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El encantador de perros por HeartBreakerGirl

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Notas del fanfic:

Este es un regalo para una amiga querida ^^

Notas del capitulo:

¡Hola! ^^ 

Siendo sábado y las 12:42 a.m. subo este two-shot. Este surgió como un regalo por el aniversario de mi amiga GTOP is real. Ella no me dijo cuando fue la fecha exacta de su aniversario y ya que la uni la tiene ocupada, me enteré tarde. Sin embargo hice este escrito GTOP para ella. Originalmente creía que sería one-shot, pero debido a que mis musas se pusieron demasiado creativas... pues lo tuve que partir en dos. Es que mis calculos salían 12 mil a 14 mil palabras y no quería cansarles hahhah .____.

Sé que ella cuando lo lea brincará de alegría. Yo sé la razón hahahh Espero que les guste esta mini-historia que lo hice con todo el amor del mundo <3

¡Enjoy! ^^

 

 

"Admitamos que la primera vez se ofende por ignorancia;

 pero creamos que la segunda suele ser por villanía."

 

 José Ingenieros.

 

Desde que tenía  uso de la percepción de las cosas, Kwon Ji Yong nunca había entendido que era lo que tenía para que los animales le suelan seguir por todos lados. Él no veía que fuera una persona especial. Era común y corriente como el resto de los siete mil millones de personas que conformaban el planeta Tierra. Bueno, no todos eran corrientes y algunos eran especiales, de cualquier forma… él no se veía con ese tipo de ojos. Solo era un chico común, con una vida común y con un trabajo común. Lo último podría ser cambiable, ya que estaba en vías de seguir sus sueños mediante la meta que se había trazado. Sin querer, con más fuerza, agarró la guitarra que tenía en su mano derecha y una sonrisa victoriosa, de forma inconsciente, se le formó en su rostro. Miró fijamente hacia al frente y siguió su camino. No necesitaba voltearse o mirar a sus costados, sabía perfectamente que una jauría de perros se encontraba al lado o atrás de él. Llevaba diez años acostumbrándose a ello, no le producía ni un atisbo de extrañeza por ningún lado. Tenía plena consciencia que quizá daba apariencia de una persona en medio de gran séquito de guardianes y no le importaba mucho ello, además que conocía a cada uno de los canes e inevitablemente se había terminado encariñando con cada uno de ellos. Como estaba en medio del parque pudo divisar que algunas personas se corrían para darle pase, ya sea por temor o amabilidad lo hacían. Sabía que llegaba tarde a Moderatto y que probablemente le esperaba una muy buena gritada, sin embargo a pesar de todo eso se dio el lujo de sentarse en la banca más próxima que encontró. Le divirtió ver a todos canes sentaditos en cuatro patas esperando que él hablase. Rió por lo bajo, no lo pudo resistir. Parecía una escena de película. Un ladrido le un cocker spaniel le hizo un reír un poco más.

-¿Así que sabes qué estoy pensando Charlie?- le preguntó con diversión. Al instante recibió nuevamente un ladrido en respuesta- Se están portando bien, ¿cierto? Nada de travesuras- arqueó una ceja- Gaho no estás peleando con Jolie, ¿verdad?- un ladrido de un sharpei macho de color canela se escuchó mientras la hembra movía la cola alegremente- Hasta ahí vamos bien. Su líder me tiene confirmar y Sam, no hagas trampa. ¿Todos se portaron bien?- un ladrido de otro cocker spaniel con el pelaje más claro fue capaz de responderle- ¿Dónde está Milk? No la veo- preguntó dándose cuenta de la falta de la husky siberiano hembra- Esperen falta Jack….- tampoco veía al labrador retriever crema por ahí- ¿Se fue a buscarlo?

