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No es lo que Parece... por aiko uchiha

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Notas del fanfic:

Aclarotoria: Este fanfic ha sido publicado en otro foro~

A pesar de que su entrenamiento había finalizado, de igual forma había pensado en quedarse un poco más, como bien dice él, no tenía más nada interesante que hacer y como prácticamente vivía solo pues para él era más sencillo quedarse en la cancha mientras que hacía unos cuantos tiros libres.

 

Últimamente no ha podido tener una mejor comunicación con Tetsuya puesto que ha estado muy apegado a Momoi, a pesar de lo antipático que es, sin embargo, parecía más bien que ese era el perfume que conseguía atraerla, y por supuesto él como todo idiota que es, no sabía muy bien cómo hacerle conocer lo que estaba sintiendo. Era novato para estas cosas, que hasta se podía considerar a Tetsuya Kuroko como algo más que un amigo.

 

¿Qué hacía él pensando en esas cosas? Se supone que debería estar preparado para hacer su siguiente lanzamientos, y así fue, porque cuando lanzó el balón, éste había apenas rozado el arco, el cual se inclinaba un poco hacía abajo para dispararlo a una trayectoria que había conseguido caer en manos de cierto azulejo, quien tenía ya minutos observando lo que su querido novio estaba haciendo.  Aomine al darse cuenta que no se encontraba solo, comenzaba a rascarse con fastidio la nuca ya que no esperaba la llegada de la persona que, en pensamientos, había invocado; por lo que al girar su cuerpo hasta donde se encontraba, pudo escuchar el sonido de la suela de su zapato, tomar camino hasta donde se encontraba.

 

—Pensé que ya te habías ido a casa, Tetsu… —susurró desviando la mirada a un lado.
—En realidad estaba de camino a ella, pero… después recordé que de todos en Teikou eres el único que se mantuvo en la cancha —con esa inmutable expresión en su rostro, pudo ver como su pareja de baloncesto le sonreía de oreja a oreja, ya que delataba lo bien que conocía sus “raras” costumbre, como bien se decía.

 

Kuroko al no saber qué hacer, fue tomando camino hasta el banco que solía ocupar en algunos partidos para dejar ahí su morral, y con sacarse ese suéter blanco, pisó los mismo pasos que los llevaron hasta donde se encontraba el de tonalidad más oscura, quien al subir una de sus cejas, se estaba comenzando a cuestionar lo que el portador de la misdirection estaba haciendo.

 

—Ah… Testu no es por ser mala onda, pero… ¿qué se supone que estás haciendo? Sabes muy bien que no puedes trabajar como defensa…
—Puede que no, pero al menos intento serte de utilidad —espetó, posando su mirada al frente mientras que se colocaba en posición básica.

 

Suspiró con fastidio al saber que no podría llevarle la contraria, y al darle comienzo a un suave rebote, se mantenía firme para ver lo que pensaba hacer. Al principio las cosas habían comenzando bien, podría decir que en la mayor parte del tiempo, Daiki conseguía anotar cada canasta que  Kuroko no conseguía defender, y es que desde un principio había dicho que este joven no era muy buen para la defensa, por lo que se podía notar el mal que le iba al buscar evadir cada uno de sus lanzamientos.

 

Entre tantos intentos, hubo uno que le jugó una buena a  Daiki, cuando buscó driblear a la derecha, puesto que al dar el primer rebote, se había deslizado como si fuera un patinador de hielo, cayó de frente al piso con el cuerpo de su novio por debajo del suyo. El rubor que aparecía no era a causa de la peligrosa cercanía que tenía con el mismo, sino que más bien nunca había pasado por un accidente como este, mucho menos que su posición fuera lo bastante comprometedora, y que venga uno de la perteneciente leyenda “La generación de los milagros” a malinterpretar la escena.

 

—N-No se supone que termináramos así… —susurró eso para sí mismo.
—¿Por qué dices eso si ya estoy acostumbrado a tenerte encima de mí? —encuestaba el de orbes azul claro.
—Tetsu, estamos en plena cancha no en la cama de mi habitación.
—Tampoco es pretexto para que digas que no debimos terminar así —especulaba con poca ironía, escuchando a los segundos un suspiro por parte de su pareja de baloncesto.

 

Al no tener el balón en manos, la conseguía posicionar en el lado derecho de la cabeza de Kuroko para buscar la manera de levantarse, sin embargo, no se había percatado del cómo una de sus piernas conseguía sacarla un audible gemido al albino que entrecerraba sus orbes puesto que ése había conseguido tocar su parte más íntima.

 

—T-Tetsu yo no…
—N-No te detengas… A-Aomine-kun… —no comprendía si era una petición lo que le estaba pidiendo, no obstante, pudo percatarse de que realmente disfrutaba de dicha acción.

 

Llevaba la mirada hasta otra parte al  no entender lo que estaba pasando, pero al notar las reacciones que estaba teniendo su compañero, se dispuso a mover su pierna en un sentido en el que los roces que tuviera su rodilla con la parte más íntima del azulino fueran producto de unos consecutivos gemidos, quienes con el pasar de unos cuantos minutos salían más ahogadores que el anterior. De alguna manera se estaba comenzando a excitar, y como parecía no tener mucho sentido común, Aomine tomaba con firmeza la mandíbula del más bajo para dirigir su mirada hasta la suya, en donde se había dispuesto a besar los labios del jugador que tomaba parte de su camisa para que esta fuera arrugada, al instante en que su pareja tomará el rumbo de su apasionado beso cuando se disponía a profundizarlo.

