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Notas del capitulo:

Saludos! Me gustaría agradecer a todos los que han entrado y dado una oportunidad a mi primera historia de Slam Dunk! :D

Antes, POR FAVOR leer esto:

"Las palabras que estén en comillas de esta manera" - Son DIALÓGOS

Las palabras o frases escrita de esta manera - Son pensamientos

"Las palabras o frases cursivas ENTRE comillas" - Son DIÁLOGOS en Inglés

[Los números entre estas casillas] - Son aclaraciones y/o explicaciones que pondré en Notas Finales

 Además de lo anterior, necesario es destacar que SLAM DUNK NO ME PERTENECE, como tampoco lo hacen los personajes, equipos ni universidades que menciono en esta historia. Todo lo escrito es por mera entrentención. Pero, tengo que advertir que no casi nada de baloncesto universitario (todo lo puesto es información sacada de San Internet), asique si hay algo malo, porfavor avisenme... o dejénlo pasar ;)...

 Sin nada más que agregar, aparte de que este Cap es una INTRO, les dejo con la historia :3...

I. El Mejor de Japón

 

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JAV

Editado 09/09/2014

Con el reloj marcando dos minutos restantes para gritar el término del encuentro, los espectadores comenzaban a contener el aliento. Los animadores y seguidores de los aun vencedores saltaban en las butacas y animaban con gritos o plegarias silenciosas a sus favoritos. Los entrenadores observaban como halcones a los jugadores corriendo en la duela. Midiendo, analizando, bramando instrucciones, señalando posiciones.

En todos los deportes, cada segundo es valioso, pero para el baloncesto, pareciera que cada uno de ellos es una eternidad: es un dribleo enloquecedor; una bandeja impecable; una defensa arrolladora; un tripe de parábola perfecta; un slam dunk vigoroso. Un segundo puede cambiar todo.

Conviértete en el jugador número uno de las preparatorias de Japón [1]

El sedoso y liso cabello negro le caía sobre los ojos como un manto transparente. Para cualquier ojo curioso que le viese, el chico sentado medio encogido en la banca del equipo de North Carolina, parecía observar ensimismado el partido/batalla rindiéndose frente a sus narices. Pero la realidad distaba de ello.

Sus ojos azules miraban, pero no enfocaban. Con una toalla sobre su cuello rodeando sus hombros, el chico mantenía ambas manos unidas imitando un rezo. Los fanáticos esperarían que orase por los Tar Heels [2], pero sólo saldrían decepcionados.

Conviértete en el jugador número uno de las preparatorias de Japón

Aquella frase se repetía continuamente en su cabeza. Como una mantra, una canción pegajosa, un CD para aprender inglés (de esos que tanto escuchó antes de embarcarse en esta aventura). Sonaba y se repetía en su mente una y otra vez. Una y otra vez.

Antes quizás le motivó y alentó para seguir adelante; le sirvió para superarse en el equipo juvenil de All-Japan; le templó para soportar a su escandaloso compañero de equipo durante sus años en Shohoku; le permitió siempre mirar adelante; continuar esforzándose y trabajar por ser el mejor. Aun cuando en su segundo año perdieron en las finales, y el mejor jugador de las nacionales fue un chico de otro distrito. Se lo dijo a sí mismo cuando el profesor Anzai y Miyagi nombraron a Sakuragi como capitán del equipo en su tercer año de preparatoria para intentar controlar la rabia y celos. Y continuó repitiéndoselo hasta que por fin lograron alzar la copa del campeonato nacional; hasta que fue nombrado y premiado como el mejor jugador del certamen; hasta que el profesor Anzai le dio su bendición.

Mas ahora, aquella frase le seguía, le cazaba y le atormentaba.

Soy el mejor. Soy el mejor de Japón.

"Time-Out!" Sus ojos zafiro voltearon al escuchar la voz de su entrenador (Roy Williams [3]).

Le encontró hablando en la mesa principal, para luego acercarse a la banca y hacer señas para reunir al equipo. Todos los chicos, algunos de ellos sudando y jadeando, se formaron en un círculo junto al hombre que comenzó a hablar en un tono firme. El entrenador les observaba fijamente a los ojos mientras comentaba y hablaba de los pocos segundos que quedaban, de la mínima diferencia que les aquejaba. Dialogó de victoria, de gloria y de honor. Los jóvenes asentían y sonreían cuando lo ameritaba, pero más que nada, empezaron a reunir la determinación para ganar.

"Paige [4], you'll stay in the bench…" el chico moreno suspiró mientras el entrenador, con los lentes caídos [5], miró a cada de uno de sus jugadores que se encontraban aun en la banca. Rukawa, involuntariamente, retuvo el aliento. Sus músculos se tensaron y sus ojos brillaron. Los pequeños ojos del hombre parecieron trapazar su alma cuando se enfocaron en él; algo dentro del japonés pareció removerse expectante, casi desesperado, pero se mantuvo templado, totalmente controlado. Esa milésima de segundo en el que sus miradas se cruzaron, mundos nacieron, vivieron y se destruyeron, sin embargo el ansia que corroía su control no alcanzó, o no quiso, ser leída por el mayor "McAdoo [6], take Paige's place... Okay, guys! Let's win this!" Gritó el hombre al mismo tiempo que aplaudía y empujaba a los deportistas.

