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La Maldición de los Amantes por Hikaneret Kyasarin

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Notas del capitulo:

Bueno, no tengo mucho que decir, sólo espero que disfruten la lectura.

Nota 1: Con lo de "primera sangre" me refiero a la menstruación.

Nota 2: Carezco de beta, por ende, me toca realizar todas las revisiones por mi cuenta, soy bastante perfeccionista, pero no soy perfecta, en caso de ver alguna falta, espero que me lo hagan saber. Gracias de antemano.

Erase una vez en un bosque muy lejano, un joven campesino muy bueno y amable, toda su niñez se la había pasado jugando cerca del estanque “Era”.

La leyenda urbana de la región decía, que en aquel lugar yacía encerrada el alma de un desdichado príncipe, el cual fue obligado a comprometerse con una doncella cuya identidad es desconocida, los rumores dicen que era una arrogante jovencita que amaba con desesperación al príncipe, sin embargo, este no le correspondía debido a que su corazón ya tenía dueña, o mejor dicho… dueño, sí, el joven príncipe le había entregado su amor a otro hombre, el jardinero, el amor por la madre naturaleza que ese joven tenía le había cautivado en su momento, pero, el rey se dio cuenta de los sentimientos impuros de su primogénito “¡Haz de ponerle fin a esta tontería!”, le había exigido el rey, sin embargo, este le desobedeció y abandonó a la doncella antes de la boda, esta, llena de rabia fue tras su amado el cual se había fugado con su amante, ella logró dar con ellos pasados tan solo veinte minutos desde que escaparon, les encontró junto al estanque, bajo un viejo roble, el príncipe y el jardinero estaban abrazados cuando esta les halló, segada de ira y envidia se abalanzó contra ellos, lanzando al príncipe al estanque y al plebello contra el roble, el joven jardinero estaba aturdido por el impacto, para cuando este estaba recuperándose sintió un dolor agudo en la cabeza, el cual terminó con su vida, “mi príncipe”, fue lo último que pensó antes de caer muerto en el césped, junto a él había una roca manchada de carmín (la culpable de la muerte por así decirlo), la cual adornaba el cuadro miserable que se pintaba; después de acabar con su rival, la joven se acercó al estaque, pero ya no había rastro del cuerpo del príncipe, seguramente se había terminando ahogando, la doncella dejó escapar un grito lleno de furia al momento de dejarse caer en el fango de la orilla, frente a ella se asomaba una piedra puntiaguda, sin embargo se encontraba tan aturdida que no notó que aquel fragmento era recorrido por un hilo rojo, el cual se desvaneció por causa del agua cristalina que envolvió al arma homicida “¡TE MALDIGO, TU ALMA VAGARÁ DE POR VIDA EN ESTE LUGAR Y NUNCA JAMÁS, TE ACERCARÁS A VUESTRO AMADO!”, dijo aquella mujer antes de desaparecer por siempre del reino.  Dicen que la voluntad del jardinero yace en el corazón de otro ser, un alma pura que ha tenido lugar en una era diferente a la de su anterior dueño, sin embargo espera pacientemente a que ese individuo tenga un reencuentro con su amado, estos son solo cuentos de ancianos, pero cada quien es libre de creer lo que quiera.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Era de mañana y el joven campesino había salido, como era costumbre, se dirigió al estanque para recoger agua, desde niño había ido allí, le fascinaba aquel lugar lleno de diversidad, el suelo estaba cubierto de verde, junto al estanque se lucía un imponente roble y las enredaderas abrigaban las rocas, era simplemente hermoso, además, el agua cristalina del estanque era vital para poder regar la pequeña huerta que poseía. En realidad, el joven lograba contrastar bien con la imagen del lugar, su piel acanelada, los ojos verdes y su sonrisa blanca combinaban a la perfección con el ambiente; aquella mañana el viento era delicioso, típicos de la época de octubre, hacía bailar el cabello verdoso oscuro (casi negro) del joven, le llegaba por los hombros y caía con pequeñas ondulaciones. —Debo darme prisa y regar las lechugas —se dijo al momento de recoger el agua en su balde de madera, a decir verdad, su cuerpo era débil y no podía llevar más de un balde consigo, su cuerpo era muy delicado, como el de una doncella, pero esto no le impedía trabajar tan duro como cualquier otro hombre hecho y derecho.

