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Expresiones Ocultas por aiko uchiha

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Notas del capitulo:

Aclaratoria: Todo escrito que sea subido aquí es de mi absoluta propiedad, pero que ha sido publicado en otro foro~

No podía seguir con el mismo peo, ya era inaudito que teniendo ya seis meses juntos, aún no se disponga a demostrar los sentimientos que espera de él. Bueno, tratándose del susodicho, ¿qué tanto le podía pedir a estas alturas? Era como decirle que fuera romántico y le bajará la luna, o que se pusiera un traje antiguo de Romeo y se pusiera a recitarle todas las cursilería que no ha dicho en mucho tiempo.

 

No obstante, sería ridículo para quien los vieran, siendo ya hombres mayores, no tienen por qué estar actuando como dos adolescentes, eso se lo decía más para sí que para él porque seguía actuando como si nada.

 

Y ahorita seguía siendo lo mismo porque después de entregársele en ese fogoso momento de pasión, el moreno se cuestionaba como ese grisáceo podía dormir con la máscara puesta. Que ése era el otro asunto. ¿Quién en su juicio utiliza una condenada máscara al tener relaciones íntimas? Joder que eso molestaba a veces, porque cuando intentaba besarlo era complicado ya que todo el maldito tiempo la cargaba puesta. ¿Por qué si se supone que ambos ya son pareja? Tendría que, al menos, existir una pequeña confianza entre ellos, pero ya con eso estaba comenzando a pensar lo contrario.

 

Y ahí estaba… recostado en la cama de su novio mientras que éste dormía con toda la placidez del mundo, después de “demostrarle” a su conyugo lo mucho que lo amaba. Pero… aquí lo que se justificaba era ese “amor” como tal y este hombre de cabelleras oscuras, lo que hacía era deslizar una de sus manos por dicha zona para después dirigir su mirada a la oscura noche que estaba siendo iluminada por la luna llena. ¿Seis meses, uh? Ha conseguido aguantar por mucho tiempo, y lo irónico del asunto es que no sabe cómo fue que llegaron hasta ese punto.

 

Ni siquiera recordaba el cómo fue que se había enamorado de él, o del cómo fue que se hicieron novios, lo que sí podía asegurar es que estar en los brazos de este hombre es la perdición. Gozar no poseía límites y los orgasmos que le provocaban no conllevaban una palabra concreta para ser expresada, quien lo escuchará pensaría que todo esto no es más que una atracción sexual, pero en realidad había otra cosa que no decía, una pequeña que, seguramente, sea la verdadera razón del por qué ambos se entienden, comprenden de manera mutua, y hacen que deseen buscar el amor del otro. Pero… si volvía a considerar las cosas, por segunda vez comenzaba a cuestionarse todo.

 

¿Por qué decidió estar con él si era una persona que no expresa abiertamente sus sentimientos?

 

Se removió un poco en la cama para así poder levantarse, y antes de siquiera quitarse la sábana de encima, veía como su mano –de forma inconsciente– atajaba la suya, estando temerosa, se la apretaba con suavidad como si con ello estuviera buscando la forma de avisarle el que no tenía porque irse a otra parte, que debía mantenerse a su lado, ya que era lo que desea. Bien, aunque sea de manera indirecta por lo menos conseguía hacerle saber algunas cosas, o era lo que pensaba en ese momento, lo que sí sabía es que por ahora no se movería, sólo se quedaría con él… en lo que quedaba de tiempo o en lo que éste se atreviera a cambiar de posición, lo primero llegue a suceder, claro que tampoco tenía por qué estar exhibiéndose al “invisible” público que tenía en su espacio personal por eso fue que arrastró parte de la sábana que consiguió atajar para al menos cubrir su hombría.

 

Miró su frente y luego la bajó a esa textura de color blanco, divagando que, tal vez… pero sólo tal vez… si fuera una buena pareja y le dijera, en el momento que menos se espera lo que siente cuando se encuentran en estas circunstancias, no estaría armándose este rollo existencia, pero… de nuevo se golpeaba con el hecho de que Kakashi jamás en su vida –o en lo que llevan junto– ah pronunciado al menos un “te quiero” o un “te amo”, quien sería el acto para usar al ya conocer el grado de confianza que existe en ellos. Era inaudito, que regresaba al mismo rollo cuando pensaba las cosas por tercera vez.

 

—En serio que sueles ser un idiota a veces, Kakashi —expresó muy por lo bajo, soltando el aire con el que había conseguido pronunciar esas palabras.
— ¿Ahora qué se supone que hice? —cuestionaba ronco el mencionado.

 

Abrió sus orbes como dos platos, irguiéndose con firmeza, miraba su frente con mucha vergüenza. Era sorpresivo saber que había alcanzado a escuchar lo que dijo, ojala y  porque no estaba para dar explicaciones,  menos cuando podía llegar a ahogarse en un vaso de agua; pero… ya parecía un hecho el que le tocaría hablar, puesto que el Hatake como bien se le fuera sencillo, se acomodaba en esa acolchada textura al instante en el que conseguía tapar sus piernas e parte íntima, para de esa forma poder llevar su cuerpo al sentido en donde se encontraba la espalda de Umino, quien todavía se estaba manteniendo en silencio, al no contestar la interrogativa que se le fue lanzada.