"Yes!" Los cinco jugadores corrieron al centro de la duela, donde sus contrincantes les esperaban ansiosos, sabiéndose por el momento ganadores.

Conviértete en el jugador número uno de las preparatorias de Japón

¿Acaso ello no fue suficiente? ¿Es que acaso él no era suficiente? Sus puños se apretaron con furia, con frustración. Pero su rostro se mantuvo inmutable; sereno y calmado; serio e inaccesible. Sus venas hervían, pero su piel pálida continuaba pretendiendo estar hecha de hielo.

Pestañeó un par de veces antes de enfocar la vista en el juego delante de él. Algunos de sus compañeros estaban parados expectantes a su lado. Otros gritaban junto a él.

Miró el marcador. Estaban perdiendo por dos puntos.

"Run! Run! Run!" Uno de sus compañeros en la duela (Rukawa no podía recordar el nombre) dribleó y engañó a la defensa contraria, penetrando en ella y llegando a una posición perfecta para encestar. El tipo inclinó las rodillas y alzó los brazos.

"La mano izquierda sólo es para sujetar el balón [7]..." Murmuró atrayendo la atención de uno de sus compañeros, quien le miró confundido. Pero Rukawa siguió observando al sujeto que jugaba en la cancha. Pareció una eternidad ese último segundo en el que el balón flotaba por los aires. Parecía que nadie se atrevía a respirar para no desviar la dirección de la pelota. Nadie se movía ni pensaba. Mas no fue suficiente. El balón rebotó, y cuando los jugadores, tanto de North Carolina como de Duke [8], corrieron a su encuentro, el tiempo acabó.

Gritos rompieron ese segundo de silencio que cayó en el estadio. Mutismo y decepción empapaba a los fanáticos de Tar Heels, quienes con brusquedad y apremio salieron de sus asientos rumbo a la salida.

Rukawa, viendo a su alrededor, se limitó a cerrar los ojos y respirar profundamente. Sintiendo sus hombros y piernas un poco menos tensas, se permitió caminar hacia el camarín (lugar donde muchos de sus compañeros ahora se dirigían).

Su entrenador y algunos de los chicos del equipo permanecieron hablando con la prensa o firmando autógrafos.

Nadie llamó o gritó el nombre de Kaede Rukawa.

 

 

.

.

 

 

Sus ojos luchaban por permanecer abiertos. Sólo hasta que termines de comer, se dijo arrastrando otro bocado más a su boca. No había dormido en todo el día. No con el entrenamiento en la mañana; luego la charla del entrenador; en la tarde el expectante corto camino hacia el estadio, y finalmente en la noche el partido. 

Ahora que por fin se encontraba en casa, el pelinegro pensó que podría cerrar los ojos y entregarse a los sueños.

"Tu equipo jugó muy bien, Kaede" Rukawa simplemente asintió a la voz de su madre. Miró lo poco de comida que quedaba en su plato y decidió aumentar un poco el ritmo. "Ese chico… ¿Paige se llama?... Es muy bueno" Al levantar la mirada, se topó con unos ojos idénticos a los suyos. No vio rastro de malicia, burla o disgusto en ellos. No había mala intención tras el comentario. Sólo una manera de hacer conversación.

Su madre, a pesar de haber convivido con él por ya diecinueve años, parecía no querer rendirse en su meta por hacerle hablar. Pero ella debe saberlo ya, se decía Rukawa, pues por algo ella se casó con su padre, de quien Kaede había heredado esa personalidad silenciosa e introvertida.

"¿Hoy… no te sentías bien?" Sabía por qué preguntaba, también estaba seguro de que ella sabía la respuesta a la duda, pero no se sentía con la confianza suficiente como para decir las palabras en voz alta.

Rukawa tomó un poco del jugo dispuesto en la mesa para digerir los alimentos un poco más rápido. Esto está incomodo, se lamentó un poco sin mirar directamente los ojos de su progenitora.

"Yo… apuesto a que el entrenador Williams te pondrá pronto a jugar. Sólo quiere asegurarse de que estés en forma" Rukawa escuchó el entusiasmo y esperanza en la voz de su madre; y una parte de él no pudo evitar querer mirarle y asentir creyendo en sus palabras; no obstante, la otra (la de la superficie; la más fuerte) simplemente le censuraba y destruía lo que decía.

Qué sabe ella.

"Ya terminé" Le respondió en su lugar parándose con tranquilidad. "...Iré a dormir. Tengo clases mañana en la mañana" Clases a las que probablemente llegaría tarde por quedarse dormido (como normalmente pasaba).

Lamentablemente viejos hábitos (o hobbies como algunos le llamaban), tardan en morir; razón por la que Rukawa continuaba durmiéndose en cualquier lugar, en cualquier momento, y a cada minuto. Pero, tal y como le había prometido al profesor Anzai y a su manager, intentaría dar lo mejor de sí en los estudios.

