~Mihaeng~
Las estrellas brillando en el firmamento se despiden de la luna, es tiempo de partir. No sé hace cuánto ha estado ahí, pero el sol hace entrada y comienza a cambiar los tonos a mi alrededor, incluso tú pareces cambiar. Tu piel reacciona al calor de los traviesos destellos que osan posarse en tu cara, tus labios, tus pestañas.
El sol hace total intrusión en la habitación, frunces el ceño y me preparo para darte la bienvenida. Cierras de nuevo los ojos, como si soñaras despierto, apuesto a que te gusta soñar. ¿Puedo saber qué piensas?
Abres los ojos poco a poco, ¿ahora me ves? Tu atención va a la ventana, ¿debería saludarte? Te sientas con dificultad en la cama, sé que necesitas mi ayuda y no podría estar más dispuesto. Avanzo hacia ti y noto la expresión en tu rostro, tú no quieres estar aquí y lo comprendo.
Poso mis manos en tu codo y te ayudo a ponerte en pie. Siempre estaré aquí para ti. Te acerco una silla, tu silla, y la miras con desprecio. Quisiera poder quitar todo el dolor que sientes dentro. La odias pero no hay otra manera y con mi ayuda te sientas de una vez.
Salimos avanzando lentamente, todo el ambiente es triste, aunque todos finjan estar bien. Aun así amo estar contigo.
Cuando llega de nuevo la noche estoy a tu lado, en la cama, en la privacidad de tu habitación dejas salir las lágrimas reprimidas. Permanezco en mi lugar, hasta que no lo soporto y me acerco para acariciar tu cabello. Estás tan perdido en tu tristeza que ni siquiera te molestas en alejarme. Tomo tu mano y la fría brisa entra por la ventana; y así pasamos otra noche juntos.
Días pasan y pasan, yo todo el tiempo he estado aquí. Hoy te levantas con dificultad y cansancio, ¿ha sido duro verdad?
Yo solo quiero hacerte las cosas más fáciles, pero tú apartas la silla de tu lado y no quieres seguir. ¿Cuánto más podré soportar verte así?
Te sientas de nuevo en la cama, hoy el cielo parece seguir tu humor, afuera solo hay nubes oscuras. No hubo rastro de luna y estrella, no vino tampoco el sol. Me hinco frente a ti y te tomo de las manos, ¿ahora qué hago? No sonrío, no me lamento. Tú me ignoras, hundiéndote más en tu propio infierno.
Ya no hay tiempo para lamentarse, suelto tus manos y me pongo de pie, mi mano en tu mejilla haciendo un ruido seco en la habitación. Me miras atónito y comienzo a llorar. Afuera comienza a llover y te pones en pie. Seco mis lágrimas y te ayudo a caminar mientras te apoyas en mí, sé que te duele más que nunca. A pesar de todo te disculpas, no tienes porque.
Te aferras a mí y clavas tus uñas en mi brazo. Aunque duele, amo estar contigo.
El otoño y el invierno han pasado y la mañana fresca de hoy te hace estremecer en tu sueño. Te despiertas con pereza, tus pestañas custodiando unas enormes ojeras. Aun así sonríes y el sol vuelve a brillar afuera.
Te sientas en la cama y me acerco a ayudarte, con una seña me alejas. Entonces lo pienso de nuevo y te extiendo un par de muletas. Las tomas y me acerco más; no quieres que te toque, pero permaneceré aquí.
Camino a tu lado por el jardín del enorme edificio y las flores parecen alegres de verte, hoy las flores brillan más conforme das cada paso. Te las arreglas a tu modo y avanzas más y más, soy testigo del dolor que tu cara refleja, pero cada gota de sudor me llena de orgullo. Ya no parece tan terrible este lugar, ¿cierto?
Te detienes a mirar el cielo y cierras los ojos, la brisa recorre tu rostro provocando una sonrisa y se aleja. Yo solo te veo a ti, lanzas una plegaria a las alturas, y yo sólo sigo viéndote a ti. Hoy más que nunca amo estar contigo.
Las estrellas que antes reguardaban tu sueño ahora te guiñan coquetas mientras las observas, la luna hace aparición después de alejar a una estorbosa nube. Todos alegres de verte. Hoy te despertaste antes que yo. No notas mi mirada en tu espalda, pero no me incomoda, es bueno verte así de nuevo.
El sol hace aparición y después de tomar una foto, cierras la cortina más delgada. Hoy no será bienvenido. En tu cama reposa una maleta y la puerta suena. Algunas personas que reconozco y otras más entran a saludar. Arreglos y ramos de flores los acompañan. Yo me salgo de tu habitación en silencio. Extrañaré estar contigo.
Voy a preparar algunos documentos y regreso a tu habitación ahora libre de extraños. Estás cambiado y peinado; de pie frente al gran espejo y al ver mi reflejo en él me sonríes. Te sonrío de vuelta y miro mi propio reflejo… pálido, delgado, ojeroso. Te extiendo los documentos avergonzado, avergonzado de que me veas así. Me doy la vuelta para marcharme.
“Gracias” me dices antes de que abra la puerta, “Que esté mejor, Siwon-ssi”, te contesto sin voltear, no debes ver mis lágrimas.
“Kyuhyun… ¿te importaría comer conmigo algún día, fuera de aquí?”, aparto con rapidez mis lágrimas y volteo un tanto confundido. “¿Te importaría también dejar el –ssi, por favor?” me preguntas esperanzado. ¿Estás seguro de querer verme de nuevo? Yo asiento aun dudoso y me sonríes.
Tomas una hermosa rosa del más brillante de los ramos y te acercas a mí “¿Te importaría cuidar de ella hasta que nos volvamos a encontrar?” me dices más que preguntar. Yo asiento de nuevo, algo que se atoró en mi garganta, no me deja hablar. Te acercas más a mí mientras contemplo la rosa en mis manos y me besas en la nariz. Me quedo sin aliento y caminas lentamente a la puerta.
“Siwon… esta rosa… no va a vivir mucho tiempo… ”, alcanzo a decir.
Te volteas a verme y sonríes divertido “Entonces será mejor que nos veamos pronto”. Y te vas, dejándome sin aliento una vez más. ‘Volveremos a encontrarnos… pronto.’
Mi teléfono suena. Es un mensaje con la foto de un amanecer ‘Jamás dejes de mirarme’. Mi cara arde de vergüenza.
‘Jamás podría…’