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El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

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Notas del capitulo:

Yo pido disculpas, pero la mitad del capitulo no pude editarlo. Ya es muy tarde Dx

Solo puedo decir, espero lo disfruten...

Capítulo 36: “¿Por qué?”

 

Inoue no pudo evitar el gemido que inevitablemente abandono sus labios cuando el agua caliente cayó sobre sus hombros y cuello. ¿Solo cuánto tiempo había pasado que no se tomaba su tiempo en la regadera?

La sensación de la temperatura perfecta del agua se sentía maravillosa. Sintió sus preocupaciones y cansancio alejarse, manteniéndolo en un cálido lugar seguro donde podía relajarse un momento, olvidarse del mundo y solo concentrarse en disfrutar de ese perfecto ambiente.

El aroma a lirios, el constante y tranquilizador sonido de la agua cayendo rítmicamente. Tan perfecto y…

-¡¡Le dije que yo me encargaría!! ¡Mayer me dejo a cargo, chicos! ¡Y si Onee-sama viene y reclama por el ruido, ustedes serán los culpables!

-¡No es justo, Laila-nii! ¡Ren quiere ayudar!

-¡Kohaku-chan, ayúdame con Ren, ¿quieres?!

-¿Eh? Onee-san, es tu culpa. Mayer dijo que no necesitabas hacerlo. Ahora Ren quiere ayudar. ¿Por qué no lo dejas?

-¡¿Quizá porque tiene dos años?! ¡¡Por favor, chicos, salgan!! ¡Es peligroso que estén aquí!

-Más peligroso, hermana, es que estés tan alterada en la cocina… Haz el favor de tranquilizarte…

>>Oh, oh… No debiste levantar tanto la voz, tesoro…<< Rio Inoue internamente, escuchando a sus hijos repentinamente callados, la última voz de su hija mayor.

-O… Onee-sama… Discúlpenos por el ruido… -trato de disculparse su segunda hija, Laila.

-No me molesta eso, hermana. Es más preocupante que acudan a semejante pelea absurda, cuando nuestro Mayer necesita un respiro… Creo recordar que dejo instrucciones precisas…

-Eso dije yo… -suspiro su tercer hijo, Kohaku.

-¡Pero yo quiero ayudar!- replico agudamente su más pequeño y último hijo, Aoi… quien prefería por alguna razón ser llamado por sus padres y hermanos como Ren, su segundo nombre.

-Puedes ayudar de otras maneras, pequeño… pero te pido obedezcas. ¿Puedes hacer eso por mí y Mayer?- pidió dulcemente su hija mayor. Inoue la podía imaginar arrodillándose enfrente de su hermanito, acariciando su cabello negro. La imagen le hizo sonreír.

-¡D-de acuerdo, Onee-sama!

Inoue se tranquilizó cuando después de unos minutos ya no se escucharon las voces altas de sus hijos. Ahora él sin demasiadas preocupaciones podía volver a su baño relajante.

La idea de cuatro niños en la cocina sin supervisión de un adulto podía ser considerado irresponsable de su parte, pero sus pequeños no eran unos jóvenes normales. Ellos eran Príncipes Vampiros, con genes marcados de Protectores Caballeros Negros.

Por supuesto, ellos actuaban conforme a su edad, jugaban, imaginaban y ponían de nervios a Inoue muchas veces, sin embargo mantenían una madurez, inteligencia y habilidad heredada de la estirpe de Inoue. Su hija mayor de solo diez años era el perfecto ejemplo, actuando tan madura y digna como lo sería una princesa mayor, incluso en los primeros años de su adultez.

La mente de ellos se desarrollaba mucho más rápido, aunque su cuerpo llevaba un paso más lento y adecuado.

Incluso su hijo menor, el cual solo contaba con dos años, podía actuar infantil, caprichoso y egoísta, pero en ciertas circunstancias específicas de Azelleb, él no podía ser considerado un simple bebé. Lo aprendió de la mala manera el Quinto Príncipe Consorte, cuando Aarón provoco tanto al pequeño chico que él se reincorporo, y con un tono que habría empleado un adulto, le pidió entre dientes no lo tratara como un idiota.

Tanto la historia de Inoue años atrás con el General Primero corrió por todos lados, aquella situación con su hijo también lo hizo.

Nadie se atrevía, ni se atrevería en un futuro cercano a intentar subestimarlos. Como debería de ser.

-¡Fayer! ¡Bienvenido!

-Hola, pequeños. Estoy en casa… ¿Y su Mayer?

-¡Tomando un baño! Nosotros nos encargamos de hacer la comida…

-Nosotros, dice… -rio Laila en lo que sonó demasiado cerca. Inoue sabiendo que su hija le vendría a avisar que Sakurai había llegado del trabajo, cerró por fin las llaves de la regadera. –¡Mayer, Fayer ha llegado!

-¡Ya voy, tesoro! Preparen por favor la mesa… -pidió Inoue secándose. Los ligeros pasos alejándose le indicaron que su hija le obedeció.

Al llegar a su habitación no le sorprendió que en pocos minutos llegara su compañero. Lo que si le extraño, pero le robo una gran sonrisa boba, fue que él trajera consigo un par de manzanas acarameladas, sosteniéndolas en alto como si las exhibiera.

-Te traje un regalo, Kypher od mi Sjol- anuncio feliz. Inoue rio por el comportamiento de su esposo y espero pacientemente, a pesar de que su primer instinto era arrebatarle las golosinas.

-¿Y eso, mon amour?

-Pues resulta que hoy me encontré con un relativamente nuevo socio y lo acompañe a su automóvil después de nuestra comida. Levante la vista y había un parque público que vendía tu cosa favorita…

-¡Espera, Daisuke! ¿Ya has comido? Los chicos se han estado esforzando mucho por la cena de hoy…

-Tranquilo, amor… Me asegure de pedir cosas ligeras solo para acompañarlo. Tenía muy en cuenta que nuestros hijos harían algo hoy…

Inoue se debatió entre hacer berrinche o soporta la tentación para no ser privado de sus dulces. Influenciado por esa alegría e inocencia de sus cachorros, Inoue solo dejo ir el tema y en un rápido movimiento tomo una de las manzanas.

-Ahora… ¿Quién es el que arruinara su apetito?- regaño Sakurai con una grande sonrisa.

-Yo, en cambio de ustedes cinco, no me llena solo un par de cosas. ¿Si recuerdas que soy el único que debe comer tres veces al día, todos los días, mon amour?- sonrió Inoue librando de su protección de plástico el postre.

