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Asumiendo los riesgos por Ikumi-chan

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Notas del fanfic:

hi!! ^^)/ 

Aqui de nuevo con la continuación que me pidieron. 

Muchas gracias a tod@s los que leyeron "Si la vida me diera otra oportunidad" Me dio mucha alegría que haya sido recibido tan bien. Agradecimientos especiales a lore y Sora por sus comentarios y por la sugerencia, pues si no fuera por ellas no me hubiera animado a darle una segunda parte al fic..

Y bueno sin más que decir los dejó con la primera parte de la continuación...

Disfrutenlo!!

 

 

1. Asumiendo los riesgos…con esperanza

 

Han pasado meses desde ese día en el jardín donde se despidieron de esa vida que habían creado en menos de un año, de ese sentimiento que había germinado; y ahora ambas estaban donde les había asignado el destino estar: distanciadas bajo esa cruel indiferencia. Pero al menos las amenazas que seguían a Patricia se habían disuelto, era lo único por lo cual sentirse aliviada para Ailyn que miraba ahora ese extenso jardín bañado en la luz nocturna del cielo con escasas estrellas; el fulgor de una vela iluminaba el paso por un estrecho borde esculpido en la pared exterior. Como lo había repetido ya en muchas oportunidades, la peripecia que ejecutaba para salir se había hecho una costumbre más sencilla de realizar con el paso del tiempo, caminaba con cuidado de costado con esas zapatillas finas firmemente puestas y el cuerpo pegado a la pared, un salto corto al árbol que era el único testigo de sus escapes y por fin en un ingenioso descenso –que con la práctica le había resultado mejor si se trataba de no salir lastimada- estaba de nuevo ahí para empezar sus paseos nocturnos, respirando el aire frío de la noche, el aroma de los capullos de flores, la fragancia de la ciudad que le esperaba… pero a la que nunca se atrevía a ir, le bastaba el bocado de libertad que tenía en la oscuridad, sabía que si algún día su padre descubría solamente acerca de esas osadas mañas para salir de su habitación, le valdría un castigo peor que el último impuesto cuando la vio en el umbral de la ventana contemplando con anhelo lo prohibido; aún sentía ese hiriente golpe en su espalda y en parte de su brazo, del resfrío que le había seguido por ese abrupto incidente -en el que había sido arrastrada hasta caer en la helada agua- aún le quedaban secuelas; pero mientras en medio de sus acciones y sus consecuencias no estuviera en riesgo la seguridad de su amada hermana, su cuerpo resistía.

Los primeros días había vagado por ese jardín a ciegas, sin embargo con cada vez conocía mejor el área y podía moverse con soltura, incluso había descubierto una parte de la muralla que rodeaba la propiedad que era más baja que el resto, con habilidad ese obstáculo era vencible y entonces tras esas piedras amontonadas le esperaba la ciudad que sus ojos nunca habían visto… ese anhelo de verlo era inmenso pero siempre era refrenado por ese amedrentar “…destruiré tu felicidad, lo que sea o quien sea…" la frase se le quedaba repercutiendo y en su mente visualizaba como su padre se cobraría su desobediencia, contra quien caería entonces Ailyn solo quedaba ahí observando su ruta de escape sin poder tomarla… dando después vuelta a esa prisión sutil que ella llamaba hogar… teniendo como ya un hábito, un mal e hiriente hábito el levantar la vista a la ventana que pertenecía al cuarto de su hermana, a veces alucinando verla asomarse para saludarla con una sonrisa como si lo demás fuera una pesadilla y ella su realidad, sin embargo sabía que eso era una falsa ilusión que ella misma se hacía para sobrevivir en ese infierno …

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Un golpe seco a la mesita al lado de su cama retumbó en el silencio de la habitación, en ese gesto dejaba su frustración, su impotencia, el remordimiento. Se prometió quererla infinitamente pero no sabía hasta que punto le estaba siendo fiel, desordenó toda su rubia cabellera con las manos que no paraban de moverse tratando de excusarse, de buscar la manera de no sentirse un vil ser, ¿Cómo podía hacerle eso a la persona que decía amar? ¿Cómo pudo fallarle si la amaba?... entonces vio por la ventana recubierta con una seda a modo de cortina, a esa pequeña criatura que vagaba con exactitud de sus pasos en la densa oscuridad de un noche sin luna. Y suspiró enunciando su nombre: …Ailyn perdóname…

