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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

¡Hey! perdonen la tardanza, lo lamento mucho en serio. Espero que no se sientan asesinos hacia mi persona (?) sé que me meresco todo su enojo ;_; en fin. 

Me enferme, entre en depresión no había inspiación el capítulo estaba pensado pero tenía que darle forma y yo no quería. Hubo muchooo esfuerzo de parte de mi hermanito para que yo me sentara a escribir. 

Como algunos sabras perdí el usb donde estaba escrito algo, luego de eso me deprimí y ya no quería escribir otra vez, luego me motivaron y aquí está el capítulo.

Gumball.

—   ¡Me voy yendo ya! —. Grité a mi hermana.

Esa mañana en específico me levante muy alegre. La verdad es que recibir un mensaje de alguien con quien llevas un tiempo sin hablar es verdaderamente gratificante, y más cuando creías que esa persona se había olvidado de ti.

Mi hermana se despidió de mí en el enrejado. Yo corrí para ganar tiempo y llegar en buen momento a la U, me esperaba una caminata buena. Mi hermana parecía querer decirme algo pero yo tenía prisa así que no espere a que me dijera ese algo.

Marshall.

“Joder, voy tarde” me repetía a mí mismo en lo que corría hacia la casa de Gumball. Después de la plática que había tenido el día anterior con mi hermana no me quedaban ganas para seguir peleado y la verdad también me había dado cuenta de que mi comportamiento había sido estúpido y sin fundamentos.

Linda era cosa del pasado, y le gustara a quien le gustara ahora yo era el novio, y podrían apedrearme luego y estaría bien, porque era mi culpa esa pelea. Si él volvía a mencionar a Linda no me importaría y trataría con todas mis fuerzas ignorar el hecho de que la había mencionado. Ahora lo único que había en mi mente era llegar a su casa, disculparme (arrodillarme si era necesario) y decirle que no volvería a pasar.

Porque no volvería a pasar, eso era seguro. Un día enojado con él era un día sin dormir, y dormir es importante (para mí), para el crecimiento sano. Además un día sin morbosearlo también me hacía mal.

Al llegar a la casa de Gumball lo primero que hice fue revisarme, recuperar la respiración por la carrera dada y repasar mentalmente las palabras que le diría para disculparme. Aceptaría cualquier cosa que él dijera, si me golpeaba no me quejaría y si no lo hacía me quejaría. Porque eso merecía, un golpe que me hiciera entrar en razón.

(En todo caso si Gumball no lo hacía ya iría yo a con Flame a que él me golpeara.)

Toque el timbre y espere.

Gumball.

Tengo la sensación de que algo se me olvido, pero ¿Qué?

Marshall.

—   ¿Él ya se fue?

 

—   Sí… hace ya un rato se ha ido —. Su hermana me veía con preocupación y culpa. Como si ella fuera la que se había olvidado de mí.

 

—   Hmm. Bueno… gracias… me iré yendo ya mejor.

 

Bubblegum me despidió en la reja, me sonreía y movía las manos. Me pregunté si hacía lo mismo con Gumball, me imagine que sí. Bubblegum era una hermana cariñosa y afectiva, no le molestaba mostrar el aprecio que tenía hacia su hermano y menos mimarlo enfrente de personas.

Gumball y Bubblegum eran tan diferentes de Marceline y de mí, a Marceline se le quemarían las manos antes de abrazarme enfrente de tantas personas, mi hermana no era exactamente una persona afectiva y por ende yo era de la misma manera, desde que yo recuerdo siempre me dio igual si ella me abrazaba o no.

Marceline era mi hermana y para mí eso bastaba, no todos los hermanos son como Bubblegum y Gumball. No todos son así de afectivos, pero está bien. Marce es una buena hermana.

***

Tengo que disculparme, tengo que disculparme, tengo que disculparme.

Gumball había salido de su casa sin esperarme, su hermana me había dicho que simplemente se había ido, que la mañana había sido como cualquier otra.