-Y sabes que eso nada cambia, amor. Te seguimos amando… -susurro Sakurai avanzando hasta abrazarlo y besar su hombro desnudo. Inoue suspiro, feliz con su capricho dulce y con la muestra de amor.

¿Cómo es que ese hombre continuaba produciendo en su interior las sensaciones más extrañas con un simple gesto?

-Lástima que nuestros hijos nos están esperando, Kypher od mi Sjol… Me gustaría cobrar mi recompensa y ser yo el que te coma a ti…

-Vas a tener que esperar para eso, cariño… -susurro Inoue repentinamente invadido por el deseo que su pareja tenía.

-No escaparas… -dijo él y beso suavemente su cuello, en la marca permanente. Inoue gimió y Sakurai quedo satisfecho con solo eso, pues después se separó y se dirigió a su armario para cambiar su elegante y carísimo traje por algo más cómodo para cenar.

Inoue intento librar de pensamientos inmorales su cabeza antes de reencontrarse con sus hijos. Al salir preparados y tranquilos, ambos orgullosos padres se encontraron con sus hijos, los cuatro trabajando en armonía y habilidad absoluta mientras ordenaban la mesa para la cena. Una imagen tan hermosa como los pequeños chicos que la protagonizaban.

Su hija mayor, Hinoe, era quien se encargaba de llevar los grandes platillos con cuidado a la mesa. Su largo hasta la cadera cabello, de un blanco tan perfecto que algunas veces daba destellos de luz, estaba amarrado elegantemente en un moño alto. El accesorio fue un regalo de Sakurai como la liga que Inoue tenía en su propio cabello.

Laila sacaba platos y cubiertos, entregándolos cuidadosamente a sus hermanitos. Ella cada poco revisaba si ellos no se estaban esforzando demasiado y si algo faltaba por atender.

Kohaku dejaba que Ren pusiera correctamente cada plato y cuchara en los determinados lugares de la mesa, mientras él servía el primer platillo, las bebidas y evitaba que el más pequeño de su familia, que con un poco de complicaciones alcanzaba la mesa, no se lastimara con nada.

Sakurai y él pararon en el marco de la puerta viéndolos con cariño, satisfechos de las personalidades que habían desarrollado, como se cuidaban entre ellos y no dejaban que su posición como Príncipes les diera una idea equivocada.

Fue un tema tajante de parte de Inoue. Mientras ellos estuvieran en Celes no se dirigirían por sus títulos de Azelleb. Por supuesto debían respetarse, las posiciones y recordar quienes eran, pero no se les trataría como los Príncipes, satisfaciéndoles caprichos y dejando que se salieran con la suya. Ellos debían recordar también que fuera de los aquelarres, estaba en peligro su vida si un enemigo se enteraba de sus títulos. Así en palabras simples, ellos en Celes dejaban de tener la influencia y derechos de unos Príncipes y solo mantenían, como su naturaleza y personalidad, aquella dignidad y realeza de su gente.

Inoue estaba realmente orgulloso y satisfecho de sus niños, especialmente viendo como trataban con mucho respeto y cariño a su hermana mayor, Hinoe, quien era la Princesa Heredera en Azelleb, pero en casa de Celes ellos podían llegar a contradecirla y pelear con ella como cualquier hermano o hermana normal.

O al menos eso creía Inoue. Aun daba tropezones con ciertos aspectos de la vida rutinaria, con solo Sakurai quien en lo básico tenía experiencia sobre una familia normal. Y básico porque él conocía la manera de actuar de la nobleza.

Aun así sus pequeños no actuaban diferente de otros niños, ni en la mesa.

Ren jugaba entre cada bocado, Laila no dejaba de hablar con el atento y sonriente Sakurai, Kohaku constantemente respondía a una conversación que mantenía en su brazalete, y Hinoe era la única que se comportaba, notándose perdida en pensamientos viendo a la nada.

-Creí que había prohibido el brazalete durante la comida, cachorro… -llamo suavemente Inoue a su hijo. Él se sobresaltó un poco y se sonrojo. Siendo tan malditamente pálido, fue muy evidente su bochorno.

-Perdóneme, Mayer. Respondía a Karian… De inmediato lo termino…

-Si no es muy importante… -Inoue dudo, recordando al pequeño chico que Johnny y Sumi habían adoptado un par de años atrás. -¿Cómo se encuentra mi sobrino?- le pregunto sonriendo a su hijo que le devolvió una enorme sonrisa enseñando sus pequeños colmillos de vampiro.

-¡Dice que fue invitado a su primera…! ¿Piyagua?… Algo así… -murmuro desconcertado. Inoue rio en voz baja.

-Pijamada, tesoro. Es cuando varios amigos se quedan a dormir en una de sus casa y pasan una reunión agradable juntos…

-¡Eso!- exclamo risueño Kohaku. –Bueno, Karian fue invitado, y me decía lo feliz que era… -desestimo el pequeño antes de tomar de su jugo. Inoue suspiro feliz.

La historia de Karian era todo menos feliz. Su pueblo en Moonless fue destruido, sus padres secuestrados y después asesinados. Él al haber nacido en cierta época, bajo ciertas circunstancias, fue tachado por algunas personas en el mundo como “Maldito”. Y tras una serie de eventos, Johnny y Sumi se enamoraron del chico y lo adoptaron como su hijo. Gracias a él, ahora los chicos habían vuelto permanentemente a Celes para que su pequeño no fuera víctima de discriminación ni atentados en Moonless.

Que se hubiese adoptado tan bien a las diversas y ricas formas de Celes y sus habitantes era un gran alivio.

-Hinoe, amor… ¿Estas bien? Te noto distraída… -susurro preocupado Sakurai, llamando la atención de vuelta de Inoue. Su hija mayor parpadeo aturdida antes de notar que todos en la mesa le veían intranquilos.

-Lo lamento, Fayer. ¿Me llamo?- susurro ella un poco turbada.

-Te preguntaba si estas bien. ¿Te sientes mal?- pregunto Sakurai y se levantó, poniendo una mano encima de ella. Inoue no pudo evitar reírse cuando él rápidamente quito su mano, seguro sintiendo la temperatura en exceso alta de su pequeña, algo normal en esa edad donde ella empezaba a manejar perfectamente su Poder de Fuego.

-¿Estas bien, mon amour?- rio Inoue mirándole con picardía, acompañando de las risitas de todos sus hijos.

-Olvide que aunque domino el mismo elemento que ella, aun me puede afectar… -susurro Sakurai un poco curioso, mirando su mano. En ella no había lesión ni dada por el estilo, pero Inoue podía sentir a Sakurai revivir el calor.

