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recuerdos por maraclavijo

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Notas del fanfic:

wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii queria hacer esto desde hace tiempo XDDDDDDDDD

amo hetalia ;w;

Notas del capitulo:

etto que digo...

los personajes son de su autor(?

ammmm odienme las que encuentren esto y noten que en toda la semana no actualicé mis otros 2 fanfics(?

amenme mejor ¬¬ no me gusta ser odiada

 Capitulo único

¿Cuánto ha pasado? ¿Cuánto orgullo había como para que todo acabara así? Te quería, te quería tanto! TE QUIERO MALDICIÓN! Eres como una extensión mía de la que fui despojado, pero tus delirios de héroe actuales me lastiman. Estoy solo sin ti Alfred, el tiempo no sirve de nada, en mi memoria ese día estará claro por siempre…

***

Llovía a cantaros, era un día frio y deprimente. Alfred era rodeado por su ejército como su poder lo ameritaba, todos con el uniforme y su mirada perdida más el seguro de sus armas libre para atender a cualquier problema que el país europeo le pudiese causar al propio. Arthur estaba devastado, no podía creer lo que en aquel momento ocurría, las diferencias de mentalidad entre ambos también habían alejadon al otro de sí, no quería creer aquello, le desgarraba por dentro el que su “hermanito menor” le dejara, la cruel realidad era que estaría solo de nuevo.

-Pensé que eras más fuerte!- le gritó Alfred con un semblante frio, Arthur se sintió roto por dentro y de alguna forma en piloto automático desarmó al otro apuntándole entonces con su arma, Estados Unidos (contando al ejercito) lo miró expectante, más el dolor terminó de desgarrar el interior del ingles, quien cayó derrotado por las emociones al suelo.

-Como si pudiera hacerlo!- chilló soltando el arma y cubriendose rostro con sus manos mientras el llanto lo hacía temblar, el rostro de Alfred no mostraba expresión alguna, no obstante el también estaba aterrado, no tenía idea de que hacer, el dolor también desgarraba todo en su interior, más el orgullo no le permitiría derrumbarse frente al país al que acusaba de ser débil…

***

Mis lágrimas salieron sin más reparo, estaba sólo en casa después de una de nuestras típicas peleas en las reuniones con el resto de países, era tarde ya lo sabía… pero ¿Qué más daba? No tengo un soporte en casa y me desplomo a diario con el más mínimo recuerdo sobre ti… espero que nunca vuelvas a verme así, no puedo mostrarte más de esta característica debilidad en mi, tampoco mi enfermizo amor… es una palabra graciosa no? Antes fue fraternal, lo era cuando eras pequeño, cuando yo era el más alto, cuando te apegabas a mí al llegar tarde a verte, cuando nada dolía. Cuando te vi de nuevo, eras tan inhumanamente perfecto, el amor fraternal había desaparecido, soñaba con besarte, con que desgarraras mi ropa al igual que yo la tuya, que nuestros cuerpos cubiertos de sudor se volviesen uno… En fin, fue y es un sueño patético.

***

Me fui a dormir casi a la madrugada, mis ojos ardían por el llanto previo pero no importaba, nada lo hacía en la vida de un ser tan patético como yo.

Golpes secos en la puerta perturbaron mi superficial dormir, me levanté enojado, era muy tarde, caminé con lentitud, bajé las escaleras con desgana mientras los persistentes golpes continuaban, al abrir la puerta me encontré con el inconfundible cuerpo de Alfred, su sonrisa de idiota, su malditamente embriagante aroma.

-¿Qué haces aquí Alfred?- pregunté frunciendo el ceño, por alguna razón mi voz tenía un tono bajo y una pizca de nerviosismo, la sonrisa de ese idiota se descompuso cuando supongo su vista se acostumbró a la poca luz que salía de mi hogar.

-¿Estabas llorando?- preguntó confundido, abrí mis ojos con sorpresa mientras mis mejillas se calentaban.

-No.Te.Incumbe- solté con frialdad sin apartar mi mirada de la suya, su ceño se frunció levemente y se acercó a mí.

-Claro que sí! Es necesario que lo sepa porque soy el héroe- dijo con una sonrisa socarrona.

-No lo eres imbécil… ahora lárgate!- grité exasperado mientras trataba de cerrarle la puerta en la cara más su asquerosa fuerza sobrehumana la mantuvo abierta.

-¿A qué te refieres con eso?-dijo adentrándose a mi hogar y cerrando la puerta tras de sí dejándonos a ambos en la oscuridad del recibidor- habla Arthur.

-A nada… ya lárgate!- susurré rogando por no que no se me escapara el tono chillón que demostraba mi nerviosismo.

-Si fuera nada no estarías tan nervioso- se rió el muy imbécil. Me mantuve en silencio por un momento, con desespero corrí escaleras arriba hacia mi habitación, obviamente me estaba acorralando a mi mismo pues Al no tardó en llegar a la única habitación iluminada.

-Que infantil- se burló con una de esas sonrisas que me erizaban los vellitos de todo el cuerpo.

