Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Casi hermanos por greta17

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola! Greta reportándose(?). 

Para los que me leen. no se preocupen, no estoy dejando a un lado mi fic actual, solo que realmente necesitaba escribir este. vengo formando la idea desde hace varios meses atrás y siendo mi segundo fic, espero salga muy bien.

Gracias por darme una oportunidad :)

 Gonzalo

 

Camino a paso lento hacia mi casa, es verano, en plenas vacaciones y el calor hace que me corra sudor por las sienes, es insoportable pero aún así no me detengo, estoy demasiado cerca como para tomar algún transporte que me lleve hasta allá, sin mencionar que soy lo suficientemente tacaño como para pagar cuando puedo caminar sin problemas.

 

No hay nadie más en la calle, estoy solo yo y resonar de mis zapatos negros.

 

Tap, tap, tap

 

 Es tarde, muy tarde para mi, tendría que estar corriendo, apresurándome para llegar y tomarme la hora enserio, sin embargo, no lo hago, me niego a sudar más y tampoco quiero que el cansancio me mate, simplemente continuo al mismo ritmo.

 

Al final de la calle se escucha el ruido de unas bolsas, y mientras me acerco me doy cuenta que es ocasionado por un pequeño gato gris, probablemente aun sea cachorro y está tan flaco que da pena. Voltea a verme con sus ojos grandes y resplandecientes y luego de un rato me maúlla. Yo dudo un instante, pero luego me acerco más hacia él, me parece amigable por lo que intento acariciarlo, pero cuando me agacho para ello el animal se pone a la defensiva y me muestra sus garras, dos pares de 5 filosas cuchillas que amenazan con desgarrar mi piel. Me detengo y retrocedo, no creo ser lo suficientemente tonto como para arriesgarme a salir lastimado, así que sigo mi camino pasando por su lado y viendo como desaparece entre unos arbustos. Me siento mal por dejarlo atrás y en ese estado, pero sé que no podría encargarme de él y que si llegaba a hacerme algo en mi casa pegarían grito al cielo por ello.

 

Camino unos minutos más y estoy a penas a una cuadra de mi casa, logro sentir la vibración de mi teléfono celular en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, me está llamando,  ella me está llamando. A pesar de su insistencia no le contesto pero apresuro el paso mientras busco mis llaves en el bolsillo delantero de mi mochila. Ya estoy frente a la primera puerta, la que da a la cochera y el jardín delantero, abro intentando no hacer mucho ruido pero sé en segundos que es inútil, la luz de la sala esta prendida y al ver una sombra tras las cortinas de tela sé que estoy en problemas, me molesta estarlo, pero aunque me cueste reconocerlo a veces, el único culpable soy yo mismo, así que abro la segunda puerta encontrándome de inmediato con su rostro enojado, sus cejas pobladas están curvadas denotando su molestia y sus ojos grandes me miran con seriedad. Tiene mi altura, pero eso no le quita lo aterradora que puede ser estando enojada.

 

Evito mirarla de frente y respiro intentando aspirar la mayor cantidad de aire, sé que está esperando que yo empiece la conversación pero a mí no se me ocurre nada más que saludarla como siempre.

 

–Ya llegué –mi voz suena como siempre, calmada y despreocupada.

 

–Me di cuenta –responde–, pero si no mal recuerdo tenías que estar aquí hace más de una hora.

 

Se mantiene firme frente a mí, como si quisiera evitar que intentara escapar de sus regaños. Sé que espera una explicación o una disculpa, pero no soy muy bueno dando ninguna de las dos, por lo que giro más mi rostro e intento buscar un punto en el que pueda concentrarme y olvidar lo incómodo que me resulta todo.