-Lo lamento, Fayer… -musito culpable Hinoe, bajando sus ojos. Inoue y Sakurai se apresuraron a negar y acercarse.

-Mi niña, no lo hagas. No debes sentirte mal por tus habilidades, ¿recuerdas?- sonrió Inoue poniéndose de cuclillas al lado de su silla.

-Además, nunca podrías hacernos daño. Jamás lo olvides… Estamos tu Mayer y yo para protegerte… -susurro Sakurai y beso su frente, solo un suave roce con la temperatura aun elevada de ella. El gesto y la honestidad de ambos lograron que Hinoe se tranquilizara y sonriera dulcemente, notoriamente tímida.

-Vamos, nena. Come… Nos esforzamos mucho por la comida, ¿no?- guiño Inoue y también la beso. Con cuidado aprovechando y bajando un poco el calor con su Poder de Hielo. Ella parpadeo en su dirección antes de asentir feliz.

-Esto me recuerda… -divago Sakurai al volver a sentarse. -¿Laila-chan, tus clases en Azelleb?

-¡La próxima semana!- exclamo la niña feliz. –Tío Shinobu me dará clases sobre mi Poder de Aire… Nuestro Rey aseguro que ya tiene una zona donde podemos entrenar sin complicaciones…

-Shinobu-chan feliz por enseñar en Azelleb… Nunca pensé vivir para este momento… -suspiro dramáticamente Inoue.

-¿Y tú, Kohaku-chan?- cuestiono Sakurai ahora a su otro hijo. Él sonrió más tranquilo que su hermana.

-Para ello falta… ¿un mes, Mayer?- dudo viendo a Inoue, quien era el encargado de su entrenamiento, pues de todos sus hijos, Kohaku era el único que dominaba su elemento.

-Sí, tesoro. Primero debemos atender las lecciones de Hinoe y Laila. Lo siento… -susurro un poco culpable de tener que postergar las clases aun cuando podían hacerlas cuando quisieran ambos. Su hijo negó más animado.

-¡Esta bien, Mayer, no se preocupe! Me gusta mucho ver los Poderes de mis hermanos…

Inoue sonrió un poco triste cuando su más pequeño hijo suspiro desamparado. Él mostro signos del Poder de Agua en el vientre de Inoue, pero la habilidad era tan inusual para la familia de Inoue y algunos expertos en Azelleb, que su niño tenía que esperar aun para tomar clases y poder familiarizarse con él. Inoue estaba un poco preocupado por su hijo y la falta de guía en su Poder.

-Esta bien, hijo, tranquilo… -susurro Sakurai adelantándose y tomando la pequeña mano de Ren. –Pronto podrás mostrar y dominarlo… Solo dale más tiempo a Fayer y Mayer para encontrarte tutor, ¿sí?

-Sí… -susurro, con un muy pequeño asentimiento, aun triste.

-Pequeño, ¿por qué no me acompañas a mis clases la próxima vez? Nadie dice que no te ayudara a ti también en un futuro… -intervino con una compasiva sonrisa Hinoe, inclinándose un poco en la mesa para ver mejor a su hermano.

-¿Puedo, Mayer?- pregunto totalmente emocionado Ren. Inoue solo sonrió aliviado.

-No es mala idea, cariño. En cuanto acaben las clases iremos a Azelleb, y tú puedes acompañar a tu hermana… -acepto Inoue, viendo de reojo la mirada feliz de su compañero apoyándolo.

-¡Yey! ¡Genial! ¡Gracias, Mayer!

-Sí, sí… Ahora coman todos antes de que se enfrié…

Tras unas pequeñas más sonrisas y un par de risitas, ellos pasaron el resto de la velada en relativa calma, a gusto.

 

 

-Ser padre de cuatro pequeños vampiros… no es fácil… -suspiro Inoue derrumbándose en el escritorio de su oficina. Miyagi y Kamijou que habían estado conversando sobre una investigación importante lo miraron, sus ojos en diferente tipo de extrañeza y preocupación.

-¿Qué sucedió esta vez? ¿No quisieron dormir?- sonrió Miyagi divertido. Inoue gruño un poco por la alegría de él.

-El que al parecer no quiso dormir, fui yo… -gimoteo Inoue reprimiendo un bostezo.

-Imagino que es difícil conciliar el sueño cuando sus hijos solo duermen una hora obligada y después despiertan… -mascullo empático Kamijou, mirándole con pena.

-¡No te lo imaginas! Dai hace lo que puede por mantenerlos tranquilos mientras yo duermo, pero hay veces que solo no es posible… ¡¿Solo a quien se le ocurrió que los pequeños vampiros no tengan que dormir?!- exclamo frustrado Inoue, pateando un poco el suelo debajo de su escritorio.

-Los niños normales están llenos de energía todo el día, pero mínimo se tranquilizan un poco cuando duermen… No te compadezco, Inoue… -rio Miyagi plácidamente estirándose en su silla. Incluso Kamijou sonreía un poco divertido.

-Ojala tuvieran hijos y lo pasaran peor… -mascullo irritado.

Sabía que Miyagi nunca pasaría por eso, pero Kamijou recientemente había estado considerando la idea con su esposo. Esperaba que es vez si lo lograran e Inoue tuviera un aliado que le entendiera al menos en lo básico.

Su cansado cerebro se quejó cuando sonó la campana que anunciaba una nueva clase. Ninguno de ellos tenia grupo, pero eso significaba que la siguiente era turno de Inoue… y él no quería moverse.

Su pena solo empeoro cuando recordó que su compañero no se encontraba con ellos. Él había tenido que ir esa mañana a una reunión importante junto con Keigo. Lo más probable era que no volviera en toda la noche, dejando a Inoue solo con sus hijos.

¿Quién dijo que las cosas eran más simples con sus maduros y dulces chicos?

Sin darse cuenta, Inoue termino una vez más dormido en su escritorio. Él durmió cerca de tres horas, gracias a que Miyagi se había apiadado de él y lo suplanto en su correspondiente clase. Sin embargo las lecciones continuaron y la rotación volvió a alcanzarlo, esta vez sin que ninguno de sus colegas tuviera tiempo para dar la clase por él.

Inoue hizo lo que pudo a pesar de que continuaba exhausto. Normalmente él en clase se paseaba, era energético y animaba a sus alumnos a no tener una clase aburrida, pero esa vez no pudo mantenerse demasiado bullicioso y dio su lección sentado, sin exclamar mucho, aunque nunca dejo que sus estudiantes fueran perjudicados por su cansancio y les pregunto varias cosas para mantenerlos atentos.