¿Gumball me estaba evitando? ¿Estaba muy enojado conmigo por haberle dejado ayer? No lo culparía si lo estaba. Pero esto no podía seguir.

***

Al llegar al salón busque a Gumball en su pupitre pero no estaba. De hecho no había nadie de nuestra fila (a excepción de mí) se encontraban los bultos de los demás compañeros pero ellos no estaban; el patio. Quizá estaban ahí, sea como fuera ya volverían, avente mi mochila a mi pupitre y me senté, acomode mis brazos en la mesita y proseguí a dejar caer mi cabeza. Dormiría un rato.

Gumball.

¡Marshall!

Después de divagar un rato en mis pensamientos me acordé de eso que se me había olvidado en la mañana, más bien “ese” y por ese me refería a “ese individuo” Marshall de seguro y se enojaría conmigo, más de lo que ya estaba.

***

Al llegar al salón lo primero que noté fue la ausencia de mis compañeros, no era que ellos no estuvieran (sus bultos estaban ahí) pero usualmente cuando yo llegaba se escuchaba su barullo y se podía ver a las veinticinco personas que conformaban nuestro grupo tirarse papel o hacerse bromas del mal gusto.

En lugar de encontrar la multitud de personas usuales, lo que encontré fue una melena negra inclinada sobre el último pupitre de la esquina izquierda.

Marshall parecía dormir plácidamente y sin preocupación alguna. ¿Acaso no dormía bien en su casa? En lo que llevaba de conocerle (que no era mucho en realidad)  sólo le veía llegar para después proseguir a lanzarse a  su pupitre a dormir.

Me limite a pasar a sentarme en mi pupitre, no le molestaría con mis berrinches, ya tendríamos tiempo de hablar, y cuando eso pasara. Me disculparía.

Cerré los ojos, sin ninguna finalidad en específico. Sólo cerrarlos para mantenerme “fuera” del aburrimiento que representaba el salón sin el barullo de mis compañeros. Mi “fuera” no duro mucho pues pude escuchar cómo corrían la puerta del salón (imagine que sería alguno de los mencionados), pero no fue así.

—   ¡Marshall! —. Oí gritar. — ¡Marshall sé que eres tú, deja de hacer el vago y ven a saludarme!

Contra todo pronóstico de mi persona abrí los ojos para ver si Marshall se levantaba. Y lo hizo.

—   ¡Maldición Lily, hay algo llamado tacto!

 

—   No seas vago y ven, tengo que hablar contigo.

Se gritaban cada uno desde un extremo del salón, Marshall pareció no reparar en mí pues yo me había hecho un ovillo en mi pupitre.

Marshall se paro, llevaba el fastidio pintado en el rostro y una mueca de disgusto.

Al llegar él con Lily empezaron a hablar de algo que yo no escuchaba desde mi sitio. Tampoco hice el intento de escuchar, Marshall parecía algo fastidiado, luego ella dijo algo que a él le saco una risa y después empezaron a hablar más animados, luego de eso ella dijo algo que hizo que el rostro de Marshall se tornara serio por unos segundos, y ella lo vio.

La chica le hizo ademán a Marshall para que se inclinara hacia ella y este lo hizo.

Lily era bajita, de cabello negro y de tez clara. Llevaba un suéter que obviamente no era su talla pues le quedaba grande y prácticamente la envolvía por completo.

Y pasó, fue algo rápido sin preámbulos, no parecía planeado sino más bien llevado a cabo con toda la ventaja que se podía tener. Lily se había puesto de puntitas sobre sus pies y había besado a Marshall, fueron sólo segundos. Marshall había retrocedido tan pronto había sentido los labios de la chica, una mano cubría su boca.

—   ¡Nos vemos luego Marshy! —. Canturreo la chica para después dar vuelta sobre sus pies e irse.

Marshall.

Entre en un estado de sobresalto inmediato; no era la primera vez que Lily me besaba así, pero sí era la primera vez que me importaba que me vieran.