 

No, ella no es mi novia, no me aguantaría una chica controladora en mi vida, sería como un suicidio para alguien que ha sido criado de forma tan libre como yo. La persona que está frente a mi es mi media hermana, Aria. Tiene la apariencia de una chiquilla universitaria, aunque ya entró a tercera base hace un año.  Se viste siempre casual y tranquila, lo que no ayuda a las personas que quieren adivinar su edad. Su cabello es largo, negro y ondeado, siempre me ha gustado el cabello con forma, probablemente por el hecho que el mío es demasiado lacio. Ella es mi hermana por parte de mamá, aunque se lleva bastante bien con mi padre, una persona tan enigmática y extraña que a veces me impresiona con cada loca idea que tiene, no me malentiendan, mi viejo es un gran tipo, probablemente no estaríamos donde estamos si él ni mi mamá hubieran trabajado duro para ello, se los agradezco demasiado aunque no viva con ellos desde hace cinco años. No porque no quiera, o bueno, no exactamente, ellos se mudaron cuando tuvieron la oportunidad, fueron a vivir al país natal de mi padre y yo como buen hermano consentido en aquella época decidí quedarme aquí, con mis amigos y mi hermana. Desde ese día vivo con ella y realmente le he agarrado un cariño especial. Tengo otra media hermana a parte de ella, Allison, ella fue a buscar sus propias oportunidades casi al mismo tiempo en que nuestros papás dejaron el país, por lo que desde ya buen tiempo que vivo solo con esta gruñona adicta al trabajo. Es una molestia, pero es MI molestia y pobre de aquel que se meta con ella, seré el hermano menor, pero sé defenderme.

 

Al rato vuelvo a voltear el rostro esperando que mágicamente ella ya no estuviera allí mirándome de esa manera amenazadora, pero lo está, y se ve mucho más molesta gracias a que no le he dicho absolutamente nada, yo siempre tan inteligente.

 

– ¿Gonzalo? –mueve su mano frente a mí, probablemente piensa que me perdí en mis pensamientos, aunque siendo franco eso me pasa seguido.

 

–La hora se me pasó… Lo siento –intento parecer arrepentido pero no lo estoy, soy muy despreocupado y ella lo sabe, claro que eso solo la enoja el doble.

 

–Pudiste haber llamado o contestado a mis llamadas –suspira suavizando su expresión y dejando una de alivio en su lugar– Deja de preocuparme de esa forma.

 

Me doy cuenta que no estaba realmente enojada, solo quiso hacerlo parecer así cuando en realidad estaba preocupada, ahora si dejo de fingir, pues una cara de verdadera culpa aparece, detesto hacerla preocupar o angustiar, ella me ha dado mucho estos años y hacerle ese tipo de cosas me hace sentir muy idiota. Avanza un paso hacia mí y me acaricia el cabello, suave y gentilmente, quiero decirle que ya no soy un niño y que debería dejar de hacerlo, pero me gusta, me agrada sentir el tacto de sus manos sobre mi cabello, estoy tan acostumbrado que incluso entrecierro mis ojos y sonrío levemente.

 

–Prometo avisar la próxima vez.

 

Ella suspira y duda un momento, aunque al final termina creyéndome y disculpándome, nosotros no podemos estar enojados mucho tiempo, creo que nuestras más grandes peleas duraban a lo mucho una hora. Ciertamente me entiendo bien con ella, aunque nos llevamos 16 años, una diferencia muy grande.

 

– ¿Comiste algo?

 

Me pregunta después de un rato, niego y olfateo un poco para intentar localizar comida en la casa, ella no me lo preguntaría si no hubiera nada que pudiera comer.

 

– ¿Preparaste algo? –no he podido identificar ningún tipo de comida por lo que decido preguntarle de frente.

 

–No, pero ordené pizza.

 

– ¡Excelente!

 

Mi sonrisa se vuelve muy amplia y celebro mentalmente, amo la pizza, sé que no es un alimento muy nutritivo del todo, pero es tan deliciosa que me importa un carajo. Empiezo a tararear bastante feliz y me siento en el sofá, mis pies me lo agradecen infinitamente y mi cuerpo también.

 

–Menos mal compartimos el gusto por la pizza –me dice mi hermana y yo asiento varias veces.

 

–Además hace mucho que no nos comemos una entre los dos –comento sin dejar a un lado mis celebración interna, hasta que mi hermana me interrumpe en la mejor parte.

