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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

Sé que me he tardado en actualizar, pero como recompensa, el capítulo es más largo, y con ciertas sorpresas.

Marshall

—   En serio… tú simplemente fuiste y lo hiciste…

 

—   Lo siento…

 

En este momento estoy siendo regañado.

La razón… bueno… digamos que está bien besar a Gumball sin importar el lugar pero no puedo hacerlo a menos que él sepa que lo voy a hacer. En pocas palabras tomarlo por sorpresa está prohibido.

 

—   Bueno mientras lo sientas entonces está bien, pero no vuelvas a hacerlo sin decírmelo, o al menos que sepas con certeza que yo lo veo venir. Así puedo controlar un poco más la pena.

Íbamos en el tranvía en ese momento, a estas horas se acostumbraba a ir vació pues las horas pico eran en las mañanas cuando la mayoría de las personas iba al trabajo y a la escuela, y en las noches cuando los trabajadores volvías.

Nuestra Universidad tenía horarios específicos para que los alumnos que volvieran en tranvía no lo hicieran con muchas personas, era una política de la escuela (al parecer una alumna había sido manoseada de regreso a su casa y por lo tanto se tomó esa decisión, si supieran que en las mañanas también sucede eso… mi pobre Gumball todavía titubea cuando subimos al vagón.), así que a esta hora Gumball y yo éramos casi los únicos en ese vagón, casi, delante de nosotros iban una pareja de estudiantes de secundaria que eran muy mimosos.

—   ¿Por qué nos sentamos en este lugar? — Oí susurrar a Gumball.

 

—   ¿Qué tiene de malo? — Pregunté, más para hacerle la maldad que por verdadera ignorancia.

 

—   Sabes por qué.

 

—   Vamos, ver a gente dándose mimos no te hará mal, tú y yo lo hacemos muy a menudo.

 

—   Bueno si pero… no enfrente de personas.

 

—   Son jóvenes, la calentura les puede más. — Gumball movió negativamente las manos, dando a entender que ellos y nosotros no era lo mismo.

 

—   Bueno, no es lo único por lo que estoy enojado. — Tenía inflada las mejillas y hablaba pero no se le entendía mucho.

 

—   ¿Ah, no? ¿Qué más te enoja entonces?

 

—   ¡Mi helado obviamente! Me prometiste que si lograba saltar esa barra tonta entonces me comprarías dos helados grandes de menta con chispas de chocolate.

 

—   Mañana te los compro, te lo prometo.

 

—   ¡Pues espero! Porque si no (¡!)

Gumball se detuvo antes de seguir dándome sus quejas, lo que ocurrió fue que los de secundaria frente a nosotros empezaron a besarse, se veía como el pequeñajo le metía mano a la niñata y esta le pasaba la pierna arriba del tipo.

Ya no hay moral.

—   ¿Qué pasa? No me digas que te da pena verlos.

Gumball me chistó en el momento en que termine de pronunciar esas palabras.

—   Shh, ¿No sabes lo que es discreción?

 

—   Sí sé, pero no veo porque deba callarme la boca ante esos mocosos. En todo caso ellos deberían de ser más… ¿Cómo decirlo?

 

—   Sé cómo deberían de ser, pero me imagino que no saben lo que es vergüenza ni respeto ajeno.

 

—   Bien, bien, bien. Me callare la boca. 

 

 

—   Gracias.

En poco tiempo los ruidos se empezaron a hacer más sonoros y con eso mi paciencia empezó a agotarse. Gumball de alguna manera logro concentrarse en otras cosas e ignorar a los niños delante de nosotros, lo cual me hizo sentir miserable. Él podía irse a un dulce reino mientras yo seguía sufriendo aquí.

Me levante, Gumball salió de su ensoñamiento y se me quedo mirando, no le di tiempo a interrogarme. Le jale de la mano y nos moví a otro vagón, uno vacío.

—   ¿Al fin de cansaste de estar ahí?

 

—   Sí… espera. ¿Tú acaso?

 

—   Bueno, sí. A mí no me gusta ver gente dándose amor enfrente de mí.

 

—   Eres un pequeño zorro ¿Sabes?

 

—   ¿Un zorro? Jajajajaja sí, probablemente lo soy. Pero en mi familia todos son así.

Nos sentamos cerca de las puertas, Gumball posó su cabeza en mi hombro. Al parecer él no se había ido a un dulce reino como yo pensaba sino que simplemente estaba viendo la manera de decirme que se quería mover de ese vagón, el pensamiento fue tan profundo que acabo yéndose de la realidad, yo simplemente lamentó haberme dado cuenta tarde.

Faltaba poco para llegar a nuestra estación, mientras el tiempo pasaba mi novio término durmiéndose así que me dio cierta pena levantarle cuando se detuvo el tranvía.

—   Hey, ya llegamos.

Gumball bostezó antes de levantarse, después se estiro.

—   Hmm, ya vi.

Gumball.

En el camino iba entre dormido y despierto, me caí por lo menos dos veces y una tope con un poste, en las tres Marshall se burló de mí.

—   Tú, eres una mala persona ¿Sabías?

 

—   No es mi culpa que toparas y calleras con cuanto objeto se te apareció.

