“Reminiscencia”
“¿Dónde estoy?” se siente adormilado, como si despertara de un largo sueño, gratificante, descansado. Un suave olor a lirios lo envuelve, dulce, amargo y distante. Un recuerdo casi olvidado llega a su mente.
-¿Madre?-Snape mira con curiosidad a su madre.
La mujer de serios ojos negros lo mira por un momento-vamos-así como se detienen en la floristería se marchan; sin embargo, el niño de 6 años no puede sacarse de su mente la mirada anhelante de su madre en esos lirios.
Ha estado guardando dinero desde que noto aquel brillo en la mirada de su progenitora, tal vez, su madre no era la mujer más afectuosa del mundo, ciertamente él tampoco lo era, por eso podía distinguir en esa mirada idéntica a la de él, el cariño que ella le tenía, había veces en las que haciéndose el dormido podía sentir como la mujer después de llegar de trabajar lo cobijaba, y aunque con la delgada manta no pudiera hacer mucho, su corazón de seis años se podía sentir muy cálido y agradable. Por ello mismo ha estado juntando dinero, haciendo trabajos mal pagados con los vecinos, poco le importa si fue por lástima de ser el niño raro, de ropas feas y remendadas.
Severus no quiere regresar a su casa, sabe que su padre estará ahí, borracho, solo espera que esa vez cuando llegue de comprar los lirios, este se encuentre demasiado alcoholizado para hacer algo en contra de su madre o él. El camino se le hace silencioso, sus manos aferrándose a los cuatro lirios envueltos en un lazo verde, igual que la antigua casa a la que pertenecía su madre.
Abre la puerta temeroso, no hay ruido… Entra silencioso, casi alegre, una sonrisa leve se posa en sus labios. Toda alegría muere al ver a su madre sentada el roído sillón, con un ojo morado, el labio sangrando y sosteniéndose el brazo izquierdo que se encuentra con pedazos de vidrios incrustados en el, se acerca a ella con el rostro pálido.
-¿M-mamá?...-su voz sale en un susurro, su voz se niega a salir. La mujer lo mira, Severus tiembla, su madre ya no tiene ningún brillo en la mirada, el niño no sabe qué hacer-feliz cumpleaños-termina susurrando, los ojos negros y fríos de su progenitora viajan a los lirios que el pequeño sostiene firmemente contra su pecho, Severus puede ver cierto brillo en esos ojos de nuevo; sin embargo, así como aparece se va, Snape sabe qué significa eso y duele, duele mucho. Permitiéndose ser niño por primera vez en su vida, se lanza a los brazos de su madre llorando, no solloza, llora en silencio. Los lirios caen al suelo llenándose de la sangre que gotea del brazo de su madre. Ese día fue el cumpleaños de su madre y también el funeral de su espíritu.
-¿Señor Snape?-no recuerda cuando abrió los ojos y se sentó en la cama donde se encontraba. Su mirada se encuentra obscurecida por los recuerdos, cierra los ojos por un momento y los alza para encontrarse con la mirada de Madame Pomfrey.
-¿Por qué estoy aquí?-no recuerda como llego a ese lugar, solo el susurro distante de su madre, seguro alguna broma lo hizo llegar ahí, de nuevo.
-Vera…- la mujer calla por unos momentos, parece insegura-lo mejor será informarle al director que ya despertó, parecía preocupado, en unos momentos regreso-Snape observa como la mujer sale presurosa del cubículo donde se encuentra su cama. Suspira un poco, con la mirada cargada de aburrimiento se permita observar la venda que cubre parte de su mano izquierda, poco a poco va recordando, las clases de McGonagall… ¿Qué le había pasado?
-Por lo visto, ya te encuentras mejor, Severus-alza la mirada para encontrarse con la mirada del anciano que le da una sonrisa-¿caramelo de limón?-pregunta con parsimonia el director de Hogwarts, Snape niega con la cabeza.
-¿Qué me pasa?-preguntó el pelinegro.
-Siempre tan directo Severus-mencionó el anciano con cierta tristeza en la voz-la que puede explicarnos mejor lo que pasa, eres tú, mi querida Poppy- la mirada de los hombres se dirigió a la bruja.
La mujer suspiro-vera señor Snape, lo que usted sufrió fue un desmayo-la bruja continuo al ver que el Slytherin no dijo nada- por el momento no encuentro una causa, pero mientras se encontraba dormido hice algunos exámenes y todos dieron negativo, así que sería de gran ayuda que contestara ciertas preguntas para mí, ¿Qué sintió antes de desmayarse?-la enfermera lo vio inquisitivamente.
El pelinegro guardo silencio por unos momentos- sueño.
La bruja suspiro al ver lo poco cooperativo que estaba siendo el joven-¿algo más específico?
-Desorientado-murmuro no muy convencido de eso.
La mujer asintió levemente-podría ser cansancio junto con algo de mala alimentación, ¿hay algo que lo esté preocupando?-la mirada negra se oscureció.
-Bueno si ese es el caso, lo mejor será dejarlo descansar-intervino Dumbledore con una sonrisa, la mujer lo miro con el ceño fruncido pero termino suspirando.
-Está bien, traeré algo para que coma señor Snape, después de eso puede quedarse a dormir aquí, ya paso el toque de queda, y por favor aliméntese como es debido-la mujer salió del cubículo.
-Severus, ten cuidado, si te sientes enfermo ven a la enfermería-el director le dio una mirada seria al muchacho mientras se ponía de pie- por cierto, los arreglos están listos, podrás asistir mañana, ya se fue informado a los profesores acerca de tu ausencia-el anciano le dio una última sonrisa antes de abandonar el lugar- buenas noches.- El Slytherin bajo la mirada, perdiéndose en sus pensamientos de nuevo.
