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El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

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Notas del capitulo:

Por fin *^*

He tenido varios problemas ultimamente que solo no me dejaban actualizar. Ruego me disculpen...

Tambien quiero decirles que el fic acaba en el cumpleaños de Inoue, el 21 de Abril... ¡Y aun faltan tres capitulos! ;-;

Asi pues, veran las actualizaciones muy deprisa. Lamento eso tambien xD

 

Como sea, espero disfruten. Son como una serie de experiencias cortas de ahora en adelante, con el tiempo corriendo muy rapido. Debo plasmar casi treinta años en cuatro capitulos, dioses .-.

Bueno, bueno, a leer~

Capítulo 34: “Sin importar en donde estemos, siempre permaneceremos juntos de alguna manera…”

 

Terminando de colocar correctamente cada una de las cuerdas, Sakurai retrocedió un poco para ver su trabajo terminado. Podía estar increíblemente orgulloso de lo bueno que termino siendo con los años, pero lo que nunca cambiaria seria la excitación de ver a su amante sumiso, sexy y alterado, limitado de alguna manera.

Inoue disfrutaba de ser sometido, del dolor, de lo socialmente “oscuro” en el sexo… Sakurai solo gozaba otorgándole placer y poseyéndolo de cualquier manera que lo tuviera. Y completamente atado con gruesas y especiales cuerdas por todo su cuerpo, era una imagen preciosa para su vista, aumentando su lujuria.

Reteniéndose como mucho tiempo atrás no lo hacía, Sakurai se paseó lentamente por el lugar, mirando cada parte de su compañero. Inoue solo permanecía con su cabeza levemente agachada, su rostro sonrojado y su respiración alterada.

Sakurai se detuvo atrás de él, y asegurándose de tocar alguna parte de su cuerpo, comenzó a peinar su largo cabello. Solo una alta coleta, les gustaba a ambos jugar con su cabello.

-¿No te molesta nada, chéri?- pregunto perversamente cerca, susurrando en su oído, rozándose en su piel desnuda.

-No… -jadeo Inoue cerrando los ojos y tragando duro. Sakurai sonrió complacido.

Inoue apenas se podía mover. Todo su cuerpo retenido de una manera preciosa. Sakurai de verdad estaba satisfecho, viendo la cuerda negra en contraste con la piel clara y suave de su compañero.

Dejándolo con la expectación, Sakurai se tomó su tiempo para escoger sus juguetes atrás de su esposo. Quería que fuera sorpresa, tanto como que sus ansias aumentaran. Ya lo podía sentir jugando con su límite, pero quería orillarlo tanto a esa fina línea hasta al final de la sesión, cuando por fin lo hiciera suplicar.

Tomo el látigo favorito de Inoue. Las suaves tiras de cuero no hacían real daño, solo el justo para complacerlo y marcar sutilmente su dulce piel. Las limitaciones añadirían algo y Sakurai solo sonreía imaginando lo que pasaría.

Se acercó y acaricio con el mango del látigo sus hombros. Inoue salto y gimió un poco, tomado por sorpresa.

Le dio tiempo para adivinar. Inoue era después de todo el que había surtido su habitación especial, su secreto. De los dos, era el que más experiencia tenia y quien enseñaba a Sakurai. Conocía todo lo que había en el lugar y sus posibles usos. Y Sakurai era feliz de eso, en realidad.

Jugó con los pequeños trozos de su cuerpo que dejaban entre si las cuerdas y nudos. Su compañero se estremecía y su respiración cada vez era más pesada. Podía ver la descarada demostración de su excitación crecer ante sus atentos ojos.

Así, sin aviso, dejo caer el primer suave golpe.

-¡Dai!- gimió Inoue y se inclinó hacia delante. Sakurai endureció su mirada y volvió a golpear, solo que en esa ocasión más fuerte, en la parte de atrás de las piernas de él como advertencia.

-No te muevas, mi amor… -susurro pasando las tiras por la piel marcada.

-Lo siento… -jadeo Inoue y volvió a enderezarse, temblando pero sin moverse de nuevo. Sakurai lo recompenso acercándose y lamiendo seductoramente su marca en el cuello.

-Buen niño… Si continúas así, te dejare terminar… ¿Te gustaría, mi Inoue?

-Oh, si…

Sakurai se guardó su sonrisa por la súplica de su débil voz. Debía él mismo mantenerse en el papel antes de ceder a su anhelo y solo tomarlo como siempre.

Volvió a pasearse, jugando con el látigo, blandiéndolo, cuidando de que las tiras no se enredaran, como aprendió tiempo atrás. Lo miraba y pensaba muy seriamente donde continuar, que hacer, incluso pensando que tipo de reacción tendría.

Era simplemente exquisito dar vueltas a su alrededor y echar a volar su imaginación.

Inoue en cierto momento lo siguió con la mirada húmeda y abrumada. Sakurai notaba que cada vez le costaba más permanecer quieto, de pie y atado, pero aun así estaba haciendo un esfuerzo maravilloso. Debía recompensarlo como prometió.

Se acercó y beso su dulce boca. Lamio sus labios y profundizo el beso solo un poco, alejándose y dejándolo con ganas de más… él incluso se inclinó tratando de seguirlo. Sakurai le sonrió y lo empujo suavemente con el látigo.

-Tranquilo…

Su esposo cerró los ojos cuando Sakurai lo acaricio con las tiras de cuero. Él se centró sobre todo en sus zonas erógenas, provocándole notorios escalofríos y ahogados gemidos.

Solo cuando olvido la amenaza que presentaba el objeto, Sakurai dejó caer con mayor fuerza el *Flogger en su dulce culo. Inoue salto y exclamo, sin embargo no dio un paso a ningún lado. Sakurai lo considero unos segundos antes de dejar caer su mano una vez más en otra parte diferente de la anterior.

El singular sonido del cuero al contacto con la piel de él, los jadeos de Inoue y el aroma de su excitación estaban mareando a Sakurai. Dejo dos veces caer el látigo en sus costados y después se pegó en su espalda, dejándole sentir el enorme bulto que cargaba y estaba ansioso por tener algo de atención.

-Daisuke… -gimió Inoue, con cuidado inclinándose para rozar aquella parte despierta de Sakurai con su trasero. Sakurai le dejo mientras él respiraba en su oído.

Su mano con el látigo rozo a Inoue en su propia excitación, las tiras dando una exasperantemente dulce caricia, solo lo suficiente para hacerle saber qué hacía, sin otorgarle el real placer. Su mano libre jugaba con uno de los nudos en la cadera de su compañero, recordando su trabajo y poder sobre él.

Sumergido en su placer, Inoue distraídamente dejo a su vista su cuello. Sakurai gimió un poco y no pudo resistirse a la tentación. Abrazándolo con sus dos brazos, mordió fuerte y bebió golosamente.

