“Otra vez esta escena…
Entró a tu cuarto y estás sentado sobre la cama. El gran ventanal abierto, deja que la luz de la luna llena ilumine y bañe tu increíble cuerpo desnudo. Me miras ferozmente y me dices –Desnúdate y ven acá- Siempre me llamas para esto.
Mi quitó la ropa mientras me acerco. No puedo negarme, porque yo también te deseo… Me tiras bruscamente a la cama y comienzas a tocar y lamer mi piel.
Mientras mi cuerpo hierve con cada toque, recuerdo la primera vez que lo hicimos. Aquella noche, hace ya un año, también había una llena y me devoraste salvajemente igual que las noches que le siguieron. Cuando desperté en la mañana, te vi sentado juntó a mí y me dijiste –Follar contigo, es lo mejor- Desde ese día, me convertí en tu juguete.
Mi cuerpo se estremece al sentir tu lengua y, al mismo tiempo, mi corazón duele… Te deseo y amo locamente desde que nos conocimos. Cuando me encontré con tu mirada de fuego, quedé atrapado en aquella profunda ira y no pude alejare de ti.
¡¡Aaaaaaahh!! Mi cuerpo se quema cada vez que entra en el. Una y otra vez me embistes con fuerza y muerdes mi cuello hasta hacerlo sangrar. Tu abdomen roza la punta de mi falo y siento que me correré en cualquier momento. No puedo calmar mis latidos ni mi respiración. Estoy a punto de llegar al clímax por primera vez esta noche.
Al ver el semen sobre mi vientre y el tuyo, sonríes altanero y me llenas de frases despectivas. Pero para mí, son tan eróticas que me vuelven a encender. Lo sé ¡Soy un maldito masoquista! Eso lo supe desde que me enamoré de ti…
Mi cuerpo se siente débil ¿Cuántas veces me he corrido ya? No lo sé y no me importa. Mientras me sigas tocando, volveré a excitarme. La lujuria de mi cuerpo solo la enciendes tú. Tu, quien desprecia a todo el mundo y nunca sentirá amor. Tú, que aunque estés junto a mí, sigues siendo inalcanzable. Tu, que solo me vez como un juguete y que cuando te aburras o encuentres uno mejor, me tirará sin dudarlo…
Mi conciencia ya comienza a perderse y por fin puedo escuchar aquel sublime sonido. Aquel gemido ronco que sale de tu garganta cuando terminas satisfecho. Cuando tu libido se calma y puedo desvanecerme…
Mañana cuando despierte, ya no estarás. La única vez que te quedaste junto a mí, fue la primera y además, nunca me has besado ¡Ja ja! Estos estúpidos pensamientos siempre vienen a mi mente antes de desmayarme…”
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“Otra vez esta escena…
Cierras la puerta tras de ti y me miras fijamente sin decir nada. Ya sabes para que te llamé y te invito a acercarte diciendo –Desnúdate y ven acá- Me obedeces de inmediato y te observo mientras caminas y te desases de la ropa.
Cuando te tengo cerca y veo tu cuerpo bañado por la luz de la luna llena, pierdo el control y te devoro salvajemente. Tu alvina y suave piel es mi ambrosia. Tu rostro sonrojado y el sonido de tus jadeos son mi adicción. Quiero que tu corazón se acelere, quiero que no puedas respirar, quiero que todo el mundo sepa que solo me perteneces a mí… porque eres mío…
La primera vez que lo hicimos, supe lo que era el éxtasis. Por fin pude tener entre mis brazos a quien siempre había deseado. Te desee desde el momento en que sentí tu mirada platinada sobre mí. Tu hermoso rostro, tu delineado cuerpo y tú confiada sonrisa… lo deseo todo…
¡¡Aaaaaaahh!! Siento tu cuerpo arder cada vez que entro en ti. Me lamo los labios y muerdo tu cuello para embriagarme con el sabor metálico de tu sangre. Esta es la marca que dice que me perteneces. La he dejado desde la primera vez y la seguiré dejando hasta que muera.
Terminas por primera vez esta noche y no puedo evitar sonreír al sentir el líquido cliente manchar mi cuerpo. Te hablo burlona y suciamente porque sé que te gusta y te sigo embistiendo porque sé que no estás satisfecho ¡Eres un maldito masoquista! Y yo soy el bastardo sádico que te ama...
¿Cuántas veces ya te has corrido? ¿Y cuántas veces ya e llenado tu interior con mi semen? No importa las veces que hayan sido, siempre querré volver a hacerlo. Mi lujuria solo la enciende tu cuerpo y quiero que la tuya, solo se encienda con el mío. Deséame solo a mí, ámame solo a mi… quédate siempre conmigo…
Termino por última vez esta noche. Tu rostro demuestra tu cansancio y cierras lentamente tus ojos de plata. Salgo de tu interior y te miró dormir mientras acaricio tu largo y sedoso cabello… la prueba de tu promesa. Beso la punta de un mechón de tus hebras platinadas y cubro tu cuerpo del viento frio que comenzó a soplar.
Me levantó a cerrar el ventanal y vuelvo a la cama junto a ti…”
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-Sabía que no estarías- al despertar, el espadachín miro el lado vacío de la cama y estiró el brazo para abrazar a la nada –Xanxus…-
-Por fin despiertas, basura- el moreno se acercaba a la cama dejándolo sorprendido. Llevaba una pequeña toalla cubriendo sus caderas y otra en su cabeza cubriéndole el cabello –Ya es mas de mediodía-
El espadachín se sentó con dificultad y el moreno se sentó en la orilla de la cama a su lado –¿Qué haces aquí?- el moreno lo miró de reojo –Normalmente no estás cuando despierto-
El moreno se quitó la tolla de la cabeza dejando ver su desordenado cabello negro –Dame tu mano izquierda- le estiró la mano y el espadachín puso la suya sobre ella. El moreno le puso en el dedo medio una argolla de platino que tenia grabado “Xanxus y Squalo” en dorado. El espadachín lo miró estupefacto e interrogante –Yo llevó la misma- el moreno levantó su mano izquierda para mostrarle la argolla.
El espadachín se sonrojó -¿Po… por qué?...- su corazón se aceleró nervioso.
El moreno se acercó mientras entrelazaba sus dedos con los de la mano del espadachín que aun no soltaba y lo besó. Los ojos plateados de abrieron sorprendidos y se ruborizó. Aquel simple toque de labios, hizo que su respiración se detuviera por unos instantes. El moreno separó sus bocas y lo abrazó –Feliz aniversario-
Al escuchar esa frase, que jamás en la vida espero, cerca de su oído, el espadachín sintió como su alma gritaba de alegría y le devolvió el abrazo. No sabía que decir, solo quería disfrutar de ese breve momento.
Se separaron y el moreno se levantó –Ahora levántate o me iré comer y te dejare aquí ¡Estúpido tiburón!-
-¡Vooooiii! ¡Primero me tengo que bañar!-
-¡Entonces hazlo, imbécil!- el moreno le tiró una toalla e iniciaron una de sus comunes discusiones.
Fin.