Pocas veces se atrevía a contemplarla fugar de su habitación como solía hacerlo para entrar en la suya, porque a Patricia el ver a Ailyn en esa hazaña le generaba una nostalgia inmensa que ahogaba su razonamiento y entonces los deseos de romper con ese sacrificio crecían irrefrenables; pero no quería que ninguna saliera lastimada por sus impulsos, mas cuando la delgada joven de 17 años se había convertido en el objeto en que su “padre” desquitaba su rabia y hace poco había puesto ya las manos encima para maltratarla. Tapó su rostro con las manos de la propia ira que sentía contra sí misma por no haber defendido a quien amaba… entonces sintió ese helado objeto en su dedo, hermoso detalle adornando su mano de valioso material, pero que por lo contrario para ella era la mayor prueba de su propia traición…

Hace meses, la ciudad había celebrado la fiesta más majestuosa, la que por los últimos dieciséis años era la demostración fastuosa del progreso de la misma, de la alcurnia de sus habitantes. Ninguna familia faltaba a la mencionada celebración y eso se aplicaba incluso a la familia menuda de Patricia, pero ella no estaba dispuesta a ir en esa oportunidad, no con esa preocupación sobre sus hombros, no con su hermanita quien había recibido los primeros golpes por cualquier gesto que a su padre le pareciere reprobatorio, pretendió enfermarse para no levantar sospechas y dar una excusa de su ausencia, pero eso no fue impedimento suficiente cuando su padre para reponerla de su aparente enfermedad desplegó médicos y pastillas. Nada funcionó, y esa noche ya había llegado, sus ojos solo querían encontrarse con los calmados grises, besar los labios prohibidos, sentir la piel pálida de la criatura que más amaba, tomar sus manos para sentirla y en su voz cargada de esperanza descansar… esa habría sido la noche perfecta… pero no lo era... estaba lejos de casa ataviada con un vestido rosa pálido –de bordados color crema por todo el largo y encajes en los bordes- ceñido a su cuerpo juvenil, con un escote delicado en el cuello y en esa porción de brillante piel descubierta el colgante con un dije dorado que representaba la pertenencia ese círculo social que le impedía ser feliz, un símbolo de su desgracia.

No había disfrutado en lo absoluto las primeras horas de la fiesta,  estaba inquieta por Ailyn que luego de ese día insistir como nunca por acompañarlos había quedado en casa encerrada en su habitación vigilada por dos empleadas para que no cometiera una locura y escapase, sin embargo era obvio que no lo haría si poco antes de que partieran, y después de rogar vanamente por última vez, cayó enferma inexplicablemente. A Patricia le pesó esto más, abandonarla en ese estado, no se quitaba de la cabeza la imagen de esos ojos grises que suplicaban no la dejará... cuanto lo hubiera deseado... pero ahí estaba su padre que le prohibía acercarse; lo que dolió más fue como viendo a la pequeña desvanecida en el piso, ese hombre se había atrevido a burlarse, mencionando el hecho de que estaba dispuesto a permitir que los acompañará, para luego con una sonrisa torcida exclamar lo descompuesta de salud que se veía y que ese era el motivo por la que en definitiva se quedaría ahí... y con sarcasmo le alentaba que quizás el próximo año sería... claro… si la joven acataba todas las determinaciones que le impusiere en adelante…

Esa escena cruel no salía de sus pensamientos… luego de un baile fue como el resto hacía la mesa de comida, se sirvió de todo un poco, probando sin degustar, sin importarle nada en ese lugar, con la mente concentrada en el tiempo que faltaba para volver a casa, el tiempo que estaría en ese sitio mientras Ailyn seguramente intentaba conciliar el sueño entre ese súbito malestar y la jugada cruel de su “padre”… angustia… eso sintió hasta que la fría sensación de un vaso con un líquido gélido rodeada por una mano impertinente basto para sacarla de sus cavilaciones, alzó la mirada para ver al responsable de ello, conocía a todos ahí en la ciudad, todos se conocían pero a ese hombre no… con su galante figura y esos ojos seductores que la capturaron para dormirla en un encanto inexplicable, aquel se presentó ante su pasmo y ella se dejo llevar sin reparo.. a partir de esa noche mágica…aceptó todo de ese hombre… su confesión, su amor… todo…