r13;     ¡Ah! —se quejó al tropezarse con la raíz del árbol e irse de bruces al suelo.

r13;     ¿Se encuentras bien? —preguntó una voz

r13;     ¿Eh?... ah sí, no se preocupe —dijo al tratar de ponerse en pie — ¡Auch! —exclamo tras caerse de nuevo

r13;     Parece que no lo está —continuó la voz —Déjeme ver —propuso en son amable.

r13;     N-no se preocupe —dijo al momento de mirar el rostros perteneciente de aquella voz que le calaba por dentro — ¡Oh! —exclamo de improvisto, y como no hacerlo, aquel caballero era increíblemente atractivo, cabello castaño claro, ojos color miel, labios finos, largas  pestañas y su cuerpo estaba cubierto por una larga capa negra que le llegaba por el tobillo, a decir verdad era una muy fina, digna de los de alta estirpe.

r13;     ¿Le duele? —preguntó mientras hacía un poco de presión en el tobillo del joven.

r13;     ¡Auch! –se quejo de nuevo. —Tal vez, sí me lo he torcido... un poco —dice tras dejar salir una risilla nerviosa.

r13;     No se preocupe, si gusta puedo ayudarle.

r13;     ¡Ehhh!, n-no soy una doncella en peligro ni mucho menos. U-un hombre puede cuidarse solo —dijo completamente avergonzado pero con convicción, más que por su extraña respuesta, se apenaba de los pensamientos que le pasaban por la mente, como lo bien que se sentía el tacto del… acompañante misterioso.

r13;      ¿Qué ocurre? ¿acaso tiene fiebre? —dice al colocar ambas manos alrededor de sus mejillas. —Jmm… está un poco caliente, pero no creo que deba preocuparse.

r13;     S-señor… ¿qué hace? —dijo con voz temblorosa, el roce que recibió en sus mejillas le sacudieron por dentro y en realidad, no entendía cuál era la razón de sentirse así por otro hombre. —Yo estoy, b-bien.

r13;     Supongo que sí —le dijo sonriendo, a pesar de que ese campesino vistiera con mugrientos andrajos, sin duda alguna era hermoso.

r13;     Pero… ¡señor! Sus ropas se ensuciaran —mencionó, esa capa era muy fina como para llegar y recortarse a un tosco tronco.

r13;     Jaja… no se preocupe, eso es lo de menos, el piso está cómodo y ¡bah! Qué más da, es solo una capa y quiero recostarme un rato.

r13;     Sí usted lo dice —mencionó un tanto inseguro, a decir verdad, se le hacía extraño que alguien como él fuera tan descuidado con su porte.

r13;     A todo esto, ¿cuál es su nombre?

r13;     Dan, ¿y usted? —dice bajo y mirando hacia otro lado.

r13;     Jmm… soy Leandro, pero usted puede llamarme Leo —contestó con simpleza.

r13;     Lord, Príncipe, Conde o…

r13;     No, no tengo ningún título —dijo un tanto molesto.

r13;     ¡Oh! ¿En serio?, pensé que…

r13;     Pensó mal —sentenció.

r13;     L-lo siento —contestó un tanto apenado, se sentía mal por molestar a su acompañante. —N-no fue mi intención importunarle —dijo mientras jugaba con sus dedos.

r13;     ¡Ah! —suspira —no pasa nada. En realidad, no ha hecho nada Dan —le sonríe para calmarlo.

r13;     S-sí… ¡waaa! —exclama al ser jalado del ante brazo, dejándose caer en el pecho de Leandro — ¿Qué hace?

r13;     No pasa nada, parece que estás cansado, deberías descansar un poco, ¿no te parece? —opinó el mayor, cambiado su trato, su forma de hablarle ahora era menos formal, cosa que apeno un poco al muchacho.