-Ahora te compadezco aun más, Cleo-kun… -gimió Inoue caminando al lado de su dulce alumno Chaton, el cual tenía ya un hijo y ahora estaba de nuevo embarazado, acudiendo a las clases que podía antes de tomarse un tiempo para su bebé.

La historia del chico era tan triste como la de la mayoría de su raza. Fue violado y embarazado muy joven cuando un ex amo de su madre se enteró de su existencia. Ahora el culpable estaba preso, Cleo mantuvo al niño y lo amaba sin tomar en cuenta nada de lo negativo. Él continúo estudiando, y fue gracias a esa dedicación y dulzura que un hombre de posición se enamoró de él, haciéndolo su esposo. Inoue desde entonces solo veía feliz y satisfecho a su alumno.

Él era de sus estudiantes más sobresalientes a pesar de su situación personal, y estando esperando su bebé sin bajar sus calificaciones, solo era más impresionante. Inoue siempre lo admiro por eso, y ahora lo entendía perfectamente.

-No se preocupe, Kazuhiko-sensei. En cuanto su niño más pequeño crezca, usted tendrá más tiempo libre… -rio el chico apoyando ambas de sus manos en su gran vientre distendido.

-Si… ese no es el problema. Cuando es inevitable y ellos acuden por clases a Azelleb, yo tengo mucho tiempo en mis manos… ¡y los extraño con locura! Pero esto de dormir tan poco dado que me exigen mucho de mi atención… -Inoue suspiro y después bostezo, tan cansado que no se preocupó de tapar su boca en lo absoluto.

-En ese caso solo puedo aconsejarle que duerma todo lo que pueda en su tiempo libre, profesor. Eso o que los encargue por un par de horas mientras se compensa la falta de sueño…

-Mira, eso no es tan mala idea. Les preguntare si desean ir a jugar un rato con sus primos. Yo solo tengo a dos de ellos mientras los otros están en clases extras… Por lo menos un rato mientras ordeno un poco la casa… -divago Inoue para sí mismo. Él había negado con terquedad ayuda de una sirvienta en su casa, así que tenía que hacer todos esos deberes él, o ayudado de los otros chicos. Ahora se arrepentía.

-Mucha suerte, profesor. Avíseme si no encontró a nadie disponible… Mario siempre puede hacer nuevos amiguitos…

-Muchas gracias, Cleo-kun… -susurro conmovido Inoue, llegando a su oficina. Su estudiante sonrió y se despidió con su mano, sus pasos tranquilos y sin preocupaciones. Era un alivio verlo así.

Ahora, regresando a su problema… Quizá Mitsu o Risako podían ayudarlo a planear algo…

 

 

-Es un tanto curioso lo cercanos que son nuestros hijos, ¿no, Kazu-chan?- murmuro Mitsu en voz demasiado baja, con complicación Inoue mismo escuchándolo.

-Lo es… -apoyo él viendo a su hija Hinoe sonreír y hablar despreocupada con Kaede, el hijo de Mitsu que tuvo días después del nacimiento de Hinoe. Desde ese instante ellos fueron inseparables, tanto como lo podían ser Inoue y Mitsu o Inoue y Miyagi. Era curioso… y solo un poco inquietante.

-Tal vez en un futuro ustedes se enteren de una boda ente ellos… -rio Risako completamente diabólica, al parecer alcanzando a escuchar lo que ellos hablaban.

La chica seguro espero gritos y exclamaciones de humillación, pero ellos solo negaron tranquilamente, con sonrisas idénticas de calma y conocimiento.

-Si pones real atención notaras sus miradas de cariño fraternal. Además, Hinoe nos confesó que en un accidente Kaede-kun se lesiono, sangrándose, y ella no menciono nada sobre descubrir que él fuera su compañero o algo… De no ser por una circunstancia así, dudo mi hija pretenda algo tan íntimo con alguno de ellos… -rio Inoue viendo a Hotaru intervenir en la plática de los chicos.

Mitsu a su lado lucia sorprendido de la noticia que dio Inoue, y él se preguntó si alguna vez tuvo la esperanza de que sus hijos se enlazaran de esa manera. ¿Era eso?

-¿Cuándo fue que mi hijo se lesiono, Inoue? ¿Y por qué es que yo no me entere?- pregunto entre dientes, molesto. ¡Ahí estaba el real motivo! El hombre era un completo padre sobreprotector, fiero y entregado.

Inoue solo le sonrió tenso y explico aquella vez, lo que su pequeña le conto. Mitsu al final no lucia nada feliz.

-¡Mitsu-san, debe dejar de preocuparse tanto! ¡Son niños! Es inevitable que hagan ese tipo de cosas, que solo a nosotros nos pueden alarmar… -rio Risako, viendo a sus propios hijos reunirse con los pequeños y hablar.

Los hijos de Risako y Stravros eran los mayores, sobretodo Natsume. Él desde el principio actuó como el responsable y accesible hermano mayor, incluso para Hotaru y Kaede que no eran “sus primos”, pero que aun así los adopto como tales.

Era una hermosa escena verlos a todos juntos convivir.

Risako y Mitsu continuaron peleando, pero Inoue ya no les puso atención. Él solo miraba a esos pequeños y dulces seres que nacieron de personas que en un momento no creyeron encontrar la felicidad, incluso se dieron por vencidos, pero al final las cosas terminaron de esa manera y ahí estaban.

Ciertamente… ¿Quién lo diría?

Verlos tan alegres y despreocupados, con su mayor deber el sacar buenas notas y controlar su Poder, ayudados de adultos que no pusieron en ellos las presiones al tema como a ellos les hicieron en su momento.

Era hilarante y abrumador como esos chicos eran tan libres y felices cuando sus padres no experimentaron eso a su edad. Incluso teniendo muchas de las cualidades de sus progenitores, ellos no habían tenido ninguna experiencia que los marcara tan fuerte como a Inoue y los otros.

Él a la edad de su hija ya había sido despojado de toda inocencia y amabilidad, a manos de su mentor. Inoue entonces ya sabía su propósito en la vida, a donde se dirigiría esta. Poco después entrego lo último de su humanidad, y a la edad de Natsume ya era un Protector digno para Miyagi, listo para servirle.

¡Inoue pasaría por todo eso de nuevo si sus hijos y sobrinos seguían tan ajenos a esa fortuna!

Esperaba que él y sus familiares hicieran las cosas correctamente. Esperaba que realmente ellos pudieran pasar por la vida sin lamentar nada, sin ser tan dañados ni odiarse a sí mismos.

