Sin verlo, sabía que aceptaría y se luciría a lo grande.

-Quinta Princesa, ¿podría hacernos el favor de convocar una protección en el castillo? Solo por seguridad… -sonrió el Rey mirando a su tranquila hija asentir. –Mitsu-sama, puede hacer lo que desee. La Princesa se encargara de que nadie se vea influido externamente. Solo le pido tenga precaución…

-Solo es una demostración… -sonrió Mitsu amablemente.

Kaoru se notaba algo preocupado, sin embargo Mitsu se encargó de arreglar eso al besarlo y susurrarle íntimamente. Al final ambos se abrazaron y Mitsu avanzo tranquilamente en el círculo incompleto que todos formaron.

-Solo les pido recuerden que no hare daño alguno a cualquiera de los presentes… -dijo Mitsu un poco ausente, su físico cambiando lentamente hasta convertir su amarrado cabello en negro medianoche, sus ojos igual de profundos. El brillo en su cabello se acentuó, y por un momento su marca matrimonial pareció ser rodeada de fuego, al igual que la de su esposo, pero solo fueron unos instantes y después Mitsu sonreía pacíficamente mirando a todos a los ojos.

Vio a Inoue y él sonrió juguetonamente, señalándole con la mirada al Heredero y Rio, los que siempre se mostraron escépticos de la magnitud del poder de Mitsu.

Asintiendo muy suavemente, Mitsu miro al Primer Príncipe y se concentró un segundo antes de que su magia sin complicación lo dominara.

En la cabeza de todos sonó lejanamente, influidos por Mitsu, una música electrónica muy pegadiza, rítmica. Y todos rieron cuando Muldor controlado por Mitsu comenzó a bailar la canción, con destreza, agilidad, moviéndose de maneras que su grande y poderoso cuerpo nunca habría logrado por sí solo.

Debió ser vergonzoso y algo de lo cual pudieran burlarse por siglos, pero Mitsu, quizá por respetar la posición social del vampiro, hizo que la danza fuera magnifica y admirable, nada femenina ni humillante. Hizo lo mismo con Rio, solo que sus movimientos eran más ligeros por su cuerpo menos musculoso.

Los dos danzando, casi compitiendo entre ellos. Mitsu sonrió y ladeo un poco su cabeza, viendo a los demás y dejando que los Príncipes continuaran sin verlos.

Cuando la oscura mirada recorrió a los Príncipes algunos evitaron con prisa su vista, Taki tan obvia que se escondió detrás de su risueño y despreocupado esposo. Eso provoco a Mitsu, y sin necesidad del contacto visual, como al parecer creían los vampiros, Mitsu la controlo para que se uniera al baile.

Fue simplemente hermoso verla deslizarse, bailando con sus hermanos que la rodeaban y ayudaban con movimientos complejos y sublimes. Su cabello danzando al aire, las capas de todos aumentando el movimiento, sus expresiones aun siendo influidos eran relajadas, divertidas, en calma. Parecían disfrutar de lo que Mitsu hacía.

El final de la demostración fue espectacular con los Príncipes elevando en el aire a la Princesa con una sola mano de ambos. Sus respiraciones ni siquiera se veían alteradas.

Mitsu rio en voz baja y reverencio al público, terminando con su control en los chicos que soltaron una exhalación viéndose aturdidos e impresionados. Taki después comenzó a reír y aplaudir sin control con una enorme sonrisa.

-¡Tienes que bailar conmigo más al rato, Principito!- molesto Inoue al confundido Heredero. Inoue por alguna desconocida razón estaba muy orgulloso del divertido Mitsu.

Muldor lo miro en blanco, aun demasiado sorprendido para ofenderse. El Rey levanto una mano y pidió atención.

-Hablando sobre eso, lamento tener que posponer la diversión. Tenemos una gran Fiesta de Presentación y Compromiso próxima. Pero antes de eso, quedan algunos preparativos, una comida para nuestros nuevos integrantes, y… -El Rey se detuvo y miro intensamente a Inoue con seriedad. –Tengo que pedirle también me honre con un duelo, Príncipe Consorte… -termino, sonriendo misteriosamente.

-¿Yo? ¿Ahora?- pregunto algo preocupado Inoue.

-Por supuesto… Desde aquel día que presencie su enfrentamiento con el Príncipe Heredero yo también lo anhele…

Inoue no sabía que el Rey los había visto, aunque no debía sorprenderle en realidad. Tan grande era el Palacio que fácil pudo verlos ese día y no decir nada hasta ahora.

Él no podía negar que se encontraba nervioso sin saber si debía aceptar. ¡Era el maldito Rey, después de todo! Y todos lucían de igual manera confundida y sospechosa sobre la petición del líder, mientras Christian solo sonreía con cariño en dirección de Inoue.

Luego de todos los problemas que Inoue había ocasionado al llegar, pensó que era lo mínimo que podía dar…

-Si usted esta de acuerdo, mi Rey… -reverencio Inoue respetuosamente, escondiendo su miedo e inseguridad. Vio la sonrisa dulce del hombre y las miradas que recibían de todos.

-¿Rey?- pregunto Muldor, adelantándose a todos. Christian lo miro con gentileza y negó un poco.

-Esta bien, es solo un capricho mío. Les pido nos dejen tres veces más perímetro de lo normal. No necesitaremos arma alguna… -añadió viendo como los soldados alrededor se movían para traer espadas. –Creo que será mejor si solo usamos nuestras habilidades…

-Padre… -quiso intervenir Sakurai, pero el Rey solo levanto educadamente su mano deteniéndolo. Su mirada nunca dejo a Inoue.

-Le pido Príncipe Consorte que use cualquier habilidad, magia, arma o método de pelea que considere adecuada. No me falte al respeto absteniéndose, por favor. Por su tiempo aquí y nuestra relación, haga uso de todo su potencial y no tema hacerme daño… ¿de acuerdo?

Inoue dudo un momento. Lo que el Rey pedía, de alguna manera Inoue sospechaba lo llevaría cerca del incidente con los elfos días atrás. Podía sentir ese desasosiego en su interior, el miedo de mostrarse una vez más así ante sus seres queridos, algunos presentes que ni siquiera sabían de la existencia de ese monstruo. Sin embargo, el regente tenía razón, e Inoue no le podía fallar en su petición.

-De acuerdo… -asintió Inoue y trato de sonreír tranquilizadoramente a su familia que se notaban curiosos, solo Miyagi viendo lo mismo que él. Gracias a los dioses no dijo nada y asintió cuando lo vio.

