Capitulo cuatro- RENACIMIENTO
Ya no había nada
Nada que le interese en éste mundo
Si ellos ya no estaba no tenía sentido vivir
.
.
.
Podía oler el humo que entraba a sus pulmones poco a poco, sentía el calor de las llamas lamiendo su piel, aun no quemaban gracias a su poder que seguía dominándolas, pero lo harían en cuanto perdiera la conciencia. Seria calcinado junto a su familia.
:
:
:
Ya podía sentir el dolor físico aunque el espiritual era mucho más agónico
Con amor estrecho el cuerpo de su consorte una vez más mientras acariciaba con una mano el vientre hinchado donde yacía el cuerpo de su pequeño príncipe, por un momento dudo el morir junto a ellos, podría primero buscar al asesino que le había arrebatado todo esa noche y tomar su venganza, pero desechó la idea al sentir la mano de Rasalhange aferrada a la suya propia, ya no había calor en esa mano, aun así el gesto en su cara impulsaba a Acube a no irse de su lado, no permitiría que su dulce amor atravesara solo el reino de los muertos con su bebé en brazos, no, el iría con ellos para guiarlos al paraíso
-Acube
Escuchó una suave voz que lo llamaba
-Acube
Una caricia en su mejilla, que suave era…
-Despierta
Y el obedeció, lucho contra la bruma de la inconsciencia, tratando de abrir los ojos, se le hiso muy difícil, le pesaban demasiado, pero al final lo logró
Con los párpados entreabiertos pudo ver el pequeño armario hecho borrones, parpadeo un poco para enfocar la vista, siendo el dobladillo de una capa lo que vio
Confundido, subió la vista para ver a la persona que estaba frente a él y quien sospechaba, lo había llamado entre sueños
-quién eres?- su voz estaba rasposa debido a la tos que le provocó el humo del incendio
No pudo ver más allá de la capucha del extraño, habría creído que el asesino de Ras había vuelto de no ser por el color de sus vestimentas que eran de un rojo vino muy oscuro, dudaba que se hubiera ido para cambiarse de capa y luego regresado a matarlo
-Soy un amigo- el extraño se arrodilló para quedar a su altura, su voz era tranquilizadora, extrañamente le hiso bajar la guardia
-Amigo?
-Así es
-Que haces aquí?
-He venido para ayudar y advertirles- Lord Peverell estaba confundido, ese extraño se estaba ofreciendo a ayudarles a él y a su difunto esposo, de seguro estaba loco, sino mal recordaba el ala de psiquiatría del hospital en el que se encontraba no estaba muy lejos, tal vez el sujeto se había escapado durante el ataque
-No creo que pueda ayudarme, solo quiero ir junto a mi esposo e hijo, usted ya no puede hacer nada por nosotros
El extraño hiso un sonido gutural en desacuerdo, negó suavemente con la cabeza y volvió a dirigirse al cansado hombre, esta vez su voz salió con un tono conmovido debido a la triste escena que presenciaba
-Puedo hacerlo, puedo ayudarles, puedo devolverle lo que ha perdido y a cambio yo también le pediré su ayuda- sin dejar que Acube le respondiera, el encapuchado posó ambas manos sobre el cuerpo inerte del difunto, una sobre la frente y la otra sobre el vientre, lo escuchó recitar en una lengua extraña mientras las manos se movían dibujando símbolos invisibles, de repente aparecieron varias esferas de luz de diferentes tamaños, el extraño pareció revisar cada una hasta que atrajo dos hacia cada una de sus manos, confundido vio cómo las introducía dentro del cuerpo inerte de su esposo.
-Sean valientes- fue lo único que le dijo el encapuchado antes de desaparecer.
