No creo en el destino
¿Quién dice que el destino no existe? Yo era un firme creyente de esto, absolutamente nada ni nadie podía hacerme cambiar de opinión hasta que algo ocurrió y me hizo creer en aquello que jamás pensé cierto.
Aquel día era como cualquier otro, me dirigía al lugar donde realizaba mis prácticas para la universidad. Me dirigí a la estación del metro, esperé como todos los días y al llegar entré en el vagón. Estaba muy lleno por ser fin de semana, por lo que no pude sentarme, estaba tan aburrido que comencé a mirar mi alrededor, cuando estaba viendo el suelo, por el rabillo de mis ojos capté algo que llamó mi atención, dirigí mi mirada a ese lugar y vi un par de fascinantes tenis, eran tan únicos con colores brillantes y lucían tan cool. De verdad que me gustaron y por alguna razón estaba contento y lleno de energía.
En fin, pasó toda esa semana como siempre, tenía vacaciones de verano por lo que no tenía que ir a la universidad y solo me dedicaba a realizar mis prácticas, no hubo cambios hasta que el siguiente fin de semana ocurrió algo muy raro, pensé “debe ser suerte o algo así”.
Cuando iba en el autobús de regreso a mi casa, estaba aburrido y comencé a mirar de nuevo al piso, mientras mis ojos viajaban sin dirección solo viendo zapatos y más zapatos, de repente capté algo que llamó mi atención, cuando lo observé bien no lo podía creer, ahí estaban, ese par de tenis tan espectaculares. Sí, esto debía ser suerte, le preguntaría a esa persona donde los había comprado.
Cuando alcé mi vista quedé impresionado, era un chico con un cabello tan hermoso… ¿hermoso? ¿Dije hermoso?, ya no sé. El caso es que ese chico tenía un cabello muy lindo, era esponjoso y se podría decir que suave, era tan acorde con su color castaño como caramelo oscuro. No supe cuánto tiempo pasó hasta que lo vi bajarse del autobús, ni siquiera me di cuenta que había perdido mi parada, solo que no me acerqué a preguntar ni su nombre. Me sentía tonto por no hacer lo que quería pero por alguna extraña razón estaba muy contento.
Los días siguieron pasando sin siquiera prestarme atención, no volví a ver a esa persona que me dejó idiotizado, seguía con mi vida, mis horarios y todo eso. Pasó un mes volando y ya era hora de regresar a la escuela.
Esa mañana me levanté con ánimo porque vería a mis amigos y volveríamos a pasarla juntos, pero lo que yo no sabía es que desde ese día mi vida cambiaría totalmente.
Llegué temprano, porque deseaba ver a mis compañeros ya, estuve cerca a la entrada y ahí me fui encontrando uno a uno, hablamos sobre lo que habíamos hecho esos tres meses que no nos vimos, compartimos anécdotas, reímos juntos y hasta recibimos una noticia no muy grata, uno de mis amigos Hyukjae, se cambiaría de carrera, por lo que ya no compartiríamos más clases, no me enojé, fue su decisión pero me gustaba molestarlo un poco, por lo que insistía en decirle lo mal que había hecho al abandonarnos y abandonar a su mejor amigo Donghae que aún no habíamos visto, en ese momento recordé que quería verlo y les comenté a mis demás amigos que estaría bien buscarlo en el edificio, era muy aplicado por lo que tal vez ya estaría en su salón. Al llegar al pie de las escaleras en el edificio de artes esperamos un poco para que las escaleras se despejarán, era el primer día y estaba lleno de chicos buscando sus aulas o a sus amigos, seguía molestando a Hyukjae cuando miré hacia las escaleras y cuál fue mi sorpresa, ver al chico de cabello lindo y tenis geniales, ahí bajando las escaleras, acercándose cada vez a mí, no podía dejar de mirarlo, ahora que lo veía bien era como un ángel o una estrella brillante, creo que exageré al no quitarle los ojos de encima pero fue una buena táctica porque nuestras miradas se toparon y quedaron atrapadas no sé por cuánto tiempo, pero fue el suficiente para observar la cosa más bella que pude haberme imaginado, de verdad este chico era bajado del cielo, cómo puede tener un rostro tan bello y con una sonrisa hermosa y sus mejillas abultadas, fue tanta mi fascinación que deseaba acercarme y darle una mordida a cada una de ellas. El chico pasó a mi lado y lo seguí con la mirada hasta que la voz de Donghae me sacó de esa ensoñación. Me preguntó en qué andaba porque parecía muy desconcentrado. Le resté importancia comentándole que había muchos chicos nuevos, el me comentó que un cantante y compositor muy conocido se uniría a la universidad como profesor y que eso había atraído a muchos chicos que deseaban ser grandes cantantes para ingresar a este ciclo.
Hyukjae le contó a Donghae sobre su cambio de curso, pero Donghae ni siquiera se molestó, le dijo que era la mejor decisión que pudo haber tomado, que Hyukjae debía seguir lo que más le gustaba y que sería un gran rapero, por eso debía cambiarse de curso; esos dos, son tan amigos, puedes notar todo el apoyo que se dan el uno al otro.
Ese día las clases siguieron su curso y no volví a ver al chico que me robó el aliento, pero no dejó mi mente ni un momento. Al día siguiente lo encontré como por arte de magia, estaba platicando con algunos compañeros sobre trivialidades y cuando me giré, el chico estaba ahí frente a mí, tan cerca que pude sentir su aroma y su calor, fue tanta mi sorpresa que abrí mi ojos como siempre lo hago y la belleza ahí de pie dejó salir una risita que para mí fue el sonido más delicado y espléndido que pude haber escuchado alguna vez en mi vida, para después girarse y alejarse con paso grácil. Y fue en ese momento que me decidí, tenía que saber su nombre, hablar con él, quería estar a su lado.
Así fue pasando el tiempo entre encuentros sorpresa, miradas cálidas y sonrisas cómplices. Me enteré de su nombre gracias a que Donghae es un chico muy carismático y se lleva bien con todo el mundo, después comenzó a pasar tiempo con él y por consecuencia yo también me quedaba cerca, comenzamos a conocernos de a poco aunque todos me decían que se notaba la química que había entre nosotros, pero yo no quería apresurar las cosas, antes de terminar el semestre decidí declarármele, estaba decidido a decirle todo lo que sentía y siento por él. Ese día fue el más feliz de mi vida, escuchar su efusivo sí y sentir como se lanzó a mis brazos, es algo que jamás podré olvidar y desde ese día comprendí lo que significaba el destino, comprendí que todas las personas que se cruzan por tu camino están ahí para algo, para enseñarte una lección, acompañarte en las buenas, apoyarte en los malos momentos o simplemente para amarte toda la vida.