18-Nunca pude olvidaros.
¿Despediros?—preguntó el ojos negros con el corazón en la boca. ¿Qué estaba pasando?
¡Hai! No os lo dije pero he hecho un trato con Yue. Esta noche destruiré el sello—respondió el sacerdote.
Kinomoto sintió que su cuerpo se congelaba—No—dijo ahogadamente.
Ha sido mi decisión—trató de refutar el inseguro monje y el otro pudo ver a través de él.
¡No lo fue! No pudo haberlo sido—dijo llegando hasta él el pelinegro y agarrando sus manos para mirarlo a los ojos--¡Repetidlo! ¡Decid que deseáis dejarme atrás!—el otro no pudo—Sé que ese ser oscuro os obliga de alguna manera pero yo no le dejaré—dijo y de su espalda extrajo una flecha plateada--¡Dejadle salir! ¡Quiero hablarle!—exigió el otro.
¿Para qué? Dejadle. Si seguimos así él podría—dijo el sacerdote intentando tocar la mejilla del otro acto del que él mismo desistió.
Tengo razón. Él os obliga y me usa a mí como trofeo—dijo el pelinegro furioso.
Estuvo a punto de mataros solo que no lo notasteis porque dormías a mi lado. Si él…--miraba la mano que casi mata al otro recordando el terror que sintió entonces.
El otro la tomó y la llevó a los labios para besarla—Sabré cuidarme entonces. Os lo prometo, ahora dejadme hablar con él. Yo lo convenceré de que nos deje tranquilos—
Yue apareció unos momentos después, aún era de tarde por lo que su poder no influía mucho en el sello.
¡Ahora hablaremos cara a cara! Os diré sucintamente como serán las cosas si dejáis que el muera—dijo el samurai.
¡Vuestro ego os ciega! ¿Creéis que podréis mantenerme atado a él el tiempo que vos queráis teniendo esa flecha pero en el momento que me libere de él os reduciré a cenizas. Ni siquiera vos sois más veloz que yo. Vuestro amigo hizo uso de la misma estratagema y le hice pensar que podía porque tengo la palabra del monje. Vos no sois mi preocupación—contestó con desdén el peliplateado.
¡Sé que no! Pero permitidme recordaros que hay muchos más monjes en este mundo que podrían atraparos y yo me abocaré a que lo logren si llegas a dejar que Yukito san muera. Y no dejaré que sea como antes. Haré que os coloquen en una vasija real y os enterraré para que nadie en el mundo entero recuerde vuestra existencia y pueda traeros de vuelta a la vida. ¡Pensadlo bien porque de no seguir mi consejo es lo que obtendréis! Por lo menos así puedes salir y respirar el aire. Cazar a tus hermanos si te place tanto pero si llegáis a dejar que Yukito san muera tened por seguro que aunque me tome mil vidas volveréis a estar atrapado y de mucho peor forma—le amenazó el pelinegro y pudo ver como sus palabras tenían efecto en el otro.
Os dejaré vivir juntos si es lo que quieres pero si unos monjes idiotas me atacan…--aseveró Yue.
Yo estaré en la primer línea para protegeros—terminó Touya.
Los tres terminaron en un santuario en que Yue se sentía nervioso pero como se usaba como hospital para los miembros de la restauración heridos nada le amenazaba en verdad. Seto y Touya hacían misiones de vez en cuando pero siempre volvían en pos del sacerdote que estaba rodeado de la organización meiji que resultó se había dado cuenta de lo ocurrido con Asahi y nunca les habían querido matar. Ellos habían acudido con un conocido de la familia Kinomoto que les había asegurado tal cosa y así terminaron rodeados y protegidos por los revolucionarios hasta el día en que Meiji tomó el poder como emperador de Japón e instauró nuevas libertades, tolerancia, dejó entrar a los extranjeros y modernizó el país gracias a ellos aunque no se dejó llevar de la nariz e hizo que los japoneses aprendieran las tecnologías y técnicas de combate modernas, así como las ciencias para que ellos después las llevaran a cabo en su propio país. Compró tutorías pero no vendió a su país a los industrialistas. Era un emperador muy joven, abierto al progreso y a los cambios. Con ansias de un país más digno, moderno pero con un inmenso respeto a su pasado. Quiso que los feudalismos salvajes, el destrato a las personas y el comercio negro que atacaba a los pobres desde altos niveles se acabara desde un principio y logró una sociedad más justa donde todos tenían derechos y el más importante a ser tratado como persona, no importa la clase social que tuviese. El país empezó a expandir sus horizontes.
Treinta años más tarde el país era una potencia internacional donde transcurrían personas de todas las nacionalidades recorrían el territorio sin nada de la xenofobia previamente existente.
Japón sanó sus heridas y progresó y todos los que formaron parte de ese cambio ocuparon distintos puestos otorgados gracias a sus capacidades en el nuevo gobierno.
¡Oji san! ¡Oji san!—dijo la pequeña niña mientras corría hacia su joven abuelo. Este se hincó para recibirla a su lado--¿Estoy bonita?—preguntó ella mientras sus padres a varios pasos de distancia sonreían amablemente.
¡Por supuesto que lo estáis!—dijo Seto sonriente.