 

Mi pregunta es si se supone que así sean los novios, ¿Qué no se supone que son sumamente protectores con su pareja? Pero bueno, Marshall y yo, ambos somos nuevos en esto de salir con otro hombre.

***

Al llegar a casa Marshall jalo mi mano y la apretó antes de entrar.

—   ¿Qué pasa?

 

—    Me estoy mentalizando.

 

 

—   ¿Mentalizando para qué?

 

—   Aaah, bueno no sé si te acuerdas pero pienso decirle a tu hermana que estamos saliendo, decirle que su pequeño y lindo hermano menor está preso entre mis crueles y despiadadas garras.

 

—   Jajajaj, no creo que mi hermana lo tomé tan mal como tú piensas.

Marshall mostro estupefacción en su rostro.

—   ¿Qué te hace pensar eso?

—   Pues le agradas a mi hermana, mucho, muchísimo debo decir.

 

—   Si bueno, quizá cuando se entere de ‘esto’ su punto de vista sobre mí cambie.

 

 

—   Pues espera y no.

 

—   Espero lo mismo que tú.

Marshall siguió sujeto de mi mano aún después de haberle mencionado que mi hermana no se lo tomaría tan mal como él pensaba.

Marshall

Todo intento de Gumball por calmarme fue inútil, me sentía como una gelatina con las manos temblorosas.

Para tranquilizarme Gumball tuvo que pararse frente a mí, tomar mis manos entre las suyas y apretarlas.

—   Tranquilo, todo estará bien. Mi hermana no es una persona desagradable ¿O sí?

 

—   No.

 

—   Entonces ¿Por qué tanto miedo?

 

—   Porque ¿Qué tal si me odia después de esto? Es decir, eres su hermano menor, perfectamente heterosexual hasta antes de conocerme. ¡Obviamente me odiará!

 

—   No lo hará, por favor no seas tan negativo. — Yo estaba viendo en ese momento al suelo, no sabía a dónde más mirar, sentía que si alzaba mi cabeza en cualquier momento la hermana de Gumball saldría y vendría hacia mí con la intención de ahorcarme… ¡O peor! Me prohibiría ver a su hermano por siempre — Veme.

 

Alcé un poco la vista, lo suficiente para ver a Gumball a los ojos.

Me sonrío, él sonríe muy lindo, es de esas sonrisas puras, de las que sientes que nadie más posee y que te enamoran a primera vista.

Enrollo sus brazos en mi cuello y yo me deslice hacia sus brazos con total plenitud. Me besó, fue un beso tímido, uno que acepte gustoso porque él no es de iniciar los mimos nunca, lo aprese entre mis brazos, hubo un sonido raro, algo así como un ‘ugh’ o un ‘hi’ no sé identificarlo, pero provino de él.

No hicimos nada profundo, más porque sabía que él hizo ese gesto para tranquilizarme. Se lo agradecía mucho.

Gumball me llevo de la mano hasta el interior de su casa, cuando íbamos a la sala ambos vimos a una persona más en el comedor. Era una silueta femenina, pensé que era visita de la hermana de Gumball, pero este pensamiento desapareció en cuanto vi esa silueta voltearse y sonreír enormemente al ver a Gumball.

Obviamente era conocida de él.

Gumball

Fue una sorpresa muy grande verla correr hacia mí, de igual forma me sorprendí cuando se lanzó sobre mí y más aún cuando al levantarnos Marshall no la veía felizmente.

—   Pe-pe-pero ¿Qué haces aquí? —Le pregunté en un tartamudeo. No esperaba verla en mi casa, menos que me atracara en el comedor.

 

—   ¡He venido a visitarte! ¿No es obvio?

 

—   Si… eso, eso veo. Perdona.

 

Aqua era una amiga desde preescolar, sus padres era amigos de los míos y se habían conocido por el trabajo lo cual había hecho que ella fuera una más de las mujeres con las que me criara.

Aqua se separó de mí y luego se levantó, me tendió la mano para ayudarme a levantarme.

 

—   Sigues igual de lindo — Sí… bueno, resulta que antes de Marshall ya había quien me dijera eso sin importar que yo fuera hombre. — ¡Oh, pero qué guapo amigo es el que tienes detrás de ti!

 

Marshall se sorprendió ante el repentino giro de interés de mi amiga, pero rápidamente se controló y le sonrió.

—   Gracias. Supongo.

 

—   ¿Supones? — Pregunto Aqua, Marshall retrocedió un paso. Quizá la gente energética no le iba bien. — Qué modesto, te aseguro que eres muy guapo.

 

—   ¡Bueno! — Interrumpí, no iba a negar que me agradaba en cierto modo ver a Marshall retroceder paso a paso por causa de mi amiga, pero también mentiría si dijera que no me gustaba el hecho de que ella se le fuera acercando poco a poco. — ¿A qué se debe tu hermosa presencia?

 

—   ¡Ah, sí! Mi padre tiene nuevas muestras de dulces, la última vez que hablamos me mencionaste que extrañabas comer los dulces que hacemos, así que pensé en traerte unas muestras nuevas, y obviamente, traer de los que siempre comes.