 

–Sobre eso…

 

–No –volteo a verla con una expresión de completa molestia, ya sé a dónde va todo esto, no me gusta para nada, solo quiere decir que él está involucrado– ¿Tu noviecito no tiene trabajo hoy o algo?

 

–Ya acabó –se encoge de hombros– no te enojes, Fernando es como de la familia.

 

–No, él no es mi familia, mientras no haya un papel que diga que están casados él no es nada mío –me cruzo de brazos de manera infantil y acentúo mi mueca.

 

–Sabes bien que no me quiero casar –ella está riendo, como siempre no toma enserio mis pequeños berrinches sobre él.

 

–Es su deber convencerte, si no lo hace no te merece, así de simple –digo sin rodeos, pero luego quiero quitar mis palabras, podrían ser malinterpretadas.

 

–Con que me quiera me conformo –dice tranquilamente, está poniendo cara de boba enamorada y yo hago el gesto de vómito al verlo, como odio que ese sujeto la haga reaccionar así.

 

Su novio, con quien sale desde los 27 se llama Fernando Kast, es apenas un año mayor que ella y cinco centímetros más alto que yo, no es la gran cosa, aunque ella piense que es guapo y considerado, ese chico me cae mal, no aceptaré el hecho de que salga con ella y se de atribuciones que no le corresponden. Ok, no es mala persona, lo admito, pero ella es MI hermana, no me gusta tener que compartirla con nadie, ni siquiera con la persona con la que al parecer compartirá el resto de sus días.

 

–Tch.

 

Ruedo los ojos y le doy la espalda, siendo completamente sincero, estoy un poco celoso, si contamos que Aria ha visto por mi desde mi nacimiento, es complicado tener que aceptar que quiera a alguien tanto o más que a mí, es como si de repente fuera cambiado por alguien mejor (y más alto). Aunque en cierta forma estoy tranquilo con él, Fernando es de confianza, al parecer ellos se conocen de muchos años atrás y después de tanto intentaron iniciar algo. Ambos tienen trabajos demandantes y cansados y a veces me sorprende la manera en que se organizan para que sus horarios coincidan, pero ese pequeño esfuerzo que hacen dice mucho de su relación.

 

Finalmente acepto que él venga, no me queda de otra si quiero comer en paz, así que espero que llegue él o la pizza, pero cuando tocan el timbre de la casa y voy a abrir estaban ambos, mí amada pizza con salsa extra y él. Ambos nos miramos en silencio, él me sonríe e intenta saludarme, pero yo por mi parte mascullo un saludo rápido y lo ayudo con lo que trae, en especial con la caja de pizza que quiero mantener lo más cerca a mi posible.

 

Él pasa y va directo a saludar a mi hermana, yo entro en la cocina pues prefiero evitarme el trauma de ver sus demostraciones de afecto, como ya estoy acostumbrado voy arreglando todo y lo llevo hasta la mesa, sirviendo cuidadosamente las cosas para que podamos comer. En uno de mis viajes entre ir y llevar las cosas me encuentro a solas con Fernando, quien me mira en silencio, mi hermana se ha ido a cambiar y nos ha dejado solos como para que tengamos una ‘charla entre chicos’ la verdad ella es malísima intentando que me lleve bien con él y eso que ya tiene cuatro años de práctica. No tengo intenciones de dirigirle la palabra, por lo que él es el que termina rompiendo el silencio.

 

–Me contó un pajarito que llegaste tarde de nuevo –levanto una ceja al escucharlo, me estaba tratando como un mocoso, otra vez.

 

–Deberías dejar de hablar con pájaros –le respondo seco y tomo mi lugar en la mesa.

 

–Gonzalo… –su tono de voz de vuelve ligeramente más serio– No lo digo por mí, sino por Aria, ella se preocupa mucho por ti…

 

–Lo sé –le cortó, esperando que se mantenga callado, pero no lo hace.

 

–Si tienes novia podrías decírselo, a ella no le importaría.

