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La fruta de la pasión. por -Raiden-

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Notas del capitulo:

 

"La gente piensa que sus palabras no nos dañan... solo porque no ven sangre"

 

 

-¡¡Ya era hora!! - grito emocionado para quitarse ese enredadera de su brazo.

 

Camino con rapidez para ver con más detenimiento eso que tanto llamo su atención:

 

Un árbol…

 

Enorme y en medio de una manta de fino pasto verde esmeralda, estaba el frondoso madero, con esas hojas ovaladas más oscuras que la vegetación de abajo moviéndose con la ligera brisilla salada del mar, y lo que capto por completo su atención: Las frutas colgadas de sus ramas.

 

Amarillas chillantes y con esos raros espirales dando la impresión de ser pequeñas piñas pero al acercarse más, mostrando su verdadera forma de manzanas tropicales.

 

Pero esos espirales ya los había visto…

 

-¿Akuma no mi? - Kid ya tenía la fruta en su mano viéndola detenidamente.

 

Aún recordaba el horrendo sabor de su propia fruta del diablo cuando la comió, y no pudo evitar arrugar el rostro chasqueando la lengua por lo desagradable que fue. Lo peor que pudo comer en su vida de pirata, y aun le producía nauseas el solo hecho de ver una akuma no mi…

 

Pero algo no le cuadraba, todas las frutas de ese árbol eran iguales, con espirales como la que sostenía en su mano, y él sabía que no había dos akuma no mi iguales ni mucho menos todo un árbol de esas cosas o con el mismo poder.

 

-Seguramente estas porquerías no son comestibles… - ya sentía la terrible decepción de la realidad cuando la aplastaba sobre su palma, haciendo que el jugo de la fruta escurriera por sus pálidos dedos.

 

Si algo sabia de las islas del mundo nuevo es que estaban llenas de misterio, animales salvajes, climas erráticos y porque no, una isla abandonada con lo que parecía ser un árbol de akuma no mi de las que te matarían por tan solo probarlas.

 

No había nada mejor que el “Nuevo Mundo” ¿no?, eso era definitivo.

 

Arrogo los restos de la pulpa que se habían quedado su mano para percibir el dulce aroma que le empalago de sobremanera, para sacudir su cabeza. No era de sospechar que esos aromas le causaban un dolor de cabeza por lo fuerte que eran para su gusto y el sabor que le empalagaba rápidamente.

 

Ahora más frustrado que antes, frunció el ceño para cortar el maldito árbol puñetero que tuvo el atrevimiento de ponerlo aun de peor humor…

 

-¡Jajaja! - empezó a reír el pelirrojo como desquiciado para sacar su navaja que traía consigo para cortar rama por rama, como si torturar al pobre árbol le diera la mayor satisfacción del mundo y le enseñaría que nadie se metía con él.

 

Se acerco para empezar a descuartizarlo sin piedad como el sádico que era…

 

Y vio algo muy particular.

 

De todas esas manzanas amarillas y desagradables a su vista estaba una de color rojo intenso como la sangre, con una espectacular forma ovalada; una pera para ser más exactos, y con los mismos relieves característicos que las demás frutas.

 

Apetitosa era el término correcto para la ahora bendita fruta que se asomaba por entre sus ramas.

 

El gran Eustass Kid solo pudo quedar paralizado por un momento hipnotizado por ver su color favorito en una fruta a pesar de los espirales le llama con un extraño magnetismo.

 

No supo en qué momento ya tenía la dichosa fruta rojiza en sus manos pero francamente le importaba una mierda.

 

Su textura aterciopelada, como si fuera un suave durazno en cada relieve que tenía, definiéndolos con esos contornos para terminar casi en punta pero muy suaves. El olor a fruta fresca cítrica llego a él con tan un pequeño suspiro, y le gusto cuando ahora su fina nariz tocaba su agradable textura.

 

Pero la consistencia de esa rojiza pera le dijo que ya estaba en su punto, justo para que le clavara los dientes y le diera una gran mordida para que descubriera su embriagante sabor.

