"Entre el deseo y la realidad"
La estrella...
-¡Mira! ¡Es una estrella fugaz! - grito animadamente su amigo que estaba junto a él sentado en el tejado de su casa…
La celeste luz pasaba como un ligero flash dorado, tornándose rojizo, naranjado y finamente amarillo para perderse en la inmensidad del firmamento nocturno que ahora era el cielo, decorado con las miles de estrellas plateadas brillando alrededor y la luna bañando todo lo que tocaba.
-¿Qué haces Shachi? ¿Estas... pidiendo un deseo? - pregunto su amigo a su lado viéndolo divertido y sorprendido.
Shachi tenía los ojos fuertemente cerrados y las manos juntas pidiendo a los cielos que escucharan su pequeña pero ferviente plegaria:
"Por favor, sólo pido una oportunidad. Que se fije en mi, por favor"
Pedía mentalmente apretando sus ojos y sonrojase por aquello.
Lo que nuestro lindo muchacho quería, era desesperadamente una pequeña luz de esperanza para que su amor platónico supiera de su miserable existencia. Existencia que vendería a las estrellas con deseos desesperados y súplicas secretas, porque aquella persona lo notara, lo mirara, lo quisiera, lo deseara tanto como él lo hacía en secreto.
Soñaba con el día en que aquel joven de cabello celeste como los días verano, lo estrechara entre sus brazos, lo besara tiernamente y declara sus sentimientos de amor eterno.
Recordaba cada tatuaje que surcaba su pálida pero fina piel, pasando por sus marcados brazos, llegando hasta sus hombros y perdiéndose en su cuello. Aquella mirada que parecía no darle importancia a nada, pero llegando a calentar el más frío corazón de hielo que tuviera contacto con aquellos oscuros ojos como el petróleo y encender la llama de una pasión oculta.
Anhelaba probar sus marcados labios por las cicatrices que surcaban estos, dándole una apariencia extraña pero que Shachi le encantaba, cada línea vertical que estaba en esa curva cuando lo veía sonreír o hablar, incluso cuando estaba callado algo lo llamaba inconscientemente a acercarse y probar el sabor de estos: menta, si sabía que ese era el sabor. Lo veía a la distancia con esos clásicos dulces de menta, y los envidiaba por no ser él quien se perdiera en esa sensual boca y esa juguetona lengua.
Si... Shachi estaba perdidamente enamorado de ese joven.
Su nombre: Heat.
¡Click!
El sonido de la toma de una foto junto con el flash lo obligo a salir de su pequeño deseo.
-¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué me sacas una foto Penguin?! - pregunto molesto tratando de arrebatarle el móvil a su amigo.
-¡Jajajaja, pedías un deseo a una estrella fugaz y tu cara era épica! ¡Jajajaja, lo siento, pero tenía que tomarla! - su gracioso amigo no paraba de reír.
-¡Si, pedía un deseo y que! ¡Desear no cuesta nada! - contesto molesto y haciendo un puchero.
Seguían en el tejado sintiendo la brisa nocturna de esa fría noche, contemplado las estrellas, escapando un poco de la rutina que a veces los agobiaba pero que disfrutaban al ir a la preparatoria.
~+~
El sonido del despertador sonaba fuertemente llamando a los dormilones a pararse, alistarse y empezar el nuevo día.
-Cinco minutos más... - la voz de su amigo sonaba adormilada enredandose más en las calientes mantas.
-Si... Porque no... - contestaba Shachi igual o más adormilado, apagando el despertador.
No se sabe cuando tiempo pasó pero parecía no importarles... hasta estaban abrazados en el suelo de su habitación donde habían puesto muchas mantas, cojines y todos los restos de envolturas de la comida que habían cenado.
La alarma volvió a sonar desesperada.
La mano de Shachi volvió a apagarla no sin antes observar la hora.
-¡Mierda! - grito al ver que era tarde. -¡Párate ya Penguin o no llegaremos al estúpido examen! - ya se estaba vistiendo torpemente con lo primero que encontraba.
-¡¿Qué?! - grito el otro también. - ¡Me lleva la... - no término su blasfemia por la almohada que le dio en cara.
Shachi se la aventó sin querer al tratar de buscar sus deportivas entre tanto lío de ropa, mantas, juegos, etc.
-¡Ya deja de jugar Penguin! - grito molesto nuestro castaño chico pero su cabello era un poco más rojizo, dándole un toque cobrizo a su cabellera.
-¡Ya oí mama! - grito también su amigo tratando de encontrar el cambio de ropa que traía.
Vistiéndose en tiempo récord, sin olvidar ambos sus clásicos gorros, bajaron a tropezones y golpes por la estrechas escaleras.
Parecían dos niños jugando.
-Otra vez tarde... - dijo una voz desde la cocina a donde se dirigían los jóvenes.
-Lo sentimos mucho Koala. - dijeron al unísono ambos jóvenes.
Esta hermosa chica castaña era la hermana mayor de Shachi, esbelta, tierna y muy linda.
Ya conocía a su hermano y a su desastroso amigo que parecía también un hermano más para ella, porque siempre andaban juntos desde críos.
También la hermosa chica tenía un gorro adornando su cabeza.
Todos en la familia tenían un raro complejo con esas prendas de vestir en particular, y les gustaba mucho.
