Sus penetrantes orbes miraban esos depreciables orbes amatis, que no hacían otra que demostrarle todo el odio que le sentía. No toleraba todo lo que ha estado pasando entre los dos, aunque interiormente se sentía atraído por tan varonil belleza. ¿En qué carajo estaba pensando al decir esas cosas? Es un ser chupasangre que sólo se dispone a quitarle su sangre, cada vez que conseguía dejarlo rendido ante sus pies.
Puede sonar patético lo que estaba diciendo, pero para la cruda verdad.
El de cabellera castaña, no hacía más que observarle. Estaba siendo acorralado por el mismo que lo tenía apuntando por la Bloody Rose; por lo visto, se había cansado de ser su presa, y por ello decidió cambiar los papeles.
—Entonces… —prosiguió para hacerlo hablar—. ¿Piensas o no hacerme algo? —le interrogó, desafiándolo con su mirada.
El cazador lo fulminaba con la mirada, buscando poder expresarles con palabras el desprecio que le sentía. ¿Por qué tenía que volverse tan jodidamente provocativo cuando decía esas cosas? Ahora es que podía considerar que estaba perdiendo la cabeza.
¿Por qué?
¿Por qué razón tiene que tener estos despreciables deseos hacia él? ¿Por qué sentía la molesta necesidad de morder su cuello? Que no hacía más que llamarlo, al dejarlo ligeramente al descubierto, desprotegida y con extrañas necesidad de ser mordida, el Kiryuu ahora es que buscaba fuerzas para no poder el control.
Pero no podía, y la sencilla razón de ese por qué, es el orgullo –que pocas veces mostraba– que conllevaba, y en estos momentos no deseaba ser pisoteado por el depredador que tenía aprisionado en la pared.
— ¿Y bien? —volvió a insistir, mostrando la irritación que sentía al no obtener respuesta.
—Eres despreciable, Kuran —fue lo único que se atrevió a decirle.
Kaname burló descaradamente ante tan insulsas palabras.
— ¿Ah sí? —Esa voz desprendía una sensación de burla para el platinado—. Si tanto desprecio me tienes, ¿por qué razón no me matas? Me tienes a tu completa merced, y con notar el pulso de tu mano, dudas en hacerlo… Zero… —el escuchar su nombre salir suavemente de tan delicados labios, volvía nulo los pensamientos del mencionado.
No podía soportarlo, era inevitable seguir con todo esto, ya había disimulado demasiado las cosas, y con aguantar las pocas ganas que le quedaba, se acercó a su cuello para incrustar sus colmillos en tan perfecta piel. Ninguna emoción mostró. Solamente miraba la nada mientras que su ahora depredador se saciaba con su sangre; sonrió con arrogancia…, era divertido verlo de esa forma.
Jugar con sus pensamientos, y hacerlo ser cosas que pensaría antes de actuar. Ahora…, ahora se sentía débil, y con necesidad de tomar su sangre; a los minutos de haber ocurrido tal acto, ahora es que miraba con frialdad sus orbes vino tinto.
Se sentía molesto consigo mismo, por haber cometido tal locura y con soltar bruscamente, se había dispuesto a desaparecer de su campo visual. Claro que era observado por el mismo, por lo que había decido regresarse, sólo con intenciones de dejarle las cosas en claro.
— ¿Se te olvido algo? —preguntó con serenidad.
Kiryuu no habló, sólo actúo al dejar sus labios húmedos con su misma sangre, provocando el despertar del mismo demonio. Cuando visualizó esos orbes carmesís, ahora era él quien se burlaba de tan serena actitud.
—La próxima vez, será peor. Eso tenlo por seguro —sentenció para disponerse a ir del lugar.
Kaname no había hecho nada al respecto, con sólo quedarse mirando la firme espalda del cazador, pudo asimilar que su siguiente encuentro sería intenso.
Y era porque sería él, quien domaría a su presa.