"Claro, claro~. Buenas noches… Yo esperaré a que llegue tu padre" Kaede asintió y partió hacia su cuarto en la segunda planta.

Algunas veces (como ésta) se arrepentía de no haber postulado a los dormitorios que ofrecía la universidad; así al menos se ahorraría aquel tipo de conversaciones. Pero ya estaba. Sus padres se habían venido con él a Estados Unidos y por lo mismo, ninguno de ellos vio  razones para no vivir juntos los primeros años.

No es como si Rukawa quisiera ir a la universidad a socializar (si a penas y hablaba con algunos de sus compañeros de equipo).

Al cerrar la puerta del cuarto, no dudó en tirarse en la cama con ambos brazos tras su cabeza (ya se había acicalado y cambiado)

Conviértete en el jugador número uno de las preparatorias de Japón

Aquellas palabras volvieron a resonar con fuerza en su mente. Respiró profundamente intentando aclarar y despejar cualquier pensamiento indeseado, pero la tarea fue infructuosa. Nada más recordar el partido de hace unas horas, nacía en su cuerpo un cúmulo de sensaciones foráneas para él, provocando que incluso temblara de ira.

Yo pude haberlo hecho mejor, pensó trayendo a su mente algunas de las jugadas de sus compañeros.

Yo pude haber recibido mejor el pase, concluyó pensando en sus días de Shohoku, cuando en su segundo y tercer año muchos de los chicos de primero (y luego de segundo) prácticamente disponían el juego para él, entregándole casi siempre el balón, dándole la oportunidad para perfeccionar su técnica de posición y recibimiento. Yo pude haber pasado mejor la defensa. No por nada en su equipo estaba ese ruidoso mono pelirrojo, quien en los entrenamientos su única meta era detenerlo (lo que logró muchas veces, para la frustración y sorpresa del pelinegro). Y yo hubiese encestado el balón. Terminó, recordando uno de los muchos uno-contra-uno que compartió con Sakuragi, ya fuese en el gimnasio de la escuela o en canchas públicas; con el cuerpo y fuerza monstruosa de ese tonto, Rukawa pudo y tuvo que aprender a tirar de diversas maneras.

Conviértete en el jugador número uno de las preparatorias de Japón

Lo soy. Soy el mejor de Japón.

Pero aquello no era suficiente en este lugar. Esto es la vida real. Es Norteamérica. La NCAAB [9]. Baloncesto a nivel universitario. Donde los ojos de la NBA y de la prensa extranjera ponían sus ojos para futuras compras. Y, para su irritación y frustración, no estaba causando una buena impresión.

Su nombre sólo resonó en sus comienzos. Cuando llegó a la planta universitaria a comienzos del año pasado (poco después de terminar sus estudios en Shohoku), miles de periodistas se le acercaron para conocer a la novedad y estrella japonesa. Pero en sólo eso había quedado; en una novedad.

Sus puños se apretaron con fuerza. Levantó su espalda quedando sentado sobre su cubrecama. Exhaló e inhaló un par de veces.

No era para nada común en él salirse así de sus casillas. Lo único que le sacaba una reacción era el baloncesto. Siempre deseando ser el mejor, entrenando duro, superando adversarios. Y bueno, para qué mentir, también ese tarado compañero pelirrojo, de quien el profesor Anzai hablaba y esperaba tanto.

A Kaede siempre le cabreó y sorprendió que un tipo violento y pandillero como él (quien al comienzo no tenía ni idea cómo jugar baloncesto), en sólo unos cuantos meses se convirtió en una pieza clave del equipo, luego en su corazón, y ya al final, en un jugador indispensable.

Hmp, ese estúpido...

Cayendo nuevamente a la cama, decidió meterse dentro de las sábanas.

Ya era tarde, y no mentía cuando dijo que de verdad intentaría esforzarse en sus estudios. Cerró los ojos, y como por arte de magia, el sueño le invadió, no sin antes pensar que mañana entrenaría más duro.

Dejaría todo de sí en la duela. Le demostraría a su entrenador y a sus compañeros de equipo, quién era Kaede Rukawa, y por qué fue coronado el mejor jugador de Japón.

 

 

.

.

 

 

Una semana después de aquella promesa, Rukawa sentía como el sudor le corría por la sien hasta su barbilla. Si de algo estaba seguro, es que ambas playeras que usaba para entrenar, estaban ahora empapadas. Apoyó ambos antebrazos en sus rodillas intentando controlar su respiración. Ya un poco más calmado alzó la mirada. Al instante se topó con muchos de sus compañeros tirados en el piso; otros tomando agua como desesperados; otros más se refregaban como en castigo el rostro con alguna toalla. No pudo evitar sentirse un poco mejor al comprobar que él estaba en mucho mejor estado físico que muchos de elos. No obstante, enseguida su humor decayó.

Pero si estoy tan bien, entonces por qué no estoy jugando.