                                                                  

Lily es amiga de mi hermana desde hace ya mucho tiempo, se conocieron en primaria y estudiaron secundaria y preparatoria juntas al entrar a la universidad tuvieron que separarse porque ambas querían carreras distintas. Mientras que mi hermana opto por una ingeniera acústica Lily opto por ser arquitecta.

Lily siempre supo de mí pero por razones de ausencia ella no me conoció sino hasta que yo estuve en secundaria, mi hermana la había llevado a casa un día y resulto que yo estaba ahí; hicimos plática rápido y nos volvimos amigos. 

Lily me conoció en el peor momento. Cuando yo termine con Ashley.

Cuando terminé con Ashley y pase por la etapa de tener sexo con cualquier puta que se me pusiera enfrente, Lily, lamentablemente, llego a casa un día en el que se iba una; me pregunto si era mi novia le dije que no y ella me pregunto su acaso yo podía tener sexo con cualquiera, le conteste que sí.

Las cosas se tornaron raras un día en el que ella vino a mi casa y le dije que mi hermana no estaba, Lily no se fue. Ella se quedó a esperarla y yo me la pase la mayor parte del tiempo en mi cuarto. Hubo un momento en el que ella subió.

No hacía falta ser un genio para saber lo que ella quería.

Pero muy al contrario de lo que ella esperaba le dije que yo no me acostaba con las amigas de mi hermana.

Lily se fue. Pero siguió siendo amiga de mi hermana y hubo un día en especial que recuerdo bien; debido a que fue la primera vez que me robo un beso.

Yo ya estaba mejor, Flame había vuelto al enterarse de que el líder (o sea yo) se había vuelto el puto de toda La Nocheosfera, me dio una paliza y después hablo conmigo sobre lo que “estaba bien y lo que estaba mal” y obviamente lo que yo hacía estaba mal.

Lily se disculpó conmigo por intentar “aprovecharse” de la situación y me conto que llevaba tiempo gustando de mí desde que me conoció cuando yo iba en secundaria pero que como yo era muy chico para ese entonces no me lo dijo y que cuando me volvió a ver (yo iba en preparatoria ya) yo tenía novia y ella no se animó a contarme nada y resulto que el día en el que vino a ver a mi hermana yo estaba solo y pasaba por la época de puto. Me dijo que quería intentar algo serio conmigo, pero yo le dije que no estaba interesado en una relación en ese momento. Ella lo entendió.

O almeno eso pareció, después de eso cada que me veía aprovechaba la ocasión y me plantaba sus labios en la boca.

No era una sensación que me disgustara y no me incomodaba debido a que no tenía pareja en ese entonces.

                                                                 

Pero ahora…

Ahora sí tengo pareja y resulta que estoy perdido por esa persona.

 

Escuche un movimiento de sillas y volteé justo para ver a esa persona salir corriendo.

 

Mierda, puta y miserable mierda.

 

No me deje entrar en Shock, me levante a trastapié y corrí detrás de él, Gumball me llevaba ventaja. Podía ver sus omóplatos contraerse en cada movimiento de brazos que hacía.

“Soy bueno para huir”; me dijo cuando nos conocimos y vaya que tenía razón.

Yo me consideraba buen atleta, pero él, santo cielo él me llevaba ventaja de dos salones y medio y eso que había salido corriendo tras él tan pronto noté como salía del salón.

—   ¡Gumball espera! —. Grité, fue un grito ahogado que no logro llegarle pues él siguió corriendo, o quizá me ignoro.

Gumball

Escuché a Marshall gritarme pero estaba loco si creía que yo iba a detenerme. ¡Rayos! Es que yo lo intuía o lo sabía.

Yo era un juego o una apuesta. Cuales quiera que fuera, había caído.

***

Me senté en el frío suelo de losa de algún aula o área, no importaba. Me encontraba con las rodillas flexionadas y mi rostro sobre estas, mis brazos rodeando mi cabeza.

Podía escuchar los pasos de los estudiantes pasar alrededor mío, uno que otro hablaba de exámenes y de profesores cuyos nombres no había escuchado. Nadie reparaba en mí y eso me alegraba.