 

-Una mordida no mata a nadie. – se dijo a sí mismo Kid para mirar por última vez ese color rojo intenso muy parecido al de la sangre.

 

La froto un poco sobre una de sus afelpadas mangas de su abrigo para limpiar la poca tierra que tenía entre sus espirales.

 

Acerco esa extraña fruta a su boca…

 

Y la mordió…

 

Se limito a reprimir una exclamación de lo deliciosa que estaba pero si suspiro al probar su sabor… Un exquisito sabor agridulce, un poco acido pero totalmente agradable a su exigente paladar, y jugosa como la misma fruta prometía.

 

Unas gotas lograron escaparse por sus finos labios pintados deslizándose por la comisura de estos, como bailando con gracia y calma, pero paso el dorso de su pálida mano para limpiarlos rápidamente. No quería que el color oscuro que traía se desvaneciera por la acción de su lengua por querer más del sabor de la fruta.

 

La primera mordida fue su perdición sin saberlo…

 

Dos mordidas más fueron suficientes para que se terminara la rojiza pera, y limpiara sus dedos con su lengua disfrutando de los últimos restos del acido sabor.

 

Una verdadera delicia.

 

-Pues no paso nada. - una sonrisa orgullosa nació en su pálido rostro por no pasarle nada de nada.

 

De hecho se sentía satisfecho, como si hubiera comido una gran ración de estofado de carne con pasta y verduras, solo faltaba un gran tarro de cerveza para completar todo, pero tampoco tenía mucha sed realmente.

 

Y algo que siempre pasaba cuando se sentía lleno empezó a manifestarse…

 

Sueño…

 

Bostezó al tiempo que frotaba uno de sus ojos ambarinos para buscar un lugar donde dormir por un rato, pero que mejor que quedarse ahí en su fuente de alimento y bebida para reposar un rato la comida ¿No?

 

Camino donde la sombra ya rodeaba al enorme árbol, se recostó al pie de este recargando su espalda en el tronco para pasar sus manos detrás de su nuca y empezar a dormitar de inmediato.

 

 

 

 

Veía las huellas como se dirigían sobre una pequeña verada llena de plantas y enredaderas.

 

-Vaya… Al menos se que no está molesto. - dijo sarcástico al ver la destrozada vegetación que había dejado a su paso.

 

Y es que parecía que aquel, lo había hecho adrede para que le encontrara o le siguiera a donde quiera que este fuera.

 

-Debe tener algún refugio cerca. - comento al aire para seguir el camino señalado.

 

Se tonaba a leguas que ese sujeto, tenía la certeza de adonde se dirigía y lo encontraría por los daños que dejaba a su paso, ni siquiera se tomaba la molestia de cortar las ramas, el otro ya lo había hecho por él.

 

Sus ropas ya más secas por el ligero calor y la brisa marina que se colaba por las hojas de las palmeras llegaba a su rostro, y le agrado sin ser muy consciente de esto. Salada y contaste sentía como su morena piel se erizaba cuando el viento soplaba por su nuca refrescándola del ligero sudor que resbalaba.

 

Las ropas que traía eran un poco abrigadoras para esa isla, pero tolerable, siempre había vestido así y ya se había acostumbrado.

 

El final del camino se empezaba a asomar a tanto solo unos metros la salida de ese paraje.

 

Su mirada metálica se vio deslumbrada por unos instantes cuando el sol ya estaba en el punto más alto del cielo. Espero a que la luz disminuyera un poco con el dorso de su tatuada mano tapando sus ojos y ver por fin el pequeño claro.

 

Vio el gran árbol en su máxima expresión con asombro y cierta curiosidad.

 

En sus ramas colgaban unas extrañas frutas rojas con unos relieves muy curiosos, y sabía perfectamente que eran, sin embargo no estaba del todo convencido.

 

Tuvo que acercarse para examinar esas engañosas peras ahora que veía más de cerca.

 

Tenían los mismos espirales que los de las akuma no mi, pero él sabía que eso era imposible. Las frutas del diablo no solo no crecían en los arboles, si no que se transformaban cuando algún usuario de una de ellas moría, haciendo que la fruta más próxima la poseedora de las habilidades de cualquier tipo.