Pensando en lo que anterior es que escuchó como tras bambalinas la voz de su entrenador. Éste les hablaba de los partidos por venir, de que ahora los entrenamientos se pondrían más rigurosos y pesados. Les sermoneó un poco por la última presentación contra Duke, pero también les felicitó por el gran desempeñó que estaban demostrando estos últimos días; para finalizar, les despidió.

En unos cuantos días tendrían otro partido amistoso, o como les gustaba llamarlo, de exhibición. Era la temporada en que los equipos se dedicaban a lucir nuevas adquisiciones o nuevos trucos, nuevas maniobras o estilos de juego. Eran compromisos que tanto fanáticos como prensa esperaban para catalogar y pronósticar como sería la próxima temporada.

Kaede, tal y como se había dicho a sí mismo, había comenzado a entrenar el doble; el triple incluso. Estaba seguro de que estaba dejando su alma en cada entrenamiento. No por nada terminada cada práctica y ejercitación con el equipo, su cuerpo y mente a penas y llegaban vivos a su casa.

En clases últimamente se estaba quedando dormido a penas y tomaba asiento. Los estudios por supuesto estaban decayendo. Pero no podía hacer nada al respecto. Ya una vez lo había dicho: el baloncesto era lo único que le importaba.

Bebió un poco de agua de la botella que había dejado en el piso junto con sus cosas. De reojo vio a algunos de sus compañeros bromeando, otros se dirigían a los camarines, y otros simplemente ayudaban a recoger los balones y resto del equipo. Rukawa ponderó la idea de ir a darse una rápida ducha y partir hacia su casa, pero al comprobar que ninguno de sus músculos dolía más de lo común, decidió en cambio encaminarse a una cancha pública que hace unas semanas encontró cerca de su vecindario.

Una de las claras ventajas de Estados Unidos, es que aquellas canchas eran mucho más comunes y fáciles de encontrar que en Japón. Allí tenía que recorrer su buena cantidad de kilómetros en su bicicleta para arribar a una. Aquí, a diferencia, se podía encontrar canchas en cada vecindario.

Decidido ya, tomó el resto de sus cosas y partió hacia la salida. Ni siquiera prestaba atención a las personas que caminaban cerca de él. Aquello también era diferente de Japón (la atención que recibía) Quizás al comienzo fue la comidilla del campus por ser japonés, mas a penas la chispa de curiosidad murió, terminó siendo uno más de los miles de estudiantes. No era como si su estatura sobresaliera de todos modos. Con su 1.88 [10] (Si, había logrado crecer un centímetro más durante sus dos últimos años en Shohoku) era igual e incluso más bajo que muchos de sus compañeros de equipo de baloncesto o de otros deportes de la universidad.

"Hey, Rukawa!" Con su fiel discman enganchado a su pantalón, el pelinegro ignoró al resto del mundo que pasaba a su lado. Primero se dirigiría donde su nueva bicicleta estaba estacionada. Rebuscando en su bolso la llave de la cadena que rodeaba a su medio de transporte, sintió como una mano fuerte y morena agarraba uno de sus brazos. Volteó con brusquedad hacia el impertinente. "Dude, you surely walk fast" Uno de sus compañeros de equipo, un poco más bajo que él, de cabello negro como la noche y ojos marrones, le sonreía.

"Aha, I have to go" Inclinándose sacó el seguro de su bicicleta. Montándola distraído, se fijó que su compañero (Tom [11], creía que se llamaba) seguía parado junto a él con una sonrisa.

Y ahora éste qué quiere, se preguntó mirándolo con insistencia.

"So~, are you coming to Bryan's party?"

"Bryan?" La pregunta fue hecha más por cortesía que por verdadero interés. Este chico, Tom, desde el primer día que el pelinegro arribó a la universidad y al equipo de baloncesto, se había comportado bastante amigable con él. Al parecer así era su personalidad, pues siempre le veía hablar y bromear con todos los chicos del equipo. A Rukawa le recordaba un poco al suplente del equipo de Shoyo de vuelta en Japón  [12]: Fuera de la duela era un chico sencillo y calmado, simpático con todos, pero dentro de la cancha, se convertía en un demonio, en un jugador temible.

"Man! One of our team mates… You know, the one with brown hair" Kaede simplemente le miró. "...A very tall and white dude" Kaede continuó mirándolo "...He wears glasses outside the games" Ahora si Rukawa asintió. Si, creía conocer a ese chico, pero simplemente porque ese tal Bryan con los anteojos le recordaba a Kogure-sempai.

"Yes, you're coming? Or yes, you know him?"

"I'm busy" Se limitó a contestar. Se acomodó en su bicicleta esperando que el chico entendiera que de verdad necesitaba irse, pero no resultó. Tom subió las cejas en un gesto extraño y le codeó un par de veces con una gran sonrisa plantada en su rostro.

"A hot date?" Rukawa suspiró en su interior. Idiotas hay en todo el mundo, pensó mientras negaba con la cabeza en señal de respuesta a la pregunta de su compañero.

