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"Desde ese día...." por Keizzu Kirokune

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Notas del fanfic:

Esto... Ahmm.. Holi .w.

Si, ya sé que debería estar actualizando el otro Fanfic, ¡Pero las ideas surgen! y yo sólo debo plasmarlas 7u7

 

Bien, primero; no tenía ni idea de cómo Titularlo. Tampoco tenía idea de cómo hacer el resumen. Ah, pero ahí ba Keizzu a hacer su estupidez del día - u -

 

En fin. El fic va estar dividido en Dos (Tal vez tres, pero no creo), partes :33

Así que, sin más, espero que les guste > u < 

¡No olviden comentar por favor! *A* -huye- (?)

"Me gustas muchísimo"

 

¿Nunca te ha pasado que, algunas veces, quisieras ser mujer u hombre respectivamente tu género?

 

 

"O-oye... No es momento ni lugar para decir esas cosas"

 

 

A mí me pasa todo el tiempo.

 

 

"¡P-piénsalo, por favor!"

 

 

Pero... No es que sea homo, sino que, a pesar de que me considero un chico muy heterosexual...

 

 

"Jerome..."

 

"¡Por favor!"

 

 

...a veces tengo mis días gays.

 

Y aquí me encuentro, a un lado de una fuente. No, más bien, dentro de una fuente, junto con este chico... Tan idiota, tan ingenuo, tan diferente, tan lindo y tan... ¡Agh! ¡Soy tan homo! Bueno no. Bueno, un poco. No, no. A mí sólo me gusta un chico... ¿Eso me hace homo? Ya sé. ¡Un pedófilo! ¿Qué Mier...?

Ahh~~ como sea...

 

Muerdo mi labio inferior y lo escucho estornudar. Inmediatamente me acerco a él y lo cubro con mis brazos.

 

 

"¡Idiota, también estás mojado!"

 

"Ah, sí..."

 

 

Este soy yo. Jerome Usher. Dieciocho años, cabello castaño, ojos cafés, me gusta el  skateboard, soy alto y no me gustan los gansos. Gracias.

 

¿Él? Bueno, él... Él no importa. No te quiero contar nada de él. ¿Qué, si también te enamoras de Alec? ¡Ahh, qué idiota! Te he dicho su nombre sin pensar... Bah~ Bueno, se llama Alexander Cohen. Alec, de cariño. Como sólo yo le llamo, cabe destacar. Nadie más tiene el derecho de hacerlo... Bueno, su mamá sí, pero nadie más.

 

Pero no tiene caso que inicie desde aquí. Tendré que regresar un poco el tiempo y llegar donde yo tenía aún dieciséis años. Voy a tener que contarte desde el principio.

 

Del cómo me enamoré de Alexander Cohen.

 

 

 

.::.

Keizzu Kirokune

Presenta:

«Desde ese día…»

Parte 1. …Del cómo me enamoré de Alexander Cohen.

Capítulo I.

No puede ponerse peor.

 

"Hablan los personajes"

'Piensan los personajes'

. (Puntos, significan cambio de lugar o escena; como lo quieran ver)

Advertencias: Narrado en primera persona. 

______________________«•»_______________________

 

 

Estoy sentado en la fuente circular del Standby Mall con ganas de mandarlo todo a un lugar muy, muy lejano. Por no decir otra cosa.

Con unas ganas horribles de gritarle a la gente cosas que ni yo mismo tengo idea.

Los ojos me pican con las lágrimas pero en vez de romper en llanto, (porque sí, un chico también llora), no puedo evitar ver ese anuncio comercial en el que muestran a una mujer sin ninguna imperfección y una piel lisa y blanca, a la par que el eslogan de "Retroceda en el tiempo" se muestra con colores llamativos.

 

No estaría mal. Retroceder el  tiempo y decirle a mi yo más joven muchísimas cosas que quisiera evitar.

Cosas como:

 

En octavo grado, no dejes que Bryan Havens te convenza para ir a una fiesta de chicas de instituto porque vas a terminar liado con el novio de una de ellas.

 

En noveno grado, no te saltes la clase de Educación Física, porque a pesar de que la profesora Lance sea de mayor edad, te puede dar un castigo de los peores de la historia.

 

En segundo de instituto, no le hagas una broma a tú familia por el día de los inocentes de que eres gay. Así evitarás que cada que te vean con un chico te echen miradas acusatorias o que tus primas te pongan en el centro de una discusión para saber si eres "el pasivo" o "el activo".

