Desafortunadamente no se había muerto de un susto para salvarse en ese momento. No quería siquiera respirar, temía que debajo de esa seca expresión estuviera su voz furiosa que tanto le quebraba.
-Que... ¿Qué es esto, Vegeta?- golpeo la pantalla con uno de su dedos mirándolo preocupado.
-Y yo que voy a sa... Eh?- después de ver alguna seriedad en esa mirada volteo a la pantalla... No era nada más que un fondo negro con un título que hizo que sus pupilas brillaran:
"¿Os interesa saber cuándo será vuestra muerte?"
Seguido de un par de preguntas de salud y personales.
-"Interesante"- bajo sus manos, estaba a punto de teclear, y pensar, cada una de las respuestas. -"Ojala y sea pronto"- se mordió el labio.
Vio aquellas palabras en un blanco reluciente y una sonrisa en su compañero, y tenía miedo que esa página le dijera algo... Pronto -'Ge-Geta... No creo que eso sea correcto, que tal si...- puso una mano sobre las suyas, acariciando, como esperando a que se arrepintiera, pero solo la alejo molesto, empujándose a él y a la silla un tanto lejos de él.
-¡Demonios Kakarotto! ¡Te pareces a mi madre!- grito molesto levantándose de la silla cruzado de brazos - Tu ya...- apretó el puente de su nariz, intentado calmarse...
-¡Es porque necesito cuidarte! ¡Te cuido porque te quiero! Mal-di-ta sea, ¡Vegeta!- interrumpió levantándose dejando ver su altura tan intimidante cuando se enojaba.
-Si me quieres "Taaanto" como eh pensado estos años... ¡Déjame morir! ¡Es lo único que te pido!-
-¿Entonces quieres morir?-
-Efectivamente- volvió a cruzarse de brazos, impotente*, como si no dejara escapar de sus manos aquella respuesta. Kakarotto asintió levemente, fingiendo entender algo.
-Ya veo...- susurro para sí mismo. -¡¿Y PORQUE CARAJOS QUIERES MORIR?!-
-¡Por qué no me estoy a gusto aquí! ¿Sabes? Y no tienes que hablar de palabrotas como un chiquillo-
-¡¿Pero por qué no te estás a gusto aquí?! ¿Que no eres feliz? Que no... ¿Aprecias un poco lo que tienes?- resalto ese "aprecias" refiriéndose en cierta parte a su relación, pero al parecer él estaba tan "cabeza caliente" que lo paso por alto...
-No aprecio nada de esta vida... Kakarotto-
Algo dentro de él se quebró, no como antes, esta vez hizo algo aún más profundo. -Entonces...- suspiro intentando ordenar sus ideas
-...No aprecias ni un poquito tu vida- se acercó a Vegeta y poso una mano sobre su hombro, acariciándolo lentamente, su respiración era profunda y lenta, era evidente que estaba fastidiado de aquel tema.
-Bien si ya termino esto, iré a ver si puedo conseguir hojas de afeitar…- rodo los ojos y se dio media vuelta, cuando estuvo a punto de irse, Kakarotto le abrazo fuertemente por la espalda y coloco su cabeza en su hombro. No pudo evitar un notable sonrojo, su respiración fuerte y lenta le daba directamente en su cuello. -Hare que quieras apreciarla…- sonrió en un tono juguetón, empezando a besar levemente su cuello.
-¡¿Q…Qué?!- su bochorno se hacía más fuerte a medida de que separa los labios de su cuello más lento que el anterior beso.
–Q… ¡Quítate!- intentaba sacárselo de encima a golpes. -No…- tomo su barbilla, haciendo que se girara para quedar cara a cara con él. Intento guardar un suspiro… Se veía tan encantador con aquella sonrisa seductora y un sonrojo creciente…
-Hare que disfrutes este momento de tu vida, Vegeta…- se acercó ferozmente, con hambre, sus labios dando un húmedo pero apasionado beso. Vegeta intentaba no desmayarse, intentar mantener los ojos abiertos y su cordura normal, pero… ¡¿Cómo?! ¿Cómo no volverse loco con el cerca? De un segundo a otro, no sentía sus piernas, y sus brazos tomaron y acariciaron suavemente su rostro, o al menos hasta que se separaron por aire y para dedicarse unas cuantas miradas un tanto lindas.
-Muérete Kakarotto…- bajo los brazos hasta su cuello y se recostó en su pecho, con un puchero. Eso era jugar sucio, y ambos lo sabían, pero Kaka haría todo para alejarle por ratos aquella tonta e insoportable idea de morirse. Cambio totalmente aquella cara seductora que tenía por una cara de una alegría, que ni Vegeta se creía el cambio.
Soltó una risita, como cual niño pequeño que era para apegarlo más a su cuerpo –A ti lo que te falta es amor, Veg…- beso esos labios que tenían un mueca de no entender nada. –Así que vamos a hacerlo…-
-¡¿QUÈ?!-
Y Kakarotto salió corriendo con un Vegeta en brazos al estilo princesa…
~
-Ñum…- se dio una vuelta más. Ya era tarde y había cosas que hacer, como… Limpiar su desastre.
Se estiro, relajando su cuerpo, y sintiéndose un poco adolorido…
-“Ese Kaka es un salvaje…”- sonrió vagamente y se levantó de la cama, aún no había comido su pastel de cumpleaños y ya había abierto los regalos…
Qué curioso.
Camino hacia la sala que estaba iluminada por el dorado sol de tarde, o quizá de mañana. Quien sabe… Con él se pasaban las horas volando. Su estómago rugía por un poco de pastel, y que el recordaba no había comido nada en todo lo que fue de tarde… Mañana… Noche…Estaba a punto de ir por algo en donde servirse un poco de aquel postre, pero paso por el aparato aun prendido en la página que había dejado…
Y la curiosidad mato al gato…
Camino hasta su habitación a inspeccionar si Kakarotto aún seguía dormido. ¡Afortunadamente sí! Y al parecer lo seguiría haciendo durando un muy buen tiempo.
Un largo... Largo rato.
Miro una vez más hacía atrás, quien sabe cuándo podría aparecer, era como…un ninja.
Tomo la silla que había tirado a un par de pasos de él, intento no hacer que las patas hicieran ruido con el piso, pero su fuerza lo engaño, hicieron un pequeño chillido…
Y no respiro por ese segundo, o hasta que no escuchara sonido alguno… Dejo la silla frente al ordenador y se sentó pero…
-Mmmngh…- la piel de todo su cuerpo se erizo al sentir algo pegajoso debajo de su trasero. Se levantó un poco y miro lentamente hacia abajo y…
Allí estaba…
Algo blanquecino escurría de “allí”, y bien sabía lo que era, pero no era tiempo de preocuparse por eso, tenía que contestar esa página…
Empezó a teclear rápido cada una de las preguntas, unas de salud, otras de sus relaciones con las personas…
Y otras cosas.
Pero era tantas preguntas…
Parecía un cuestionario interminable, y su espalda…y otras cosas empezaban a repetirle que tenía que seguir durmiendo. Descanso la cabeza en su mano, ya faltaba poco, pero sus parpados se iban cerrando…
Y se quedó dormido después de que en la pantalla aparecían un par de números girando, como aquellas frutas de las máquinas de casino,
Y su resultado era…