 

Como nunca tuvo una clase de cuidado con Tetsuya, sus manos iban hasta el suéter que comenzaba a desabrochar, para así conseguir elevarlo a un nivel en el que fuera desprendida de su cuerpo, también pasó por lo mismo, la camisa que conseguía romper el beso que ambos azulejo se estaban dando, por supuesto que el poseedor de la misdirection  no evitaba desprender unos que otros jadeos, ya que la pierna del más alto seguía en ese lugar, acariciando y moviendo de un lado a otro, el bulto que se estaba haciendo notar al poseedor de orbes azul topacio, quien nuevamente tomaba control del chico cuando su beso se volvía profundamente apasionado, al instante de impactar la espalda del blanquecino contra ese liso piso.

 

Era un asco para este tipo de tratados, y el azulino claro tenía conocimiento de ellos; sin embargo, no estaba con ese chico por el cuidado que le daba, sino por la pasión que le entregaban cada vez que estaban juntos, en especial cuando tenía una mentalidad en la que, estaban “entrenando” su trabajo en equipo. Cosa que puede sonar un tanto masoquista, pero que le bastaba a Kuroko para saber lo que realmente sentía ese chico por él.

 

Se podría definir como su manera de amarlo.

 

Tomando nuevamente distancia del chico, sus manos se encargaban ahora de despojarlo de esa camisa de color azul mar, el cual se desprendía al mismo tiempo que la camisa que usaba Aomine en ese momento para entrenar. Estando con el torso al descubierto, el más bajo tomaba iniciativa cuando usaba su mano derecha para acariciar la notable erección que yacía escondidas en esas bermudas deportivas, mientras que el aludido lo que hacía era intensificar sus movimiento al dejar que su mano hiciera lo mismo que la suya.

 

—T-Tetsu… ¿e-estás seguro de hacer esto? —encuestaba entre jadeos.

 

El mencionado lo que hacía era bajarle la prenda que le impedía ver la hombría que estaba comenzando a tomar formar, y cuando se dispuso a bajarle ese bóxer negro, sus orbes seguían mostrando ese misma serenidad, pero que estaba siendo acompañada por un intenso brillo, producto de la excitación que sentía. Siendo después él el siguiente en quitarse lo que le quedaba en estos momentos, se había recostado solo un poco para tomar con firmeza la hombría del jugador que tenía esos orbes topacios fijos en los suyos; de ello se hizo escuchar un suave jadeo proveniente del joven que estaba cuestionándose lo que éste hacía.

 

—¿Q-Qué intentas hacer con todo esto? —fue lo más que se atrevió a preguntar, y es que para sentir ese agite en sus pulmones, era para que ni siquiera pudiese decir una simple vocal.
—No pretenderás que entres así no más, suficiente fueron las heridas que me hiciste la última vez que lo hicimos en mi departamento —acotaba Kuroko, volviendo a incorporarse, esta vez dispuesto a ser él quien comenzará con este acto.

 

Con el miembro de su pareja en una de sus manos, poco a poco se fue penetrando por sí solo, sorprendiendo por completo a Daiki, quien sin necesidad de despabilarse, tomaba la cadera de su pareja para hacerle más accesible, aunque se encontraba en una mala posición de igual forma conseguía embestirlo puesto que una de sus manos se posaba en el centro de su pecho para así acostarlo forzadamente en el piso, con sus manos fijas en el pecho del basquetbolista, lo que Kuroko era gemir con suavidad  al sentir esas fuertes vibraciones recorrer su cuerpo por completo. Por otro lado, el de hebras azul marina, tomaba la hombría del menor para darle un acelerado vaivén que desequilibraba los movimientos del menor.

 

Recostándose un poco sobre él, rozaba con suavidad sus labios para bajar el nivel de sus jadeos, puesto que ambos estaban conscientes que seguramente no estaban solos en la cancha, no obstante le restaban mucha importancia. Los minutos pasaban y los jadeos de ambos jóvenes se volvían gemidos, ya que sentían que pronto terminarían, por ello es que el de piel más oscura tomaba al  de hebras claras por su espalda para acostarlo en su pecho; consiguiendo rodar con él, ahora es que sus embestidas tomaban ritmo ya que conseguía sujetarse del piso, así como se enganchaba la pierna izquierda del menor en el lado derecho de su cintura.

 

Besando frenéticamente sus labios, ambos estaban a punto de alcanzar su límite, por lo que Aomine hizo todo lo que estuviera a su alcance para complacer los audibles gemidos que acortaban a cada segundo la respiración de su pareja. Sin embargo, todo esto llegó a su no tan deseado final, porque al jadear ahogadoramente, el orgasmo que los estaba invadiendo, les anunciaba que no podrían mover su cuerpo por unos cuantos minutos. Dejando que su novio descansara con los ojos cerrados en su pecho, mientras que Kuroko no hacía otra cosa que mirar inmutable un punto ciego del techo.

 

—Así que por esto decidiste quedarte, ¿Eh, Kurokocchi? —comentaba cierto rubio, mientras observaba a la pareja, tomar una segunda posición para continuar con su apasionado encuentro.


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