>>Chéri, Padre no te guardara rencor si niegas…<< Susurro Sakurai mirándolo intensamente. Claramente él también sentía eso junto con Inoue.

>>Lo sé, pero se lo debo, mon amour<< Sonrió Inoue y se acercó para rodearlo con sus brazos por el cuello y entregarle un suave beso, esperando calmarlo con eso. >>Confía en mí. Estará bien… No intervengas, por favor<<

Sakurai era evidente quería decir más, pero solo negó y lo abrazo fuerte, besando su cabello y al final dejándolo ir.

-Pondré una barrera, si no le molesta, Rey… -intervino tímidamente Mitsu, viéndose un poco inseguro. –He visto a Inoue pelear, y puedo asegurarle que su castillo lo agradecerá, al igual que los demás…

-Se lo iba a pedir de cualquier forma. Muchas gracias, Mitsu-sama. ¿Quinta Princesa?- llamo el Rey a su hija.

-No he quitado la barrera… ni creo hacerlo… Si alguien percibe la energía de todos estos visitantes, correrán desagradables rumores al Consejo antes de que tengamos tiempo de anunciar a los nuevos integrantes de nuestra familia- rio nerviosamente ella, viendo especialmente a Shinobu, quien era por mucho el más poderoso.

Inoue sonrió de la mirada en blanco que el Chaton dio. Mientras él se fijaba en ello, Mitsu camino alrededor del Rey y él mismo, formando un amplio círculo, apartando a la gente. Inoue podía sentir la barrera mental, similar a la “barrera dimensional” que Risako y Miyagi podían crear, y que todo aquel a cargo de entrenar a alguien en Imi aprendieron a aparecer. Claro que los poderes de Mitsu eran más especializados, y por consiguiente, mucho más poderosos.

No importaba lo que el Rey e Inoue hicieran, no afectaría a nadie ni nada fuera de la media burbuja invisible.

El silencio era penetrante. Aunque el Rey combatiría en público, algo que Inoue sabía era muy escaso, no mucha gente estaba presente. Solo su familia de Celes, todos los Príncipes, Princesas y Consortes, los Consejeros del Rey y algunos soldados pertenecientes a las guardias de los nobles.

El público no era mucho, por seguridad no había nadie del servicio ni parecido a los alrededores. Aun así Inoue se sintió cohibido de la atención que atraían, la posibilidad del enfrentamiento y sus repercusiones. De la mirada del Rey que inesperadamente era estoica, fría, calculadora. No era el amable hombre que lo trataba con gentileza.

Colocándose uno en frente del otro, a quizá tres metros de distancia entre sí, ambos se miraron varios segundos en silencio, reuniendo determinación, calmándose, analizando. Los dos tomaron después una profunda respiración imperceptible y aparecieron sus respectivas espadas, dejando libres sus poderes.

En Inoue predeciblemente su cabello y ojos convirtiéndose en blanco, ventiscas lo rodeaban; su arma fue su habitual espada de hielo fino, la cual tomo con agilidad y la cruzo enfrente de él con su mano libre, viendo al Rey. Él por su parte lucio más letal y atemorizante, sus ojos aclararon, su piel comenzó a brillar por unos momentos antes de verse más pálido de lo normal. Oscuridad arremolinándose apareció de la nada, también solo por un segundo; a Inoue le dio la impresión de que las sombras eran parte de él y se habían internado en el ser del Rey. Levantando su mano enfrente de él, una espada muy similar a las de esgrima apareció, negra, con una gema de rojo intenso en la base.

El viento calmado y helado de Inoue, junto con el viento macabro que solo los pertenecientes a la realeza vampírica podían crear, ambos hicieron que se agitaran las ropas de ellos e inquietaran a los espectadores, pero ellos no se dejaron de mirar y empezaron, cada uno a su manera, a entrar en modo batalla.

“No me falte al respeto absteniéndose, por favor”, Inoue recordó continuamente viendo al Rey, esperando el instante justo para reaccionar. Esa petición se repitió repetidamente hasta hacerse inevitable para él.

Fueron varios segundos, quizá todo un minuto, sin ninguno moverse y solo enfrentándose visualmente. Y cuando atacaron, sobresaltaron a todos por la rapidez, habilidad y ferocidad que demostraron. Blandiendo las espadas peligrosamente, moviéndose por todo el perímetro sorprendentemente, en ningún momento su expresión cambiando.

Sakurai había visto, pensándolo bien, casi el mismo número de veces a Inoue y su padre enfrentarse. Siendo el Rey, su padre no tenía necesidad fuera de una batalla significativa, de tomarse la molestia; Inoue al ser un cuidado y querido Consorte, antes los guardias, Príncipes y Sakurai mismo peleaban que él. Lo irónico era que ambos hombres eran mucho más poderosos y no necesitaban de tal protección.

La pelea del Rey era siempre gloriosa, imposible casi de seguir. Sus ojos en calma y despiadados, esa simple mirada atemorizaba a su contrincante casi siempre, incluso logrando que desistiera de una lucha física. E Inoue a los ojos de Sakurai parecía danzar, moverse con soltura, entrega, dignidad. Estaba en el elemento que mejor conocía.

Viendo a su compañero de vida evitar la espada de nacimiento del Rey, Sakurai cruzo sus brazos y escondió sus manos para recordarse que no debía intervenir. Tenía tanto miedo de que Inoue resultara herido, conociendo el potencial de su Rey, pero igual temía por su padre, sabiendo a donde podía llegar Inoue en su estado inconsciente y sin control. La batalla era más peligrosa de lo que se veía a simple vista.

Los vampiros gimieron sorprendidos cuando Inoue logro herir al Rey en su hombro, un muy ligero roce, pero teniendo en cuenta que era al Rey a quien lastimaba, el impacto fue grande entre todos. Los enfrentados ni siquiera pusieron atención a esa pequeña cosa, Sakurai lo agradecía, pues un solo descuido podía ser fatal.

El Rey pudo hacer pasar eso como un capricho y algo sin sentido, la verdad muy alejada de eso. Tenía una razón, Sakurai lo sabía y estaba inquieto esperando se manifestara en esa batalla que parecía seria y mortal.

Una y otra vez cruzaron armas, empujándose, moviéndose, hiriéndose. El cabello de Inoue termino suelto cuando el Rey en un giro del chico, cortó solo un poco su cabello. Inoue le devolvió el golpe cortando su capa cuando el Rey hizo una vuelta parecida evitando un muy letal movimiento.

