Cole mi mano lentamente por debajo de mi playera, cada vez se me hacia más dificultosa esta situación. Necesitaba moverme con normalidad pero no podía. Acaricie levemente uno de mis pezones con la punta de mis dedos indicie y pulgar, contuve un gemido. Mi mano izquierda mientras tarto, iba surcando un camino lento pero certero hacia la presilla de mis shorts. Ya no lo soportaba. Una hermosa y firme pirámide se encontraba erguida. Seguí estimulando mi pezón. Contuve otro “ahh” que fue a punto de ser liberado, pero mi compañero de cama se movió y quede inmóvil por un momento.
Continué luego de un rato, cuando tuve la certeza de que “él” ya estaba totalmente dormido.
Lo decidí finalmente: metí mi mano izquierda se adentró en esa jaula y el momento en que mis dedos rozaron mi protuberancia ardiente me sentí en el cielo. Poco a poco fui liberándolo de su prisión, lentamente tratando de hacer el menor ruido posible y los movimientos más suaves que nunca. Una vez totalmente libre, comencé con los vaivenes… lentos…disfrutando cada segundo, imaginando por momentos que mientras sentía placer él me decía “te amo MyungSoo”, y yo llegaba al éxtasis mirándolo a los ojos, pero eso no iba a suceder; así que rápidamente cambie de pensamientos y me decidí finalmente a sacarme la remera.
Me senté despacio en la cama, tratando de no despertarlo. Ya no me importaba tanto que despertara, ya no tendría excusas para justificar mi desnudes y mi excitación, no es como si pudiera mirarle a los ojos al día siguiente y decir “no sé de qué me hablas, seguramente estaba dormido”; no funcionaria, no con él.
Retire la última prenda que me quedaba, la lancé a no sé qué lugar de la habitación y poco me importaba y volví a extenderme sobre el colchón, esta vez de manera más brusca, me daba cierto morbo pensar que tal vez si despertaba, descubriera mi desnudes aunque yo no sabría cómo justificarla, ciertamente esta idea me excito aún más de lo que ya estaba. Continué mi “hobbie nocturno habitual” con movimientos aún más rápidos, mi mano no dejaba de torturar a mis botones rosados y ahora era la diestra la que me administraba un placer aún mayor. Subía y bajaba mi mano alrededor de mi miembro con desesperación, quería acabar de una vez y al mismo quería que esta sensación durara eternamente.
Sentí como se removían a mi lado, acelere más el ritmo: quería venirme de una vez así tendría una excusa para huir rápidamente de sus preguntas, me tendría que ir a limpiar. Mi mano presionaba mi glande haciendo que un leve gemido escapara sin control alguno de mis labios.
“¿MyungSoo?” lo oí susurrar, cerré mis ojos fuertemente y finalmente mi esencia fue expulsada, no lo pude contener más, arquee la espalda y un “ahhg” que sonó mas como un rugido resonó por las cuatro paredes de la habitación. Él se incorporó y me miraba fijo, aún seguía somnoliento.
Me levante como pude de la cama, busque rápidamente una muda de ropa limpia para ponerme luego de bañarme, y susurrando un leve “voy a bañarme...” me escabullí al baño de la habitación.
Abrí la regadera y me sumergí en ella, no me importo que el agua aun estuviera fría y que fuera invierno allí afuera. Solo no quería pensar. El solo recordarlo a él mirándome de ese modo hace algunos minutos fue suficiente para que yo tuviera nuevamente que acariciarme.
Creo que nadie comprendería porque me enciende tanto, solo yo se eso. Debe ser por su masculinidad, por su seriedad, tal vez un poco por terco que es, pero muy en el fondo de mi lo deseo porque sé que jamás será mío.
Otra vez, encerrado en el baño, bajo el agua que poco a poco se fue templando me recuesto sobre la pared azulejada y posiciono mi diestra sobre mi miembro. Me digo a mi mismo que no voy a contenerme y cuando voy a gemir por primera vez la cortina del baño se corre y él aprisiona su cuerpo desnudo contra el mío y ferozmente sus labios atacan mi boca. No hay dulzura, no. No hay vacilación, no; porque él es un hombre al igual que yo y porque el esboza masculinidad en lo que sea que haga y yo me dejo ser. Porque en el momento en que posiciona una mano en mi nuca para profundizar el beso y la otra se desliza hacia mi cintura sé que perdí todo el autocontrol que me quedaba, porque él empezó el juego y yo no soy quien para detenerlo.