 

Aqua salió corriendo hacia la cocina. Que en realidad no quedaba muy lejos.

—   Bueno, supongo que esto es reunión de jóvenes, así que me voy a mi cuarto. — Mi hermana acomodo la silla en donde hacia segundos se encontraba y empezó a caminar a las escaleras.

 

—   Aah. — Marshall soltó una pequeña exclamación de protesta cuando notó a mi hermana desaparecer escaleras arriba.

 

—   Ya habrá tiempo.

 

Mi consuelo hizo que él sonriera levemente, iba a decir algo pero Aqua volvió a aparecer.

—   Bueno, vamos a la sala de estar. — Solté de golpe, antes de que Aqua pudiera sentarse cómodamente. Marshall me miró perplejo.

Sí… él no ha conocido ese lugar oculto de mi casa.

Marshall

 

—   Es un lugar muy espacioso este de aquí.

La sala de estar estaba sobre cocina y se llegaba por medio de unas escaleras a lado de esta, debo decir que creía por completo que el diseño de la casa de Gumball era idéntico al mío por lo tanto no me imaginaba que tuviera un lugar así de oculto.

—   Si, bueno. Mi hermana quería un lugar en el cual pudiera relajarse, así que mando a construir este lugar.

La sala era espaciosa, en el centro había una pequeña mesa ovalada de cristal y alrededor un juego de sofás. Dos grandes ventanales aparecían ante mis ojos, el aire que entraba era fresco.

La amiga de Gumball corrió a ocupar el sofá unitario, yo me senté en el que era para dos personas y Gumball se sentó a lado mío.

—   Este lugar tiene el toque de tu hermana. — La chica, Aqua, comenzó a sacar dos bolsas de galletas de la maleta que llevaba, las asentó en la mesita y después vio a Gumball. Había empezado a actuar seriamente lo cual me tranquilizo.

No era que me desagradara la gente activa, pero tampoco me agradaban excesivamente, sentía que ese tipo de personas consumían mi energía.

Y mi energía sólo la gastaba yo.

—   Bueno, ella lo hizo construir así que es normal.

Mientras ellos hablaban yo me concentré en ver a todos lados, por ejemplo hacia las ventanas. Era una buena vista y podía mantenerme entretenido ahí, claro, eso si no me hubieran hablado.

—   Marshall. — Pronuncio ella. — Así que ese es tu nombre, es muy bonito. Atractivo se podría decir, igual que tú. — Una sonrisa se dibujó en su rostro.

 

—   Gracias. — Me estaba empezando a sentir incomodo, yo sabía que era atractivo. No soy narcisista pero por lo general uno no espera conocer a una mujer que te repita varias veces lo atractivo que eres y menos cuando acabas de conocer a esa persona.

 

—   ¿Eres tímido de naturaleza? — Pregunto ella, los ojos le brillaban. Como a un niño que encuentra un juguete nuevo.

 

—   No, por lo general soy muy hablador.

 

—   ¿Y por qué estás tan callado ahora?

 

—   No te conozco.

 

—   No importa, puedes hablar libremente, como si ya me conocieras.

 

—   Mejor que no.

 

—   ¿Por qué? ¿Acaso no te agrado?

Quería decir que no, pero era amiga de Gumball, y él no se había portado mal con mis amigos, por lo cual comportarme mal con ella sería una grosería.

—   Suelo ser muy grosero cuando hablo.

 

—   No te preocupes, no creo que sea algo que no tolere. —La sonrisa seguía ahí, lo cual sólo me incomodaba más. Gumball comía una galleta por lo cual estaba entretenido y no disponible para hablar. — Si Gumball se lleva contigo entonces tu nivel de palabras altisonantes debe ser tolerable para los oídos de esta dama.

 

—   No me refería a ese tipo de grosero.

 

—   ¡Ah! -aplaudió- de las personas sumamente sinceras.

 

—   Sí…

 

—   Ya veo… igual y no importa.

 

—   Bueno. — Hablo Gumball quien había terminado de comer su galleta. — Iré a preparar algo para que bebamos con esto, ya vuelvo.

 

Gumball desapareció por las escaleras y yo me lamente. Estaba solo con esa niña parlanchina.

 

—   Bueno, Marshall, conmigo puedes hablar libremente. Difícilmente me ofendería. — Prosiguió.

 

—   Prefiero que no. — Y se hizo el silencio, silencio que no duro mucho.

 

—   ¿Cuánto tiempo llevan juntos?

 

—   ¿Quiénes?

 

—   Tú y Gumball.

 

Entre en estado de alerta. No la había visto desde que saltó sobre Gumball, pero en ese momento ella tenía toda mi atención.

—   ¿A qué te refieres?

 

—   Oh vamos. Sé que son novios. Bueno en realidad no lo sabía con certeza. — Ella empezó a mover sus manos mientras hablaba. — Es decir, allá abajo, cuando pronuncie por primera vez lo guapo que eres Gumball se movió muy pero muy sutilmente enfrente de ti. Creí que tú también lo habías notado pero veo que no.

No es que no lo hubiera notado pero como Bubblegum se levantó a prisa creí haber imaginado todo.