Ahora Inoue se movía y su túnica y cabello le seguían, agitándose y luciendo tan blancos como alas. El Rey con su traje negro y rojo, sus colmillos apareciendo y sus ojos como luces rojas, dio la impresión de un ser de oscuridad malvado que amenazaba a un inocente.

Sakurai entrecerró los ojos por su absurdo pensamiento, influido por sus sentimientos mayores hacia Inoue, su todo, su complemento. Y aunque era su Padre y Rey quien estaba ahí, Sakurai se enfocó más en Inoue.

Supo el momento exacto en que la pelea fue definitiva. Él estaba viéndolo, queriendo saber sus sentimientos, preocupado, así que noto cuando el Rey se empujó, Inoue lo evito moviéndose a la derecha, y sin el tiempo suficiente, por el movimiento, su collar quedo a un lado, peligrosamente cerca de ser cortado por la espada negra.

-Inoue… -susurro viendo el conocimiento llegar a sus ojos por completo blancos. Él se paró en seco, miro al Rey aturdido, sorprendido, y luego bajo su mirada al collar que otra vez estaba en su pecho repentinamente agitado.

Su pareja gruño muy bajo y arremetió, tan rápido e inesperado que Christian no lo evito del todo y fue atravesado.

-¡Rey!- gritaron todos, incluso Sakurai.

-¡¡Inoue, no!!- grito Miyagi desesperado, tan sorpresivamente como el ataque de Inoue. Varios lo miraron con aprensión y no miraron el cambio de aspecto de Inoue junto con el nivel de batalla.

La familia de Inoue y Sakurai gimieron viéndolo cambiar sus ojos y cabello a un negro profundo, un brillo azulado paranormal semejante a un aura solo en su cabello largo. Su globo ocular por completo en ónix se mostraba tan frio y apagado que dio la impresión de que Inoue ya no estaba ahí, su mente ni su corazón.

Contrario a la batalla en el Bosque Mágico, ahí no había nada ni nadie que se interpusiera con el monstruo.

Las acciones de Inoue ya no eran gentiles, agiles y admirables, eran mortales, crueles y despiadadas. Ya no estaba su humanidad, y por consiguiente no temía lastimar o matar al Rey que honestamente lo evitaba apenas, guiado y protegido por suerte.

-¡¡Detén esto!!- le grito Miyagi desde su posición a varios metros de Sakurai. -¡¡Hazlo ahora, idiota!!

Sakurai aturdido solo miro a Inoue fríamente blandir la espada donde solo un segundo antes estuvo el cuello de su padre. Sin dejarse influenciar por ese fracaso, continuo su ataque más peligroso para desarmarlo.

-¡No lo haga, Miyagi!- intervino Muldor tan desesperado como todos, poniéndose delante del hombre que apareció en la palma de sus manos bolas de fuego inmensas. –Solo dañara a cualquiera de los dos si lo hace. ¡Sin contar que hasta que la batalla acabe, los “invocadores” de las barreras no las pueden quitar! Lastimara a mi hermana y a…

-¡¿Y esperas que me quede viendo como Inoue pierde el control?!- devolvió el profesor señalando al peligroso Inoue. –Tenemos que detenerlo. ¡Inoue es más poderoso de lo que creen, y en estado inconsciente, peor! ¡Esta luchando a muerte! ¡Solo lo he visto así cuando mi padre nos atacó! ¡¡Matara a vuestro Rey!!

Eso claramente atrajo la atención de todos. Con el Rey volviendo a ser herido, esta vez dos veces en su pecho, los demás Príncipes se alarmaron y vieron entre si confundidos, asustados, sin saber que hacer en realidad.

Shinobu y Miyagi se frustraron por la duda de los vampiros y cada uno materializo bolas grandes de su elemento, sin embargo fueron detenidos por Risako, quien los tomo por los brazos, aguantando su expresión de dolor al ser lastimada sin querer por los chicos en su “Real Apariencia”.

-No lo hagan. ¡Pueden matar a Mitsu-san!- recrimino, haciendo ver a ambos como el mago estaba entre los brazos de su preocupado esposo. Su respiración era desigual y parecía débil, al igual que la Princesa Hokuto. Ambos con esfuerzos manteniendo las barreras. -¡Además, ¿qué pretenden hacer?! Conocen a Nii-san, su modo de batalla. Si intervienen, ustedes mismos pueden salir lastimados. Él… ahora no reconocería a nadie… Los matara…

Entre tanto el Rey se las arregló para desarmar a Inoue, quien en un parpadeo apareció una nueva espada, más larga y afilada, de compacto y mortífero hielo. Al contacto con la piel del Rey, dejaba un rastro de hielo como escarcha.

Sakurai sin soportar la carga emocional y la preocupación, comenzó a pasearse en el perímetro de las barreras. Miraba a Inoue e intentaba comunicarse con él, contactar de alguna manera, pero contrario a otras veces que Inoue por algún motivo lo bloqueaba, esta vez era similar a querer establecer un enlace que nunca estuvo ahí. Como si fuera otra persona desconocida sin ningún lazo con él.

Paro de bruces cuando el Rey perdió bruscamente su espada, Inoue lastimando seriamente su mano y dedos. Su Padre inhalo de golpe y extendió sus largas uñas, sin darle tiempo a nada cuando Inoue empuñó su arma y produjo un limpio corte en diagonal en el pecho del Rey, dañando lo suficiente para que él se enfocara en la acción y el dolor, sin notar que Inoue se empujó, listo para dar la estocada final.

-¡Inoue!- grito Sakurai agudamente, dando un paso adelante al mismo tiempo que su padre dio un paso atrás, débil y confundido, tropezando y cayendo de espalda al duro suelo. Inoue le siguió todo el camino siempre apuntando a su pecho sangrando y agitado.

Todos se quedaron sin aliento, paralizados y horrorizados sabiendo que estaban por ver la muerte del más fuerte de los vampiros, el Rey… su amado padre.

Inoue dejo que todo su peso lo empujara hasta donde el Rey estaba, a medio metro, empujo la espada con sus dos brazos. El líder no dijo ni hizo nada, solo lo vio con terror en sus ojos rojos agrandados por la sorpresa. Y a tan solo un par de centímetros, Inoue paro bruscamente, casi como si una fuerza superior lo detuviera… pero no fue eso, la causa era Inoue mismo deteniéndose con todo su poder.