"My manager called. I have a meeting with him" Todo rastro de diversión desapareció de la cara de Tom. El chico era el único del equipo (y lo más probable que del país; junto con sus padres, por supuesto) que conocía de la difícil situación que estaba pasando el japonés.

El norteamericano no sabía muy bien que decir para animar al silencioso pelinegro, pues él mismo, que era dos años mayor, nunca tuvo que pasar por aquella experiencia (el ser ignorado)

"Ah… well… that's a whole lot important than a stupid party, right?" Rascándose el cuello, el moreno bajó la mirada con incomodidad hacia el piso sin saber que más decir. Rukawa, presenciando su nerviosismo, asintió y se despidió. Su compañero levantó la mano un poco aliviado al ver la figura de su joven compañero desaparecer entre la multitud.

La verdad es que no tenía que reunirse con su manager ahora mismo. Cuando le telefoneó en la mañana, el hombre le pidió que se reunieran en la noche para conversar. Quizás por esas mismas palabras es que estaba tan nervioso, tan ansioso. Tenía un mal presentimiento. O bueno, no uno malo. Pero presentía que algo estaba por pasar. Y ello le estaba comiendo la cabeza. ¿Qué tal y si querían sacarlo del equipo? Él aun no demostraba lo mejor de sí. Aun no probaba su valía, su talento; que era capaz de convertirse en el mejor.

Su representante (o Dan) iría a su casa más tarde. El hombre normalmente esperaba que los padres del menor estuvieran presentes, pero Kaede siempre fue de tomar sus decisiones por su cuenta. Sus padres le apoyaban en todo, asique no habían mayores problemas.

Con la música retumbando en sus oídos, no le sorprendió que no cayera dormido durante el trayecto. Por un lado, su cabeza estaba demasiado ocupaba dándole vueltas al asunto de las próximas noticias que Dan traería, y por otro, a las malas había aprendido que el tráfico vehicular en Estados Unidos es mucho más abundante y agresivo que las apacibles calles de Kanagawa. Asique, sí, mejor andar con ambos ojos bien abiertos.

Al llegar a la cancha, le alegró el ver que ésta estaba desocupada (algo bastante extraño, a decir verdad) pero no le dio muchas vueltas al asunto. Aparcó su bicicleta, se desocupó del peso, y se preparó para continuar entrenando.

Como siempre le pasaba, boteando el balón, dribleando y encestando, cualquier problema, mal pensamiento y extraños presentimientos, desaparecieron mágicamente de su mente. Lo único que importaba en aquellos momentos era él y la pelota.

Afirmando fuertemente el balón entre sus manos, corrió de un lado para otro en la gastada duela. Imaginándose a variados jugadores en su camino, intentaba pasar y combatir con los contrincantes de su imaginación.

Se imaginó jugando contra Sendoh, Maki, Sawakita incluso (quien hace un año se había trasladado al baloncesto español). Pero especialmente contra Sakuragi. Por mucho que le molestara admitirlo, ese mono tonto era un jugador bastante completo, realizando perfectas jugadas tanto defensivas como ofensivas, especialmente en su tercer año de preparatoria, donde el pelinegro de verdad temió por un momento no recibir el reconocimiento como mejor jugador del campeonato.

Intentó proyectar a algunos de sus compañeros de equipo o de otros de la liga NCAAB, pero debía admitir que no había prestado demasiada atención a las habilidades de cada uno como para enfrentarse a ellos en su mente.

Logrando una jugada agotadora, apoyó ambas manos en sus rodillas respirando agitadamente por unos momentos. Enderezándose con lentitud, se encaminó a la vieja banca que guardaba sus cosas. Al limpiarse con una de sus toallas, se sorprendió por la cantidad de sudor que ahora la empapaba.

Bien. Eso significa que estaba entrenando duro.

Miró de reojo a su alrededor sin prestar verdadera atención. Se colocó sus pantalones largos deportivos junto con su chaqueta, y se dirigió a su bicicleta para partir a casa. Estaba ansioso por apoyar su cuerpo en el blando y siempre recibidor colchón de su cama; antes, sin embargo, debo comer algo, se recordó. No rendiría mucho en el entrenamiento del día siguiente si se encontraba fatigado.

Nada más traspasar la puerta de su casa, quiso golpearse el rostro con una de sus manos. Por supuesto no lo hizo, pero lo deseó.

Había olvidado por completo que Dan iría hoy en la noche a su casa. Bravo Kaede. Ambos, su madre y manager estaban sentados cómodamente en el salón con unos cuantos bocadillos en la mesita de centro. Por fortuna ninguno de los dos parecía molesto o algo así; no es que eso fuera a importar, pero era mejor que los ánimos estuvieran calmados.

"Por fin llegas, Kaede" Su madre le sonrió con aparente tranquilidad desde su lugar (pues Rukawa detectó su reproche en el brillo de sus ojos).

