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Bittersweet Happiness [Felicidad Agridulce ~KaiSoo] por LeeEun

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Notas del fanfic:

Holaa!!! Aasdfdsasdfdsa!! Volví con un KaiSoo medio Angst que se me ocurrió en el colegio -Siempre se me ocurren en el colegio x33- junto a mi amiga [Karol te amote Niña!] Espero les guste y no me odien [Mi desgraciada amiga me quería ahorcar]. El final estuvo flojo pero es que no se me ocurrió bien como terminarlo y... Bueno ahí esta! Disfrutenlo!!

"BITTERSWEET HAPPINESS" [Felicidad Agridulce]

 

El filo de la fina navaja amenazaba con hacer una ligera grieta sobre la piel blanca y tersa frente suyo, una temblorosa mano sujetándola y acercándola a la piel amenazaba con herir. Una lágrima cae, unos ojos se cierran con fuerza y el filo se incrusta amargamente sobre la piel haciendo un corte delgado, un líquido espeso y rojizo brota con lentitud, no es mucho pero igual quema al salir, ya no duele como a primera vez, por lo que KyungSoo siente la necesidad de volver a cortar levemente el dorso de su brazo, un quejido escapa de sus labios pero no es el dolor físico el causante. Su corazón se comprime y una amarga lágrima marca con fuego su rostro, sus ojos se hinchan con el paso de los minutos mientras llora, la sangre cesa pero el dolor sigue latente en su ser; quiere gritar pero la voz se corta dejando a su paso míseros sollozos. Las sábanas se amarran a su cuerpo así como el dolor a su corazón y la agonía a su alma, el sueño se apodera de su ser, sus párpados pesan y se cierran entregándolo a la oscuridad de sus sueños.

……

Abre los ojos pesadamente, las sábanas lo sueltan, la amargura se aferra a él y lo recibe de brazos abiertos, y es que se sentía tan solo que aparentemente cualquier compañía le hacía bien. Un ligero ardor acaricia su brazo cuando el viento sopla, pero no duele tanto.

……

Las puertas del colegio están por cerrarse, KyungSoo apresura el aso sin llegar a correr pues no quería sudar, no le gustaba sudar; el guardia le dedica una mirada desaprobatoria por el evidente retraso y a la vez compasiva al notar las dolorosas marcas en sus muñecas. KyungSoo lo ignoró, lo ignoró tal como lo hacía con casi todos los demás a su alrededor. Una mano firme envolvió su muñeca, el tacto era lastimoso y erizante, casi cruel, los largos dedos ajenos quemando su piel herida, no por los cortes en ella, sino más bien por el culpable de ellos. JongIn lo miró retorcerse y soltar un silencioso quejido que fingió no haber visto jamás, KyungSoo desvió la mirada al suelo porque los oscuros ojos del moreno lo estaban consumiendo, lo hacían querer más de él, le causaba estragos y dificultad para respirar, estaban asfixiándolo, le estaban obsequiando una dolorosa felicidad interna que le hizo olvidar de momento la razón por la cual sus brazos y piernas tenían citas diarias con una navaja. El pulgar de JongIn recorrió suavemente las heridas del mayor, sus labios se curvaron en una mueca indescifrable para después acariciar delicadamente la zona herida, las piernas de KyungSoo temblaron y creyó que caería al suelo, pero no lo hizo; sabían claramente que quizás todos los miraban desde las aulas pues la plaza cívica estaba desierta a excepción de ellos dos, pero era lo que menos importaba. El más alto caminó sin soltar al más bajo, ninguno habló, no sonrieron ni fruncieron el ceño, simplemente caminaron en un silencio acogedor. El jardín trasero les sonrió con amargura, un árbol enorme les brindó sombra, las flores los abrazaron al recostarse y el césped los acarició, sus manos se juntaron entrelazando sus finos dedos, buscaron sus miradas y sus labios se encontraron en un contacto carnal y ligero. Sus cuerpos se unieron buscando encajar, consiguiéndolo casi al instante, cada curva de sus cuerpos parecían estar hechos para juntarse y embonar, sus labios se acariciaron disparando adrenalina y emoción por sus venas, nuevamente supo que JongIn no lo dejaría ir a sus clases, y no pondría oposición por que la realidad era que no quería ir, quería estar a su lado tanto como le fuera posible antes de que todo se acabase.

……

Las horas pasan entre besos y miradas ocasionales, sonrisas ladinas y caricias cuidadosas. La espalda de KyungSoo aferrada al pecho de JongIn siente su corazón latir con tanta calma que se le forma un nudo en la boca del estómago y un calor se posa sobre sus mejillas brindándole un delicioso color carmesí. La tristeza y el dolor viajan por sus venas repartiéndolo por todo su cuerpo mezclándose con una pizca de alegría y felicidad, JongIn le gira e rostro en busca de sus labios. Es un beso lento, dulce, suave, amargo… Agridulce.

La campana suena anunciando que la jornada escolar llegó a su fin, el corazón de KyungSoo se detiene y el dolor se vuelve a estancar en él con fuerza. Los demás alumnos salen de las aulas, al verlos en el jardín les dedican miradas de desprecio y –quizás- asco. KyungSoo siente ganas de llorar y tener una larga cita con el filo de su pulcra navaja, JongIn lee sus pensamientos y sus labios gélidos le susurran un cálido “No lo hagas de nuevo”, su voz es fría pero -casi- suplicante del más alto lo hacen sentirse culpable de algo que no está seguro que sea. Unos labios besan su nuca, de pronto el aire frío golpea su cuerpo y… JongIn se fue.

……

El camino a casa es frío y solitario, lágrimas de por medio y suspiros ahogados. Al llegar a casa su madre no está –nuevamente-, no le es extraño ya que nunca está pero eso no significa que no le duela, después de todo su madre “No quiere un maldito homosexual como hijo”.

JongIn aparece en su mente cuando la navaja está por reabrir las heridas del día anterior, pero ¿Quién es Kim JongIn en ese momento? JongIn seguía siendo simplemente el idiota que sonreía sensual y miraba con fiereza, era el idiota del que se había enamorado. JongIn era el idiota al que le importaba una mierda lo que su corazón frágil sintiese con tal de pasar un buen rato, el idiota que comprimía su corazón, el idiota que le brindaba alegría a cambio de besos y dolor  por sentimientos. Era el mismo idiota que le regalaba calor y caricias… Una felicidad agridulce.

……

El filo de la navaja rasgó más de lo que KyungSoo hubiese calculado, más de lo que a JongIn le hubiera gustado. Los fuertes brazos del menor se aferraron al pálido cuerpo inerte de KyungSoo mientras deja que las lágrimas quemen su rostro al bajar hasta descansar sobre KyungSoo. El moreno no puede evitar sentirse culpable por no haberlo amado lo suficiente para retenerlo a su lado, por no habérselo demostrado con la fuerza suficiente. Debió darle más amor cuando lo necesitó, debía ser un amor dulce y firme, sin mezclarle amargura o dolor. No debió ser tan agrio.

Probablemente KyungSoo se encontraba en un lugar mucho mejor, lejos del dolor y las burlas, lejos del maltrato y el rechazo. Lejos de JongIn. El moreno se siente egoísta porque lo quiere de vuelta, porque ahora comprende esa felicidad agridulce de la que KyungSoo solía hablar cuando estaba a su lado, ahora entendía que la acidez hacía más efecto que la dulzura en su situación y no quería. No quería sentirse solo... Sin KyungSoo.

 

:::::::::: FIN ::::::::::::::::::::


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