—   Ya. Pero eso no quiere decir que tengamos algo, puede significar otra cosa.

 

—   Jeje, eres gracioso. Pero viniendo de Gumball dudo mucho que se ponga enfrente de alguien si esa persona no significa nada para él. — Tomo una galleta y la mordió. — Además noté como lo ves.

 

—   ¿Cómo lo veo?

 

—   Sí, cuando le ayude a levantarse debido a mi tacleada lo viste con suma preocupación. Los amigos no se ven así cuando han sido tacleados por una mujer, en todo caso festejan que alguien tan bonita como yo salte sobre su amigo.

 

—   Eso no- mira, Aqua ¿no? -ella asintió- hay amistades que simplemente son diferentes.

 

—   No me la creo.

 

—   ¿No te crees qué? — Preguntó Gumball quien venía entrando con una bandeja en las manos, en la bandeja tres vasos y una jarra de té helado.

 

—   Que tú y Marshall sean amigos nada más.

 

—   Ah, eso. ¿Lo has notado? — Voltee a ver a Gumball perplejo, él me sonrió y deposito la bandeja en la mesita.

 

—   ¡Lo sabía! — Vitoreo Aqua. — Lo supuse pero él no quería aceptarlo, me lo estaba negando.

 

—   ¿En serio? — Cuestionó Gumball mientras servía el té en los vasos.

 

—   No iba decirlo sin tu consentimiento.

 

—   Gracias, pero ella lo notaría este día y en cuestión de minutos. Si es que no lo había notado antes.

 

—   ¿Cuánto tiempo llevan junto?

 

—   Una semana. Casi. — Dijo Gumball, bueno si él estaba bien con decírselo a su amiga entonces yo no tenía problema con ello.

 

—   Es muy poco tiempo. — Susurro su amiga.

 

Gumball carcajeo ante esto.

 

—   Jajajaja y mucho menos es el tiempo en él que le guste a Marshall.

 

—   ¿Tres, cuatro días?

 

—   Creo que dos. — Aclare. Ambos amigos abrieron los ojos como platos.

 

—   Bueno, eso, eso no lo sabía. — Gumball bebió del vaso para ocultar su rubor.

 

—   Jaja, Gumball es muy lindo lo cual hace casi imposible no enamorarse de él. ¡Es que míralo!

 

—   Lo sé muy bien, y tan bien suele ser muy caprichoso.

 

—   Oh, lo has notado. — Aqua en verdad parecía sorprendida por mi descubrimiento.

 

—   Mucho, no se quiso desnudar enfrente de mí ni porque estaba sumamente sucio.

 

—   Si, así es él.

 

—   Hey, hey que están hablando de mí enfrente mío.

 

—   Lo sabemos. — Dijimos a coro Aqua y yo.

 

—   Pero eso es de las cosas que lo hacen encantador.

 

—   Yo creo que es sexy, siempre queriendo doblegar a los demás a su santa voluntad. — Gumball me propino un puntapiés, pero igual y seguí hablando. — Deberías sentirte feliz.

 

—   No me hace feliz el que se estén quejando de mí en mi presencia.

Entre platica y platica el té se acabó y en la ventana el sol empezó a desaparecer, cuando el cielo se puro naranja la amiga de Gumball se levantó para bajar los cubiertos que habíamos usado.

—   Ya vuelvo. — anuncio cuando tenía un pie en el primer escalón.

 

—   Sep.

 

—   Es una persona muy alegre tu amiga. ¿Desde cuándo la conoces? — Pregunté dudoso, no sabía si Gumball querría decirme algo de él mismo. Para mi sorpresa, me contesto.

 

—   La conozco desde preescolar, digamos que nuestras familias siempre se han hablado por asuntos laborales. Yo… en ese tiempo no socializaba mucho, era pequeño y delgado, a mi madre le gustaba que yo siempre tuviera el cabello largo porque me daba un toque ‘encantador’ así que yo era toda una niña en ese entonces.

 

—   ¡Oh!

 

—   ¿Qué?

 

—   Así que desde esa corta edad ya eras lindo.

 

Me gane un puñetazo en el hombro, me queje, Gumball me ignoro y prosiguió con su historia.

—   Todos me veían y me confundían con niña y cuando yo les gritaba enojado que yo era niño ellos se alejaban de mí y corrían a llorar con la profesora. Así que me mantenía alejado de mis compañeritos… pero… las cosas cambiaron cuando hubo una alumna nueva, había visto a Aqua algunas veces en las fiestas que organizaba mi madre por lo tanto la reconocí rápidamente. Nunca nos habíamos hablado así que deberás imaginarte mi sorpresa cuando aquella niña que yo había visto varias veces pero que en ninguna había hablado conmigo corría hacia mí.

 

—   ¿Te tacleo?

 

—   Eso... jajajaja, sí, de hecho lo hizo.

 

—   Algunas  cosas no cambian.

 

—   Ciertamente no.

 

—   ¿Y? ¿Qué más pasó?

 

—   Bueno, era la primera vez que ella me veía y me hablaba pero ciertamente, Aqua, ha sido la única persona que al verme por primera vez ha sabido que soy niño. Eso me alegro mucho e hizo que no me separara de ella desde entonces.