—   ¡Hey! —. O al menos eso creí. Escuche pasos acelerados en dirección hacia mí, lo ignoré. Quizá no me buscaban a mí. — La persona que está en el piso sentada —. Bueno, pasar desapercibido no es lo mío por lo que veo.

Alcé mi cabeza para ver quién me hablaba. La persona (o mejor dicho el inoportuno) era un joven de cabello castaño oscuro, corto, peinado revoltosamente hacia el lado izquierdo y tez morena… y definitivamente venía hacia mí.

—   ¿Sí? —. Pregunté, bajito no muy alto pero sí audible no quería pasar vergüenza si acaso no era yo a quien hablaba.

 

—   Oh, al fin me haces caso —. Dijo el muchacho y una sonrisa se formó en su rostro, tenía acento. Un acento que no supe identificar.

 

 

—   Si, perdón. No te he escuchado.

 

—   Lo he notado —. Cafés, sus ojos eran cafés oscuros, pero no de ese oscuro que parece negro eran cafés pero con una nitidez clara que hacía que no te pudieras equivocar de color.

 

—   Bueno, -empecé a hablar- de todos modos no creo que sea de tu incumbencia mi estado… —. Musité cuando el chico se sentó a mi lado.

 

—   Jajajajajaja, sí, puede que sea de esa forma —. Mi inoportuna compañía dejo de hablar… por un momento. —Pero mi radar de “Persona triste al alcance” se activó y empecé a buscar a dicha persona hasta que te hallé.

 

 

—   Yo no- yo no estoy triste.

 

—   ¡Ah, no intentes engañarme! —. Exclamo él entre risa y mirada de reprimenda. — Mi radar nunca me miente.

 

—   Pareces estar muy orgulloso de él.

 

—   Y de hecho lo estoy.

 

—   Bueno pues lamento decepcionarte pero esta vez te ha fallado.

 

—   No, no lo creo. Dime ¿Problemas con el novio acaso? —. Preguntó, y me helé; él lo había preguntado con naturalidad, como si eso fuera lo que se pregunta cada que vez a alguien triste, quizá lo pregunto como un tanteo del terreno, esperando una negación o una afirmativa y, en caso de ser una negativa, esperaba una corrección. Pero no había nada que corregir. Había acertado.

 

No había razón para que yo le respondiera, de hecho nada ni nadie me obligaba a hacerlo pero asentí. Asentí porque necesitaba hablar de esto con alguien.

—   Oh, ya veo… —. Dijo el chico. — Tu novio debe ser un tonto. Mira que pelear con alguien tan bonita como tú. —. Movió sus manos en un gesto que no comprendí hasta que me di cuenta que en realidad saludaba a una joven que pasaba. — En fin, pelearse con el novio no debería ponerte triste, opaca la belleza femenina.

 

—   Ajá, ya sé eso. Pero no entiendo por qué me lo dices.

 

 

—   Porque estás triste.

 

—   Sí, lo sé… a lo que voy es a lo de la belleza fémina.

 

 

—   Bueno a las mujeres siempre les importa su apariencia.

 

—   Sigo sin entenderte —. Contesté a fin. No es que no lo imaginara, de  hecho me hacía una idea de lo que pasaba por la mente del chico, seguro había acudido en mi “ayuda” por el hecho de pensar que yo era mujer y  que luego obtendría una cita por su buena obra, o algo por el estilo.

 

Lamentablemente para él yo era hombre, y con novio. Y por muy mujer que me viera sólo tenía interés en un hombre. ¿Eso me haría gay?

 

—   A lo que voy es que las muchachas bonitas no deberían estar triste y menos por culpa de los maschi —. Él simplemente no caía en la cuenta de que yo fuera hombre y aunque con anterioridad me hubiera dado mucha gracia este hecho ahora no. No estaba de humor.

 

—   Agradezco el intento de consuelo —. Interrumpí. — Pero resulta que esta ragazza es en realidad un maschi.

 

Y me levante. El chico me dijo que le esperara pero estaba muy tonto si creía que lo haría. ¡Rayos! ¿Qué les pasa a los hombres hoy?... mierda, no, espera. Yo soy hombre también… ¡Bah, qué importa! Yo no soy un hombre idiota.