Esta vez Jolie se encargó de arrimarse a sus pies y refregarse en ellos, dándole la respuesta. Ji Yong no pudo evitar acariciarla con cariño, una sonrisa dulce se plasmó en su rostro debido a la ternura del animal. Se dio el lujo de acariciarlos a cada uno de ellos. Aquellos perros eran callejeros, no tenían dónde vivir. Lo bueno que no causaban disturbios en la urbanización dónde vivía Ji Yong. Él, encantado se quedaría con todos, lamentablemente no todos entraban en la casa que había heredado de sus padres. Su hogar no era una mansión, pero si era los suficientemente grande y acogedora, lo último se debía al gusto impecable de su madre. Lo reconocía. Además tampoco tenía tiempo para cuidar de todos por más que quisiera. Aquellos animales siempre lo cuidaban y por ello se sentía apegado a ellos. Permitía que durmieran en el jardín delantero de su casa y ellos eran felices. Vivían rondando por la cuadra durante todo el día, parecían un equipo y daba un poco de gracia. Estaba pensando seriamente en buscar un albergue para ellos o construirlo, pero tenía que organizarse bien. Incluso les daba comida cuando comía. No es que fuese necesariamente rico o millonario, pero su amor por ellos les daba por compartir lo que tenía. Era regularmente acomodado, de vez en cuando se podía permitir cosas.

-Ojalá pudiera adoptarlos- suspiró al terminar la oración. Luego cambió su semblante- Han sido buenos chicos. Se merecen un premio- él no perdía la sonrisa hasta que escuchó unos ladridos a lo lejos. Reconoció perfectamente quienes eran, ladeó su cabeza y observó con satisfacción que dos grandes perros a lo lejos corrían a modo de carrera hacia él- Parece que Milk y Jack decidieron honrarnos con su presencia.

Ji Yong descolgó la mochila de su hombro y la puso al lado de él. Abrió el cierre con cuidado, rebuscó un poco y sacó una bolsa de tamaño grande. Era comida para perros. Le hizo un hueco, pues la había comprado el día anterior, vio con el rabillo de su ojo que faltaba poco para que llegasen los dos canes restantes y los que tenía al frente se acercaban sigilosamente.

-Quietos. Si no… nada de comida. Lo saben- les regañó. No era necesario verlos. Pudo ver que le obedecieron.

Las miradas ansiosas de los animales era algo tierno para él y a la vez le rompía el corazón. Decidió respirar hondamente y voltearse para mirarles frente a frente. Al mismo tiempo llegaban Milk y Jack.

-¿Ustedes huelen la comida, a que no?- arqueó una ceja y trató duramente de no reírse, pero no pudo cumplir su objetivo pues Milk le miraba con una carita inocente- ¿Qué voy hacer con ustedes?- entre risas habló- Nadie quita la comida del otro y respeten sus espacios como siempre. Ya lo saben.

Todos estaban tranquilos, sabía que tenían ganas de saltar encima de él y apreciaba que le obedecieran. No sabía que tenía, pero era un hecho insólito para él que los animales sin chistar siguieran sus palabras, como si le entendieran y aquello, siendo él sincero, le fascinaba.

-A ver…. Primero Jolie- se agachó y se acercó a ella. Echó al suelo un buen puñado de galletas, las suficientes para ella. Él era justo. Le acarició un poco su cabeza y luego dejó que comiera- Disfrútalo- Ahora…Gaho- como se encontraba al lado y también era de los más pequeños, es por eso que tomó esa elección- Come bien, ¿sí?- sus ojos brillaron al ver con el gusto que lo comía, no se apuraba y eso le gustaba- Charlie….- al cockier spaniel le dio la cantidad generosa que se merecía. Este en respuesta y siendo una sorpresa para él, aprovechando que estaba de cuclillas le lamió un poco el rostro. Ji Yong se rió por lo repentino del acto- ¡Heyy… chico malo!- en tono bromista le regañó- Ven Sam… toma esto. Sé que te gustará- sirvió su porción al can y tranquilamente empezó a comer- ¡¡Qué lindo chico!! – lo elogió, luego caminó, en la misma posición, hacia su lado izquierdo- Milk, ven. ¿Dónde habrán estado?- hizo lo mismo que los demás y le sirvió, se le notaba muy alegre- ¡¡Estás de buen humor, eh!! Está bien, me apiadaré de ti, Jack. Ten. ¡Provecho!- había notado que el perro se moría esperando la comida- Bien creo que ya hice mi buena acción- se paró de un solo impulso.