r13;     No creo que deba… tengo que regar las lechugas o no comeré –dice mientras trataba de apartarse de aquel cuerpo que por la dureza, parecía musculoso.

r13;     No te preocupes —comentó al momento de rodear la cintura del menor, evitando de esta manera que se escapara de sus brazos —si tienes hambre o necesitas algo, solo ven a mí, generalmente me la paso en este bosque.

r13;     Bu-bueno… yo he venido aquí desde que era niño y nunca antes le había visto, debe estar mintiendo.

r13;     ¿¡En serio?! En realidad nunca antes te había visto por estos lados… —dice sorprendido. —Yo, yo soy feliz —dice en tono inaudible para el campesino, en realidad este no debía escuchar aquello último.

r13;     Bueno, vivo en la pequeña cabaña que construyó mi abuelo, como él ya no está… —hace una pequeña pausa para tragar salida —… vivo solo; por ello, debo cuidar de mi mismo —ríe un poco para sí —, eso incluye la comida.

r13;     Ya veo, ha de ser duro, pequeño Dan —comentó algo apenado, su comentario no causo ningún efecto en el menor, en realidad, ya estaba acostumbrado a la cortesía ajena, después de todo, su abuelo murió cuando tenía 11, su madre murió en el parto y su padre la siguió un par de años después, pero eso no lo diría, ya había hablado demasiado, y, en realidad, esos temas ya estaban superados, el cariño y amor de su abuelo evitaron que se sintiera solo, cuando murió, lo aceptó con tranquilidad, claro que lloró como una viuda al perder a su amado, pero siguió adelante.

r13;     No es nada, Leandro —el rostro del mencionado se arrugó por la frente debido a la molestia, pero el moreno no dio ni un ápice de haber captado aquel gesto, estaba muy ocupado recordando el arrugado rostro del que había sido única familia, dejando escapar una sonrisa bobalicona.

r13;     Dime Leo.

r13;     No, la verdad se me hace un poco incómodo tomarme esa libertad, no me corresponde —dijo al momento de apartarse por fin de aquellos brazos, acomodándose junto al otro, aunque ahora, con una distancia prudente.

Leo bufó disimuladamente, ese chiquillo era más testarudo que un niño cuando se le mete que no quiere tomar un baño. —Bueno, cambiando de tema, ¿qué edad tienes? —preguntó al pasarse las manos tras la cabeza, mirando hacia arriba, donde se encontró con un sinfín de ramas cubiertas por hojas de diversas formas, pero todas verdes y radiantes, estas bailaban al compás del soplido.

—     Tengo 16 años.

—     Vaya, todo un hombre —Dan sonrío lleno de orgullo ante el comentario, así es, ya era un hombre hecho y derecho, libre de tomar licor —Y, ¿ya tienes esposa? —preguntó con suma naturalidad.

—     No, aún no, en realidad, hay una señorita, ya le ha llegado su primera sangre, pero no estoy seguro de quererla tanto como para hacerla mi señora —la verdad, ya era suficientemente grande hasta para formar una familia, pero ninguna mujer le había hecho sentir aquella chispa de la que tanto hablan los enamorados.— ¿Y usted?

—     ¿Yo qué? — preguntó posando sus ojos color miel en el campesino.

—     Familia…

—     Ah —no le dejo terminar cuando captó a que se refería —No, hace muchos años hubo una persona, pero los Dioses me la arrebataron de las manos —dijo con algo de melancolía en su mirada.

—     Lo siento, no debí preguntar, es solo que… nunca he hablado de estos temas en el pasado, por eso, disculpe si carezco de tacto —dijo apenado, a decir verdad, nunca se había sentido tan cómodo hablando con una persona, a excepción de su abuelo y sentía que se pasaba de confiasudo, personas como él deben conocer su lugar en la jerarquía.

—     No pasa nada, en realidad, creo que fue mejor así. Pero déjalo, eso es pasado. Y bueno, ¿lograrás llegar a casa con ese tobillo?