Marshall

No lo encuentro, no lo encuentro, no lo encuentro, no lo encuentro. ¡No lo encuentro!

Gumball ¿Dónde estás?

Volveré al salón, quizá ha vuelto.

Gumball

 

—   ¡Podrías dejar de seguirme! —. Grité, el chico cuyo nombre había descubierto era “Gio” no dejaba de perseguirme desde que me levante del piso.

 

—   ¡No hasta que vea que llegas a tu salón! —. Me grito él.

Había tratado de perderlo desde el momento en el que me percaté de que me perseguía, había corrido, ido al baño, me había tirado al piso e incluso me había ocultado en un grupo de chicas; al principio funciono, luego una chica le hablo (ahí descubrí su nombre) para preguntarle algo, y me pillo.

Empecé a correr.

—   ¡Deja de perseguirme subnormal!

 

—   ¡No soy ningún subnormal!

 

 

—   ¡Claro que sí! ¡¿Qué clase de persona acosa a otra en pasillos escolares?!

 

—   ¡Uno que es filántropo!

 

Corrí todo lo que mis piernas podían incluso empecé a dar zancadas más grandes de lo normal, pero simplemente no le perdía. Me terminé desplomando en la esquina de un pasillo contiguo a unas escaleras que ascendían. Gio me encontró ahí, yo estaba acostado en el piso con la mejilla sobre la fría baldosa que se sentía tan bien.

—   Hey —. Me saludo, yo di un gruñido de insatisfacción y el rió. — ¿Sabes? Me ha costado seguirte. Corres rápido.

 

—   Claro que iba a correr rápido pedazo de anormal. Estaba, estoy -me corregí- siendo acosado ¿Cómo no hacerlo?

 

—   No te estoy acosando.

 

—   Llevas detrás de mí desde el ala este.

 

—   Sólo quería ver tu salón, por lo que veo no piensas llevarme a él.

 

—   No lo halló, eso es lo que pasa.

 

—   ¿Eres de primer año, no? Dime cuál es tu ingeniería y te llevare.

 

—   No, yo no… ¡espera! ¿Qué?

 

—   Que yo te llevare, por si no lo has notado, soy de último año.

 

—   No, eso no… ¿Eres de último año? Vaya, no lo pareces —. Moví rápida y en negativa mi cabeza, rayos. Gumball concéntrate. — Me refiero a lo de ingenierías…

 

—   ¡Ah, eso!, sí. Dime en qué sección estás, te llevaré.

 

—   ¿Esta- esta es el área matemático-lógico? —. Gio asintió. Yo ya me intuía algo. Es decir después de correr en círculos e ir hacia donde se suponía estaba mi aula, sería tonto no empezar a sospechar.

 

Gio se había acuclillado a mi lado desde que me encontró tirado en el piso, supuse se le cansaron las piernas en esa posición porque se irguió y luego se encorvo mientras masajeaba los músculos gemelos de ambas piernas.

—   Me encantaría llevarte a tu salón, pero sino me dices que saló es no puedo llevarte allí.

 

—   No… en realidad, mi salón no está aquí.

 

 

—   Jajajajajaja vale, eso sonó loco. Qué ¿Acaso eres de un salón fantasma? —. Dijo burlón.

Me dieron ganas de decirle que sí, pero contuve las ganas.

—   No soy de esta área, genio.

Gio, que había estado sonriendo desde que me interrumpió en mi depresión, se calló, su semblante pasó de alegre a algo que parecía triste. En fin, no es de mi incumbencia.

—   ¿Ah, no? —. Preguntó, un tono triste sonó en esa pregunta. Decidí ignorarlo. — Entonces no eres de estos lares… bueno y ¿Qué área eres?

—   Soy de visuales. Estudio Bellas Artes.

Los hombros de Gio cayeron pesarosamente, como un niño cuando se entera de que no le darán lo que quiere.

—   Qué pena.