Lo único en su mente era el dulce elixir que nunca se cansaba de saborear, y del cual nunca tenia suficiente.

No importaba la situación o el tiempo, Inoue seguía seduciéndole de una u otra manera. Tan fácil como mirarlo, el lugar exacto donde bebía de él, en donde obtenía vida, fuerza y poder. El recuerdo siempre presente de lo que su sangre causaba en su interior.

No solo era alimentarse en un nivel muy básico, también fortalecía su unión como compañeros. Obtenía algo de su amado. Sakurai en su interior, físicamente siempre tenía algo de Inoue consigo.

Como el adicto que era lamio una y otra vez en busca de más, aun sabiendo que su saliva cerró la herida y él ya limpio todo. No le importo, añadido otorgaba más placer al ser que se había derretido en sus brazos y solo su agarre evitaba cayera al suelo.

Sonrió en su cuello cuando vio el pequeño lio que Inoue causo por su mordida. Su profesor podía ser ahora tan experto en evitar el orgasmo cuando se esforzaba, pero tenia que concentrarse. Y que cediera a ese placer era la muestra para él de cuan perdido se encontraba.

Sin que el aun abrumado hombre se diera cuenta, Sakurai con cuidado quemo ayudado de su Poder, las cuerdas que evitaban Inoue moviera los brazos. Tenía una idea después de mirar distraído al techo terminando de beber de su cuello.

-No estas siendo obediente, Inoue. ¿Quién te dijo que podías terminar? ¿Hmm?

-Dai… -suspiro Inoue en lo mínimo arrepentido. Sakurai hizo un ruidito inconforme con su lengua y sin consideración tomo ambas de las muñecas de su amante, elevándolas y amarrándolas en los dos tipos de equipos que colgaban del techo y le permitían alzar sus dos brazos por encima de su cabeza.

Tan cerca como estaba de él, Sakurai no fue inconsciente de la inmediata excitación de Inoue cuando termino maniatado por completo, ahora con la ventaja de poder dejar caer un poco su peso y no tener que mantener siempre el equilibrio solo con sus pies.

Sakurai acaricio sus brazos y manos, pasando también por las cuerdas especiales que servían para sus planes. Estas tenían cierto mecanismo que con un poco de habilidad, Sakurai podía accionar y hacer que el largo fuera mayor, moviendo a su antojo a su pareja. Justo lo que en ese momento tenía en su cabeza.

-Eres bastante perverso, ¿no lo crees? Poniéndote así solo porque te amarre al techo… -Sakurai acompaño su tierna reprimenda sosteniendo suavemente su erección renovada. Inoue gimió y se retorció. –Creo que dado que te comportas de esta manera, no importara lo que haga… me desobedecerás. ¿Es así?

-N-no… Lo siento… -susurro Inoue a través de su excitación.

-Tal vez lo sientas… De cualquier manera recibirás tu castigo…

Dejo sus palabras al aire y volvió a buscar en el cuarto lo que tenía en mente. Aprovechando que ese tipo de objetos estaban justo detrás de Inoue, Sakurai se tomó el tiempo en probar cada uno de los látigos, recordando que hacían y si podían ayudarle.

Al final escogió un *Látigo Unicola bastante pequeño para la norma, sin embargo tampoco quería centrarse en eso. Sentía su límite llegar y no quería que lo alcanzara en algo muy complejo.

Dejo que el látigo silbara con el aire un par de veces, acostumbrándose y preparándolos, a ambos, Inoue y él mismo. Cuando por fin logro el manejo que deseaba, sin palabra, comenzó los azotes.

Tomando con responsabilidad el acto, Sakurai logro en la espalda, piernas y nalgas de Inoue solo un par de heridas de consideración. La sangre era poca en realidad, solo incitándolo, desapareciendo al cabo de unos minutos gracias a los Poderes de su compañero.

Él, por su lado, estaba en el cielo al parecer. Sus labios ya no acallaban nada en lo absoluto, se revolvía y gemía descaradamente sujetándose por su vida a las ataduras de sus muñecas.

Inoue sabía perfectamente que todo eso solo fue una llamada de atención leve, casi una advertencia, así que cuando Sakurai aventó el látigo y se inclinó a lamer su sangre, Inoue se abstuvo con complicación de terminar.

Su pareja se encontraba tan al borde que era sorprendente su resistencia. Sakurai deseaba burlarse un poco más, así que beso en forma aleatoria su cuerpo ya completamente marcado por las cuerdas que aun tenia en su tronco, piernas y parte de su cadera y trasero.

Sus labios lo acariciaban, su lengua le otorgaba algo de alivio, sus manos solo esparcían calor anormal en su cuerpo normalmente frio; algo que solo Sakurai tenia el honor de hacer.

-¡Dai!- gimió eróticamente Inoue dejando caer la cabeza hacia atrás. Sakurai respiro con complicación viéndolo tan perdido y entregado, otorgándole una confianza inaudita al permanecer así estando tan inmerso en su gozo. Luciendo tan tentador e indefenso.

Completamente embriagado, en busca de su propia liberación, Sakurai cedió a su necesidad y beso desesperadamente a Inoue, al mismo tiempo que jalaba con un poco de dificultad el aparato a una altura considerable, poniendo en funcionamiento la polea que dejo bajaran las cuerdas que ataban a Inoue.

No dejo que se confiara y lo hizo arrodillarse con un firme y rápido movimiento. Su compañero lucía un poco aturdido con su mirada brillosa y erótica. Totalmente seductor y provocativo de la manera en que termino sometido y a su merced.

Con una mirada de deseo, expresando en silencio sus deseos, Sakurai desabrocho su pantalón y se acercó a Inoue, que se encontraba justo en la posición perfecta para satisfacerlo.

Dado que Inoue no podía mover sus brazos que continuaban de manera rígida sostenidas en alto, él tuvo que arreglárselas como pudo para meter en su boca la erección de Sakurai, haciendo magia con su lengua y labios. Sakurai en cambio solo pudo dejarle hacer lo que quisiera mientras cerraba los ojos disfrutando de la experiencia de su compañero.

Inoue logro un ritmo rápido y entregado evitando ahogarse. Sus ojos entrecerrados lo miraban con pasión abrasadora, el azul profundo de sus ojos casi eran obsidiana en la luz baja de su cuarto de juegos.

La visión delante de él era simplemente sublime. Sakurai se encontraba inundado en lujuria, cooperando en el movimiento, tomando con gentileza la cabeza de Inoue, guiándolo al principio en un ritmo lento y erótico, y conforme iba perdiendo el control de sí mismo, tomaba más salvajemente su cabello, Inoue entendiendo el mensaje aumentaba sus atenciones dando todo para volverlo loco.

Sakurai tuvo que sostenerse un poco, irónicamente de las cuerdas que sometían a Inoue. Su cabeza se encontraba aturdida y libre de cualquier pensamiento que no fuera el placer y amor que tenia por su pareja.