"Buenas noches Kaede-san. Supuse que olvidarías que vendría, asique llegué más tarde" Rukawa frunció un poco el ceño. Desde que se conocieron por primera vez, Dan había tomado la costumbre de llamarlo por su nombre de pila y de tratarlo como viejos amigos. Aun le irritaba un poco, pero también entendía, tal y como le había explicado el mayor desde el comienzo, que si la relación laboral entre ambos iba bien, se verían por mucho, mucho tiempo más, por lo que mejor era comenzar tratándose con familiaridad desde ya, saltándose la fría primera etapa de cortesía. Había aceptado todo ello principalmente porque Dan era un querido y viejo amigo del profesor Anzai (quien los puso en contacto) y segundo porque el manager había logrado contactarlo con el legendario equipo de North Carolina (en donde jugó Michael Jordan) [13]

"Kaede, te traeré algo de comer mientras tu hablas con Dan-san" Su madre dijo antes de salir del lugar.

Rukawa, con un paso flojo, se dirigió a uno de los sillones y casi se tiró sobre n él. Quiero dormir, pensó dejando su bolso junto al sillón. Pretendiendo controlar sus párpados, observó fijamente al hombre sentado frente suyo, insistiéndole con la mirada a que hablara... Ya.

"Te vez más pálido de lo normal Kaede-san ¿estás comiendo bien?"

¿Es que acaso era eso? ¿Se veía enfermo? ¿Por eso no lo consideraban para jugar? ¡Pero si la única razón por la que estaba más cansado de lo normal, era porque estaba sudando hasta los huesos para mejorar cada aspecto de su juego!.

A penas y si estaba durmiendo. Él, Kaede Rukawa, estaba prescindiendo de valiosas horas de sueño para continuar entrenando. Rukawa deseó poder gritar de frustración. Deseó poder insultar al mundo. Deseó parecerse un poco más a su escandaloso compañero de equipo de Shohoku para así ser capaz de liberarse de todas sus cargas.

¿Por qué lo mantenían entonces? ¿Les gustaba a esos bastardos mantenerlo en vilo? Miserables, pensó apretando los puños.

"¿Qué dijo el entrenador?" Preguntó con quizás demasiada brusquedad. El hombre frente a él pestañeó varias veces antes de contestar.

"¿El entrenador Williams?" Kaede casi gruñó por la estúpida pregunta. Quién más, se dijo mientras le asentía a Dan. "Ehh---… Roy no me ha dicho nada, Kaede-san" Rukawa  frunció el ceño.

¿Entonces por qué coño está aquí? se preguntó ahora desinteresado. Si no era algo que concerniera al equipo, entonces no tenía importancia para él. Lo más probable, es que como el año anterior, su representante quería que lidiara con unas cuantas entrevistas y otras frivolidades. Idioteces, se dijo mirando hacia la puerta que llevaba a la cocina, llamando mentalmente a su madre (o mejor dicho, a la comida)

"Bueno, supongo que estás cansado, asique iré al grano…" Kaede apoyó su nuca en el respaldo del sillón, escuchando a medias como el hombre relataba no-se-qué de que había viajado y blah-blah-blah. Sólo se enderezó cuando su mamá colocó frente a él una bandeja repleta de comida humeante y de aspecto delicioso. "… Y cuando llegué a casa hace una semana, Anzai me había llenado la contestadora de mensajes…" El resbaladizo y jugoso fideo que se deslizaba entre sus labios se quedó paralizado a mitad de camino... ¿El profesor Anzai?... "...Como podrás adivinar, le llamé enseguida. Y no te preocupes, está bien… Hablamos por horas. Hasta me preguntó por ti…" Rukawa, dejando el plato sobre la bandeja, volvió a sentir esa extraña sensación en su pecho; ese bizarro apretón "Ahí fue cuando me habló de Sakuragi-kun y las ofertas que le están lloviendo. Al parecer el joven está un poco indeciso…" ¿Sakuragi, ofertas, indecisión?.. ¿Qué? "Y… Anzai me pidió un favor. Un favor que te involucra a ti Kaede-san" Rukawa sólo pudo observarle en silencio. Los engranajes de su cerebro aun no parecían procesar la información. Su cuerpo estaba tenso. Sus manos apretadas...

"¿Qué favor Dan-san?" Si Kaede Rukawa no fuese Kaede Rukawa, hubiese besado a su madre en aquellos momentos por la intervención.

¿Qué favor?

"Anzai me comentó que tu y Sakuragi no son los mejores amigos; que pelearon mucho durante los primeros años de preparatoria. Pero te aseguro que esto será por poco tiempo. Tres o cuatro semanas como mucho…"

"¿Qué le pidió el profesor Anzai?" Preguntó Rukawa con su característica dureza y frialdad. Dan soltó una mueca antes de mirarle a los ojos de manera suplicante.

"Una de las oportunidades de juego de Sakuragi-kun es aquí, en North Carolina, asique Anzai me pidió si podía recibir al chico por unas semanas y mostrarle los alrededores… Pero… tu no eres mi único representante Kaede-san… no puedo quedarme por un mes en un solo lugar… por ello, te quería pedir si-"

"No" ¿Él recibiendo a ese mono pelirrojo en su casa, su universidad, su equipo de baloncesto? Que antes lo partiera un rayo. Ese tarado de seguro sólo traería problemas. Con lo ruidoso que era, sólo se dedicaría a llamar la atención. Ah, dios santo. Ya se lo imaginaba en el gimnasio. Riéndose con esa desagradable risa, y esos presumidos comentarios.