 

—   Suena como una grandiosa persona.

 

—   Si… bueno, fue la primera persona en reconocerme como niño pero también se unió a las otras dos personas que no paraban de decirme lindo… no espera, tres personas.

 

—   Déjame adivinar, tu madre, tu hermana y mentita.

 

—   Se… bueno… tú estás acertando mucho en este tipo de cosas. ¡Cambiemos de tema!

 

—   Tienes razón… ven aquí.

Gumball se acercó a mí, tímidamente quedo a mi lado.

Lo he estado pensando desde que decidí que quería tener por pareja a un hombre, quizá siempre me han gustado, inconscientemente hablando, es decir. La primera vez que cargue a Gumball (cuando el creyó que era un megalodón) me agrado sentir su peso, no era ligero como la mayoría de novias que he tenido, pero, sorpresivamente no pesaba tanto como un hombre. Y me gustó, y muy posiblemente ya lo habían hecho otros pero jamás lo quise admitir.

Aunque Flame siempre me ha parecido atractivo, con todo lo que su personalidad conlleva.

—   ¿En qué piensas? — Pregunto, él tiene un brillo especial en sus ojos, es algo que me impide mentirle, aunque trate. Simplemente no quiero dañarlo, no quiero que sufra un desamor, así como ha pasado conmigo.

 

—   En que no pesas, en que me agrada sentirte y en que posiblemente siempre me han gustado los hombres.

 

—   Oh… bueno, no eres el único que ha pensado en eso.

 

—   Tú nunca me has cargado.

 

—   No me refiero a eso tonto.

 

—   ¿Entonces?

 

—   Con respecto a que quizá siempre me han gustado los hombres.

 

—   Oh. — Linda, me pregunto si… si yo hubiera llegado antes que ella ¿Gumball habría sido mío? ¿O la habría preferido a ella? Sea como sea no me puedo imaginar perdiendo. — Quizá siempre hemos jugado para el otro equipo pero no lo queríamos aceptar.

 

—   Jajajajaja, posiblemente.

 

—   Anda, ven aquí y dame un beso. — Gumball me sonrió, esa pequeña sonrisa de travesura.

 

—   Me gustaría, pero creo que no.

 

—   ¿Por qué?

 

—   Porque tengo visitas y ella subirá en cualquier momento.

 

—   Si… tienes razón. -hice una pequeña pausa- pero no me importa.

 

—   Eso pensé. — Después de esas palabras vino un leve suspiro, suspiro que interprete como que él no me besaría, o quizá sí.

 

 

Gumball

Debo admitir que fue un poco vergonzoso el sentarme en esa posición tan… inapropiada de mí.

Me senté encima de Marshall, frente a frente y con ambas piernas a sus costados. Lo que más me sorprendió fue que él no se impresionara, casi parecía que lo veía venir.

—   ¿Tú… acaso…?

 

—   ¿Hm? — Tenía una risa de zorro. — ¿Qué si yo pensaba que harías esto? Para nada.

 

—   Eres un zorro tramposo ¿Sabías?

 

—   Algo he escuchado.

Iba a hablar, a decirle a Marshall que era la primera persona que me timaba así, tan fea y astutamente. Pero no pude, porque me estremecí, él muy pillo se percató de que le iba a reñir y disimuladamente empezó a subir sus manos por mis costados. Lentamente se fue hacia mi espalda y con sigilo comenzó a empujar para que yo bajara hacia él.

No tuvo que hacer mucho esfuerzo.

En un momento pasamos de la posible pelea verbal a la no muy posible verbal, pero que de igual forma involucraba la boca.

Usualmente me prohíbo esto, no me gusta que Marshall me bese cuando sé que hay gente, la razón es simple. Marshall es un muy buen besador, y mentiría si dijera que no me gusta, cuando el usa su lengua, siento entumecer mi cuerpo desde la punta de los pies hasta la cima de la cabeza y mi lengua -y yo mismo- se vuelve torpe.

Además también está la cuestión de que posiblemente si me pidiera algo entre beso y beso yo accedería sin rechistar.

Lo cual sería malo, porque me imagino qué clase de cosas pediría… bueno no lo hago, y ese es el problema. Demasiada confianza.

—   Hmmm — Marshall deja de besarme por un momento, momento que usa para hablar. Y soltar demasiada verdad. — ¿No estás muy cooperativo hoy?

 

—   Quizás sí, quizá no. Quién sabe.

 

—   Sospechoso. Pero, igual me gusta.

Sentí sus manos colarse entre mi ropa y en cuestión de minutos empezar a recorrer mi espalda, lo hizo tranquila y pausadamente, las yemas de sus dedos se sentían realmente bien, me hacías estar totalmente consiente de él. Cuando llego a mis omoplatos se detuvo y sacó sus manos de entre mis ropas y las llevo a mi cara.

Seguimos el paso continuo de saliva por al menos unos segundos. No porque yo no quisiera, y obviamente no porque él se negara.

Aqua nos descubrió. Y, obviamente, nos interrumpió.

 

—   Ajam, ajam.  — Tosió ella, para hacerse notar.