 

En diciembre, no vayas a aquella "reunión" escolar, en la que sólo van alumnos destructores de hogares, en vez de maestros que apliquen orden, y termines envuelto en un pleito de chicos dos años mayores que posiblemente nunca viste en la vida ni volverás a ver en un futuro.

 

En mayo, no compres aquel oso panda de felpa que ella' tanto quería. Terminarás teniéndolo de vuelta en casa mientras que, cada que quieres deshacerte de él, te mire con tristeza con esos ojos saltones y azules que no hacen más que recordarte tu soledad.

 

Y esto nos lleva a lo más importante de los puntos a evitar.

 

Elianne.

 

Si yo retrocediera en el tiempo, le diría a mi yo de catorce años que nunca en ésta vida ni en otras próximas, se enamorase de Elianne Whalthorne.

 

Es más, que aquellas audiciones a béisbol no tuvieran lugar.

Bueno, tal vez las audiciones sí, pero en el instante en el  que Elianne se acerca a pedirme salir le diría que no.

Que le agradezco la petición pero por ahora no quiero enrollarme con nadie. Que gracias pero no gracias. E irme de ahí sin más. Con mi orgullo como chico en lo alto y sin las lágrimas en mis ojos como en la noche anterior.

 

Escucho mi teléfono vibrar y lo miro de reojo. Tal vez uno de los muchos mensajes de chicas raras que nunca he visto, pidiéndome salir un rato con ellas.

Desde que el chisme de que Elianne y yo habíamos terminado, se corrió por, creo yo, todo el Instituto, estos mensajes no pararon de llegar.

Tan inconscientes... ¿Qué no pueden entender en la inestabilidad emocional por la que estoy pasando al terminar una relación de casi tres años? No puedo salir con nadie ahora. No quiero.

Por cortesía y porque le hace bien a mi humanidad.

 

El teléfono vibra mucho. Pero no le presto atención. Pero este sigue vibra y vibra hasta que a mis espaldas, camina con cautela hacia la orilla de la fuente. Y justo cuando me doy cuenta de ello, suplico en un último momento para que no caiga al agua pero el teléfono decide que porqué no y sólo puedo escuchar un ¡Glup! que emite mi celular al caer y hundirse.

 

Mieeerrrrrrrrda. Esto no podía ser peor.

Me acuesto boca abajo y estiro mi brazo para tratar de conseguir el celular que no-sé-cómo-chuchas pudo llegar hasta allá en unos segundos tan sólo. Mis dedos lo rozan con ligereza, pero mi estupidez hace que cierre mi mano bruscamente y el teléfono recorra más su camino lejos de mí.

 

Aprieto los dientes. Por lo menos nadie conocido está por aquí cerca ¿Verdad?

 

Me levanto muy ligeramente como esas personas que quieren mirar a sus alrededores con discreción y terminan observando a los demás como la chica endemoniada de la película "El exorcista"

 

Admitámoslo, el término 'mira disimuladamente' no funciona para nada.

 

Miro a mi derecha. Libre.

Miro a mi izquierda. Libre.

Miro hacia enfrente. Un perro.

Miro con mucho trabajo hacia atrás. Libre.

 

Bien. Por ahora todo va de acuerdo al plan. Aunque no sé qué plan pero siempre me he querido decir eso.

 

Miro hacia abajo y no veo mi celular. Me asusto. Volteo a todos lados dentro de la fuente y no lo encuentro. Vale, estoy comenzando a creer que mi teléfono tiene patas y camina. (Nada, en éste caso...)

 

¡Ah, lo veo, lo veo!

Un destello gris me guiña a mi derecha, estúpidamente muy lejos de mi alcance. Claro, se trata de mí, ¿Qué esperabas?

 

Me levanto un poco y me muevo hasta donde pueda tomar el celular.

Un poco más... Un poco... Más y... ¡Bingo! Lo tengo.

 

Me levanto inmediatamente y tomo mi celular entre las manos. Chorreante de agua con cloro saliendo de los hoyitos.

 

Ésta mierda ya no sirve ni para ser abono.

 

Algo se refleja en el agua de la fuente que me llama la atención. Una silueta. Y creo que está frente mío. Levanto la vista y me encuentro con, no algo, sino alguien. En el lugar donde estaba el perro café con un collar rojo chillón que me miraba con semblante de este-weon-hace-algo-extraño, había un chico a un lado con un móvil en la mano. Me miraba serio, pero prestando la atención necesaria, tenía una ligera sonrisa divertida.

 

Estaba feliz. Se burlaba. ¡Se burlaba de mí!