 

Se me hiela la sangre por dos segundos y no sé como contestarle, maldito el día en que a mi hermana se le ocurrió salir con alguien astuto como él.

 

–No estoy saliendo con nadie –aunque me tardo le respondo y él me queda viendo.

 

– ¿Entonces es solo tu amiga con beneficios?

 

De nuevo, me deja medio atontado, pero no iba a ceder con ese tipo.

 

–Para nada, solo me divierto tanto que pierdo la noción del tiempo.

 

Él abre la boca para decir algo más pero mi hermana sale del cuarto, tiene puesto un vestido casual y se ha delineado ligeramente los ojos, esta hermosa y eso basta para que Fernando se quede lo suficientemente atontado para olvidarse del tema.

 

La cena avanza con tranquilidad, ellos conversan amenamente y yo disfruto tanto mi pedazo de pizza que sería capaz de susurrarle cosas de amor ahí mismo. Ok, exagero un poco, pero es realmente delicioso.

 

–Y… ¿Hablaste con Carlos? –pregunta Fernando iniciando una nueva conversación.

 

Mi hermana no le responde, solo se le queda viendo a los ojos como si le reprochara algo mentalmente, me mira a mí y luego vuelve a verlo a él. El ambiente se torna extraño y él rápidamente se corrige, carraspeando un poco su garganta.

 

–Ya sabes, el camarógrafo del que me habías hablado.

 

–Ah –mi hermana sonríe y asiente– sí, parece que el proyecto del que te hablé tiene luz verde.

 

– ¿Proyecto de qué? –intervengo yo, realmente interesado, más que todo por la situación que se había formado para llegar a ese tema.

 

–Es un comercial que queremos  grabar –me cuenta ella– él es realmente bueno, pero su empresa parecía no querer trabajar con nosotros, parece que por fin se hicieron los arreglos necesarios.

 

–Ah, que complicado.

 

–Sí, pero valdrá la pena el esfuerzo –se mete el último pedazo que le quedaba de su pizza y limpia su boca con una servilleta.

 

Yo tengo mis dudas sobre ese proyecto, hace ya unos días que he notado a mi hermana extraña, no quiero pensar en eso pero sé que me está ocultando algo, la conozco demasiado bien y es fácil para mí leerla. Eso me pone de mal humor de repente y me levanto recogiendo todo, el hecho de que tenga un secreto que no pueda decirme me hace sentir traicionado, ella es más que mi hermana, es mi confidente y mejor amiga, se supone que no debería tener secretos conmigo y menos debería guardárselos con el idiota de su novio. Empiezo a maldecirlo en susurros mientras lavo las cosas que ensuciamos, intento descargar mi enojo con los platos y funciona, pues terminan tan limpios que relucen. Seco mis manos en mi pantalón y me dispongo a ir a mi cuarto, quiero olvidarme del mundo un rato, descansar y hacer lo que sea que no me consuma energía. Estoy tomando mi camino hacia allá cuando escucho que me llama. Suelto un largo suspiro y vuelvo hasta llegar a la sala, donde asomo mi cabeza preguntando sobre el llamado.

 

–Vamos a salir a divertirnos un rato –me informa mi hermana, ese ‘vamos’ solo incluye a su noviecito y ella– Ambos hemos tenido semanas pesadas y planeamos ir a despejarnos.

 

– ¿Karaoke?

 

Sé que mi hermana ama ir allá, aunque según he escuchado, uno de los mejores esta en el último piso de un casino bastante conocido. Yo he ido a los que dejan entrar menores, pero no es lo mismo e incluso los equipos son muy mediocres.

 

–Si –me responde Fernando– tal vez nos encontremos con unos amigos allá –sé que él no cantará pues no tiene la voz, su talento en la música siempre ha sido tocar o al menos eso dice Aria.

 

–Traten de no emborracharse demasiado –les digo y se ríen, no sé que es tan gracioso, yo trataba de sonar muy serio.

 

–Y tú trata de dormir temprano ¿De acuerdo?