Inoue gemía y comenzaba a revolverse desesperado, buscando un poco de alivio. Sakurai advirtió que si continuaba se haría daño en las muñecas.

La calma le abandono y dejando libre un ronco gemido se desbordo en la cálida boca de su amante. La habitación se desdibujo de sus ojos, su mano continuaba acercándolo, su aliento le abandono y todo su cuerpo experimento la dicha y gozo que solo él le podía otorgar.

Cuando por fin pudo respirar de nuevo, Inoue jadeaba tanto como él y su expresión era de total y absoluto deseo incontrolable. Sakurai cedió ante la imagen y jalo del mecanismo, haciendo que las cuerdas comenzaran de nuevo a elevarse, esta vez más rápido y alto que la última vez. Inoue apenas seguía con complicación el ritmo, levantándose en sus temblorosas piernas. Sakurai tuvo un poco de consideración y dejo floja la cuerda, permitiendo que Inoue moviera sus brazos, pero sus manos continuaban juntas y atadas.

Sonriéndole, complacido, Sakurai lo levanto inesperadamente, cargándolo, haciendo que le rodeara la cadera con sus piernas. Inoue entendió y se rio un poco, colocando sus atadas manos rodeando también su cuello, acercándose y besándolo lenta y sensualmente. Eso fue lo que necesito y lo poseyó en rápidos e intensos empujes.

El cuerpo entero de su esposo se estremecía y demostraba su satisfacción. Sus besos eran torpes con sus gemidos, sus brazos se tensaban cada poco y su interior era una delicia irresistible de fuego puro.

Sakurai temió dejar huellas permanentes en él al tomarlo con tanta fuerza, pero simplemente no encontró abstinencia sumergido por completo en el especial acto con su Alma Gemela. Su único, él que hacía del acto carnal algo más privado e intenso, intimo, precioso.

Lo beso hasta dejarlo sin respiración, debatiéndose en duelo con su lengua, explorando cada rincón de su boca. Cada vez lo penetraba más lejos, más profundo y menos coordinado. Los diversos sonidos de su pasión encendía su libido y el calor comenzaba a ser insoportable, tanto como el poco control que tenia para alargar lo máximo posible todo.

Inoue lo mordió fuertemente en su labio inferior, sangrándolo, lamiendo desesperado; todo se fue en auge y juntos exclamaron el nombre del otro abrazándose lo más cerca posible.  

El peso de su pareja fue demasiado para Sakurai, haciéndolo tambalearse un poco. Inoue rio y lo abrazo con la poca fuerza que le quedaba, dejando descansar su sudada frente en su cuello, respirando agitado en su piel. Curiosamente eso lo enfrió, pues el aliento de él era más fresco de alguna manera.

-Gracias a los dioses no pesas demasiado, chéri… -susurro cansado aun sosteniéndolo. Su compañero volvió a reír y negó, acariciando con sus manos juntas su cabello.

-Tu castigo por hacer que mi cerebro se derritiera… -dijo y después bostezo, separándose un poco para mirarlo. –Creo que ya puedes bajarme, mon amour… ¿O quieres llevarme así hasta la cama?

-Primero debemos soltarte, ¿no crees?- sonrió Sakurai. Inoue giro los ojos, y elevando un poco las manos, solo se zafo del gancho que sostenía las esposas gruesas que rodeaban cada muñeca. Sonriendo con satisfacción las extendió enfrente de Sakurai para que las desatara.

-Anda, o me dormiré aquí de nuevo… -apuro parpadeando, evidentemente cansado. Él solo pudo sonreír satisfecho de haberlo agotado a tal extremo.

Un poco inestable logro llevarlo al *sofá tantra, solo para que se sentara un momento y él pudiera desatarlo, de sus muñecas y las cuerdas que ya fuera de la escena parecían francamente irritar a Inoue. Aunque fue difícil decirlo cuando comenzó a cabecear ajeno a lo que Sakurai hacía.

Cuando termino todo, arreglando de pasada su desorden en la habitación, Inoue definitivamente termino dormido en el mueble de rojo intenso.

-¿Mon ame?- llamo, solo para recibir un sonido de disgusto. –Ya, ya. Vamos, te llevare a descansar…

-Mmm… Luego… -susurro Inoue como si hubiese dicho algo contrario. Sakurai rio entre dientes y lo cargo ya recuperada un poco de fuerza, afortunadamente la necesaria para llevarlo todo el camino cuando Inoue ya estaba completamente noqueado. Tan cansado que no protesto ni se movió cuando él lo limpio con un trapo húmedo.

Sakurai a regañadientes tomo una ducha rápida antes de acompañarlo. No estaba realmente cansado, solo agotado un poco; con una o dos horas estaría de nuevo dispuesto incluso a una nueva incursión con su pareja, aunque eso lamentablemente no se podía, no solo por el estado de Inoue.

Apoyándose en uno de sus codos, mirando a su esposo acurrucarse en su pecho, Sakurai decidió invertir el tiempo que descansaba físicamente en observarlo, como la mayoría de las veces lo hacía.

Como un “Caballero Negro”, de un planeta destruido, procedente de una raza poderosa y en su mayoría de largo linaje, Inoue era poseedor de la “vida eterna”… eso y ser el compañero de un vampiro. Así que, a pesar de que habían pasado cerca de ocho años de casados, su hermoso amante continuaba tan deslumbrante, joven y dulce como lo fue desde el primer momento.

Y continuaba enamorado de ese hombre tanto que era en algunas ocasiones abrumador.

Aparto un poco del cabello que cayó en su rostro dormido y aprovecho para verlo más cerca. Su pequeña nariz, sus ojos cerrados ocultando el color favorito de Sakurai, todas sus facciones que favorecían su físico y robaban la respiración de Sakurai cada vez.

¿Cómo era posible ser tan feliz a causa de una sola persona?

Él había conocido a lo largo de esos ocho años a muchas personas, muchas buenas, como unas pocas malas, pero todo salió bien, con su felicidad intacta porque continuaba con el amor de su vida que le correspondía.

Sakurai podía decir agradecido que su vida justo ahora era perfecta y él era horriblemente feliz.

Sumergido en recuerdos y cuidando el sueño de su amado, Sakurai paso largas horas ahí, acariciando su rostro y cabello, viéndolo reclamar su calor mientras suspiraba, algunas veces susurrando su nombre entre sueños. Lamentablemente la mañana llego más rápido de lo que él quiso y pronto los primeros rayos del sol entraron en la amplia y lujosa habitación de su nuevo departamento.

Los preparativos para que Inoue fuera al trabajo trascurrieron en completo silencio por parte de los dos. Lejos quedo la euforia y satisfacción por su velada compartida, dado que a la mente de ambos regreso el conocimiento de que Sakurai tenía un largo viaje de negocios y se tendría que ausentar desde ese día, por toda una maldita semana.