-Mira quién habla- bufé molesto, Alfred negó con la cabeza regalándome una sonrisa aparentemente inocente.

-Pero que cruel eres- rodé los ojos- mira que vine todo el camino para visitar a mi her…manito mayor y como me tratas por estar aquí.

“her…. Manito mayor… HERMANITO MAYOR!” mi aura se oscureció, ahora si quería que se largara en seguida, no estaba seguro de cuánto podría soportar antes de que los muros de mi orgullo terminaran de despedazarse si no lo habían hecho ya.

-Vete- dije en un tono audible y claro, mi voz sonó más gélida de lo necesario pero ¿A quién le importaba? Era un enfermo, una mísera partícula de la basura más repugnante que ni al mismo infierno merecía ir.

-¿Q… Qué dijiste?- preguntó entonces Alfred con un tono de voz incrédulo.

-QUE TE LARGUES MIERDA! LLEVATE TUS ESTUPIDECES INFANTILES DE HÉROE! TU CONDENADO ORGULLO! TU ESTÚPIDA PERSONALIDAD! TU MALDITO AROMA! TU HORRIBLE ROSTRO! Y ESTOS ABSURDOS E INÚTILES SENTIMIENTOS ALFRED J. JONES!-lo solté todo rápidamente y sin trabas, en ningún momento había apartado mi mirada de aquellos hermosos ojos ocultos tras sus anteojos más cuando busqué tranquilizarme un poco, mis ojos se cristalizaron y me eché a llorar como aquella vez, me desplomé en el suelo mientras agarraba mis cabellos y los halaba con frustración, de nuevo esa patética escena- TE ODIO! TE ODIO! TE ODIO! TE ODIO ALFRED!

Sus manos agarraron mis hombros y aun entre sollozos desesperados hice el  ademan de alejarlo golpeando su pecho, más una de sus manos aprisionó ambas mías mientras la otra sostenía mi barbilla con firmeza para que le observase mientras sentía como mis lágrimas seguían saliendo a borbotones humedeciendo mis mejillas, sus ojos se conectaron, con los míos  con un dolor profundo palidecí al encontrarme con una lágrima escapando por aquellos preciosos ojos iniciando su recorrido por el perfecto rostro, liberé una de mis manos y sequé con delicadeza aquella salada gota para luego tomar el rostro de Al con ambas manos y sonreírle con ternura como cuando caía jugando en el pasado.

-Los niños buenos no lloran- dije con un tono extrañamente infantil mientras las lágrimas seguían humedeciendo mi rostro y la sonrisa se hacía difícil de mantener- l… Los n…niños buenos deben sonreír Al.

Sus ojos se tornaron opacos y antes de poder evitarlo o siquiera percibirlo él se aferraba a mí en un firme abrazo.

-Deja de ser tan masoquista imbécil!-dijo casi asfixiándome, me alejó de sí y me miró a los ojos tomando mi rostro entre sus manos como yo hice previamente, más lo acercó al propio hasta que ambos sentíamos el aliento del otro- no te dejaré…

-Hace tiempo lo hiciste- reí con amargura segundos antes de sentir sus labios contra los míos. Una mezcla de sentimientos crueles, olvidados, hermosos y desconocidos se adueño del acto, dejando como dominante el dolor que de igual forma traté de ignorar perdiéndome en aquel fogoso beso, el sabor dulce de esos perfectos labios más la pizca salada de mis lagrimas creaba una agradable mezcla que me volvía loco. Enredé mis dedos en su cabello halándolo con fuerza, un gemido ronco brotó de sus labios antes de que mordiera mi labio inferior haciendo que jadeara para tiempo seguido recibir gustoso su lengua en mi cavidad bucal. Con decisión Alfred me tomó del trasero en cuanto nos separamos a tomar aire y con facilidad me cargó hasta la cama recostándome en ella con delicadeza besándome con fervor de nuevo para tiempo seguido arrancarme saco y camisa haciendo volar los botones a quien sabe dónde, hice lo mismo con sus prendas mientras la locura pasional del momento me controlaba, luego de que él tomara mi pantalón y lo mandara lejos comenzó a repartir besos húmedos desde mis clavículas hasta mi ombligo para regresar en su armonioso trayecto hacia mis pezones haciéndome gemir en cada roce, en cuanto lamió la sensible piel, no pude evitar gemir con lujuria mal contenida, quería esto, bajo las circunstancias que fuera deseaba que Alfred me hiciera suyo. Mordió mi pezón derecho y un electrificante choque de placer me hizo curvar la espalda mientras me aferraba con desespero a las blancas sabanas, luego de que atendiera ambos pezones sentí como una de sus frías manos- que irónicamente calentaba cualquier zona de mi cuerpo que rozase. Se internaba bajo mi ropa interior y estrujaba mi erecto miembro con impaciencia, un gemido ronco se escapó de mis labios mientras su mano masajeaba mi erección, sin mi autocontrol nada de pudor había en mi, por tanto mis caderas se balanceaban en un suave vaivén mientras rogaba e silencio ser penetrado por Al. Como si mis súplicas fueran escuchadas, Alfred  me despojó de la única prenda que me quedaba mientras sus dedos índice, medio y anular se abrían espacio en mi boca obligándome automáticamente a llenarlos de saliva a la vez que sentía como Al se despegaba un poco de mi paras seguramente retirarse las prendas que le quedasen de un tirón y tiempo seguido volver a atender con su mano mi erección. Sacó sus dedos de mi boca e internó uno de ellos en mi entrada, la incomodidad era palpable pero sabía que eso no era nada así que busqué relajarme a toda costa, inició el lento movimiento en círculos con su dedo hasta que mis caderas se acompasaron a aquel  ritmo. Internó el segundo dedo y junto con el primero se hizo espacio abriendo y cerrando los dedos como tijeras para en un tiempo pausado simular leves embestidas con los mismos mientras yo cerraba los ojos y apretaba los labios cuando el movimiento inició y el punzante dolor me invadió. Para cuando el tercer dedo estuvo dentro y mis jadeos se iban transformando de a poco en gemidos, me puso boca abajo rápidamente levantando mis caderas y reemplazando los dedos por su duro falo haciéndome soltar un chillido de dolor más algunas-muchas- lágrimas. Respirando entrecortadamente y aferrándome con fuerza a las sabanas traté de esforzarme por relajar un poco mi cuerpo, el dolor era insoportable más por suerte Al se mantuvo estático hasta que mis caderas empezaron el vaivén que me hacia jadear autopenetrandome. Cuando aquello ocurrió, Alfred apoyó sus manos sobre las mías entrelazando así nuestros dedos mientras tomaba un ritmo en el placentero vaivén y a la vez besaba, lamia y mordisqueaba la piel de mi cuello haciendo que me calentase más por la sensibilidad de aquella zona.

