Prólogo: Dolor
Naruto Namikaze un doncel de cabellos rubios, ojos azules como el mismo cielo y piel canela con tres marquitas como bigotitos en cada mejilla, caminaba por el patio del colegio extremadamente nervioso. Le había pedido a su novio, Sasuke, verse en la parte trasera del colegio, en donde se ubicaba un gran árbol que consistía en su refugio de amor. Estaba asustado, una parte de él no quería ir, pero sabía que aquello que le tenía que decir a Sasuke era importante, además, de ser algo imposible de ocultar.
Por fin llegó al lugar en donde Sasuke ya le esperaba. La brisa fresca de primavera, le llegó en el rostro y de paso, meciendo su cabellera rubia mientras se acercaba a su novio.
Sasuke le iba a recibir con un abrazo, pero desistió al notar algo raro, distinto, en el rostro de Naruto.
— ¿Ocurre algo Naruto? —le preguntó Sasuke quien era un joven de cabello negro y ojos oscuros.
—Sí. Pasa que te llamé porque tengo algo muy importante que decirte.
—Bueno, entonces, dime.
—Estoy esperando un hijo tuyo —soltó sin más.
— ¿Cómo?, ¿oí bien?
—Sí, es lo que escuchaste, estoy esperando un hijo tuyo —le respondió.
—Jaja, no en serio —se burló y se quedó en silencio unos segundos para después decir—: ¿y tú acaso esperas a que yo me responsabilice por ese crío? Claro que no, no te das cuenta la edad que tenemos. Por dios, no tenemos la edad suficiente para cargar con la responsabilidad de criar a un hijo.
—Pero…
—Pero es que nada, y mejor sal de mi vista de inmediato.
—Pero Sasuke, tú me dijiste que me amabas ¿Por qué me tratas así?, ¿Por qué me dices todas esas cosas? Tampoco es que haya sido sólo mi culpa.
—Es cierto que un hijo no se hace solo, pero ya que hemos llegado hasta punto, lo mejor es hablar con la verdad. Escucha, tú sólo fuiste uno más de mis pasatiempos.
— ¿Qué?
—Eso, tú solo fuiste uno más… —meditó a ver si decía o no aquella verdad— de mis amantes.
—Eso no puede ser.
—Sí, así como lo oyes, ¿conoces a Gaara y a Ino? Ellos son otros ilusos más —el rubio se tapó la boca de la impresión—, ah, y se me olvidaba, también está… Sakura.
— ¿Qué?, ¿Sakura-chan también?
—Así es.
—Pero si ella sabía que yo estaba contigo, o sea, que ambos se burlaron de mí.
—Puede ser, pero yo jamás te dije alguna vez que eras el único. Tú solito llegaste a esa conclusión o ¿por qué crees que no permití que hicieras pública esta relación?
—Entonces tú sólo jugaste conmigo ¿no es así? —Descubrió— Ya veo —comenzó a llorar desconsoladamente— yo… fui un idiota —decía entre sollozos.
—Más te vale que no me entrometas más en tus asuntos, porque ahora ese críajo es tu asunto, tu problema, no el mío.
—Sólo te diré una cosa… —apretó los puños con fuerza— te odio… te odio con todo mi corazón y siempre lo voy a hacer —y sin más, se fue corriendo lejos de todo y de aquel hombre que sólo jugó con su inocencia e ingenuidad. Aun así, no se iría sin antes ajustar cuentas con la que pensó, era su mejor amiga. Por lo que entró nuevamente en el recinto y corrió por los pasillos con los ojos llorosos, y las mejillas llenas de lágrimas llamando la atención de varios hasta que divisó aquella inconfundible cabellera rosa.
Una chica, de cabello corto rosa, ojos verdes y muy bonita, caminaba tranquilamente por los pasillos de la escuela, disfrutando del receso, que en ese momento se daba, hasta que…
— ¡Tú, maldita! —gritó Naruto, parándose delante de la pelirrosa con los ojos desbordantes de lágrimas.
—Naruto ¿Qué te pasa? —preguntó extrañada.
—Y todavía tienes el descaro de estar como si nada. Ya lo sé todo ¿Cómo pudiste?
— ¿De qué hablas?