Los dos odiaban esa parte del trabajo de Sakurai. Eran pareja enlazada, dos amantes que compartían parte de su vida relacionada con lo sobrenatural, afectados por una necesidad y deseo que no cualquiera entendería. El anhelo e inquietud aumentando cuando eran separados por largos periodos y no podían mínimo acudir a una video-llamada por los negocios de Sakurai. Esa era la razón del porqué Inoue lucia tan molesto y triste esa mañana.

Sakurai no pudo soportarlo más, alentado por su impotencia de la inevitable separación. Él lo detuvo antes de que abriera la puerta de la entrada y lo abrazo, tan fuerte como su deseo de no irse, de su frustración por no poder postergar más el viaje, con toda la intensidad de su deseo y posesión.

-Lo siento, Inoue… -le susurro minutos después de solo sostenerlo. –Si pudiera cambiarlo…

-…Esta bien, tonto- suspiro él y se apoyó plenamente en su cuerpo, acariciando su espalda con tranquilas y amables manos. –Ambos sabemos que esto tiene que pasar. Eres el dueño y director de una empresa muy poderosa y necesaria. Debes actuar como tal y ser profesional. Lo entiendo… Sabía todo esto cuando nos casamos… Esta bien… -termino diciendo, exhalando con resignación. Eso solo hizo que Sakurai gruñera disgustado.

-En cuanto Keigo vuelva de Claridad…

-Oye, oye… ¡No seas así con el pobre Kei-chan!- rio Inoue, por primera vez completamente sincero y alegre. -Por muy capaz que sea, encargarle todos tus deberes solo es hacer lo mismo que nos ocurre; agobiarlo con deberes impidiéndole tener vida privada. –Inoue sonrió y se separó levemente, besando su mejilla. –Puede no tener pareja aun, pero es injusta solo exigirle eso. Deja que trate con el liderazgo completo de tu cede en Claridad y después le damos el mando de Celes, ¿vale?

Sakurai no respondió, solo perdiéndose en los brillantes, intensos y llenos de sentimientos, ojos azul. En ellos una madurez y cariño marcados, libres ahora de todo dolor y suplica.

Tal vez perdido en su propio hechizo, Inoue suspiro y se levantó en las puntas de sus pies para besarlo, rodeándolo con la mano que no sostenía su habitual maletín de trabajo. Él solo le devolvió el beso, profundizando en sus dulces labios, enredando sus dedos en el suave, largo y suelto cabello, compartiendo un poco de ese intenso sentimiento.

Apenas podían respirar cuando se separaron. Inoue estaba completamente sonrojado e inquieto cuando el tiempo los apuro para que él no llegara tarde a la universidad, a pesar de que ambos preferían solo regresar a su burbuja y librarse de deberes varios.

Gracias a su corta conversación y largo beso, el camino en el Porsche relativamente nuevo de Sakurai fue más ligero, y en tan solo quince minutos ellos pararon en el estacionamiento de la Universidad Central.

Inoue salió sin decir nada y se apoyó en el coche esperando que él saliera. Ambos se miraron a los ojos con nostalgia y se abrazaron un poco más, ignorando que Sakurai ya iba atrasado para ir a su primera reunión del día antes de irse por fin a un planeta de recién descubrimiento.

-Trata de llamar, ¿sí? Y no dejes que nadie te toque, ¿me escuchaste? La última vez me costó mucho librarme de la imagen de esa maldita mujer pegada a ti… -gruño Inoue en medio de un puchero. Sakurai aun sabiendo que era peligroso, se rio.

-Eso es porque tu sentido del olfato se ha agudizado, mi amor. Tú continuaste oliendo su perfume en mí, aun cuando ella no se me acerco demasiado en esas ocasiones. Nadie aparte de ti tiene permitido estar tan cerca, te lo juro… -sonrió, viendo que Inoue solo fruncía el ceño irritado.

-¡Mas te vale!- replico, hizo una mueca y después, casi recalcando el punto, lo beso apasionadamente descarado en público. Sakurai tomado por sorpresa se encontró correspondiendo con la misma intensidad.

-¡Profesor Kazuhiko! Por favor, no torture a los solteros… -rio un joven de piel rojiza, estudiante extranjero de Inoue. Eso les recordó donde estaban y se separaron riendo por lo bajo, aunque Inoue no dejo de rodearlo con sus brazos en su cuello. Su sonrisa y cariño no desaparecieron incluso cuando encaro a su pupilo y el pequeño grupito atrás de él.

-¡No me arruinen la diversión y vayan a clase, jóvenes!- exclamo alegremente. Los chicos rieron negando antes de por fin irse, cada uno mirándolos de diferente manera, desde diversión hasta envidia y anhelo por tener lo que ellos compartían. Sakurai muy brevemente recordó aquella misma mirada en su compañero, y eso solo hizo que fuera más recio a dejarlo ir por fin.

¡Cada día era más tentadora la idea de vender todo y olvidarse de ir a trabajar!

-Anda, ve y se mi sexy empresario que me consiente con caros choches y regalos- sonrió Inoue besándolo una vez más, solo un leve roce de labios.

-Te extrañare… -susurro Sakurai abrazándolo una última vez.

-Yo igual… -devolvió Inoue y suspiro, apretándolo fuerte. –Pero tienes que regresar a mí, Dai. Lo se… Sin importar en donde estemos, siempre permaneceremos juntos de alguna manera, mon amour.

 

 

Inoue bostezo ampliamente caminando por los poblados pasillos de la universidad. No había podido casi dormir, atormentado por la necesidad de su compañero ausente desde varios días atrás. Nunca lo hacía, de hecho, si Sakurai no estaba a su lado en la enorme cama.

-Buenos días… -saludo entrando en su oficina. Lo único que le respondió fue el grito enojado de su compañero de trabajo, Kamijou Hiroki.

-¡En serio, profesor! ¡¡Pare de una vez!!- gritoneo el joven forcejeando con Miyagi, que lo tenia en un abrazo agobiante.

Inoue ni siquiera pestañeo, acostumbrado a las discusiones del par. Él solo volvió a bostezar y pestañeando para alejar el sueño, fue a su escritorio al lado de Miyagi.

-Kamijou, ¿por qué huyes de mi aprecio? ¡Eres tan frio!- replico su amigo de infancia aun sin soltar al desesperado castaño.

-¡¿Sera porque ambos estamos casados?! ¡Aléjese, por favor!- exclamo más agudo de lo habitual. Inoue irritado por la falta de sueño, estrello su puño encima del montón de exámenes que debía calificar.

-¡¿Pueden ambos callarse?! ¡Trato de dormir un poco antes de mi clase!- notifico, apoyando sus brazos en el escritorio antes de recargar su cabeza ahí, ignorando a los dos hombres que por fin dieron con su presencia.

-Ah, buenos días, Inoue. ¿Cansado?- pregunto Miyagi tranquilamente, apoyado en el pobre reciente profesor.