Siempre fanfarroneando...

"Kaede. No seas así. Fue tu compañero de equipo… Tu amigo…" Su madre le tomó una de las manos mirándole con un poco de reproche.

Rukawa podría discutir y corregirle la anterior afirmación. Pero la verdad, es que de los tres años de preparatoria, al único chico que llevó a casa fue a Sakuragi, por lo que normal era que su madre pensara que eran algo así como íntimos amigos. Quizás en su tercer año ya no eran enemigos, pero Kaede dudaba que el pelirrojo lo consideró alguna vez un amigo.

Rukawa podía admitir (bajo tortura) que Sakuragi no era tan odioso como creyó en un momento que lo era, pero eso no quiere decir que el tarado le irritara menos. Al contrario, entre más cercanos se hacían, más libertades se tomaba ese mono. Como ir a mí casa…

Bajando la vista a sus manos, cerró los ojos por unos segundos.

Aah, qué más da… lo más probable es que se arrepintiera de su decisión en cuanto el tonto pusiera un pie en tierra norteamericana, pero qué más mal podría hacer ese estúpido (a parte de haber nacido).

"Aha; pero máximo un mes" Determinó mirando duramente a Dan, quien sonrió complacido.

"Te lo aseguro, no pasará de eso" Levantándose de su lugar, el hombre se despidió de la satisfecha madre con una cariñoso abrazo (nada raro pues el hombre era afectuoso con todo el mundo) y con un contundente apretón de manos con Kaede. Caminando hacia la salida, Dan agarró el picaporte, no sin antes voltear hacia el menor. "Estará llegando acá en dos días" Dijo apresuradamente mientras abría la puerta y salía disparado, sin querer esperar la respuesta del rey de hielo.

Rukawa, siendo Rukawa, no pudo gritar, ni jadear de sorpresa, pero se quedó mirando la puerta en un estado de semi shock. Su madre por otro lado, rió un poco antes de encaminarse a la segunda planta.

"Supongo que empezaré a preparar la habitación de invitados"

 

.

 

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Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Muy corto? ¿Muy aburrido? ¿Muy malo? Cualquier comentario es bienvenido...

Antes de avanzar con las aclaraciones y explicaciones, vuelvo a repetir que este cap es una INTRO, asique por favor no ataquen eso n.n... ahora si:

Notas Finales:

Les agradezco a todos los que han llegado hasta aquí, y déjenme advertirles que el capítulo 1 como 2 serán de este modo, cortos e introductorios, pero por favor tengan paciencia. Se les agradecerá CUALQUIER comentario.

Las aclaraciones:

-Diálogos en inglés:

“Paige, te quedarás en la banca…. McAdoo, toma el lugar de Paige… Ok, chicos… ¡Vamos a ganar esto!”

“¡Si!”

“¡Corra, corra, corran!”

"Tu, sin duda caminas rápido, amigo"

"Aha, tengo que irme"

"Asique, ¿vienes a la fiesta de Bryan?"

"¡Hombre! Uno de nuestros compañeros de equipo...tu sabes, el de cabello castaño...un tipo bien alto y blanco...él usa lentes fuera de los juegos"

"¿Si, vienes, o si, lo conoces?"

"Estoy ocupado"

"¿Una cita caliente?"

"Mi representante llamó. Tengo una reunion con él"

"Ah...Bueno... eso es mucho más importante que una estúpida fiesta ¿cierto?"

Otras aclaraciones (Un poco largas):

[1] Frase que le dice el profesor Anzai a Rukawa Kaede en el capítulo 87 (minuto 17:30) frente al deseo de este ultimo de querer ir a Norteamérica.

[2] North Carolina Tar Heels, o en español, “Los Talones de alquitrán de Carolina del Norte” (Aunque en todo el fic me referiré a ellos de la PRIMERA forma), es el nombre que reciben los equipos deportivos y estudiantes o habitantes de esta universidad. Su categoría pertenece a la NCAA (que explico más abajo) y forman parte de la Conferencia Atlántica de la Costa (por su posición geográfica). Los TAR HEELS, han ganado 40 campeonatos nacionales por equipos en cinco deportes diferentes (Pues baloncesto es sólo UNO de los deportes que imparte esta universidad), y 51 campeonatos nacionales individuales. Wikipedia: El equipo de baloncesto ha ganado cinco campeonatos nacionales. Los Tar Heels ganaron su primer campeonato nacional de baloncesto en 1957, con Frank McGuire como el entrenador. Los Tar Heels ganaron contra la Universidad de Kansas en el final. Los Tar heels ganaron su próximo campeonato nacional en 1982, vencieron a la Universidad de Georgetown en su último partido. En 1993, Los Tar Heels ganaron su tercer campeonato nacional contra la Universidad de Michigan. Dean Smith era el entrenador por los dos campeonatos en 1982 y 1993. Por su cuarto campeonato, los Tar Heels, con Roy Williams como el entrenador, ganaron contra la Universidad de Illinois en 2005 y contra la Universidad de Michigan en el 2009.

