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El Invitado por Cee Shadow

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Obviamente Naruto no me pertenece y tampoco sus elementos. "Naruto"  pertenece únicamente a Masashi Kishimoto. Escribo esto únicamente por diversión y por mi enfermo amor al yaoi <3

 

Parejas: SasoDei, ItaDei, TobiDei.

 

Género: Romance, Drama, AU.

 

Advertencias: Lenguaje obsceno, muerte de un personaje.

 

 

Notas del capitulo:

Buenas, quiero que sepan que este es mi primer fanfic, y como no, uno de mis primeros SasoDei.

Adoro tanto esta pareja, y es tan difícil encontrar algo bueno sobre ella...Así que he decidido mostrarles un poco de lo que mi retorcida imaginación puede ofrecer, y también, en cierto aspecto, algo que me ha tocado vivir.

Si ven algún error de ortografía, no duden en decirme, y si les ha gustado, déjenme un review.

Aclaraciones:

 

-.....diálogos.

---------------------....Cambio de escena.

Sin más, espero que lo disfruten c:

 

 

 

Era su primer día de clases en aquella nueva escuela. Por algunas razones tuvo que cambiarse de establecimiento.
El rubio iba de mala gana con una mochila en su espalda y un uniforme que constaba de pantalón negro, camisa blanca y corbata roja, con un chalequito negro que completaba la vestimenta. Como era de costumbre, llevaba su cabello recogido en una coleta alta, dejando caer un mechón de éste sobre el lado izquierdo de su rostro, cubriendo uno de sus ojos en consecuencia. Aquellos zafiros no brillaban entusiastas esta mañana.
Cruza las puertas de entrada donde hay adolescentes hablando entre ellos formando un coro de mala gana, que mareaba y aturdía. Para su suerte llevaba sus auriculares, uno en cada oído.
Movía su cabeza al ritmo de la música mientras esta envolvía su ambiente, ignorando algunos insultos por ser el nuevo.
Observa la hoja de horarios en su mano. Si no estaba equivocado le tocaba Ciencia dentro de cinco minutos. Observa con atención las puertas y sus colores para ubicarse. Se detiene cuando encuentra la sala de ciencias, que está detrás de una puerta verde. Suspira antes de entrar y observar el curso.
Como es habitual, el escritorio del maestro está a su derecha, y detrás de éste un gran pizarrón. A su izquierda está lleno de bancos individuales. El curso está completamente vacío a excepción de un pelirrojo mirando por los ventanales.
Elige un asiento al azar y se sienta, colgando su mochila en la silla.

-Oye niña ¿no eres algo menor para estar aquí?- pregunta alguien detrás de él. Gira su cabeza para encontrarse con el pelirrojo que está frente a la ventana, cruzado de brazos. El rubio se quita un audífono para oír bien su pregunta.

-¿Qué?- pregunta el de ojos celestes mirándole serio.

-¿Eres nuevo?¿De qué año?- pregunta el pelirrojo sin mirarle.

-Sí, lo soy. De tercero.- responde el rubio algo confundido.

-Con razón…- suspira el de ojos cafés –Mira, esta es la sala de Ciencias de 5to año. La de 3ro está en el segundo piso. Los nuevitos suelen confundirse- le informa señalando arriba, mientras le mira.
El rubio guarda silencio mientras se pone de pie y toma su mochila.

-Gracias, emm… tú.- agradece el rubio dudando sobre su nombre y caminando a la salida.

-Sasori.- dice el pelirrojo antes de que el menor tome las manijas de la puerta.- Me llamo Sasori, pequeña.- agrega mirándole arqueando una ceja.

-Bien, Sasori, no soy una niña, hm.- le informa burlón el rubio.- Y me llamo Deidara.- agrega mientras le saluda con la mano sonriendo sarcástico y abandonando la sala.

-Qué curioso… Deidara..- dice el mayor mientras vuelve su vista a la ventana.