-Sí… -susurro Inoue sin levantarse.

-¡Profesor, no puede dormirse! ¡¡Tiene la primera hora!!- exclamo Kamijou mirándole con pánico, no por su falta de profesionalismo, Inoue lo sabía, solo porque no lograba zafarse de Miyagi. Eso le dio una idea a él.

-Miyagi, suelta a Kamijou, así me puede suplir la primera hora… -murmuro viendo de reojo como el joven extranjero se alteraba aun más.

-¡¡Ya basta!!- grito y alejo bruscamente a Miyagi, quien solo por su anterior entrenamiento militar, logro evitar estrellarse de cara con el piso. -¡¡Profesor Kazuhiko, sea profesional y acuda a su clase!! ¡¡Profesor Miyagi, deje de acosarme o juro que por fin pondré una demanda formal en su contra!!

-Por fin, dice… -rio Inoue bajito, lamentablemente el hombre le escucho y abrió su boca para replicar, que acompañada por su oscura mirada, seria enloquecida. Inoue rápidamente le interrumpió. -¡No he dormido casi nada, Kamijou! ¡Por favor, hazme este favor! ¡Y te reemplazo todo el día de la próxima semana!- dijo estirándose, sabiendo que jugaba sucio. Esa fecha seria el aniversario del joven profesor con su esposo Nowaki.

Efectivamente, el hombre dudo viendo a Inoue, en sus ojos se debatía claramente el deber con el anhelo a tomarse el día libre y compartirlo con su compañero.

-¿Es…esta seguro de eso, profesor?- por fin dijo Kamijou sonrojándose un poco. -¿No para esa fecha regresa su esposo?

-Regresa mañana, pero no te preocupes, después de todo, solo debo tomar tus clases, nada extraordinario de mi horario habitual. No olvides que antes de que llegaras y abrieran tantas plazas nuevas, Miyagi y yo nos repartíamos las clases sin complicación… -sonrió Inoue, un tanto nostálgico por esos días.

Fue solo dos años atrás que la universidad ya no pudo manejar las peticiones a ciertas clases. La materia de Miyagi e Inoue era de las más solicitadas desde siempre, provocando al final que se decidiera emplear un nuevo docente que los ayudara. Al final termino siendo el segundo profesor asistente, Kamijou Hiroki, un viejo conocido del Juicio por los Chaton.

El chico era estricto, serio y profesional de naturaleza, una singularidad de su raza en un planeta bravo y digno como el suyo; y era quien normalmente ponía en cintura a los dos que flojeaban algunas veces.

La situación era francamente divertida. Miyagi e Inoue habían estado acostumbrados por más de quince años a hacer lo que les apetecía, llevando el trabajo a su ritmo. Dado que se conocían de siempre, sabían cómo pensaba el otro y sus costumbres, así que trabajar juntos nunca fue un problema. Pero llego Kamijou y las cosas fueron diferentes. Él no dejaba que la reputación de su departamento decayera, trataba a los alumnos con excelencia y un poco de brusquedad… y era el perfecto blanco de burlas de sobretodo Miyagi, quien encontró su diversión y un digno compañero en él.

Shinobu no era feliz, y los días en que Inoue constantemente media peleas, desacuerdos y disfrutaba de ir a trabajar, solo continuaban. ¿Quién lo diría?

La campana anunciando la primera hora sonó e Inoue miro a Kamijou atentamente. El joven vio en cambio la fotografía de su boda en su escritorio, lo único personal que se permitía en la oficina, y al final suspiro dramáticamente, tomando su maletín de trabajo y corriendo a la clase de Inoue. Él por su parte sonrió enormemente y volvió a descansar.

-Así que Sakurai regresa mañana, ¿eh?- dijo minutos después Miyagi ya calmado y trabajando. Inoue le respondió con un gruñido. -¿Y planeas irte con él cuando regrese? Con todo eso del concilio del Rey Christian en las sedes de Los Lideres y Representantes…

-No… -suspiro Inoue recordando con amargura aquello. –Padre nos pidió que no interviniéramos… La situación de la Tierra de verdad está a punto de colapsar, sin embargo dijo que le dejáramos todo a él. Claro que nadie esta feliz con eso, pero no nos queda de otra. Además, él ha evitado la guerra con la sub-raza de vampiros ahí… y eso ya es algo.

Pero el conflicto parecía inminente…

Cuando unos años atrás se descubrió el planeta Tierra, nada pareció diferente para Celes, pero lo fue. El mundo que paso por una guerra biológica y mato más del ochenta por ciento de su población, tenía como habitantes también a una raza de vampiros diferentes a los descendientes de Azelleb. Poco después se dio a conocer que aquella “sub-raza” eran sucesores de los llamados “vampiros rebeldes”, unos pocos que llegaron mucho tiempo atrás en aquel planeta, y tras varios sucesos, descendencias y hábitos, se desarrollaron aquellos peculiares seres.

Eran tan poderosos, eternos y misteriosos como sus homólogos de Azelleb, pero ahí acababa su parecido. Ellos no soportaban ningún tipo de luz solar, ni siquiera aquella que Sakurai podía tolerar; tenían una sed de sangre permanente, muchas veces matando realmente a sus donantes; no necesitaban de alimento ni bebida alguna, y eran más propensos a perder el control y solo una pequeña población vivía relativamente normal.

Con la Tercera Guerra Mundial acabada, el sol del mundo matando a sus seres y obligándolos a vivir de noche, los vampiros y otras criaturas salieron de su escondite y dominaron aquellos pocos sobrevivientes. Ahora los poderosos eran ellos, auto nombrándose los más sobresalientes, macabros y pretenciosos: “Príncipes”. Eso no gusto a la real nobleza vampírica, menos a los terrestres, y de ahí empezó el aun tenso conflicto.

La cosa se equilibró cuando Haruka encontró a sus dos compañeros, una humana y uno de esos vampiros, ambos de la Tierra y ahora algo así como “embajadores” entre ambos mundos. Pero la batalla no estaba ganada e Inoue temía de las repercusiones para sus vampiros si se declaraba una guerra entre ellos y “los otros vampiros”.

-¡Inoue!- llamo Miyagi sobresaltándolo, despertándolo. Al parecer, Inoue se quedó dormido pensando en aquello.

-Lo siento. ¿Qué? ¿Ya es hora de mi clase?- pregunto desorientado, definitivamente reincorporándose antes de volver a dormir. Kamijou no lo dejaría en paz si lo veía.

-No, solo te dormiste unos minutos, dejándome hablar solo… -recrimino Miyagi viéndolo algo divertido. –Yo te preguntaba sobre la fiesta de cumpleaños de Hotaru, la hija de Mitsu-san… pero creo que no hace falta provocarte, o serás tu él que no parara de hablar por horas… -dijo y rio. Inoue no pudo evitar seguirle en su risa.

