Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cosas que pasan. por Lizali12

[Reviews - 314]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Les dije que no abandonaría, si hay alguien que siga leyendo esto, les traigo amor, jajaja.

Nos vemos abajo.

 

Gumball

Marshall abrió la puerta de su casa, su rostro dejándome ver la sorpresa en él.

—Gumball, vaya qué inesperada tu visita.

Él se hizo a un lado para que yo pudiera pasar.

—¿Interrumpí tu baño? —Sus cabellos mostraban cierta humedad y él olía a jabón, pese a mis suposiciones hizo un gesto negativo con su cabeza.

—No, no tiene mucho salí, yo… sin ánimo de ofender ¿A qué se debe tu visita?

—No te preocupes, es mi culpa por no avisar que venía —Marshall negó— salí a caminar un rato y cuando ya estaba por volver a mi casa decidí venir, mira, traje dulces. —Mostré la bolsa que llevaba en mis manos.

—Bueno, supongo que puedo perdonarte, claro, dependiendo de qué dulces haya en esa bolsa.

Marshall tomó mi mano libre y la entrelazo con sus dedos, la besó antes de encaminarse conmigo detrás de él hacia su cuarto, pero antes de abrir la puerta de este se detuvo y me volteó a ver.

—Entra tú, iré a preparar algo para que bebamos.

Y así como lo dijo se fue. Entre a su cuarto, el cual estaba perfectamente ordenado y me dirigí con rapidez en su cama, no sin antes haber dejado la bolsa de chuches en su escritorio. Me removí en su cama con felicidad y aspiré el aroma de Marshall en su almohada. El mejor olor que he captado en mi vida hasta ahora, un olor fresco y terroso, pero con un toque parecido a la manzana.

—¿Qué estás haciendo, ah?

Genial, atrapado en la movida, igual eso no me iba a detener de decir: —Aspiro tu olor, ¿Ya te han dicho que hueles muy rico?

—No, pero me encantaría oírlo.

Mi atractivo anfitrión se acerco hasta donde yo me había sentado rápidamente cuando me pilló y se abrió paso entre mis piernas, tocó mi mentón sutilmente de una manera en la que hizo a mi vista fijarse en su persona.

—Bien, soy todo oídos —Pronunció Marshall, una risita petulante pintada en su rostro.

—Si, bueno, tu sabes que hay cosas que solo se dicen una vez.

—¿Ah sí?

—Sí.

Marshall fue acercándose de poco a poco hacia mí, a medio camino yo sabía lo que él iba a hacer y yo esperaba ansioso el toque de sus labios sobre los míos.

—Qué triste entonces.

Mi beso nunca llegó, mi novio tuvo a bien separarse de mi justo cuando yo podía sentir el roce de sus labios sobre los mío, su respiración tibia y su olor.

—Serás cabrón.

—Vocabulario —Me reprendió, o sea, todavía que calienta la comida y no se la come y me regaña, ¡Será bastardo!

—¿Qué? —Marshall dejó de sacar las cosas de la bolsa y se giró para verme, una ceja suya estaba alzada, y maldición sino se veía muy pero muy atractivo así.

—No deberías insultar con esa bonita boca tuya, bebé —. El bebé sonando burlesco más que afectivo.

—Bueno, quizá si me hubieras ocupado con algo yo no hubiera insultado.

Pude ver su nuez de adán bajar lentamente.

—Eso se puede solucionar —Bien, yo estoy definitivamente pensando en el doble sentido de eso. Marshall tristemente no —. Ten, come esta paleta.

—Yo quiero otra cosa en mi boca y no es una paleta, es algo más húmedo y suave.

Un gruñido se escuchó. No fue mío.

—Cielos, deja de tentarme.

—En cuanto me des lo que quiero, cariño —Ese cariño tenía un tono más mordaz que amoroso, Marshall lo sabía, pero aun así me sonrió.

—¿Qué voy a hacer contigo? ¿No andas acaso muy suelto? ¿Qué clase de paseo tuviste?

—Fue un paseo que me abrió la mente, si sabes a lo que me refiero.

—Bien, Oogway, abre esa linda boca tuya, te daré lo que quieres.

