Capitulo tres: Algo se rompió.
Realmente no pude predecir exactamente cuando él tenía sus manos amarradas en mi nuca haciendo presión, y yo paseaba mi mano por la espalda debajo de la camisa. ¡Juro que fue puro instinto! Además… realmente el aire no estorbo mucho, solo me maree un par de veces por eso de que se me haya bajado la presión. Digo, no es nada importante.
Él se separó empujándome con sus manos, quedando sentado al costado de la camilla. Estábamos algo jadeantes. ¿Quién necesita el aire en un momento como este?
—Qué asco…—Murmuro mientras se acomodaba el traje negro y su camisa blanca— Tengo manchas de sudor en la camisa…
—Es tu culpa —Sentencie. Me senté en la camilla apoyando mi espalda en el respaldo y parte de la pared— ¿O quien fue el que se abalanzo salvajemente a comerme? ¡Por qué yo no he sido!
El chasqueo la lengua y frunció el ceño, pero seguía mirándome fijamente— Yo no me estaba quejando, tarado. Solo te lo informaba, para que sepas que será la próxima factura que tengas que pagar de la lavandería.
— ¿Discúlpame? —Repetí— ¡No, no, no! Yo no pienso pagar nada.
El gruño, y me dio una cachetada— ¡A callar! —Grito colérico. Toque mi mejilla que me ardía y unas gotas cayeron de mis ojos— anda, no te pegue tan fuerte.
Realmente me dolió, me siento débil por la presión y el golpe me desorienta— ¿No se supone que no debes pegar fuerte?
Sus ojos se achicaron por la sorpresa y ladeo la cabeza— ¿Eh?
—Se supone que eres el sumiso, ya sabes, no eres agresivo —Intente hablar— Dejas que te toque y demás…
El me miro y tapo su cara con la palma de la mano— Que estúpido eres… —murmuro— Yo no soy un estereotipo andante, si quieres andar con un sumiso. ¡Búscate una mujer!
—Pero tú me gustas.
— ¿Y a mí qué? — ¿Me había… roto el corazón? Realmente no lo sé—Yo no te quería enamorar, solo provocarte para que te largas. No sirves, ¿me escuchaste? No sirves—Se acomodó la corbata y camino hacia la salida— Tomate esta semana libre, y vuelve el lunes. A primera hora quiero que empieces a trabajar; Serás mi asistente.
Las lágrimas que recorren mis mejillas ¿Son por el golpe o lo que se partió en mi pecho?
[…]
Llegue a mi hogar y salude a mi esposa, decidí no cenar y me duche. Me acosté temprano. Ella se acostó a mi lado, emocionada, y decidida a que le contara lo que me sucedió hoy. Sonreí y rápidamente le comente en el día, pero cuando mencione que quede en la enfermería, mi boca se secó y mi corazón se detuvo.
Cuando mire sus ojos, estaba angustiada, y yo lloraba.
— ¿Qué sucede? —Me pregunto acariciando mi mejilla, estaba con los ojos preocupados y con la otra mano me abrazo con ternura protectora— ¿fue grave? ¿Paso algo más? Cielo, di algo.
¿Algo más? ¿Cómo le puedo llamar a lo que paso? Le fui infiel y no quise hacer nada al respecto. No me detuve o le grite por lo que le hacía, simplemente lo observe y muy dentro de mí desee más. ¿Qué clase de enfermo soy? Esto es morboso y está completamente fuera de lugar… y aun así es tan llamativo, ¿será que lo peligro es atractivo para mí? Deseo abrazarlo y tenerlo para mí, solo para mí. ¿Esto no es obsesión? ¿Estará mal?
— ¿Goku? —Llamo. De nuevo.
—Nada… me asuste cuando me desperté hay… ya sabes como soy— reí nervioso— muy infantil aveces.
Ella sonrió y me beso la frente— Sera mejor que descanses, mañana saldré con los niños. ¿Vendrás? Iremos a la feria nueva de la cuidad.
—No me siento bien… llévate el auto si quieres.
Se acostó completamente sobre la cama y apago la lamparita de noche— ¿Llamaras a tu jefe para preguntarle que tienes que hacer el lunes?
Mi vista brillo y mi corazón se agito. Escucharía su voz de nuevo— Creo. ¿Puedo? —Talvez la conversación pase a mayores, en este caso, será tu culpa.
—Por supuesto.