Me baje de las piernas de Marshall como gato asustadizo, él por otra parte ni se inmuto.

—   Hey… — intenté hablar.

 

—   Ustedes no se aburren solos ¿Eh?

 

—   Para nada, encuentro muy entretenido quedarme a solar con Gumball, debo admitir.

 

—   Ni cuenta se dan de los demás.

 

—   Aqua esto.

 

—   ¡Oh por cierto! Gumball, quise hacer más té, pero no sé en dónde lo guardas así que deje de intentarlo.

 

—   ¡Ah! Ahora, ahora hago más.

 

Marshall

Vi a Gumball bajar dirigirse a las escaleras con paso tembloroso, encantador.

—   Debo admitir que me sorprendió ver a Gumball en un acto tan ‘candente’.

La amiga de Gumball rodeo el sofá en el que me encontraba y fue directo al que, minutos antes, ocupara.

—   Debo admitir que igual a mí. — Aqua me volteo a ver, sorprendida y con los ojos tan abiertos como se podía en una persona normal.

 

—   Bueno eso es aún más sorprendente. Él siempre ha sido muy reservado en cuanto lo que le rodea.

 

—   Me he dado cuenta de eso. Él hace ‘conocidos’, no amigos.

 

—   Jejeje lo has observado bien. — Se mantuvo un rato callada, pero luego empezó a hablar más animada. — De alguna manera me siento más feliz.

 

—   Esto es raro — Decidí interrumpir y luego hice una pequeña pausa pensando que eso, había sido descortés, a la amiga de Gumball pareció no importarle así que seguí. — ¿Por lo general un amigo no se sentiría triste de que uno de sus amigos se haga gay?

 

—   Me imagino que sí, pero yo no funciono de esa manera.

 

Ahora que lo pienso, Flame tampoco pareció enojarse por mi repentino cambio de intereses.

 

—   Cierto.

 

—   Además, por como hablas de él notó que lo has observado bien, y eso se hace sólo cuando una persona de verdad te interesa.

 

—   El interés se manifiesta de formas diferentes, y debo decir que no todas son buenas.

 

—   Tienes razón, pero sé que el tuyo es bueno. Pareces ser de las personas-problema que usualmente no me agradan, pero a Gumball le agradan menos, lo cual me hace pensar que si a él le gustas lo suficiente como para salir contigo entonces a mí igual me gustarás.

 

—   Enton-

 

—   Además te prefiero a ti antes que a su exnovia, Linda. Como odio a esa pequeña perra.

Y en cuestión de segundos, aquella joven esbelta de ojos grises y cabello pintado de azul marino me pareció la persona más agradable del mundo; porque, es obvio que te unes al enemigo de tus enemigos, y aunque yo ciertamente no conozco a Linda, desde que Gumball la menciono la comencé a odiar.

—   ¡¿La conociste?! — Pregunto entre ofuscado y feliz, pero tratando y esperando que no se notara, porque yo en realidad no quiero que la amiga de Gumball se entere de mi interés por saber el pasado de mi novio. En cuanto a su novia.

 

—   ¡Por supuesto! Estudie secundaria en el mismo salón que ella y Gumball.

 

¿Oh, Krishna, me estás iluminando acaso?

 

—   ¿Y por qué te desagrada? — Intente disimular mi genuina curiosidad, a ella pareció no importarle.

 

—   ¿Por qué? Já, debo admitir que ni yo misma lo sé, ella en realidad no es una mala persona, de hecho tiene una linda personalidad. — Y ahí está, otra vez escucho algo parecido a alabanzas sobre Linda. — La niña es muy amable y agradable pero eso es demasiado sospechoso. Ella es lista, bonita, amable, sabe cocinar, es buena deportista. ¡Es perfecta! Y déjame decirte que personas perfectas no existen, lo cual la hace sumamente sospechosa.

 

—   Pero Gumball por sí mismo es muy autosuficiente.

 

—   Sí, pero él es mi amigo, es obvio que lo tolero. Además Gumball es ‘casi’ perfecto, como tú mismo has insinuado.

 

—   No entiendo entonces porque te desagrada ella pero él no. — Le digo, pero ella mueve las manos en negativa y continua hablando.

 

—   ¡Porque termino con Gumball! Es obvio que como su amiga me enojaré con toda aquella persona que haga sentir mal a un amigo mío.

 

—   ¿Ella lo termino a él? ¡¿Pero por qué?! Si Gumball es un amor de persona, es encantador.

 

—   ¡Verdad! Pero esa pequeña zorra lo termino todavía así.

 

Para cuando me di cuenta ambos, Aqua y yo, estábamos soltando alabanzas bien intencionadas sobre Gumball y pura mierda sobre Linda; Aqua, debo decir, que en cuanto a groserías la miga de mi novio tiene un amplio repertorio.

Aqua iba a soltar otra blasfemia sobre Linda, pero en ese momento Gumball se hizo presente.

—   Ustedes son muy ruidosos ¿Saben? — En sus manos una bandeja con una jarra de vidrio llena de té helado.

Me senté y percibí por el rabillo del ojo que Aqua igual, ¿Cuándo nos habíamos levantado? Ni idea.

