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FUYU NO KAZE por desire nemesis

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15-Relaciones peligrosas

 

Ese anochecer todos esperaban a Yukito con té para celebrar el final de su jornada. Kinomoto sintió que un aura extraña rodeaba al otro pero no tenía tiempo de averiguarlo porque el samurai cumpliría las tareas nocturnas del peligris por obvias razones.

 

Al volver a la noche a la habitación que compartían los 4 este ya dormía por lo que no pudo preguntarle si algo había pasado. Se tranquilizó al ver que Yue no había salido esa noche y se acostó en el futón junto a él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despertó gracias a una voz que le decía--¡Oye!—estaba muy dormido por lo que no reconoció la voz hasta que estuvo despierto.

 

Su mano estaba alargada hacia Touya que dormía de frente a él y en las puntas de sus dedos unas largas uñas, como garras apuntaban hacia su cuello.

 

¿Qué pensaríais si le arrebato la vida ahora?—preguntó la maliciosa voz en su cabeza. Comprendió que estaba viendo por los ojos de Yue.

 

¿Por qué me hacéis esto?—preguntó el atribulado monje.

 

¿No lo sabéis aún?—preguntó el espíritu sabiendo que el otro sí lo sabía.

 

¿Qué queréis?—preguntó el sacerdote resignado a estar bajo su poder.

 

¡Sabéis lo que quiero!—respòndió el otro.

 

Yukito lo sabía. Yue quería su libertad. Que dejara de aferrarse al sello y lo dejara en paz.

 

¡No puedo hacer eso! Sería en contra…--discutió el peligris y acto seguido vio como la mano se elevaba y luego caía a plomo sobre el cuello descubierto del samurai, deteniéndose un segundo antes de causarle mortales heridas.

 

¡Sabéis que no juego! ¡Devolvédme mi vida de inmediato!—le urgió el peliplateado.

 

Ante la amenaza la resistencia de Yukito cayó—Dadme un par de días más. Quiero… quiero despedirme apropiadamente—le pidió.

 

¿Cómo sé que no pretendéis engañarme?—preguntó el receloso ojos blancos.

 

No hay un templo a menos de un día de distancia. Si intentara llevaros a uno os daríais cuenta de  mi trampa y podríais pararme—le respondió el otro.

 

Sois más astuto de lo que pensé. Tendréis lo que pides—dijo el ente.

 

Además sabéis que ya no me quedan motivos. Ese hombre mató todo lo que…--sus palabras se le atragantaron. El monje pensaba que ya no era digno de ese noble samurai. Su cuerpo estaba manchado por la suciedad de ese hombre que ni mil baños podrían sacarle. Se sentía impuro. In merecedor de que lo miraran esos ojos de que le tocaran esas manos.

 

A la mañana siguiente mientras se preparaban para irse el pelinegro intentó hablar con él a solas pero cuando le tocó la mano para atraer su atención el otro la quitó de inmediato como si la suya fuera un fierro ardiendo.

 

El ojinegro se lo quedó mirando mientras el otro parecía apenado de su reacción. De reojo los otros dos les habían visto pero procuraban no demostrarlo siguiendo con lo suyo.

 

¡Debemos hablar!—le dijo el samurai.

 

¡Prefiero que ahora no, Kinomoto san! Si no le ofende—había algo raro, algo forzado en sus palabras que todos notaron. El otro se veía  meditativo, lejano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Les llevó todo un día llegar. Era una villa rodeada de cerezos de los que recién empezaban a asomar los primeros brotes, su estilo antiguo y señorial hablaba a las claras que pertenecía a gente de la nobleza.

 

Conocidos vuestros imagino—dijo el ninja algo divertido ante la idea de quedarse allí. Estaba algo descuidada pero era fácil ver que era porque no era utilizada en tal época.

 

Es extraño que no tenga guardianes—mencionó el samurai mayor.

 

Sus habitantes son muy respetados por aquí y no creen que haya necesidad de ello pues nadie se atrevería a robarla aunque dados estos tiempos tampoco quieren ser víctimas fáciles por lo que no dejan que nadie se quede—dijo Kaiba.

 

¿Y vos como sabéis eso?—preguntó el rubio, algo en su interior bullía con anticipación.

 

Son amigos de mi familia—le contestó el otro.