 

Se lo pensó por un momento antes de tomar una, después de todo, era una isla desconocida el cual lo habitaba un extraño y todo indicaba que era una trampa.

 

-Lo mejor será descubrir que esta fruta. – dijo con una sonrisa sádica mirando una de las tantas frutas.

 

Si algo le gustaba a Trafalgar Law era conocer perfectamente todo lo que pudiera utilizar para sus macabros planes y ahora esa fruta quizás la podía utilizar de señuelo para un futuro cercano.

 

Estaba decidiendo cual de todas esas rojizas frutas tomar, no es que no le gustaran pero si tenía que llevarse alguna por lo menos que fuera aguantara el viaje.

 

Miraba con duda y vio algo amarillo sobre salir de entre las verdes hojas…

 

-No puede ser… - susurro para tomar esa única fruta que era totalmente diferente a las demás.

 

Su color, amarillo como el que tanto le gustaba y estaba en su ropa, su jolly roger, incluso su submarino fue lo que le incitó a tomarla sin más.

 

Algo áspero como si fueran pequeñas escamas en sus relieves y esa hermosa forma de manzana tropical fue más le fascinaba, pero su aroma dulce llego de inmediato a su fina nariz con tan solo un suspiro.

 

Con sus tatuados dedos limpiaba la fruta que ya se estaba degustando con la mirada, tenía un poco de arena entre sus espirales pero nada que le quitara lo deliciosa.

 

Entre abrió sus delgados labios para sentir la textura de la fruta en ellos, haciendo que un escalofrió recorriera su columna y erizando su piel, pero eso solo hizo que quisiera probarla con más ganas.

 

Ahora sus dientes rozaron la áspera textura y finalmente morderla con timidez.

 

-¡Mmmm! Esta deliciosa. – murmuro sorprendido al probar tal sabor.

 

Dulce…

 

Pero un sabor dulce que le gustaba mucho a pesar de ser empalagoso, le recordaba al chocolate y el jugo que ahora resbalaba por sus labios para llegar a su barbilla y mojar ligeramente su perilla.

 

Relamía sus labios con suavidad y lentitud, disfrutando hasta la última gota de esa manzana que ahora consumía su apetito que le empezaba hace poco desde que llego al claro.

 

Ahora el liquido mangar se escurría hasta la palma de su mano donde la fruta seguía llamando a su portador a comerla con gula satisfacción. Empezó a lamer desde sus dedos hasta llegar a la muñeca donde ya se había escurrido el dulce.

 

Suspiro una vez al sentir el sabor en su lengua y paladar, estaba por dar otra mordida cuando…

 

-¿Trafalgar? – escucho como alguien le llamaba.

 

Giro lentamente sobre su lugar y sus ojos se abrieron con sorpresa.

 

-¿Eus-tass-ya? – dijo casi atragantándose con el pedazo de fruta que aun tenía en la boca.

 

 

 

Momentos antes…

 

Había escuchado unos extraños sonidos mientras trataba de dormir más profundamente pero lo que lo despertó fue una voz.

 

-¡Mmmm! Esta deliciosa. - se escuchaba algo melosa.

 

La reconocía de algún lado y cuando se levanto los ruidos de alguien comiendo lo alertaron completamente.

 

Llevando una mano a la daga que ahora parecía ser su mejor compañera, se levanto con cautela sin hacer ningún ruido. Acorralaría al pobre diablo que tuvo la mala suerte de encontrarse con él y de paso robarle lo que traía.

 

Se asomo ligeramente escondiéndose en el árbol y algo muy familiar.

 

Un gorro blanco con motas marrón, pero lo que termino de sacarlo totalmente de onda, fue como el moreno que ahora lo reconocía estaba comiendo como un niño pequeño lamiendo de la forma más sensual posible sus dedos, la palma de su mano hasta la muñeca.

 

Fue en ese momento que su boca se abrió para llamarlo casi sin creérselo.

 

-¿Trafalgar?

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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