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Chocolate y Galletas por ThePandaHomicida

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Notas del capitulo:

Bueno este es el primer capitulo de mi fic, espero que les guste.

—No me fastidies...

— ¿P-pero.... Q-que?... —Los ojos del pequeño gato blanco se tornaron húmedos, y bajo el marco de sus gafas cayeron algunas lágrimas  acompañadas de las burlas y carcajadas alrededor del pasillo—

No podía creer que haya terminado así, su indiferencia me mataba y él lo sabía. ¿Por qué me haces esto?

Pero para que entiendan mejor la historia, lo mejor es empezar desde el principio...

Mi nombre es Tango,  tengo 16 años, y la verdad hasta hace unos días no había mucho más que contar sobre mi vida.

Escuela, casa, biblioteca quizás... la vida de todo "nerd" no tiene mucho argumento aparte de eso, y es que otra cosa no sé hacer... Mi vida era bastante solitaria

Tenía la esperanza de que este año pudiera enfrentar esos miedos (por así decir)  que le tenía a la gente… hablar con alguien, tener algunos amigos, salir en las tardes, pasar de largo la biblioteca… no puede ser tan difícil

Recuerdo que esa mañana hacia más frio de lo habitual, me puse mi bufanda,  y Salí caminando despacio y sin apuro hacia la escuela.

Creo que una de las cosas que más disfruto es caminar. La fría tranquilidad de la mañana es lo más relajante para mí. Pero la tranquilidad no es eterna.

—     Nerd a la vista — se oía entre carcajadas a uno llegando a la esquina —  Creía que después del verano no tendría que volver a verle la cara

—     Veámosle el lado positivo, podremos seguir divirtiéndonos con él — se le escucho decir a otro

—     Eh… Chicos… por favor….  —Apretando sus libros contra su pecho —  No quiero llegar tarde…

—     Es que no eres más nerd porque no tienes tiempo — Tomando uno de los libros — ¿Hasta compraste los libros por adelantado? Veo que eres  masoquista…

—     Y-ya… no q-quiero problemas… — algo cabizbajo

Estaba ya esperando el primer golpe, y fue ahí cuando apareció el…

—     ¿Es que ustedes no se cansan verdad? Ya no es tan divertido — su tono frio y serio se hiso notar — Déjenlo.

—     Ya, ya Scooter… no te enojes… antes eras más divertido — dijo mientras soltó el libro dejándolo caer al piso —

—      Maduren… —  susurró mientras se iba con los otros dos detrás

El es Scooter, el “chico popular” de la escuela. Y no, no es mi defensor, fue el que me hiso la vida imposible alguna vez, pero por alguna razón de un día para el otro, dejo de hacerlo, como si se hubiera aburrido o algo así, fue algo que nunca entendí pero de lo estoy bastante agradecido en cierto modo.

Una vez llegue a la escuela, me dirigí al salón de clases para dejar mis cosas.

Andaba un poco distraído pensando en lo que había pasado,  intentando buscarle alguna explicación a todo este tipo de cosas, como si fuera tan fácil.

Cuando estaba a punto de salir, pero me choqué con el pecho de quien estaba por entrar también.

—     Auch… —sobándome la cabeza  — L-lo siento… estoy algo distraído…

—     Fíjate enano…

Esa inconfundible y fría voz hiso que reaccionara levantando la mirada

—     Ah!... eres tú… lo que paso hoy… g-gracias… —casi susurrando

—     ¿Qué…? Ah, eras tu el de recién — seco — Si si claro déjame pasar…

El me empujó despacio hacia un lado para entrar, y caminó arrastrando los pies hacia el fondo del aula donde siempre se sentaba. Cuando dejó sus cosas se quedo un momento cabizbajo mirando a la nada, luego levanto la vista y me miró

—     ¿Te golpearon?

—     Ah!? —sorprendido — N-no…

—     ¿Te rompieron algo?

—     No…

—     No te dejes llevar…

—     Q-que?  —confundido —

—     Nada... nada… hablo solo…

Dicho eso solo volvió a empujarme con suavidad para poder salir (No tengo que quedarme quieto cerca de las puertas).

Me quede viéndolo alejarse,  algo sorprendido y confuso a la vez, es que ¿Qué habría querido decir? Otra cosa que me tendría distraído todo el día, genial.

Al sonar el bendito timbre que ordenaba a todos que vayan a sus clases, retorno la monotonía de cada año.

Profesores gritando, bolas de papel aquí, bolas de papel por allá, y más de una que fue a parar a mi cabeza.

No pasaba nada interesante aparte de que ya había sacado mi primer diez del día con una tarea que había hecho, me resulto bastante fácil ya que en el verano había leído bastante sobre el tema. No me costó más de 20 minutos terminarlo.

Al sonar el timbre del recreo, todos salieron al patio como si de una bomba se tratase. Yo por mi parte, me quede tranquilo ordenando mis cosas y pensando aún, pero parece que estaba de moda molestarme en mis momentos filosóficos, ya que el profesor (Que aun no había salido) me habló.

—     ¿Sería mucha molestia llevar los libros de vuelta a biblioteca?

—     Eh… no… (Genial, justo cuando pensaba dejar de ir) Enseguida…

Eran alrededor de nueve libros, y por más que no pesaban (casi) me dificultaban la visión. Salí como pude del aula y me fui tranquilo hacia las escaleras. Dos pisos de pura agonía y nervios  intentando hacerme el  superhéroe que sabía perfectamente donde pisaba.

De pura fortuna no me caí, aunque cerca estuve. Pude respirar de alivio cuando llegue a la puerta. Al abrirla,  la señora bibliotecaria levanto la mirada de su libreta, la cual siempre llevaba consigo, aunque nunca supe que es lo que siempre anotaba ahí.

Cuando me miró, Me dedico una tierna sonrisa, de esas que dan las abuelas después de mucho tiempo de no ver a su nieto.

—     Buenos días hijo — me saludó felizmente

—     Eh… buenos días…

—     Puedes dejar los libros en la mesa — me ordenó con dulzura

—     Gracias…

 Los dejé con dificultad sobre la mesa, lo último que quería era que se caigan sobre mí y que hasta la pobre anciana se burle de mí.

Después de más nervios tratando de evadir la tentación de leer alguna de las tantas obras que guardaban celosamente las largas estanterías de libros que tenia frente a mí, logre salir casi corriendo de aquel lugar.

Ya en el pasillo de nuevo, suspire con algo de tranquilidad.  Caminé lentamente hacia las escaleras con toda la tranquilidad del mundo esta vez, me proponía a bajar de vuelta, pero me llamaron la atención unos pasos  agitados que sentía acercarse a toda velocidad.

Cuando me giré, vi a aquel chico de pelo verde corriendo hacia mí por el pasillo.

—     Que demon-…?

No pude terminar la frase.

Cuando me di cuenta se había lanzado sobre mí tomándome del cuello de la camisa.

 — ¿¡Que te pasa!? — dije atemorizado

—     CÁLLATE — Amenazó tapándome la  boca

Luego de que se quedara inmóvil por unos segundos con las orejas hacia arriba, reaccionó por fin, arrastrándome  hasta la puerta del salón vacio  que teníamos al lado. Abrió la puerta, me empujó  hacia adentro (Genial, está de moda empujarme ¿no?) y cerró la puerta.

En medio de mi shock, intente vocalizar, pero en cuanto abrí la boca, volvió  a arrastrarme hacia él desde el cuello de la camisa, apegándome a su cuerpo y  tapándome la boca.

Siento que voy a morirme aquí mismo.


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