 

— ¿Y bien? Piensas hablar o la pregunta va a quedar en el aire… —lo incitaba con la misma voz de antes.
—D-Déjate de tonterías, seguramente lo soñaste…

 

Pero esa excusa tan barata no estaba funcionando con él, menos cuando el único orbes rubí que portaba este hombre, veía en conjunto con su ónix la espalda de su pareja, y con tener en mente una cierta escena que recordó de su libro favorito, la mano que tenía en libertad –en este caso la izquierda– se desviaba hasta el centro de su espalda, la cual recorría en forma lineal, al sentirse coordinado por cada uno de los huesos que conformaba su columna vertebral. Acto seguido, erizaba al susodicho que se removían de un lado otro, a causa de los escalofríos que estaban recorriendo toda la zona; ¿por qué carajo tenía que ser sensible en esa parte de su cuerpo? Era absurdo, más cuando sabía que lo utilizaba como una ventaja segura sobre sí mismo.

 

— ¿Quieres decirme por tu cuenta o voy yo mismo a buscarla? —le daba esas dos opciones al incorporarse con la ayuda de su mano derecha.
—N-No es necesario, a-además no tenemos m-mucho de h-haber terminado… —se excusaba mostrando irritación, aunque en sus mejillas siguiera prevaleciendo ese notorio sonrojo.
—Te recuerdo que eres tú quien no está haciendo las cosas por las buenas…

 

Y así como habló, pudo llegar hasta donde se encontraba su espalda, para notar que algo húmedo recorría su hombro, y cuando sus orbes negros estaban encontrándose con los de su pareja, lo que estaba viendo era algo imposible de creer. Su máscara, lo que protegía sus labios, sus mejillas y su nariz, se encontraba ahora en el costado de la mesa de noche que estaba en su lado de la cama, y lo que veía ahora, era la formación de unos delgados pero finos labios, los cuales besan con un poco de perversión el contorno de su hombro derecho, dejando eso de lado, había desviado la mano que mantenía libre hasta la parte baja de su vientre, en donde se adentraba entre esas telas con la intensión de tomar con ella lo que estaña protegía tan a la ligera; y con el pasar de unos cuantos segundos, estaba comenzando a realizar un suave vaivén.

 

—Iruka… —pronunciaba ronco su nombre, encaminándose hasta su oído para así tomar el aire que le hacía falta, ya que esto que diría, de seguro sería impactante para él—: te amo…
— ¿K-Kaka…? —antes de siquiera culminar su pregunta, sus labios estaban siendo sellados por los suyos, al sentir la forzada unión en ambos.

 

Parecía que había conseguido leer su mente, y si aprendió un jutsu que le permitiera hacer eso, entonces estaba teniendo un efecto asegurado con su persona ya que, por primera vez, estaba sintiendo mariposas en el estómago, cuando éste movía con suma lentitud dicha estructura carnosa; buscando con ello el conocer poco a poco el contorno de su boca, con torpeza apenas conseguía manejar sus labios, pero parecía imposible cuando aún seguía sin salir de su asombro; y es que de verdad no se esperaba algo como esto, es más hasta se comenzaba a cuestionar el momento en que este hombre se había quitado lo que ha protegido durante mucho tiempo. Peor se volvían las cosas, cuando la mano que utilizaba Kakashi para estimular su hombría subía y bajaba con más rapidez, pero ya con intensiones de joderlo hasta un nivel de querer aumentar la temperatura en su cuerpo.

 

Se erizaba con sólo sentir esos escalofríos recorrer toda su columna vertebral, y es que el apretar sus orbes no lo estaba ayudando en nada, puesto que una vez que éste se dignaba a soltar sus labios, la culpabilidad que mostraba al desviar su mirada a un lado alimentaba sus inmensos deseos de ver a los ojos, pero… ni porque estuviera loco vería su rostro; sí, puede que sea un gran descubrimiento lo que estaba siendo revelado, ya que muchos no sabían el gran secreto que ocultaba el ninja que copia, pero también existía otro motivo por la cual lo hacía, su seriedad estaba mostrando una sensualidad que, cualquier –y cuando se dice de esa forma, se habla de ambos sexos por igual– que se dispusiera a verlo frente a frente, caería en una mar hondo, pero bien hondo, porque si era su plan tenerlo en la palma de su mano, con sólo ver la combinación de ojos le bastaba.

 

El condenado se hacía desear cuando se lo proponía.

 

Y que lo estuviera introduciendo de nuevo al interior de su cama, era una clara señal de que pensaba dejarle unas cuantas cosas en claro, entre ellas, el que no tenía el por qué que andar pensando tantas estupideces ya que, para el tiempo que llevan juntos, el sensei de la Academia Ninja debía saber interpretar los tipos de tratados que tenía el jounin con su persona.

 

Pero…tal parece que no, así que Kakashi encantado se encargaría de repetírselo…

 

…por quinta vez en lo que llevan de mes…


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