-Aquí está el almuerzo y no olvides que hoy te toca hacer la colada. - dijo su hermana sonriendo cálidamente, al ver como esos chicos tomaban las bolsas de papel que contenían dicho almuerzo y salían corriendo despidiéndose con una sonrisa también.
~+~
Definitivamente no tenían remedio.
Corrieron todo lo que sus pobres piernas les dejaron, hasta tomar un bus para poder llegar a tiempo. Y como era lunes el maldito transporte parecía un hervidero de carne humana.
Había tanta gente, que les sorprendió que pudieran hacerse de algo de espacio, pero eso si el calor era mortal. Sentían como el sudor empezaba primero de su cabeza y frente por sus eternos gorros que nunca se quitaban, luego el peso de sus mochilas por los libros que habían sacado de la biblioteca y finalmente todos los demás pasajeros que parecían malditos radiadores humanos emitiendo más calor aunque las ventanas del vehículo estuvieran abiertas.
Bajaron a bruscos tropezones y uno que otro golpe por parte de los malhumorados pasajeros que no se movían para ceder el paso y dejarlos bajar como la gente civilizada.
-¡Si, pues te puedes ir a la... - trato de amenazar el pelinegro, pero su amigo le cerró la boca de un golpe en su cabeza.
-¿Y con esa boquita besas a tus papás? - pregunto Shachi queriendo no saber la respuesta a esa pregunta.
Penguin tenía un vocabulario un poco agresivo cuando la gente estúpida se metía en su camino algo que había aprendido desde crió, pero ni siquiera Shachi sabía el porqué, él nunca usaba apelativos tan despectivos ni cuando estaba enojado pero su amigo era un amateur bien calificado.
Una sonrisa fue la respuesta de su amigo al castaño que sólo negó con la cabeza.
Habían llegado a la preparatoria en tiempo pero...
-¡¿Otra vez esas estúpidas gafas oscuras?! - Penguin estaba harto de que su amigo las usara, bueno más de lo normal o más bien... sólo cuando estaban en la preparatoria.
Parecía querer ocultar su mirada de alguien o esconderse de alguien más bien.
-Algún problema. ¡Este es mi estilo! - contesto solemnemente para colocárselas de forma casual.
Y ahí estaban los dos muchachos corriendo ahora al salón para presentar el examen de Introducción a la investigación.
Entraron sin llamar a la puerta como si fuera su casa y fue un grave error.
-Jóvenes...Nmma... No pueden pasar. - anunció el profesor de corto cabello azul marino que ya estaba en el salón de clase, sentado en el escritorio viendo a los demás alumnos con los exámenes en mano.
-Pero profesor Iceburg... Hemos llegado a tiempo... A-aún no comienzan. - jadeaba Penguin con cada frase que salía de su boca.
-Es la última vez. - pidió desesperado Shachi agachando la cabeza en una reverencia.
Hizo una mueca, el profesor accedió haciendo un ademan con su mano, no quería perder más tiempo con los retrasos de sus alumnos incumplidos.
Con la respiración aún agitada Shachi camino hasta un lugar desocupado, escondía su sonrojada cara por la carrera y las gafas de sol era perfectas para esa situación.
Al menos no tenía que ver las caras de burla de sus compañeros de clase, que eran un poco idiotas e inmaduros.
Dejo su pesada mochila en el suelo, se sentó en la banca y empezó a buscar desesperado un maldito bolígrafo para realizar el examen.
"Mierda... “maldijo mentalmente, llevando una mano a su nuca rascándola nervioso.
Había olvidado la maldita lapicera en su cuarto, dejándola en el suelo, debajo de toda la montaña de cosas del día anterior. ¿Cómo fue que la olvido?
Parecía ser que la diosa de la fortuna no lo acompañaba aquel día hasta que...
Un bolígrafo era depositado en la tablilla de su banca, sin decir nada y viéndolo con esa mirada tranquila, la persona que le había dado ese tintero era nada más ni nada menos que su amor platónico.
Heat...
Estaba en la banca a lado de Shachi y le dio el bolígrafo sin más.
El color se le subió aún más y toda su cara ahora estaba roja como tomate.
No sabía si estaba soñando, si estaba teniendo una alucinación o si su hermoso deseo se estaba materializando. Quizás estaba exagerando un poco pero en ese momento todo se detuvo a su alrededor como atrapando la bella atmósfera cuando se veían a los ojos, bueno Shachi a través de sus oscuras gafas, y que bueno que las traía porque sus ojos reflejaban sorpresa y emoción de forma platónica.
Después de esa rápida mirada trataba inútilmente de articular una palabra de agradecimiento, pero sólo se quedo mudo con el rubor en su rostro y desvió la mirada avergonzado.
Fue mucho para él, y en el momento menos indicado pues ya le pasaban su examen para que empezaran.
El callado y enigmático chico de cabello celeste, con esa mirada tranquila, levantó una ceja confundido, pero sonrió levemente al ver su tierna acción de apartar su mirada.
Estaba seguro de debajo de esas gafas oscuras sus ojos escondían algo.
~+~
Y empezó el examen...