-Aquí está su comida señor Snape, descanse y cómase todo por favor-la mujer dejo la bandeja sobre una mesita que se encontraba cerca de la cama del ojinegro.
Aun sin prestar verdadera atención, tomo una hogaza de pan y se lo fue comiendo de bocado en bocado, la comida le sabia simple, sin sabor alguno. Tomo algo de sopa y jugo, solo para que Madame Pomfrey no le dijera nada, después de un rato la bandeja fue retirada por la mujer, que le deseo las buenas noches de nuevo, antes de que las luces fueran apagadas, la obscuridad reino en toda la enfermería, apretó la sabanas con fuerza entre sus dedos, sentía un nudo en el estómago y a decir verdad, poco le importaba porque se había desmayado.
Mañana la vería por última vez, mañana se despediría.
Antes de darse cuenta se quedó dormido de nuevo.
~
Se retiró de la enfermería un poco después de que empezaran las clases, de esa forma no se encontraría con nadie, camino silencioso por los pasillos del castillo, que se encontraban inusualmente silencioso.
Demasiado rápido, para su gusto, llego a la pared que lo conducía a su sala común, menciono la contraseña y camino directo a su habitación, tomo un largo baño, como si con eso se retrasara el tiempo, no quería pero debía ir, verla por última vez, apoyo la cabeza contra los azulejos del baño, se sentía muerto y cansado, irónico, tomando en cuenta todo lo que había dormido últimamente.
Se secó el cabello con una toalla, miró la ropa cuidadosamente doblada, un traje completamente negro, a excepción de la camisa blanca y la corbata verde, seguro dejado por Dumbledore, torció la boca, ciertamente le recordaba a su uniforme por los colores; sin embargo, era y le quedaba completamente diferente, se miró por el espejo y amarro con cuidado su cabello con una cinta verde, unos cuantos cabellos quedaron al frente. Suspiró quedamente poniéndose la elegante gabardina negra, se encontraba lloviendo, después le pagaría todo eso al director, pero primero debía hacer eso, saliendo del baño se encontró con el enorme y hermoso ramo de lirios blancos envueltos con un lazo verde, que le había encargado a Dumbledore, por lo menos eso si lo había pagado.
Tomó el ramo entre sus manos, una mueca nostálgica se posó en sus facciones al recordar algo parecido, hace mucho tiempo había presenciado el funeral del espíritu de su madre, esta vez sería el de su cuerpo, pero aun así, quería decirle adiós y pedirle perdón… Se detuvo unos momentos, recordando el taco de su madre, apretó más fuerte el ramo, era mejor así. Debía seguir e ir a la oficina de Dumbledore para tomar el traslador.
~
Sirius caminaba tranquilo por los pasillos del castillo, ese día se había quedado dormido, y como Moony seguía molesto con él y James no los había despertado, Prongs había decidido ir a clases, pero él no le veía el caso, la profesora Sprout seguro les patearía el trasero y los mandaría donde McGonagall, así que mejor esperar el castigo y olvidarse de los regaños acerca de la responsabilidad y puntualidad.
No era tonto, por lo que iba con la capa de James y el mapa, no quería que Filch lo encontrara, tenía hambre e iba ir a comer a las cocinas del Gran Comedor, se puso una mano en el estómago mientras lo escuchaba gruñir.
-Que hambre- dejó salir un quejido, mirando de nuevo el mapa por si acaso, parpadeo curioso viendo como una motita con el nombre de Severus Snape caminaba en su dirección, frunció el ceño molesto consigo mismo, por alguna extraña razón no tenía ganas de molestar al odioso de Snivellus “seguro es el hambre” se dijo a si mismo mientras torcía la boca en una mueca de desprecio.
Se detuvo al escuchar los pasos de alguien acercándose, sabía que era Snape, pero tenía mucha hambre como para hacer algo.
Parpadeó confundido, justo en frente de él, se detuvo Snape, tuvo que hacer un esfuerzo para no abrir la boca sorprendido, Snivellus se miraba totalmente diferente, y ese ramo de lirios…
-Mierda, no ahora-escuchó como susurraba Snape…
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Severus camino con tranquilidad por el lugar, se detuvo en mitad del pasillo al sentir como su cuerpo se adormecía, como su mirada se empezaba a nublar- mierda, no ahora-no podía, no, simplemente no podía, debía ir, debía despedirse, debía pedir perdón, debía… hacer tantas cosas, no podían quitarle eso, no, no, maldita sea era su madre, no… Unas cuantas lágrimas de frustración descendieron por su mejilla, al sentir como perdía la conciencia.
La obscuridad se lo llevo de nuevo.
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Antes de darse cuenta de que hacía, atrapo el cuerpo de Snape, la capa y el mapa tirados en el piso, cargo entre sus brazos al muchacho de ojos negros, se sorprendió al notar los surcos de lágrimas en las mejillas del Slytherin, mordió su labio incomodo al ver como una lagrima, antes prisionera, de las pestañas del muchacho descendía lentamente por la mejilla de este, cerró los ojos turbado por la escena que estaba presenciando, el olor de lirios lo calmo.
Abrió los ojos, Snape seguía inconsciente, pero aun así no hacia ademán de soltar el ramo de lirios. Sirius suspiro derrotado.
¿Qué mierda estaba pasando ahí?
Suspiró derrotado mientras empezaba a caminar rumbo a la enfermería, después de recoger el mapa y la capa, con cierta dificultad por el cuerpo de Snape, de lo único que estaba seguro, era del hecho de que Snape, era humano como él.