 

Durmieron y se bañaron y al otro día…

 

Debemos conseguir alimentos. No han dejado nada. Iré al pueblo, Yukito puede ir conmigo—dijo el ninja.

 

¿Por qué él?—se apresuró a preguntar el castaño.

 

Digamos que de todos nosotros él es el que tiene la apariencia más inofensiva y en estos días eso es beneficioso—respondió el ojos mieles.

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Quería hablaros a solas!—le informó el rubio al monje mientras caminaban en dirección al pueblo. La expresión de Yukito se tornó recelosa—No sé que sucedió en la posada pero sea lo que sea tened en cuenta que Kinomoto san ya está sufriendo por eso—

 

El joven peligris bajó la mirada pensando en las palabras del otro—Todos sabemos las cosas que yo he hecho en estos días y creédme que no son ni la mitad de horrorosas de las que he hecho en mi vida así que si hay alguien que no os juzgará soy yo. Tampoco os preguntaré. Vos debéis decidir a quien queréis contar vuestros asuntos. Pero si queréis que os oiga, bueno… sabéis ya que estoy dispuesto—dijo el ojos mieles y entonces llegaron al pueblo. El sacerdote se quedó algo rezagado asombrado de la percepción del otro y de su discreción. Agradecía sus palabras pero no sentía que fuera justo repartir su carga cuando ya nada podía hacerse. Pensó en la familia muerta del otro y en como le protegiera a riesgo de su vida y se sintió un poco mejor al estar rodeado de tales personas.

 

En el pueblo se encontraron con unos puestos de verduras donde se surtieron de estas y granos.

 

¿Sois nuevos aquí, verdad?—preguntó una vieja alzando las alarmas del ninja que sonrió cordial.

 

¡Así es señora! Haremos unas reparaciones a la villa de las afueras—dijo para que si alguien los veía por los alrededores no se extrañaran.

 

¿A la villa Tokugawa?—preguntó la vieja sorprendida y sorprendiendo a los dos jóvenes—Pero si los señores Tokugawa no han venido desde que el joven señor se marchó—añadió y entonces Jounichi comprendió.

 

¡Así es!—respondió el rubio luego de reponerse—Es que desean volver según he sabido y como ha estado tanto tiempo descuidada… Decidme noble señora… ¿Conoció al joven señor?—

 

¿A Fuyuhiko sama? Si, le vi una vez—dijo ella como si le doliera el recuerdo y entonces Jouno supo de quien se trataba, era la madre de la amiga de Seto--¿Por qué deseabais saberlo?—

 

Simple curiosidad. ¿Cómo era?—preguntó para aclarar sus sospechas el melado.

 

Era alto para su edad y con una increíble apariencia gaishin pues su madre lo era. Dicen que su padre fue desheredado por elegir a una de las hijas de unos misioneros como esposa pero nadie podía negar su belleza aunque era muy frágil y murió al dar a luz al joven amo. Si su madre hubiera sido japonesa… Hubiera podido aspirar al trono ya que es sobrino del “Hijo del cielo”—esas palabras fueron un baldazo de agua fría para los dos jóvenes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Ricas, ricas frutas!—dijo el ninja acomodando la canasta llena de comida en el suelo con una gran sonrisa en los labios.

 

Por otro lado el monje parecía preocupado.

 

¿Qué os pasa?—preguntó el mayor de los samurais.

 

Puede ser que el enterarse de que estamos en la casa de alguien distinguido le preocupara un poco a Yukito san—dijo el alegre Jounichi--¿No queréis invitar a vuestro tío a cenar con tan ilustres ciudadanos?—preguntó al castaño.

 

Sabía que no era buena idea dejaros vagar por aquí pero no había de otra—dijo molesto el joven samurai--¡El no es mi tío y vos dejad de hablar así e id de frente!—

 

¿Qué…?—preguntó Touya. Estaba perdido y se notaba por su ceño fruncido.

 

Seto es sobrino del emperador—le dijo el peligris dejándole helado.

 

¡No lo soy! Nunca me ha reconocido como parte de su familia—dijo levantándose para irse molesto.

 

 

 

 

 

 

 

 

“Hijo del cielo” en Japón denominación con la que se nombra al emperador pues se dice que su sangre es divina.

 

Futón: cama japonesa que es como una colchoneta que se enrolla y guarda cada mañana.

Notas finales:

Espero sus revs

^^

ja ne


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