Shachi estaba embelesado con los movimientos de los delgados dedos de Heat, pues lo veía discretamente. Contemplaba como se concentraba, con una serenidad nata en él, la sutileza de tomar aquel tintero como si fuera algo delicado. Mordisqueaba ligeramente la tapa de esta, dejando la marca de sus dientes. Sintió celos... Como odiaba a ese objeto por no ser él a quien no tocaba con devoción y sutileza.
Pero luego recordó que no era nada de aquel chico, quizás sólo su compañero de clases, y eso le enojaba más.
Ahora estaba en la parte del odio irracional.
Su cerebro emocional, le ganaba la guerra a la parte racional y su corazón tomaba el mando de su cuerpo. Por un momento estuvo tentado a levantarse de su lugar, tirar el examen al piso furioso, sentarse en las piernas de Heat y besarlo apasionadamente, y no recibiría un no por respuesta.
Esa sería una buena forma de declararse pero... El no era así.
Quizás si le agradecería de forma más sutil, como invitarlo a comer, o a tomar algo, o quizás no debería de estar tan al pendiente de sus hipnotizantes movimientos porque...
-Nmaa... Término el tiempo, entreguen sus pruebas. - dijo el profesor con ese tono neutro.
Y Shachi entro en pánico.
¿Tanto tiempo había contemplado a su amor platónico? No había contestado ni la tercera parte de las preguntas y todos se levantaban de sus lugares para darle aquella hoja que tendría el 40% de su calificación.
-Maldición... - susurro el castaño para contestar a la velocidad de la luz el examen.
Ahora sabía que pasaría la tarde en la biblioteca haciendo el trabajo que podría salvarlo de no reprobar la materia.
Fue el último en entregar el examen y aún sudaba la gota gorda, por poco el profesor no le recibe el puñetero papel.
-Ya empezaba a hacerme viejo. - dijo Penguin que lo esperaba en la puerta del salón.
-Disculpa mamá, no volverá a pasar. - contesto para darle un golpe en el hombro.
Clara muestra de la amistad que tenían de tanto tiempo.
~+~
Ya estaban en la biblioteca, pasando los apuntes de esa mañana y haciendo el trabajo que salvaría sus pescuezos de reprobar.
Estaban casi seguros que reprobarían.
-Ah... ¡Ya termine al fin! - suspiro Penguin estirándose en la mullida silla.
Shachi sólo seguía escribiendo con aquel bolígrafo que había recibido de Heat.
Era su tesoro, su objeto más preciado y no quería soltarlo.
-Creo que deberías apurarte. - su amigo le llamaba, pues lo vio perdiendo el tiempo. - ¿De quién es ese tintero? - pregunto curioso pues nunca le había visto ese elegante bolígrafo.
Metálico, de color azul marino con detalles dorados, y de punto fino.
-¿Eh? No es de... Mío... Si es mío. - dudo al decir aquello. Si le decía que era de ese chico atractivo, modesto, serio pero atento y muy callado... Seguramente se burlaría de él, quizás por el resto de su miserable vida. Aunque fuera su amigo, si no molestas a un amigo con insinuaciones sexuales de otras personas no eres un amigo, al menos eso era el significado de la amistad para Penguin.
-Aja... Y yo soy una chica escasamente vestida y exageradamente proporcionada. ¿De quién es? - presionaba su amigo. Y la insistencia era su especialidad hasta el punto de ser molesto.
Resignado...
Suspiro hastiado... Tenía que decirle si o si. Tomo más aire para poder explicarse.
-es de... heat... - susurro.
-¿De quién? - pregunto nuevamente su amigo Penguin molesto, porque no le escucho.
-de heat... - volvió a murmurar.
-Habla más fuerte que no te entiendo. - se molesto su amigo inclinándole sobre la mesa donde estaban sentados uno frente a otro.
-¡De Heat, maldita sea! - grito avergonzado y sintiendo las miradas de todos los presentes en la biblioteca.
-Shhh. - lo callaron por escandaloso.
Y ahí estaba esa burlona sonrisa que apareció en el rostro de Penguin, ocultando su mirada maliciosa y perversa debajo de su gorro. Shachi ya empezaba a sudar frío, colorado hasta más no poder y con el corazón en la garganta.
-Te ayudare a que ese chico se fije en ti. - declaro sin más cruzándose de brazos y sin dejar de sonreír. Nuestro lindo castaño no se lo creía.
Estaba... Impresionado, o más bien incrédulo, fue algo totalmente inesperado por parte de su amigo.
-¿Cómo es que... ¿Desde de cuando... ¿Porqué... - no podía terminar de formar una pregunta decente sin tartamudear y con los nervios hasta el tope.
-Soy tu amigo. Me extraña... Soy más suspicaz de lo que aparento. - respondió Penguin restándole importancia alzando los hombros y estirándose.
El ya lo sabía... claro que lo sabía, desde que empezó el curso, lo veía con una sonrisa tonta en su cara cuando pasaba el chico del cabello azul cielo, sólo quería esperar el momento oportuno para poder abordar el tema y pues... La oportunidad se presento por un elegante bolígrafo.
"Vaya cosas de la vida" pensó Shachi ahora sonriendo y suspirando aliviado. Como pudo dudar de aquel, ahora entendía porque era su amigo. Porque un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra.
Esa sonrisa lo decía todo, fue algo idiota al pensar que Penguin no le entendería y juzgaría.