Se quedó ahí, en blanco, viendo al Rey soportando la respiración esperando el ataque que nunca ocurrió. Inoue luchaba ferozmente consigo mismo, de hacerse de control. Inesperadamente era consciente de lo que hacía, sin creer cuán lejos había llegado y la determinación insana y ajena a causar un daño mortal a un ser tan valioso para él.

Ese no era Inoue. Nunca quería lastimar al que consideraba ya un padre. No podía permitirlo, y haría lo necesario por evitarlo, incluso si debía enfrentarse a ese poderoso, peligroso y despiadado asesino interno.

Combatía fuertemente con el monstruo, desesperado por tomar el control y no empujar esos escasos centímetros que eran la diferencia definitiva. Una guerra silenciosa consigo mismo, con algo que estaba en su interior, implantada por una persona impura que había querido jugar y castigarlo por provocarlo y no obedecerlo.

Christian no hizo absolutamente nada, tan sorprendido como todos de que Inoue parara tan drásticamente y permaneciera mirándolo ausente, sin moverse ni hablar. Entendiendo al poco tiempo, él sonrió con tristeza.

>>Esta bien, hijo. Tranquilo…<< Le susurro por el enlace mental de familia. >>Todo esta bien ahora. Tú posees el control y nadie te lo puede quitar. No eres un asesino, y nunca más nadie te obligara a hacer algo que no quieres. No serás una víctima ya. ¡Tú tienes el control, Inoue!<<

Las seguras y dulces palabras llegaron a través de la oscuridad que lo rodeaban, y en el momento en que Inoue se convencía de que el Rey tenía razón, el control a su propio cuerpo regreso de golpe, desarmándolo por lo repentino del dominio que tenia con el monstruo. Podía sentirlo en la superficie, arañando por salir y matar aquel que amenazo algo de vital importancia para él, pero Inoue también podía percibir su propia lucha por controlarlo, teniendo éxito.

Horrorizado, Inoue cayó patéticamente al suelo, desconsolado, gimiendo en voz baja su lamento por las circunstancias. No podía entender que demonios había pasado, solo sabía que tenía miedo de su persona y lo que muy cerca estuvo de lograr.

El Rey se apresuró a reincorporarse y gatear hasta él, abrazándolo fuertemente, con cariño y confort, arrullándolo y haciendo ruiditos en su oído para calmarlo. Pasaba su mano por su cabello y susurraba continuamente su nombre, aquel que solo unos pocos podían decir sin que él se sintiera mal, pero en el hombre era bienvenido si con eso seguía el amor que expresaba junto a “hijo”, algo que nunca escucho dirigido a él.

-Estoy muy orgulloso de ti, Inoue. ¡Tan orgulloso! Eres un hombre maravilloso, hijo. Quedare en deuda con el Destino por haber cruzado nuestros caminos. Nunca vuelvas a bajar la cabeza por nada, cariño, ¿de acuerdo? ¡Nada! Esto que acaba de pasar es parte del pasado y nunca te volverá a suceder. Confió en eso, en que nunca te perderás de nuevo. ¿Lo viste? ¡Tú puedes, y eres hermoso por eso! ¡¡No se podía esperar menos de mi hijo!!

Inoue rio sin saber exactamente por qué, solo que se sentía abrumado, querido y aceptado por ese ridículo y loco hombre que lo miraba con amor y alegría.

¡¿Cómo podía verlo así después de lo que sucedió?!

Christian le sonrió inmensamente y le quito la corona en su frente. Inoue cerró los ojos sollozando cuando un gentil y paternal beso fue depositado ahí, llenando su cuerpo de calor y aceptación, sensaciones tan bienvenidas.

-Con esto, hijo, se fue la última de tus excusas. Ya no hay nada que te una al auto castigo y sufrimiento. Ahora si no aceptas lo que los Dioses y el Destino te ofrecen, entonces estarás actuando contrario a sus deseos y volverás a desequilibrar tu balanza… la que ahora quiere recompensarte todo lo pasado, tenlo muy en cuenta…

-Majestad… -susurro Inoue tembloroso.

-Vamos, hijo, alegra esa cara. Ya paso. Esta bien, y lo estará en el futuro. Ahora quiero que te tranquilices, aceptes cariño de tu gente y te arregles para tu fiesta. Brilla en todo tu hermoso potencial y disfruta de lo que la vida te ofrece de ahora en adelante…  -El Rey le volvió a sonreír, besar su frente, y añadido acaricio con cariño su mejilla.

Dándole un último abrazo el Rey se levantó y miro a los paralizados espectadores. Él rio y negó, un poco resentido de que todos creyeran que Inoue de verdad le hiciera daño, cosa que sabía nunca sucedería. Confiaba en su chico a pesar de que este mismo también dudo sobre sus acciones.

Miro a su tercer hijo y le asintió, caminando sin preocupación alguna hacia su habitación. Debía curar sus heridas, que si bien no eran mortales, dolían como el infierno. También estaba calmar a sus hijos y Consejeros.

Quizá para la otra se pensaría mejor eso de provocar a uno de sus yernos para ayudarlo en un problema grave…

 

 

Inoue miro con cierta inquietud como Sakurai salía de la habitación y lo dejaba con Mitsu y sus doncellas. Él había dicho que se encargaría de entretener a su familia mientras Inoue era vestido con la especial túnica y capa más llamativa de lo normal, pero después de los hechos pasados, él se sintió intranquilo cuando se fue.

No le quedó otra que soportar ser un muñeco sin idea de que hacer en las manos de las doncellas que lo preparaban concentradas y serias.

La ropa era increíblemente lujosa, con hilos de oro y platino, gemas preciosas y telas carísimas, que solo la realeza podía permitirse. Inoue estaba seguro que con lo que portaba podía mantener bien a todo un aquelarre de vampiros si lo vendía. ¡Vamos, que el solo cinturón valía más que su maldito coche en Celes!

La tela era suave y un poco más pesada de lo usual. Tan amplia y larga que el largo y ancho arrastraban, así que Inoue tenía la sensación de ser vestido con cortinas o sabanas, todo perfectamente confeccionado para la ocasión. La capa era un ceremonial, de doble vista, rojo por dentro, negro por fuera. Muy parecida a la que el Rey solía usar.

Aunque le llevo su buena media hora en meterse y perfeccionar todo su vestuario, su peinado fue la cosa más estresante y complicada del mundo. Sus doncellas parecían en igualdad de emocionadas como desesperadas por manejar todo su largo cabello en el más glorioso tocado que llevaría la nueva corona oficial.

