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Ocultando Lo Inevitable por aiko uchiha

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Notas del fanfic:

Aclaratoria: Ya este fanfic ha sido publicado en otro foro~

Se odiaba una y otra vez por tener este estúpido sentimiento. ¿Cómo coño hace uno para arrancarse el corazón e obligarlo a no tener ningún tipo de afecto por la persona que amas?

 

Es difícil de entender, más complicado se volvía cuando sabes que tienes una reputación que cuidar. Ahora es que se pasaba una mano por esas hebras oscuras, a ver si podía tranquilizar sus ideas, pero era inútil, sus deseos crecían a demasía y en estos momentos lo que anhelaba hacer, era el besar tan provocativos labios como los suyos. Pero, tendría que conformarse por ahora, con la delicada textura que Sakura le brindaba, cada vez que ambos deseaban estar juntos.

 

A través de besos y ligeras caricias es que conseguía mantenerse calmado, pero ni eso le bastaba. Porque seguía pesando en lo mismo. Tenía las mismas ansiedades de tener a Naruto Uzumaki en sus brazos.

 

Con dejar que ese blanquecino rostro se mojara con el líquido azulejo que caía de la regadera, una de las cosas que buscaba era la calma que necesitaba para soportar las ansiedades que conllevaba al tener que confesarle, abiertamente todo, absolutamente todo lo que sentía por él. ¿Cómo es que dejaba que las cosas se dieran de esa forma? ¿Por qué razón no le daba un final a todo esto y le dijera de una vez por toda que la verdadera persona con la que deseaba estar era con él?

 

Pero…, desgraciadamente no podía, ¿la razón? Tenía un status social, bastante alto como para lanzarlo por la borda por algo, con la cual la gran mayoría de los estudiantes de la institución Pretty Ángel gozan para molestar. Sólo por esa maldita reputación es que no decía nada, optando con dar a conocer un lema, bastante conocido:

 

“Es mejor callar, que lamentar”

 

Cerrando el grifó, se mantuvo pensativo por unos cuantos minutos. Con tan indiferente mirada puesta en el ligero reflejo que mostraba esa superficie de hierro, ahora es que podía decirse que era un imbécil de primera. Es suficiente agonía por una tarde, ahora es que tenía pensando tirarse en la cama con nada más un bóxer puesto; que le importaba si venía su hermano a joderlo, de todas maneras con ignorarlo le bastaba para descansar con tranquilidad. Menos mal que no tenía ningún tipo de plan para esta noche, pero eso sería lo último que haría, a fin de cuentas, no se encontraba con muchos ánimos de hacer algo.

 

Con rodearse la cintura con la toalla blanca que se encontraba en la guindalera cerca del sanitario, había apagado la luz de baño para dejar que esa brillante luz lunar, iluminará todos los alrededores de su habitación. Caminando serenamente hasta su armario, para abrir nada más la puerta que tenía a la izquierda, sacando de la gaveta que había abierto a los segundos, su ropa interior. Tomó nuevamente su camino hasta la cama, para sentarse en todo el centro de la misma, sacándose la toalla al momento en que se subía los bóxers, dejaba que su cuerpo creara peso en él para obligarlo a sentarse nuevamente en su cama.

 

Ya parecía un hombre desesperado cuando dejaba que sus pensamientos se apoderaran de su mente, ¿es que acaso no pensaban dejarlo en paz? Ya con esto era demasiado, y prácticamente estaba comenzando a imaginarse cosas que no son. Tiene a una mujer, bastante hermosa a su lado y con tener casi un año y tres meses juntos, es más que suficiente para definir sus sentimientos; era cierto que la adoraba como no tenía idea, pero claro siendo de pocas palabras, eran escasas las veces cuando mostraba lo que sentía. Y cuando lo hacía, prefería hacerlo a su manera y en una intimidad más privada.

