Kris había entrenado al menor a unas veinte personas entre chicas y chicos, respecto a comportarse como esclavos, algunos eran voluntarios, otros buscando seguridad y algunos forzados; Pero en esta ocasión particularmente, se encontraba mirando al otro lado de la calle a través de la ventana polarizada de su auto. Aquel chico era diferente, no estaba dispuesto, ni había sido enviado por nadie…
Kris había intentado convencer a SeongBin de que podía entrenar a cualquier otro tipo de chico, que estaría mejor preparado para tan seria y peligrosa tarea, pero, SeongBin no cambió de parecer. También había esperado mucho tiempo para conseguir su venganza y se negaba a dejar nada al azar. El chico tenía que ser alguien especial, un regalo valioso que el y su entrenador serían motivo de conversación de todos-
Después de años de ser el aprendiz de Kim SeongBin, había forjado una reputación poco a poco, estableciéndole como un hombre decidido, leal y eficiente. Nunca había fallado y ahora había llegado el momento de demostrar su valía a un hombre al cual le debía tanto.
Su plan era simple. Kris debería ir hacia Korea del Sur y buscar un candidato para “La subasta” en poco más de cuatro meses. Era seguro que estaría plagado de bellezas de todo tipo de países.
Su único objetivo era encontrar a alguien similar a lo que él podría llamar “puro” o “Exquisitamente hermoso”, pobre, inexperta. Una vez hecha su elección, SeongBin enviaría a cuatro hombres para asistir a Kris a sacar al chico de la ciudad de contrabando.
Era demasiado fácil, pensó Kris, y de cierta manera, era como si aquello le diese mala espina.
Kris miraba al chico desde una posición diagonal al otro lado de la calle; lo había estado observando desde hacía unos minutos. El chico tenía el cabello oscuro, color café chocolate, mantenía unos lentes de marco un poco grueso y mantenía a mirada en el suelo jugueteando con sus pies al parecer, y con labios fruncidos. Tenía un pantalón azul desgastado y una sudadera gris que cubría sus nudillos. Él se movió de lugar mirando hacia su reloj mientras movía sus pies de manera inquietante. Kris se preguntó que espera o porque estaba tan ansioso.
Kris estaba lo suficientemente cerca para verlo y lo suficientemente oculto para que él lo mirara. Era casi tan invisible como él lo intentaba ser. Sin embargo, no podía evitar preguntarse, ¿Podía sentir su vida colgando precariamente de un hilo?, ¿Podía sentir sus ojos sobre él?, ¿Tenia un sexto sentido para los monstruos? Extrañamente y contrario a su propósito, él esperaba que aquel chico poseyera un sexto sentido para detectar monstruos a plena luz del día. Pero, había estado observándolo durante semanas, él era completamente ajeno a su presencia. Kris dejó escapar un suspiro. Él era un monstruo que a nadie se le ocurriría buscar a la luz del día, un error común. La gente a menudo se cree que están mas seguros en la luz, pensando que los monstruos sólo salen de noche.
Pero, la seguridad como la luz, es una fachada. En el fondo, el mundo entero está bañado en la oscuridad , Kris lo sabía. También sabía que la única forma de estar realmente seguro era aceptando la oscuridad, caminar en ella con los ojos bien abiertos para ser una parte de ella. Para mantener a tus enemigos cerca. Y eso es lo que hizo Kris. Debido a la falta de seguridad, monstruos acechaban por todas partes.
Al parecer provenía de una familia un tanto problemática y ese era un factor esencial, además de que porsupuesto su belleza. El chico comenzaba a moverse de manera nerviosa en la parada por lo visto se le hacía tarde para el colegio, eso pensó Kris.
Sin embargo al desviar su mirada hacia el frente en un esfuerzo por no pensar demasiado en él, y al cabo de unos minutos volverla de vuelta notó como unos chicos quizás el doble de grandes que aquel chico de la parada, intentaban forzarlo a ir con ellos. Frunció su entrecejo y salió de su auto a velocidad notando como su futuro cautivo corría hacia un extremo de la acera; Kris le siguió hasta la esquina donde chocó con él y en ese momento pudo sentir la calidez y el aroma que el chico desprendía y notó la gran diferencia de estaturas, dejándolo fuera de si momentáneamente, sin embargo al notar como los otros dos se acercaban lo sacó de su ensoñación.
—No se vaya por favor... —Escuchó susurrar a su presa.
¿Acaso Kris era el héroe de esa situación? Interesante. Kris no hizo nada, pero, estuvo a punto de sonreír.
Kris rodeó la cintura del chico con familiaridad. A lo que el par sólo se alejaba. Una vez se alejaron el chico se separó de Kris lentamente.
—Lo siento, es sólo que no me dejaban en paz. —Murmuró el chico con cierta timidez.
—No fue nada. —Respondió Kris.
—Oye podrías... —Dijo el más bajo contradiciéndose al instante sin terminar su oración.
—Oh por favor, adelante.
—Ah, sé que esto suena raro... teniendo en cuenta lo que acaba de suceder, pero, perdí el autobús y... usted parece un buen tipo. —Dijo con nerviosismo rápidamente.—Quiero decir... bueno, me preguntaba... ¿Podría llevarme al colegio?
—¿Colegió?, ¿Qué edad tienes? —Él chico cambió su expresión por una de sorpresa.
—¡Dieciocho!, Me gradúo este verano. —Él sonrió, y Kris pudo darse cuenta que tenía una sonrisa expresiva y que le hacía lucir angelical. —¿Por qué?
—Nada. —Mintió—Sólo pareces un poco mayor, es todo. Ah, mira, me gustaría llevarte pero he quedado con una amiga,y... —Se miró el reloj—. Y ya llego tarde. —En el fondo sintió una oleada de satisfacció al ver el rostro del otro chico decaer al oír la palabra 'no' y 'amiga'. Que no conseguiría siempre lo que quería era la primera lección.
—Sí, claro, lo entiendo. —Dijo el más qpequeño con un encogimiento de hombros. —No hay problema, ah... y gracias por ayudarme a deshacerme de esos tipos. Nos vemos. —Dijo mientras giraba sobre sus talones y caminaba en dirección contraria.
—Nos vemos... —Susurró Kris.
Al notar que el chico había desaparecido de su vista regresó a su auto y sacó su movil del bolsillo delantero. Arreglando lo que tendría que hacer.