~+~
Después de lo que parecieron años para Shachi por fin término ese fastidioso trabajo pero había que dejar los libros en la biblioteca y la fila era mortalmente larga.
Fácil contaba unas 25 personas antes que ellos, y ya quieran irse para planear como le harían que Heat se quedara solo con Shachi. Así es... Heat era el mejor amigo de dos tipos que a comparación de el, con un semblante calmado y casi frío estaba con unos revoltosos de primera. Un pelirrojo intimidante con pinta de matón llamado Kid y un rubio igual de desarrapado que el, pero con el cabello hasta la espalda y tapando sus ojos.
Esos dos con malos hábitos, terribles modales y una pésima actitud ante la vida escolar, eran los bravucones de la escuela.
Bueno bravucones como tal... No tanto, sólo eran... Incomprendidos y casi siempre estaban ellos tres en algún lugar de mala muerte y causando destrozos en la preparatoria pero la única diferencia es que... Kid y Killer no iban en el mismo salón que Heat que si no también molestarían a toda persona ajena a ellos.
Y eso era lo que no entendía Shachi.
¿Cómo es que esos dos eran amigos de Heat? O más bien ¿Como es que Heat les hablaba a ellos? Era un misterio de la vida que no tenía respuesta, al menos para el menor.
Tuvo muchas teorías pero todas acaban en que aquellos lo amedrentaban de niño y terminó siendo su sirviente, pero veía como hablaba con ellos y parecía disfrutar de su compañía en un nivel más que agradable.
Pero volviendo a la biblioteca, ya empezaba a oscurecer y seguían ahí tratando de dejar los libros. Los que estaban al frente de la fila metían a otras personas y así sucesivamente. Muchos querían quejarse pero no podían gritar en la biblioteca, así que quedaron con el coraje en la boca y las manos apretadas en un puño.
Era de los últimos en la biblioteca y falta menos de media hora para cerrar.
-Ya era hora. - comento Penguin entregando por fin los condenados libros a la bibliotecaria, una "linda" anciana que tomaba alcohol como si no hubiera un futuro.
La bebida era algo que estaba prohibido ahí, pero ella ponía las reglas y estas nunca se imponían a ella.
Aquella señora con la edad encima de sus cansados huesos le pidió un favor a los jóvenes:
-¿Podrían ayudarme a acomodar los libros que faltan? Me duele mucho la espalda y ya no puedo más con esta pesada alma. - dramatizo la ahora astuta anciana que veía el desespero en la cara de aquellos dos jóvenes.
-¡Y una mierda no crea que... - empezó a gritar el chico del gorro del pompón, pero una mano tapó su boca.
-Será un placer. - era el castaño que le había cerrado la boca a su impulsivo amigo para evitar que los corrieran de la biblioteca por el resto de sus estudios.
A regaña dientes Penguin acepto y movió la cabeza con un asentamiento.
Era hora de acomodar los libros.
-¿Porqué dijiste que si? Yo no quiero quedarme a poner los libros en los millones de estantes que hay aquí. - se quejaba su amigo con una mueca de molestia, pero exagerando como siempre.
-Ya... no seas una maldita nenaza y trabaja. - le dijo para que ya cerrara la boca y se pusiera en acción.
-Ah... Si mamá... - refunfuño de último para poner los libros en sus respectivos lugares.
-Es mejor actuar que lamentar mi querido Penguin. - dijo triunfal Shachi al ver que ya movía las manos.
-No... Es mejor negarse desde el principio, para no hacer lo que diga una manipuladora anciana alcohólica con palabras estúpidas. - refuto Penguin molesto, mirándolo mal pero haciendo el puñetero trabajo.
Pasaron como 5 minutos cuando se escucho el pequeño bullicio de gente entrando en la biblioteca.
Penguin estaba en los primeros estantes y pudo ver de quienes se trataba. Y esbozo una pequeña sonrisa cómplice que después se convirtió en una nerviosa.
Shachi estaba hasta el último pasillo y no pudo escuchar ni ver quienes habían entrado. Seguía en su trabajo poniendo esas sagradas fuentes de información en las repisas.
-¡¿Por qué mierda tenemos que venir a la puta biblioteca?! - esa era la voz de Kid. Grosero como siempre.
-Porque Heat tiene que dejar los libros que tomo prestados, además tú fuiste el de la idea de venir más tarde porque ya no habría gente. - esa era la voz de la conciencia Killer.
-...- Heat como siempre mantenía el silencio y sólo buscaba con la mirada a la bibliotecaria.
-¡¿Y dónde coño esta Kokoro?! ¡No tenemos toda la puta noche?! - seguía con esa actitud el pelirrojo, y también buscándola con la mirada.
La bibliotecaria había desaparecido misteriosamente.
-Creo que se cansó de callarte cada vez que vienes... - dijo Killer con una sonrisa burlona, pues muchas veces los habían sacado por escandalosos.
Ahora el peliceleste se aventuró a dejar el libro en su lugar pues no estaba de más y podría ver cual se llevaría después, quizás alguno de sociología o programación neurololingüistica.
Penguin al verlos sólo se oculto rápidamente entre los libros y empezó a sudar frío. No es que les tuviera miedo ni nada, pero no quería problemas y menos un brazo o una pierna rota. Pero no contó con que alguien o más bien cierto rubio lo viera y sonriera de forma maliciosa.