—No te hagas, sé perfectamente la relación que tenías con Sasuke, ¿Por qué?, ¡¿Por qué te metiste con él si sabias que estaba conmigo?! —gritó, llamando la atención de varios, quienes se ganaron alrededor, y obvio, los cuchicheos no se hicieron esperar. Sasuke también apareció en ese instante notando todo lo que pasaba.
Sakura bajó la cabeza, muy avergonzada. Ya lo sabía, y ella no negaría la verdad.
—Lo siento, Naru… —se detuvo al sentir una fuerte cachetada que la botó al suelo de parte del rubio.
—Te odio. Tú y Sasuke se pueden ir al demonio.
La miró con un rostro de claro dolor que haría sentir hasta la peor persona el ser más despreciable de la Tierra; y claro, Sasuke también se sintió igual que Sakura.
Naruto salió corriendo y esa fue la última vez que lo vieron. Sakura lo único que hizo, fue sollozar ahí, sentada en el suelo, mientras se cubría el rostro y sus lágrimas con sus manos.
El chisme no tardó en expandirse, y se decía que Sasuke, Naruto y Sakura, estaban al parecer en un triángulo amoroso, o que, al parecer, Naruto tenía una relación con Sasuke, y Sakura se había metido, esa y muchas cosas, se comenzaron a decir ese día, pero Sasuke solo trató de ignorarlo, sabía que nadie se atrevería a preguntarle algo al respecto, así que solo dejó que hablaran. Al menos, ellos no sabían la verdad.
Ese mismo día, al final de clases, Sakura se encontraba en su salón esperando a que todos ya se hayan ido. Quería estar tranquila, y no que la apuntaran con el dedo como lo habían hecho todo el día. Permaneció ahí sentada, pero de repente habló.
— ¿Cómo se enteró? —le preguntó a Sasuke, cuando éste entró en el salón de Sakura —porque eran de diferentes salones, Naruto estaba en el mismo de Sakura—.
—Yo se lo dije —respondió como si nada.
— ¿Por qué?
—Naruto me dijo que espera un hijo mío.
— ¡¿Qué?! —se levantó bruscamente de su asiento tirando la silla en el momento.
—Tenía que deshacerme de él de alguna manera —contestó como si en verdad no lo sintiera, aunque no era así.
— ¿Cómo puedes hablar de esa manera?
—Yo no pienso cargar con un hijo. Ese, ahora será su problema.
—Eres despreciable.
—No te parecí tan despreciable cuando estábamos…
— ¡Cállate! Nunca debí de involucrarme contigo, y espero y Gaara e Ino se den cuenta de esto también.
—Ellos ya me mandaron al demonio, pero tal parece que no les importó mucho, después de todo, yo nunca les prometí nada.
—Pero a Naruto sí ¿verdad?
—Puede ser.
—Desde un principio, sabía que tener una relación contigo no me iba a traer nada bueno. En primera, porque eras el novio de mi mejor amigo, y con eso lo estaba traicionando, y en segunda… porque sabía que tú nunca llegarías a sentir algo por mí.
—Eso es cierto —contestó inmutable.
—Ya que… —continuó— tú al único que amabas de los cuatro, era a Naruto.
—Yo nunca he dicho que lo amo.
— ¡Lo amas! —le espetó— Solo que no te has dado cuenta, pero algún día, te vas a dar cuenta de eso, y te vas a arrepentir de todo el daño que le hiciste, pero va a ser tarde, y ya nada podrás hacer —agarró sus cosas y se dirigió a la puerta del salón, en donde se encontraba Sasuke—. Adiós Sasuke —y salió del salón.
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Naruto en cuanto salió del instituto, corrió y corrió todo lo que sus piernas le daban. No supo cuánto tiempo estuvo corriendo hasta que empezó a sentir el cansancio en su cuerpo. Se detuvo junto a un árbol, y ahí se dio cuenta de que estaba en el bosque anexo al parque cerca de su casa. Se dejó caer por el árbol y ahí rompió a llorar amargamente. Más tarde, cuando estaba más tranquilo, decidió mirar su reloj de pulsera, viendo que ya eran casi las cuatro de la tarde; se secó las lágrimas con un pañuelo y con decisión, se dirigió a su casa, a esa hora, su padre ya debería de estar en la casa. No podía callar, era el momento de decirles la verdad a sus padres.