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Acababa de sonar el primer timbre, significa que era el descanso que los alumnos tenían bien merecido.
El rubio se quedó unos minutos sentado en su banco mientras cerraba sus libros y los guardaba. En eso una chica de cabello azulado se le acerca. Era la chica con la que trabajo durante clases, Konan. Era simpática y casi siempre andaba de buen humor, aunque era bastante tranquila. Llevaba el cabello recogido y el uniforme escolar, y su mochila en la mano.

-Oye Deidara, a continuación tendremos Historia.- le dice la joven llamando la atención del rubio.-¿Vamos a dejar al cosas al curso y me acompañas a ver unos amigos?- pregunta la peliazul sonriente.

-Claro, vamos.- responde Deidara colgándose la mochila en la espalda y sonriendo. Le sigue el paso a la chica durante el trayecto.
Iban caminando hasta la sala hablando, sobre sus gustos y las personas que conocería. Su grupo de amigos se hacía llamar “Akatsuki” y todos eran muy buenos amigos (bueno, casi todos). Los chicos del establecimiento no querían cruzarse con este grupo, sabían que a pesar de poder ser amigables amigables con algunos, no era bueno tenerlos de enemigo.
Dejaron las cosas en el curso y bajaron las escaleras con suma elegancia, como era de costumbre en Deidara y una chica como Konan. Bajaron y salieron al patio, donde debajo de un árbol muy grande que daba mucha sombra estaban sus amigos. La peliazul tomó la mano del rubio y le incitó a que le siguiera.

-Bien, hola chicos.- saluda Konan sonriente a sus amigos. –Me gustaría presentarles a Deidara, es nuevo y comparte clases conmigo.- informa la joven señalando al rubio, y éste saluda con la mano, sonriente.

-Ah, eres la rubia desorientada..- comenta un pelirrojo que estaba sentado sobre una gran piedra. Sonreía mientras sus ojos cafés brillaban desafiantes.

-Sasori, hm..- dice el rubio mirándole desafiante también. Un par de veces le habían confundido con una chica pero esto comenzaba a ser irritable.

-¿Conoces a Sasori?- le pregunta Konan mirándole curiosa.

-Sí, él me “ayudó” a encontrar la sala de Ciencias.- responde el rubio haciendo un gesto con los dedos.

-Sí, se había metido en la sala de 5to año.- ríe entre dientes el mayor.

-Errores de los nuevos…- comenta un chico alto de cabello negro con mirada extraña, Kisame, sonriendo pero no de forma burlona. Su piel era extraña, parecía color azul y esto llamo la atención del rubio. Observa al resto de los miembros de "Akatsuki" y nota que la mayoría son extraños. Konan les había hablado de ellos y les había dicho sus nombres, así que pudo reconocerlos:
Hidan, era aquel muchacho albino de ojos morados, irrespetuoso y bastante religioso. Se quejaba todo el tiempo y molestaba constantemente a un chico de ojos verdes. Este era Kakuzu, quien parece que padecía alguna enfermedad y debía usar una especie de barbijo todo el tiempo, además de que sus globos oculares parecían estar rojos constantemente. Era una decisión de él, pero llevaba un extraño gorro o algo así en la cabeza.
Otro de los chicos era Itachi, que tenía dos remarcadas ojeras y cabello negro, justo como sus ojos. Llevaba el cabello atado en una coleta y dejaba que algunos mechones descansaran a los costados de su rostro. Este pasaba la mayor parte del tiempo con Kisame, ya que eran mejores amigos o algo así .
Uno de los más raros era Pain, el líder, el cual solamente los profesores sabían su nombre real. Tenía cabello naranja y ojos violetas, bonitos en cierto aspecto. Tenía in piercieng bajo el labio inferior, algunos en la nariz y muchos en las dos orejas, dandole un aspecto oscuro pero de cierto forma, atractivo.
El miembro restante era Sasori, quien medía dos centímetros menos que Deidara y era pelirrojo, con unos ojos cafés que hipnotizaban a cualquiera.
Deidara sólo se limitaba a guardar silencio y a escuchar las conversaciones del grupo.
Hablaban de los maestros, le preguntaban cosas a Deidara, como “qué es lo que haces”, “qué te gusta” y cosas así.
El rubio descubrió que compartía un gusto con Sasori; el del arte. Aunque ambos tenían pensamientos opuestos acerca de su definición.

