Era ya de mañana. No sabía exactamente qué día, pero esa mañana no podía moverse. Era como si se hubiera enredado entre las sabanas, y no pudiera moverse del todo.
-“Ya debe ser tarde…”- un calor que empezaba a hacerlo sudar no lo dejaba seguir durmiendo del todo, gimoteo molesto, no tenía ganas de levantarse, o al menos debía hacerlo hasta que su estómago empezara a dolerle por comida. Pero… Extrañamente no estaba rugiendo por las horas que sospechaba que eran.
-ñum… Cinco minutos más…- intento girarse y estirarse en lo que pensaba que era su cama, pero, había un par de paredes acolchonadas que no le dejaban moverse del todo.
Abrió los ojos de golpe, asustado, había una ventanilla de cristal frente a él, que si se levantaba no lo dejaría salir. Golpeaba el cristal desesperado y con bastante miedo, intentaba rasgar las paredes con las manos y pataleaba intentando por lo menos hacer algo de ruido, para que lo sacara de allí.
Un momento…
¿Y si murió mientras dormía? ¿Y ahora estaba en un ataúd?
Relajo totalmente su cuerpo por un momento para volverse a tensar de emoción. Sonreía y soltaba un par de risas emocionado. Ahora podía hacer todo lo que quería como fantasma por un momento… O renacer.
Suspiro con una sonrisa satisfecha. Ya después le agradecería de manera especial al amor de su vida que probablemente había hecho eso.
Se levantaba lentamente, esperando sentir esa separación de su alma y su cuerpo, pero al estar a nada del cristal, su frente choco contra el mismo.
-Rayos…- volvió a acostarse en la caja, cerrando los ojos, molesto y a la vez avergonzado por emocionarse de sobremanera. -¡Porque no me muero y ya!- lloriqueaba intentando taparse la cara con un brazo… Si pudiera moverlo.
-Por qué no puedo dejarte morir ‘Geta…- dijo una voz opacado por la caja abriendo la parte que quedaba de madera oscura, dejándolo libre. –Pero feliz cumpleaños…- sonrió ampliamente jalándolo de los pies (estaba a punto de decir patas) sacándolo.
-No… - gritaba el de cabellos de flama aplastados, agarrándose de los bordes y pataleando -¡Déjame, por favor Kaka! ¡Déjame aquí y entiérrame bajo tierra!-
Prefirió guardarse sus palabras. Rodo los ojos, molesto.
Siempre era lo mismo cada año o más bien… todo el año. Siempre esas plegarias de dejarlo morir, pero simplemente no podía, incluso le parecía gracioso cada vez que intentaba tomar algún veneno para ratas y siempre se lo descubría…
Oh si… Cada “siempre”.
-Bah… No- jalo más fuerte de sus pies sacándolo un poco más, pero Vegeta seguía resistiéndose a salir de allí gritando una fuerte respuesta negativa. –Vamos… No puedes resistirte cada año a vivir, además siempre que te dejo te da hambre… ¡Y el dinero no crece de los árboles para estarte comprando siempre un ataúd!-
-Bien…- se encogió de hombros molesto arrastrándose para poder salir un poco. -¿Hay pastel, cierto?-
-Cómo crees que te iba a sacar de allí- el alto de los dos lo cargo como una princesa, con una sonrisa victoriosa –Tienes que dejar de hacer esto… y…- lo sentó en una de las sillas, como a un niño pequeño –Disfruta de tu pastel…-
Recargo la barbilla en la mesa –Yo quiero disfrutar de una buena muerte…- susurro, para sí mismo –Pásame el cuchillo Kakarotto-
-¿Y yo como estoy seguro que no vas a intentar nada? Pártelo con una cuchara…-
-Olvídalo…- se levantó de la mesa haciendo a un lado su plato, y la cuchara – Me lo comeré con las manos…- suspiro molesto. Era ya algo fastidioso lo sobreprotector que se había vuelto Kakarotto desde “quiensabequedia”. –Solo pásamelo…- camino hasta el viejo ordenador que tenían, vería algo que ojala y le ayudara a morir rápido…
Muy… Muy rápido.
-¿Y cómo sé que no tienes algún polvo bajo la manga o en las manos?-
Volteo a verlo rápidamente seguido de un golpe en el mueble. -¿Qué…?-
-Si…- sacudió rápidamente la cabeza -¿Cómo sé que no te empolvaste las manos con alguna cosa que posiblemente al comerte el pastel con las manos llegue a tu boca… y te mate?-
-Me…Mejor ya no me des nada…- peino desesperado y molesto sus cabellos de flama, así dándoles un poco más de forma.
Ignoraba ya todo sermón que saliera de esa boca. Ahora iniciaría su brusquedad…
Notificaciones….
Notificaciones…
Remedios…
Notificaciones…
“x”…
-“¿Y esto?”- un extraño nombre para alguna página que su pudiera haber guardado sola, por cualquier causa, un virus quizá.
Hizo varios clics a aquella “cosa” extraña sin abrirse, hasta que la pantalla se puso negra completamente. Miro de reojo donde se suponía que estaba Kakarotto, afortunadamente ya se había ido para no seguir regañándolo.
-¿Qué es esto?-
…Desafortunadamente no lo había matado de un susto.