¿Por qué vos no vais a los festejos?—preguntó la niña algo triste.
Abuelo tiene que hacer algunas cosas pero si puedo iré mas tarde—dijo sonriente Kaiba--¡Portaros bien con vuestros padres!—
¡Hai! ¡Oji san!—respondió ella con entusiasmo y se fue corriendo con sus padres.
¡Ja ne Chichiue!—dijo el vástago de Seto que era muy parecido a su padre y se fueron los tres.
Entonces el castaño entró a la casa al lugar que ya estaba dispuesto para que tomara el té. Pasó antes por el lugar donde descansaban las cenizas de su esposa e hizo un gesto de devoción y prendió un sahumerio.
Estaba por servir el té cuando a sus espaldas oyó--¡Después de tantos años seguís tomando el té a solas!—dijo una voz del pasado.
Sorprendido el ojos azules detuvo cualquier movimiento por un segundo y luego sin voltear siguió con lo que hacía—No creí que volviera a veros—dijo en tono calmo.
¡Imagino que no!—respondió Jouno sentándose donde estaba. Muy cerca de la pared--¡Servidme algo de té!—dijo y el otro empezó con el ritual—¡Vuestra familia es muy linda!—aseveró.
¡Hai!—respondió tan solo el otro que intentaba adivinar sus intenciones.
¡Lamento lo de vuestra esposa!—aseguró el rubio.
¡Domo arigatou! Ahora dime a lo que has venido, komenasai—pidió Seto.
Este lugar es lindo pero vos no sois tan popular entre los políticos que pretenden hacerse más adinerados—dijo el ninja aduciendo a que como ministro de asuntos internos el castaño era conocido por su rectitud y rigidez y a más de un acaudalado había disgustado.
Eso es parte de mi función—contestó el otro.
Pero debéis precaveros más. A muchos les iría bien que vos y vuestra familia desaparecieseis y si yo pude entrar tan fácil otros pueden hacerlo—dijo el ojos mieles.
Dudo que haya muchos con vuestras habilidades—mencionó el anfitrión mientras dejaba el cepillo a un lado y empezaba a poner agua a la mixtura--¿Os han contratado para matarme?—
¡Lo intentaron! Por vuestra familia y por vos debéis procuraros mejores guardias—afirmó con una extraña ansiedad el otro—Hasta ahora estáis seguro pero no puedo aseguraros que en el futuro no os pase nada malo. Son muchos los hombres que allá fuera no os quieren bien y son muchos los asesinos que podrían enviaros a vuestra tumba—
¡No pensé que eso os importara todavía!—dijo extendiendo la taza a la figura que en medio de las sombras de la tarde estaba arrodillada a su lado ya que él se había girado para darle el elemento.
¡No digáis tonterías! ¡De ser así no estaría aquí! ¡Prestad atención si no queréis morir!—le indicó Jounichi.
¿Vos tenéis familia?—preguntó el castaño.
¡No! Yo no pude de nuevo por eso me alegró conocer la vuestra. Hoy mientras os veía pensé que yo también podía ser abuelo. Suena ridículo. ¿No?—había cierta tristeza en sus palabras.
¡Tomad la taza!—exigió algo fastidiado el otro para cambiar de tema porque todo eso de repente le era doloroso, verlo tan cerca y…--Es una falta de respeto que me dejéis esperando—
Siempre tan meticuloso con el protocolo—se rió el otro sin levantar la cara que permaneciera todo el tiempo hacia el suelo—Lo haría si pudiera verla—contestó para pasmo del otro que de pronto observó como caía hacia delante.
Largó la taza que rodó esparciendo el líquido en el tatami mientras él atrapaba a la figura del melado. Al abrazarlo para que no cayera sus manos tocaron un líquido pegajoso que empapaba su espalda mientras la frente del otro tocaba su hombro.
Levantó las manos para verlas cubiertas de sangre y se dio cuenta de que todo el tiempo el otro había estado herido.
¡Es una bonita casa y una bonita familia! ¡Cuidadla mejor de lo que yo hice!—dijo con lenguaje cansado Jounichi mientras el otro lo recostaba en el suelo y su regazo.
¿Por qué no dijisteis…?—preguntó consternado Seto al ver que el otro se moría.
No tiene caso—respondió el otro mientras alargaba una mano a la mejilla del ojos azules—Quería tomar una taza más con vos y conversar—antes de que lograra tocar la piel la mano se detuvo y cayó.
Entonces el castaño se levantó y fue al otro patio buscando empleados que le ayudaran a transportar al otro hacia el hospital cercano y al abrir la otra puerta vio el espeluznante espectáculo de al menos una veintena de hombres muertos. Comprendió entonces las palabras que dijera el otro con más claridad.
“Hasta ahora estáis seguro pero no puedo aseguraros que en el futuro no os pase nada malo. Son muchos los hombres que allá fuera no os quieren bien y son muchos los asesinos que podrían enviaros a vuestra tumba”.
Volvió sobre sus pasos pues sus empleados yacían desperdigados y muertos también y abrazó el cuerpo del rubio con mucha fuerza mientras un gemido agudo brotaba de sus labios como las lágrimas de sus ojos.
FIN