¿Por qué? –se indagaba- ¿Por qué engañaba del tal forma su promesa al primer amor de su vida? ¿Por qué había aceptado incluso esto? –veía con desprecio esa alhaja en su dedo reprochándose a sí misma buscando la razón porque aquel joven había logrado convencerla y arrastrarla por ese camino que la alejaba cada vez más de quien amaba- …

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Esos instantes de conversación fueron lo peor que le sucedía, trató lo más que pudo de mantener la compostura, como si no los escuchará pero no soportó y se retiró generando un leve escándalo, las mejillas humedecidas, el llanto entrecortando su respiración, estrujando la falda de su vestido, terminó cayendo cerca de su lecho como herida de muerte, la vida le había asestado la daga más dolorosa… esa sonrisa sincera, esos ojos cómplices ahora pertenecían a alguien más… los recuerdos contrastados se convirtieron en un suplicio que se prolongó hasta cansarla y dejar a Ailyn dormida en el piso con una expresión de congoja plena. En sus sueños recordaba esos buenos momentos, pensó que durarían pero no fue así, se tornaron efímeros y aunque había conservado la esperanza y obedecido a las déspotas reglas de su padre por la fe en esa luz para seguir mirando al futuro que esperaba traiga ventura a sus vidas, en esa cena todo había terminado por fragmentarse, absolutamente todo, rememoró ese mal presentimiento de la noche de la fiesta en que rogó, insistió hasta el punto de rebajarse a implorar a rastras, sintiéndose de pronto pésima como nunca antes, los escalofríos se hicieron presentes, se le agitó el pecho y de un rato a otro en una cálida tarde estuvo temblando, no supo entonces como tomarse lo ocurrido, si una señal o el resultado de los menosprecios que le hacía su padre incluso con la comida; ahora era más que claro, aquella noche se despedía de su amor… de la promesa… de su futuro… lo sabía, esa noche había marcado todo… y era culpa del destino, de su padre, del joven de ojos verdes y de ella misma por no haberse arriesgado a detener y enfrentar al destino… si… ella era la única culpable… -se aseguraba- a pesar de las pistas, del comportamiento errático que le había demostrado Patricia en las últimas semanas, ella solo había esperado cobardemente a que le restregarán en la cara la verdad... con esa cena de compromiso...

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Patricia despidió a su ahora prometido con un corto beso como era costumbre, un beso tan dual con emociones contrarias; evadió darle los detalles a su padre sobre esa relación, lo que menos quería era verlo, él la había conducido a eso… o eso ella creía… la presionó para que comprobará que en realidad esa relación indecorosa entre Ailyn y ella no existía, desde el primer día del año le había instado para que se comprometiera con quien fuere, lo de menos eran los pretendientes, lo que quería realmente era destruir ese delgado hilo que aun conectaba a ambas hermanas, Patricia se había indignado por lo dicho, ¿en que pensaba su padre? ¿Dónde había quedado el hombre que admiraba?... ¿indecoroso? Ellas se amaban… acaso el amor era algo sucio, inmoral o censurable… si era así el mundo entero pecaba… Pero se calló, solo asintió obligada complaciendo a su padre, aunque por sus espaldas había jurado que no lo haría, claro conseguiría un compromiso con alguien para mantener las apariencias ¿no había hecho lo mismo su padre?…casarse con su madre para aparentar…