Vio con agrado como todos comían con diligencia sin altercados entre ellos. Guardó rápidamente la bolsa en su mochila. Se cruzó de brazos y vio su reloj.  Sus ojos se abrieron como un ciervo asustado.

-¡Mierda! ¡¡Estoy demasiado tarde!!- dio un último vistazo a los animales, estos lo miraban con curiosidad y luego retomaron su comida. En un santiamén se puso su mochila al hombro y cogió su guitarra- Pórtense bien, ¿de acuerdo? ¡Bye!

Y salió embalado como si fuera la mismísima antorcha humana. Parecía un loco de atar saliendo del parque a una velocidad extrema, pero lo curioso era que los viandantes que pasaban por su camino pudieron ver su rostro alegre de felicidad. Algunos habían escuchado su grito y no entendía qué era lo que le hacía feliz. Bueno… a veces había gente extraña en el mundo y siguieron su camino como día a día.

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-¡¡Seung, hijo ayuda con esta caja!!

Una mujer elegante y bella, llevaba una caja en manos. La etiqueta de frágil se podía ver en ella. El pelinegro estaba mirando con las manos en sus bolsillos como los de mudanza entraban las cosas a su nueva casa, cortesía de sus padres. Era una mansión blanca y sostificada, le gustaba. Sin embargo él era de ambientes más pequeños y acogedores, sin perder el buen gusto por supuesto. Al escuchar la voz de su queridísima madre, volteó a verla dándole una sonrisa y en pocos segundos caminó hacia ella.

-Mamá, ¿qué haces con esta caja?- le preguntó curioso agarrándola en el proceso.

-Lo traje en el carro, cariño. Es muy especial para mí. No me iba a arriesgar a que pudiera sufrir algún daño- le explicó.

-Mamá, ¿sabes que ellos son los mejores en cosas de mudanza en el país, no?-había diversión en su tono de voz. A veces su madre era demasiado precavida y eso le hacía gracia.

-Lo sé, pero nunca está de más prevenir las cosas- sabía que su hijo se estaba divirtiendo a su costa, por lo que le jaló el cachete de manera especial.

-¡Ayyy… mamá, duele!- se quejó Seung Hyun. Podía sentir que su mejilla izquierda ardía. No podía sobarse la zona afectada a su gusto porque estaba sosteniendo la caja- ¡Te aprovechas!-rió entre dientes.

-Lo que digas…- la señora Choi empezó a empujarle hacia adentro- Deja esa caja y serás libre, ¿de acuerdo?

-Está bien. Puedo ir por mis propios pies, mamá. Soy adulto, ¿recuerdas?- arqueó una ceja para mostrarse serio. Muy lejos de producirle ese efecto, la señora Choi solo rió en respuesta.

-Lo sé. Lo sé.

-Es bueno saberlo, mamá- le respondió.

Silbando una melodía alegre Seung Hyun entró a su nuevo hogar. Podía ver que todo estaba patas arribas, pero sabía que al final del día todo estaría arreglado en su lugar. No lo decía por presumir, es que era un hecho que la gente del servicio y la compañía se iban a encargar de ello. Sus padres tenían buena posición social, algo que le hacía sentirse agradecido y afortunado. Felizmente podía decir que pese a las riquezas, ellos conservaban su humidad y podían relacionarse con cualquier tipo de gente, incluso se llevaban bien con ellos. Siempre sus padres le habían dicho que la familia era lo más importante y él les daba totalmente la razón. Subió los peldaños de las escaleras con cuidado y se dirigió a la habitación de sus progenitores, lo sabía porque la semana anterior acompañó a su madre para cerrar el trato. No tardó mucho en llegar y dejó la caja en la cama. Le parecía un lugar seguro. Sintiéndose bien consigo mismo se retiró del lugar.

Bajó las escaleras rápidamente. La idea de su madre no había sido nada mala. La semana pasada no había tenido la oportunidad de recorrer el barrio y aprovechando la mudanza era un momento propicio para hacerlo. Una vez estando fuera del jardín delantero de la mansión, ubicó a su madre con la mirada y le gritó.

-¡Ya vuelvo mamá!- su madre estaba hablando con uno de los de servicio de mudanza.

-¡Cuídate!