Ese chico del gorro del pompón rojo le había llamado la atención desde que iniciaron las clases, era hora de hacer algún movimiento.
Kid tampoco se quedo atrás, había un chico más en la biblioteca, sentado específicamente en la zona de lectura, un poco apartado de los grandes estantes, de cabello negro y con lo que parecían ser tatuajes. La víctima perfecta para pasar el rato.
Las miradas cómplices que compartieron Kid y Killer no tenían nombre y sonrieron perversamente. Ya tenían una buena razón para ir a la biblioteca pues Heat siempre iba para leer los libros que tanto le gustaban llenos de valiosa información y atractivos temas de interés humano.
Había dejado a los pervertidos esos con sus ahora "nuevos amigos",que seguramente los corromperían sólo como ellos saben, pero no le importaba mucho en ese momento, quería dejar el libro y...
-El pasado es historia. El futuro es un misterio, y este momento es un don. Por eso llamamos a este momento "el presente" - escucho la voz de alguien, muy cerca del último pasillo.
Aligero sus pasos para no perturbar a la persona que leía en voz alta un texto.
-¿Y qué es el amor? ¿Qué función tiene? -leía la pregunta de aquel libro. -Se trata de nuestra parte más sensible, más vulnerable, más emotiva, y también más inocente y pura. Esa parte de nosotros que sólo sabe amar y querer no importando lo que le hagan. Es un sentimiento incondicional lleno de respeto y de perdón. Contempla las situaciones con ternura y sensibilidad... Es libre... dulce e interdependiente... - leyó la respuesta a lo que anteriormente había leído.
Era sumamente hermoso, aquellas palabras eran bellas, tenía que saber quien las leía, quien era la persona que había buscado la respuesta a la pregunta de un saber muy íntimo.
Se detuvo en el penúltimo estante, espiando a través de los libros aquella persona, y se sorprendió al ver al chico castaño de gorro verde que había llegado tarde al examen.
Estaba de espaldas, pero inmerso en esas verdades sentimentales y tenía que hablarle... ¿Pero cómo?
Y la mente se le ilumino.
El bolígrafo, el puñetero bolígrafo. La excusa perfecta para poder hablar con ese ahora lindo muchacho que había captado su atención.
Shachi seguía inmerso en esa lectura que describía perfectamente cómo se sentía, y veía a su amado amor platónico.
Sentía como se sonrojaba por el simple hecho de tener su bolígrafo entre sus dedos, casi podía sentir su cálido tacto sobre sus hombros y espalda... En momento.
¿Sentía las manos de alguien en sus hombros y espalda?
Dio un salto por la extraña sensación y se apartó rápidamente pegándose al estante de libros tambaleándolo en el proceso. Tenía el libro apretado fuertemente contra su pecho, junto con su bolígrafo.
-Tu... Tu... - apenas decía en un hilo de voz, con el corazón en latiendo estrepitosamente, sintiendo que el calor y el rubor se le subía a la cara, sus oscuros lentes ocultaba su mirada embobada.
Se paralizo totalmente y su boca seguía ligeramente abierta temblando desesperada.
-Disculpa... No era mi intención asustarte. - aquel joven era... Era...
-Heat... - susurro quedamente, sólo para si mismo. Pero el otro lo escucho perfectamente.
El joven de cabello celeste largo hasta la espada, con ese lindas marcas en oscuras en sus fuertes brazos descubiertos por la camiseta que traía para envolver su cuello, ese vaqueros oscuros, algo gastados al igual que sus deportivas y esos ojos... Esos ojos oscuros, con una mirada que daba la impresión siempre de estar cansada pero tan cálida.
-¿Estas... bien? Parece que tienes fiebre. - le pregunto al verlo así.
Se veía realmente tierno.
Shachi sólo veía el pausado movimiento de sus marcados labios, parecían que lo invitaban a probarlos con delicadeza.
El tiempo se había detenido para devolverlo a la realidad con un suave roce de las manos de Heat sobre las suyas.
-Ese... es mi bolígrafo. - dijo para sostener la mano del menor que apretaba con fuerza dicho objeto.
-Disculpa... yo... - seguía con ese hermoso sonrojo sin dejar de mirarlo atónito. Era tan irreal que no sabía si de verdad estaba soñando, o fue el deseo que le pidió aquella estrella la noche anterior.
-Te llamas Shachi-kun ¿No? - afirmaba más que preguntar al menor y ese cálido tacto sobre su suave piel morena clara, fue electrizante, nada que haya sentido antes.
Shachi sintió la misma corriente mil veces más poderosa por el roce, y la forma en que dijo su nombre. Sabía su nombre...
"¡¡Sabe mi nombre!!" Pensó emocionado el castaño chico para ahora suspiraba aliviado, sentía que un tremendo peso era quitado de sus hombros.
Sus fuerzas y sus piernas le empezaban a fallar, la emoción, el vértigo de las fuertes corrientes y las palabras del otro, aunque no fueran de amor ni nada, para Shachi tenían un maldito significado que ponía su mundo de cabeza junto con todas las ideas más alocadas de lazarse a sus fuertes y cálidos brazos.