Así lo hice, Marshall se acercó hasta mí con una mirada depredadora, si yo era Oogway él era Tai Lung. Pesa a mi clara insinuación de que quería su lengua en mí, no fue eso lo que obtuve, Marshall metió su dedo pulgar en mi boca y lo paseó lentamente dentro de esta, con cada segundo que pasaba yo me sentía salivar.

Al pulgar de Marshall prontamente se le unió el índice, ambos jugando en mi boca, él estaba tocando mi paladar tan suavemente que la caricia se sentía como cosquillas, pero en lugar de provocarme risa estaba enviando ondas de sutil placer hacía mi región sur, en especifico en un punto. Sus dedos acariciaron mi lengua y le dieron un suave apretón. Yo jadeé.

—Chupa —Ordeno. Y lo hice

Yo estaba no solo chupando, sino que también lamía como un poseso sus dedos, no sé muy bien en que punto Marshall los sacó de mi boca y lo próximo que sentí fue aquel musculo por el que yo había estado rogando.

Dulce elixir. Su lengua sabía tan bien, estaba tan suave y dulce y se sentía tan vigorosa en mi boca. Lo que sea que hubiera hecho para que yo estuviera híper sensible, por todos los cielos del mundo, que lo hiciera más seguido.

Momentos después yo estaba jadeando sin parar y salivando sin contención alguna, Marshall me estaba dando potencialmente el beso más sucio y húmedo de mi vida y eso parecía encenderlo porque de pronto ya no era solo un beso, él estaba paseando sus manos por todo mi cuerpo y yo sentía formarse un punto caliente ahí por donde tocaba

Sus labios abandonaron mi boca y fueron bajando, depositó suaves besos en mi cuello junto a mordidas que solo estaban destinadas a hacerme sentir todo mucho más perceptible.

Un gemido ahogado salió de mí cuando Marshall hizo una succión en mi cuello. Tan satisfactorio. A esa le siguieron más, no me importaba si mañana yo andaba mostrando muchos puntos de sugilación, el placer que estaba sintiendo en ese momento era lo suficiente para acallarlo todo.

—Mar… shall —Mi voz se oyó entrecortada a mis propios oídos, pero no para los de mi atractivo novio quien había dejado de besar mi pecho para verme.

—¿Sí…? —Las pupilas de Marshall estaban tan dilatadas como las mías podrían estarlo.

—Yo quiero… —no podía hablar claramente—Deseo… — lleve mis manos hacia la pretina de sus pantalones holgados, mejores acciones que palabras, deslice mi mano dentro de ellos. Marshall soltó un gemido ante el inesperado ataque a su hombría.

Él enserio que fue hecho con amor, se sentía tan grande en mis manos.

—¿Qué deseas?

—Podemos —las palabras atorándose en mi garganta— ¿Podemos solo… tocarnos…? Quiero sentirte… Oh, se hizo más grande.

Mi comentario produjo una carcajada en Marshall la cual a su vez la provocó en mí. Me dio una mirada brillosa, pero asintió.

—Está bien Gum, quítate esos pantalones.    

Ni tarde ni perezoso me deshice de mis pantalones y entre ellos se fue mi ropa interior, mi atractivo anfitrión silbó.

—Sí que eres un niño grande —comentó Marshall— ven aquí.

Tiró de mi brazo hasta que quede sentado sobre él, nuestras erecciones se rozaron y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Marshall lo sintió. Prontamente nos estábamos dando un beso muy mojado mientras nuestras manos subían y bajaban.

Se sentía tan pegajoso, tan bien, tan correcto.

Marshall en mis manos se sentía tan gratificante que bajé la vista hacia donde se estaba realizando un trabajo manual, y en lugar de procurar ver cómo estaba yo, lo vi a él. Un liquido transparente asomaba por la punta de Marshall y yo tuve un deseo muy sucio de querer probarlo, saber si sabía tan dulce como su saliva lo era. Se veía tentador.

El deseo fue silenciado cuando él gimió.

—Cielos, Gumball… me matas.

Sonreí.

—No tanto como tú a mí.

Lleve mis labios a su cuello e hice lo mismo que él había hecho conmigo no hacia mucho, bese, lamí y mordí ese blanquecino cuello, chupe sin pudor alguno y el jadeó tan cerca de mi oído que el simple acontecimiento llevo corrientes eléctricas de placer por mi columna hasta mí hombría. Escuchar ese sonido hizo que me detuviera de mi labor manual, la voz de Marshall, siendo ronca como lo era, sonó tan grave y sensual que sentí un tirón en mí.