N.d.A: Decidí colocar a Rukawa en esta escuela, pues durante el apogeo del anime Slam Dunk, el basquetbolista con más fama y renombre era Michael Jordan, quien justamente asistió y egresó de esta facultad.

[3]Roy Allen Williams, (nacido el 1ero de agosto de 1950, en Marion, Carolina del Norte es un entrenador de baloncesto estadonidense y ejerce en la NCAA Desde el 2003 es- aun- el entrenador de North Carolina.

[4] Marcus Taylor Paige (nacido el 11 de septiembre de 1993) es un  jugador americano de baloncesto, perteneciente a la Universidad de North Carolina. Fue a la escuela de Lnn-Mar High, y es hoy por hoy, un basquetbolista altamente preparado desde de la clase de 2012.

[5] En las fotografías que he visto del entrenador, éste sale algunas veces sin lentes, sin embargo lo describo en los partidos con estos puestos, puesto que me parece lo más adecuado.

[6] James Michael Ray McAdoo (nacido el 4 enero de 1993) es un jugador de baloncesto universitario, que actualmente pertenece a la Universidad de Carolina del Norte. Él fue rankeado como uno de los mejores jugadores en la escuela durante el 2011.

[7] Frase que dice Hanamichi Sakuragi en el partido contra Sannoh- Akita- cuando sólo quedaban 2 segundos de partido. En aquellos momentos Kaede Rukawa iba a encestar, pero estaba siendo bloqueado por dos jugadores, notando en el segundo a su compañero, a quien le da el pase ganador. (Tomo 31, capítulo 275, páginas 138-139)

[8] Los basquetbolistas de los Diablos Azules de Duke, es el equipo de baloncesto representante de la Universidad con el mismo nombre, perteneciente a la Conferencia Atlántica de la Costa y de la NCAA División 1 (al igual que North Carolina). Este equipo tiene la cuarta mejor posición de victorias de todos los tiempos que ningún otro equipo de la NCAA. Su entrenador es Mike Krzyzewki. 

 Wikipedia: Duke ha ganado 4 campeonatos de la NCAA (quinto de todos los tiempos) y apareció en 10 partidos de campeonato (tercero de todos los tiempos). Tiene una NCAA record por porcentaje de victorias. 11 jugadores de Duke han sido nombrados el “Jugador Nacional del Año”, y 71 jugadores han sido seleccionados en el Draft de la NBA. En la temporada 2008-2009 de la NBA, había más jugadores de Duke, que ninguna otra escuela.

[9] La National Collegiate Athletic Association (NCAA), o en español la “Asociación Nacional Atlética Colegial”, es una asociación compuesta de unas 1.200 instituciones, conferencias, organizaciones e individuos que organizan la mayoría de los programas deportivos universitarios en los EE.UU de América. La NCAA es la mayor y más importante entidad de su ámbito en los Estados Unidos, pero no es la única.

[10] Decidí hacer que tanto él como Sakuragi creciesen, pues aun son hombres en edad para desarrollarse, y el baloncesto es un deporte que ayuda mucho en ese proceso.

[11] No me siento cómoda al manejar personas reales en mis historias; ya mucho es para mí trabajar con el entrenador, por lo que las interacciones de compañeros, serán con personajes originales de mi propiedad (cualquier semejanza con la realidad será pura coincidencia)

[12] Para quienes no recuerdan, así es como le llama (A parte del “reserva”) Sakuragi a Kenji Fujima, el capitán/entrenador del equipo de baloncesto de la escuela Shoyo.

[13] Wikipedia: Jordan recibió una beca para jugar al baloncesto en la Universidad de Carolina del Norte, donde se especializó en geografía. En su primer año fue entrenado por el mítico Dean Smith, y fue nombrado el mejor jugador de primer año de la temporada (ACC Freshman of the Year), promediando 13,4 puntos por partido con un 53,4% en tiros de campo. Por entonces, Jordan era prácticamente un jugador dominante en la pista aunque, aun así, los Tar Heels no estaban liderados por él, sino por James Worthy, futuro integrante del Salón de la Fama. En la final de la NCAA de 1982 ante Georgetown Hoyas, Jordan dio la victoria a los Tar Heels con una canasta de dos puntos en suspensión a escasos segundos del final para llevarse el campeonato, el primer éxito en su impecable carrera profesional. Tras ganar el premio al mejor jugador universitario del año (Naismith College Player of the Year) y el Premio John R. Wooden en 1984, abandonó la universidad para presentarse al Draft de ese mismo año. Houston Rockets, y sobre todo Portland Trail Blazers, que eligieron a Hakeem Olajuwon y Sam Bowie, respectivamente, dejaron pasar la oportunidad de incorporar en sus filas a uno de los mejores deportistas de la historia, al llevarse Chicago Bulls el gato al agua. Jordan regresaría en 1986 a la universidad para graduarse definitivamente.

 


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