 

Pero en todo esto existía un pequeño detalle: no la amaba. Sakura Haruno en más de una ocasión le ha dicho esas simples palabras que para Sasuke no significan más que eso, palabras… pero cuando se encontraba cerca de su mejor amigo, las cosas cambiaban, ya que sentía que en este caso tenían un valor más significante. Era imposible de creer, pero fácil de predecir, estaba enamorado de la persona equivocada.

 

Un pesado suspiro se escuchó en la habitación, acto seguido de ello, se escuchó el ligero golpe de un cuerpo contra la cama, proveniente del Uchiha, ahora es que miraba un punto ciego de la nada. Seguía teniendo interrogantes que lo molestaba, tomando ejemplos como: “¿Por qué me enamoré precisamente de él?; ¿Cuándo fue que comencé a verlo de otra manera?; ¿Por qué sigo estando con Sakura cuando en realidad no la amo como debería?” era obvio que parecía una mujer mortificada cuando tenía ese tipo de pensar.

 

Pero… era inevitable no tener dicho dilema en su mente.

 

Absortó en sus pensamientos, no había podido dar con el sonido que desprendía su Iphone, por lo que había estirado uno de sus brazos hasta el paradero del mismo para tomar, a penas con las yemas de sus dedos. Mirando por encima el identificado de llamada, quería morirse al saber que había invocado a la persona que estaba dominando sus pensamientos.

 

Oye, teme… ¿en dónde estás metido? encuestó el rubio desde la otra línea.
—Estoy en mi casa, dobe; no tengo muchas ganas de salir esta noche —respondió con una voz débil.
Hay déjate de tonterías y vente a la casa de Kiba; la fiesta está que revienta, y todos lo del instituto están aquí lo animaba como de costumbre, gritando como un loco desesperado, seguramente por el fuerte sonido de la música.

 

Y en efecto así estaban las cosas, puesto que la rumba llegaba hasta lo más alto por la influencia de alcohol que existía en el lugar. Al parecer, uno de los chicos había conseguido dar con una licorería que le dieron venta de cuatro cajas de cervezas, y eso que tuvieron la suerte de que trabajarían hasta tarde por si acaso le faltaban unas más. Genial, justamente tenía que ponerse nostálgico cuando las cosas estaban buena, menos mal que las cosa no podían ser peor. Porque si no, ya sería el colmo.

 

—Dobe, está muy apetecible la invitación pero…
Se me olvidaba comentarte, que Sakura tiene horas de haber llegado y eso que cuando le pregunté por ti, me dijo que, posiblemente vendrías a la fiesta parecía que eso lo estaba diciendo para tentarlo, y precisamente era lo que estaba consiguiente, ya que le hizo recordar las mismas palabras que le dijo a su novia cuando salieron de clases.
—Está bien, llegaré en unos minutos —aceptó resignado, incorporándose en su cama—.  ¿En dónde me dijiste que estaban?
En la casa de Kiba contestó; no te vayas a tardar una eternidad, mira que las cosas se están poniendo buenas le sugirió, cortando la llamada.

 

Perfecto, ahora tenía una cita a la cual debería acudir en menos de dos minutos. Nada más iba porque estaba su novia en ese lugar, y en algunas ocasiones, cuando las cosas se ponían bastante buenas, le daba por perder la cabeza al dejarse influenciar por el alcohol, y seguramente eso no será del todo lindo para ver. Por ello, es que tendría que ir a ese ligar para custodiar sus bebidas, prácticamente.

 

Se colocó lo primero que tenía a la vista, que sería unos pantalones jeans de color negro, que se encontraba roto, ligeramente en la parte de adelante. Una camisa mangas cortas color blanco, y un chaleco de rayas rojas en todo el medio de las mangas, del mismo color que su pantalón; con sus habituales convers negros, se había alborotado de manera superficial sus cabellos, para dejar que una cierta parte de ellos taparan su frente. Tomando las llaves de su auto, estaba tomando camino hasta la casa de su amigo –lo cual no le tomó ni media hora en llegar–.

