Desperté completamente desorientado, un intenso dolor inundo todo mi cuerpo, mis parpados eran tan pesados que me era difícil pestañar, la luz del sol que entraba por entre las cortinas e iluminaba la habitación me lastimaba, no sabía que el sol pudiera daña tanto, moví mis brazos para poder apoyarme en mis codos y sentarme, el dolor era aún más intenso pero necesitaba saber dónde estaba, cuando al fin logre mi cometido pude notar que era la habitación de un hospital, pero ¿porque estaba me encontraba en esa habitación? ¿qué era lo que me había pasado?, mire a mi alrededor, era una habitación privada por lo que no había nadie más, el lugar era tan silencioso, me quede ahí en medio de toda esa calma que me rodeaba intentando recordar cómo es que había terminado en aquella situación, pero solo imágenes borrosas y sin sentido era lo que golpeaba mi mente, el grito desesperado con un hombre que repetía una y otra vez un nombre, por alguna razón comencé a llorar, era increíble cómo es que no podía detener aquellas lágrimas, el cuerpo me dolía con cada movimiento, pero el llorar me aliviaba algún otro dolor que no podía comprender, pero me hacía sentir que liberaba un poco de ese dolor.
- ¿Por qué te has levantado? – la voz de un hombre, el cual no había visto entrar me hizo sobresaltarme, estaba tan sumergido en lo que me pasaba que todo aquello que me rodeaba había desaparecido
- ¿Quién eres…? – fue todo lo pude decir al verlo, mis lágrimas no se detenían y me sentía avergonzado de que me viera en ese estado, pero no podía hacer nada, me sentía tan débil que no me importaba-
- ¿Qué has dicho? – al parecer mi pregunta lo dejo impactado, todo su rostro lo dejaba ver, su mirada al principio fue de sorpresa, después se transformó en una cálida mirada, que parecía comprensiva, ¡qué extraño! me pareció tan doloroso que aquel hombre me mirara de esa forma.
- ¿Por qué estoy aquí? - mi voz sonó tan suave que hasta yo mismo estaba sorprendido, aquel hombre de cabello plateado y ojos violeta, seguía con aquella expresión de tristeza y comprensión al mismo tiempo mientras caminaba de la puerta hacia la cama donde me encontraba-
- Tuviste un accidente –su voz sonó suave y tranquila, algo que me irrito por alguna razón, era extraño, no tenía idea de quien era ese hombre y aun así me sentía seguro con su compañía, pero al mismo tiempo sentía vergüenza de que me viera así – tienes suerte de seguir con vida.
¿Suerte?, esa palabra resonó en mi mente, ¿tan grave había sido el accidente en el que estuve?, mire a aquel hombre totalmente confundido, cuando me topé con su mirada, un rubor apareció en mis mejillas, su mirada era tan cálida que realmente hizo que mis lágrimas se detuvieran, seguí el movimiento de su mano que se acercó a mí, la paso por mi cabello, su mano era fría pero amable, agache mi cabeza pues aún estaba avergonzado, y fue cuando al fin vi mi cuerpo cubierto por las vendas, las contemple con terror y confusión, solo el tacto de su mano sobre mi hombro me hizo volver a verlo y poco a poco de nuevo el techo.
- Debes descansar, aun no tienes la fuerza para estar sentado – su voz era tan calmada, sentía envidia, quería poder estar tan calmado como él, pero ya no tenía fuerza para seguir despierto, solo asentí suavemente y cerré mis ojos de nuevo-
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Como explicar lo que paso, fue tan repentino, perdí el control del automóvil en el que viajábamos, me sentía culpable de todo, pero lo único en lo que podía pensar era en él, solo deseaba que estuviera a salvo, gritaba su nombre una y otra vez, pero era inútil, había recibido un gran golpe en su cabeza y había perdido la conciencia. Estaba desesperado, quería salvarlo, pero la corriente era demasiado fuerte, hice todo lo que pude para asegurarme de que al menos el pudiera sobrevivir, pude tomar su teléfono celular y marque el último número que tenía registrado en llamadas, apenas y alcance a leer el nombre, en cuanto contesto, solo pude decir “Salva a Hiro-san”, después de eso sentí la fuerza del agua golpear mi cuerpo y en unos minutos perdí el conocimiento.