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-El arte no es eterno.- replicó el menor de nuevo por enésima vez en el día.

-Sí, si lo es.- reprochó de nuevo el mayor. -¿No puedes aceptar las ideas de los demás?- preguntó algo molesto por la aquella “discusión”.

-Sí, respeto las ideas de los demás, pero te equivocas acerca de su definición.- se explica el rubio.
Guardaron silencio mientras caminaban por las calles del parque. Habían descubierto que ambos se habían inscrito en el mismo nuevo curso de arte.
Hacía calor, y no había ningún bebedero que funcionará en el momento. Tragaban su propia saliva con la esperanza de que el dolor de sus gargantas secas disminuyera, pero nada funcionaba.
Por cada paso que daban suspiraban y resoplaban para ventilarse un poco la cara. El sudor que caía de su frente hacía que los cabellos del rubio se pegaran a su rostro.

-¿Por qué no te cortas el cabello?- preguntó el pelirrojo mirándole a los ojos.
En respuesta Deidara le miró de mala gana.

-Nunca me lo cortaría.- le responde bufando.

-Parece que te molesta..- comenta el mayor con su chaleco entre manos, y su camisa arremangada.

-Pero no lo hace.- responde reflexionando sobre su respuesta el de ojos azules que llevaba su chaleco entre manos también.- Oye, no sé tú pero yo me iré a casa a darme una ducha. La clase no comienza hasta dentro cuarenta minutos y el edificio donde vivo no está tan lejos.- agrega señalando un edificio a un par de cuadras más.- Luego tomaré un taxi o algo parecido.- informa luego de quitarse la mochila para llevarla en su mano de mala gana.

-Mi casa está algo lejos…- comenta Sasori señalando a la derecha.- Unas treinta cuadras más para allá.- agrega.
Deidara guardó silencio durante unos segundos pensando lo que iba a decir.

-¿Quieres venir a mi casa? Así vamos a la clase juntos.- preguntó sonriente el menor.
Sasori lo pensó un poco.

-Claro ¿por qué no?- respondió el pelirrojo con una expresión indiferente en su rostro, pero la emoción se veía en sus ojos brillantes.


Llegaron y entraron al departamento. Era pequeño, pero agradable y bien decorado.
A la derecha de la entrada había un pasillo que llevaba a la habitación y el baño. La sala constaba de un gran mueble con muchos libros y un televisor con una consola de juegos. Todo estaba pintado de blanco, pero los cuadros, las cortinas rojas, el piso de madera y los sillones negros le daban un lindo detalle. Afuera, en el balcón, había un lienzo y algo de material para moldear. Sasori dedujo que aquellos materiales eran de Deidara.

-¿Tienes una consola de juegos?- preguntó el pelirrojo algo extrañado.

-Es de un amigo.. Vive aquí, pero ahora está de viaje.- respondió el joven dejando su mochila sobre uno de los sillones. –Siéntate si quieres, ponte cómodo.- agrega mientras se dirige a la heladera y saca una jarra de agua. Toma dos vasos y sirve hasta el límite la bebida.

-Gracias…- dice el de ojos cafés mientras bebe del vaso que el rubio le entregó. Sin duda le leyó la mente.
El de ojos azules asiente mientras se bebe el agua en unos segundos.