Les llevo tanto perfeccionar aquello que Inoue pudo conversar larga y extensamente con Mitsu de todo lo que había pasado en Celes y otras tantas cosas pasadas.

Para cuando todo estuvo casi terminado, Inoue estaba listo para dormirse del aburrimiento.

-Si no les molesta, chicas… me gustaría a mí poner eso… -dudo Mitsu viendo a las mujeres tomar una pequeña y antigua cajita de terciopelo. Las doncellas que se habían enamorado de Mitsu a primera vista no dudaron en dársela.

-Lo… lo dejaremos relajarse un momento, Alteza. El Tercer Príncipe vendrá por usted cuando el momento llegue. Mucha suerte, y felicidades… -reverenciaron y se fueron mirando de reojo a Mitsu y sonrojándose.

-¿Coqueteando con mi servidumbre, Mitsu? Me pregunto que diría Kaoru-san… -molesto Inoue, pero este solo lo miro en blanco y abrió la cajita, mostrando una serie de diminutos broches para el cuello de la capa, que Inoue ya había visto portaban los Consortes.

Estando a solas con Mitsu terminando de arreglar su atuendo, él solo sonreía con cierto tinte ausente. Inoue encontraba extraño eso pues no había podido callar a su amigo en todo el día. Cuando él suspiro y solo negó en sus pensamientos, Inoue no pudo abstenerse más.

-¿Sucede algo, Mitsu-chan?

-¿Mmm? -pregunto él sobresaltado. Viendo a Inoue parpadeando, una expresión de añoranza surgió y acaricio con su cálida mano su mejilla, viéndolo fijamente con esos impresionantes ojos rosas. -Solo estaba recordando el día que te conocí...

-¿En el juicio?- se extrañó Inoue ladeando un poco su cabeza. Mitsu negó y suspiro.

-Cierto que ese fue el primer día que hablamos, pero yo me refería el día que por primera vez te vi. Yo no sé si antes de eso tú también me viste... Ambos estuvimos muy involucrados en todo lo del juicio.

-Bueno, yo solo había escuchado que un amigo de Usami-san se había unido a todo y tenia información muy valiosa. Como era el día antes del juicio yo estaba más ocupado con Toudou como para conocerte, lo siento- rio Inoue. Mitsu también rio.

-Bueno, pues estabas tan ocupado que yo tampoco me pude presentar. Cual sea, ese día yo si te vi, aunque nunca te hable o pensé mucho en ti.

-¿Y entonces por qué recuerdas eso ahora?

-En ese momento, recuerdo que había estado viendo a Misaki-kun muy nervioso. Era claro porque lo estaba, así que yo estaba muy preocupado por él, pero justo cuando iba a calmarlo, tú apareciste. -Mitsu paro un segundo y cerró sus ojos, casi como si recordara justo ese momento en su cabeza. -Yo estaba sorprendido por tu apariencia y solo sabía vagamente quien eras. Brillabas ante mis ojos y esa sensación desconocida de que te conocía y eras especial seguía en mi instinto. Era extraño, me hacía sentir incomodo. Es raro yo no descifre algo, pero ahí estaba, sin saber que hacer. Pero justo cuando Misaki-kun rio cuando le dijiste algo y tú también sonreíste, yo tuve aquella predicción. -Mitsu volvió a abrir sus ojos y le miro, provocándole un estremecimiento por la mirada tan cariñosa y confiada que le otorgaba. -Te vi exactamente como estas en este momento. Me abrazabas y susurrabas que nunca pensaste estar en esta posición. Te sentías nervioso, tenías miedo, pero confesabas que no cambiarias absolutamente nada. Yo en esa escena me sentía feliz, en calma, y en ese instante en la sala de Akihiko, decidí dejar que el Destino siguiera su curso. Aunque era un misterio para mí en como terminaríamos siendo tan estrechos, vi esa confianza que nos teníamos y tome la decisión de no intervenir...

-¿Y te arrepientes?- susurro Inoue con un leve tinte de miedo. Mitsu le fruño el ceño y le dio un pequeño golpe con la punta de sus dedos en su frente.

-¿Y me lo preguntas ahora, tonto? ¡Eres mi mejor amigo y un excelente confidente! Solo con Keiichi y Akihiko he sentido esta tranquilidad, y ciertamente solo con Kaoru he podido confiarme por completo. Tú eres todo eso incluso si de los tres eres el que ha estado conmigo menos tiempo. Te quiero y quiero lo mejor para ti, Inoue. Yo estoy muy feliz de mi decisión ese día, porque pude llegar a este momento en que te confieso esto, te ayudo a presentarte a esta sociedad... Y ciertamente espero te ayude en otras cosas.

Inoue sabía a qué se refería, pero callo. Por el momento, él solo permanecería con el dulce secreto de Mitsu, sabiendo que de estar en ese lugar, Inoue también hubiera hecho lo mismo que su amigo.

Conmovido y necesitado, Inoue abrazo a Mitsu, acercándose a su oído y susurrándole exactamente lo que él años atrás previno, y que era la absoluta verdad a esas alturas. Su amigo rio y asintió, consolándolo y diciéndole que no tenía nada de que preocuparse. Según él todos lo amaban ya y nada saldría mal.

-Ahora relájate, respira, tomate un momento en digerir todo. Iré a ver si me necesitan y le diré a Sakurai-san que ya estás listo. Trata de dejar todas las inseguridades y nervios aquí, y no allá fuera, ¿estamos?

-Creo… -susurro Inoue muy débilmente.

-¡Estarás bien! A la mayoría ya la conoces anteriormente, ¿cierto? Solo será una gran reunión un poco formal…

-Los conocí por separado e informalmente, Mitsu. Pero estaré bien, creo…

Mitsu negó y el fleco con su cabello que su marido le peino cubrió sus ojos con el movimiento. Mitsu ya estaba vestido para la ocasión con una túnica muy simple y bella, incluso llevaba una pequeña y suave capa oscura a petición del Rey que les pidió a él y Kaoru que la usaran para asociarlos a la familia reinante y no fueran ignorados.

Como sea, Mitsu parecía en su elemento mientras Inoue se encontraba en crisis nerviosa.

Ya a solas paseo en círculos por la habitación, respirando y recordándose, a regañadientes, que Mitsu tenía razón y que a la mayoría ya los conocía y se llevaba muy bien. De hecho solo unos pocos líderes no les conocía de nada porque sus tierras eran muy lejanas, y en su viaje pasado los vampiros no contemplaron irse tanto. Pero estaría bien.