Cuando al fin desperté me encontraba en un pequeño cuarto, por el hermoso decorado que tenía era fácil ver que estaba en una casa elegante, el sol entraba suavemente por una gran ventana, suavemente me senté en la cama, tenía vendado el torso y la cabeza, pero en mi mente solo estaba una sola cosa “¿Él se habrá salvado? ¿Está vivo? ¿Dónde estará?”
Después de algunos minutos al fin pude conocer a la persona que me había ayudado, era un hombre de cabello rubio y ojos claros, tal vez unos 25 años de edad, era bastante atractivo, su rostro tenía una expresión amable, se presentó con una suave sonrisa, su nombre Seiji Kuran, desde ese día, ya habían trancurrido tres largas y eternas semanas, o al menos eso me pareció a mí, y no había un momento en el que no dejara de pensar en él, la idea de que siguiera con vida y estuviera a salvo me hacía seguir cuando sentía que no podía más.
Algunas veces Seiji comentaba que no podía descartar la posibilidad de que él estuviera muerto, y aunque no se lo dijera abiertamente, esa idea cruzo mi mente en más de una ocasión, pero me negaba a creerlo, solo la esperanza me mantenía y me ayudaba a recuperarme.
- Parece que hoy te sientes mejor… -Seiji estaba de pie en la mitad del hermoso jardín que tenían en la parte trasera, él siempre tenía aquella sonrisa que fácilmente podría alegrar a cualquiera, sin embargo, lo que me hizo sonreír fue la ironía, de cuan diferentes eran Seiji y él.
- Si, muchas gracias –con cuidado me senté en la terraza, era un lugar pacifico, siempre había querido vivir en un lugar así, si tan solo su amado estuviera ahí, sería el sueño perfecto, más en esos momentos solo podía pensar en cuanto tiempo me tomaría recuperarme y poder viajar, regresar a la ciudad, saber que había pasado.
- Sabes… - a suave voz de Seiji me saco de mis pensamientos – dentro de poco vendrá un amigo mío, es un doctor, quisiera que te revisara apropiadamente, así sabremos cómo va tu recuperación, ¿no crees?
- Eso sería magnífico, no hay nada como la opinión de un experto, ¿verdad? – respondí más animado, si podía recuperarme más rápido o si me decía que podía moverme más, entonces estaría más cerca de volver a su lado, solo eso podía pedir, estar con él en este momento.
Seiji no dijo nada más, parecía estar distante en sus pensamientos, a decir verdad no lo conocía tanto, sabía que era el hijo de una importante familia, mas no sabía el motivo del porque estaba en aquel lugar, era bello pero alejado de muchas cosas, más me pareció irrespetuoso preguntar, después de todas las atenciones que había tenido el conmigo.
La cena la preparo el mismo y tuvimos una agradable comida, charlamos un poco sobre lo que yo hacía, el parecía tan entretenido y sonreía alegre a cada comentario que hacía, después de eso nos retiramos a nuestras habitaciones, yo me acomode mirando hacia el techo, mientras me preguntaba cuanto tiempo tendría que pasar para volver a estar al lado de mi amado Hiro-san y si él estaría molesto porque tarde tanto en regresar.
Había caído dormido sin darme cuenta, sin embargo el calor de otro cuerpo hiso que me diera cuenta que no estaba solo, pero entre mis sueños y mis deseos lo abrase teniendo la esperanza de que fuera ese cuerpo tan atlético y delicado que solía abrazar durante todas la noches, más el dolor de una de mis heridas me hiso volver a la realidad y recordar donde me encontraba me levante y pude ver el delicado cuerpo de Seiji junto al mío, algo que me sorprendió por completo, él estaba profundamente dormido que no sabía qué hacer, había sido tan atento conmigo y le había tomado cariño, pero no sabía que debía hacer, mi único deseo era volver al lado de mi amado Hiro-san, y se hacía evidente que debía hacerlo pronto.