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El helado de fresa por Akii Siixth

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Notas del fanfic:

Hoy es el día de San valentín, ¿verdad? XD

Notas del capitulo:

Esto se supone que era para conmemorar el 14 de febrero XDD

Bueno, las cosas no siempre salen como las planeas.

Para ti, Mila, con mucho amor gay :'3.

Gracias a todos por pasarse *-*/

—¿Y sabes qué es peor?, las fresas, son horribles. —Kyan no sabía cuánto tiempo llevaba escuchando a su pareja, todo porque a él se le había ocurrido comprarle un helado de fresa mientras lo esperaba.

                No es que él no supiera que a su amado novio no le gustaba ese sabor, pero para él significaba un punto muy importante en su relación y creyó erróneamente que Shou iba a recodarlo.

                Shou seguía protestando porque creía que su novio no tenía la suficiente cabeza para recordar que ese sabor de helado no era precisamente su favorito. Y aunque Kyan no estaba molesto por tales acusaciones, su paciencia estaba al borde de desaparecer y eso que él no era de los que pierden la cabeza con facilidad.

                Fue por esa misma razón que apeló a todo su autocontrol, y antes que algo malo pasase, se acercó a Shou para besarlo tiernamente (aunque lo que quería lograr era que se callara).

                —Cállate, por favor —pidió una vez separado de los labios de su pequeño berrinchudo.

                Por supuesto que a Shou la petición no le cayó en gracia y, aunque se calló, se levantó molesto, observando cualquier cosa y nada a la vez. Kyan conocía tan bien a ese chico que sabía que mientras él no le explicara o le pidiera disculpas, Shou no le volvería a hablar hasta que fuera realmente necesario.

                Suspirando se levantó siguiendo los pasos de Shou hasta alcanzarlo, como esperaba, Shou lo ignoraba adrede y con mal disimulo, aquello tan solo lo hizo sonreír, no importaba cuántos años pasasen, Shou no dejaba sus actitudes infantiles con él.

                —Lo siento, pensarás que soy un mal novio, pero solo quería hacerte recordar —pronunció Kyan besando suavemente la nariz de Shou, este se apartó para mostrar su cara de desconcierto.

                —¿Recordar? ¿Qué debería recordar? —Se preguntó a sí mismo. No sabía exactamente a lo que su novio se refería. Comenzó a recorrer el lugar con la mirada y se dio cuenta que aquel era el mismo parque donde años atrás había conocido al que era su novio—. ¡Ah! ¿Es por eso? ¿De cuando nos conocimos? —Tras un asentimiento de su pareja, Shou agregó—: lo siento, no lo relacioné sino no me habría quejado tanto. —Shou se acercó a besar a su novio, a su amado novio, con el más sincero cariño que podía profesar. ¿Cómo había olvidado tal cosa? Justo en ese parque, en la misma época… y el bendito helado de fresa.

                —Te perdono porque eres tontito —comentó divertido Kyan—, pero para la próxima, no te quejes tanto, por favor. —Ambos sonrieron contentos, y pensar que aquello que a ambos les disgustaba los había unido… un helado de fresa.

 

***

                Aquella era una calurosa, pero verdaderamente calurosa, mañana de verano. El pequeño Kyan yacía sentado en una banca del parque, a la sombra de un gran árbol. Esperaba a su madre que le había dicho que haría unas diligencias y para que él y su hermanita, de 4 años, no se aburrieran, los había llevado a ese lugar. Había pasado menos de una hora, pero Kyan sentía que había pasado ya una eternidad. A su hermana parecía no importarle el calor que hacía, ella estaba jugando con otros niños, pero él estaba allí sentado, sin moverse, viendo hacia todas partes. Aburrido y con mucho calor.

               A unos cuantos pasos estaba un señor vendiendo helados. Su madre le había dejado dinero diciéndole que lo usara solo en caso de una emergencia, ¿esa contaba como una, no?

               Se levantó mientras se aseguraba que su hermanita estuviera bien, parecía que el excesivo calor no le afectara. Cuando llegó al pequeño carrito del señor heladero, se quedó observando los sabores que ofrecían, pero al momento de hacer su pedido, con pena se le informó que no quedaban más sabores salvo el de fresa. Pagó su pedido de mala gana, no había forma, tenía mucho calor, por eso se había resignado —el sabor fresa no le gustaba—. Mientras iba al lugar de antes, notó que su pequeña hermanita no estaba donde él la había dejado.

               Casi de inmediato su corazón comenzó a latir acelerado, ¿qué iba a decirle a su madre si llegaba a perder a su hermanita? De seguro no le perdonaría la vida.

               —¡Mikka! —llamaba de vez en vez mientras recorría el parque —no era muy grande, pero habían muchos árboles por lo que su visón se veía entorpecida—; pronto escuchó el llanto de la niña, desesperado corrió hasta donde creía escuchar sus sollozos. La encontró tras un árbol con otro niño que parecía querer consolarla—. ¡Mikka! —Volvió a llamarla y esta vez la niña sí fue capaz de escucharlo, rápidamente la pequeña se abrazó de las piernas de su hermano.

               —Tenía miedo, porque no estabas —sollozaba la pequeña.

               —Sí, lo siento mucho. —A Kyan no le quedaba más que decirle a la pequeña, estaba más que aliviado de que se encontrara con bien—. Muchas gracias por cuidarla —comentó dirigiéndose al otro chico que estaba allí.

               —No hay de qué —comentó este sonriendo.

               —No, en serio, no sabría qué hacer si no la hubieras retenido aquí, te lo agradezco.

               Y para demostrar dicha gratitud, entregó su helado a medio derretir al otro chico.

               —Puedes comerlo, en agradecimiento... Soy Kyan, por cierto.

               —Shou —contestó el otro tomando el helado por cortesía. A leguas se notaba el asco en su cara redondita.

               Pasado el llanto de la pequeña Mikka volvió a jugar con los demás niños que estaban en el parque. El nuevo par de amigos la vigilaba constantemente, Kyan no volvería a quitar sus ojos de encima de esa niña. Claro que era un pequeño de diez años y sus promesas duraban poco, pues mientras decidían quién se comería el helado —ya ambos habiendo manifestado a viva voz su disgusto hacia él—, se había distraído más de la cuenta de nuevo, pero es que no había forma de ganarle a Shou.

               Porque después de unos minutos fue Kyan quien por fin lo tomó para comerlo, desde ese momento supo que jamás iba a poder responderle con un «no» a su lindo Shou.

Notas finales:

Ojalá les haya gustado esta gaydad salida de no sé qué parte de mi cabeza(?).

Algún día voy a actualizar mis fics, ustedes no desesperen(?) XD.

Nos leemos pronto.

Mila, te hamo :B ♥


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