Fue lo último que le escuchó decir antes de salir a pasos apresurados de la propiedad. Llegó a la acera y lo primero que vio es que a un poco más allá había un parque. Caminar un poco y luego admirar la naturaleza, era una buena opción. Así que con ánimos positivos y enérgicos pasos anduvo hasta que llegó al lugar, por el caminó notó que algunos curiosos le miraban. Se sentía incómodo no le gustaba ser observado por la gente, lo más seguro era porque como era un nuevo vecino… la gente quería saber quién era. Obviando aquellos momentos, podía decirse que llegó a salvo al parque y si ningún percance. Decidió sentarse en una de las bancas. Observaría un poco a las personas y luego iría a comer por algún lugar. Estaba contento con sus planes. Iba a escuchar música con sus audífonos, los había sacado hace unos minutos, cuando algo captó totalmente su atención.

Un chico de contextura delgada, de piel fina y cremosa, con facciones delicadas, pero con un estilo de vestir fuerte apareció ante su vista. Estaba vestido con unos jeans raídos, polo blanco y una casaca de cuero negra. Su cabello era castaño con unos pequeños tintes de azul. El aspecto en general de ese muchacho era encantador, reconocía que le gustaba y era único. No obstante, eso era lo de menos en cuánto a llamar su atención. Era la singular compañía que llevaba, lo que le hacía destacar más de lo que por sí ya lo hacía. Como si no fuese suficiente su peculiar forma de vestir, algo había sucedido y decidido que tenía que destacar más de lo normal. Era una escena tan irreal y a la vez le encontraba sentido, que al ver que sus pensamientos eran contradictorios se echó a reír en voz baja. A veces no entendía a esa cabeza suya. Vio como se sentaba a un par de bancas de él y siguió observándolo con más tranquilidad. Algo en aquel muchacho hacía que no pudiese despegar su vista de él, tenía la impresión que en su aura tenía algo que le provocaba mucha curiosidad. Podía ver que los perros le obedecían y le tenían respeto, no había otra forma de explicar cómo estaban sentaditos frente a él. ¿Tantos perros tenía? ¿Cómo les mantenía? Era una de las tantas preguntas que rondaba por su cabeza y es más parecía que no había notado que él estaba ahí. No es que le urgiera que le prestase atención ni nada de eso, pero era increíble la concentración que tenía con esos canes. Se sorprendió más cuando lo escuchó hablar. Estaba cerca y al poseer un sentido auditivo agudo podía escucharlo sin problemas. No sin antes oír que uno de los perros le daba un ladrido.

-¿Así que sabes qué estoy pensando Charlie?

Su voz se escuchaba muy bien. No era tan chillona o muy baja, tenía el tono de voz suficiente. Era agradable de oírla y suave. Incluso su risa lo era. Al parecer le gustaba hablar con los perros.

- Se están portando bien, ¿cierto? Nada de travesuras. Gaho no estás peleando con Jolie

Lo más insólito era que le respondían con ladridos o con el lenguaje corporal canino. Es como si los tuviera adiestrados. Era impresionante. Lo admitía.

 -Hasta ahí vamos bien. Su líder me tiene confirmar y Sam, no hagas trampa. ¿Todos se portaron bien? ¿Dónde está Milk? No la veo. Esperen falta Jack. ¿Se fue a buscarlo?

Vio que la sharpei se arrimaba a sus pies. Se notaba a leguas que les tenía cariño a todos aquellos animales. Podía ver que los acariciaba a cada uno de ellos.

-Ojalá pudiera adoptarlos.

¡Ahhh… no eran de él! ¡Duda resulta!

 -Han sido buenos chicos. Se merecen un premio

¿Premio? ¿De qué estaba hablando? Ahora estaba más curioso sobre aquel chico. Desvió un momento su mirada al ver que otros dos perros ladraban a una distancia considerable.

 

- Parece que Milk y Jack decidieron honrarnos con su presencia.

OK. Él también conocía a esos perros. ¿Qué diablos estaba pasando ahí? ¿Por qué era el único que  le parecía raro todo esto? La situación se tornó más extraña de lo normal cuando aquel chico sacó una bolsa de comida de su mochila.

-Quietos. Si no… nada de comida. Lo saben- escuchó que les regañaba.