Sin embargo no había iniciado la búsqueda y chocó con él… un joven un año mayor a ella, de intensos ojos verdes, con unos sedosos cabellos castaños, un encanto en cada facción de su rostro que la reducía… y solo con él podía olvidarse de todo… del amor hacía Ailyn… de los excesos inclementes de su padre… de esa ciudad maldita por completo...  Pero cuando abandonaba sus brazos de inmediato el recuerdo instalado de su delicada hermana le remordía en lo profundo y se sentía la peor persona… sabía a quien amaba y a quien engañaba, pero cuando le tocaba ponerse frente a ellos era difícil no caer ante ambos. Lo que más le llenaba de dolor, era el conocimiento que tenía de cuanto pesaba la revelación de su compromiso a su pequeña hermana… Ailyn la había pasado terrible, desde que se anunció pasaba los días encerrada por voluntad propia, no bajaba a comer, era obvio que no quería verla por lo que le hacía, por como traicionaba su amor, pero lo que a Patricia más le perturbaba era que en riesgo estuviera la salud de la menor, las últimas veces la había visto más pálida y se notaba que había adelgazado, esos ojos de cielo perdían su esplendor y acababan siendo del desagradable tono sin vida que había odiado toda su infancia…

Para remediarlo, cada noche posterior esperaba en su ventana atenta a que la joven de cabellos oscuros procediera a su ya habitual hazaña de escabullirse hasta el jardín, quería hablarle y en la noche imperturbable y sin testigos era su oportunidad, pero no sucedió, ella era el único ser ahí acompañada del silencio en ese jardín… ¡¡¿que he hecho?!! –gritó ahogadamente, golpeando levemente su cabeza con la pared- la lastime… a ella a quien prometí amarla siempre aunque no estuvieramos juntas

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Una visita más… en esa larga semana aquel joven había acudido a casa casi todos los días, con el mismo ritual, Patricia y él se acomodaban en el salón, comían los especiales platos que se servían para la ocasión y salían a caminar sin obviar las muestras de afecto. Era un martirio… y ahí estaba ella en la soledad que convertía su vida en un infierno… con la imposición de su “padre” empeorándolo todo,  y en esas visitas ella era obligada a la fuerza ver cada escena, inclusive las caminatas que contemplaba a una distancia desde la amplia mampara de vidrio del estudio, intentaba huir pero ese fuerte brazo la jalaba tirándola atrás de ese cristal para luego sostenerla por el rostro para que no negará lo que sus ojos veían, susurrándole aquellas palabras que terminaban por arrebatarle lo poco de vida que le quedaba “… nadie te ama… nadie nunca lo hizo… y nadie nunca lo hará…”

Su resistencia había sucumbido con cada día, prefería el encierro mil veces a seguir con esa rutina destructiva, pero no faltaba su “padre” ahí empujándola al precipicio de esa desesperante tortura, no tenía más fuerzas… aunque eso no importaba ahora… ¿para que los esfuerzos? si su futuro ya no existía.

Desde aquella cena, había cambiado los escapes nocturnos al jardín por pesadas noches en que se revolvía entre las sábanas sin poder descansar, con la única compañía de un llanto silencioso. Se había dado cuenta a través del reflejo del cristal, que ya no rehusaba ver, su propia imagen… escueta y  derrotada con esos ojos ya sin vida, su aspecto poco cuidado …¿debo seguir?... no tengo un motivo por el que seguir… pero ¿debería? –se cuestionó mientras su cuerpo pasaba ahora el umbral del estudio hacía el jardín, su piel por primera vez en largo tiempo recibía esa luz del astro brillante de lleno en aquel lugar, sus manos rozaban las flores abiertas, podía sentir la frescura del agua de la fuente que solo funcionaba de día… de día era mejor disfrutar los detalles de ese precioso paraje que ya no recorría, se perdió entre el color y sonrió ¿hace cuanto no lo hacía?... un poco de su vitalidad volvía… no le importaba el castigo que le impusieran por salir a ese terreno que tenía prohibido pisar, en ese punto si debía pagar por ese deleite lo haría… en ese instante se prometió a si misma no volver a acobardarse, no cometería el mismo error dos veces, si había perdido a Patricia lo menos que podía hacer era aferrarse a la escasa felicidad que le diere su destino, no entregaría su vida sin lucharla… -cerró los ojos para profundizar esa maravillosa sensación de paz-