—     ¡Claro!... —afirmó, pero Leandro le pateó la zona mallugada con suavidad. — …¡agh! ¿Por qué ha hecho eso? —dijo molesto, mientras recogía su pierna y posaba sus manos alrededor de la zona lastimada, masajeándolo con cuidado para mitigar el dolor.

—     Para cerciorarme de que no mintieras, y he hecho bien al hacerlo, solo mira, no has aguantado ni un pequeño golpecito —comentó un tanto engreído.

El moreno bufó ante el comentario, quién se creía ese tipo al meterse en lo que no le importa —“Bueno, eso no es malo, es solo que ya perdí la costumbre de que alguien se preocupe tanto por mí…” —pensó —Lo siento, pero no se preocupe, me las arreglaré solo —sí, igual que siempre, o al menos así era la mayoría del tiempo, y así debía ser.

—     ¿Cómo piensas cargar el agua? —dijo al bajar sus brazos para cruzarlos al igual que sus piernas.

—     ¿Cómo sabes? —le miró extrañado, pero lo entendió al observar que Leandro miraba hacia su balde de madera. —No sé como haré, pero lo resolveré —dijo tras levantarse con sumo cuidado, apoyando el peso en la pierna izquierda, cuando estuvo en pie sonrió victorioso y comenzó a caminar-renquear hacia el balde, ya que este había salido rodando lejos tras la caída.

El mayor se levantó con algo de pereza.

—     ¡Cuidado! —dijo al ver como Dan caminaba justo hacia una raíz salida con la que seguro se tropezaría.

—     ¡Eh! — giró su cabeza para ver que quería el otro, pero por distraído, se tropezó, no con la raíz, sino con la piedra que estaba al lado — ¡Ahhh! —gritó asustado, esperando el impacto, pero este nunca llegó. — ¿Eh? —exclamó confundido, empezando a abrir lentamente sus ojos, topándose con los del mayor, la luz del sol le daba en la cara en aquella posición, por ende, sus ojos se tornaron dorados y resplandecientes.

—     ¿Estás bien? —preguntó con una expresión llena de preocupación. — ¿Te has lastimado? —Dan estaba hipnotizado por la mirada radiante del mayor, además, sus mejillas se enrojecieron levemente al percatarse de los brazos fuertes del castaño rodeándole la cintura — ¡Di algo hombre! —dijo más preocupado el mayor al no recibir respuesta alguna.

—     Ah… s-sí —asintió, estaba un poco mareado, no por el susto ni nada de eso, sino por la calidez que le recorría el cuerpo, nunca antes había sentido el contacto humano tan agradable, además, Leandro tenía un aroma embriagador, inconscientemente se aferró con fuerza a la capa del otro.

—     “Florecilla” —pensó Leo al instante, abrazando a Dan de forma posesiva, pero el momento no le duró mucho, ya que el otro reaccionó más rápido de lo que había pensado, el menor le dio un leve empujón. —Disculpa, tremendo susto me has dado, joven —dijo tras alejarse un poco, volviendo a una distancia prudente.

—     No importa… —se escuchó el canto del gallo a lo lejos — ¡Dios mío! ¿qué hora es? ¡mis lechugas!

—     Descuida, te ayudaré —el menor se quedó extrañado cuando Leo le arrebató el balde de las manos, dirigiéndose hacia el estanque y recogiendo agua —Vamos —dijo al estar frente al menor una vez más, pero este no sé movía. — ¿Qué pasa?

—     Y-yo… no puedo…

—     ¿Qué?…

—     Caminar…

—     ¡Ah! —exclamó ante la confesión.

—     Es… es que me he lastimado de nuevo, ya lo intenté antes, pero me duele más.

Leandro le miró por un segundo, serio, analizando sus opciones —De acuerdo, ven —dijo mientras tomaba el balde con la mano derecha.