Notándose falto de aire, Inoue cruzo la habitación y abrió las puertas del balcón. La impresionante vista del cielo por completo oscuro de Azelleb, las millones de estrellas, el enorme bosque atrás del Castillo y la quietud escondiendo el barullo en otra parte del recinto, calmaron a Inoue. De alguna manera sentía que podía calmarse con el viento fresco llenando sus pulmones y los muy queditos sonidos de vida silvestre muy cerca en realidad.

Inoue cerró los ojos y respiro profundamente, acariciando distraído su collar regalado y que gracias a la túnica reposaba sin complicación, bello y destacado, en su pecho. Una prueba física de su relación con Sakurai.

Gracias a que no miraba, sus sentidos se agudizaron, percibiendo claramente como el viento cambiaba hasta ser helado, un frio penetrable, tan arrollador e intenso que incluso Inoue se vio afectado cuando nunca el frio lo había hecho. Sin embargo ese sentimiento parecía venir de su interior, influido por algo externo.

Asustado, abrió los ojos y parpadeo rápidamente. La luz parecía haber desaparecido, incluso la de la luna. E Inoue en realidad no estaba ciego de pronto, porque podía ver las siluetas de los muebles, las cortinas y el balcón.

-Pido me disculpéis, Príncipe Consorte. Mi real forma solo puede manifestarse en estas circunstancias…

-E… e-esta bien…

Inoue trato de sonreír a la sombra enfrente de él, pero era difícil cuando la naturaleza del Ser Oscuro influía malestar, preocupación y otros tantos sentimientos inevitables.

Por la poderosa influencia, la forma sólida de su cuerpo y la corona extraña, inmensa y de metal azul sombrío, Inoue no tenia duda de que estaba enfrente del Rey de las Sombras. Una raza muy poderosa y peligrosa que tenía su hogar en la Tercera Luna y casi nunca aparecían fuera de sus tierras, sin aceptar visitantes.

La curiosidad del motivo de la visita pareció reflejarse en su rostro, pues el ser pareció relajado y divertido de alguna manera. Inoue no podía ver sus rasgos, pero de haberlo hecho juraría que sonrió. Esa impresión le dio cuando hablo.

-Pasado tiempo visito varias razas y líderes. El reencuentro es esta noche, fiesta a la que lamentablemente no podemos acudir. No guardo rencor por la sabia decisión de no contactarnos. Eso me dice mi mente, y mi corazón un poco decepcionado de no contar con el honor de conocer al famoso Consorte. Sin embargo el Destino fue gentil y unió nuestros lazos, comunicándome los medios a través del sueño de mi compañero…

Inoue dio un paso atrás contra su voluntad cuando el hombre movió su capa y saco un brazo empuñando una espada en su funda. Grande, moderadamente larga y evidentemente pesada. Resaltaba la base de metal blanco puro en la mano enguantada negra. Una gran y brillante gema rojo sangre entre el blanco.

-¡No asustéis! Nunca ocasionaría daño alguno a su presencia, mi señor. Mi gente es neutral por naturaleza, así que tampoco sabrá de ataques no provocados. Esto… -dijo y movió un poco la espada- es un regalo.

-¿Regalo? ¿Para mí?- se sorprendió Inoue, tomando mucho de su valor no escapar cuando el Rey avanzo hacia él.

-Un regalo… No del todo equivocado para usted, dado que el destinatario se asocia a su persona… Parte de usted, parte de la persona que más ama en este momento y por la eternidad. Es una espada de nacimiento, para el primer ser al que usted de luz, vida, amor. Una criatura inmensamente poderosa, única en poder manejar este obsequio…

Con las palabras Inoue dudo en tocar la espada que al levantar su mano ya estaba a solo un movimiento de alcanzar. Vio al líder, o al menos su contorno, y noto que lucía sereno y no le advertía, así que se atrevió a tomar el arma.

Caliente al tacto de alguna manera, era terriblemente pesada cuando el Rey se la dejo por completo. Inoue sintió fluir el poder como en ondas, el nombre susurrado en su cabeza se quedó marcado por el resto de su vida junto con la demás profecía dicha con cariño y tranquilidad.

 

>>Cuando en el cielo una sola gota de rojo aparezca, el universo dará cabida a un ser especial. Anticipado por solo unos pocos, sus logros y participaciones serán incontables. Naciendo para calmar una crisis, un inevitable final, procederá su mayor decisión a una dolorosa partida. Descendiendo de poderosos seres, su nombre será conocido y anhelado por millones. Su poder, causara miedo y calma. Es necesario su aceptación para su posición y bendición. Su destino elegido y corregido, un solo ser cuidara de este por el resto de su vida. En secreto, naciendo como dos, será claro para cercanos, y la felicidad costara caro por su deber. Tras la mayor despedida, su participación contribuirá a la paz, un líder pagando el precio en su lugar. Sus órdenes cambiando el rumbo de inevitables seres, será correspondido en una dama de gentil corazón y cuna dichosa. Más nunca dejara de amar y cuidar, ejerciendo su deber y habilidades como una especial y única Protectora. Hinoe Benio, portadora de la Única de *Mithril… <<

 

La vista se le nublo a Inoue y dio traspié, ayudado a no caer por el Rey. Por su acción la espada fue sacada un poco de su funda incrustada con miles de diamantes. La luz pálida que salía del arma ilumino a los dos, pero la figura del Rey no se desdibujo e Inoue lo vio de cerca en toda su hermosura y poder. Sus ojos dos bolas de humo agitado, oscuro profundo, y su tranquilidad lo calmaron de cualquier mal.

Su sonrisa en labios delgados y largos era de alguna manera burlona, abriéndose pero nunca moviéndose al hablar.

-Nadie nunca puede tocarla, salvo usted al ser el dador de vida. Tómelo en cuenta, al igual que la bienvenida de los míos. Su contribución en el papel futuro de Azelleb trae como consecuencia mi agradecimiento. Siempre, en deuda con usted, acudiré personalmente en las circunstancias adecuadas. Mis respetos a usted, Tercer Príncipe Consorte…

Inoue cayo de sentón cuando el Rey lo soltó y la puerta de la habitación se abrió de golpe. Mirando, vio al sorprendido y furioso Rey Christian empuñando su arma, atrás de él los primeros cuatro Príncipes, de igual manera con sus espadas. Sakurai lucia aterrorizado viendo a Inoue ahí en el suelo.

Recordando al Rey de las Sombras, Inoue abrazo la espada y miro hacia él, pero se encontraba solo, ni una prueba de que hubiese estado ahí aparte del regalo. La luz volviendo al cuarto.