 

—   De hecho no, me agrada mucho lo que estudio y es hermoso. Así que no siento pena ni lamentación alguna.

 

—   No, no por eso sino por-

 

—   ¡Ah! -le interrumpí- prometiste llevarme a mi aula.

 

Lo cierto es que lo que menos quería es que una persona tan… persistente… me llevara a mi área. Pero no sabía a quién más pedirle ayuda, ya había intentado volver a mi salón cuando él me acoso por los pasillo pero no había dado con este y me había visto perdido entre una marea de estudiantes y aulas desconocidas para mí, además ya me había perdido dos días de clase la semana pasada y no podía darme el lujo de perder un día más. Así que contra mi orgullo, tenía que pedir ayuda.

—   Oh, sí. Es cierto. —. Y su rostro se tornó alegre otra vez. — ¡Vamos bella persona hay que ir a tu área! ¡A Bellas Artes! —. Gritó este y como quien jala a alguien por una turbulenta de personas, me jalo a  mí. Aunque el pasillo estaba parcialmente vacío.

 

—   No me jales, yo puedo solo.

 

—   No lo dudo, pero mi área se torna peligrosa cuando algún profesor sale de clase.

 

—   ¿Ah, sí? ¿Por qué?

 

—   Bueno digamos que los alumnos salimos en tropel al terminar una clase y si hay practica en el salón de experimentos a la siguiente tenemos que correr para ganar un buen lugar y poder ver bien al orientador. Además de que si ganas un lugar al frente tienes más posibilidades de que tu duda sea resuelta.

 

Y casi como si el universo conspirara a su favor, sonó una campanilla. Varios alumnos salieron del aula que estaba enfrente de nosotros, no sé si no nos vieron o si no quisieron hacerlo pero lo cierto es que casi muero asesinado y arrastrado por los que salieron de ese salón.

Gio reaccionó rápido y me tomó de la muñeca un poco más fuerte de lo que ya estaba haciendo y me atrajo más hacia él; terminamos cerca de una pared con ventanales.

—   Es como una estampida. — Pronuncie entre asustado y sorprendido.

—   Jajaja y eso que no es el profesor Petrino-sé-qué. Uff allí estoy casi y cien por ciento seguro de que los alumnos se vuelven estrellas de atletismo. Bueno sigamos.

Emprendimos la marcha una vez todo estuvo en calma otra vez.

Qué bueno que no me decidí a estudiar arquitectura, no me gusta mucho el estrés.

      Marshall

—   Pareces ansioso.

 

—   Se le llama preocupación Betty.

 

 

—   Es igual.

 

—   No. No lo es.

 

 

—   Para mí sí.

 

—   Pero no para mí.

 

 

—   ¿Es por Gumball, no?

Betty era la típica muchacha que le agradaba a todos en el salón, no importaba qué hiciera las personas tendían a perdonarla. Era aplicada, carismática y tranquila, no era fea y siempre ayudaba. Toda una combinación de buenas cualidades.

Lamentablemente para ella, yo solía ir siempre en contra de lo que a los demás les parecía bien o normal. Y si a los demás ella les agradaba a mí no; ella me parecía forzada y falsa.

—   ¿Qué tiene Gumball? —. Mi tono era de disgusto y de ‘aléjate de mí’.

 

—   No lo sé yo, dime tú.

 

 

—    Podrías no-

 

—   Pareces disgustado —. Interrumpió ella. Oh, claro. ¡Le encanta la atención! — Lo noté ¿Sabes? En la fiesta. Mientras bebías y reías parecías casi triste. Creí que llorarías y justo cuando pensé que lo ibas a hacer viste a Gumball y en lugar de ponerte a llorar como debiste. Reíste. También notó cómo lo ves.

 

—   Bueno, señorita genio. Según tú ¿Cómo lo veo?