-¡No me puedes culpar! Hotaru-chan es solo un encanto. Mitsu-chan y yo tenemos muchas ideas para su cumpleaños. Debemos arreglar mucho aunque falta todavía un mes para el día… -sonrió radiante, pensando en la pequeña réplica en físico y actitud de su mejor amigo. Miyagi giro los ojos y murmuro algo parecido a “justo lo que dije”.

-Ya entendí, sí… -replico él divertido. –Juro que ahora entiendo la advertencia de Usami Akihiko. No debí permitir que ustedes se relacionaran. ¡Ahora pago el precio!

Inoue lo miro sin entender, pero antes de poder decir o preguntar algo, su nuevo compañero de trabajo regreso con un montón de libros.

-¡Kamijou! ¡Solo tú me quedas! ¡Inoue me ha cambiado y traicionado por Mitsu-san!- gritoneo dramáticamente Miyagi solo vio llegar al profesor.

-¡¿Eh?! ¡Yo no te he engañado!- gimoteo Inoue siguiéndole en el juego. -¡Eres tú el que me cambio por Kamijou!

-¿Me puedes culpar?- guiño Miyagi. Inoue evito reír observando la mirada cada vez más atemorizante del joven docente.

-Profesores… -susurro Kamijou en voz muy baja. -¿Pueden empezar con su trabajo y dejar de involucrarme en tonterías, por favor?

-Oh, dioses… ¡Mis clases ya empiezan!- exclamo alegre Miyagi, apresurándose a huir viendo el límite de Kamijou acercarse. Inoue siguió su ejemplo y comenzó a revisar exámenes, nervioso.

Podía él ser un noble de la realeza vampírica, con poderes únicos y educación militar… pero Kamijou opacaba todo eso cuando se molestaba en realidad. Sus libros como proyectiles eran legendarios y letales.

Bajo la aguda e irritable mirada del estricto profesor asistente, el día de trabajo pasó sin contratiempo y profesional.

 

 

-Eso es increíble… ¡Estoy tan orgulloso de Johnny-chan!- gimió Inoue aplaudiendo feliz. Shinobu asintió agitando rápidamente su larga colita rubia.

-¡Lo sé! ¿Puedes imaginarlo? Quiero decir, siempre dije que Johnny tenía talento para ser un escritor bueno, pero nunca creí que llegaría al nivel de Usami o Mitsu-san. Ahora es un renombrado novelista y ha sido nominado a un premio tan importante… No puedo creerlo…

Inoue miro con cariño a su amigo. Si él no podía creerlo, ya podía imaginar a Johnny, y la sola idea hacia que tuviera piedad de ambos chicos, en el fondo tan inseguros en sus respectivos empleos. Sin embargo ambos eran exitosos, tanto como Risako y William, ambos dueños de una cadena mediana de restaurantes que manejaban en lo esencial, pues el otro tiempo lo dedicaban con sus tres hermosos y maduros hijos que Inoue amaba como si fueran suyos.

-Bueno, Johnny se lo merece, y debemos estar para él, tanto como si lo gana como si no… -asintió Inoue volviendo al tema dejado al aire. –Después de todo, será el único representante este año de Celes. ¡Seguro gana!

-Eso de alguna manera sonó mal… -susurro Shinobu mirando en blanco. Inoue rio y negó.

Ellos continuaron largas horas hablando de cosas varias. Inoue en realidad era el que constantemente sacaba tema de conversación con el joven, único en tener tiempo para compartir con el ansioso Inoue, quien no veía la hora para que su compañero por fin llegara.

Quince días eran solo una tortura. Los negocios de Sakurai habían terminado siendo tan importantes que no le dejaron los últimos días para siquiera mandar una nota a Inoue, lo que hizo de su necesidad insoportable. Agraciadamente tenía a su familia, que acostumbrados con los años, vieron las señales y se las arreglaron para distraerlo en esos días de locura y anhelo.

Más que nunca los aprecio por su cariño y cuidado que le profesaban.

Shinobu sonreía orgulloso de la nueva hazaña escolar de Reiko, la más pequeña hija de Risako y William, cuando la puerta del departamento se abrió y pasos se escucharon acercarse.

El corazón de Inoue se alteró y un escalofrió de emoción lo recorrió al ver parado y sonriente a su esposo ahí.

-¡¡Dai!!- grito Inoue como una adolecente enamorada, pero ignorando aquello, él corrió y atrapo a su compañero, abrazándolo con fuerza y besándolo sin control por todo su rostro.

-Estoy en casa, mi amor… -susurro su vampiro devolviendo el abrazo, sonriendo feliz y complacido. En la cabeza de Inoue no había otra cosa que el deseo de tener a su compañero, sin importarle otra cosa que la necesidad tortuosa de reforzar su enlace.

Sakurai lucia igual de desesperado. Sus ojos brillaban, sus colmillos cada vez eran más visible y sus brazos se tensaron al igual que todo su cuerpo después, listo para tomarlo de una deliciosa feroz y rápida manera.

-De acuerdo… Yo ya me voy… -susurro cuidadosamente Shinobu levantándose. –No se preocupen, conozco la salida… Ustedes continúen con su… ‘cosa’. Solo no se lastimen o algo así…

Ninguno le puso atención, muy concentrados en deshacerse del hechizo y comenzar el ataque. Cuando por fin lo lograron, por supuesto el primero en hacer algo fue Sakurai, quien no acostumbraba dejar la sangre de Inoue por más de un par de días, y a esas alturas se encontraba hambriento y salvaje.

En menos de un parpadeo tenia a Inoue pegado a la pared, excitado, tan deseoso y animal como él.

-Solo una vez… Después lo hare como es debido, Kypher od mi Sjol… -susurro ronco y sensual su esposo. Inoue no sabía sobre que convencía, o por qué siquiera pensaba que debía convencerlo. Él aceptaría todo de su pareja, siempre. Solo porque era Sakurai…   

Aun así asintió, demasiado necesitado para hablar. Trago saliva cuando Sakurai lucho con su cinturón. Tenía una idea bastante clara viendo la ansiosa mirada rojo sangre oscureciéndose cada vez más.

Dado el deseo, a Sakurai no le sorprendió ni le dio problemas la erección de Inoue. Él la tomo con firmeza y comenzó un ritmo por demás desesperado y completamente placentero para su expectante cuerpo.

La añoranza, el deseo, el tinte tosco y la necesidad se fundieron, llevando con vértigo a un punto alto a Inoue. En solo minutos él se encontraba acariciando su orgasmo, aferrándose con fuerza a los hombros de su compañero que lo devoraba con la mirada desquiciada.

Solo espero a que Inoue gimiera su aviso antes de hacerse de su cabello, bruscamente jalándolo para dejarle a la vista su cuello y morderlo sin consideración ni ternura. Y fue eso justo lo que Inoue a su vez espero para terminar.

