En la vida siempre pasan cosas inesperadas… tanto, que cuando suceden parece que te golpean con un mazo en el rostro.
¿Saben? Una de esas cosas me pasó a mí, la peor me atrevería a decir. Pues hace algún tiempo me enamoré…
Creo que comenzaré por presentarme: Mi nombre es Sasuke Uchiha y tengo 19 años de edad.
Nunca fui la persona más social ni agradable del universo. Para mí la soledad siempre ocupo el puesto de mi mejor amigo en el mundo, y toda mi vida siempre fue dedicada a todo menos al amor. No puedo decir que nunca me fijé en nadie, ya que sería una total y completa mentira (Soy humano después de todo), pero sí puedo afirmar que jamás pensé en ninguna de esas personas como una pareja potencial, todo eso del noviazgo siempre me pareció “problemático” como diría uno de mis pocos amigos: Shikamaru…
Pero todo eso cambió el día en que le conocí; él es tan torpe, y no me extraña que haya sucedido de la manera más absurda de todas.
Naruto… Naruto Uzumaki. Un chico un año mayor que yo. No es como si la edad me importase, pero cuando algo tiene que ver con él, las cosas cambian. Naruto no es lo que yo siempre “soñé” como mi pareja, pero les debo confesar que a éstas alturas de mi vida se ha convertido en algo mejor que eso.
Es torpe, escandaloso, despistado, ingenuo y muchas otras cosas más, aunque también es trabajador, amable y siempre cuida de los demás. Jamás creí que alguien como él entrara en mi esquema de “hombre perfecto” pero como es típico en el blondo, puso mi mundo patas arriba.
Les puedo asegurar que lo que me atrapo de Naruto, fue su sonrisa, una siempre sincera, amable y resplandeciente sonrisa… una que me dedicó solamente a mí.
Nunca tuve intención de conocerlo, pero el hecho de que él fuera el que me buscara me ilusionó (¬¬ solo un poco)…
Siempre tuvo pretendientes a montones, pero su ingenuidad y falta de interés en el amor debido a su inmadurez innata, le hacía no darse cuenta… o quizás sí, y solo no le interesaba. Por un momento me recordó a mí al tratar con ese desinterés un tema muy preciado para muchos.
Su cabello rubio y sus ojos azules no dejaban de llamar mi atención, (¿Cómo no hacerlo con ese color tan llamativo?) después de cautivarme con su sonrisa se volvió imposible no notar cada uno de sus rasgos.
Cada vez que escuchaba a uno de sus tantos pretendientes aludirlo, me hervía la sangre y me daban ganas de arrancarles la cabeza y tirarlas en un pozo ¿Exagerado? Quizás… solo un poco.
Desde que lo conocí, pude notar que siempre ponía su mayor esfuerzo en todo lo que hacía, a diferencia de mí, que las cosas se me daban sin ningún esfuerzo ni preocupación.
El 70% de las veces que convivimos quería golpearlo por tanta idiotez, pronto descubrí que uno de sus mayores placeres era el hacerme enojar y a estas alturas podría apostar que también el avergonzarme.
Su sentido del humor no era el mejor, pero siempre se las ingenió para arrancarme una que otra sonrisa hasta por el más simple y mínimo detalle, aún sin ser consciente de ello. Aún recuerdo que era tan torpe que se tropezaba con el propio balón al intentar meter un gol mientras jugaba fútbol solo.
Pero usuratonkachi y todo, sabía respetar mi espacio y aparecer en el momento oportuno, cuando más lo necesitaba, pues su sola presencia me tranquilizaba y adormecía mis sentidos uno a uno.
Detestaba el saber que estaba ahí, observándome y riéndose de mí sin pudor alguno, pero odiaba aun más la sensación de nerviosismo que despertaba en mí al saberme con su completa atención.
Aún recuerdo que solía emocionarme su capacidad para recordar pequeños detalles dichos o vividos, detalles que cualquier persona olvidaría con facilidad… aunque era tan idiota que a veces solía olvidar lo importante.