- Buen día para pasear ¿no?… -una voz la interrumpió, y era aquella que menos hubiera deseado escuchar-  ammm usted es… Ailyn ¿o me equivoco? –aquel que interpelaba puso un gesto que denotaba una cínica duda, si bien que ambos se conocían perfectamente-
- Buenos días, permiso –Ailyn se levantó rumbo a casa, esa serenidad había sido reemplazado por la molestia, el rencor contra aquel, contra la vida misma que no le daba ni un respiro, si el destino había quedado con arrebatarle el amor no podía por lo menos dejarla degustar de la belleza de la naturaleza-
- Me lo esperaba… -dijo altivo cruzando los brazos- después de todo usted me odia… pero la comprendo, es decir, se que lo merezco por robarle el amor de su hermana –sonrió divertido y maliciosamente a la vez, Ailyn mordió su labio conteniendo las lágrimas de coraje- Por favor no lloré que va a conmoverme y entonces hará que piense en retractarme con el compromiso, eso la haría feliz ¿verdad Ailyn? Lo que más quiere usted es escapar con su hermana y vivir dentro esa relación corrupta –cada palabra salía burlonamente- No tome mal mis palabras, no la juzgo, pero no se ha dado cuenta que Patricia no siente lo mismo, no en la misma magnitud, ella puede cambiarla ante el menor acercamiento de un extraño, es una mujer tan voluble, pero usted… –la sujetó con fuerza por los brazos haciendo que Ailyn lo mirará, la menor se negaba moviéndose sin poder escapar, obteniendo únicamente que la fuerza con que se imprimía ese agarre fuera mayor y le doliera las presionadas áreas-
- ¿Qué quiere? –reclamó armándose de valor para confrontarlo, observando directamente su estúpida cara presuntuosa, se sorprendió de lo intenso del verde de sus ojos, eran un atractivo ineludible, pero daban miedo, su mirada, su semblante... ese hombre no era bueno... un aura de lúgubres secretos escondía tras esa belleza, y si era así Patricia estaba en peligro-
- Ya veo, he sido elogiado hasta el cansancio por ellos -señalo sus ojos riendo coquetamente- No se que ven que les gusta, me son horrendos según mi óptica – se encogió de hombros mirando a la menor que  se encontraba en una posición defensiva retrocediendo con disimulo y una cara que mostraba lo poco que disfrutaba de esa conversación- ¿alguna vez le dijeron sobre lo bello de sus ojos? No conocí alguien que tuviera una mirada tan tenebrosa producto solo de la tonalidad de ellos. Es fascinante... -se acercó equiparando los pasos que Ailyn retrocedía- Nunca espere encontrarme alguien que no cayera en el encanto, supongo que esa “magia" no funciona con usted -un fino filo se notaba deslizar de la manga del joven-
- ¿que... ¿que quiere hacerle a mi familia? ¿a Patricia? -preguntó asustada, que clase de persona era ese, ¿por que Patricia estaba enamorada de eso?-
- No quiero nada de su familia, si se preocupa por la fortuna, no, no soy un caza fortuna, para nada, si piensa que tiene que ver con esa historia que esconde la ciudad y que al parecer su origen es este, tranquilice su alma porque no me interesa ¿y Patricia? -río dando sonoras carcajadas- por mi ambas pueden vivir como deseen... amándose u odiándose... incluso si me lo pide podría ayudarla con mmm… su impedimento... mmm –sonrió mientras la distancia se hacía menor, tomando con firmeza la daga que ocultaba-  No soy estúpido, no necesito que me diga que ama a su hermana, que quiere un futuro con ella, pero –hizo hincapié en la última palabra jugando con la arma en sus manos- él no lo permite ¿cierto? …su padre…
- No… no tiene nada… nada que ver con… usted… -dijo Ailyn titubeando, sentía una de las manos del otro en su rostro y con el filo que sostenía la otra acariciando parte de su mejilla, ese hombre era peligrosísimo… un temblor se agravó en ella, temía por su vida, por la de Patricia y aunque no se lo mereciera también lo hacía por la de su “padre”-
- Siendo hermanas son tan diferentes… como quiera señorita… ¿Cree que de un día para otro se hará lo que desea? ¿La vida será vehemente con usted solo porque sí? Si lo cree así se merece esto… vivir en desgracia…  si no corre los riesgos la vida terminará por quitarle todo lo que ama… Piénselo… - Se alejó con paso presuroso, sin nada mas que decir, escondiendo la daga en el mismo lugar de donde la había sacado; no había salido como esperaba, aún así confiaba en la ingenuidad que irradiaba aquella joven de ojos grises-

