Ésta es la historia de cómo comenzó el amor en mi vida. Mi nombre es Byun BaekHyun, tengo veinte años, muchas veces me han confundido con mujer porque delineo mis bellos ojos, si amo mis ojos, es la parte que más me gusta de mi… Aunque no siempre ha sido así.
Actualmente tengo a mi novio, mi gigante… Está durmiendo plácidamente a mi costado como lo hace cada vez que escribo una de mis novelas. Si bien soy joven y lo que estudio no está estrictamente relacionado con la literatura, mi primer libro lo publiqué a los dieciséis años, uno o dos años después de uno de los sucesos que más ha marcado mi vida, el que voy a narrar a continuación.
Primero que todo, soy homosexual, nunca he tenido problema con ello, mis padres en un principio se negaron a aceptarlo, teniendo en cuenta que se los dije a los once años, yo como padre también me habría negado, pero con el tiempo supieron asumirlo y comprenderlo. En el instituto donde estaba hicieron bullying por mi orientación sexual, por lo que un año después de decírselos a mis padres decidieron cambiarle a otro instituto, donde pudieran aceptarme como soy, fue ahí donde conocí a Oh Sehun, un chico maravilloso al principio, pero nada puede ser tan lindo cuando no sufres de primera, nos hicimos amigos de inmediato, salíamos a tomar helado, sacábamos a pasear a su perro, hacíamos las tareas y trabajos juntos, así fue todo maravilloso hasta cuando me pidió ser su novio, yo claramente acepte, irradiaba felicidad, el chico que me gustaba yo también le gustaba ¿qué podía salir mal? Muy ingenuo… Pero bueno, eso lo entenderán pronto.
Pasamos así nuestros primeros cinco meses de noviazgo disfrutando como lo hicimos desde el principio, se los presenté a mis padres y ellos a pesar de no estar felices aceptaron y nunca me pusieron mala cara. Poco antes de cumplir trece años Sehun me pidió que tuviéramos nuestra primera vez, yo me opuse en un principio, pero él dijo estar padeciendo una enfermedad terminal y todo a mi alrededor comenzó a caer, lenta y dolorosamente. Acepté sin dudar el tener nuestra primera vez, obviamente no quería que muriera sin habernos demostrado nuestro amor.
Tenía doce años y aquella fue la peor decisión que pude haber tomado en toda mi vida, y eso que solo tengo veinte. Siempre creí que la primera vez debería ser algo maravilloso algo en donde te sientes lleno y completo, pero no, duele demasiado, fue horrible. Sehun, a quien creí el hombre más maravilloso del planeta a pesar de todo el dolor que sufrió mi bello trasero. Este hombre súper maravilloso como creía, grabó mi primera vez (ciertamente no era la primera vez de él), la grabó y se la mostró a sus mejores amigos, lo que dio paso a un nuevo tipo de bullying. Sus amigos comenzaron a toquetearme de vez en cuando en los pasillos, después me pegaban en éstos, con el paso de las semanas me golpeaban en los camerinos o en los baños, después fueron violaciones, quería morir, correr a los brazos de mi mamá y decirle todo lo que pasaba, decirle que me quería morir, que había cometido un error en confiar en aquel compañero de curso, pero no podía, si lo hacía Sehun iba a mandar el video a toda el instituto, me expulsarían, no podría entrar en ningún instituto del distrito. No tenía opción, debía dejarme utilizar, todos los días cuando ellos quisieran debía prestar mi trasero para que ellos se corrieran dentro, para que me penetraran y después de eso me golpearan por ser un homosexual asqueroso, y así me sentí por muchísimos años, nada más que un “homosexual asqueroso”. Al año siguiente llegó un chico nuevo, era de mi estatura, y yo no era particularmente alto (Aún sigo sin ser alto). Su rostro era bonito, sus ojos un poco grandes, pero lo que más llamaba la atención eran sus peculiares orejas, eran grandes y tenían una forma rara, no como las de todos, y a pesar de eso las consideraba bastante lindas. Quise ser su amigo, nos juntamos alrededor de dos o tres semanas, nos llevábamos muy bien, pero tuve que aprender a desconfiar. A pesar de todo lo que había sucedido con Sehun y sus amigos, yo no me convertí en una persona retraída, tenía que sonreír como siempre o mis papás notarían el cambio. Cada vez que estaba con el chico nuevo Sehun me miraba feo y pasaba por mi lado pegándome con el hombro intencionalmente. Un día me llevo a los camerinos y me dijo “Sigue acercándote a ese chico y le haremos lo mismo que a ti, tú no puedes tener amigos. Las putitas no tienen amigos. ¿Quedó claro? Si le tienes aprecio aléjate de él.” Me dolió tanto que me negara hacer amigos, no tenía opción, por lo que así lo hice, si no quería que aquel chico pasara por lo mismo que yo, debía hacerlo. Un día en la mañana llegó feliz a mi puesto diciendo que sus padres le habían regalado una consola de videojuegos, yo me emocioné y le iba a responder que aquello era genial pero Sehun carraspeó, entendí que no podía dejarme llevar por mis emociones. Le dije que se alejara y que no fuera un estorbo, el me miró sorprendido, se acercaron unos cuantos y me dijeron que era una mala persona o cosas así, la verdad es que no recuerdo con certeza. Lo que si recuerdo es como el me miraba dolido, con sus ojos llenos de lágrimas.