Siempre fue sincero al hablar de frente, pero solía admitir sus errores y tratar de enmendarlos si era necesario, no importaba quién fuese. No era el más guapo, ni el más sensual, solo era Naruto y no le molestaba en lo más mínimo serlo. Pero lo que más me impresionaba, era el hecho que desde el día en que lo conocí me mostro su verdadero yo, sin remordimientos ni restricciones, sin mascaras ni hipocresías… mucho menos mentiras.
No tenía reparo en comer, y más cuando se trataba de esa cosa llamada ramen, aún recuerdo el día en que lo invité a comer aquel platillo, gritó algo como “Comida Gratis” y arrasó con todo a su paso, como si no hubiese mañana... y aquel día reí como nunca.
Naruto solía ser amable, y no solo conmigo, si no con todo el mundo, en especial con sus amigos. Ese rubio no solía tener amistades por montones (aunque sí más que yo) pero las que tenía eran verdaderas, y yo era feliz al saber que mi nombre estaba en esa lista.
Muchas veces sus gritos se escuchaban hasta mi salón y yo solo podía reír como idiota enamorado mientras Shikamaru se quejaba del escándalo y de que no le dejaban dormir en clase… ese idiota hacía ver la vida tan sencilla… Con su sola presencia mi vida giraba en otro entorno y me hacía sentir feliz, enojado, avergonzado, confundido hiperactivo, alegre, fastidiado, molesto y relajado, todo en el mismo segundo. Muchas veces me pregunté como era que lograba esa sensación de vértigo en mí, sin subirme en una montaña rusa.
Y ni hablar de la panda de murciélagos en mi estomago que aparecían al tenerlo enfrente. Más de una vez sentí que mi corazón estaba punto de salirse de mi pecho y atorase en mi garganta del solo quedarnos a solas. Ni que decir de mi entrecortada respiración al acercármele.
Me gustaba verlo concentrarse, eran raras las veces que ponía un perfil tan serio, y ese era un cuadro digno de admirar con detalle.
Siempre supe que ese dobe no era perfecto, pero después de todo ¿Quién lo es?... lo que también supe, desde el principio, es que a mí me gusta por lo que es, por ser Uzumaki Naruto: un usuratonkachi.
Con todos sus defectos.
Con todas sus virtudes.
Con todas sus idioteces.
Con todos sus ideales.
Con todo lo que le conformaba…
Y me gusta todo eso de él, por el simple hecho de hacerlo único… un ser que yo sé que ni en un millón de años volvería a encontrar.
Porque si algo de todo ello le faltara, ya no sería el Naruto del que yo me enamoré.
Porque se convirtió en un sueño… mi sueño inalcanzable. Se Convirtió en mi excepción a la regla de pies a cabeza…. Y se convirtió en mi mundo, uno azul (No me gusta el rosa)
Aún, después de 3 años de conocerlo, y más de uno de no verlo, siento lo mismo por ése dobe, como el primer día, aunque eso quizás suene un poco trillado.
Lo que no sé, es si lo que siento es real o solo una bella ilusión pegada al amor hacia un recuerdo. Solo sé que si en este momento lo tuviese frente a mí, sería la persona más feliz del universo. También sé que siento mil y un cosas por él y dudo que las podré dejar de sentir algún día.
Porque no hay día en que no le piense, no hay día en que no le añore. Porque solo puedo rogar por su felicidad y me veo incapaz de ser egoísta y pedirlo para mí, si eso implica que yo no lo sea. Porque éstas solo son unas pocas cosas del por qué lo quiero, ya que si dijera todas no terminaría en una vida… aunque todo se reduzca a un simple “Porque es él” una sonrisa idiota y muchas tontas ideas junto al blondo.
Y aunque todo este sentir solo se reduzca quererlo conmigo, sé que estoy enamorado.
¿Tonto? No lo sé.
¿Extraño? Sí, sí lo es… lo admito.
¿Cariño? Más del que creí.
¿Obsesión? Quizás…
¿Amor? Me rehúso a creerlo.
Porque aún creo que si esto es real, lo volveré a encontrar… o él me encontrará a mí.
Todo depende de lo que quiera el destino.