 

La vergüenza comenzó a invadir mi cuerpo y a tomar posesión de mis acciones y, con el ceño fruncido y un ligero color en mi rostro, di media vuelta en mi lugar y me senté nuevamente.

 

Me enfoqué en el teléfono. Como todo un niño pequeño, comencé a apretar botones a diestra y siniestra tratando de hacer reaccionar alguno y que la pantalla o bocina dieran señales de vida, pero nada funcionó.

 

Sentí que iba a llorar de nuevo. En ese teléfono venía todo. Mi vida entera estaba ahí. O algo así.

 

Mordí mi labio inferior. Ahora sí, esto no podía ser peor.

 

De un momento a otro siento un ligero toque mojado y frío sobre mi hombro. Pero ya no hay más.

Inmediatamente otro toque regresa. Luego otro, y otro, y otro... Hasta que se convierte en una horrible lluvia.

 

Helada y dolorosa. Como mis sentimientos en ese momento.

 

Otra cosa que le diría y mi yo más joven sería: Nunca en tú vida vuelvas a decir la frase 'Esto no podía ser peor'. Porque créeme, claro que se puede poner peor.

 

Apreté mis manos contra el teléfono entre ellas.

 

Primero una chica que ocupó mi espacio y tiempo casi toda mi vida preparatoria me termina, luego mi teléfono se hace sopa, después un chico se burla de mí, ahora llueve... ... ¡Y ese maldito perro no deja de mirarme!

 

"¿¡Quieres pelea, perro?!"

 

La cosa café de cuatro patas me gruñe y enseña sus colmillos. Posiblemente preparándose para atacar.

 

"¡No, no, era broma! ¡Era broma!"

 

Suspiro. Miro a mi al alrededor. La gente corre y busca un lugar para resguardarse de la lluvia mientras que otros se cubren con un paraguas.

¿Y qué hago yo? Me empapo en una fuente apagada mientras busco peleas con perros callejeros. Típico de un ganador. Y nótese el sarcasmo.

 

Cubro mi rostro con mis manos que a su vez están recargadas en mis piernas.

 

"Soy... Un idiota"

 

"No, eres Jerome"

 

Escucho frente mío. ¿Podrá ser...?

 

¡Elianne!

Levanto mi cabeza muy rápidamente, pero en vez de encontrarme con los ojos azules de Elianne, me encuentro con unos grises; en vez de ver una cabellera castaña y ondulada, me encuentro con una cabecita de cabellos negros, despeinada y mojada; y en vez de la piel ligeramente canela, me encuentro con una tez blanca y sonrojada por el frío.

 

Es el chico que se burlaba de mí hace un rato.

 

Le conozco... creo.

 

"¿Quién eres?"

 

Digo. Más en un suspiro agotado que en otra cosa.

 

"Eso no importa." Me responde. "¿Estás bien?" Él mira mi teléfono.

 

"Ah, sí. De todos modos ya iba a cambiar se celular" Ajá.

 

"No me refiero a eso" Me mira directamente. "Ya sabes... Te ves mal"

 

"Ah, gracias"

 

"¡No, no! Es que... Te ves triste"

 

Abro mis ojos con sorpresa. ¿Se me nota tanto?

 

"Si quieres... Tú puedes decirme lo que pasa y yo... Ya sabes..."

 

Sí, claro... Lo que me faltaba. Que un niño venga a ser mi psicólogo personal y arregle mis problemas. ¿Qué más sigue? ¿Que un tornado arrase con mi hogar y termine huérfano y pobre?

 

"Lo siento por ser tan directo, pero preocúpate de tus propios asuntos" Traté de sonreír.

 

Él notablemente se molestó a lo que frunció el ceño y los labios. Hizo un puchero. Y no pude evitar enternecerme.

 

"¡No me trates como un niño!"

 

Dijo. Yo alcé una ceja. Pero... ¿Qué no era un niño?

 

"¿Qué tú no eres un-?"

 

"¡Tengo quince años!" Me interrumpió.

 

"¡Eres un niño!" Claro, lo dice el adulto de dieciséis.

 

"¡No lo soy! Soy bastante maduro a pesar de mi edad"

 

Hizo un puchero nuevamente. ¡Pero si era todo un bebé! En el buen sentido claro. Todas sus acciones y gestos  derrochaban ternura. Sonreí.

 

"Claro que sí." Me levanté de mi lugar y despeiné sus cabellos aún más. Ah, lo olvidaba. Estaba lloviendo y yo empapado. Los dos.

