Eran las siete de la mañana, y dentro de poco tenía que verlo, pero en estos momentos se encontraba completamente ocupada con una chica de hebras rosadas que se encontraba besando de manera seductora sus labios, y esas blanquecinas manos se movían con una lentitud que parecían admirar cada parte de su cuerpo. Estaba hipnotizada con tales caricias, parecían letales para la fémina que no hacía más que enredar uno de sus dedos en los cabellos de su amante para permitirle a ella darle un enfrentamiento a sus orbes rojos.
Quería más de ella, y lo obtendría por eso es que sentía fuertes palpitaciones en su parte más sensible, y es porque la mano de la Haruno se había colado a ese lugar, sin previo aviso se encontraba inspeccionando la parte que se encontraba humedecida, provocando en ella una triunfadora sonrisa.
—La pasamos muy bien anoche, por lo visto te quedaste sin con las ganas —comentó ella en bajo, lamiendo nuevamente su cuello.
—E-Es inevitable —protestó Karin—, eres peligrosa… Cuando te lo propone…. —jadeaba la chica.
Le daba la razón en eso, ¿qué culpa tenía de tener tan buenos atributos? Para la chica de orbes jades era perfecto conocer el cuerpo de su amiga/rival. Estando en público las cosas eran indiferentes entre ellas, porque todo el mundo sabía que odiaban; pero, secretamente sentían algo la una por la otra, sólo que nadie lo sabía nada más ellas. Eran amantes en secreto, demostrándose lo que deseaba cada vez que se encontraban íntimamente, Sakura tenía su novio, era feliz con Naruto. Lo admitía, pero con Karin se sentían en el paraíso, como si las cosas pasaran por cosas del destino.
La pelirroja tenía a su novio, y era feliz con ese chico. Era el más popular de toda la universidad, y todas se morían por tener su lugar; claro que ella era quien lo tenía. Sentía que su mundo recorría el mundo cuando estaba entre sus brazos, y cuando se besaban era el paraíso, Sasuke lo era todo para la chica; pero…, luego paso todo con Sakura. Por sólo quedar en ese salón de clases después de que Anko diera su clase, fue su completa perdición, porque ambas se dejaron llevar por sus propios deseos.
Y nuevamente…, era sacada de sus pensamientos por un ligero pellizco, proporcionado por su amante.
Al parecer quería más de ella, por eso besaba sus labios para ahogar sus gemidos. No quería que las demás chicas conocieran su secreto. Al separarse por sexta vez, se miraron de manera fija a los ojos, buscando decirse con ellas lo que en serio querían comprender… ¿Por qué pasaba esto? ¿Qué fue lo que las impulsó a hacer esto? Sus deseos… El querer conocer lo prohibido fue lo que las motivaron a eso.
Sakura acariciaba los senos de su ahora amante, mientras que Karin dejaba marcas en su cuello, pero que no serían visibles para el novio de la fémina.
—Sabes que siempre me han gustado tus senos… —la halagaba tocando con una de sus manos su vientre.
Ella afirmaba con su cabeza mientras evitaba el escape de un gemido que salía sin permiso de sus labios. Por lo visto seguía en ese lugar.
—Quiero que sea de noche… —comentó.
— ¿Para qué? —se hizo la desentendida.
—Para tenerte nuevamente bajo mis sabanas, y me digas con tus gemidos que amas lo que te hago —sentenció rozando sensualmente la comisura de su labio.
Qué malvada era la Haruno cuando se lo proponía. Tanto que… Se sentía perdida bajo el hechizo de un cerezo que se sentía determinada a obtener lo que tanto deseaba.
Ella… desde siempre ha sido eso que tanto ha deseado… mal que todo esto, es prohibido para ambas…