—   Creo que hemos encontrado nuestro punto de unión. — Anuncio, Aqua asiente y Gumball arquea una ceja, pero lo deja pasar.

 

—   Me gustaría decir que me alegra, pero me temo que ustedes se vuelvan una bomba atómica de problemas.

 

—   Nunca lo haría.

 

—   Eso me dijiste la primera vez que nos vimos, y déjame decir, Aqua, todavía no puedo ir al océano sin temor alguno.

 

Esa historia me pareció interesante, calle para escuchar si decían algo más, pero no lo hicieron.

—   Bueno me encantaría ser una bomba atómica junto con tu novio, pero me temo que eso podrá esperar.

 

—   ¿Te vas?

 

—   Sí, así es.

 

—   Pensé que te quedarías.

 

—   Oh, cielo. Sabes que me encantaría, pero lamentablemente me escape de la escuela para poder venir.

 

—   ¡¿Qué tú qué?!

 

—   Lo que has oído.

 

—   Eso no es taaan malo, Gumball y yo nos hemos escapado dos días la primera semana de clase.

 

—   Ausentado no escapado. — Me corrigió Gumball.

 

—   Tu hermana no se enteró, así que es escape.

 

—   No, no lo es.

 

—   Bueno, bueno. Yo me voy yendo ya, porque tengo contado el tiempo de Aaa a Ooo.

Gumball.

Aqua se despidió desde la reja, Marshall y yo insistimos en acompañarla hasta la estación pero ella se negó. De alguna manera, Marshall había aceptado a Aqua, que le agradara… era otra historia.

—   Creo que este podría ser el inicio de una buena amistad. — Con esto Marshall había quitado mis dudas sobre si la había agradado mi amiga.

 

—   O el de mi lenta muerte.

 

—   También.

 

Cuando nos adentramos en mi casa me dirigí a la cocina a lavar los trastes que se habían ensuciado. Marshall ofreció su ayuda así que la acepte; terminamos de lavar los trastes y subimos a mi habitación.

Estuvimos acostados por un buen rato, Marshall me abrazaba mientras yo jugueteaba con sus manos, cuando menos me lo esperaba podía sentirle besando mi cabeza.

Al final, cuando el sol ya llevaba una hora de oculto Marshall se removió de su lugar y soltó mis manos.

—   Me tengo que ir. — Anuncio, se levantó de la cama con cierto pesar. Me recordó a un gato que acaba de despertar.

 

—   Te veo mañana.

 

—   Va pues.

Marshall se inclinó para besarme. Fue un beso sutil en la nariz lo que me hizo pensar que él en realidad es muy cariñoso conmigo.

Me consiente, pero no lo he visto tratar a sus amistades con el mismo cariño con el que me trata a mí.

—   ¡Ah! Por cierto. — Me dice cuando estamos bajando por las escaleras. — Mañana definitivamente le diré a tu hermana. Pensé en decirle tan pronto se fue tu amiga pero no la volvía a ver, así que supongo será mañana.

 

—   Si.

 

—   ¿Decirme qué?

Marshall y yo, sorprendidos, volteamos a ver hacia las escaleras en las cuales no hace mucho estábamos. Mi hermana lleva un vestido rosa con un enorme moño en el frente y una diadema hecha con un listón y sus zapatos de planta baja color melón. Se iba a la escuela.

—   Pues… esto… ¿Cómo lo digo? Gumball y yo… — Las palabras no le salían a Marshall, tartamudeaba y su respiración se aceleró. Quizá no era el momento para que mi hermana se enterara.

 

—   No es n-

 

 

—   Gumball y yo estamos saliendo. Como pareja.

Mi hermana, no pareció muy sorprendida… por unos momentos, porque después sí.

—   ¡¿Es en serio?! — Pregunto un tanto exaltada. Por alguna razón no se veía preocupada, yo diría que hasta lucía Feliz.

Mi hermana aceleró el paso hasta quedar justo enfrente de nosotros. Una sonrisa en su rostro.

—   Si… — Corrobore, escuche mi propia voz, temblorosa.

 

—   ¡Eso es tan…! ¿Cómo decirlo? Bueno, en realidad me siento muy alegre. Marshall eres un muy buen chico, claro no lo digo porque Marceline me lo haya contado, ni porque me des ese aire, quizá sí, el punto es que-

 

—   ¡Alto! — Interrumpí, mi hermana me reprimió con la mirada. — ¿Acaso mencionaste a la hermana de Marshall?

Mi hermana llevo sus manos a su boca, pero ya era muy tarde. Lo importante ya había sido dicho.

 

—   Oops.

 

—   ¿Usted…? No… ¿Puedo tutearte?

 

—   Claro, no me molesta.

 

—   Bueno… ¿De dónde conoces a mi hermana?