Solo rogaba que si alguna vez la vida los golpeaba o los hacia cometer errores, ellos pudieran levantarse y llegar a ser tan felices como sus padres…

 

 

-Lo sabias, ¿verdad?- sonrió Sakurai terminando de leer el anuncio que cancelaba la boda de Kajiwara Mahiro con su prometida, pero a la vez se anunciaba su matrimonio con Usami Hidehiko.

Inoue sonrió de una forma que encendió rápidamente a Sakurai.

-¿Por qué lo dices, Kypher od mi Sjol?- ronroneo él, estirándose en el sillón de doble plaza en sus habitaciones privadas del Palacio Original. Sakurai le alzo una ceja incrédulo.

-No finjas, mi amor. Desde el principio jugabas con la posibilidad de que esos dos chicos terminaran juntos, ¿y ahora no dirás nada de que sospechabas que las cosas acabarían de esta manera?

Su esposo solo sonrió de lado y se alzó de hombros. Sakurai solo podía negar, agradeciendo de alguna manera que Inoue no hiciera lo suyo e interviniera, en lo que fue desde el principio una mala idea de casarse de aquellos dos chicos que no se amaban.

-No… hiciste nada, ¿verdad, Inoue?- tuvo que preguntar, repentinamente asustado de que su compañero fuera abordado por el colérico señor Kajiwara abuelo. Él había estado feliz de la noticia del antes compromiso.

Sakurai tuvo su respuesta al evitar un cojín que su pareja le aventó con una cara llena de enojo.

-¡No hice nada aunque si golpee a Hide-kun! ¡Pero no le dije porqué y ahí termino todo! ¡¿Feliz?! Aprendí mi lección con la herida que me causo Katy… -suspiro repentinamente abandonado de su enojo. Sakurai por su bien no rio de lo dicho por su compañero.

Fue de hecho un año después del nacimiento de su primera hija que la anterior prometida de Inoue los visito… o al menos eso quiso ella. Sabiendo por los rumores que Inoue ahora era un Príncipe Consorte vampiro, ella fue hasta a Azelleb a presentarse, pero se perdió por los alrededores. Su salvador fue Rio, quien por una y otra cosa, descubrió que la nerviosa, linda y lastimada chica era su Destinada.

Fue una lucha digna para todos, sobre todo Inoue. Sakurai aun recordaba esa pelea de espadas tan magnifica que ni su padre pudo intervenir, y si bien al final Inoue de alguna manera perdió dado que la chica lo lastimo seriamente, eso ayudo para que ella aceptara las cosas y al final fuera la digna nueva Princesa Consorte.

El universo en realidad era tan pequeño y el Destino caprichoso… ¿Quién habría dicho que la anterior prometida de Inoue terminaría siendo la compañera de su hermano menor?

Algo de bueno tuvo todo aquello y Rio junto con Katherine eran muy felices, Sakurai hizo las paces con la idea de que Inoue tuvo un pasado amoroso, y lo más importante, Inoue aprendió mejor a controlarse. Eso era un alivio para Sakurai, quien había estado temiendo que haría en su momento Inoue cuando sus propios hijos encontraran a sus compañeros y dudaran. Con los genes de ambos, eso era inminente, sospechaba…

Tan frio y extraño era el Destino, pero Sakurai no podía decir que no fuera sabio. Acertó completamente en su caso.

Feliz por la suerte que tenia, fue a abrazar a su compañero y lo beso lo más honesto y entregado que pudo. Noto alarmado, que hacia un tiempo no se tomaba su tiempo para amarlo. Con las muchas actividades de sus hijos, los trabajos de Sakurai e Inoue, y repartir experiencias entre Celes y Azelleb, ellos como amantes fueron quedando lentamente en acostones rápidos, robadas caricias y contados besos, en su mayoría castos para no ser descubiertos en un vergonzoso y apasionado acto. ¿Y cuándo había sido la última vez que visitaron su cerrado y seguro cuarto de juegos?

Estando en Azelleb, con todos sus hijos de alguna manera ocupados empapándose de la diversidad de su gente y mundo, Sakurai recupero el tiempo perdido con su compañero.

Lo sintió anhelante, deseoso y tan entregado como hacía mucho no lo notaba. Él también estaba desesperado por el contacto, pero no reprocho cuando Sakurai bajo el ritmo e hizo de todo más exploratorio, lento, sensual, tomándose el tiempo que usualmente no tenían para compartir.

Exploro su cuerpo como si fuera la primera vez, con las sensaciones y sentimientos parecidos a los que sintió aquella vez, solo que ahora no había desesperación, frustración ni ansiedad, solo un dulce amor correspondido.

Bebió de su nombre en los húmedos labios hinchados, toco cada parte de su cuerpo, marcándolo con besos y caricias, se movió acompasadamente, nivelando su respiración similar a la de su amante. Grabo en su memoria esos honestos y entregados ojos que expresaban sin límites el amor que le tenia.

Aun cuando todo acabo y lo abrazo en su necesario sueño, Sakurai podía sentir su corazón acelerado y sus emociones en la superficie. No sabía que lo orillaba a demostrarle tan profundamente cuanto lo sentía, pero él nunca más reprimiría sus sentimientos por su compañero, solo se entregaría por completo a ellos, esperando que Inoue pudiera con ellos y no terminara sintiendo que era demasiado.

Lo más importante para él era Inoue y sus hijos… Su vida tenia significado solo por ellos.

 

 

Inoue despertó alterado y sin respiración por la ajena emoción que le hacía un daño sin límites. Aunque escuchaba a su esposo llamarle y también lamentarse, Inoue no podía alejar su mente y alma de aquel dolor abrasador e intenso que solo parecía llevarlo a la locura.

Trato inútilmente de llegar a él, encerrarlo de alguna manera para poder concentrarse, pero lo único que lograba era sumergirse más en él. E Inoue estaba terriblemente asustado de la procedencia de esos sentimientos.

Tan rápido como al parecer llego el dolor, este paro de golpe, robándole más el aire.

-¡¿Qué demonios fue eso?!- exclamo Sakurai jadeando, apretando la fina camisa que usaba para dormir en Azelleb. Inoue lo miro y solo pudo negar, tan alarmado y preocupado como él.

-Alguien de nuestra familia… cercano… No puedo saber quién… pero… ¡Demonios!- gimió Inoue tembloroso.

Sakurai tomo varias respiraciones superficiales antes de abrazarlo fuertemente, seguro queriendo alejar esos sentimientos que aún permanecían, sin embargo parecían venir de muy lejos, apagados, casi bloqueados de algún modo por la persona que los sentía… Quien-fuera-que-sea.

