Los dos solos, en una habitación casi desordenada, no sólo por cosas materiales, sino también en palabras y pensamientos. Un rubio sentado en la orilla de su cama mientras se tomaba de la cabeza, con sus ojos vidriosos y con lágrimas amenazando con salir. No podía creer lo que había escuchado.
- Lo siento... -Era lo único que podía decir el pelirrojo, quien estaba de pie frente a él y estando a punto de estallar en lágrimas también.
- ...
No podía emitir palabra alguna. Su novio, Kagami Taiga, le confesó haber tenido una noche de sexo con una vieja amiga cuando fue a aquel bar a tomar la noche anterior, donde, claramente, tomó de más y terminó completamente ebrio.
- No puede ser... -Murmuró el rubio y levantó su vista hacia el más alto. Tenía tantas ganas de golpearlo. No le bastaba con haberle arrojado algunas de sus cuantas cosas. Pero, no podía, al mismo tiempo deseaba tirarse sobre él y hacerle saber que sólo le pertenecía a él, Kise Ryouta.- Maldición... ¡Sabía que no debía aceptar que fueras a ése maldito bar!
- Kise... En verdad, lo siento... -El pelirrojo quebró, no aguantó ni un minuto más y dejó salir sus lágrimas, en verdad estaba tan... enojado consigo que hasta se hubiera golpeado él mismo. Ni siquiera sabía por qué ni cómo fue, sólo sabía que había terminado con su vieja amiga, en una cama y completamente desnudos.
El pelirrojo se arrodilló frente al rubio y lo abrazó con todas sus fuerzas. Estaba destrozado, le dolía el haberle hecho algo así a su novio y si éste decidía dejarlo, lo aceptaría, porque era lo que merecía.
- Kagami... -Susurró el rubio mientras correspondía el abrazo.- Ni siquiera sé qué decirte ahora mismo... Ni siquiera puedo estar enojado contigo del todo, ¿y sabes por qué? Porque te amo... Y me odio tanto por éso, no puedo evitarlo... -Luego de aquellas palabras, se abrazó aún más al cuerpo del más alto. "Soy un idiota" pensó.- Te amo, Kagami... Pero en éste momento, no puedo evitar odiarte...
El pelirrojo no tenía intenciones de soltar al rubio. El escuchar aquellas palabras tan fuertes, aún en un momento así, le hacía saber cuánto lo quería el más bajo, y así mismo se sentía él, también lo amaba demasiado, pero ahora mismo se sentía la peor basura.
- Kise, también te amo... Y realmente me odio ahora mismo. Lo siento, no me salen otras palabras... -Se separó para tomar su rostro y poder mirarlo fijamente a los ojos. Se mordió el labio inferior al ver aquel rostro todo lloroso, "todo por mi culpa" pensó. Cerró con fuerza sus ojos y suspiró profundo para disponerse a hablar.- Golpéame, Kise, descárgate todo lo que quieras...
El rubio no creía lo que le estaba pidiendo, pero no dudo en levantar su mano y mantenerla en el aire, estaba dispuesto a golpearlo con todas sus fuerzas en el rostro. Su mente decía que lo golpee, pero su corazón quería abrazarlo. No podría lastimarlo, incluso si el pelirrojo lo había lastimado a él, lo amaba demasiado, tanto ni siquiera el descargarse con él podía.
Se abrazó al pelirrojo una vez más y con continuos "Te amo" se quedó en sus brazos. Cualquier persona cuerda lo hubiera golpeado y hubiera terminado aquella relación, pero él no, no tenía el valor ni tampoco quería dejarlo ir, lo necesitaba a su lado.
En la habitación se formó un raro silencio y sólo los sollozos de ambos podían escucharse. Pareciera como que no había nada más que decirse. "Por fin confirmé que el amor vuelve más idiota a uno, aún si en medio hay situaciones como éstas" pensó el rubio.
- Te odio, Kagami... -Musitó. Se quedó el silencio y deshizo aquel abrazo para recostarse en su propia cama. Al notar la rara mirada el pelirrojo, le hizo una seña para que hiciera lo mismo, a lo que aquel chico no dudo en responder. Se recostó a su lado y, al instante, el rubio lo rodeó con su brazo, apegándose lo más que podía a su cuerpo. "Realmente, soy un gran idiota".- ¿Qué tal si descansamos?
El pelirrojo sólo asintió y una vez más, antes de cerrar sus ojos, se diculpó. Se sentía confuso por la situación, aquel chico estaba dispuesto a aceptar que su novio lo dejara, pero todo tuvo un efecto contrario... Y en parte lo alegraba. Al igual que el rubio, él también lo necesitaba.
"Así que, realmente el amor vuelve a un más idiota de lo normal" pensó el pelirrojo y, con éso en la cabeza, no tardó demasiado en caer en lo brazos de Morfeo. El rubio ya lo había hecho minutos atrás, abrazándose a aquel cuerpo, como si fuera a escapar a algún lado y el máslto, a pesar de la situación, pudo dormir con una lve sonris en su rostro.
"Te amo, Kise"