Empezó a tambalearse sobre el estante y caería irremediablemente...
-Oye... - lo atrapo entre sus brazos cuando vio que parecía desmayarse. Heat, lo estaba abrazando por la espalda y cintura para que no se golpeara. Fue bastante extraño ese momento pero mentalmente agradecía porque ahora lo tenía entre sus brazos.
-Lo siento, me sentí un poco mareado y... - las palabras de Shachi murieron en su linda boca.
Estaba peligrosamente cerca de su pálido rostro, con la respiración acelerada, sus húmedos labios entre abiertos y el pulso disparado hasta el cielo.
Sus manos soltaron aquellos objetos que usaba como barrerá de forma inconsciente, había caído en sus brazos, y el lo había atrapado.
El sonido del libro al caer al suelo junto con el bolígrafo no fue suficiente para sacarlos de esa bella burbuja que había creado los dos.
Las manos de Shachi ahora se posaban sobre el fuerte pecho de Heat sintiendo los marcados músculos por encima de la camisa, sus dedos definían la curva de sus clavículas de forma sutil, y todo eso lo hacía mientras veía los absorbentes ojos oscuros del mayor.
Quería demostrarle lo que se sentía por él, que viera sus cálidos sentimientos, el amor que sentía y que estaba fuera de todo entendimiento por todo aquel que no tuviera un corazón virgen como el suyo, incondicional, entregado sin pedir nada a cambio, cayendo al abismo de lo inexplicable, tocando el cielo y el infierno al mismo tiempo para dejarse morir de la forma más patética con tal de saber que ahora podía estar, aunque sea un momento en los pensamientos de esa persona amada.
Y los cálidos roces sobre su espalda lo hicieron estremecerse entre los brazos del pálido chico. Sentía como definía con sus largos dedos toda su columna para perderse en su delgada cintura y atraparla de forma delicada.
Dio un respingo al sentir ahora ambas manos sobre sus caderas y tímidamente las manos del menor se abrían paso por su marcado cuerpo para finalizar en su cuello.
Heat sólo sentía la necesidad de tocarlo, de tener más cerca. Era algo que nunca había sentido con nadie, no le desagradaba, en realidad era algo que deseaba, que tenía que pasar y ahora estaba con ese lindo castaño con una hermosa cara de no saber qué era lo que pasaba pero que no se apartaba, al contrario parecía querer atraerlo hacia él.
El aroma de su cabello, un aroma a arándano fue lo percibió cuando estaba observándose.
No supo en qué momento su pálida mano tomo el mentón de aquel hermoso chico castaño con el fuerte sonrojo en su rostro pero ya no parecía ser consciente de sus acciones.
Un suspiro fue la respuesta de Shachi cuando sintió los dedos definir su mentón con cariño e inexplicable sutileza. Tenía que quitarse las oscuras gafas que tapaban sus ojos marrones.
Ahora su mirada desnuda, sin que nada interfiriera en esa extraña pasión, los llevo a contemplarse intensamente.
Se perdían en el brillo que ambos proyectaban en sus ojos, atenuados por la luz clara de la biblioteca.
Lentamente y respirando superficialmente el que se acercaba a esa linda curva con esas extrañas cicatrices era Shachi. No podía seguir fantaseado con esos labios cada vez que los veía moverse pausadamente pensando que le decían palabras de amor eterno e imaginarse que lo besaban lentamente para dejarle sentir el máximo sabor esa exquisita ambrosía.
Pero sus ojos se cerraron fuertemente cuando sus deseos silenciosos fueron escuchados y ahora Heat era el que lo besaba.
Lentamente, disfrutando de lo suave de sus rosados labios.
Eran enloquecedores aquellos roces donde sus labios se encontraban y succionaban con gusto, pero no era suficiente para ambos, tenían que sentirse al máximo, hasta el límite y morir en ese mar de placer.
Con sutileza el mayor atrapo el cuerpo del menor entre el estante y su fuerte cuerpo. Tenía que profundizar el beso y con ese movimiento pudo colar su caliente lengua dentro de la boca del castaño chico.
Sentía como le robaba el vital oxígeno, para dejarlo sin aliento y la habilidosa lengua sobre la suya dominaba cada acción de oponerse inútilmente. Estaba perdido en el placer.
Durante el beso empezó a jadear necesitado de oxígeno y fue cuando contra todo pronóstico el mayor metió su mano por debajo de su sudadera.
Se separó con un ligero gemido y un fino hilo de saliva aún uniéndolos.
-Heat yo... - hablo jadeante y sintiendo ya la excitación en todo su cuerpo, con un simple beso y un ligero roce en su sensible piel se encendía al máximo. Y más porque Heat era quien... al final lo había besado.
Era el más hermoso sueño que nunca pensó vivir.
-¿Quieres salir conmigo Shachi~kun? - pregunto el mayor con un tono ronco y sin despegar la vista de la ahora cristalina mirada de su ahora castaño.
Con el sólo hecho de probar sus labios, ya no quería dejar de hacerlo nunca.
Había encontrado un tesoro en un mar de agujas. Y no lo dejaría perder así como así, quería todo de ese chico que robó algo oculto dentro de oscuro ser.
-Yo... Si. - murmuro para ocultar su mirada con el gorro verde que traía.
