Las vacaciones de verano acaban de empezar, y con ello la libertad de aquella cárcel llamada ''escuela''. Menos mal había pasado todos los exámenes y no tendré que estudiar en vacaciones, he he he. Mi madre me había dicho que iríamos a pasar por lo menos dos meses en la casa de la playa del tío Erik, en Gwangalli, Busan, La verdad es que estoy emocionado, hace mucho que no vamos de vacaciones y desaprovechar ésta oportunidad sería delito.
- Tae, ¿ya empacaste? -pregunta Jinki, mi hermano mayor, entrando en mi habitación.
- Sí, ya enseguida bajo, hyung -digo yo, sonriendo de la emoción, imposible de ocultar. Él sólo me sonríe y me despeina, para luego salir de mi habitación. Con un último suspiro, agarro mi maleta y mi mochila y me dispongo a seguir a Jinki.
Afuera hace calor, no es como los veranos anteriores, que a pesar de la fecha, hacía mucho frío. Mis padres me esperan ya en la furgoneta en la que iríamos, Jinki se sube después, oficializando así, lo que sería el camino a unas vacaciones inolvidables.
Después de comerme un bocadillo que preparó mi madre, porque tenía hambre, hehe, le pido a mi padre que encienda la radio. Justo al darle al botoncito, la voz de un chico, al parecer joven, empieza a escucharse. Su voz es gruesa, pero tiene ese toque dulce. Habla con ánimo y de vez en cuando se ríe.
Me pierdo en mis pensamientos mientras le oigo hablar, parece un chico simpático, alegre, ¿cómo será en persona?.
Jinki me habla. Ya hemos llegado. ¿Tan rápido pasó el tiempo? Da igual. Bajo de la furgoneta para ayudar con las maletas, recién es mediodía y el sol ya está en lo alto, echo un vistazo al lugar y es sorprendente; la playa a unos cincuenta metros, cientos de puestos de comida que están a rebosar de gente, miles de personas bañándose y tomando el sol. Es increíble. Sonrío feliz y sigo a mis padres y hermano. La cabaña es grande, perfecta para una familia, rodeado de árboles. También hay una cancha de baloncesto, a mi padre le encantará, él ama ese deporte.
Entramos y la casa es aún más bonita por dentro. Los muebles de madera color vino resaltan con la iluminación, las ventanas son enormes y el decorado muy bonito. Mi madre suelta un pequeño grito de emoción y enseguida se dirige a la cocina. El lugar favorito de las mujeres, hehe. A Jinki y a mí nos tocan las habitaciones de arriba, por lo tanto subo por las escaleras y abro una puerta cualquiera, nope, es el baño. Abro otra puerta y esta vez acierto, me adentro en la habitación, dejo mi maleta en el suelo y voy corriendo hasta la cama, para después tirarme sobre ella. Es blandita y muy cómoda.
De repente mi vista se dirige hacia una pequeña radio sobre un escritorio, inconscientemente se me viene a la cabeza el chico al que escuché cuando veníamos en la furgoneta. Voy hasta el aparato y lo enciendo, empieza a sonar interferencias, así que cambio de emisora unas cuantas veces más hasta que doy con una de buena calidad. Suena una canción muy movida, no es Kpop, creo que es de Kesha, puesto que su voz nasal es inconfundible. Dejo que la canción siga sonando y empiezo a desempacar. Lo hago un poco rápido, quiero salir a dar una vuelta, luego le diré a Jinki que me acompañe.
Jinki había aceptado acompañarme, él también quiere conocer el lugar, así que mientras nuestras nuestros padres hacen la comida, nosotros nos dirigimos a la playa.
Hace rato, mientras desempacaba, la canción que estaba escuchando había llegado a su fin y la voz del mismo chico empezó a sonar. No sé por qué me intriga tanto si ni siquiera lo conozco ni me sé su nombre, pero de lo que estoy seguro es de que me gustaría conocerlo. Suena raro, tal vez obsesivo, pero es la pura verdad.
- ¿Quieres tomar algo? -me pregunta mi hermano. Yo asiento con una sonrisa y nos dirigimos hacia uno de los chiringuitos. Elegimos una mesa y nos sentamos a esperar a que nos tomen la orden.
- Es muy bonito todo -digo. Jinki asiente mirando a su alrededor-. No es por nada que el tío Erik venga seguido con su esposa.
- Si -dice Jinki. Justo después llega un chico, que a juzgar por su delantal de gatitos, es un camarero. Me fijo más en él y tiene el cabello castaño, exceptuando la parte del flequillo, que lo tiene rubio. No es muy alto, pero es atractivo. Nos sonríe amablemente y nos pregunta qué pediremos para tomar, mientras apunta en una libretita. Antes de que se fuera, miro la pequeña placa que lleva en el pecho. En ella trae un nombre. Jonghyun.
Después de ese día, seguimos frecuentando ese chiringuito. Nos hicimos buenos amigos de Jonghyun. Es muy simpático. Es cuatro meses menor que Jinki, lo que lo hace mi hyung. Nos contó que trabaja en el mismo lugar cinco veranos seguidos, y que lo disfruta mucho. También nos contó que tiene pareja, un chico, Kim Kibum y que suele visitarlo muy a menudo.
- Kibum dijo que mañana vendrá con un amigo. ¿Quieren pasarse por aquí? Así se conocen -dice Jonghyun, a la vez que da media vuelta para así quedar de frente a nosotros. Estamos caminando por la playa, su turno en su trabajo hace poco más de quince minutos y decidimos pasear un rato.
- Sería genial -responde Jinki. Él es el que mejor se lleva con Jonghyun hyung, no digo que no me lleve bien con él, es solo que a veces soy tímido, hehe-. ¿A qué hora vendrán?
- A eso de las 16:00hs. Normalmente las personas que están aquí comen a esa hora, o echan una siesta para bajar la comida, por lo tanto el puesto está casi vacío.
- Vale. Estaremos ahí -finaliza mi hermano. Jonghyun se despide de nosotros y en cuestión de minutos lo perdemos de vista.
- ¿Qué haremos ahora, hyung? -pregunto. Jinki se encoge de hombros mientras damos la vuelta y caminamos hacia la cabaña.
- Deberíamos pasar el tiempo con mamá y papá. Llevamos fuera desde que llegamos y de eso ya hace una semana.
Y era cierto, ya llevamos una semana en Gwangalli, y todo ese tiempo lo hemos pasado en la playa. También había descubierto el nombre del chico de la radio. Choi Minho. Un nombre curioso, creo. De alguna manera su voz me tranquiliza. Parezco un psicópata, hehe.
El resto del día la pasamos en familia. Fue divertido, pero de alguna manera ya quiero que sea mañana. Algo me dice que la visita de Kibum me alegrara el día. No Kibum en sí, no sé qué será.