-Bueno, me iré a duchar. Ve la televisión, juega, lee, has lo que quieras.- comenta el rubio mientras se dirige a la habitación a buscar ropa para volver al baño y cerrar la puerta.
Sasori se sienta en uno de los sillones. Es de cuero y hace ruido al moverse. Deja el vaso de agua sobre la pequeña mesita que hay delante de él.
Observa la sala con detalle, curioso, mientras escucha el sonido del grifo del agua abrirse. Por alguna extraña razón no puede evitar imaginarse a Deidara en la ducha; desnudo, mojado.

-¡¿Q..qué?!- tartamudea ante aquel pensamiento que vino y se fue en un instante. ¿Por qué pensaba en esas cosas? Sobre todo ¿por qué en Deidara?
De repente un golpe que resuena en toda la casa lo quita de sus pensamientos, sonó como un golpe seco, así que en lo primero que pensó fue en que Deidara se cayó en la ducha.
Sasori se puso de pie y caminó hasta la puerta del baño.

-¿Deidara?¿Estás bien?- pregunta mientras golpea suavemente la puerta y apoya su oído en ésta.
No recibe respuesta y se empieza a preocupar.-¿Deidara?- pregunta de nuevo mientras lentamente abre la puerta. Todavía oye el sonido del agua corriendo. Asoma su cabeza para observar a Deidara, tendido en suelo, desmayado. No le puede ver por completo debido a la cortina de la ducha pero sólo lo intuye al ver sus pies.
Abre la puerta de par en par y cierra el agua, toma una toalla y algo tímido cubre al rubio para cargarlo en sus brazos y recostarlo sobre su cama.

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El rubio despierta con su cabeza dando tumbos, le duele de una manera increíble. Nota que está recostado sobre su cama y está tapado con las sábanas blancas. Aún tiene el cabello mojado y suelto. Aquellas hebras doradas descansaban sobre la suave almohada. Ve que alguien entra por la puerta con una bandeja. El menor se sienta mientras se queja y toca su cabeza.

-Despertaste.- le dice el pelirrojo que está sentado a su derecha. Deja la bandeja en la cama.- Te traje un poco de agua.- agrega.

-¿Qué paso? Me duele mucho la cabeza..- dice el menor confundido tomandoel vaso.

-Supongo que te caíste en la ducha y te desmayaste. Te saqué de ahí y te recosté en la cama.- explica el pelirrojo apoyando su mano derecha en el colchón, dejando su peso sobre éste.
Por alguna razón, Deidara cobró color en sus mejillas.

-¡Diablos!¿Significa que me viste desnudo?- pregunta el rubio algo nervioso, y rojo como un tomate, dejando el vaso sobre la mesa de luz.
Sasori guardó silencio unos segundos mientras sonreía levemente ante la reacción del rubio.

-No podía sacarte con los ojos cerrados, Deidara.- respondió mientras reía entre dientes.

-¡Maldita sea!- susurró el menor dejándose caer sobre la cama y cubriéndose la cara con una almohada.
Sasori observó divertido al chico, que aún tenía la almohada en la cara y podía imaginarse que estaría sonrojado hasta las orejas.
El pelirrojo se estaba poniendo de pie para irse, vio el que el rubio ya estaba en mejor estado y no quería volver a su casa muy tarde, y ya no había tiempo para llegar a la clase. Pero, no se puso de pie, sólo se quedó sentado, pensativo, mordiendo su labio inferior. Algo le estaba molestando desde hace rato y pensaba que ya era hora de deshacerse de esa molestia.

-Hey, Deidara…..- dijo por lo bajo el de ojos cafés.-Hay algo que me está provocando dolor de cabeza desde hace rato….- agrega con una expresión seria pero ojos brillantes.

-¿Qué?- preguntó el de ojos azules sentándose de nuevo en su lugar, quitándose la almohada de la cara que llevaba una mirada curiosa pero indiferente.
Pero al instante aquella mirada se tornó confusa cuando el pelirrojo le tomó de la mano y acerco sus labios a los del menor, besándolo.
Rápidamente las mejillas del rubio se tornaron más rojas de lo que hace un rato estaban, e intentaba protestar pero no podía hacer nada. Aquel acto le había dejado paralizado y las manos del mayor le tenían inmovilizado.