Pudo ver que los perros que faltaban no tardaban de llegar. Le gustó la belleza de la husky siberiano.

-¿Ustedes huelen la comida, a que no? ¿Qué voy hacer con ustedes? Nadie quita la comida del otro y respeten sus espacios como siempre. Ya lo saben.

El chico se agachó e intuyó que era para darles comida. No había que ser genio para eso.

-A ver…. Primero Jolie. Disfrútalo- Ahora…Gaho. Come bien, ¿sí? Charlie….

El cockier spaniel era juguetón por lo que podía ver y le agradó su personalidad. Que le lamiera un poco el rostro era divertido. Sonrió ante la escena.

 - ¡Heyy… chico malo!- estaba regañando a Charlie- Ven Sam… toma esto. Sé que te gustará ¡¡Qué lindo chico!! Milk, ven. ¿Dónde habrán estado?  ¡¡Estás de buen humor, eh!! Está bien, me apiadaré de ti, Jack. Ten. ¡Provecho! Bien creo que ya hice mi buena acción.

¿La verdad? Es que las últimas palabras de ese muchacho eran ciertas. Había hecho una buena acción y no se cansaba de decir en su mente, que hacía que su curiosidad hacia él, se acrecentara más.

-¡Mierda! ¡¡Estoy demasiado tarde!! Pórtense bien, ¿de acuerdo? ¡Bye!

Pasó de largo por su lugar y ni siquiera reparó en él. Pudo ver su sonrisa más de cerca y constató que era bella, pero aquello no era todo. Era la cara de felicidad pese a que llegaba a cuál sea su reunión que tenía. Demasiado raro era aquel chico y no supo la razón, pero tuvo claro que le gustaría conocerlo más. La pregunta era… ¿viviría cerca de su casa? Esperaba que sí. Hasta que se diluyó su imagen trasera de aquel muchacho corriendo y perdiéndose entre la gente, no se fue de ahí.

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El rasposo ruido de una  puerta se escuchó en el local. Las personas que se encontraban ahí, sabían quién era el causante de ello. No atendían en las mañanas solo por las noches, pero debido a que estaban en el último año de la universidad solo se presentaban los viernes y fines de semana. Una de las personas que se encontraban en la habitación se encontraba echando chispas por sus oídos. Él lo sabía, los demás lo sabían y Ji Yong lo sabía. Este último esperaba que no le ahorcaran demasiado. Por más que sea líder, reconocía que era irresponsable por darse el lujo de llegar a esas horas. Pero… ¿qué esperaban? No podía dejar a los animales sin comer. Aunque sabía perfectamente que si daba esa excusa y por más que su mejor amigo le gustara los animales, lo iba aniquilar más si era posible. No disminuyó su modo de andar, tenía que mostrarse seguro por más que caminase hacia la guillotina, él tenía orgullo ante todo.

-¡¿SE PUEDE SABER POR QUÉ LLEGAS 1 HORA DESPUÉS?!-un grito desaforado y aterrador retumbó en las paredes.

-Hyung… cálmate- decía un rubio nervioso. Tratando de armonizar la situación.

-¡¿OH, DE VERDAD?!- elevando más su tono de su voz y si bien, era sarcasmo le respondió a su amigo. El rubio se estremeció.

-El despertador no me avisó a tiempo, Young Bae- explicó Ji Yong, lo más sereno que pudo aparentar. ¿Se merecía el regaño? Sí y no es que le tuviera miedo a su mejor amigo, si no que odiaba escucharlo gritar. Le asordaba  completamente los oídos- Creo que mi reloj está atrasado.

Young Bae suspiró fuertemente, como si así pudiese librarse de la jaqueca que tenía. Para él era importante la presentación del sábado. Tenía el conocimiento de que varios cazatalentos de distintas disqueras vendrían a Moderatto ese día. Era una suerte que el dueño del local, fuera el hijo de Dong Wook, un recién graduado de la universidad que era amigo de todos ellos. Le debían mucho y gracias a él, era que eran conocidos un poco. Young Bae, además de ser el pianista del grupo también era el manager, entonces… se encontraba estresado. A pesar que no le gustaba controlar a la gente por una vez en su vida, había asumido el reto de llevar a una banda a ser reconocidos. Ellos no eran una banda de garaje que tocarían ahí hasta el final de sus días. ¡No! Ellos aspiraban a más. Eran ambiciosos en ese aspecto y querían llevar su música alrededor del mundo.