No podía créelo, y estaba emocionado, temeroso, feliz, triste, y con todos los sentimientos encontrados rogando que no fuera un sueño, que fuera real y...
Un nuevo beso más demandante que otro fue la respuesta para calmar las tormentosas aguas de su corazón.
Un beso que exigía más de él, más pasión, más sentimiento.
Shachi se sentía lleno de una inexplicable sensación de excitación y adrenalina, pero quería continuar.
-¡Shachi ya vámonos!... ¡Oh! disculpa yo no... - Penguin los había interrumpido y tan rápido como apareció se esfumó.
Eso fue suficiente para que aquellos dejaran de besarse jadeando ahora sonriendo cómplices por esos candentes besos.
~+~
Y ese fue el principio de una bella relación, que poco a poco crecía más, crecía con cada roce que Heat le regalaba cuando estaban juntos, tocando sus manos, ese pequeño hueco que dejaba ver su cuello, o cuando definía su cintura con las yemas de sus dedos.
Fue cuando en una noche su hermana había salido de viaje por cuestiones de su trabajo, lo dejo sólo el fin de semana y él ni lento ni tonto tomo la noticia como una revelación de su destino.
-¿Hoy me acompañarás a casa? - le pregunto a su novio con una melosa voz mientras entrelazaba sus manos con las de Heat.
-Claro que sí, todo lo que quieras "gatito" - susurro en su oído haciendo que el menor se estremeciera entre sus brazos pues estaban sentados detrás de la cafetería para apartarse de las miradas curiosas de la gente chismosa y criticona.
-¡Heat! - le gritaron detrás del muro que los custodiaba. -¡Trafalgar y yo nos vamos! ¡Killer se quedara con Penguin! - ese era Kid que ahora también salía con ese muchacho de la biblioteca que siempre estaba leyendo los libros de medicina de la escuela.
Decididos a irse a casa del menor ahora que las clases habían acabado, salieron agarrados de la mano sonriendo ampliamente y compartiendo una mirada cómplice, caminaron ahora donde estaba Killer con Penguin. Más específicamente sobre sus piernas besándose como si no hubiera un mañana.
-Cof, cof... - fingió toser Shachi para llamar la atención de su amigo y su novio, que también había conocido el mismo día en la biblioteca.
Pero ajenos a que se separaran avergonzados o algo así, seguían besándose y casi casi metiéndose mano. Se parecían a Kid y Law pero que podía esperar con amigos así.
Un gesto de despedida de la mano de Penguin fue suficiente para que su amigo cachara la indirecta.
"Estoy ocupado nos vemos otro día" ese era el mensaje de ese gesto.
Ahora riendo por lo bajó Shachi salía por la puerta de la escuela junto con su novio Heat y subían a su auto.
Un auto que no era ni muy nuevo pero tampoco un modelo muy atrasado.
Ese auto le traía buenos recuerdos al menor cuando casi lo hacían ahí y un policía los había querido detener. Aún se reía por aquello y la cara de Heat se sonrojaba violentamente. No olvidaría nunca ese día.
Cuando pasaron por la puerta de su hogar, Shachi dejo su abrigo en el pechero de la entrada y dejo las llaves en el recipiente del recibidor.
Heat entro detrás de él cerrando la puerta y dejando las mochilas, de su novio y suya en la estancia principal.
-Bueno podemos relajarnos y... - el menor era silenciado con esos pasionales besos de su Heat.
Ya sabía que era lo que su lindo, tierno y a veces seductor novio quería.
Entraron al cuarto con ligeros tropezones sin dejar de besarse y quitándose la ropa con ligeros jalones, ambos querían hacerlo desde hace 6 meses desde que habían salido ese día de la biblioteca.
La paciencia no era una virtud en ese sentido para ambos pero ahora que sentía esa necesidad de completarse mutuamente era... inevitable acabar así.
Acabaron desnudos sobre la cama, sudando por el calor que ambos sentían, su piel mojada en contacto con la ajena les hacia excitarse, tocándose descaradamente en la ahora cálida habitación del menor, con las cortinas cerradas dejando que la luz se colara tenuemente, viendo las miradas lascivas que ahora se dedicaban. Shachi con ese hermoso sonrojo en sus mejillas y Heat con la respiración agitada.
El mayor estaba encima de su novio, dejando que su caliente aliento erizara la piel del menor, dejándola más sensible al tacto y luego la besaba con veneración, eso hacía que inconscientemente Shachi arqueara su espada y gimiera sin control.
Era sumamente sensible, perdía el control con unos cuantos roces suyos, y lo haría deshacerse del placer cuando lo hiciera suyo.
Con toda la sensualidad tan propia de él cuando estaba con la persona que amaba, metió dos de sus dedos a la boca de su ahora nada tímido novio.
Comprendiendo perfectamente ese sugestivo mensaje, Shachi abrió su linda boca y empezó a succionar esos dedos con gula, lo ponía a mil esa actitud dominante pero tierna.
Pero el peliceleste le haría disfrutar al máximo.
Descendió por su delgado y poco marcado cuerpo del menor para llegar a su abdomen y besar esa zona.
Un gemido más pero ahora ahogado por esos delgados dedos moría en sus labios y lengua. Esos roces sobre su piel, y las electrizantes cicatrices despertaban más el ya erecto miembro del ese hermoso chico castaño.