Su voz se cortó por el largo y fuerte grito que emitió, su fuerza le abandono y se llevó a su esposo con él al suelo, aun Sakurai bebiendo con complicación de su sangre, dada la prisa con la que se alimentaba. La cabeza de Inoue inundada de blanca y exquisita nada, no podía advertir algo que no fuera su placer. No le importaba que su amante le desangrara, siempre y cuando le siguiera otorgando con su mordida aquellas adictivas sensaciones.

Pero por supuesto Sakurai no le mato y se detuvo, aunque fue en un punto donde Inoue se encontraba demasiado débil por la donación y su clímax. Él solo pudo sonreír al ver su saciedad y después se desmayó tranquilo por fin.

 

 

-¿Y al final que le dijiste?- rio Inoue cómodamente acostado encima de Sakurai, entrecruzando los dedos en su pecho y dejando descansar su barbilla ahí. Sakurai resoplo y acaricio lentamente la espalda de su compañero.

-Aunque me hubiese gustado golpearlo, y no solo a mi… le dije lo de siempre. “Los Chaton fueron capaces de adaptarse tan bien a su libertad porque desde el principio tuvieron inteligencia, sentimientos y deseos. Solo fue un extra que siempre se les entrenara en algo y eso los ayudara más adelante. Mi esposo y todos los involucrados lo sabían de antemano”.

-Seguro… -asintió Inoue aun dando risitas bajas. –Juro que desde que estás conmigo y los otros, has llegado a ser tan protector de los chicos, más que muchos otros originales integrantes, Dai…

-No lo puedo evitar… -se encogió de hombros libre de culpa. –He conocido a maravillosos Chaton en este tiempo, y me hierve la sangre imaginarme a Johnny-chan o a Shinobu siendo maltratados. Es cierto que no estuve ahí en ese momento, pero ahora son mi familia y no permitiré que nadie los dañe.

Inoue solo pudo sonreír conmovido, acostándose por completo en él, suspirando.

-Gracias por protegerlos, mon amour. Ellos son importantes para mí, y saber que estas para cuidarlos, me quita un peso enorme de encima…

-No digas eso… -susurro Sakurai tomando su puño que empuñaba Inoue apretando su camisa. –No lo hago tanto por ti, mi amor. Realmente he llegado a quererlos… y ser protector con ellos, por supuesto. Es lo mismo que les sucedió a mis hermanos y padre contigo…

Inoue tuvo que reír por la referencia, sabiendo que era más que apropiada.

-Yo me siento igual a lo referente con ellos… -suspiro una vez más y cerró los ojos, distraídamente siguiendo el delgado hilo que lo unía a los Príncipes vampiros en su cabeza. –Reaccionaria igual si alguien los daña…

-Romperé lazos con ese cretino. No me importa el contrato. Solo no puedo trabajar con alguien con esos pensamientos… -gruño Sakurai de forma amenazante, pero sabiendo lo que decía, Inoue solo sonreía y se encontraba en paz.

Repentinamente, asaltado por un divertido escenario imaginario, Inoue rio a carcajadas ante la curiosa y sonriente mirada de su pareja que espero pacientemente a que se tranquilizara.

-Me pregunto qué pensaría Shinobu-chan al irte decir esto… ¡Pagaría por ver eso!- exclamo con dificultad por su risa. Sakurai solo lo miro en blanco antes de fingir un escalofrió.

-¡Mon ame! Antes dime que deseas verme muerto. ¡Quizá después de todo si debo hacer ese amuleto que evita que me ataque alguien que considero familia!

Inoue rio más alto al recordar esa broma que había hecho Naya cuando los visito y presencio una discusión normal entre Shinobu y Sakurai. Y aunque todos sabían que las cosas no eran serias en ningún aspecto, y no existía amuleto alguno, eso quedó grabado con fuego en ellos.

El timbre del departamento sonó e Inoue tuvo que levantarse para contestar, antes tentándose y besando los sonrientes labios seductores de su compañero.

Inoue desapareció su sonrisa cuando abrió la puerta y encontró a Mitsu del otro lado. Una simple mirada a sus devastados ojos le dijo todo lo que necesitaba saber.

Sin palabras, suavemente y con calma lo hizo pasar.

-Lamento interrumpir… -susurro Mitsu en el vestíbulo, mirando el suelo y abrazándose a sí mismo. Sakurai miro atentamente a Inoue antes de negar.

-No se preocupe, Mitsu-san. Esta en su casa. Iré a por eso, chéri… -añadió en despedida, dándole un suave beso en su mejilla y dejándolos solos.

No había nada que decir. Su peculiar enlace que ambos dejaron de cuestionar años atrás permitió que se comunicaran con una simple mirada. Inoue sentía como propio el dolor de Mitsu que trataba de ser fuerte con todas sus fuerzas.

Moviéndose rápido fue por su capa y una extra para su amigo, que quizás por lo apremiante de la situación salió sin nada que lo cubriera del frio.

Regresando a su lado lo abrigo viendo lo perdido que se veía.

El dulce, alegre y calmante hombre derrumbándose y sintiéndose como un pequeño niño en shock. Era muy desgarrador verlo así, mirando a la lejanía con la sombra de llanto escondido en sus lagunas rosas.

Inoue lo abrazo suavemente, entregando calor necesario. Mitsu se sobresaltó un poco antes de recargarse en él y dejarse guiar hasta llegar al automóvil de Inoue, sin separarse.

Tomando su mano Inoue condujo por puro instinto, permitiendo que los sentimientos de su amigo fluyeran hacia él. Solo deseaba desesperadamente llevarse toda emoción negativa consigo y alejarla de ese hermoso ser.

A Inoue no le tomo mucho tiempo llegar a su destino. Estacionando varios metros lejos, apago el carro cerca de un parque desierto y triste, donde el único transito era de hojas que caían de los pocos arboles del lugar. Perfecto para plasmar la situación.

-Te esperare… -susurro Inoue dándole un suave apretón a la pequeña mano que tomaba. Mitsu asintió en una seca cabezada y salió del auto, caminando lentamente, el aire frio moviendo su largo cabello blanco sujeto en un agarre.

Inoue salió también del automóvil y se dio la vuelta hasta recargarse en la puerta del copiloto, abrazándose a sí mismo cuando Mitsu sonrió hermosamente al saludar a una simple y linda chica de corto cabello castaño. Ella paro su camino sorprendida de ver al escritor, pero devolviéndole efusivamente la conversación, incluso aunque sus manos lucían cansadas de sujetar varias bolsas de compras.

La plática no duro mucho y la despedida por fin se dio. Mitsu no se permitió desmoronarse y solo la abrazo con la mayor delicadeza que pudo. La mujer lucio asustada por un momento antes de sonreír cálidamente agradecida, devolviendo el gesto y susurrando algo que Inoue no alcanzo a escuchar.