Comenzaron a pasar los días nuevamente sin brillos, para nadie era necesario, nadie me quería realmente, nuevamente comencé a pensar en la muerte, creí que era la persona más miserable del planeta. Un día iba caminando por el pasillo que da al patio trasero de la escuela, rara vez iba gente para allá porque era como un peladero, pero había un árbol frondoso que daba una buena sombra para dormir, cuando escucho como un chico lloraba, lo busco con la mirada y estaba dentro de un salón, me acerco al umbral y veo a un chico sentado en medio del salón llorando desconsolado y miraban divertidos aquella escena mis mejores amigos (Hagamos notar que lo último es sarcasmo por favor.), no eran nada más ni nada menos que Sehun y su grupito, entro al salón obviamente enojado, prefiero que me molesten y golpeen a mí a que anden molestando y haciendo llorar a otros. Al entrar al salón todos dejaron de reír, por lo que el chico levanta la vista y es cuando noto que era mi chico, del que me tenía que alejar para protegerlo de esto mismo. “Dijiste que no lo molestarías si me alejaba de él” fue lo único que me atreví a decir mirando con odio al muchacho que me había arruinado la vida, “No es mi culpa que sea un asqueroso homosexual que anda detrás de JongIn” tras decir esas palabras rió con sorna, miré al chico que yacía de rodillas con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, lo miré con frialdad para dirigirme a él “Vete de aquí…”. No sé si mi cara fue demasiado fría que el solo reaccionó y se levantó torpemente y salió casi corriendo. Ése día cambió todo, fui violado por todos los integrantes del grupo, antes solo era Kris y Sehun, ese día se sumó JongIn, Tao y JunMyeon, después me pegaron, dejaron todo mi cuerpo magullado, excepto la cara, no podían haber marcas en el rostro si querían ocultarlo. “Si no quieres que vuelva a pasar esto no te metas en nuestros asuntos…” escupió JongIn para retirarse y todos le siguieron en silencio.
Al día siguiente apenas voy entrando al instituto escucho a un chico gritando que se detuvieran, que él no había hecho nada, mi corazón se encogió y corrí todo lo que dieron mis piernas y veo a Tao pateando en el suelo a mi chico mientras la gente que estaba cerca se limitaba a reír, nadie podía ponerse en contra de aquellos cinco chicos o la pagarían, siempre fue así. Estaba horrorizado por lo que estaba sucediendo, no pude quedarme de manos cruzadas, así que empujé a Tao tirándolo al suelo y mi chico se acercó a mi abrazando mis piernas, lo miré asustado y me limité a decirle que no me tocara, que se fuera lejos en ése instante y el con poca fuerza hizo caso. Sehun se acercó a mí y me tomó por el cuello de mi camisa, recuerdo perfectamente su mirada bañada en odio y su rostro rojo de ira “Me las pagarás caro putita, todos sabrán tu secreto y te pudrirás de vergüenza” me arrojó al suelo y yo comencé a llorar, me encerré en un cubículo del baño hasta medio día, cuando volví a clases los cinco matones del instituto me miraban con una sonrisa escalofriante. Sentí miedo, pero de momento no habían hecho nada, sabía que enviarían el video esa semana o quizás ese mismo día, solo sabía que tan pronto como llegase a casa debía hablar con mis padres.