 

Estacionó el vehículo cerca de la entrada, para después salir de él, en donde le había colocado la alarma de seguridad. Encaminándose hasta el condominio, cuando paso esa puerta de madera, se había dirigido hasta el ascensor para dirigirse hasta el tercer piso. Estando en él, se recostaba de esa pared de madera, volviendo a pensar en la misma interrogativa que tenía rato divagando su mente: ¿Por qué le gustaba su mejor amigo?; con posar una mano en su frente, había cerrado esos penetrantes orbes para sacarse esa molestia de la cabeza. Con ello se había auto-proclamado que esta noche se divertiría como si no hubiera un final.

 

Así es, hoy era la noche en la que Sasuke Uchiha tendría que divertirse como si esta fiesta fuera la última a la que asistiría en lo que le quedaba de año. Cuando se escuchó el “ding” que le indicó su llegada, salió de él para encaminarse con las manos metidas en los bolsillos hasta el condominio de soltero que poseía, uno de los chicos de su escuadrón. Traspasando la puerta al momento en que fue abierta, todo los presentes se encontraba fundido bajo el ritmo de la una contagiosa canción, sin embargo él tenía una cosa que hacer antes de adentrarse a la pista de baile.

 

Buscar a su novia.

 

Con el móvil pegado en su oreja derecha, le repicaba a ver si daba con ella. Pero era completamente inútil, ya que había muchas personas que obstaculizaba su paso. Peor imposible no se podía poner, y es que cuando pensó que había dado con ella, resulta que se había topado con la persona que invadía sus pensamientos, y era quien tenía en estos momentos dos vasos de whisky a la mano. Su mejor amigo, Naruto Uzumaki.

 

—¡Teme al fin llegas! —gritó con alegría, haciendo sonora su voz para que el aludido lo escuchase.
—¡Ni creas que me perdería tremenda fiesta, y más si va en las etapas más buenas! —contestó de la misma manera, mostrando no sólo una sonrisa cerrada, sino también una dije de arrogancia.

 

Para estas ocasiones, era evidente optar su papel de chico popular y si que  le iba bien, porque se volvía reconocible ante los demás.

 

—¡¿En dónde está Sakura, Dobe?! —preguntó, recordando una de las razones por la que había venido.
—¡Ven conmigo, te llevaré a donde está ella! —respondió, con esa misma gritería, abriéndose paso ante los demás invitados.

 

Duraron unos diez minutos en llegar a la parte más alta del condominio, ya que éste estaba compuesto por dos pisos. Ahora se encontraban mirando a todos los chicos bailar alocadamente, con una nueva música que había implantado el Dj. Sí que sabía controlar a los jóvenes cuando se trata dejarse llevar por la música. Con esa misma sonrisa dibujada en su rostro, disfrutaba de un coctel de margarina, traída por el anfitrión de la casa. Kiba Inuzuka; éste era el padre de las fiestas, porque muchos en la institución lo recuerdan como el rumbero sin control siendo novio de la mejor amiga de su novia, Ino Yamanaka; la chica pensaba que estaba en la cima por tener a uno de los chicos más populares del lugar, a eso si se le podía llamar ser ingenuo.

 

—¡Hasta que por fin te da la gana de aparecer, Sasuke! —lo saludaba su amigo, dándole unas palmadas en la espalda.
—¡Dale las gracias al dobe por el extraño poder de convencimiento que tiene! —hablaba con sarcasmo, dándole un trago a su bebida.
—¡Así fuera por él, de todas maneras no puedes perderte una de mis más grandes fiestas! —se daba a sí mismo, las felicitaciones por el gran logro que había conseguido.
—¡Sasuke-kun! —a lo lejos se podía presenciar el llamado de su novia.