Cuando llegó, abrió la puerta de la casa con su llave y entró, ahí estaba su madre siendo abrazada en el sofá por su padre mientras ambos miraban un programa en la televisión; volteando de inmediato al escuchar la puerta y viendo como venía su hijo, con el rostro con claros signos de haber estado llorando. Minato al instante apagó la televisión y se acercó preocupado a su hijo.
—Naru ¿Qué ocurre?
—Papá, mamá yo… tengo algo importante que decirles. —los miró a punto de romper a llorar de nuevo, pero se aguantó parpadeando repetidas veces, tenía que ser fuerte.
—Dinos hijo —lo alentó Kushina con clara preocupación y angustia en su rostro.
—Yo… es que… —se armó de todo el valor que pudo y lo soltó— tengo 8 semanas de embarazo.
— ¡¿Qué?! —Exclamó Minato mientras que Kushina se tapaba la cara con las manos del horror ante lo que acababan de escuchar— ¿Cómo es eso que esperas un hijo?
—Es cierto —decía Naruto con los ojos llorosos a punto de soltar esas lágrimas que seguía conteniendo con voluntad.
—Pero como puede estar pasando esto —Minato se sujetaba la cabeza intentando asimilar la situación.
—Es de ese novio del que me hablaste ¿no es así? —le preguntó Kushina con una clara furia en su rostro.
—Sí, pero, resultó que yo era solo un juego para él y me dijo que no quería saber nada más ni de mí ni de mi hijo.
— ¡Dime quien es para matar a ese maldito desgraciado! —gritó Minato enfurecido. No podía creer que alguien le haya hecho semejante crueldad a su hijo.
—No vale la pena —dijo Naruto.
—Como que no vale la pena, ese maldito tiene que pagar por lo que te hizo ¡dime quien es!
—Ya-ya te-dije que no vale la pena —se pone a llorar. Minato se calma un poco, después de todo, su hijo era quien más sufría en ese momento y la cosa era que estaba ese pequeño que esperaba Naruto, aquel pequeño el cual no tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando.
—Naru —le habló a Naruto quien lloraba de manera desconsolada. Éste alzó un poco su rostro todo lloroso y Minato le dio un abrazo quedando la cabeza del menor en el pecho de su padre—, no te preocupes, ya todo pasó. Ahora lo único que debes hacer es pensar en ese bebé que viene en camino y que necesita mucho de ti.
—Papá yo…
—Naru, sé que esta es tu decisión, pero antes que nada quiero pienses en el bien que le vas a hacer a esa criatura si decides tenerlo a tu lado, aunque… yo entiendo que va a ser difícil para ti, puesto que aún eres muy joven para asumir una responsabilidad tan grande como lo es criar a un hijo y tú solo. Por eso, deberás de decidir qué es lo que harás.
Minato mira a Naruto con una sonrisa cálida que le da mucha confianza, pero antes de que pudiera responder…
— ¡Claro que no! —gritó Kushina llamando la atención de los otros dos quienes de inmediato se separaron un poco del abrazo y la voltearon a ver— Naruto es un niño, él no puede tener a ese hijo porque yo no voy a permitir que arruine su vida de esa forma.
—Kushina, yo entiendo que estés molesta, pero déjame recordarte que ese bebé no tiene la culpa de nada.
—Pero aun así no deja de ser un estorbo.
— ¡Kushina!
—Paren por favor —pide Naruto desesperado al ver que sus padres estaban iniciando una discusión—, yo ya tomé una decisión y quiero que por favor la respeten y que también me apoyen en esto que ya decidí —se seca unas cuantas lágrimas y toma una bocanada de aire ante las miradas expectantes de sus padres—. Yo… lo voy a tener.
— ¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?! —grita Kushina y Minato sonríe entonces Naruto prosigue.
—Sé que tal vez soy muy pequeño para poder cuidarlo yo solo y es por eso que necesito de la ayuda de los dos.
—Claro que tendrás mi apoyo Naru —Minato se acerca y le da un pequeño abrazo—. Kushina, yo entiendo que esta situación para ti como madre no es fácil, pero por eso mismo deberías ser capaz de entender a Naru mejor que yo —Kushina vio que tanto su esposo como su hijo la esperaban para que diera su respuesta por lo que, resignada, tuvo que aceptar.
—Está bien, cuentas con mi apoyo. —dijo a regañadientes.