Ambos saltaron y mostraron sus Poderes cuando la puerta se abrió de golpe. Inoue tuvo que calmarse apretando su espada de hielo al ver a Muldor y Dominick, sabiendo perfectamente que ellos no le harían daño… O al menos eso quería creer, sus rostros llenos de cólera y miedo era increíble y parecían deseosos de sangre.

-¿Qué es lo que…?- empezó Sakurai, solo detenido por Muldor que entro en la habitación y les arrojo a ambos su correspondiente ropa.

-¡Arréglense, es urgente!- exclamo alterado, ya viéndolos obedecer, perdiendo su enojo y mirándolos con pesar que inquieto a ambos. –La… la Tribu del Bosque Azul… fue atacado por los vampiros de la Tierra… Ellos… han iniciado un Fuego Mágico… Ya han muerto varios…

-No… -sollozo Inoue asaltado por un miedo que nunca conoció. –Hinoe… ella…

-Lo siento, sí. Ella aun esta ahí… Tratamos de encontrarla, pero… Solo apareció a Hotaru y Kaede junto con un grupo de personas… Ellos dijeron que ella trataba de ayudar…

-¡¡¿Cómo con un fuego maldito que nunca se acaba?!!- grito Sakurai fuera de si por la preocupación.

Inoue no se paró a pensar en las consecuencias y solo cerro los ojos, siguiendo el lazo de sangre que tenia con su pequeña niña. Dejo que su cuerpo se apareciera, desesperado por estar a su lado, sabiendo ahora que el dolor agónico era procedente de corazón de ella.

A lo largo de su vida, Inoue había creído muchas veces tener una idea cercana de cómo sería el infierno si existiera; desde masacres y sufrimiento causado por él mismo, hasta su propio mundo de nacimiento autodestruyéndose. Nada de aquello logro preparar a Inoue para la verdadera imagen del infierno en vida, una escena que permaneció en su memoria con terror por el resto de su vida.

La Tribu del Bosque Azul era conocida como una comunidad única en diversidad, con mayoría de vampiros, pero también otros seres paranormales de todo tipo. Ellos vivían en grandes y bonitas casa, en números grandes de seres que solían considerarse familia aun sin sangre que los uniera. Y aquellas casas estaban en llamas.

La gente atrapada chillaba y suplicaba, sus voces poco a poco se calmaban por la muerte de aquellos miserables. Los cuerpos consumiéndose en aquellos hogares, los otros que lograron salir o fueron alcanzados por el fuego en las calles, corrían sin control, haciendo una imagen escalofriante y cruel antes de también morir, cayendo sin preocupación en el suelo cubierto de otros cadáveres.

Hombres, mujeres, niños, bebés, otros seres… todos alcanzados por ese fuego del que nadie se podía salvar una vez alcanzado por este.

La gente gritaba, maldita sea, sus voces eran tan traumatizantes. Hacían eco, tenían un tono muy penetrante. El llanto de todos continuaba mucho tiempo más de lo que ellos gritaban. Llamando a sus seres queridos, pidiendo explicaciones por las que se cometió tal barbarie… rogando a los dioses el dolor acabara.

Inoue solo podía mirar con grandes ojos. Su cabeza no terminaba de asimilar la situación, y no importo cuando un murmuro llego hasta él.

-¿Por qué ellos? ¿Por qué?

-Hija… -susurro Inoue bajando la mirada viendo a su derrotada niña, de rodillas, enfrente de una mujer quemada y muerta. En sus brazos, los restos de lo que sería su hijo.

-¿Por qué…?- volvió a musitar ella sin alejar la mirada del fuego y la muerte.

-¡Hinoe!- sollozo Inoue afectado por el penetrante dolor sordo de ella.

Sin poder sostenerse asaltado por las emociones, Inoue cayó de rodillas temblando, llorando, gritando. Tomo entre sus brazos a su pequeña en shock, la escondió en su pecho y se meció con ella, desesperado por quitarle todas esas imágenes de su joven cabeza.

-¡¡ELLA NO, MALDICION!!- vocifero Inoue sin control. -¡¡TODOS MENOS MIS HIJOS!!

No hubo comprensión para él de que su compañero también aparecía y los tomaba a los dos a su vez, abrazándolos con fuerza. Sakurai también lloraba y temblaba. La única sin responder era su hija que continuaba susurrando. Inoue al final también lo hizo.

-A mi hija no, Dai… Mi niña no debe sufrir… ¡Ella no!- se lamentó sin voz.

De ahí en adelante todo fue una confusión para su cabeza, solo sabía que en determinado momento ellos ya no estaban derrumbados en el suelo de aquella tierra maldita, los tres ahora se encontraban en una cama, abrazados, Sakurai e Inoue derramando miles de lágrimas por su niña que en mucho, mucho tiempo, no dejo de susurrar.

 

 

Sakurai no sabía cuánto tiempo había sucedido, y no importaba en lo absoluto. Él bebía agua de un vaso muy maltratado, mirando a dos de las personas que más amaba dormidas, abrazadas, lamentándose en sus pesadillas.

Él tenía que poner mucho esfuerzo en alejar aquellas imágenes de su propia cabeza. Su hija y esposo lo necesitaban cuerdo, apoyándolos. No podía derrumbarse aun hasta que su hija por fin comprendiera lo que había visto, lo que sin poder evitarse, no hizo… Tenía que ceder a ese dolor para poder regresar de aquella fría zona en blanco donde se recluyo.

La escena volvió con horrible nitidez, asaltándolo hasta dejarlo sin fuerzas. Se sujetó a la silla y de milagro no rompió el vaso entre sus manos.

Tantos muertos, tanto sufrimiento… Su gente pidió el auxilio de sus Príncipes y ellos no pudieron hacer nada…

Sakurai les fallo, y lo que más le dolía era haberle fallado a su hija, haber permitido que presenciara ese horror, cuando lo que más quisieron Inoue y él fue protegerla a ella y a sus otros cachorros de la crueldad que los seres podían causar.

Inoue tenía razón… Ellos podían soportar todo el dolor del mundo, pero no sus pequeños…

¡¡Hinoe tenía diez malditos años, con un demonio!!

El grito que quiso expresar lo hizo su hija. Inoue despertó y por puro instinto la abrazo. Sakurai vio sin entender las grandes y furiosas llamas que salió de Hinoe, acariciando a Inoue… pero no le hizo daño alguno o a su alrededor. Era como ver el sufrimiento de ella salir en un Poder sin controlar.