 

—   Como si de alguien frágil se tratara, lo quieres sólo para ti y te incomoda mucho que otras personas lo toquen como a ti te gustaría hacerlo. — Hubo silencio por un corto espacio de tiempo, un tiempo que ella manipulo, su sonrisa alegre y afable se tornó en una delgada línea. — Debo decir que por eso me le pego tanto. Es divertido verte tratando de controlar los impulsos. Gumball él- él es buena persona. No ve segundas intenciones en los que le rodean. No ve malicia donde la hay y no ve malas personas. No sé a qué se deba pero de seguro algún trauma tendrá. Y tú eres todo lo contrario a él.

 

—   Eso es verdad. Pero siempre se ha dicho que los contrarios se atraen. — Betty frunció el ceño ante mi interrupción a ella no le agradaba ser interrumpida en sus pláticas. O monólogos en este caso, podía simpatizar.

 

—   A lo que voy -dijo exasperada- es que no todos quieren algo con tu novio. A mí me gusta Gumball, pero no es el gustar que tú sientes hacia él. Yo soy lesbiana. Y la mayor atracción que podría sentir hacia su persona es la de hermanos, así que deja de estarte creando enemigos en donde no los hay.

 

Dicho esto dio un manotazo en la mesa de mi pupitre y se fue.

¿Por qué me dría eso? ¿Y desde cuándo ella sabe de mi noviazgo con él?

Bah, no le haría caso.

Me volví a levantar de mi silla, desde que había vuelto al salón tras fallar en mi hallazgo de Gumball me encontraba haciendo esto; me levantaba, me acercaba  a la puerta, me estaba ahí unos cinco minutos si él no aparecía me volvía a mi silla y cuando me volvía la incomodidad me volvía a levantar y me volvía a plantar en la puerta.

Esta vez hubo algo diferente, esta vez sí le vi.

Venia acompañada de un joven, era alto debido a que desde donde yo estaba le notaba. Parecía que hablaban… o peleaban.

Gumball hacia movimientos raros con los brazos, el joven le pisaba los talones y él en respuesta aceleraba el paso. Mi primera intención fue acercarme, pero lo más probable es que estuviera enojado conmigo aún, así que me contuve en la puerta y me escondí detrás de esta.

Gumball

—   Bueno ya has visto mi salón, ahora te puedes ir —. Empuje a Gio una vez hubimos llegado a mi salón, Gio no se dejó empujar.

—   Déjame ver el interior.

 

—   ¿Qué? ¡No! No hay nada de especial en mi salón. De hecho me atrevo a decir que es el mismo diseño. Ahora muévete a tu área.

 

—   No, yo quiero ver el interior —. Gio me hizo a un lado con una facilidad sorprendente, no le costó y sólo uso un brazo. Me sentí como muñeca de trapo. — ¿Sabes? Es diferente. Tu salón se ve más alegre que el mío. Esto me deprime. ¿Será porque son de artes?

 

—   No creo que eso tenga que ver con la especialidad. Ahora ya lo viste, ya lo gozaste ya te deprimiste. Te puedes ir.

 

Estaba siendo grosero, lo sabía. No me importaba. Mis compañeros me veían desde sus asientos pero no hacían por acercársenos.

—   Mejor…

 

—   ¿Ah? Disculpa, no te he escuchado. ¿Qué dijiste?

 

—   Que debería venir a visitarte para conocernos mejor.

 

—   Si… no lo creo —. Me incline hacia un lado, viendo el pupitre de Marshall, no estaba.

 

—   ¿A quién buscas?

 

—   A nadie —. Rápidamente me erguí y le vi directamente, las manos detrás de la espalda. — ¿Ya te ibas, no?

 

—   Si me sigues corriendo no me querré ir, es psicología básica Gumball.

 

—   Eres un… espera -le recrimine- ¿Cómo sabes mi nombre? Yo no te lo dije.

 

—   Si lo hiciste.

 

—   No, no es cierto.

 

—   Te lo pregunté en lo que estaba distraído. Tienes un nombre raro, quizá no debería decirlo yo porque más seguro ya te lo han dicho pero bueno. No se pierde nada.

 

—   Pues tú eres un acosador, y espero no ser la primera persona que te lo dice.

 

—   Te dije que soy un filántropo amante de la belleza. Ver gente hermosa triste despierta mi filantropía.

