La luz de la luna se colaba en aquella ventana de la habitación y Lee Howon sentía que su corazón se oprimía, hoy la presentación había sido perfecta pero ¿Por qué se encontraba así?
La respuesta era simple y a la vez compleja. …..Kim MyungSoo- Susurró el nombre de su compañero y al terminar oprimió con fuerza sus labios, como si temiera que si al pronunciar otra palabra su autocontrol pudiera romperse. Levanto su mano izquierda como la mejor de sus pertenecías y la observó por más de cinco minutos.
La promoción de la nueva canción Back le estaba torturando en vida, porque podía tocar a L después de tanto tiempo, aunque solo fueran escasos tres segundos.
Aún no podía superar el hecho de que la relación que tenían hubiera terminado por algo tan simple, pero después de todo ¿Qué podía esperar de MyungSoo?
Aquel ser tan perfecto pero lleno de malicia y egoísmo, el cual siempre había podido llevar a cualquier persona al cielo o al mismísimo infierno con total y absoluta facilidad.
Uno, dos y tres suspiros escaparon de lo más profundo del alma de Hoya pues aquellos recuerdos estaban llegando. Aquella primera vez en la que MyungSoo se había colado en su habitación para proponerle “una relación sin compromisos”. No negaría que le sorprendió mucho esa propuesta, pero la manera en que había llegado no le dio opción a un “no”.
Debió de haberse dado cuenta que aquel día sería el día en donde su propia tumba había sido cavada, porque se perdería en aquellos labios rosáceos; porque aquella piel blanquecina al estar cerca de la canela suya produciría en él una explosión de sensaciones, porque aquellos sonidos lascivos aún resonaban en sus oídos, pero sobre todo porque Kim MyungSoo era y será simplemente droga pura.
Sus latidos se empezaron a acelerar porque solo ellos dos sabían cuántas veces aquella cama donde se encontraba había sido testigo de la perdición misma, o como a MyungSoo no le importaba el lugar o la presencia para que ambos se volvieran uno. Inhalo profundo porque no se había dado cuenta del momento exacto cuando L se había vuelto tan importante para él, más allá del aspecto sexual.
Si lo pensaba con mayor detenimiento, el motivo de la ruptura había sido hasta idiota. Aquel maldito día en la sala de ensayos mientras sus labios se rosaban, sus manos se recorrían como en otras ocasiones y sus caderas mantenían aquel vaivén que les hacía perder la cordura. Aquel maldito día en que sonó su móvil y MyungSoo le hizo contestar pues según él sería más divertido el contenerse, maldijo con todo su ser a Seo In Guk y las palabras que dijo pues MyungSoo se detuvo en seco y se separó del cuerpo de Hoya vistiéndose con calma y susurrando un “Se acabó” antes de salir del lugar.
En esa ocasión no pudo reclamarle nada pues las condiciones habían sido muy claras “sin compromisos” pero justo hoy se había dado cuenta de lo tonto que había sido al no darse cuenta de algo que jamás sería dicho por MyungSoo, por aquel orgullo y perfecta actuación que le caracterizaba.
Se levantó con rapidez y camino con decisión al cuarto del único culpable de su asqueroso estado de ánimo en el último mes. Abrió la puerta y ahí estaba ese demonio con aspecto angelical leyendo un libro a la luz de la pequeña lámpara, sus ojos se levantaron en dirección de Hoya y una sonrisa sínica se formó en su rostro, cerró aquel libro y lo colocó sobre sus piernas.
-Sí que eres lento. – Susurró como si hubiera estado esperando aquel momento o tal vez si lo esperaba, eso será algo que Hoya nunca sabrá a ciencia cierta.
Hoya entro al cuarto cerrando la puerta detrás de él con seguro y sonrío de igual manera pero mostrando sus blanquecinos colmillos de los que tanto estaba orgulloso.
-Dime L ¿Estás listo para perder tu libertad? Porque Hoya estaba decidido, le quería solo para él y si no recibía un sí, entonces le obligaría porque aquella ruptura no había sido más que una clara muestra de celos. Sinceramente no esperaba si quiera que hablara por lo que su cuerpo ya estaba sobre el de MyungSoo apresándole, tomando sus muñecas y dejándole sin escapatoria.
-Mejor dime si tú estás listo para que te destruya. – Susurró al oído L-.
Y si, ese era del maldito del que se había enamorado Hoya, aquel ser lleno de orgullo, egoísmo y todo el descaro que ahora era y sería suyo.
Porque ahora era tiempo de que Hoya fuera egoísta.