—     ¿Qué tienes en mente? —miró con fijeza como el otro se acercaba un poco —¡Waaaaaa! —gritó al sentir como era levantado hacia arriba con el brazo izquierdo de Leandro — ¡Está loco!, bájem… waaa —no terminó la frase, se había asustado ya que Leo lo empujó hacia delante, dejando que su pelvis descansara sobre el hombro del mayor mientras le sujetaba por las piernas, las cuales caían por el pecho ajeno. — ¡Bájeme! —sentenció.

—     No, y quédate quieto o te botaré —advirtió con seriedad, por un momento, Dan sintió que no podía oponerse en absoluto a aquel hombre, quién demonios era él, por qué estaba dejando que le cargara. — ¿Tu casa queda en esa dirección? —preguntó mirando hacia el sur

—     S-sí —contestó el moreno, la verdad, aunque su cabeza estuviera en la espalda sabía que el chico no se equivocaba en la dirección.

No dijeron nada más; Leandro cargó a Dan y este se limitó a guardar silencio hasta que llegaron a la pequeña cabaña.

—     Y-ya puedes bajarme. Yo puedo solo desde aquí —dijo empezando a moverse en el hombro del otro

—     Espera, cuidado te caes —le advirtió. Dejó el balde en el suelo y luego bajó al joven con suavidad, como si se tratase de acomodar un jarrón de porcelana.

—     Gracias —se limitó a decir.

—     No es nada — Dan miró hacia el balde —Nos vemos luego… “Florecilla” — lo último fue un murmullo que el azabache no logró distinguir; sintió un viento suave en su cuello y se volvió para mirar a Leandro, pero al darse la vuelta, ya no había nadie.

—     ¿Dónde…? —movió su cabeza de un lado a otro, pero ya no había rastro del aquel hombre. Escuchó a los gallos una vez más y se volvió a la realidad — ¡Las lechugas! — tomó el balde y se dirigió cojeando hacia la huerta, la verdad le dolía mucho, sentía un continuo punsonazo en el tobillo, pero se tragó sus quejidos y se dispuso a regar.

Por el resto del día, Daniel se la pasó en la cabaña, por suerte, no tenía mucho que hacer, bueno, solo la limpieza, pero eso podía esperar, por lo que entro a su casa, esta era pequeña y absolutamente todo era de madera; consistía en un cuarto en el cual se distinguía un lavabo en una de las esquinas y sobre este una gran ventana; junto aquello estaba un pequeño mueble de pino donde se guardaba uno que otro comestible; al lado de aquello estaba la única puerta; frente a esta había una mesa recostada a la pared que se extendía desde una de las esquinas hasta la puerta, claro que dejaba un pequeño espacio de pasada, la mesa era alargada y en esta sólo podrían alcanzar dos personas; en la esquina derecha del fondo, había una minúscula habitación en la cual había tan solo un servicio; entre el lavabo y baño, había un armario simple de 3 gavetas, donde el chico guardaba sus escasas prendas tan solo en la primera, la de en medio tenía algunas cosas personales y en la inferior había una que otra manta; en medio del cuartito de baño y las sillas del comedor, había una hamaca que funcionaba de cama; ese era su hogar, hubo un tiempo en el cual habían dos hamacas, pero eso fue hasta que su abuelo murió.

“¿Quién será él”, pensó el joven campesino acostado en su “cama”, en verdad se había sentido extraño desde que despertó, no sabía por qué, pero algo en su interior decía que Leandro tenía que ver con aquel sentir, sus huesos se lo decían. Su pie aún dolía, pero no quería tomarle importancia, después de todo, aprovechó su cansancio y se fue acomodó en la hamaca para una siesta.

 

Notas finales:

Mil gracias por llegar hasta acá.

Espero que sientan que su tiempo invertido acá haya valido la pena. 

Voy a seguir este "cuento de hadas", porque la verdad, me he divertido con este capítulo, puede que el siguiente capítulo no sea tan largo, y aque debo estudiar para mis exámenes y entrenar, además de contestar mis juegos de "Rolle Player", pero, al menos una horita tomaré para redactar.

Me gustaría saber sus opiniones, así que no sean perezosos y mándenmen sus comentarios ^^ 

Tengan buen día... o noche xD 


Gracias por leer. <3


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