Desconcentrado como estaba fui incapaz de seguir en mi tarea, así que Marshall la retomó, yo me volví un cúmulo de jadeos, gemidos y palabras sin significado.

—Tan bueno —pronunció Marshall— no pensé que fueras tan vocal.

Un agarre especialmente apretado en mí me hizo darme cuenta de lo cerca que estaba de mi liberación.

Los movimientos se volvieron más frenéticos y con ellos Marshall se volvió más entregado a la tarea, sus manos grandes cubriendo tanto como podían.

Unos movimientos más y yo estaba hecho, hilos blancos salieron en todas direcciones, manchando el abdomen de Marshall y el mío, muy pocas cayeron en su cama, la mayor parte quedó sobre nosotros

Yo suspiré, tratando de regular mi respiración, apoye mi frente en su hombro, deposite un beso en su cuello.

Sentí los labios de Marshall depositar un suave beso en mi cabeza y suspiré del gustillo que mi orgasmo me había causado.

—Me alegra que estés feliz, pero apreciaría una buena ayuda.

Me alejé de él, no comprendiendo bien que decía, no faltó que preguntara porque el problema era evidentemente grande.

No dije nada, al menos no vocalmente, lleve mis manos hacia su erección y la tomé en mis dos manos, subí y baje lánguidamente, disfrutando del hecho de tenerlo en mis manos y poder disfrutar de él, paseé mis dedos por su punta, apreté y esparcí más de él a su alrededor

En palabras entrecortadas Marshall me hizo saber lo cerca que estaba, con su voz guío mis acciones, diciéndome qué tan rápido lo quería y si deseaba que yo apretara o aflojara más, la cadencia de su voz tan erótica me hizo darme cuenta de que quizá solo en momentos así yo tendría el gozo de escucharla.

Fue especialmente en el momento en que vi más de su brillante esencia salir que dije: —Me gustaría probarte algún día.

Y eso fue todo para él, su liberación fue apagada por mi boca, y no fue que yo me lanzara a besarlo, sino que él me ataco.

Mordió mis labios sin piedad y su lengua arrasó mi cavidad bucal sin contención alguna, un beso salvaje con deje de reclamación me hizo saber lo mucho que esa idea pareció gustarle.

***

Después de terminar esa sesión en la que mi cerebro fue seriamente molido nos limpiamos, Marshall me presto ropa en lo que se lavaba y secaba la que yo había llevado, tomamos un baño, separados porque dijo algo sobre que ese día ya había hecho mucho y después permanecimos acostados un rato sin decir nada, solo dándonos besos y acariciándonos sin reparo alguno.

—Este ha sido el mejor orgasmo de mi corta vida —Dije, Marshall suspiró.

—En serio, ¿Qué clase de paseo diste? —Deposito un beso en mi frente, beso que iba adornado con una sonrisa.

—Ya te dije, fue uno que abrió mi mente.

—Y tu boca también.

Quizá no lo dijo en doble sentido, pero yo lo tomé en ese sentido y dije: —Luego podemos ver que tan abierta me la dejo ese paseo.

El cuerpo de Marshall tembló.

—No me hagas esto, soy débil.

—Oh no, ya vi que tan fuerte y recto puedes ser, cariño —Lo último lo dije con retintín.

Nos echamos a reír después de eso y seguimos así hasta que la secadora anunció la finalización del secado de mi ropa. Me cambié, y Marshall soltó un bufido.

—Mi ropa se te veía tan bien.

—Tan grande, querrás decir.

—No, quise decir exactamente eso.

No tardó en llegar Marceline de quién sabe dónde, para cuando eso sucedió ya era entrada la noche, así que Marshall me acompaño hasta mi casa y entre platicas y risas llegue al portón de esta, donde después de otra platica extensa nos despedimos con un fogoso beso, cortesía de él.

Esto dela desinhibición era la mejor cosa que pude optar, las personas deberían probarlo más seguido.

Causaban orgasmos estrepitosos y novios felices.

Notas finales:

Tarde pero seguro, cualquier cosa que me quieran decir nos leemos en review.

Dejenme decirles que siempre leí sus review, muchas gracias a quienes aún me comentaban, por no perder la fe y por decirme que actualizara.

Le amo.

Lizali12


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).