Todas las personas aplaudían al valiente guerrero que se preparaba para partir. En lo más alto, sentados en sus tronos, estaban la Reina, una elegante rubia de cejas rizadas y el Rey, pelinegro, con una cicatriz debajo del ojo y… hurgándose la nariz, muy majestuosamente.
El caballero, que en realidad, por su porte, elegancia y seriedad, podría pasar por otro rey, se alejó, cabalgando en su fiel y pelirrojo corcel, Shanks, hacia la misión que se le había encomendado.
Nos saltaremos la narración del “épico” camino que nuestro protagonista cruzo, pues de épico no tuvo nada, el reino en el que vivía era sumamente tranquilo, después de todo, tenían al mejor y más fuerte ejercito de todos, entonces, en un reino tan tranquilo, ¿Qué mal requería al guerrero más fuerte entre los más fuertes?
Pregunta larga, respuesta corta: Un dragón.
Así es, hacía poco tiempo, un pobre campesino narizón, había llegado exhausto al palacio, gritando que un enorme y temible dragón verde escupe fuego, estaba destrozando su pueblo y secuestrado a su hermana. Los guardias lo trataron como un mentiroso y como su entrenamiento lo dictaba, estaban a punto de patearlo para echarlo, cuando su estúpido Rey, perdón, benevolente Rey, decidió escucharlo. Fin de la historia, esa era la razón, por la cual estaba viajando a ese pueblito perdido de Merry para acabar con un monstruo ficticio.
Basto con dos días de viaje a trote lento para llegar, y ver que efectivamente había bastantes destrozos, pero, los habitantes, en vez de estar con miedo y tristeza, se veían bastante contentos reconstruyendo todo, en especial un enorme carpintero de cabello azul, tanga y que gritaba: ¡SUPER!
Para conservar su sanidad mental, tan solo siguió el camino de destrozos, evitando hablar con cualquier persona, que, de todas formas, se alejaban de él, siendo conscientes de quien era, o por su simple e intimidante presencia.
Poco tiempo después, llegó a un pequeño bosquecillo que ocultaba una enorme granja olvidada, desmonto y con la sola compañía de su fiel espada, se adentró sin miedo a la propiedad.
Un peliverde dormido a pierna suelta y un coro de fuertes ronquidos, fue su bienvenida a un lugar donde no había nada interesante. Con un suspiro de enfado, envaino y se acercó hasta el chico, observándolo con sus penetrantes ojos. Había algo en él que le llamaba poderosamente la atención, a punto de que su mano tocara la morena mejilla, el ruido de unas pisadas lo hizo volverse rápidamente, poniéndose en guardia, justo para encontrarse con otro jovenzuelo, de mirada amable, quien le sonreía algo confundido.
-¿Puedo ayudarle en algo?
-¿Sabéis si realmente hay un dragón?
-En realidad, somos dos. –respondió con voz pastosa por el sueño, cierto moreno.
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Ehm…bueno, es la primera vez que me pasa O_O me falto texto, pero creo que lo mejor a sido dejar ahí el capitulo, le da algo de….suspenso…
Tambien que mis ojos se están cerrando solitos XD Aclaro que esto es solo para rellenar así que no se pierden de mucho si no lo leen ^^