 

—   Ah, eso… verán. — Mi hermana empezó a jugar con sus manos, era un gesto típico que hacía cuando sentía que la había regado. Hablando banalmente.  — La semana pasada Gumball se estuvo comportando muy raro, al principio me dijo que te le habías declarado — Señaló a Marshall quien me volteo a ver sorprendido, imaginé que se sentía traicionado. — entonces estuve muy inquieta sobre cómo había terminado el asunto hasta que recordé que Gumball me había dicho que tenías una hermana que estudiaba la universidad y se especializaba en… algo sobre música, entonces pensé que la única universidad con esa carrera era la nuestra por lo cual fui a ver al último grado de esa carrera tan pronto tuve el primer descanso.

 

—   Y por lo que veo la encontraste. — Marshall tenía una leve risita cuando menciono estas palabras.

 

—   Si… ¡Pero es que no podía quedarme con la duda de cómo terminaron ustedes! Gumball no me diría si le preguntaba. También debo admitir que me siento un poco celosa de Marceline ya que ella sí los ha visto besarse y yo sólo pude verlos en foto.

Al principio no estábamos sobresaltados, el pánico llegó cuando mi hermana dijo ‘foto’ y ‘besarse’.

—   ¡¿En foto?! — Marshall y yo al unísono.

 

—   Rayos, otra vez. — Susurro mi hermana. — Si bueno, digamos que después de eso Marceline y yo hemos estado en contacto… y un día ella simplemente me mando una foto y un video, al principio no lo logré identificar. Pero luego cuando vi la foto entonces todo se aclaró.

 

—   Mi hermana, mi hermana, mi hermana. Ella no mantiene nada en secreto. — Vi a Marshall palmearse la cabeza repetidas veces.

 

—   Entonces… me gustaría mucho seguir platicando con ustedes sobre esto pero me tengo que ir a clases. Así que si me disculpan.

 

Bubblegum se abrió paso entre Marshall quien tenía la frente roja por habérsela golpeado fuertemente y yo, quien un tanto atónito no acaba de creerme que ella ya supiera de mi noviazgo.

Para cuando ambos recobramos el sentido mi hermana ya no estaba.

 

—   Entonces ella estudia de noche en esa universidad. — Fue lo que Marshall logró articular después de esa sorpresa inesperada.

 

—   Y Marceline igual.

 

—   Demasiadas sorpresas en un día Gumball.

 

—   Y que lo digas

 

—   Me voy a mi casa, debo recobrarme de esta sorpresa y sólo lo lograre durmiendo.

 

—   Jajajaja de acuerdo,  nos vemos luego.

 

Acompañe a Marshall hasta la reja, como siempre lo hacía cuando él venía de visita. La despedida fue la acostumbrada, me dio un beso en los labios y me deseo buenas noches. Yo me quede viéndole hasta que doblo la esquina.

***

 

Me lancé en mi cama y abrace mi almohada. Empezaba a oler a Marshall.

Cuando estaba a punto de dormirme oí mi celular vibrar. De alguna manera me imaginé que era él, porque de alguna manera siempre que pensaba en él, él se hacía presente en realidad.

Deslice la yema de mi índice por el celular y sí, un mensaje de él.

Nuevo mensaje: Marshall.

¿Quieres ir mañana al cine? Después de clase, lo digo porque sé que no querrás escaparte.

Tonto, pensé.

¿Cuál iremos a ver? Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Hay una de terror que quiero ver… ¿Eso es un sí?

¿Terror? Hacía mucho que no veía una.

Eso quiere decir que me estoy informando para ver si acepto o no. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Sé que dirás que sí.

A veces se me olvida lo engreído que puede ser. Pero lo perdono porque no siempre es así.

Confías mucho en ti. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Para nada, simplemente pienso que es imposible que me rechaces.

¿Qué si lo hiciera? Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Me rompería.

Y seguidamente llego otro mensaje.

Nuevo mensaje: Marshall.

Por eso no lo hagas, no lo soportaría.

No lo haré. Así que por favor, tampoco me lo hagas a mí. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Si lo hiciera puedes golpearme.

Soy pacifista. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

¿Cine si? ¿Cine no?

Cine sí. Mensaje enviado.

Y luego mande otro mensaje, porque había algo que me preocupaba.

Por cierto… ¿Hablaste con tu hermana? Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

No, está en la escuela.

Cierto, perdón, se me olvido. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Tranquilo, cuando la vea mañana definitivamente la regañare.

Yo haré lo mismo con mi hermana. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Jajajaja, estoy bien con que no lo hagas.

¿Por qué? Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Porque ella acepto que yo, un demonio sin corazón fuera novio de su pequeño e inocente hermanito. Sería muy feo que luego me dijera que no me acepta porque la regañaste.

No eres un demonio malvado, y además, no creo que te rechace, le encantas. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje Marshall:

Lo sé, nadie se resiste a mis encantos.

Bueno, galán, me encantaría seguir hablando contigo pero en serio me estoy muriendo de sueño, así que buenas noches. Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Buenas noches Gumball

¡Sueña conmigo!

¡Sería una pesadilla si lo hiciera! Mensaje enviado.

Nuevo mensaje: Marshall.

Te quiero Gumball, buenas noches.

Yo también. Pensé mientras las luces eran engullidas por la oscuridad de mis sueños.

Notas finales:

El lemón podría estar algo cerca. ya saben mensajes de amor, odio, tomatazos lo que sea en reviews.

Eviten los muy groseros porque me bajan la mora (?)


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