 

—   Já, gente hermosa —. Posiblemente si las palabras fueran un elemento, las mías serían ácido en este momento.

 

—   Tú eres hermoso ¿No me digas que nadie te lo había dicho antes? ¡Qué horror! —. Gio llevo sus manos a sus mejillas, la imagen que me dio me recordó al cuadro de Munch “Skrik” y me reí. — ¡Oye no te rías, esto es serio! Debes de tener un complejo, mira hay gente envidiosa que no admite la belleza de los demás pero no te preocupes yo tiendo a decirle a esas personas lo hermosas que son y tú Gumball lo eres, así que deja ese complejo que tienes.

 

—   Vale, vale Gio. No tengo complejo alguno y lo cierto es que hay cierta persona que siempre me dice lo bello que soy así que guárdate tu palabrería y ve a tu área. Estás perdiendo clases.

 

—   Vale, me iré pero con una condición.

 

—   Me importa un ánfora tu condición. Si quieres te vas sino me da igual, son tus materias.

 

—   Jajajajaja, tienes razón. Me iré sólo porque quiero, nada tiene que ver con tus palabras.

 

—   Ajá, vale, como quieras.

 

Pero Gio siguió parado ahí. Entendí y me acerque a la puerta. Gio empezó a hablar con la voz más bajita que pudo.

—   Buscabas a tu novio ¿No? Alguien de aquí sabe que son pareja.

 

—   No exactamente. A mí no me molestaría decir que tengo novio pero no sé él. Lo cierto es que esto no lo hemos hablado todavía.

 

—   Oh, ya veo. ¿sabes? Pensé que era broma cuando mencionaste que tenías novio. Es decir en los momentos que pensé que eras mujer me lamenté. Pero luego dijiste que eras hombre y me sentí peor. — Hice un gesto de completa incomprensión. Gio rió y pasó a explicarse. — Es decir, no me molesta si eres hombre o mujer. Soy bisexual. Me lamente porque si eras mujer posiblemente perdonarías a tu novio y las cosas volverían a estar bien, y me sentí peor al saber que eras hombre porque ya tenías parejas y generalmente las relaciones homosexuales suelen durar más que las heterosexuales.

 

—   Él y yo no llevamos mucho tiempo saliendo y de hecho esta relación es la primera relación homosexual para ambos. Pero simplemente sucedió que hubo atracción mutua y poco importo el género.

 

—   ¡Arg! Mierda, qué pérdida. Se nota que le quieres. Bien me tengo que ir — Gio dio una exhalación — Cuando te sientas triste sabes dónde buscarme. Me iré a lamentar esta pérdida.

 

Le vi alejarse, decaído y echando maldiciones. Me hubiera gustado sentirme triste o algo por él, lo cierto es que no hubo nada que sentir.

Cuando di la vuelta para dirigirme a mi asiento me di de narices con alguien (el pecho de alguien, para ser específicos). La persona en cuestión me tomó por los codos antes de caerme y me apego a él en un abrazo aprisionador.

—   Marshall, me aprietas mucho.

 

—   Sí, lo sé. Perdón. Sólo un momento ¿De acuerdo?

 

—   Vale.

 

Es raro, sentí todo mi enojo irse. Y ahí oliendo el olor de Marshall que es una combinación de tierra húmeda y manzanas sentí que estábamos bien. El enojo, la ira y la irritación de un día se esfumo.

—   Tenemos que hablar, hay que aclarar ciertas cosas —. Dije, él asintió. — Si tienes algo que creas que debes mencionarme lo harás. Y yo también lo haré ¿De acuerdo?

 

—   De acuerdo —. El aliento que llevaba las palabras de Marshall dio en mi cuello, era tibio y suave. Se sintió bien.

Notas finales:

Okas pues. No he leído ningún solo Review. Lo cual quiere decir que debo leer y contestar. Ya saben críticas constructivas y todo lo demás que quieran decir es bien aceptado ¡Excepto! los insultos, esos me bajan la moral :'v


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