Sakurai comenzó a llorar patéticamente sin poder moverse. Inoue mordió tanto sus labios que se sangro y su hija continuo gritando aun cuando de su boca no salió un sonido más.

¿Quién…? ¿Quién había sido tan inhumano para causarle ese sufrimiento a su inocente pequeña?

 

¿Por qué?

 

 

 

El ambiente era realmente frio, sin embargo aunque era Inoue quien lo causaba, él continuaba con su temperatura habitual, aquella a la que con los años se acostumbró.

Años… ¿Cuánto había pasado desde esa vez que lo conoció en la oficina del Rector?

Caprichos, huidas, resistencias, gritos y peleas… Un amor inmenso correspondido y mantenido a través de años de experiencias, ninguna tan amarga como la que atravesaban.

Sakurai acomodo mejor su barbilla en la cima de la cabeza de su esposo, tapando mejor a su pequeña que dormía sometida por sus padres. Mientras más durmiera, menos gritaría y el dolor desaparecería por unas horas. Ella descansaría de un periodo largo en el que con esfuerzo apenas lograron darle algo de sangre para que se alimentara.

Recordó la primera vez que la vio. Tan pequeña, hermosa y encantadora. Era idéntica a Inoue, con aquella dulzura y madurez, sus ojos del mismo tono, salvo cuando se alimentaba o dejaba libre su Poder, entonces sus pupilas cambiaban al más impresionante rojo que incluso al Rey sorprendía. Aunque eso no le diferenciaba a su Mayer, pues ella en esas ocasiones tenia aquel brillo de Inoue, fiero, letal, inteligente… poderoso sin límites.

Él gozaba de peinarla, aunque tuvo que aprender junto con sus hijos. Laila dejo su cabello corto y fue Kohaku el que lo lucia igual que Inoue, salvo que a él si le gustaba amarrarlo; eso hizo que Sakurai tomara clases para complacerlo y ayudarlo, de vez en cuando también en las ocasiones que su hija mayor lo quería.

Hinoe era una chica muy tranquila y madura, reservada, dulce. Sakurai al principio se preocupó de verla tan callada y al margen, sin embargo comenzó a notar las especiales y hermosas sonrisa que algunas veces enseñaba. La observo reír, hablar, olvidarse del inevitable peso que conllevaba ser la Princesa Heredera y la hija mayor en la casa, que tenía que ayudar algunas veces a sus padres.

Sakurai vio esa actitud parecida a su hermano Muldor y se tranquilizó. Cuando llegaron sus demás hijos, ella solo fue la perfecta hija, con errores e inseguridades, creciendo de una manera maravillosa que siempre lo llenaba de orgullo.

Su hermosa niña con un poder incomparable, una amable y compasiva mirada, un hermoso rostro, un puro corazón.

Pero sabía ella saldría adelante. Odiaba pensar que tendría que vivir con aquel trauma, que tendría que luchar con la culpa… ¡Pero saldría adelante! Lo hicieron sus tíos Chaton, lo hizo su Mayer… lo haría ella. Sakurai estaba para apoyarla a través del largo proceso.

Cuanto no daría por tomar todo lo malo y sufrirlo por su hija… pero ya que no podía, la ayudaría lo mejor que podía.

Ahogo su llanto silencioso en el cabello de su despierto compañero. Lo sintió acariciar el brazo con el que Sakurai lo rodeaba, susurrando su apoyo en el lazo mental, expresando en sentimientos trasmitidos todo lo que sentía por él.

Aunque triste, Inoue tenía experiencia en aquellas circunstancias… Sakurai se odio por agradecer eso, pues sabía que de lo contrario habría caído en la locura junto con su preciosa hija. En la desesperación y el odio. Pero él los guio a ambos, apoyaba y calmaba a los dos, y solo esperaba Sakurai hacer lo mismo y no poner una carga imposible en él.

En todas esas semanas que pasaron encerrados en aquella cabaña protegida y alejada, Sakurai destruyo y creo una nueva forma de ver la vida. Trasformo muchas de sus promesas anteriormente dichas, como esa de proteger de todo a sus hijos y esposo, solo añadiendo que haría lo imposible por ello, y de no poder hacerlo, estar ahí para ellos.

Y entre todo eso, su amor y entrega por toda su familia solo creció hasta casi ser imposible.

 

 

Algo más de lo evidente había cambiado en su hija mayor, Inoue estaba completamente seguro viéndola reír y llorar con sus hermanos que por segunda vez la visitaban, olvidando aquella primera vez desastrosa donde ella grito, se lamentó y casi hizo daño a sus hermanos. Pero ellos no desistieron y ahora la abrazaban y besaban mostrándole el gran cariño y preocupación que tenían por ella.

Su compañero lo abrazo por la espalda e Inoue se sintió vivo y en paz como nunca.

Aun había dolor en su mirada ahora permanentemente roja, en su corazón, en su joven mente llena de imágenes que nunca desaparecerían. Sin embargo Inoue la tenia consigo, no la perdió. Su dulce Hinoe continuaba viva y luchando una constante batalla para no volver a derrumbarse, aunque era algo inevitable para su recuperación.

La vio sonreír y por un segundo olvidar; alcanzo a saborear un pequeño trozo de lo que ella antes era… salvo que era eso, solo un poco. Su sonrisa había cambiado permanentemente, su forma de pensar y ser. Ella ya no era la misma, e Inoue sabía con frustración que en realidad no podían hacer nada por ello, puesto que, de alguna manera, era necesario e inevitable después de una tragedia parecida.

Nada podían hacer sino estar con ella para tratar con las secuelas. Siempre estar con ella…

Ahora aquel sentimiento inquieto cuando la concibió era ahora claro, inminente. Inoue moría por prohibirle decirlo, darle la razón, que ella reconsiderara la idea y no se viera tan segura y tranquila con la decisión. Pero Inoue sabía que tipo de consecuencias traía desafiar aún más al destino.

Por el momento lo único que le quedaba era esperar, quererla y guiarla. Aprovechar ese lapso de tiempo y descanso para meter muy fuerte en su cabeza que él siempre estaría para apoyarla y amarla, cuidarla y guiarla.

Era lo mínimo que ahora podía hacer…

 

 

Tras aquel monstruoso ataque las cosas en los aquelarres no eran tampoco igual. La tristeza, odio y dolor eran prácticamente palpable a través del luto y negra vestimenta de todos los vampiros.