Sentía que se ponía más a tono con cada beso que le daba, hasta que sin previó aviso sintió como su sexo era devorado con algo de rudeza y un gemido ahora si salió de sus labios.
Habían retirado los dedos de su boca con sutileza, para poder tomarlo como era debido, de su lindo culo y darle ese placer que ahora le demandaba, sin detenerse, sin barreras y dejando que ahora el menor le marcará el frenético ritmo para llegar a ese éxtasis de la fantasía.
Degustaba ese salado sabor sobre su lengua, junto con las palpitaciones de ese pedazo de carne en su boca. Dejando que terminara por completo, trago ese líquido blanquecino con gusto, y relamiéndose sus marcados labios una vez que separó del miembro del menor.
Ahora la cara de Shachi era de color carmín de la vergüenza de haberlo hecho tragar su esencia. Desviaba la mirada pero Heat lo tomo del mentón para que lo viera a los ojos, diciéndole silenciosamente que no se preocupara, que todo estaba bien, más que bien y lo beso con esa misma pasión de hace unos momentos.
Probaba su propio sabor y lejos de sentirse extraño le gusto mucho por el simple hecho de que su primer amor lo hiciera sentirse así.
Durante ese beso donde la lengua de Heat dominaba la suya en una delicada danza, un profundo escalofrío le recorrió toda la espalda. Un dedo lubricado se abría paso en su interior. Y era húmedo y cálido, que el mayor ya se sentía dentro de su cuerpo.
Siguió con ese sensual movimiento dentro de el, para que la mueca de molestia que ahora estaba en el rostro de su amado se transformara en una de placer y deseo.
Ya eran tres dedos que se movían en su interior, simulando ligeras embestidas que retorcían al menor debajo de él.
Era la hora de hacerlo gritar de placer.
Dejándolo con el deseo de más, Heat saco sus dedos de su interior, se acomodó entre sus delgadas pero torneadas piernas y se posicionó con delicadeza. Sólo se necesitaba una ligera presión para entrar en su cuerpo, una sensación que ahora lo invadía. Y como adivinando su pensamiento Shachi, le miro con total aprobación y deseo.
Fue suficiente para el mayor, entrando con cuidado y sutileza, dejándolo sentir cada parte de su grande anatomía y probando el cálido interior de su cuerpo, con esas paredes húmedas que ahora lo envolvían apretándolo ligeramente y deshaciendo al menor entre sus caricias cada vez que se adentraba más hasta meterlo por completo.
Si era verdad que a Shachi le dolía, pero soportaría todo con tal de sentirse deseado como él deseaba a su amor.
Sus ojos volvieron a conectarse en una inmensa felicidad, por fin ambos eran uno solo sintiéndose por completos y amados, correspondidos a su modo silencioso.
Empezaron el lento envaine ambos con ganas de sentir aún más, moviendo sus caderas para acompañar esas descargas de adrenalina que los encendía al máximo.
Fue bueno, muy bueno que esperarán el momento oportuno para hacerlo como ahora, con todo el deseo saliendo por su piel, con sus besos derramando pasión y con el corazón lleno de un sentimiento llamado amor.
Los brazos de Shachi arañaba la pálida espalda de Heat y este apretaba sus caderas para llevar el ritmo. Se besaban constantemente, robándose el oxígeno ajeno, haciendo el momento más placentero. Sus fuertes embestida que ahora daba con certera precisión sobre ese punto que hacia gritar a su novio le volvían loco, le hacía seguir con ese rápido ritmo, pero aún no era suficiente para ambos, y llevado una mano al miembro de su novio, que estaba a tono nuevamente lo empezó a masturbar con rapidez, tenían que llegar al exquisito orgasmo al tiempo.
No faltaba mucho para eso, sus frenéticas embestidas y rápidos movimientos eran suficientes para que de un fuerte grito por parte de Shachi llegara al éxtasis nuevamente en la mano de su novio y Heat con un ronco gemido también pero en su cálido interior.
-Heat... Te... Amo... Siempre te he... Amado... - confeso nuestro lindo castaño escondiendo su rojizo rostro en el cuello de su amado.
Se había recostado sobre el sin lastimarlo, sólo dejándole sentir su cuerpo.
-Yo también tengo algo que confesar... - empezó Heat hablando sobre la piel de su cuello. - Robaste mi corazón ese día de la biblioteca... Nunca pensé que... Amara a alguien como te amo a ti... Nunca amaré a nadie que no seas tú. - término de decir levantando la vista, mirando los marrones ojos de su novio, y la verdad era algo que siempre estaba en su mirada. En su cansada mirada.
Y como cayéndole un rayo sobre su cuerpo, Shachi estallo en llanto. Pero como se suele decir: "No todo el llanto es una calamidad"
No era un llanto amargo, era uno de felicidad, inmensa alegría, porque era amado con la misma o más intensidad que él hacia todas las noches cuando pedía ese deseo a las estrellas y esa noche donde ambos seguían dándose amor, afuera en la ventana una lluvia de estrellas caída iluminado el cielo con sus destellos llegando hasta ellos con esas miradas y sonrisas llenas de cariño y amor.
El deseo de un amor correspondido.