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FUYU NO KAZE por desire nemesis

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¡Está descansando!—anunció Katsuya volviendo de la habitación en la que habían dejado al sacerdote—Por suerte sus heridas no revisten gravedad—

 

¿Qué? ¿Ahora sois médico?—preguntó el castaño molesto porque su protegido fuera herido sin que pudiera evitarlo.

 

¡No, pero al menos soy más útil que usted!—le respondió el rubio molesto por ser subestimado y porque el otro volviera tan pronto.

 

Los dos se miraron retadoramente por un momento y entonces Kinomoto habló—Sería bueno reponer fuerzas. ¿Puedes darnos algo de comer, Katsuya san?—

 

¿Tiene que ser a los dos?—preguntó a su vez Jouno y el castaño le miró de mal modo pero Touya se rió. Esos dos se portaban como idiotas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente los samurais se encontraban en el jardín cuando sintieron presencias extrañas y se levantaron llevando una mano a sus katanas.

 

Por distintos lados del sitio aparecieron varios guerreros que a gritos se lanzaron en pos de ellos y la casa. Los dos mantuvieron a raya a unos cuantos pero entonces Seto vio como unos cuantos se escabullían por la puerta principal y pensó que ese idiota y el viejo no eran rivales para esos tipos. De seguro querían matar a todos, inclusive al sacerdote. En cuanto pudo deshacerse de los que venían en pos de él gracias a su prodigiosa arma se dirigió a por donde observó a varios hombres entrar. Calculó que tal vez ya habían matado a todos los de la casa pero eso no importaba ya. Mataría a todos los atacantes.

 

Cuando entró a la casa encontró el genkan vacío de una forma muy extraña, silenciosa y esperaba oír corridas y gritos. Entonces vio sus ojos. Muy de cerca. Un bastón de madera llegó muy cerca de su cuello pero se detuvo un segundo antes de destrozar su tráquea. Entonces el otro giró en su eje mientras se agachaba para evitar su arma estirada mientras se movía en un círculo y luego golpeaba con su bok las piernas de alguien que venía tras el samurai haciéndolo caer, luego mientras se erguía le remató con un golpe en la cabeza.

 

Otros venían a por él desde el otro lado del jardín y entonces de manera rápida el ojos mieles le lanzó algo así como mini dagas, llamadas Kunais que se les clavaron tanto en cuello como en la frente a tres de ellos.

 

Seto apreció que era muy eficaz y eficiente en sus acciones. Cada una con un motivo específico y con un movimiento mínimo para obtenerlo. Se movía como un  profesional como claramente era.

 

Entonces ese pensamiento y develación apareció.

 

Jounichi Katsuya era un ninja.

 

Entonces percibió su derredor de espantosa manera. En el genkan había varios cuerpos colgando en la habitación, plasmando tétricamente la habitación con cuerpos cercenados a veces y otras solo atrapados con sus ojos fijos sin ver.

 

Luego percibió al viejo.

 

Se encontraba en el techo. Con ambos pies y una mano apoyados en él mientras se sostenía cabeza abajo. Entonces se dio cuenta de que de donde estaba este partían unas especies de hilos y entonces entendió que el otro usaba una especie de técnica arácnida.

 

Cuando la batalla hubo finalizado, a favor de ellos por supuesto el castaño dijo—Sois un ninja—

 

Y vos perceptivo—se rió del otro Jouno.

 

¡Esto es serio!—dijo Touya con su espada envainada pero su mano sosteniendo la empuñadura por si debía sacarla de nuevo.

 

Históricamente un samurai no confiaba en un ninja ni este respetaba al otro. Un samurai estaba entrenado para ser honorable y culto. Un ninja era un ladrón, asesino y espía. Eran los dos extremos de la balanza y el estar cerca nunca había terminado bien.

 

¡Explica por qué…!—trató de exigir el ojos azules.

 

¡Vuestros jefes nos contrató para cuidar la casa como antes dije!—contestó el rubio con semblante serio.

 

¿En serio creéis que puedo creer esto cuando sé que sois un ninja?—preguntó Seto desconfiado con su katana temblando por salirse de la vaina.

 

No me importa lo que creáis. Vuestros jefes me contrataron para cuidar este refugio. Si no os gusta referíoslo a ellos—dijo el ojos mieles.

 

¡Dejaos en paz!—dijo Kinomoto—Si el hubiera deseado matarnos tuvo más de una oportunidad de hacerlo y sin necesidad de enfrentarnos. No significa que debemos confiar en él—

 

Gracias—dijo el ojos mieles.

 

Enviaremos una petición de nuevas órdenes a nuestros generales—dijo Touya.

 

Lo siento. Pero no podemos continuar aquí ya que es bastante obvio que el enemigo sabe donde estamos—dijo Katsuya.

 

¿Y que sugieres que hagamos, genio?—preguntó Kaiba.

 

¡No os preocupéis por eso!—dijo Jounichi un segundo antes de que ambos se desmayaran.

 

 

 

 

 

 

El peligris miró los cuerpos de ambos samurais envueltos en telas.

 

No os preocupéis—repitió el joven rubio, esta vez a él, lo había despertado alegando que era necesario de que se fueran y que no se asustara por lo que viera porque estaban bien—Les drogué para que se mantengan tranquilos mientras escapamos y porque así nos dan una excusa perfecta. En ese estado pasan por cuerpos que transportamos con un monje para ser cremados en Okinawa—

 

El otro lo miró sorprendido ante lo astuto del ardid. Ese chico era incluso más joven que él y su mente funcionaba de una manera tan sorprendente.

 

 

 

 

 

 

 

Más tarde se vio una carreta siendo parada por samurais con insignias del shogunato.

 

Llevamos a nuestros muertos y al sacerdote al templo de Okinawa para llevar a cabo los oficios—les explicó el ojos mieles y le dejaron pasar tal como el rubio había dicho.


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