Y con gran asombro, Lord Peverell, guardián de las Reliquias de la Muerte, vio cómo la sangre de su amado regresaba al cuerpo de éste, cerrando la herida y haciendo que sus ojos se abrieran de nuevo con vida.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOOooOoO
Acube había salido corriendo del hospital como alma que lleva el diablo, su confundido y semi consiente esposo aferrado a su pecho mientras trataba de alejarse del edificio destruido, no se molestó en avisar a alguien que estaban bien, probablemente pensaran que habían muerto durante el incendio, pero no le importó, podría ganar tiempo para averiguar quién era el que los había atacado y así poder planear su venganza.
Cuando llegó a la zona de aparición se transportó a su mansión, comenzó a gritar órdenes a los elfos y llamó a su mayordomo ni bien entró
-Que sucedió, Milord?- las ropas sucias y manchadas de sangre de sus señores hicieron que el hombre mayor se espantara
-Nos atacaron, William, trataron de matar a Rasalhange y al niño- le respondió mientras subía apresurado las escaleras hacia su dormitorio y ordenaba a sus elfos que cambiaran y limpiaran a su esposo
Una vez que Lord Peverell se aseguró de que Rasalhange estaba limpio, cómodo y a salvo en su lecho, se fue a su estudio privado, sentándose y sirviendo una copa rebosante de wiskey de fuego que luego se llevó a los labios y bebió como si fuera agua. William lo había seguido en silencio, esperando a que su joven amo le contara sobre lo que había sucedido en el hospital.
Le contó todo, exceptuando la parte del asesinato de su familia y la aparición del hombre misterioso que los revivió, pidió a su fiel sirviente que recaudara toda la información que pudiera sobre el atacante en secreto, el mundo no debía saber que Lord y Lady Pendragón , como eran conocidos en su exclusivo círculo, habían sobrevivido al incendio del hospital de San Mirto. Todo sea por mantener a salvo a su familia.
-Milord!- una voz chillona le llamó de repente desde la puerta- El amo rompió aguas!
William reaccionó antes que Acube y mandó llamar a su hermana Sarah, una sanadora retirada, matrona experta en partos para que ayudara a parir al consorte de su amo
Y así, ese mismo 31 de Julio, horas después de morir y revivir, el Salvador del mundo mágico, volvía a nacer.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Cuando Harry abrió los ojos todo estaba en blanco, literalmente.
Sus ojos trataban de enfocar torpemente el lugar en el que ahora se encontraba, estaba borroso así que estiró inmediatamente su mano para alcanzar los lentes que había dejado sobre su mesita de noche, frunció un poco el ceño cuando su extremidad se movió de forma errante, como cuando pasas mucho tiempo dormido. Lo intentó de nuevo obteniendo el mismo resultado e inmediatamente unas enormes ganas de llorar lo embargaron, abrumándolo por la intensidad del sentimiento y haciendo que soltara un alarido, el aire llenando sus pulmones con cada nueva oleada de lágrimas.
Se detuvo cuando sintió que lo levantaron, asustado, trató de enjuagarse los ojos para ver a la persona que lo había hecho, pero solo logró manotear en el aire.
-Shhhh, tranquilo hermoso, te llevaré con tu papi- habló la suave voz de una mujer mientras le palmeaba suavemente el trasero para calmarlo
Harry estaba completamente confundido. ¡¿Quién demonios era esa mujer y porqué palmeaba SU trasero como si fuera un maldito bebé?! Sintió cómo era depositado sobre algo muy blando y cálido que le envolvió, le fue imposible evitar la agradable sensación que le inundó, se sentía seguro y tranquilo, además, quien fuera que le tuviera en brazos, olía realmente bien.
-Hola principito, ya no llores, estás con tus padres mi amor- una caricia le recorrió una mejilla
El ojiverde se quedó de piedra, ¿había escuchado bien?, ¿la persona que le habló había dicho PADRES?, creyó que se estaba volviendo loco, hiso memoria para saber cómo había llegado a ésta situación. La voz del hombre que le tenía en brazos era extremadamente familiar, su olor e incluso su tacto eran reconocibles para él.