 

Estando de frente a su novio, lo saludó como debería al depositarle un corto beso en tan provocativos labios. Siendo rodeada por el albino, al posar su brazo en el otro extremo de su hombro, ahora es que podía visualizar la copa que tenía la fémina en su mano izquierda, y con ello tuvo que sacar la deducción de que, seguramente era el tercer vaso que se tomaba. Mirando todo lo que estaba rodeándolos, se fue hasta su cuello para no tener necesidad de forzar la voz.

 

—¿Cuántos tragos llevas? —a pesar que estaba demasiado cerca de su tímpanos, apenas es que se hacía difícil escuchar sus palabras.
—Este es mi cuarto trago —estaba en lo cierto, cuando escuchó su respuesta—, pero tranquilo, todavía no me siento mareada.
—Es lo que me concierna —comentó para sí mismo, desviando la mirada hacia un lado.

 

Después de su conversación, y de que el joven se tomará sus primeros dos tragos, ahora es que estaba bailando, sensualmente con su novia al estar en todo el centro de su la pista de baile. Con una mano en su cintura, la apegaba más a él para sentir el calor de su cuerpo en el suyo, y con subir de vez en cuando la mirada hasta los brillantes jades de la chica, ahora es que estaba teniendo un ataque de hormonas, seguramente por los efectos del alcohol. Por ello es que su cercanía se volvió intensa, cuando los dos decidieron besarse, apasionadamente al frente de todo el mundo.

 

Una de las cosas que podía agradecer Sasuke, era el hecho de que no muchos prestaban atención a lo que estaba ocurriendo, ya que ese ambiente se volvía más adictivo con el pasar del tiempo, sin embargo, estaba pidiendo un poco más de privacidad por ello, es que se había separado forzadamente de su novia para tomarla de un brazo, y conducirla hasta la habitación de su  compañero de clases. Era momento de llevar las cosas hasta el siguiente nivel, y no precisamente porque ya no cargaba consciencia para lo que estaba haciendo, sino que estaba intentando sacar a ese rubio de su cabeza. Era impresionante como seguía fastidiándolo, a pesar de que ambos se encontraban, cada uno haciendo lo suyo, pero aún así, él era el que salía perdiendo puesto que no podía sacarlo, fácilmente de su mente.

 

Miraba cada puerta por la que pasaba, a ver si daba con la que deseaba, y cuando había conseguido llegar a ella. Besó nuevamente a su novia para aprisionarla en ella, dejando que sus labios se encontraran apasionadamente, su cuerpo parecía magnéticamente atraído hasta el de ella, pero era por la necesidad que estaba sintiendo, aunque no fuera el único que tuviera esos mismo deseos, Sakura en estos momentos quería era sentirse unida al Uchiha, por ello es que había buscado con desesperación la manilla de la puerta para abrirla forzadamente.

 

Lo que provocó que ambos se separaran, no era el fuerte golpe que había recibido la misma al momento de tener contacto con la pared, sino la escena que tenían al frente de sus ojos.

 

En la Haruno no provocó más que satisfacción por el logró que había tenido su amiga al conseguir estar en la misma cama con el chico de hebras doradas, y más todavía por la peligrosa cercanía que tenía con ella al dejar que sus varoniles manos recorrieran la blanquecina piel de una fémina de hebras azules, quien se sujetaba de sus cabellos cuando sus labios desprendía suspiros que daban a conocer lo que ha querido desde hace mucho tiempo. En cambio, en Sasuke creaba un sentimiento, no antes visto en él. Esos celos invadían su cuerpo, de una manera en la que deseaba apartarlo de la Hyûuga.

 

Mostrando esa fría expresión en su rostro, era claro que podía ocultar los celos que sentía. La ira que lo conllevaba, y el odio a la persona que tenía la absoluta libertad de tener dichas cercanía con el Uzumaki. Ahí fue, cuando dio con una respuesta que estaba buscando desde hace un tiempo, y era que sí estaba enamorado de su mejor amigo.


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