Dejo de usurpar mi boca para comenzar a besar mi cuello, yo acariciaba su espalda con deleite; memorizando cada sentimiento: cada lunar, cada surco, cada vertebra de su espalda y lo apegaba más a mí, quería sentir si su corazón latía tan fuerte como el mío; necesitaba saber que yo no era el único que amaba. Lentamente me fue girando y quede con el pecho pegado a los azulejos, el comenzó a devorar mi nuca y beso toda mi espalda, se detuvo tres centímetros antes de llegar a mis glúteos, me giro nuevamente.
Fue mi turno entonces, lo bese con desesperación, con anhelo, quería que el sintiera que no era un simple calentón, rompimos el beso y cuando nos miramos a los ojos un “te amo” me quedo atorado en la garganta. El agua seguía fluyendo, eso hacía que las lágrimas de frustración no se notaran; pero quería desfrutar porque ahora se había agachado para apresar entre sus labios uno de mis pezones y estimulaba el otro con la mano. Recosté mi cabeza hacia atrás, choco bruscamente con la pared pero no me importo. “¿estás bien?” me pregunto tímidamente mientras dejaba por unos segundos su labor, asentí levemente. El continuo besando mis pezones e hizo un recorrido con su lengua desde mi clavícula hasta mi ombligo, ahí se detuvo.
Yo quería que continuara, lo deseaba. El me miro y otra vez un “te amo” se atoro en mí, pero no iba a llorar: esta noche disfrutaría.
Puso sus rodillas en el suelo y con miedo y ansiedad tomo mi miembro en su mano, lo detuve. “no lo hagas…” susurre débil. No dejaría jamás que tus hermosos labios quedaran manchados de mí, de mi esencia, prefiero ser mil veces yo el que sea marcado por ti. Me miraste confundido, “¿Por qué no?” fue tu débil pregunta; solo negué con la cabeza y te ayuda a incorporarte, te di un tierno y casto beso en los labios. Las posiciones se invirtieron, ahora eras tú el que tenía su espalda pegada a los azulejos de la ducha. Cerré el grifo. Sin despegar mis ojos de los tuyos me agache, y sin titubear lleve tu hombría hacia mi boca, tu cara de asombro me causo gracia y ternura a la vez.
Alternaba las succiones a su glande con lamidas a los largo de su extensión, cuando lo oí débilmente gemir un “Myunggie…ah” me detuve. Esto no acabaría aun.
Me incorpore y bese con desesperación sus labios. Hice que nuestros cuerpos giraran y quede nuevamente pegado a los azulejos. El me miro extrañado, le sostuve la mirada. Nuevamente quedaron muchas palabras trabadas en mi gargantas pero esas dos, esas malditas dos palabras no querían liberarse, no podía dejar escapar un “te amo” no cuando sabía que no era reciproco. Busque su mano, entrelace nuestros dedos y fui en búsqueda de la otra y la dirigí a mi trasero. El corto el beso bruscamente, sabía lo que el trataba de hacer, estaba verificando en mi rostro si había alguna piste que le dijera que era mentira, que no me estaba entregando a él, que no me entregaría a un hombre; pero no era cualquier hombre, era él, era el hombre… mi hombre…
“solo hazlo…” murmure y solo eso basto para que él reaccionara y comenzara a prepararme. No me importo el dolor inicial, ni las lágrimas derramadas sobre su hombro mientras introducía dedo tras dedo en mi interior para que fuera menos doloroso y más placentero, porque cuando lo sentí dentro de mí, a pesar de estar de espalda hacia él, me sentí lleno…completo; comprendí que ese era mi lugar y cuando llegue al orgasmo al fin pude gemir su nombre… el me lleno de su esencia y solo así pronunciar débilmente el nombre de SungYeol…