-A… Arthur- dijo entre jadeos mientras aumentaba la velocidad de su intromisión y yo gemía como una ramera al sentir como en cada estocada golpeaba mi próstata con precisión, repentinamente el movimiento se relentizó y escuché una maliciosa carcajada ronca en mi oído.

-No pares!- gemí inconforme mientras el idiota lamia con insistencia el lóbulo de mi oreja. En un movimiento rápido logré girarme para observarlo y encontrarme con su sonrisa de idiota y sus ojos lujuriosos cultos tras los lentes (joder! ¿acaso los tenia pegados?)- A… Alfred- murmuré mientras me sonrojaba por la vergüenza de lo que estaba a punto de decir- F… Follame duro ¡por favor!

-Que indecente- rió antes de besarme y acomodar una de mis piernas sobre su hombro para reiniciar las rudas estocadas que me hicieron gemir como loco de nuevo.

A poco de llegar a mi eyaculación, él comenzó a masturbarme mientras aumentaba- si es que era posible- el ritmo de las toscas y jodidamente placenteras estocadas.

-A… Alfred!- gemí sin más reparo en cuanto aquel codiciado clímax llegó, el suyo no se dio espera puesto que segundos después fue acompañado de un glorioso gemido ronco que me erizó los pelos mientras gemía de nuevo al sentir como el caliente y viscoso liquido me llenaba por completo.

Salió con lentitud de mí y se dejó caer a mi lado mientras nuestras respiraciones se acompasaban en tanto se iban normalizando. Busqué inocentemente observarlo por el rabillo del ojo encontrándome con su cuerpo totalmente girado hacia mí, mis mejillas adquirieron el característico color carmesí que delataba mi vergüenza. Nos observamos en silencio por unos minutos que para mi fueron horas, él rompió el silencio luego de acomodar los rebeldes cabellos que cubrían mi frente.

-He de aceptar que en el pasado llegué a conclusiones bastante aceleradas- sonrió con gentileza mientras seguía acariciando mi cabello, lo observé en silencio con la confusión plasmada en mi rostro, él rió con ese tono ronco que daba señales de que estaba a poco de dormirse- aunque yo creía que no… eres muy fuerte después de todo… tu siempre fuiste el héroe de quien quería seguir los pasos desde que tengo memoria…

Dicho aquello sus ojos se cerraron y su mano se dirigió a mi cintura acercándome a él, un montón de felicidad mal contenida acabó con la oscuridad de mi interior y las renovadas lágrimas de alegría no tardaron en salir, con delicadeza le saqué los lentes y a tientas los puse al borde de la mesita de noche. Hecho aquello lo observé con una sonrisa cálida y estirándome un poco besé con castidad sus labios.

-Te amo Alfred- susurré antes de enterrar mi rostro en su pecho y abrazarlo como un koala, casi en seguida el sueño me invadió más a punto de cerrar mis ojos una dulce risilla me mantuvo en el limbo entre dormido y despierto.

-Yo también te amo Arthur-pude morir de felicidad en aquel instante pero me conformé con cerrar mis ojos y caer en las manos de Morfeo a la espera de lo que en el futuro ocurriera.

Fin

Notas finales:

si tienen alguna opinion constructiva o una critica la acepto con gusto n-n

si tienen algun pedido pues... tambien(?

gracias por leer n.n


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