- ¡Sa-Sasori!- exclamó el rubio observando al pelirrojo, que sólo estaba a unos centímetros de su rostro y cerraba los ojos con fuerza.
No paso mucho tiempo hasta que el mayor le volvió a besar, esta vez usando más fuerza y tirándolo sobre la cama. El pelirrojo estaba sobre él mientras le tomaba de la cintura y le apegaba a su cuerpo, mientras que se sostenía con su otra mano sobre el colchón. El rubio intentaba protestar pero el de ojos café lo mantenía en esa misma posición, sin darle libertad para moverse.
De a poco y con mucha paciencia pero cuerpo ardiente el mayor metió su mano bajo la camiseta del rubio, haciendo que éste se sobresaltara y dejara escapar un pequeño y casi inaudible suspiro.
El pelirrojo comenzó a acariciar el abdomen del menor con delicadeza, mientras dejaba que su lengua explorara la húmeda cavidad el rubio, e intentaba que éste le acompañara en su danza. Cada tanto el ojiazul dejaba escapar un suspiro o un gemido, que eran música para los oídos del mayor. A pesar de querer resistirse, Deidara no podía hacerlo. Ahora estaba bajo los encantos del seductor Sasori.
El rubio logró quitarse de encima al mayor cuando éste comenzó a pasarse de límites. De a poco el pelirrojo quería meter su mano en los pantalones del menor. Deidara veía sus intenciones en su sonrisa lujuriosa pero aún no estaba listo para esto. Y MENOS, con él.

-¡Sa-Sasori!¡Bas-sta!- exclamó el rubio mientras lograba quitárselo de encima y empujaba al mayor sin querer para dejarlo en el piso.
Durante un minuto, ambos guardaron silencio. El rubio le miraba sorprendido desde arriba de la cama y Sasori observaba el suelo atontado. Luego de un minuto se puso de pie y se sacudió. Miró al menor con sus ojos penetrantes y por fin habló:

-Agh, lo lamento Deidara, debo irme.- se despidió y caminó hasta la salida. Lo único que dejó fue el ruido de la puerta al cerrarse y una sensación extraña y cálida en los labios del rubio, además de algo palpitante entre sus piernas .Estaba MUY confundido.
¿Qué acababa de pasar? Es decir, conoció al chico hace unas horas atrás ¿y ya le había besado?. No, Sasori le besó, y no sólo eso. ¿Pero por qué? Ambos eran hombres, y se acababan de conocer, ¡nada tenía sentido!
El rubio confundido se levantó para ir al baño y lavarse la cara, que ardía y estaba completamente roja. Pero aún no podía quitarse esa sensación de la boca.

-¿Qué le pasa a ese idiota?-se preguntó a sí mismo cerrando los ojos con fuerza. Su corazón palpitaba muy rápido, sentía que se iba a salir de su pecho.-Idiota..- susurró mientras se relamía los labios. Queda remarcar que le había dejado un dulce sabor al pequeño que intentaba entender que era lo que había ocurrido.
No sabía si estar sorprendido o enojado. Aquella situación le debería resultar desagradable, pero no era así. Pensamientos pasaban por la mente del rubio haciendo que toda aquella situación se enreda más y más, tornándola más confusa, para ambos.
Cerró la puerta del baño mientras se sentaba sobre la tapa del inodoro, con el objetivo de arreglar el “problemita” que tenía en esa área.

Notas finales:

¡ESO! Espero que sea de su agrado, y cualquier duda o queja, dejenla en un review.
Y bueno, espero con ansias sus escupidas o, cosa que dudo, un review.

Sin más, Cee se despide <3

Adieu~


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