Le tomó muchísimo esfuerzo el poder enfocar aunque fuera un poco la vista, la silueta borrosa sobre él tomó forma y lo primero que Harry vio fueron un par de ojos de coloración única, ojos que le pertenecían a su fallecido padrino, Sirius Black y los cuales solo le había visto a otra persona: Rasalhange Black, su otro padre.
Y fue como si un interruptor hubiera sido activado dentro de su mente, dándole paso a sus memorias. Recordó toda su vida antes de que matara a Voldemort y todo lo que le había seguido después: la destrucción de Hogwarts, el alivio del mundo mágico, su enfermedad, la preocupación de sus amigos, la visita de sus padres del pasado y la luz cegadora que le envolvió antes de despertar allí.
-No es justo Ras, yo también quiero cargarlo- una voz gruesa sacó a Harry de sus recuerdos. Fue pasado a otros brazos más grades, el niño podía sentir los fuertes músculos bajo su cuerpo- es precioso
-Y tiene nuestros ojos, ¿te das cuenta? Después de tanto discutir, nuestro pequeño decidió complacernos a los dos- el que supuso Harry que era Rasalhange habló divertido, felicidad desbordaba por cada una de sus palabras, sorprendiéndolo al reparar en que él mismo estaba bastante a gusto.
Una vez que se acostumbró a su nuevo cuerpo, que ahora parecía ser el de un recién nacido, Harry pudo ver más claramente a quien lo acunaba en brazos. En efecto, era Acube, su otro padre, giró un poco su cabecita y pudo ver a Rasalhange sobre una gran cama de seda blanca, en realidad, toda la habitación en la que se encontraban era de ese color, pero estaba seguro de que no era un hospital
- Ya decidiste cómo quieres llamarlo?- le preguntó su…padre a su papá (¡Merlín, que extraño era tener padres de nuevo¡)
- Sí, se llamará como mi abuela, Hydra, pero como es un niño será Hydrus- un poco de tristeza cubrió su bello rostro- ella era la única que me amaba en esa jaula de pesadillas que es la familia Black- ahora se veía enojado, Harry sintió ganas de consolarlo.
-Tranquilo amor-acarició su mejilla para calmarlo- yo también he decidido cómo llamarlo
Ras volvió a sentirse bien, estaba sumamente feliz y ¿Cómo no estarlo?, ver a su pequeño príncipe en brazos de su esposo le hinchaban el pecho de dicha y orgullo.
-Evan, como el último Lord de la casa Griffindor, era uno de los más grandes amigos de mi padre, y también fue mi padrino- Ras se asombró al escucharlo, su marido jamás le había hablado de eso, pero lo comprendía, aún les faltaba revelarse muchas cosas de sus vidas.
-Entonces, mi amado niño- dijo Lord Peverell al regresar su vista a su hijo-tu nombre será Evan Hydrus Peverell Black, bienvenido a la familia- Ras se acercó y los dos adultos besaron la frente de Harry, o más bien, de Evan.
La sensación que inundó el corazón del ex NIiño-Que-Vivió fue indescriptible, se sentía en un sueño ahí, envuelto en seda, con dos padres que le amaban, con un futuro prometedor lleno de felicidad, riqueza y amor.
El Salvador aceptó con gusto a las personas que lo rodeaban y que le protegerían, se prometió jamás olvidar todo lo que había vivido junto a sus amigos, ni olvidar jamás a su otra familia, a sus otros padres, atesoraría sus recuerdos, serían su guía para cambiar el mundo y aprovechar la nueva oportunidad que le había sido dada. Se sentía cansado, sus ojos comenzaban a cerrarse mientras su frágil cuerpo era estrechado en una calidez reconfortante, lo último que vio antes de caer en el sueño fueron dos pares de ojos amables y de fascinante color, lo último que escuchó fue
“Te amamos, hijo”