De esta forma se dio inicio a lo que sería un largo camino. Naruto ya no había ido más a la escuela, no después de que se lo confesó a Sasuke y a sus padres para así ahorrarse los malos momentos. En todo ese tiempo que duró el embarazo, Minato y Kushina siempre estuvieron con Naruto, lo acompañaban a las consultas, después a la primera ecografía y las subsiguientes.
Shizune, una conocida de Minato y Kushina, era la doctora que atendía a Naruto. Ella ya estaba acostumbrada a chicas y donceles jóvenes que tenían que criar hijos solos, contando solo con el apoyo de sus padres.
Naruto estaba recostado sobre la camilla, aquel día sabría el sexo de su bebé. A él no le importaba mucho ya que fuese lo que fuese, lo amaría.
—Mira Naruto-kun, ahí está tu bebé —Naruto miró a pesar de que no entendía mucho las imágenes, le alegraba saber que su hijo estaba ahí—. Ahora veremos que será —Shizune movió la maquinita alrededor del vientre un tanto abultado de Naruto y después dijo—: es un doncel.
— ¿Un doncel? —Preguntó Minato— ¿Está segura?
—Por supuesto, llevo tanto tiempo en esto que no me cabe la menor duda, además, ya he identificado a muchos niños y nunca me he equivocado.
—Un doncel —dijo Naruto con emoción—, un doncel como yo papá.
—Así es. —le coge la mano.
Luego de saber el sexo del bebé, le empezaron a comprar ropa y cosas como juguetes e implementos necesarios con mucha emoción. A pesar de todo esto, Minato notaba de que a Kushina todavía le costaba asimilar en lo que estaban, pero también se daba cuenta de que lo iba a aceptando poco a poco y Minato estaba seguro de que cuando el bebé naciera, Kushina estaría tan encantada que lo amaría tanto como él ya lo amaba.
Un día, cuando ya tenían listo el cuarto del nuevo integrante de la familia y Naruto ya estaba de ocho meses, éste fue a su cuarto, se metió al rincón más oculto de su closet, y de ahí cogió un peluche grande, muy felposo, que tenía la forma de un panda. Puso una mueca ya que aquel peluche se lo había regalado Sasuke en su primera cita y durante el corto transcurso de su relación, Naruto había tenido a ese oso como un tesoro muy especial, pero después de lo ocurrido, lo había guardado para no saber de él, aun así, lo había pensado mejor y había terminado por decidir qué sería mejor que le dejara el oso a su hijo, así, al menos tendría algo de su otro padre, aunque claro, nadie tenía porqué saberlo, por lo que, con alegría, regresó al cuarto de su hijo y dejó el oso en la cuna. Eso era lo mejor.
Hasta entonces, todo marchaba bien, pero toda la felicidad se vendría abajo, el día del parto.
Naruto estaba en la sala de espera, los médicos estaban preparando lo necesario para la intervención mientras que Minato y Kushina estaban cada uno tomando una mano de Naruto, Minato la izquierda y Kushina la derecha.
—Bien, vamos a comenzar, recuerden que esto no será fácil así que ahora voy a proceder a anestesiarte —dijo Shizune, preparando la inyección—, tienes que ser fuerte Naruto —éste asiente—. Todos listos.
Así se dio inicio al parto que sería hecho por cesárea dado que todos los donceles debían de dar a luz por ese método. Después de largos minutos finalmente se escuchó el llanto de un bebé el cual Shizune recibió.
— ¿Alguien quiere cortar el cordón? —preguntó Shizune.
—Yo quisiera —dijo Minato y una de las enfermeras le dio unas tijeras y éste lo cortó. Entonces las demás enfermeras procedieron a limpiar un poco al bebé.
—Mira Naruto-kun, este es tu pequeño —Shizune se lo acerca a Naruto para que quede cerca de su rostro y así este pueda verlo, pero… ahí estuvo el error.
Cuando Naruto ve a su hijo no lo puede creer. Es que simplemente no podía, no él no podía.
—Aléjenlo —dijo Naruto— ¡aléjenlo de mí, no quiero verlo! —gritó cerrando fuertemente los ojos y dejando a todos los presentes muy impresionados por la actitud del rubio.
—Pero Naruto, es tu hijo, ¿Cómo puedes decir eso?