 

–No prometo nada –me estiro perezoso– diviértanse –digo en forma de despedida y avanzo hacia el pasillo.

 

–Una cosa más –Aria me detiene tomándome del brazo– Mañana tengo planes y tú estás incluido, lo siento si no te dije antes pero necesito que estés aquí para el almuerzo. Tem-pra-no –hace énfasis en eso y me besa la frente–. Que descanses.

 

Camina hacia la puerta y la veo desaparecer. Yo suspiro pesado, probablemente haría planes para el día siguiente, después de todo era viernes y los fines de semana solía dedicárselos por completo a mis salidas con amigos y demás. Eran vacaciones y debía aprovechar cada fin de semana como si fuera el último.

 

Resignado subo hasta mi habitación y me tiro en la cama, dejándome caer cual costal de papas y cerrando mis ojos involuntariamente, hasta ese momento no me había percatado de lo cansado que estaba. Empiezo a quedarme dormido, sintiendo como mis sentidos me abandonan poco a poco hasta que ese pequeño trance es roto por mi celular, vibra y me toma tan desprevenido que me hace saltar. Veo la pantalla y leo el nombre, no puedo decir que no me lo esperara.

 

–Sam.

 

Me pide que nos veamos mañana y yo rápidamente le contesto que estaré ocupado, me toma varios mensajes más explicarle el porqué y entre eso, termino quedándome dormido con el celular en la mano.

 

 

La mañana siguiente la paso aburrido en mi casa, reniego un poco pues podría haberme encontrado con Sam, sin embargo tampoco quería fallarle a Aria, ella siempre me hacía favores sin pedirme nada y era momento de corresponderle de alguna manera.

 

Cuando llegó la hora del almuerzo yo seguía estando solo en casa, me había cambiado y puesto medio decente para lo que sea que tuviera planeado, y como cuando ella decía temprano no le gustaba esperar, me quedé tonteando con mi celular en la sala, esperando a que la puerta se abriera y ella me dijese su plan de almuerzo.

 

Cuando la puerta se abrió yo me paré del sofá enseguida, Aria no pasó primero en su lugar había un chico que se quedó parado en la sala principal de la casa, el maldito era alto, jodidamente alto en comparación conmigo, su mirada seria competía con la mía, pero su cabello negro, ligeramente ondeado y desordenado hicieron que todo se enclareciera frente a mí, no lo conocía, pero podía adivinar quién era.

 

–Carlos.

 

Pronuncié ante la mirada confundida de él, Aria entró después de unos minutos arrastrando una maleta enorme, esto no me gustaba, algo me decía que aquel nuevo inquilino venía a quedarse demasiado tiempo, y cómo no había negado su nombre ya sabía quién era, no lo quería cerca, no lo quería en mi casa, con mi hermana y mis cosas. Él no pertenecía a este lugar.

 

Estaba frente al dichoso Carlos Zaragoza, medio hermano de Aria por parte de su papá y un chico de personalidad horrible y genio de los mil demonios según tenía entendido. No me sorprendía para nada, conocía historias sobre su madre, tan dulce como un tiburón. Y también conocía historias sobre su padre, de quién evitaba dar mi opinión solo por respeto a mi hermana. Él era dos años mayor que yo pero ahora que estábamos frente a frente la diferencia parecía mucho más, él no aparentaba su edad y yo no aparentaba la mía. Aunque esos detalles eran trivialidades ahora. Necesitaba respuestas, esto explicaba mucho, pero solo una parte, y el silencio seguía extendiéndose entre nosotros, como una fuerte muralla.

 

– ¿Gonzalo? –me pregunta y asiento– Creí que eras un mito –se rió con burla y entonces no me contuve lo suficiente como para evitar que mi puño se plantara en su cara, pero que imbécil.

Notas finales:

Gonzalo no tiene mucho autocontrol, en el siguiente capítulo entenderán el porqué de su molestia.

En fin, cualquier cosita me escriben y gracias por pasarse, nos leemos nwn/

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).