 

"Adiós" dije finalmente y me despedí con la mano. Pero me detuve inmediatamente al sentir un cosquilleo terrible en mi nariz. "Ah... Ah..."

 

"¿Q-que pasa? ¿Te duele algo, Jerome?" El chico llegó corriendo y me miró.

 

Me cubrí la nariz y la boca y entrecerré los ojos. Como alguien que no quiere la cosa, y di dos pasos hacia atrás.

 

"Ah... Ah..." Bueno, si esto no se lee con la sintaxis correcta, alguien podría malentender esto con sonidos pervertidos.

 

"¿J-Jerome...?"

 

"¡Achuu!" Froté mi nariz un poco y sentí un leve mareo. Mierda, iba a enfermarme de gripa. Odio enfermarme de gripa. "L-lo siento... No es nada, sólo... Estornudé" Sniff~ Sniff~ "Será mejor que tú vayas a-"

 

Di un leve pasó hacia atrás al sentir su peso tan ligero y tan repentino. Me rodeó con ambos brazos y hundió su cabeza en mi pecho. O al menos trató.

 

"Te cuidaré"

 

"¡También estás mojado!"

 

"Ah, perdón. Se esfumó ese hecho por unos segundos..."

 

Me miró a la cara, desde abajo, aún sin soltarse de mí. Y luego sonrió.

Las pequeñas gotitas de lluvia, que ahora era más calmada y soportable, caían sobre su rostro pero él seguía mirándome sonriente. Hasta que una de esas gotitas cayó en uno de sus ojos. Sus grandes y grises ojos.

Cerró uno de ellos con molestia y suspiré entre una sonrisa. Puede tener quince, pero es tal como un niño de diez.

 

Limpié sus ojos con mi pulgar y luego le sonreí. Todo esto y aún no me soltaba.

Bueno, el chico no parecía tan malo después de todo...

 

"Ven conmigo" Le ofrecí.

 

Él se ruborizó al instante y se separó de mí de un salto. "¡S-sólo tengo quince!"

 

Golpeé su cabeza y me avergoncé. "¡No me refiero a eso, idiota!" Miré a mí alrededor y con la vista encontré el lugar que buscaba. "¿Ves ese lugar? Vamos ahí"

 

Miró en dirección donde yo señalaba y sus ojos se llenaron de un brillo único.

 

"¡Sí!"

 

.

.

 

"¿Has terminado ya?"

 

"Ah... Sí, pero... ¿De veras esto está bien?"

 

"Claro. Si yo mismo te la di es por algo"

 

"Listo. Puedes abrirme"

 

Abrí la puerta del autoservicio y de ahí él salió. Con mi sudadera puesta.

A lo que a mí me respectaba, esa cosa me quedaba a la medida. Es gracioso porque a él le quedaba enorme, pero al menos estaba seco.

Se veía... Muy, muy gracioso. Era lindo.

 

"¡P-pero tú sigues mojado! Te enfermarás y yo me sentiré mal"

 

Le despeiné los cabellos y sonreí. "Qué considerado, pero gracias. Estaré bien." Supongo. "Además, a los chicos grandes no les afecta el agua" Traté de bromear.

 

Pero él, aun así, miró el suelo abatido. Como sí creyera que con sólo resfriarme estuviera a punto de morir.

 

"Venga ya, ¿Quieres comer algo?"

 

Claro, después de todo estábamos en un restaurante.

 

"¡S...!" Se quedó a media contestación y luego miró el suelo otra vez. "¿De veras... Está bien esto? ¿No crees que soy egoísta?"

 

Estoy seguro que si él fuera mi hermano menor, lo mimaría tanto por ser tan tierno. Pero en vez de un hermanito menor, tengo a una loca friki, amante de las chucherías gays. Bueno, una loca a quién quiero pero que a veces me saca de quicio.

 

"¿Te lo estoy pidiendo yo, no? No serás tan cruel como para dejarme aquí sólo, ¿Verdad?"

 

"¡N-no lo haría!"

 

"Entonces dime que sí y ya"

 

Caminé hasta la barra en donde aguardaba una mujer de entre los treinta años que sonrió, al yo acercarme.

 

Eché un vistazo hacia atrás y noté que el chico se había quedado frente el autoservicio mientras miraba temeroso a las demás personas.

 

"Lo siento, ahora vuelvo"

 

Caminé hacia donde el chico y entonces me miró.

 

"¿Qué pasa, por qué no vienes?"

 

Él miró hacia su derecha, a un lado en particular pero lo pasé de largo. Tal vez a él no le gustaban los lugares con mucha gente.