—Solo no quiero verlo, llévenselo —pedía Naruto desesperado. Ese niño, no lo podía creer, ciertamente era una posibilidad, pero… él jamás pensó que se parecería tanto a Sasuke.
—Por favor, háganle caso, que se puede alterar más —pidió esta vez Kushina.
—Está bien, llévenselo para que lo limpien y lo pongan con los demás bebés —dijo Shizune y procedió a terminar su trabajo con Naruto.
Ese mismo día en la noche, Naruto estaba en un cuarto y sus padres estaban junto a él. Obviamente, Minato estaba muy preocupado por la anterior actitud de su hijo y lo único que esperaba era que no se volviera a repetir. Supuso que la razón por la cual Naruto se había puesto así se debía al hecho que el pequeño no tenía ningún parecido con Naruto, al parecer había salido a su padre, para su mala suerte, aunque, cuando Minato lo vio más detenidamente notó que lo único que había heredado de Naruto eran los ojos. Al menos algo, pensó.
De repente se escucharon unos toques en la puerta y Minato dijo “adelante” por lo que la puerta se abrió y entonces entraron Shizune y una enfermera la cual cargaba al pequeño doncel.
—Aquí está el pequeño —se dirige hacia Naruto—. Mira Naruto-kun, tómalo, es tu bebé.
Naruto lo volteó a ver un poco cuando la enfermera se lo acercó, pero no pudo.
—No, no lo quiero —dijo y se cubrió hasta la cabeza con las cobijas.
—Naruto-kun por favor, tienes que alimentarlo —le dijo Shizune, pero no hubo caso.
—Shizune-san, entiendo su preocupación, pero mi hijo no se encuentra en condiciones de hacer eso, al parecer está en shock y yo no quiero que se sienta incómodo. Solo le pido que tenga paciencia —pidió Kushina y Minato, a pesar de estar en contra, decidió apoyar la petición de su esposa. Lo único que esperaba era que Naruto aceptara pronto a su bebé.
—Kushina tiene razón —dijo—. Hay que ser pacientes y ya veremos qué Naru aceptará a su hijo.
—Bien, le daremos una leche especial, pero al menos, díganme su nombre.
—Ah, bueno.
La verdad era que aún no lo habían decidido. Durante ese tiempo, le habían sugerido varios nombres a Naruto pero que a este no parecieron convencer. Así que un día, les dijo que prefería ser él quien le pusiera el nombre a lo que sus padres estuvieron de acuerdo.
—Naru, dinos, ¿Cuál es su nombre? —preguntó Minato acercándose más a la cama de su hijo a lo que este quita un poco de cobija y dice bajito pero audible.
—Hiroshi —y se vuelve a cubrir con las cobijas.
—Su nombre es… Hiroshi Namikaze, Shizune-san —dijo Minato y Shizune asiente para luego salir junto con la enfermera del cuarto.
A pesar de que Minato tuvo la fe en que Naruto pudiera aceptar a su pequeño pronto, no fue así. Cuando por fin llegaron a la casa, Naruto seguía igual, y lo peor era que Kushina le apoyaba. Tuvieron que pasar los días para que Minato por fin, pudiera convencer a Naruto de darle de comer a su hijo. No era que Naruto aceptara gustoso el hecho de tener que estar con su hijo, pero al menos, lo aceptaba, de a poco, pero lo aceptaba.
Un día, cuando Hiroshi tenía tres meses, Minato estaba en el cuarto del pequeño cambiándole el pañal y sintió pena, sintió pena de ver a esa pequeña criatura inocente, ahí, muy feliz, completamente ajeno de lo que ocurría a su alrededor.
—No te preocupes Hiroshi, que tu abuelo Minato siempre te va a querer y siempre va a estar ahí para ti, pase lo que pase. Te prometo que me encargaré que seas feliz ¿sí? Y no te debes de preocupar, que tu abuela y Naru te quieren, a su manera, pero… te quieren —soltó unas pequeñas lágrimas—. Sé que ahora no entiendes lo que te digo, pero, aun así quiero que lo sepas —y lo abrazó con dulzura y protección sabiendo, muy en el fondo, que le esperaba un muy difícil futuro a su nieto, pero que él estaría allí y lo apoyaría todo el tiempo que fuera necesario.
Continuará…