De terno, elegante, escuchaba la ceremonia; sin poner verdadera atención. Un gran silencio y seriedad parecía protagonizar la escena, y su marido, vestido del mismo porte que él, esbozaba una gran sonrisa.
Todos de pie, uno al lado del otro, escuchaban atentos las palabras del sacerdote en frente; excepto él, quién como todo observador se divertía mas viendo a los invitados, pero no por chismoso, sino por pura curiosidad. Detrás, su cuñado, respiraba profundo, con tal cercanía que hasta podía sentir el tibio aire chocar con su nuca, pareciendo casi a propósito, intencional.
Volteó un poco hacia atrás, recibiendo una gran sonrisa.
Su amante avanzó un poco hacia adelante, acortando mas la distancia en un movimiento casi imperceptible para los demás, sin embargo, para él en sus fosas nasales se inhalaba por completo su aroma corporal, ese característico olor que ya conocía a la perfección, y que le encantaba. Se inclinó un poco, lo suficiente para quedar con su rostro al lado del suyo mientras su gran flequillo se mezclaba con el aire. Ah, durante un momento deseó ser esa loción que mantenía su cabello liso tan perfecto; su jabón, sus prendas, su ropa interior, todo. Todo de él era perfecto, y sumamente atrayente.
Nunca estuvo en sus planes ser infiel, pero cuando estaba recién comenzando a salir con su actual esposo, le conoció, y de inmediato pudo sentir esa gran necesidad. Y esos indebidos secretos que habitaban en su corazón fueron fácilmente descubiertos por él, como si fuera capaz de leer su inerte rostro.
Y no se arrepentía, ¿por qué conformarse con el novio y vida ideal, si puedes tener un hermoso príncipe azul que es muy bueno para lo que sabe hacer?
Desde que tiene esos prohibidos recuerdos en su mente la culpa lo persigue, e incluso después de todo seguía queriendo a su esposo, pero él era irresistible. Sólo bastaron unas caricias para voltear su rutina por completo y ponerse a su merced. Olvidó seguir lo inalcanzable para su naturaleza, siendo seducido por una profunda sombra, quién lo guíaba por el vicioso camino de la insincera pasión...
¿Quién se daría cuenta de lo que dos invisibles individuos hacían en los pequeños baños mientras todos celebraban la unión de dos personas en una eterna fidelidad?
No se amaban, o eso a ambos les gustaba pensar. Tal vez solo era atracción.
Quizá Kuroko solo quería pertenecer a Himuro.
...
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