 

Caminé un poco hacia el frente, pero él no me siguió.

Le extendí mi mano y sonreí.

 

"Está bien, en serio. Ven conmigo"

 

Me miraba sorprendido pero a su alrededor miraba con miedo. No comprendía por qué.

 

"¿Quieres que nos vayamos?"

 

"¡No!" Hizo una pausa. "No... Está bien" Tomó mi mano y sonrió un poco. "Vamos..."

 

Lo miré un poco preocupado y comencé a dudar de mi decisión.

Tal vez no le hubiera obligado a venir aquí.

 

.

.

 

Salimos del restaurante y al menos ahora todo parecía normal.

Adentro, traté de iniciar un tema de conversación y aunque al inicio me costó mucho trabajo, cuando él tomó confianza no paró de hablar y de reír.

 

Era gracioso y por más infantil que fuera su plática, me hacía reír de vez en cuando.

También tenía sus lados serios pero inmediatamente comenzaba a sonreír. Era agradable estar con él.

 

Se llama Alexander Cohen. Tiene quince años y no tiene hermanos, aunque ahora su madre espera a un bebé. Él quiere que sea una chica. Que yo creo que no es muy bueno que digamos pero en fin.

No le gustan mucho los caramelos pero adora la vainilla dulce.

Su color favorito es el rojo y el negro porque le recuerda a un gato negro de ojos rojos que solía cuidar a los once años.

 

Alexander no viste como un chico normal. Es más bien... No sé.

Como una dark lolita, versión chico... ¿Cómo se le llama a eso? Bah~ le preguntaré a Lilian -mi hermana menor- acerca de eso. Seguro ella sabe.

 

"Jerome..."

 

"¿Sí?"

 

"Nada, sólo quería decir tú nombre"

 

Qué chico más raro. Diciendo mi nombre sin razón. Lo que me recuerda...

 

"Alexander, ¿Cómo es que sabías mi nombre?"

 

Su cuerpo se tensó por completo al igual que se detuvo por el comentario. Luego miró el suelo con vergüenza.

 

"¿Estás bien? Pareciera que viste algo malo"

 

"¡Ah, no! Estoy bien... ¿Q-qué decías?"

 

No me miraba a los ojos y parecía realmente avergonzado.

 

"Yo preguntaba... Que cómo sabías mi nombre sí nunca nos hemos visto antes... ¿O sí?"

 

Él se encogió de hombros lentamente y miró a la izquierda. Puso su mano en un puño y la subió a la altura de su boca. Como queriendo cubrir su rostro.

 

"Y-yo... Me voy sólo desde aquí, ¿Vale? ¡Gracias por todo, adiós!"

 

Se apresuró a decir y caminó hacia atrás. Creo que hasta trató correr. Pero como el buen idiota que soy le detuve de un brazo y me miró asustado. Inmediatamente lo solté, no quería llamar la atención de alguien y que me tomaran por un pedófilo violador de... Niños lolita. O lo que sea que fuera Alexander.

 

"Lo siento, en serio. No quería asustarte. Sí no puedes decírmelo, por mí vale. No tienes porqué obligarte a hacerlo"

 

Alexander abrió un tanto sus ojos y reaccionó todo lo contrario a lo que yo esperaba.

 

"Sí, me has asustado" Miró él suelo. "Ahora te tengo miedo"

 

¿Eh? ¿Qué es ésto?

 

"Ale-..."

 

"Adiós"

 

Alexander se alejó corriendo despavorido... Como una gacela en desgracia. Levanté una ceja sin comprender la situación. Todo había pasado tan rápido que ni yo mismo entendía el porqué pasó todo.

Me llevé una mano al cabello y bufé un tanto molesto mientras miraba la esquina en la que Alexander había doblado.

 

Algo...

Algo estaba mal. Pero no sabía con certeza qué era. Mordí mi labio inferior y di media vuelta sin mirar atrás otra vez.

 

Éste sentir no me gustaba en absoluto. Es más, nunca antes lo había sentido y por lo tanto no sé cómo describirlo.

 

Caminé derecho hacia casa.

Fuera como fuera, ésta era la primera vez que me encontraba con ese chico.

 

Y francamente, en ese momento, deseaba que fuera la última.

 

.::.

Notas finales:

¡Gracias a todos por leer! 

Si tienen dudas, comenatrios, sugerencias, abucheos 7u7 En fin, eso (?), Todo en un Review!

 

¡Graciaaaaas! (Otra vez - u -) -huye rodando-


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