Christian avanzo por la habitación temeroso, viendo a todos lados. Le ofreció una mano para levantarse, e Inoue acepto. Sus ojos preocupados lo recorrieron, seguro asegurándose de que se encontraba bien. Cuando vio la espada elevo su mano para tocarla, pero antes de que lo hiciera o Inoue dijera algo, esta desapareció y en su lugar una pequeña bolita de luz blanca apareció, metiéndose en la piel de la muñeca izquierda de Inoue, escondiéndose ahí.

Sakurai grito algo cuando Inoue volvió a tambalearse. La energía ajena se manifestó con todo su poder un segundo antes de desaparecer.

-¿Mon amour? ¿Sabes? Creo que después de todo lo que sucedió hoy, ya puedo tratar con calma la dichosa fiesta…

 

 

El silencio en el Salón Principal del Castillo Inicial era profundo, casi una identidad viva y respirando. La parte más importante de la Ceremonia de Presentación y Aceptación estaba llegando y todos estaban atentos.

Colocándose de rodillas, Inoue termino de beber de la copa especial que tenía sangre de Sakurai en símbolo del enlace que fortalecían frente a todos los invitados y familia. Era esencial y todo, pero Inoue encontraba raro beber la sangre de su amante fuera del sexo. Era casi incomodo.

Viendo la sonrisa de lado de su compañero, noto que él pensaba lo mismo. Inoue estaba por decirle algo mordaz por su enlace mental, pero ahí estaba el Rey, recibiendo su futura corona de Consorte de manos de un líder Enano.

Era simplemente hermosa. De color tan blanco como su Poder de Hielo, abundaban los diamantes en todo el oro blanco. Su diseño era simple, como ramas de árboles delgadas entrelazándose entre sí. Y en medio, cerca del principio de la corona, un solo zafiro hermoso descansaba sin ser demasiado llamativo.

La Sexta Princesa, quien sorprendió a Inoue siendo parte del coro que cantaba en la ceremonia, comenzó a pronunciar un poema hermoso en el idioma original de los vampiros, acompañado de música de las ninfas. Al mismo tiempo, el Rey y Sakurai tomaban con cuidado la corona y la colocaban juntos en la cima de su cabeza, recorriendo todo el camino hasta ponerla en su frente. Echa a la medida y con materiales especiales, a Inoue no le molesto de ningún modo y le dio la bienvenida con cariño.

Sakurai le observo un momento antes de sonreír emocionado y feliz, orgulloso. Era como si le estuviera dando el anillo de bodas. Inoue lo sentía casi igual.

Ambos se abstuvieron del deseo de besarse y continuaron con el protocolo. Cuando Taki dejo de hablar, Sakurai volvió a su lado, dejándole espacio a su izquierda al igual que el Rey que se colocó a su derecha.

-Les presento al Tercer Príncipe Consorte, Kazuhiko Sakurai Inoue- anuncio solemne y feliz el Rey.

Ayudado por Sakurai y el regente, Inoue fue levantado, volteado para mirar al público y ser mostrado ante los demás. Inoue sentía a Sakurai respirar entrecortado y asombrado, su agarre en su mano en guante temblaba y su asombro, felicidad y orgullo abrumaban aún más a Inoue.

Su familia cerca lo miraban de igual manera o similar, aunque con más impresión y solo un poco de miedo por lo que había hecho. Inoue no se arrepentía, solo estaba un poco nervioso.

Horas antes de que empezara el baile logro hablar con el Rey y este le dio el visto bueno para adquirir de palabra, y por el momento, el apellido de Sakurai en Celes, renunciando definitivamente a su título propio de Imi-nashi.

Él decidió con honor conservar su primer apellido. Ya no lo detestaba, ya no le recordaba a su madre y las muchas acciones desesperadas de sus antepasados en su mayoría obligados por su deber. Ahora al escuchar su apellido le llegaban buenos pensamientos y sensaciones.

De esa manera era llamado por varios integrantes de su familia, Mitsu solía abreviarlo y sonreír hacia él cuando bromeaban, sus estudiantes se dirigían a su persona así con respeto y apreciación, muchas veces con fe ciega…

El apellido Kazuhiko le recordaba lo que fue en el pasado y logro en su presente que lo hacía feliz. Que a pesar de todo seguía siendo un orgulloso Protector, solo que añadido también era amigo, familiar, profesor, Príncipe Consorte y ciudadano tanto de Celes como de Azelleb. El amante y pareja de vida de Sakurai Daisuke, el hombre que lograba hacerlo feliz después de tanto tiempo en soledad.

Los asistentes en general no lograron entender los sentimientos impresionados de ambas familias, así que ignorando eso, solo reverenciaron a Inoue conforme la costumbre y permanecieron varios minutos de esa manera, mientras Inoue exhalaba y miraba la situación por completo anonadado, aun tomando la mano de su pareja y del Rey.

Al final incluso su familia de Celes lo reverencio, aunque por menor tiempo. El Rey espero a que todos se reincorporaran antes de dar por terminada la ceremonia y dar inicio a la fiesta. Entonces Inoue no tuvo tiempo de nada rodeado por la mayoría de los invitados. Sakurai tan atareado como él fue separado de su lado.

Él paso casi una hora antes de deshacerse de casi todos los que se acercaron con bendiciones, bienvenidas y regalos. Dándoles sus respetos y fidelidad, o en el caso de unos pocos, su reconocimiento solamente.

Inoue suspiro aliviado cuando se retiró el cambia-formas camaleón, el último con el que hablaba, tras darle una reverencia. Él no creía acostumbrarse nunca a ese trato tan común y obligatorio en Azelleb.

De Protector a Príncipe, de sirviente a señor… Ahora Inoue entendía perfectamente el pánico y miedo de Shinobu tiempo atrás cuando paso exactamente por lo mismo hace años, en un pasado muy lejano…

-Vaya sorpresa la que nos diste, Inoue- le susurro cercano una voz familiar. Él sonrió nervioso y se volteo a encarar a Miyagi. El hombre en capa de la realeza vampírica se nota preocupado.

-¿Pero te gusto mi travesura?- molesto flojamente con una insegura sonrisa. Su amigo hizo todo lo posible por ocultar su sonrisa, pero Inoue conociéndolo de vida, y Miyagi sabiendo precisamente eso, alcanzo a ver su diversión.

Como magia, por primera vez en un largo rato ese día, Inoue logro relajarse por fin.