-¿Sabes qué a final de año podemos entrar en el Rock in Japan Festival, no?- Young Bae bajó el tono de voz por fin.

-Lo sé, Bae. Aunque seamos conocidos por estos lares, recuerda que aún no tenemos discográfica. Sabes que ese festival no entran a cantar cualquier tipo de banda. Tienen que ser reconocidas y avaladas- razonó Ji Yong. No es que fuese pesimista, pero tenía los pies en la tierra.

-¿Estás diciendo que no tienes confianza en eso?- el moreno enarcó una ceja. Sabía que su amigo no se refería a eso.

-¡¡Claro que confío en nosotros!! Solo procuremos no estrellarnos antes de que ni siquiera debutemos formalmente- Ji Yong sonrió.

-Y eso es porque eres el líder- Young Bae rió entre dientes y se bajó  de la tarima de un salto para darle un abrazo a su amigo.

-¡Por fin arreglaron sus problemas!- dijo pelinegro alegre. Era el más joven de la banda- Odio la mala vibra- hizo un ademán con su mano como si las alejara- ¡Fuera! ¡Fuera!

-¡Tienes razón!- sorpresivamente el rubio que ahora respiraba tranquilo, ya que no había discusión, se unió al menor. No le gustaban las peleas. Las odiaba- ¡Fuera! ¡Fuera!

-¿Terminaste con tu espectáculo, Ri?- el moreno rodó los ojos. Estaba acostumbrado al comportamiento del maknae de la banda.

-¡¡Hyung!! ¡¡Eres un arruinador de momentos!!- se quejó. Hizo un tierno puchero, Ji Yong no pudo evitar reír ante su comportamiento.

-Lo que sea, maknae. ¿Les parece empezar? Llevamos una hora de retraso- apuró el manager del grupo.

Los demás asintieron al mismo tiempo. Daesung se dirigió a la batería para calentar un poco las baquetas. Amaba tocar su batería, a diferencia de sus compañeros si tenía buena posición social. Su padre, le había regalado hace un par de años una batería Mapex negra. Algo lujosa, pero era muy buena y había sabido darle su uso. SeungRi empezó a afinar su preciosa guitarra azul. Una Carvin Bolt, que le había costado tener y lo cuidaba como si fuera un tesoro. Young Bae caminó hacia su NP31, un piaggero Yamaha blanco que le había costado ahorrar durante su adolescencia y aún lo conservaba como nuevo. Finalmente Ji Yong sacó de su funda su hermosa XS-1… un regalo que le habían dado sus padres hace años y le tenía especial aspecto. Ese rojo revestido en la mayor parte del cuerpo era atrayente para él y hacía buena combinación con el blanco. Definitivamente sus padres habían tenido buen gusto y lo conocían bien. La admiró por un buen rato hasta que la voz de Young Bae le sacó de sus cavilaciones.

-¿Ji?

-¿Qué?

-Necesitamos un bajista. Lo sabes y podía ayudarnos a mantener la armonía perfecta que queremos.

-Lo he pensando. Creo que tienes razón. Habrá que hacer audiciones- razonó el castaño peliazul.

-¡Sí! Además me da cosas tener ese bajo que me encargaste bajo llave. Se podría dar un uso…

-Cierto- Ji Yong echó a reír- ¿Dentro de dos semanas y media audicionaremos a gente, te parece?

-Sí. Me haré cargo de esto.

-Ahora sí. Posiciones. ¿Listos?- preguntó Ji Yong.

-One… Two…Three- SeungRi respondió a modo de coro. Siendo muy entusiasta. Una sonrisa irónica se formó en la cara del líder de la banda.

De repente pensó mientras empezaba a tocar las primeras notas de la canción, que su día había empezado con buen pie. La música era una de las cosas que más quería con locura en toda de su vida y eso nadie se lo iba a quitar.