En el jardín permanecía una confundida Ailyn, estaba aturdida a tal grado que no se había movido ni un solo centímetro desde que aquel joven abandonó esa incomoda conversación, sus palabras habían ahondado en su mente, si un extraño había leído a través de ella comprendiendo su aflicción, era claro el como su padre se había dado cuenta tarde o temprano de cómo habían empezado un romance ambas, si a esa inocente relación que llevaban podría dársele el nombre, ya que nunca habían dejado en claro esto, sin embargo sabían bien ambas que se querían… se amaban por sobre todo…
... incluso si me lo pide podría ayudarla con su impedimento…”–rondaban esas palabras su mente, la esperanza vislumbraba por un lado y por el otro la desconfianza… era astuto, pero ¿Qué ganaría él con esto? ¿Por qué ayudar? ¿Por qué portarse amable sin ningún beneficio? ¿Acaso no le convenía a ese hombre estar del lado correcto, el lado en que ganaría seguro?…Recordó a la vez esa daga que sostenía, la alerta que le había provocado verlo manipularla con experiencia- ¿Quien era en realidad aquel… Einar?

Había accedido a cenar ese día solo por una razón. Era la noche en la cual presentarían oficialmente a la pareja a amigos cercanos, y ahí estaba Ailyn sentada nerviosa entre desconocidos; volviendo a cerciorarse de cada palabra de su padre, en esa ciudad ella era una maldición y respecto a esos entes malditos nadie podía tenerle ni un poco de afecto, porque para todos los invitados la joven de cabellos oscuros era una existencia sobrante por la cual una condena pendía de sus cabezas dispuesta a caer ante el menor error…

Para no hacer más tenso el ambiente en que debía colmar la dicha por la futura pareja, los presentes decidieron apelar a la indiferencia esperando que con ello bastará para demostrar que no se mostraban de acuerdo con la decisión de soportar la presencia de la joven de cabellos oscuros. Frente a eso Ailyn se aferró a la escasa fortaleza, estaba acostumbrado a esos tratos, los diez años en ese convento al que había sido confinada no habían sido tampoco fáciles, y esas miradas no podían herirla más de lo que estaba, no podía su simple indiferencia dañarla como lo había hecho ya su padre con cada acción a lo largo de su vida, pero no era momento de pensar en esas cuestiones, si estaba en ese lugar era para confrontar al joven de ojos verdes que tenía al frente… a Einar… se concentró en cada acción que este realizaba, tratando de delatar sus secretos o al menos un indicio que la conducirá a saber algo sobre él, así como él la había evaluado, pero nada, si en algo se destacaba ese individuo era en mantener esa careta de distinguido, sin mostrar ninguna de esa autentica forma.

Esperó el mejor momento para interceptarlo y sacarle respuestas a esas conjeturas que le invadían, pero esa oportunidad se postergaba, le era imposible con numero de personas que se paseaban de aquí para allá y Patricia obstinada en no soltar a su prometido...