-No… -respondió rotundamente Miyagi, respondiendo a su anterior pregunta. Inoue rio.

-Tú más que nadie sabe porque hice esto, Miyagi… -susurro Inoue con una suave sonrisa. El profesor se acercó con cuidado y poso su mano en su hombro, mirándolo atentamente.

-¿Estas seguro de esto?- pregunto serio. Inoue lo vio, su alrededor y por último localizo a su destinado a pocos metros hablando diplomáticamente con otras personas.

Él se permitió inundarse de los puros y fuertes sentimientos que desarrollo en ese tiempo al lado de Sakurai. Un suspiro feliz inevitablemente le abandono y dejo que la sonrisa apareciera en sus labios.

-Estoy seguro, You… -susurro honesto.

Miyagi asintió y le abrazo. Inoue cerró los ojos y relajo con la presencia de su mejor amigo. Al separarse, Miyagi abrió la boca para seguro decir algo, sin embargo fue interrumpido por el Octavo Príncipe, Keigo, quien lucía nervioso y abochornado con las manos cruzadas enfrente de él.

-¡Fe-felicidades, Onii-sama! Yo… no quisiera interrumpir, pero… ¿Me permite unos minutos?- pregunto el vampiro al curioso Miyagi.

-Claro… -respondió, viendo de reojo la diversión de Inoue. Él sabía que Keigo quedo colgado con Miyagi, aunque sabía que no haría nada. Seguro le preguntaría sobre otra cosa, y la situación era divertida para él.

-Es bueno verlo tan feliz, Consorte… -Inoue se sobresaltó y miro a la, ahora, Reina de las Hadas de Luz. La reverencio.

-Mi Señora. Gracias por acudir este día… ¿Cómo se encuentra?

-Honrada por acudir a su Presentación… -Ella rio un poco y se acercó a Inoue hasta estar directamente enfrente de él. –Yo me estaba cuestionando sobre que regalo otorgarle de bienvenida. Me pregunte, y al final pedí ayuda a los Seres del Fuego. Me comunicaron que lo mejor sería ofrecerle mis habilidades, aunque ya lo hice. Y hoy, dispuesta aun a eso, me entero que cierto Rey ya se me adelanto…

-¡Dioses! ¿Cómo es que ya lo sabe todo el mundo?- se horrorizo Inoue con pánico. La Reina rio dulcemente.

-Oh, por favor, no me piense así. No olvide que yo puedo prever el futuro. Nadie sabe sobre eso aun, a menos que usted lo diga. E incluso yo, no sé el contenido de lo que él le dijo…

Eso era bueno. Lo que alcanzo a escuchar Inoue, y entendió, era algo muy valioso y preocupante en malas manos.

-B-bueno. Majestad, usted ya lo dijo. No me debe regalo alguno. No preocupe, por favor… -sonrió Inoue nervioso.

-Debo, y no es muy largo… ¿Lo acepta?

¿Otra predicción? ¿Qué otra cosa más podrían decirle que lo sorprendiera incluso mayor a lo que ya le dijeron?

-Gracias, Reina… -susurro por fin, haciendo sonreír a la mujer.

-“Porque los dioses quisieron recompensarte por cuidarlos incluso con tu vida. Ellos solo establecieron el camino, de ti depende lo que desees y consigas, Inoue-sama… No debes temer, más sin en cambio. Nosotros estaremos a su lado y le ayudaremos a entender que nunca le haremos daño… Ahora solo preocupa por conseguir tu felicidad”.

-¿Eh?- gimió Inoue sorprendido. La Reina sonrió y se dio la vuelta para irse.

-Mi regalo es ofrecer el mensaje, la fuente fueron aquellos, Seres de Fuego. Nos vemos luego, Príncipe Consorte…

-¿Chéri? ¿Todo bien? ¿Qué paso con su Majestad?

-Dai… ¿Cuánto tenemos que estar aquí? Estoy tan cansado. Ya no quiero más sorpresas hoy… -se quejó Inoue apoyando su cuerpo en su amante. Él lo abrazo por su cintura, atrás de él, y beso su cuello levemente.

-Lo siento, Inoue. Tendrás que esperar toda la velada. Es tu fiesta, ¿recuerdas? Y aun te falta saludar adecuadamente a todos los líderes y conocidos, forjar lazos y permitir que te conozca personas que no conoces. ¡Y el baile! ¿Sabías que Tristán invito a Miyagi y mi Padre a Mitsu-san?

-No me sorprende, de alguna manera… -rio Inoue y miro a donde el Rey estaba rodeado por personas, Mitsu a su lado y recibiendo casi tanta atención como el líder. –Aunque me sorprende que Mitsu acepte. Él no desaprovecha la oportunidad de bailar con su esposo…

-Bueno, el Rey solo le pidió una pieza. La primera, al igual que Tristán a Miyagi. Es la más importante…

-Cierto… Bueno, yo tengo a mi Kypher od mi Sjol y ahora soy un Príncipe Consorte oficialmente. Pronto regresare al anonimato, así que creo que aprovechare esta ocasión y aceptare bailar contigo… -bromeo divertido.

Sakurai medio gruño antes de besar su sien y apretar más sus brazos a su alrededor.

-Lo que usted ordene, Tercer Príncipe Consorte, Sakurai Inoue…  

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

*Carine: Para quien no recuerde, este es un termino cariñoso que Inoue le da a Risako. Es como "cariño", y la frase es "inventada" por mi :3

*Mithril: Recientemente estoy leyendo los libros del Señor de los Anillos, y esta palabra y su significado siempre me encanto.
Para los ajenos, el Mithril es "plata autentica", su valor es 10 veces mayor al del oro. Muy rara y preciada, dura y hermosa. Ya imaginaran la espada y su significado tan poderoso.
Por cierto, por si acaso. El termino y su significado no es de mi autoria. Lo tomo prestado del genio J.R.R. Tolkien <3

 

Y asi~

¿Que tal les parecio?

Quiza se note, pero este capitulo fue una serie de borradores e ideas que tenia por ahi y que me costo incluir logicamente xD
De hecho iba a ser mucho mas largo, pero al final quedo asi. Espero les haya gustado :3

Este es el ultimo capitulo tan largo. De vuelta a Celes, la pareja tendra algunas cosillas mas antes de que acabe el fic :x

¡Y hay sorpresa linda en el proximo capitulo! No se lo pierdan~

Mientras los dejo. Debo volver al trabajo :'(

Cuidense mucho .w./
Chris.


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