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Seung Hyun no había tardado de averiguar que aquellos animales solían cuidar a todos en el vecindario, sin embargo eran muy apegados a Ji Yong. Eso es lo que había arrojado su pequeña investigación. Paseó un poco por la mañana y cumplió sus planes. Ahora se encontraba sentado en la acera de las afueras de su propiedad. Su madre le había instado a que entrase reiterada veces. Él le había calmado diciendo que era una zona tranquila y no había que preocuparse. Había dado  la descripción del chico a la señora de la tienda y esta al toque lo identificó. Con esos rasgos peculiares era imposible no hacerlo. Parecía que era querido por todos, solo llegó a sacarle que vivía por su calle y que los Viernes regresaba en la noche de su trabajo. Se llamaba Ji Yong. Le gustaba mucho el nombre, era corto y poderoso a la vez. Él brillantemente había deducido que de alguna forma tenía que pasar por su casa, ya sea que viniera por la izquierda o la derecha. Solo le quedaba esperar pacientemente. Llevaba media hora sentado ahí hasta que vislumbró, mirando a su derecha, a lo lejos a dos perros que flanqueaban sus lados.  Los reconoció al instante, si no se equivocaba eran Charlie y Sam. Sonrió al recordar sus nombres. Pacientemente esperó a que pasaran a su lado y fingió inmediatamente leer algo desde su iPhone. Era una excusa patética, pero era lo único que su cerebro alcanzó a pensar. Paciencia, paciencia era la única palabra que ahora ocupaba su mente. Quería ser amigo de ese chico, era una persona singular y eso no se veía todos los días.

Ji Yong por fin llegaba a la esquina de la cuadra de su casa. Estaba cansado. Los Viernes solían cantar tres canciones temprano, es por ello que regresaba a las once, a diferencia de los fines de semana. Llevaba varias noches de mal sueño, por eso su cansancio. Deducía que eso era por el aniversario de la muerte de sus padres. Ahora no le entristecía bastante, pero de alguna manera su organismo lo manifestaba de esa manera fisiológica. La calle no estaba totalmente vacía, pero si tranquila. Cuando menos se lo esperó, tuvo a Charlie y Sam, a sus costados. Al verlos no se le hizo extraño más bien se echó a reír.

-Ahora les toca a ustedes, ¿no?-preguntó. Sabía que no tendría respuesta, pero lo hizo- Siempre tan puntuales, no importa quienes de ustedes me vengan acompañar. Ni bien bordeo la esquina ya están aquí. Soy importante para ustedes, eh!- luego bajó un poco la voz- ¿Un secreto? Ustedes lo son para mí también.

Siguió caminando con normalidad, imaginaba que los demás estaba en su jardín delantero echados y durmiendo. Pensó que tenía que prepararse un ramen, le daba pereza cocinar en ese momento. Aunque no era muy avezado en la cocina, se defendía con cosas básicas. Admirando su conocida calle y saludando con un asentimiento a las pocas personas que estaban dispersas por el lugar, tarareaba una canción. Todo estaba normal para él. Eran los mismos rostros, la misma calle, el mismo panorama. No obstante algo le hizo detenerse y retroceder unos pasos. Era instinto. Aquel rostro no lo había visto nunca en su vida. No era de aquí. Lo sabía muy bien. No supo la razón, pero su boca habló por si misma antes de que fuese consciente.

-Tú no eres de aquí- era una afirmación. Tuvo el ceño fruncido hasta que se disolvió al darse cuenta de su acto desvergonzado. Al parecer había interrumpido la lectura del chico. Vio como alzaba su rostro y le sonrió cálidamente- Lo siento, fue un impulso.

-¡Oh, no te preocupes!- le contestó con amabilidad. No perdiendo su sonrisa- De hecho tienes razón, soy nuevo en esta cuadra. Supongo que ya soy parte de aquí, ¿verdad?

¡Así que era el nuevo vecino de al lado! Al parecer tenía buena posición social. Los Hang, sus vecinos antiguos, habían vendido la propiedad hace meses para mudarse a Alemania. Recordaba vagamente que vio unos camiones de mudanza en la mañana cuando salió corriendo de su casa. No les había prestado mucha atención.