- Los dioses deben estar de buen humor para permitirme un nuevo encuentro –dijo a modo de saludo sonriendo falsamente, Einar se había acercado a Ailyn ni bien la divisó escondida en un lugar apartado del primer piso de aquella casona. Ella odiaba ese lado humano poco ético, esa vida de conveniencias y mentiras bonitas para decorar una horrenda realidad, ese hombre era un ejemplo de completa hipocresía- Me alegra que lo pensará ¿lo hizo, no? Porque sino no habría mandado tantos implícitos mensajes –rió delicadamente, y era cierto, Ailyn se había enfocado en no perder de vista al sujeto durante toda la cena, y en cuanto sus ojos se topaban, él le sonreía amistosamente y esto le provocaba malestar-
- No he hecho nada incorrecto y menos llamarlo hasta aquí. –respondió disgustada por la presunción-
- Como usted diga -bufó tratando de no perder la compostura- seamos breves… acepta cooperar…
- ¡¿Qué?!  ¿Cooperar a que? No era eso lo que dijo –reaccionó pasivamente- usted dejaría en paz a Patricia y a mí, si no le importa nada de este hogar puede marcharse de nuestras vidas
- ¡¿Cuándo dije semejante barbaridad?! –carcajeó- Pero bien si me ayuda podría concederle su deseo y más, se que sueña en un futuro para ese amor, ahora más que nunca eso esta en mis manos…
- ¿Ayudarlo en que? –preguntó ya sin reclamos por las pretensiones inentendibles que planteaba el joven, ¿Qué quería de ella? ¿Por qué ella?-
- Nos vamos entendiendo, primero dejemos los formalismos Ailyn, me fastidia el trato de “usted” más con alguien que veré a diario, solo llámame Einar- una sonrisa se asomó y dispuesto a estrechar la mano a Ailyn quien rechazó el saludo- Sobre lo que quiero… mmm solo he encontrado una cosa digna de interés en esta ciudad, y es lo único que deseo…
- ¿Y?
- No pregunté más, solo necesito de su ayuda para obtenerlo –explicó confusamente- ah si piensa que cualquiera podría hacer el trabajo, véalo así… no hay mejor compañero que aquel a quien nadie puede creer, porque entonces no arriesgaría nada por depositarle la confianza de lo inconfesable…
- Solo eso…
- Hoy cuando el cielo oscurezca y todas luces se apaguen, la esperaré allá –indicó con la mano- Se bien que allá la muralla es fácil de pasar por la poca altura, por lo que no será un problema. Hasta pronto –susurró lo último cerca del rostro de Ailyn despidiéndose con esto rápidamente perdiéndose entre las personas que conversaban, reían y bebían amenamente en el salón-

Ailyn lo observó irse, con un sentimiento de bruma, aún se perfilaba hallar una respuesta coherente a sus propias preguntas respecto a Einar… pero no descifrada nada… ese joven era hermético, sin hendidura posible en esa falsa máscara que dejará verlo como era… ¿Qué era? Y ¿Qué ansiaba? …solo una cosa digna… ¿Qué era aquello?

En algo si concordaba, ese hombre había acertado en escogerla, nadie creería en ella, de seguro que ni siquiera Patricia; si corría hasta ella y le contaba sobre las dos conversaciones que había tenido con su prometido, lo ruin que se mostraba, sus verdaderas intenciones, la mayor le miraría con desconfianza, la acusaría de celos o envidia, de cual fuere, pero a sus ojos la menor estaría comportándose de manera mezquina al no permitirle la felicidad que juntas no pudieron ni podrían alcanzar… entonces ¿que le quedaba? ¿aceptar la propuesta? arriesgarse a someterse a un hombre que desconocía, pero que le generaba un mal presentimiento, todo para conseguir una esperanza aleatoria de un futuro que había soñado; o mantenerse como hasta ahora callada, temerosa y dócil a su padre que solo buscaba mortificarla haciendo de su destino desdichado… un infierno…

Lo que anhelaba era escapar del destino, ser libre de esa ciudad maldita, de su padre que envenenaba su vida, aún si no fuera la senda correcta la que eligiera, confiaba en que algo peor de lo que ya vivía no podía darse… y menos repetirse… la vida no le daría el mismo golpe dos veces… Creía que talvés estaba decidiendo ingenuamente, pero en su perspectiva ese sospechoso ofrecimiento era la única esperanza, la única salida… de ese mundo en que se ahogaba pausadamente… Sabía que el tomar esa precipitada decisión estaba impulsado por desesperación y la soledad que ya había llenado su vida, se arriesgaría a lo desconocido solo por una oportunidad incierta… para ambas… -pensaba Ailyn mientras esperaba en su habitación que la noche arribará para que en su velo sombrío buscará la posibilidad de un nuevo futuro…

...

Notas finales:

Y esa fue la primera parte.. honestamente queria que la continuación sea de un solo capítulo, pero salió un poco más larga de lo que esperaba por lo que lo dividí...

Espero les haya gustado.

Y ps tenía que poner un desgraciado... digo a Einar... ¬¬ *ama a su personaje muy en el fondo *

Por si tienen curiosidad de saber el motivo real por el que el padre de Ailyn se comporta de esa forma cruel en especial con ella, se explicará en la siguiente...

Gracias por leer!!

Nos vemos en la segunda parte!!

bye bye (^w^)/

se cuidan y que tengan un bonito fin de semana!


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