-Nos volveremos a ver, Mitsu-san- sonrió ella y se fue en pasos lentos, tosiendo en su camino. Mitsu gimió un poco y la despidió con su mano incluso aunque la chica no lo vio.

Inoue miro al suelo, herido porque la mujer no pudiera cumplir su promesa. Lo más probable era que esa misma noche muriera. Él no insistiría a Mitsu para que le dijera toda la predicción que vio de su amiga, Inoue solo estaría ahí para él después de despedirse sabiendo que no la volvería a ver.

Por fin el límite de Mitsu acudió y él se dejó caer de rodillas, llorando desconsolado tapándose su rostro. Inoue corrió hacia él e hizo todo en su poder para evitar que su amigo recordara a su preciosa hermana que murió décadas atrás. Era evidente la despedida causaría eso en Mitsu.

Abrazándolo lo sostuvo mientras se derrumbaba. Su corazón doliendo por el puro sufrimiento de su amigo, de su hermano.

Por más que lo deseaba, Inoue no podía entender del todo el dolor de Mitsu. Claro que sentía el dolor de él, pero nunca sintió como propio el sufrimiento de la muerte de un ser querido.

Inoue venía de Imi-nashi, un mundo donde la vida promedio de su gente había sido mucho más larga que la de Celes. Vio a gente morir, algunos por su propia mano, pero nunca alguien que el específicamente fuera a extrañar. No con quien compartiera recuerdos, risas, momentos irremplazables que solo el recordarlos lastimarían por la ausencia.

Las cosas ahora eran diferentes y ambos lo sabían. Los dos vivirían mucho más que sus amigos e incluso familiares de Celes. Ellos tendrían que pasar por el sufrimiento de verlos envejecer y morir, continuar sin ellos e intentar solo sonreír después.

La idea era demasiada cruel para que Inoue la examinara en ese momento. No quería pensar en los dos integrantes de su familia que inevitablemente no los acompañarían siempre.

Él mismo no era inmortal. Viviría más, sería difícil de asesinar, pero algún día, un sorpresivo ataque… todo terminaría. Incluso lo más probable era que Sakurai le fuera arrebatado. El hombre tenía un deber con su mundo natal que en batalla le arrebataría la vida.

Inoue contaba con la promesa de no sufrir su perdida por el Pacto Sagrado, mas sin en cambio no era lo mismo para Mitsu. Si Kaoru moría, él tendría que vivir con el dolor quizá eternamente.

¡Era demasiado desalmado!

La lejana frase del Rey Christian llego inesperadamente a él. El recuerdo de aquel día en Azelleb, donde el regente aconsejo a sus hijos no vivir con miedo al final, más bien a disfrutar del tiempo hasta que este llegara.

Y eso haría Inoue. Se llenaría de valiosos recuerdos y experiencias con sus seres queridos para que en el futuro momento de la despedida, él pudiera sobrevivir inundado de esas vivencias que lo consolarían hasta reunirse con ellos en otra etapa más.

Reflexiones, planes y un lejano anhelo que Inoue estaba alentando fueron alejados tras ver la lejana silueta que se acercaba.

Con una suave sonrisa vio a Kaoru parar agitado a poca distancia, mirando preocupado y sufriendo lo mismo que Mitsu. Algo le decía que la mujer había sido amiga de ambos.

Con ternura deposito un ligero beso en la cima de la cabeza de Mitsu y lo separo de él, levantándole el rostro mojado para que lo mirara. Le sonrió, con la promesa floja de que no sería próxima una partida permanente más.

Ambos volvieron a mirarse, comunicándose en silencio. El esposo de su amigo se acercó alarmado y confundido cuando Mitsu empeoro su llanto, agradecido con Inoue por su proposición de realizar un Pacto Sagrado en ellos para que Mitsu no enloqueciera de dolor por la partida del único ser que fue escrito debía permanecer eternamente con él.

-Gracias Inoue… Gracias, gracias, gracias… -exclamo agudamente, pero Inoue solo negó y lo abrazo antes de levantarlo y guiarlo a donde el hombre esperaba a su amado.

-Comunícaselo y abrázalo- sonrió Inoue y los dejo juntos, Mitsu efectivamente aferrándose a su esposo y sollozando sin control, temblando y lamentándose lastimosamente. Kaoru sin más lo sostuvo y meció, agradeciendo con una cabezada simple a Inoue.

-Gracias… -susurro, dándole la misma mirada que le entrego el día que perdieron a su primer hijo y él estuvo en todo momento para ellos. Inoue suspiro.

-Cuídalo… -dijo y se retiró. Solo eso pedía a cambio, porque sabía que el amor nunca faltaría en ambos.

El camino a casa fue en un parpadeo y sin dar en cuenta él estaba viendo a su amante sentado en el sillón de su departamento, hablando con alguien sobre negocios a través de su brazalete. Sin decir nada Inoue se reunió con él y subió los pies, acurrucándose en su pecho. Sakurai inmediatamente lo abrazo y calmo con un gesto dulce en su hombro.

El vampiro se apresuró a cortar la comunicación lo más pronto posible sin descuidar su trabajo, sabiendo que Inoue necesitaba alivio que solo en ese momento él podía otorgar. Terminando su llamada cargo a Inoue y lo llevo a la habitación, depositándolo en la cama con suavidad y amor, otorgándole besos, caricias. Reconfortándolo mientras le hacía dulcemente el amor.

Inoue no sabía desde cuando el sexo consolaba y reafirmaba un lazo tan intenso como el suyo, pero si sabía que valoraba inmensamente que desde la aparición de Sakurai en su vida las cosas sucedieron de esa manera.

Tenia a tantas personas importantes en su vida, a muchas las amaba intensamente, y a otras tantas tendría que renunciar en algún momento. No cercano, esperaba. No con su amante, mínimo tenía esa certeza.

Sudorosos, tranquilos y cansados ambos se abrazaron en la cama, Sakurai rodeando su cintura y apoyándose suavemente en su espalda mientras acariciaba con delicadeza su cuello con la punta de su nariz en una tierna caricia. Inoue suspiro y sujeto el brazo de su vampiro mientras cerraba los ojos y susurraba.

-Quiero un hijo, Daisuke.

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

*Floggers: http://fc04.deviantart.net/fs70/f/2011/312/0/7/a_rubber_flogger_experiment_by_tupali-d4fhycr.jpg

*Látigo Unicola: El que tengo en mente especialmente ---> http://www.cowwhips.com/site/wp-content/uploads/2012/07/6ft-stockwhip1.jpg

*Sofá Tantra: Solo pondre la imagen, para referencia. Si ya ustedes quieren investigar... xD
http://s3.amazonaws.com/mercalist/datas/194181/large/Tantra_3.jpg?1390407164

 

Y creo que eso es todo... por ahora >:D (?

Espero sus comentarios~

Cuidense mucho. Nos leemos .w./

 

Christal Celeste de Garcia <3

 


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