Puedo sentir el calor de los rayos del sol que se cuelan por la ventana chocando con mi cuerpo debajo de las sábanas, instintivamente me cubro aún más con ellas negándome a despertar, negándome a la realidad y aún más… negándome a tu adictivo ser. Pero sé que no podré negar mi martirio por cinco minutos más, el tiempo exacto que te toma llegar a mi cuarto, a mi cama.
Mi mente cuenta mentalmente antes de que el sonido de la alarma del móvil empiece a sonar y me avise que ya solo faltarán 3 minutos para sentir el calor de tu ser; entonces comienza a sonar el sonido de una canción perfectamente conocida.
“En lo alto de esta melodía finalizada estoy solo, sosteniéndome por mi mismo.
Ahora sólo dime que esto ha terminado, házmelo saber”
Mis ojos no pueden evitar cerrarse y que mi alma se deje llevar por aquel sonido, por aquellas voces, por aquella letra; porque sólo gracias a que mi alarma suena con esa canción mi mente se prepara para lo que vendrá, porque sólo de esta manera seré capaz de dejarte, seré capaz de soltar tu cuerpo una vez que hayamos terminado con aquella entrega de placer que tanto disfrutas y que me vuelve loco.
Me pregunto si el mundo o nuestras fans se imaginan si quiera lo que pasa aquí, no lo creo; si lo hicieran tal vez ya estaríamos muy lejos el uno del otro.
La puerta de la habitación se abre lentamente y ahí estás, tus blanquecinos dientes me sonríen y tu mirada me incita a destapar mi cuerpo de las sábanas y mostrarte la erección palpitante siendo prisionera de los boxers; tu solo sonríes de lado a lado y comienzas a caminar lentamente en mi dirección no sin antes cerrar la puerta con seguro.
El tiempo entonces parece que se detiene para mí, mi cabeza me ruega que no pierda la cordura pero me es imposible cuando tus manos ya están sintiendo cada parte de mi piel y todo se va a la mierda cuando mi bóxer se pierde en algún lugar de la habitación. Nunca me das tregua, tu hambre y tu deseo sexual siempre ha sido desbordante, insaciable, por eso tu lengua recorriendo mi pene erecto me hace soltar unos gemidos bajos y tomarte del mentón para llevarte a mis labios y devorar tu boca en un apasionado beso.
Una pelea empieza entre nuestras lenguas, se sienten y se saborean como otras veces, mis manos te despojan de tu pijama para que al fin pueda sentir el calor de tu piel con la mía; tu erección choca con mis muslos y aunque es menor que la mía no evita que mi cuerpo tiemble de excitación y tú lo sabes. Sabes lo que viene y lo deseas, porque la alarma de mi móvil empieza a sonar de nuevo con la música más fuerte para disimular tus gemidos y para no perdernos en el tiempo o nuestros compañeros nos podrían descubrir.
Entonces empiezo a tomar el control y te recuesto sin delicadeza porque sé que no te gusta ser tratado como princesa pues no lo eres. Apoyo mis manos en tus delgados muslos y obligo a tus piernas a abrirse de par en par dejando al descubierto y completamente a mi merced aquella entrada que me invita a profanarla una y otra vez; niego con un movimiento de cabeza al encontrar una grata sorpresa “te habías preparado para mí”.
-Maldito mocoso.
Musité entre tus labios antes de comenzar a besarte para distraerte mientras mi diestra sujeta mi miembro y tantea tu entrada de manera circular, tu cuerpo entonces tiembla y empieza mi estúpida adicción, porque ya no te tengo más consideraciones y te penetro de una estocada. Tu cuerpo se remueve en una mezcla de placer y dolor ¿Las personas sabrán que de niño bueno nada más tienes la cara? No lo creo, pero si pudiera decirles les diría que viven una asquerosa mentira, no hay nada de inocencia en ti y si la había me encargue de quitártela poco a poco, en todos los lugares de nuestra casa, así como en la sala de ensayos, camerino y hasta en la ducha de la empresa.
Como una bestia te empecé a embestir y te sujeté de la cadera, tus gemidos eran música para mí y siempre lo serán.
Perdido en la droga de tu cuerpo me empecé a preguntar muchas cosas, entre ellas ¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿Un año? Posiblemente un poco más desde que empezamos con este juego prohibido, desde que caí en tu trampa. Las contracciones de tu interior y tus ligeros arañones en mi espalda me sacaron de mis pensamientos; salí de tu interior solo para volver a entrar y sacar de tu ser el mejor gemido de la mañana, un par de estocadas más me corrí en tu interior y sin darme cuenta susurré tu nombre como una pareja hablándole al amor de su vida.
-JungKook...
Entonces tus ojos se abrieron y acariciaste mi mejilla, te maldije porque había ocasiones que parecías hasta el mayor, tus labios acariciaron por última vez los míos y apoyándote de mí abdomen me diste la señal de salir de tu interior y así lo hice.
-No Suga hyung.
Murmuraste como si pudieras predecir mis próximos pensamientos, volví a sonreír antes de levantarme de la cama y salir con mi ropa en las manos de camino a la ducha. Una vez más la ducha se llevaría mis deseos de pedirte que fueras solamente mío porque JungKook era un alma libre, él era como el aire. Y yo lo sabía desde que pactamos tener sexo sin compromiso.
Porque no me quedaba más que seguir escondiendo estos nuevos sentimientos de ti, los cuales torturaban mi ser y tal vez, solo tal vez acabarían con mi cordura un día.
Empecé a reír al darme cuenta de mis pensamientos.
-Suga ¿Qué carajo?
Me regañe a mí mismo pues después de todo yo era el perfecto Suga y no debería de estar así por el más pequeño del grupo o más bien no debería de darle derecho a voto ¿o sí?
Salí de la ducha solo con una toalla amarrada en la cintura en busca del idiota de mi maknae y listo para afrontar cualquier consecuencia, pero con una firme decisión.
“Serías solamente mío”.
FIN