-Buen punto- el castaño peliazul se rascó la cabeza- Entonces… ¿bienvenido a la zona?

No pudo evitar que su última oración sonara como una pregunta. El pelinegro, frente a él, se rió. Él inevitablemente sonrió.

-Gracias. Me llamo Seung Hyun- quería que supiera cómo se llamaba. Sabía cómo se llamaba él, pero lo preguntó de todas maneras- ¿Y tú?

-Me llamo Ji Yong- le contestó. Al bajar su mano de la cabeza se dio cuenta de la hora- ¡Oh, estoy muy tarde!-por segunda vez en el día Seung Hyun escuchaba esas palabras de la misma persona. Obvio que aquel castaño peliazul no lo sabía- ¡Siento dejarte, pero me tengo que ir!

-Entonces… nos vemos por ahí- se obligó a responderle.

-Sí, claro- le contestó rápidamente.

Apurando sus pasos lo dejó sentado en la acera, sus canes le seguían el ritmo. Se quedó observándolo hasta que desapareciera. Se dio cuenta que terminó de lindar su propiedad y entró prácticamente a la casa de al lado.  ¡¡No cabía de gozo!! Al parecer era su vecino. Tenía la suerte de su lado. Se quedó sentado unos minutos más. Vio que no tenía nada más que hacer y decidió retirarse a la comodidad de su casa. Una cama caliente le aguardaba a su regreso. Se paró y se limpió la parte trasera de su pantalón y mientras lo hacía, recibió una sorpresa. No sabía el momento preciso, pero tenía a los canes frente a él. Al verlos sonrió y se puso de cuclillas.

-Charlie, ¿no?- dijo mientras le acariciaba- ¿Sabes? Me caes bien. Te pareces a mí- dijo entre risas- Y tú eres Sam. Me gustas. Eres tranquilo. ¿Ustedes creen que Ji Yong quiera ser mi amigo?-estaba curioso de su respuesta. Por primera vez en su vida se encontraba hablando con animales y le hacía gracia. Ellos a modo de respuesta le acariciaron su rostro con sus hocicos- Parece que entre nosotros nos llevaremos bien.

Tocó sus cabezas unos minutos más y luego se paró, dejándoles ir. Había sido una bonita sorpresa nocturna. Silbando por segunda vez en el día una alegre melodía entró a la mansión donde residía.

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Pasaron cinco desde aquel encuentro que tuvieron y Seung Hyun no lo había podido ver nuevamente. Al menos ahora tenía compañía. Había logrado que sus padres aceptaran que podía adoptar a Sam y Charlie, no le tomó mucho tiempo hacer los trámites legales pertinentes. Se había hecho cercano a ellos sin querer en ese lapso de pocos días y quería tenerlos junto a él. Sabía que amados y bien atendidos iban a estar. Además no movió ni un dedo hasta preguntarles por su consentimiento. Era absurdo, desde cualquier punto de vista realista que hiciese eso, pero de todas formas lo hizo y obtuvo una respuesta afirmativa. Al menos sus ladridos lo fueron. Desde hoy eran suyos y los tenía paseando a su lado. Estaba pensando que podía hacer por los demás perros cuando una voz conocida lo interrumpió. Al principio se alegró, pero al ver que sonaba enojada lo descuadró por completo.

-¡¡Tuuuuuuuuuu!!- la voz sonaba una octava más alta que lo normal.

-Ji Yong...- alcanzó a responder.

-¿SE PUEDE SABER QUÉ ESTABAS PENSANDO AL ADOPTAR A CHARLIE Y SAM? ¿POR QUÉ LOS SEPARAS?-tenía su cara roja y rabiosa

Vale, al parecer había encendido su demonio interior. Lo entendía, pero tampoco le tenía que tratar de esa manera. ¡Ni hablar!

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Una historia rara? ¿Un buen comienzo? Las leeré en sus review ^^

Muchas gracias por leer esta historia. En serio <3 El capítulo siguiente lo subiré el Lunes a la misma hora. Eso es todo. ¡¡Buen fin de semana!!

P.D: La canción que me acompañó en mi inspiración fue la versión de Boyceavenue ft. Alex Goot de la canción de "A Thousand Miles" de Vanessa Carlton ^^


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