La muerte de sus compañeros de raza y la falta hacia la Princesa Heredera fue marcada en cada uno de los vampiros. Ellos se alzaron por justicia ante el Consejo Sobrenatural y los Líderes de la Asociación de Planetas Unidos. Y cuando la guerra fue inminente, inesperadamente Hinoe se alzó y ordeno no se tomaran la justicia en sus manos. Eso los calmo de la sed de sangre que los súbditos tenían.

El saber que entre las miles de víctimas de aquel atentado estuvieron seres humanos, un puñado de terrícolas que nada tuvieron que ver con el odio hacia los vampiros, hizo que muchos de los seres del planeta Tierra se unieran a la exigencia de justicia y entregaran a los que de su conocimiento eran participes de la barbarie.

Paso todo un mes y unas semanas, y para cuando Inoue, Sakurai y Hinoe regresaron a Palacio, el Rey Christian ya tenía a prácticamente todos los responsables del ataque. Él no dijo que castigo ofreció, y nunca se olvidó en las generaciones futuras aquellos que salieron invictos de la ira de los Príncipes y vampiros en general.

Los pocos sobrevivientes hicieron lo que pudieron para sobrevivir, aunque unos tantos se rindieron a la desesperación por sus seres queridos.

Inoue y Sakurai no sabían en realidad todo aquello que paso su dulce hija, y jamás en realidad tocaron el tema. Ella nunca menciono nada, y quedo en el fondo de su memoria aquella experiencia como muchas otras que la vampiresa vivió a lo largo de su vida.

Lo único claro fue que algo vital, importante y sin precio sucedió entre todo. Kazamiya Kaede, que había sido uno de los sobrevivientes, el mismo día que ellos regresaron al Palacio ofreció su eterna deuda y juramento de lealtad hacia Hinoe. No importo lo que Mitsu o Inoue dijeran o los intentos desesperados de los otros para que el chico no pronunciara las palabras del hechizo, al final Kaede ofreció aquel pacto parecido al que Inoue mantenía con Miyagi y Shinobu. Un Juramento de Lealtad de Sangre. Y Hinoe acepto.

Recuperado del susto de las acciones inesperadas del jovencito, Inoue pensó en lo irónico de sus pensamientos semanas antes de aquella tragedia, cuando se preguntó si Mitsu lamentaba sus hijos no se enlazaran.

 

“Su destino elegido y corregido, un solo ser cuidara de este por el resto de su vida”…

 

Otra cosa que tomo sentido viendo al joven Kaede siendo el eterno Protector de su marcada hija Hinoe.

 

 

-¿Estas completamente segura, cariño? ¡Completamente segura!- gimió Sakurai alterado, viendo desesperado a su hija que solo sonrió y asintió serenamente.

-Dai… -advirtió Inoue desde la ventana, mirando sin hacerlo el paisaje.

-¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo, Inoue?!- reclamo Sakurai levantándose de su silla. -¿Escuchaste lo que ella dijo? ¡Quiere ser la futura Reina de los Vampiros! ¡Reemplazar a Padre cuando se vaya!

-La escuche… -susurro Inoue aun sin verlos. –Tiene todo el derecho a ello, Daisuke…

-¡Lo tenía Muldor y él nunca reclamo el trono!

-¿Y entonces que, compañero? ¿El título es solo un par de palabras bonitas para dirigirnos? ¿No son esas las reglas, solo el Príncipe o Princesa Heredera puede ascender en primer lugar al trono?

-¡¡Inoue!!- grito Sakurai frustrado. Hinoe cerró los ojos un momento para tomar valor.

-Fayer… -llamo suavemente. –Por favor… tiene que entender. Esto es algo a lo que estoy destinada, lo entendí ese día. Es mi deber… Tengo que evitar que algo como lo que paso vuelva a ocurrir. Debo tomar el trono y guiar a nuestra gente. ¿Es que no lo ve?- sonrió tristemente. –Mi Poder, mis habilidades e inteligencia… Fue evidente desde el principio… Todas aquellas señales desde que ustedes me concibieron… Se la portadora de la Única de Mithril.

-Hinoe… -murmuro Sakurai en un dilema. –Hija, yo… Escucha… -suspiro poniéndose de cuclillas enfrente de ella. –Pasaste por algo muy triste y traumatizante. ¡No quiero que tomes esta decisión tan importante por culpa! ¿Eres plenamente consciente de lo que conlleva ser la Reina? Todo lo que se te exigirá, todo lo que sacrificaras…

-Lo entiendo… -susurro ella cerrando los ojos más tranquila. –No sé en realidad como lo hare, pero tengo la fe en que soy digna del puesto. Por supuesto no soy perfecta, y es por eso que necesito el apoyo de nuestro actual Rey… de ustedes, padres… Soy consciente del gran peso que estoy aceptando, y no puedo negar que tengo miedo… Pero si no lo hago, no se cuáles pueden ser las consecuencias… Debo hacerlo… Es mi deber y destino… y lo acepto.

-Naciste como una Protectora, hija… -murmuro Inoue viendo borroso por las lágrimas no derramadas. -¿Nos tratas de decir que has aceptado ser la Protectora de los vampiros? ¿Realmente deseas utilizar ese poder para cuidarlos a todos ellos, sacrificándote, sufriendo, poniéndolos en primer lugar siempre…?

-Mayer, si algo he aprendido en estos diez años ha sido el magnífico y admirable trabajo que usted como Protector ha ejercido con mis tíos… Nunca nos ha ocultado nada, y muy temprano nos contó la verdad acerca de su pasado… Se lo que puede suceder, el dolor que puedo sufrir… Pero también sé que puedo llegar a ser tan feliz como usted… amándolos, cuidándolos… No me sentiré tranquila si no lo hago…

Inoue solo pudo asentir sin mirarla. Su llanto ya corría ante aquellas palabras que nunca quiso escuchar de su pequeña chica.

-Esa madurez tuya te hará mucho daño, mi amor… pero jure desde el primer día estar contigo y apoyarte en cualquiera que fuera tu camino y decisión. Si de verdad tu corazón te lo demanda, yo… -Inoue no pudo terminar asaltado por lágrimas amargas. Sakurai se mantenía en silencio evitando a su hija mayor, frustrado de no poder intervenir y evitarle más desabores y dolor a su niña.

-Lo siento, Mayer, Fayer…

Debieron saberlo ambos. Las pruebas y dolor no pararían incluso aunque la felicidad ya la habían logrado. Había que pagar un precio equitativo… al igual que sus hijos.

 

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

Y mañana el gran final. Espero me acompañen ^^U

Los quiero~

 

Christal Celeste de Garcia <3


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